Partida Rol por web

Shadow Rose sonrió al escuchar eso. 

—Disculpe, ¿me puede dar la dirección exacta de esa sombrerería así como el nombre completo del dueño? 

Después, se giró hacia K.A y le hizo un gesto levantando el pulgar. En cuanto tuvieran la información, podían ir a hacerle una visita. Bueno, y también necesitaba cambiarse de ropa. Seguía en pijama. 

Por supuesto - dice el hombre - Se llama Jerome Teach y ésta es su dirección - apunta los datos en una libreta que le pasa el agente de policía...

El justiciero suspiró, había creído que se libraría de los críos cuando el chico verdaceo había hablado, pero la muchacha parecía de armas tomar, aquello le gustaba, incluso le había sacado una sonrisa bajo la máscara, aunque no lo admitiría nunca. Pero la realidad era que iba a tener que seguir cargando con ellos, pues estaba claro que no se iban a apartar del caso. Él a su edad era más obediente, perseverante si, pero obediente, había sido un estudiante modelo, no se había lanzado a las calles a jugar a los superhéroe. Pero tampoco es que hubiese mucho que hacer ¿iba a llamar a sus padres o qué?

Fuera como fuese tenía que ir a aquella sombrerería, pero antes necesitaba dejarle aquellos dispositivos a su ayudante, pues temía que hubieran implantado en sus cascos de realidad virtual la misma tecnología, aquello explicaría muchas cosas.

Vaya vaya Inspectora rose. No sabía que tenía una faceta tan holmesiana. Dijo El chico sonriendo a su amiga. Se levantó la chaqueta y se apoyó contra una farola. Creo que empezamos a ser un equipo. ¿No os parece?

Así, Sadie fue a cambiarse de ropa. Se deshizo del pijama de verano y se enfundó en un traje negro sobre el que colocó con cuidado un cinturón, collar y muñequeras empedradas cubiertas de signos místicos en distintas lenguas muertas. Después, tapó todo con una capa que se abría en dos por la espalda, como si fueran dos alas negras. Entre medias, se vislumbraba su espalda descubierta, lo único que el traje no cubría. Y, en su piel blanquecina, se veía claramente una enorme rosa en flor de tonos violetas donde se arremolinaban las sombras. Esa era ella, Shadow Rose, una rosa sombría. Esa misma rosa que Arthur le había puesto en la espalda, un indicador de cuán fuerte era Morgana, y una diana a la que disparar si Sadie sucumbía. 

Salió de los baños vestida y con maquillaje, decidida a que nadie la reconociera a simple vista. Por eso mismo, tras saludar a K.A, se puso la capucha en la cabeza. 

—Estoy lista —dijo mientras le enseñaba su nuevo traje—. ¿Cómo me queda?