Partida Rol por web

Cinderella Phenomenon

Capítulo 1: Fiesta de bienvenida

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02/01/2020, 04:39
Delora

Réamann, el caballero maldito cuyo único pecado fue la ingenuidad, se resistía a dejar su puesto en la milicia porque aquello era como perder su propósito. Batallaba días y noches para no ser expulsado del palacio y aunque los ejercicios implicaban un gran dolor en el pecho, él se resistía hasta el día en que Jurien y Garlan fueron expulsados. Ellos trataron de convencer al rey mismo sobre las faltas de Alcaster y el mismo Réamann, al ser cercano a ellos dos, escuchó sus versiones, pero nada pudieron comprobar contra el comandante Alcaster, quien parecía haber comprado al rey. Réamann conocía de primera mano la valentía y rectitud de estos dos caballeros, así que ser dados de baja fue el golpe que le faltaba a su ya frágil corazón.

Un día, después de un entrenamiento que había sido más duro de lo usual, el pobre Réamann quedó inconsciente por el cansancio. No se levantó por tres días, mostrando lo delicado de su condición, pero más que eso, lo reales que habían sido las palabras de Phoisa. El hecho de no poder comentar nada hacía que la carga fuera aún mayor, ya que a todo esto se sumaba la carga emocional que debía cargar por su cuenta. Salir por los terrenos del castillo y ver a Viscount era solo un recordatorio de la miseria que ahora gobernaba su vida. Réamann fue citado a la sala del trono, en donde se encontraban el rey Genaro y Alcaster, quienes le informaron la fatídica noticia al joven caballero. No podría seguir sirviendo a su reino, pero el rey Genaro, en medio de su bondad, le dio dinero suficiente al joven para que pudiera vivir con dignidad en el reino que escogiera. Era un retiro temprano y bastante deshonroso, pero no por eso el rey pretendía dejar desamparado al joven caballero que tanto había dado. El rey era un hombre bondadoso y cuidaba de su gente, cosa que mostró con Réamann. Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que el huérfano y ahora engañado caballero perdería su razón para vivir.

Se le dio una noche para que empacara sus pertenencias y abandonara el castillo al día siguiente, recibiendo asistencia de algunas mucamas del castillo y ya para el anochecer, todo estaba listo para partir. El dolor de haber perdido a su amor y su misión eran tan grandes que el corazón del joven dolía más que nunca, pero algo pasó cuando una dulce voz se hizo sentir.

- Pobre, pobre Réamann. Ingenuo y noble caballero. Infamias han caído sobre ti y la ceguera de tu juventud te impidió verlo - la voz era un tanto burlona, pero no veías a nadie caminar cerca de allí. Entonces, viste que, justo en la base de tu cama, había una muñeca de cabellos y vestido púrpura. No la habías visto nunca, pero no era secreto para nadie que la princesa de hielo, Lucette, era una amante de las muñecas. Tal vez era suya, pero ¿quién era que hablaba?

Mientras la mirabas confundido, la muñeca caminaba hacia ti. ¿Sería esto parte de la maldición? ¿Qué estaba pasando. Entonces, viste que la muñeca se rió levemente y a continuación, todo su cuerpo comenzó a brillar. Cubriste tus ojos para soportar el brillo y, justo cuando descubriste tus ojos, viste a una mujer frente a ti, mirándote con una sonrisa autosuficiente.

¿Sería una bruja como Phoisa?

- Considero que Phoisa se tardó en hacerte lo que te hizo. Siempre ha sido una bruja muy egoísta. Si lo miras bien, fuiste afortunado. Otros antes que tú no han tenido tanta suerte - ¿Eso era suerte? ¿Cómo era que sabía sobre ti?

- Mi nombre es Delora y, al igual que Phoisa, soy una bruja. La diferencia es que yo ayudo a las personas, no busco dañarlas. Y así como ayudo a otros, te voy a ayudar a ti. Quieras o no, necesitas mi ayuda. El rey te dio dinero suficiente, pero yo te daré un propósito y no tienes más opción que aceptar. Conozco un lugar donde te pueden ayudar a romper tu maldición e incluso ayudarte a sobrellevarla para que no mueras en el intento. Dirígete al pueblo y busca una taberna llamada The Marchen. Pregunta por Parfait, ella ya te está esperando, pero no hables con nadie sobre esto a menos que quieras morir. A las brujas no les gusta ver que sus maldiciones se rompan - y como llegó, desapareció con un destello de luz, dejándote la duda de si era real o no aquello que habías visto. Sin un lugar a dónde ir, no tenías nada que perder.

Con las dudas agolpadas en tu cabeza, te fuiste a dormir, a la espera de tener que abandonar el castillo. Saliste temprano, no querías despedidas dolorosas que pudieran afectarte, así que te fuiste sin hacer ruido. No tenías más que tu espada y unas cuantas mudas de ropa, así que andabas ligero de equipaje, lo cual era mejor, ya que no podrías soportar una larga caminata en tu estado de salud. A pesar de esto, el peso del equipaje te hacía parar cada dos por tres a descansar, haciendo de tu travesía lenta. Algunas personas del pueblo parecían reconocerte, lanzándote malas miradas por la afrenta que habías cometido, deshonrando a una humilde sastre. Vaya injusticia la que se cernía sobre tus hombros. Aún con la posibilidad de pagar un plato de comida, muchos se negaban a ayudarte por ser quien eras, así que no pudiste comer ese día ni un solo plato de comida. Llegada la noche, entraste a una parte del pueblo que no conocías. En tu guardia, nunca habías pasado por allí. ¿Cómo era posible? Entonces, viste a lo lejos a Jurien y a Garlan, conversando mientras rondaban el lugar. Trataste de llamarlos, pero tus pies eran lentos y tu visión borrosa. Por un momento antes de desmayarte, viste que la rubia se giró hacia ti con rostro de sorpresa, pero caíste al suelo sin poder decir su nombre.

Te despertaste en una amplia y agradable habitación, mucho más grande que la que tenías en el castillo, aunque menos lujosa. La vista por la ventana daba hacia un bosque, era iluminada y fresca. Tenía su propio baño para ducharte de ser necesario, pero lo único que no hacía parte era una joven de cabello lila y ojos azules, piel blanca y rostro amable que te miraba con una sonrisa.

- Bienvenido a The Marchen, Réamann. Soy Parfait, un hada y la portadora del cristal Lucis. Delora me habló de ti y de los efectos físicos de tu maldición, pero desconozco detalles. Este es un lugar donde las personas que sufren de la maldición de cuentos de hadas, como tú, vienen para buscar ayuda en romperla, motivo por el cual Delora te eligió. Sé que su forma de expresarse es algo ruda, pero creas o no es una bruja muy amable - rió.

- Jurien y Garlan te encontraron inconsciente y te trajeron aquí. De seguro cuando te sientas mejor, puedes ir a la taberna a saludarlos. Me dijeron que son viejos amigos. Ahora, volviendo contigo, aquí en The Marchen somos una gran familia. Los efectos de tu maldición no afectarán a otros que estén malditos, así que aquí puedes estar tranquilo y a salvo. Además, he conjurado un glamour sobre ti para que, quienes te vean en el pueblo, no te reconozcan y puedas caminar con tranquilidad. Eso facilitará tu búsqueda. Ahora, quiero que me cuentes todo lo que sabes sobre tu maldición y por qué estás maldito. Sé que puede ser difícil, pero prometo no contárselo a nadie - era una extraña, pero si Jurien y Garlan estaban con ella, debía ser de fiar. Con recelo, le contaste con detalle todo lo que recordabas de la maldición, mas cuando llegaste a la parte de la traición de Phoisa, el dolor en tu pecho se hizo insoportable y Parfait se acercó a ti con un vial con un líquido de color azul. Sentías que perderías el conocimiento y que tu pecho exploraría, pero cuando el líquido que te daba Parfait entró por tu boca, el dolor mermó considerablemente. No se había ido, pero era una opresión soportable. Ella había tomado tu cabeza con delicadeza y la dejó nuevamente en la almohada cuando vio que parecías mejor.

- Qué crueldad. Ahora entiendo qué fue lo que Phoisa te hizo. Bueno, trata de hablar lo menos posible sobre aquello o podrías morir prematuramente. Esta poción la he preparado para amortiguar los efectos de la maldición en ti. Me alegra que funcione bien. Eso te permitirá llevar una vida medianamente normal. Tu habitación está en la primera planta, así que no debes preocuparte por hacer esfuerzo físico. Solo te pediré que pagues tu estancia aquí con trabajo. Me ayudarás en The Marchen atendiendo a los clientes y limpiando mesas. Nos hacen falta manos ahora que la maldición se sigue esparciendo - sonrió y se puso de pie -. Te dejaré descansar. Toma esta poción cada mañana y así, podrás desempeñar tus labores del día sin sufrir un colapso. Pero ten cuidado. La poción te ayudará para las tareas que debas desempeñar aquí o si de casualidad tienes que salir. Su efecto se agotará si empleas más fuerza física de la necesaria para un día normal y podrías sentir los efectos de la maldición a plenitud. Si sigues esta recomendación, no deberías tener problema. Bienvenido, Réamann Lockheart. Sal cuando sientas hambre o tengas energía suficiente - y así, conociste a Parfait.

Cinco meses han pasado desde tu llegada y aunque al inicio te costó adaptarte, fuiste conociendo a otras personas: Miss Karma (un hombre vestido de mujer que cautivaba tanto a hombres como mujeres), Waltz (un adulto condenado a permanecer como niño), pero en todo ese tiempo no habías vuelto a ver a Delora. ¿Por qué? Aunque preguntabas por ella, Parfait solo decía que ella tenía una misión importante que cumplir, así que por eso no podía presentarse en The Marchen. Algunas veces la veías pasar un par de días en la taberna, pero nunca jornadas muy largas. Ella estaba aún en el castillo. Poco a poco, te habías habituado a tu nueva vida alejado de la milicia y aunque eso de tratar con clientes no era lo tuyo, poco a poco lograste habituarte y los clientes se habituaron a ti. Eras parte de la familia, esa familia que te había dado esperanza y un propósito, tal y como Delora prometió.

Notas de juego

Si quieres extender algo de esto, lo podemos hacer por Efemérides n.n.

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02/01/2020, 04:40
Parfait

Las propias condiciones de nacimiento de Stella eran difíciles y, desde antes de nacer, ya cargaba con el peso de la guerra. Hija de una bruja y de un humano: mitad humana y mitad bruja. Cosa que era común hasta el momento en que la Gran guerra estalló. Hildyr, la portadora del cristal Tenebrarum había enloquecido por el genocidio de sus compañeros y el cristal había inundado de oscuridad el corazón de miles y miles de brujas, quienes buscaban venganza de los humanos. Las hadas trataron de intervenir y la misma Parfait luchó con todo lo que tenía para detener a su compañera. Hildyr instó a las otras brujas a unírsele en su cruzada y creó la maldición para cobrar venganza de los humanos, pero hubo algunas brujas que se opusieron a eso; brujas que no creían que esa fuera la solución. Muchas de ellas fueron asesinadas por los seguidores de Hildyr, incluída la madre de Stella, quien luchó fuertemente por ocultar a su familia, incluso a su recién nacida hija. De esa manera, la responsabilidad cayó en el padre, quien vio morir a su esposa por protegerlos. Una bruja amiga de la madre les ayudó ocultándolos con un glamour, de modo que no fueran reconocidos y asesinados, pero la tranquilidad no duraría mucho, incluso ya habiendo sido derrotada la reina Hildyr.

A pesar de su muerte, la maldición se siguió esparciendo en Angielle y cada vez con más velocidad. La pequeña Stella jugaba tranquila con algunos de sus hermanos y amigos, pero entonces un hombre de apariencia elegante se topó con el grupo y trató de arrastrar a Stella a la fuerza consigo. La pequeña valiente lo golpeó con toda su fuerza, liberando su agarra, pero haciendo que aquel hombre se enfureciera. ¿Cómo podía saber la niña que se trataba de un brujo? La tomó por el cuello y le dijo con una sonrisa malévola - Tu madre murió por su familia, y tú serás castigada por ella - para luego volverse una víctima más de aquella maldición, perdiendo el conocimiento y despertando maldecida. Afortunadamente, la orden de Caldyra reforzó más las calles, haciendo que la población de brujas se viera en la necesidad de esconderse, así que casos como el de Stella, a plena luz del día, no se repitieron. Sin embargo, la maldición aún no se detenía.

Aquel padre valiente sostuvo a su familia con la taberna, pero veía con el corazón roto cómo su pequeña hija se iba aislando. Era la viva imagen de su difunta esposa y eso hacía que le doliera aún más su corazón. Stella, hermosa como era, se había vuelto el centro de atención de la taberna y muchos iban a intentar cortejarla, pero al ver que la chica parecía rechazar a todos por igual, poco a poco los pretendientes fueron desapareciendo. Se rumoraba que era una bruja debido a sus excursiones nocturnas, pero la familia lo negaba. Por el bueno nombre que el hombre tenía, los rumores fueron ignorados.

El día que Stella decidió alejarse de su familia fue cuando se le dificultaba cada vez más ocultar sus emociones y que su familia la recriminaba cada vez más por esto. Era frustrante, pero ¿qué más podía hacer? Era la única forma.

Encontró un edificio de refugiados, donde entre todos se ayudaban en las noches frías y a no pasar hambre y, gracias a unos ahorros que la chica había hecho, podía costearse lo mínimo. Trabajaba en puestos de comidas a cambio de alimentos y con lo que tenía se costeaba lo demás. Todo con tal de que su familia estuviera a salvo.

Un día, saliendo de una de esas caminatas nocturnas del cementerio, Stella se cruzó con una  mujer de cabello lila, ojos azules y rostro amable que, tomó sus manos con una expresión de tristeza y puso algo en ellas con total delicadeza para no lastimar. Aquel ungüento era de un curioso color verde, pero aliviaba el dolor de las ampollas que salían en sus manos cada que tocaba la ortiga equivocada. Era una sensación refrescante y placentera. Cuando el color verde desapareció de sus manos, las ampollas ya se habían ido.

La mujer dio un paso hacia atrás y te miró con una sonrisa complacida - Perdona el atrevimiento. Soy Parfait, un hada, y soy la portadora del cristal Lucis. Me dedico a ayudar gente como tú. No puedo quedarme afuera mucho tiempo porque mi salud es frágil, pero te estaré esperando en este mismo lugar al mediodía mañana si quieres que te ayude a romper tu maldición - y justo antes de que hicieras muchas preguntas, se despidió y se fue. ¿Cómo confiar en alguien que apenas habías conocido? Pero su aura era muy agradable y gentil. Así que por esta vez, decidiste confiar.

Justo como lo prometió, Parfait te estaba esperando en el punto acordado, a la salida del cementerio. Te recibió con una enorme sonrisa y te dijo - Me alegra mucho que hayas decidido venir. Ven, te mostraré tu nuevo hogar - ¿nuevo hogar? La sola idea parecía irrisoria, pero ella te guiaba a través del pueblo por un lugar que desconocías. Habías recorrido el pueblo muchas veces, pero ¿cómo era que no conocías esa parte? Y así, llegaste a una taberna de aspecto sencillo y rústico, pero bastante acogedora.

- Este es The Marchen. Es un lugar que he ocultado con mi magia para que, personas como tú, vengan aquí con el fin de recibir ayuda en romper su maldición - y fue entonces cuando entraste y conociste a Réamann, un joven que padecía de la maldición al igual que tú. 

Parfait tardó un poco en bajar, pero cuando lo hizo, te indicó que podías subir a dejar todas tus cosas en tu habitación. Era una amplia y agradable habitación, mucho más grande que el edificio donde estuviste esta última parte de tu vida. La vista por la ventana daba hacia un bosque, era iluminada y fresca. Tenía su propio baño para ducharte de ser necesario y un armario para guardar tus cosas. También un espejo para poderte arreglar con tranquilidad.

Te dio algo de tiempo para acomodarte y, ya entrada la noche, tocó a tu puerta una vez más. 

- Perdona que te interrumpa, Stella, pero hay algo que quiero hablar contigo - se sentó en una silla cerca a tu cama y comenzó a hablar - Como te dije antes, los efectos de tu maldición no dañarán a quienes estén malditos, pero ten cuidado porque no todas las personas que visitan The Marchen están malditos. También tenemos cierta clientela de todo tipo. Aquí en The Marchen somos una gran familia. Además, he conjurado un glamour sobre ti para que, quienes te vean en el pueblo, no te reconozcan y puedas caminar con tranquilidad. Eso facilitará tu búsqueda. Ahora, quiero que me cuentes todo lo que sabes sobre tu maldición y por qué estás maldita. Sé que puede ser difícil, pero prometo no contárselo a nadie - escuchó tus palabras con atención, aunque no parecía sorprenderse. Tal vez ella ya sabía de qué se trataba. Se llevó una mano al mentón pensativa, mientras meditaba lo que le habías contado. Ella había traído una bandeja con una tetera y dos tazas de té, seguro para compartir contigo. Vertió el contenido en las dos tasas y te tendió una.

- Vaya, esto es más complejo de lo que pensé. Si fueras solo una humana con una maldición sería una cosa, pero... - dándose cuenta que no estaba siendo clara, sonrió - Perdona. Deja que me explique. La maldición fue creada por la portadora del cristal Tenebrarum para vengarse de la humanidad, pero se conocen pocos casos en los que otros brujos han sido malditos. Un brujo solo puede ser maldecido por la portadora del cristal Tenebrarum. De lo contrario, su propia magia rompería la maldición - dándose cuenta que aún no la seguías, respiró profundamente -. Creo que ya comprendo. Verás, Stella, un hijo mestizo entre brujo y humano no puede manifestar su poder desde su nacimiento porque su sangre humana no se lo permite. Un hijo mestizo solo puede manifestar su poder al cumplir los dieciocho años. Sin embargo, de haber sido maldecida por otro brujo diferente a Hildyr, tu maldición se habría disipado al cumplir la mayoría de edad. Mi conclusión es que fue la misma Hildyr quien te maldijo y, teniendo en cuenta lo que te digo, suprimió tu magia para que no pudieras usarla mientras perdure la maldición. Es posible que ella usara un glamour para no ser reconocida. - ahora era más que evidente lo que quería decir -. Sí, eres una bruja, Stella. Solo que, como te dije, no se conocen muchos casos en donde una bruja maldiga a otra, así que no se conoce mucho, pero debe ser la propia portadora para que esta perdure. Seguramente, podrás utilizar tu magia una vez rompas la maldición. Lo siento, siento que te estoy abrumando con tanta información, pero debes conocer todos los pormenores. Desconozco si tus hermanos poseen magia. Es posible que sí, aunque no la sepan utilizar. Por ahora estarán a salvo - descansó un poco tomando un sorbo de té.

- Ahora, está lo de tu maldición. La ortiga es un instrumento básico para pociones y ese tipo de brebajes, así que no debe ser una ortiga cualquiera, sino que debe ser alguna ortiga especial. La única que se me ocurre es una ortiga llamada "cisne salvaje". Un tanto irónico, lo sé, pero Hans se inspiró en todo el folclor que rodeaba a las hadas y las brujas para crear sus historias. El "cisne salvaje" es una leyenda que se ha pasado por generaciones de hadas, la cual se dice que fue una ortiga especial creada con la sangre de brujas de gran poder. Ella tiene la capacidad de curar cualquier enfermedad, pero su paradero se perdió en las arenas del tiempo. Muchos dicen que es solo una leyenda, lo cual hace de tu maldición aún más cruel. Es posible que, aquello que debes buscar, no exista. Aunque todavía está la otra opción - sonrió -. Y aunque es algo muy impositivo, cualquier maldito de The Marchen podría cumplir esa función. Pero te diré que no te rindas. Es posible que el cisne salvaje sea real - dejó la taza a un lado y sacó algo de su bolsillo.

En tus manos puso un pequeño frasco con un contenido verde en su interior - Es el ungüento especial que te apliqué el otro día. Úsalo cuando tengas esas ampollas en tus manos y el dolor pasará. Creo que no tengo que explicártelo porque ya viste su efecto, pero puedes estar tranquila. Te hará bien - ¿era un obsequio?

Para ser un hada de apariencia tan frágil, hablaba mucho - Una última cosa antes de irme. Este será tu hogar de ahora en adelante. Solo te pediré que pagues tu estancia aquí con trabajo. Me ayudarás en The Marchen atendiendo a los clientes y como ya tienes experiencia, creo que te será fácil. También podrías ayudarnos en el bar. Además, entre tú y yo, a Réamann le tienen algo de miedo. Serviría que vieran un rostro femenino para no espantar clientes - rió pícaramente.

- Bienvenida a The Marchen, Stella Brewster. Te dejaré para que descanses y si necesitas algo, no dudes en acercarte a mí -.

Dos meses han pasado desde que empezaste a vivir en The Marchen y te has habituado a volver a compartir con personas, incluso te has logrado mantenerte ocupada y conocer a otras víctimas de la maldición: Miss Karma (un hombre vestido de mujer que cautivaba tanto a hombres como mujeres), Waltz (un adulto condenado a permanecer como niño), incluso el mismo Réamann. Era increíble ver cómo día tras día llegaban más refugiados en busca de ayuda a The Marchen, pero Parfait siempre les recibía con una sonrisa diciendo "Así crece nuestra familia". Delora, una bruja buena que ayudaba con frecuencia allí, visitaba y se reunía con Parfait en privado, casi como pasándole un informe, pero no se le veía mucho por ahí. Tenía una lengua mordaz, pero Parfait aseguraba que tenía un buen corazón. Poco a poco, te acostumbraste a este nuevo estilo de vida, donde romper la maldición era el motivo que los unía y los hacía una enorme familia.

Notas de juego

Si quieres extender algo de esto, por Efemérides n.n.

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02/01/2020, 04:40
Parfait

Bruja. Ese era el calificativo que ahora adornaba el nombre de la pequeña Rin. ¿Era realmente un pecado tan grande el querer complacerá a sus padres? Ahora, tras la terrible maldición que esa bruja había impuesto a los hermanos, se vieron en la obligación de huir de su hogar, de la comodidad de lo conocido para buscar un lugar donde pudieran estar a salvo. ¿Qué podían hacer?

Los zapatos se desgastaban, el agua caía mojando sus ropas y, al caer la noche, buscar una cueva para refugiarse del posible mal clima. Tal vez todo hubiera sido más sencillo para los hermanos si Eses no estuviera condenado a ser un hermoso bolso. Pero así era, debían pagar por el ultraje cometido. Pueblo a donde fueran, pueblo donde serían cazados. La vida no era justa, si era el pecado de sus padres, pero era aquello que habían tenido que vivir.

Selene había dicho que tendrían que reparar el daño, pero ¿cómo? ¿Por qué reparar algo que no consideraban roto? Entonces, mientras cubrían sus rostros con una túnica que protegía su identidad, escucharon rumores sobre una taberna en Angielle, lugar en el cual personas con la maldición de los cuentos de hadas podían ir a pedir refugio. ¿De qué se trataría? Fue Tanto la emoción de Rin que se levantó de un saltico y la capucha se bajó, descubriendo su rostro. Los afiches de "se busca" estaban por todas partes y tan pronto como uno los reconoció y alzó la voz de alarma, los demás le siguieron y se arremolinaron alrededor de ambos. Aunque obviamente Eses pasaban desapercibido con mayor facilidad. Entendieron que, si no salían de ahí, estarían en grandes problemas, así que se escabulleron como mejor pudieron por debajo de las mesas hasta llegar a la puerta. La noche caía con una lluvia implacable, pero no había más de otra. Era eso o la muerte. La decisión estaba tomada y, sin esperar a ver si los seguían, los dos hermanos corrieron adentrándose por el oscuro y denso bosque. A partir de allí, lo que quedaba era suplicar porque no los hallarán y aunque las antorchas parecían acercarse, se perdían en el bullicio de los animales nocturnos. Poco a poco, estaban solos en el bosque.

Rin perdió la cuenta de por cuánto tiempo corrió, pero sus zapatos, ya maltrechos de tanto huir, se deshicieron por completo en ese momento. Sus pies sangraban de haberse cortado con algunas rocas en el camino y la piel se laceraba con el irregular terreno. El cansancio, el hambre y la sed vencían al miedo en la batalla mental, por lo cual la pequeña Rin perdía alientos de seguir corriendo. La noción del tiempo había desaparecido, pero ya podía divisar las luces de la ciudad. Angielle estaba tan cerca, más el agotamiento era tan que se sentía muy lejana.

Rin siguió caminando, tratando de mantener el ritmo y no desfallecer, pero justo cuando creía que estaría bien, pudo escuchar el sonido de espadas chocando. Temió por su vida, pero ya no podía correr. Las piernas no le respondían, sus rodillas se doblaron imposibilitada de cargar con el peso de la niña y su vista se volvió nubosa hasta que cayó al suelo. ¿Sería ese su final?

Oye, ¿Estás bien? - escuchaste una dulce voz a la lejanía mientras perdidas toda consciencia de tu entorno.

Abriste los ojos confundida, pero el delicioso aroma a comida recién hecha irguió tu cuerpo al instante. Olía tan bien que, incluso a pesar del cansancio, te lánzate al instante a tomarla y comerla. Era delicioso. Comiste hasta saciar tu urgencia y después de suspirar aliviada, te percataste de tus alrededores. No estabas en la intemperie, tampoco tuvieron que robar la comida. De hecho, te encontrabas en un lugar bastante cómodo. Era una amplia y agradable habitación, aunque no tan grande como la habitación en casa de tus padres. La vista por la ventana daba hacia un bosque, era iluminada y fresca. Tenía su propio baño para ducharte de ser necesario y un armario para guardar tus cosas. También un espejo para poderte arreglar con tranquilidad.

- Vaya, nos diste un buen susto, pequeña - era la misma voz que habías escuchado antes de perder el conocimiento. La figura de una elegante mujer estaba de pie en la puerta. Llevaba un elegante vestido y su cabello rojo relucía con la luz del sol que entraba por la ventana. Era realmente hermosa.

- Iré a llamar a Parfait para que ella se encargue de explicárselos todo. Por ahora, bienvenidos a The Marchen. Tu hermano es un encanto - y dicho esto, se retiró.

No tardó mucho en aparecer una mujer de cabellos lilas, ojos azules y expresión amable que solo sonrió y dijo con dulce voz - Hola, soy Parfait. Soy una hada y la portadora del cristal Lucis. Veo que ya saludaste a Karma. Te trajo inconsciente y en unas condiciones de salud bastante precarias. Has dormido un día entero, así que espero que te sientas mejor - sonreía con sinceridad. Hace mucho nadie les mostraba tanta amabilidad.

Este es un lugar donde las personas que sufren de la maldición de cuentos de hadas, como tú, vienen para buscar ayuda en romperla. Tu hermano nos platicó sobre todo lo que les ha pasado hasta que llegaron, pero no te preocupes, aquí estarás a salvo. En The Marchen somos una gran familia. Los efectos de tu maldición no afectarán a otros que estén malditos, así que aquí puedes estar tranquila y a salvo. Además, he conjurado un glamour sobre ti para que, quienes te vean en el pueblo, no te reconozcan y puedas caminar con tranquilidad. Eso facilitará tu búsqueda. Y puedes estar tranquila, guardaré el secreto de todo lo que he conocido sobre ustedes. Para que no se vean afectados quienes visitan la taberna y que no posean la maldición, he creado unos guantes para ti, de modo que tu maldición se vea limitada solo para tus manos y siempre que los tengas, no podrás petrificar a otros. Eso sí, ten cuidado porque si te los quitas, los efectos de tu maldición serán completos - te los entregó sin pedir nada a cambio. ¿Sería acaso una treta como la que sufriste con tus padres?

Parfait se puso de pie y sonrió.

Una última cosa antes de irme. Este será tu hogar de ahora en adelante. Solo te pediré que pagues tu estancia aquí con trabajo. Al ser pequeña, podrías ayudarte barriendo la taberna al final del día o a hacer recados. La comida no se compra sola - rió ante su broma y se puso de pie.

- Bienvenidos a The Marchen, Rin y Eses Lotong. Si necesitan algo, no duden en hacérmelo saber - y con ello, se marchó. Ese día, la pequeña Rin no abandonaría su habitación. Debía descansar.

Al día siguiente, Rin se levantó con las energía renovadas y lista para comenzar lo que podía considerar su nueva vida. Se encontró a Karma en el comedor, quien la saludó con una enorme sonrisa, al igual que a Parfait, quien le advirtió que habría un banquete al día siguiente para celebrar la llegada de los nuevos como ella. Y de esta manera, comenzaba la vida de Rin y Eses en The Marchen.

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02/01/2020, 04:41
Delora

Brugantia era un reino hermoso, y mucho de ello gracias a sus gobernantes. Aunque todo dependía de la ventana por donde se mirara. Antes, desde la ventana de su enorme casa, todo parecía más hermoso, pero desde la ventana de la servidumbre... Sin duda el hermoso paisaje pasaba a ser más gris. Era doloroso y frustrante a la vez que aquel cuya vida dedicó a criticar a quienes tenían menos, ahora se veía en la penosa necesidad de cumplir todos los deseos de aquellos que son como él era.

Alain no era un joven que se diera por vencido con facilidad, así que él no se dedicaría su vida entera a cumplir deseos de otro. Ese no podía ser su destino.

Los rumores de la desaparición de Klaude, el príncipe heredero de Brugantia, se extendían entre el pueblo y, con la necesidad de caminar por el pueblo para cumplir trabajos, pudo escuchar varios de ellos: unos decían que había sido secuestrado, otros que había muerto, otros que se había fugado para casarse con una mujer, y el último y el más popular, era que la maldición de Cuentos de hadas había caído sobre él. Una desaparición misteriosa, un evento inexplicable... Justo como tú.

Un día, decidiste escaparte de la casa donde servías, pero no bastante con huir. Debías ser despedido, así que te encargaste de insultar a tu nuevo amo tanto que no quisiera volver a verte. Así, conseguiste la salida, pero ¿qué hacer a partir de ahí?

El rumor de la hija de la antigua reina Hildyr de Angielle, quien creó la maldición, se extendía hasta los lugares más recónditos de Brugantia, diciendo que al cumplir la mayoría de edad, podría heredar ella el poder que era de su madre, aunque se conocía por su naturaleza cruel y fría. A pesar de eso, era un atisbo de esperanza para un joven como él que había sido maldecido y quería buscar una solución a su problema. Ojalá no tuviera que cumplir las condiciones de su maldición para ello.

Y así comenzó su travesía. Sin embargo, caminar de un reino a otro no era tarea fácil. Alain estaba acostumbrado a trabajar duro, pero el agotamiento físico no era algo con lo que tuviera que lidiar, y menos con el estómago vacío. Días pasaron en los que el joven, despojado de su dinero, deambuló densos bosques y grandes praderas para poder llegar a Angielle en busca de ayuda para romper su maldición. ¿Dónde podría buscar?

Los mercaderes se negaban a darle posada o comida a un hombre con sus ropas sucias y en las condiciones tan deplorables que este chico se encontraba. Muchas fueron las veces que este antes orgulloso noble trató de persuadirlos o insultarlos con palabras rimbombantes, pero ninguno parecía escuchar a un joven harapiento. Al siguiente día, el joven Alain andaba por Angielle con el estómago vacío, sin un lugar decente para tomar un baño, con los pies lastimados y recibiendo el sol en todo su esplendor, vio cómo un show de marionetas comenzaba, encabezado por un niño de cabello negro y ojos rojos que parecía de lo más simpático, pero aquello no sería lo que llevaría al chico a sentirse en peligro, sino la aparición de una extraña mujer de cabello rojo y ojos verdad que, por alguna razón, le era muy familiar a un asustado Alain.

- Estás muy lejos de casa, Alain Blue - ¿cómo era posible que alguien en Angielle lo conociera si era la primera vez que visitaba el reino? Además, ¿cómo podía recordarle? Después de tantas golpizas y malos tratos, el instinto de supervivencia ganó y Alain corrió para ocultarse. A pesar de sus esfuerzos, no pudo alejarse a gran velocidad y sintió un fuerte apretón en su mano. Aquella mujer lo guiaba a un callejón desolado con el fin de poder hablar tranquilamente.

- Cálmate. Solo quiero ayudarte - cubrió tu boca para que no gritaras y luego te soltó al ver que estabas más sereno.

- Veo que la has pasado mal. Ven conmigo - la familiaridad hizo que le siguieras al inicio, pero a mitad de camino fue mayor la desconfianza.

- Sé que me veo diferente, pero no creo que tanto para que no sepas quién soy - esa voz, esas ropas... Nadie venía a tu cabeza, pero entonces te dijo - Aquí todos me conocen como Karma, así que llámame así - ¿Aquí? Y como una epifanía, recordaste algo que tu padre te dijo sobre los nombres de los príncipes. El rey era un bromista, incluso con los nombres de sus hijos. Klaude Aidric Renaldi Mattheus Almonte. K. A. R. M. A. Era el príncipe Klaude. Al darse cuenta que lo descubriste, te cubrió la boca de nuevo.

- Antes de soltarte, debes prometer que no dirás nada de quién soy, ¿entendido? - y luego te soltó. Te guió de la mano hasta una taberna donde te llevó a una habitación con una chimenea. Allí se encontraba una mujer tomando el té con un porte elegante y una mirada segura.

- ¿Y quién es tu amigo, Karma? Normalmente no traes a tus admiradores aquí - rió mientras que Karma le respondía la sonrisa.

- Delora, ya me conoces. Sabes que mi noble corazón no puede dejar a un amigo en apuros - dijo Karma con una voz muy femenina y encantadora -. Es un viejo amigo y necesita ayuda. ¿Hay espacio para él? - dijo Karma casi suplicante. ¿Por qué te ayudaba?

La mujer suspiró - Sabes que no, pero que igualmente lo aceptaremos porque Parfait nunca negaría ayudar a alguien en apuros - la mujer dejó su taza y te miró - Soy Delora. Un placer. Ahora, ven conmigo - Karma te hizo una señal para que la siguieras y tras subir las escaleras con dificultad para llevarte a una habitación.

Te encontraste un lugar bastante cómodo. Era una amplia y agradable habitación, aunque no tan grande como la habitación en casa de tus padres. La vista por la ventana daba hacia un bosque, era iluminada y fresca. Tenía su propio baño para ducharte de ser necesario y un armario para guardar tus cosas. También un espejo para poderte arreglar con tranquilidad.

Si Karma te trajo, imagino que es porque eres víctima de la maldición de cuentos de hadas, así que si quieres nuestra ayuda, tendrás que contarme todo lo que sepas sobre ella y sus efectos - alentado por Karma, le hablaste con detalle sobre todo lo que sabías, el papel e incluso le mostraste el anillo.-

- Vaya, así que vienes de lejos. Bueno, cuentas con suerte. Mañana haremos un banquete para recibir a las personas nuevas. Contigo, ya son unas cuatro más. La maldición se sigue expandiendo y cada vez se hace más difícil hospedarlos a todos, pero mientras pagues tu estancia con trabajo, tendrás todo a disposición. Si eres un noble, tal vez puedas aprender a asear la taberna o comprar mercancía. Medítalo y mañana, cuando conozcas a Parfait, le dirás qué decides. Aquí no se queda nadie que no ayude - sonrió pícaramente. ¿Acaso disfrutaba ponerte en la servidumbre? -. No quiero aprovecharme de tu maldición para que nos ayudes, así que procura que sea por iniciativa propia. Y no te preocupes, lo que otros malditos te digan no te afectará. Las maldiciones no afectan a otros malditos. Algo bueno para ti, ya que es con quienes estarás la mayor parte del tiempo - y con una sonrisa, se puso de pie, dispuesta a retirarse.

- Por hoy, puedes descansar. Aséate y baja a la hora de la cena. Por tu rostro, veo que no has comido muy bien en días. Adiós - y con un gesto desinteresado, se marchó. La verdad era que no conocías sino a Karma, quien más tarde te explicó lo que hacía allí y cómo había llegado hasta allí. Pero más que eso, por qué se había quedado. Dicho esto, te dejó descansar. Tenías un día entero para, por fin, no hacer nada.

Notas de juego

Si quieres extender algo de esto, lo podemos hacer por Efemérides n.n.

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02/01/2020, 04:41
Delora

Tal vez era mala suerte, tal vez era el destino, pero Fiorella fue una de las últimas personas en ser víctimas de la maldición poco antes de la muerte de la malvada reina Hildyr. Y a pesar de su muerte, la maldición siguió tomando fuerza y esparciéndose por todos los rincones de Angielle.

¿Quién podía culpar a Fiorella o a sus hermanos? ¿Quién podría culpar a tres pequeños que nada tenían que ver en las batallas de su padre? ¿Quién podría culpar a Fiorella por enfadarse y querer que su hermano la dejara en paz? Seguramente cualquiera en sus circunstancias habría hecho lo mismo, pero no cualquiera habría caído en la maldición que la joven Fiorella sí.

Muchas eran las noches en que Fiorella trataba de ingresar a su habitación, pero siempre era descubierta por otras mucamas, quienes la reprendían enormemente porque "Esa habitación estaba sellada". La desaparición de la hermana de los dos hermanos había transtornado tanto a los dos que era una especie de lugar sagrado e imperturbable. En ocasiones, la chica podía escuchar los sollozos de ellos lamentando su muerte. La huella de su hermana no había desaparecido de su casa. Si tan solo supieran que nunca se había marchado...

La joven Fiorella ya tenía la mayoría de edad cuando recibieron una particular visita, aunque ella solo podía observar a sus hermanos crecer desde la servidumbre. ¿Cómo podía mantenerse sirviéndoles cuando no la reconocían? Era una criada más, una mujer más a su servicio, no esa dulce hermana que daban por muerta. Pero esa visita lo cambiaría todo.

Una mujer de cabello oscuro y mirada autosuficiente llegó ese día preguntando a sus hermanos por ella. Sí, por la mismísima Fiorella. Los hermanos miraron desconcertada a la mujer, quien pidió que se le permitiera  caminar con ella. Una petición extraña, pero por alguna razón no se negaron.

La mujer te llevó por los alrededores del bosque y comenzó a hablar - Soy Delora. Una bruja. Pero no te preocupes, no te haré daño. Sé quién eres, lo que no comprendo es por qué te quedaste todo este tiempo en casa de tus hermanos en vez de buscar ayuda - casi parecía un reproche de su parte.

- Si quieres romper tu maldición, te estaré esperando en la fuente de la plaza del pueblo a la medianoche. Si no llegas, entenderé que no quieres mi ayuda y no volverás a verme - su tono era bastante cortante, pero su mirada parecía sincera, sin ningún tipo de dobles intenciones. Se separaron y te dejó en tu casa.

Poco antes de la medianoche, aún dudabas si ir o no, pero a la final te decidiste en alistar una pequeña maleta con tus posesiones más importantes. ¿Qué tenías que perder? Lo peor que podía pasar es que ella no estuviera allí. Y así hiciste. Llegada la medianoche, te acercaste a la fuente y notaste que Delora parecía estarte esperando tranquilamente allí sentada. Descruzó las piernas y sonrió complacida - Vaya, veo que decidiste venir. Me alegro. Hay alguien que te espera y quiere conocerte, así que ven conmigo - y Delora te guió por una parte de la ciudad que nunca habías visto hasta llegar a una taberna llamada "The Marchen". Era un lugar acogedor y sencillo. Afortunadamente, te encontrabas en buena forma y tu experiencia como sirvienta te había servido para dominar cosas que antes no podías: cocinar, limpiar, atender invitados... Y eso era justo lo que parecía que era ese lugar.

La mujer te guió a un lugar con una chimenea y había alguien más allí esperando, una mujer de cabellos lilas y con una amable sonrisa. Casi un polo opuesto a Delora.

- Hola, Fiorella. Me da mucho gusto que hayas decidido venir. Soy Parfait, un hada y la portadora del cristal Lucis. Sé que Delora se ve un poco gruñona, pero es una buena persona - sonrió mientras que la bruja refunfuñaba tras de ella. Te hizo una señal para que te sentaras y te ofreció un poco de té caliente. Su calor era realmente relajante.

- Sé que no nos conoces, pero aquí en The Marchen nos encargamos de ayudar a personas como tú, víctimas de la maldición que no han logrado romperla. Aquí en The Marchen somos una gran familia. Los efectos de tu maldición no afectarán a otros que estén malditos, así que aquí puedes estar tranquila y a salvo. Además, he conjurado un glamour sobre ti para que, quienes te vean en el pueblo, no te reconozcan y puedas caminar con tranquilidad. Eso facilitará tu búsqueda. Ahora, quiero que me cuentes todo lo que sabes sobre tu maldición y por qué estás maldita. Sé que puede ser difícil, pero prometo no contárselo a nadie - no era que tuvieras muchas opciones, así que decidiste depositar tu confianza en ella y contarle todo lo que te pasó.

Las dos mujeres prestaron atención a tus palabras y luego Delora intervino - Bueno, tal vez logres eso aquí. Y tienes una ventaja, tu estancia aquí la pagarás con trabajo, así que todo estará bien. Además, tienes experiencia como sirvienta. Si nos ayudas con la taberna, podrás estar aquí siempre. Ahora sígueme, tu habitación está en la segunda planta - Parfait se despidió de ti con un gesto de su mano mientras Delora te llevaba escaleras arriba, a lo que parecían ser varias habitaciones, parando en una específica y abriendo la puerta indicándote que entraras.

Te encontraste un lugar bastante cómodo. Era una amplia y agradable habitación, aunque no tan grande como la habitación en casa de tus padres. La vista por la ventana daba hacia un bosque, era iluminada y fresca. Tenía su propio baño para ducharte de ser necesario y un armario para guardar tus cosas. También un espejo para poderte arreglar con tranquilidad.

- Descansa, Fiorella. Ya hemos enviado una carta a tus hermanos diciendo que te hemos contratado para trabajar para nosotras, así que este es tu nuevo hogar. Descansa por esta noche y relájate mañana. Por la noche tendremos la fiesta de bienvenida de los nuevos, así que allí te esperaremos. Dulces sueños - y cerró la puerta tras de sí. Con esto, te habías convertido en huésped permanente de The Marchen.

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Si quieres ampliar algo de esto, lo podemos hacer por Efemérides n.n.

Y ya puedes postear :D.

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02/01/2020, 04:42
Parfait

La sangre brotaba y brotaba de la boca de la hija de ese banquero que habías envenenado, incluso después de que el pequeño bebé había sido abortado espontáneamente. Poco a poco, la tez de la joven palidecía aún más hasta que su respiración se detuvo y la luz abandonó sus ojos. Desde ese momento, empezó la huida del joven que había sido castigado por su avaricia a ser el artífice de las muertes de los pacientes que antes habrían de llenar sus bolsillos. Su don, su maldición.

Comenzó esa caza de brujas en la que no dejaba que el pobre hombre descansara ni día ni noche con tal de darle caza y mostrar al farsante que realmente era. Hogward pagaría por la muerte de su hija. De eso no había duda.

El joven gastó su fortuna pagando para que se le escondiera, para cambiar su aspecto, vendió sus cosas y sobornó a muchos para que no dieran noticias sobre su paradero, todo con el fin de huir de la muerte segura. No sabía si odiaba más al banquero o a la bruja. ¿Quién había arruinado realmente su vida?

En uno de los tantos sobornos que pagó, un campesino le contó una historia sobre una taberna en Angielle cercana al castillo del rey Genaro donde se rumoraba que había alguien que podría ayudarle a resolver su problema. Usaste lo último de tu fortuna en pagar para llegar hasta allí. Gracias a eso, te dieron por muerto. Al llegar a tu destino, recorriste el lugar varias veces, pero no dabas con la dichosa taberna. Preguntabas, pero nadie sabía darte respuesta. Fue solo hasta que, al mediodía del tercer día de divagar por el pueblo sin comida ni agua, una mujer de ojos azules, cabello lila y mirada amable se te acercó y te dijo – Sé qué es lo buscas. Por salud, no puedo quedarme afuera mucho. Te espero en la fuente a la media noche si quieres llegar al lugar que buscas – sonrió y se marchó. Trataste de seguirla, pero cuando intentaste alcanzarla, ya había desaparecido.

Estaba la duda y la desconfianza. Al fin y al cabo, podía ser una trampa para robarte lo poco que te quedaba o entregarte al banquero por una cuantiosa suma de dinero. Sin embargo, era lo más cerca que habías estado de tu objetivo, así que desaprovechar esa tal vez única oportunidad era una mala idea, sin duda. Por eso fuiste, cumpliste la cita y justo cuando el reloj daba la décimo segunda campanada, la mujer apareció allí de repente y te dijo – Me alegra que hayas decidido venir. Soy Parfait. Por favor, ven conmigo – sonrió y te incitó a que la siguieras. Al hacerlo, viste que recorrieron un lugar del pueblo que, a pesar de haber dado muchos recorridos por este, nunca habías visto. Y así llegaste a una taberna de apariencia bastante hogareña. Sencilla, pero acogedora. Te guió hasta la segundo planta y abrió la puerta de la habitación. No tenías cómo costearla, pero la mujer te la ofrecía sin pedirte un peso. ¿Qué pretende?

Te encontraste un lugar bastante cómodo. Era una amplia y agradable habitación, aunque no tan grande como la habitación en casa de tus padres. La vista por la ventana daba hacia un bosque, era iluminada y fresca. Tenía su propio baño para ducharte de ser necesario y un armario para guardar tus cosas. También un espejo para poderte arreglar con tranquilidad.

Al entrar ambos, se aseguró de cerrar la puerta y comenzó a hablar con más seriedad – Aquí ya es seguro hablar. Soy Parfait, como te dije. Soy un hada, pero no un hada cualquiera. Soy la portadora del cristal Lucis. Aquí en The Marchen nos encargamos de ayudar a personas como tú, víctimas de la maldición que no han logrado romperla. Aquí en The Marchen somos una gran familia. Los efectos de tu maldición no afectarán a otros que estén malditos, así que aquí puedes estar tranquilo y a salvo. Además, he conjurado un glamour sobre ti para que, quienes te vean en el pueblo, no te reconozcan y puedas caminar con tranquilidad. Eso facilitará tu búsqueda. Ahora, quiero que me cuentes todo lo que sabes sobre tu maldición y por qué estás maldito. Sé que puede ser difícil, pero prometo no contárselo a nadie - sin mucho más remedio, le contaste los pormenores y Parfait no mostraba enojo ni ninguna emoción negativa hacia ti. Sus ojos se llenaron de piedad.

- Comprendo. Debo decir que me sorprende que Bienveilla haya hecho eso. La conozco desde hace mucho y es una de las brujas más bondadosas que he visto. Debe haberse enojado mucho contigo para hacerlo. Pero no te preocupes, te ayudaremos en lo que podamos para que logres romper tu maldición - su sonrisa era reconfortante y parece ser que hablaba desde el corazón. Te dejó una bandeja de comida al lado de tu cama para que pudieras alimentarte y recuperar fuerzas.

Una última cosa antes de irme. Este será tu hogar de ahora en adelante. Solo te pediré que pagues tu estancia aquí con trabajo. Descansa por esta noche y relájate mañana. Por la noche tendremos la fiesta de bienvenida de los nuevos, así que allí te esperaremos. Dulces sueños y bienvenido a The Marchen, Hogward Malthael - y cerró la puerta tras de sí. Con esto, te habías convertido en huésped permanente de The Marchen.

Notas de juego

Si quieres ampliar algo de esto, lo podemos hacer por Efemérides n.n.

Y ya puedes postear :D.

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02/01/2020, 04:46
Narradora

Había sido un día bastante ocupado en The Marchen. Mesas llenas, clientes problemáticos y otros no tanto... Los más antiguos en la taberna habían tenido que ayudar durante todo el día allí. Tanto Réamann como Stella habían hecho parte de esto, aunque Delora dijo que llegaría una persona nueva para ayudar en la cocina. Stella se había encargado de la cocina todos esos días y su experticia era notoria.

Todos los demás estuvieron descansando en su habitación por indicación de Parfait, ya que ella les advirtió a todos.

- Los nuevos comenzarán a ayudar después de la fiesta de bienvenida. Así podrán escoger cómo ayudar. Si no, entre todos lo haremos - sonreía siempre. Era casi imposible ver a Parfait enojada. ¿Siquiera podía enojarse?

El día pasó rápido para quienes estuvieron ayudando en la taberna y con la puesta de sol, The Marchen empezó a cerrar sus puertas al público externo, quedando poco a poco solo quienes allí residían. Así, Delora llegó al anochecer y Parfait tocó a la puerta de todos para que se reunieran a la mesa. La mujer de cabello lila sonreía alegremente mientras hablaba con cada uno, casi como si estuviera más emocionada que la mayoría de poder celebrar la reunión.

Se les dio tiempo de descansar y tal vez ducharse o arreglarse para el encuentro. Ya allí, notaron que la fiesta se llevaría a cabo cerca de la chimenea. El otoño estaba terminando y el invierno llegaría pronto. La taberna consistía en tres plantas principales: la taberna donde entraban los diversos clientes junto al bar y la cocina, y la sala de estar con la chimenea y el comedor. Todo dispuesto para hacer de The Marchen un lugar hogareño. La última planta era el segundo piso, que era donde estaban las habitaciones de huéspedes, planta donde la mayoría de los maldecidos dormían.

 

La mesa estaba servida con una gran cantidad de comida y todos iban reuniéndose en torno a la mesa, aunque no se veía a Parfait ni a Delora por ahí. ¿Se tardarían aún en llegar?

Notas de juego

Pueden narrar lo que hacen durante el día para finalizar con cuando llegan a la mesa :D.

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10/01/2020, 02:18
Stella Brewster

Había sido un día ajetreado, pero no por ello menos divertido. Stella había hecho todo el día lo que más disfrutaba de trabajar en una taberna: cocinar. Con una cola de caballo, una camisa marrón arremangada y una falda del mismo color, larga, Stella hacía frente a los pedidos sin siquiera manchar un poco su blanco delantal. Cuando acabó la jornada se deshizo de su ropa para trabajo. Aunque no lo demostraba demasiado, estaba emocionada por la fiesta de bienvenida a los nuevos.

Con el poco tiempo que tuvo, Stella se permitió relajarse con un buen baño. Se cepilló el largo cabello negro y se puso el mejor vestido que tenía. Para aquella ocasión especial se había dejado el cabello suelto. No había tenido oportunidad de darle la bienvenida a los nuevos, así que debía darles una buena impresión.

Fue una de las primeras que llegó a la chimenea, procurando no parecer demasiado emocionada, a pesar de que lo estaba. Gran parte de la comida servida era de mano de ella, quizá por eso estaba un poco más emocionada de lo que debería. Además, ¿quién sería el que ayudaría en la cocina? Tenía ganas de conocerle.

Así pues, Stella se sentó en uno de los muebles individuales y esperó a que los demás se fuesen incorporando. Sin embargo, sucedía algo con lo que Stella no había caído en cuenta; aunque por dentro sentía mucha emoción, por fuera expresaba todo lo contrario. Su mirada era realmente dura y aburrida y tenía sus labios cerrados en una fina línea. Por fuera daba la impresión de estar bastante enojada. Daba un poco de miedo acercarse a ella.

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10/01/2020, 02:43
Réamann Lockheart

Prácticamente ese día, Réamann no había tomado siquiera sus descansos habituales por todo el trabajo que tuvieron en The Marchen. Su cabello blanco y ojos sin brillo se movían de un lado a otro atendiendo mesas, llevando la comida y limpiando mientras era observado por algunos compañeros. Sin embargo, si se dejaba a un lado su mirada y sus labios en fina línea, su voz cuando saludaba o pedía órdenes eran... vacías, escuetas. Alguna vez alguien pensó que era como un muñeco, pero si no fuera porque se agilizaba en atender todos pensarían que él era una persona sumamente seria.

Cuando terminaron de preparar todo, el joven fue de los primeros en retirarse del ojo público yendo a una habitación en el primer piso y no se supo siquiera si se había bañado o estaba despierto, pues no se escuchaba nada proveniente de su cuarto. Sin embargo, poco antes de que llegara la hora de la reunión, el chico salió con su cabello limpió y un olor fresco. ¿Cuándo había ido a ducharse? Sea como fuere, su ropa de pantalón oscuro con una camisa blanca que resaltaba su piel pálida y como llegaba a la altura de sus codos, se apreciaba una pulsera negra en su muñeca derecha. Midiendo casi 1.90, Réamann resaltaba mucho de entre sus compañeros.

Sin mediar palabra, se acercó a una mesa para preparar dos bebidas de frutas de temporada, sirviéndolas en dos vasos de madera. Caminó hasta donde Stella y le tendió uno quedándose en silencio. Y cuando ella lo tomara, el joven se sentaría apoyando sus brazos en las rodillas mirando a través de alguna ventana. 

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12/01/2020, 00:17
Rin Lotong

Rin bajó las escaleras con cuidado y todo lo silenciosa que el crujir de las mismas le permitieron. Lo primero que hizo fue asomar un poco la cabeza a la vez que inconscientemente encogía su cuello acurruncándolo en sus hombros.

Un poco disimulado susurro delataba cierto miedo - psps aun estamos a tiempo de escapar de huir. Mírales tienen cara de queremos cocinar en una olla,... Psps - hizo un ruido abogado y con un par de pasos que buscaban guardar el equilibrio, se adentró accidentalmente en el salón y quedó paralizada un instante. Giró sobre si misma pensando qué tal vez no le abrían visto, pero no, aquellos ojos le habían detectado, dos miradas sedientas de sed y carne tierna para sus pócimas y a saber si harían cubiertos de sus huesos...

Con paso de piedra se acercó a la mesa pero no se atrevió a coger nada ¿Y si querían envenenarla? Tragó saliva, e hizo gesto de coger algo y metérselo en la boca, masticando con cuidado ese "pedazo de aire". Ni de broma sería la primera en probar la comida, tenía que estar preparada por si tenía que salir corriendo.

La niña llevaba un vestido, seguramente limpiado por quien quería mantener limpia su próxima cena, unas zapatillas que cubrían sus pies vendados por ese mismo alguien, unos guantes bastante modernos incluso futuristas que le llegaban casi hasta los codos y un bolso un poco infantil con una forma de cabeza de muñeco. Agarraba la correa que rozaba su cuello, estrujándola más que cogiendola, y retorciéndola un poco sin necesidad. Ese acto era un poco por rabia, pero quién sabe que era lo que le daba rabia, nadie parecía haberle hecho nada.

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12/01/2020, 18:13
Alain Blue

Cuando por fin le habían dejado solo en la habitación, Alain se había sentido extraño. Se había lavado, quitándose la suciedad de días y más días, que se había incrustado en su piel como símbolo del mudo sufrimiento que lo había atormentado durante largos días y noches a la intemperie. Se había acostado, durmiendo por fin en una cama que, aunque dejaba mucho que desear, era gloria en comparación con dormir en bosques y en praderas. Había llegado al lugar en el que, a pesar de no conocer su existencia previamente, debía estar.

No obstante, no había sido hasta el despertar que había comprendido cuál era la extraña y desconocida emoción que lo embargaba. Vergüenza y humillación. Ahí estaba, él, siendo rescatado de la mugre, la inmundicia y la muerte por inanición. Él, quien siempre había logrado ser autosuficiente. Desde luego, era un suceso de lo más bochornoso, como también lo era que, a aquellas alturas, aún no hubiera logrado deshacerse de su maldición.

Con el ánimo un tanto ensombrecido, se había contemplado en el espejo, observando la molesta barba de días que su rostro aún lucía, ocultando levemente los pómulos marcados por el estado de inanición de hambre. 

- Trabajaré para ganarme la comida - le había dicho con convicción a su reflejo - y entonces, me desharé de ti - continuó, refiriéndose a la barba.

Pero, a pesar del convencimiento con el que había enfilado en dirección a la sala de estar, su ánimo se había marchitado un tanto al ver al variopinto grupo que había allí reunido. Su frente se crispó brevemente en un gesto de perplejidad antes de carraspear y decidir que lo mejor sería presentarse en general antes que ir uno a uno.

- Buenas noches, mi nombre es Alain. Un placer conoceros a todos.

Primer paso, presentarse con educación. Bien. Segundo, retomar fuerzas para ponerse manos a la obra. Ya habiendo tachado lo primero de la lista, se dirigió hacia las mesas de cocina y empezó a comer con cierta tensión, pues era muy difícil guardar las apariencias cuando llevaba días sin apenas probar bocado.

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13/01/2020, 14:56
Fiorella Van Hauber

No podía evitar sentirse algo cansada y nostálgica. No es que no estuviese acostumbrada al trabajo duro o le diese miedo la perspectiva del mismo, más bien echaba de menos su antiguo hogar. Sólo una noche había dormido fuera de sus muros, una noche que aún recordaba con escalofríos. Verse ahora trabajando en The Marchen pese a que sabía que era lo mejor, le hacía sentirse pequeña e indefensa. 

Le costó bastante abandonar la habitación para visitar la posada. Sabía que por la noche harían una fiesta para los recién llegados como ella pero prefería familiarizarse con el lugar. Dio un paseo por los pisos, el salón y la cocina fijándose en el lugar, que sin ser especialmente lujoso resultaba acogedor. Al final no pudo evitar contradecir a Delora y echar una mano en la cocina como pinche. 

Cuando terminó fue a darse un baño y a asearse, preparándose para el evento. Lo difícil fue cuando llegó el momento de vestirse. Toda su ropa era de trabajo, no había traído nada para una fiesta. Al final se puso un vestido de color gris sin el delantal de trabajo que serviría para no ir demasiado disonante con el ambiente. Tímida todavía como un gato en un proceso de adaptación bajó las escaleras y buscó un sitio recogido donde sentarse, esperando a que la fiesta comenzase. 

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13/01/2020, 19:57
Parfait

Poco a poco, todos los residentes fueron bajando, asegurándose de estar solamente aquellos y que todos los clientes se habían marchado. Ya habiéndose cerciorado, se vio aparecer a más personas, entre ellas una joven de cabello lila, ojos azules y mirada gentil. Ella se hizo a la cabeza de la mesa, indicando que era la anfitriona. Unos ya la conocían, tal vez otros no, pero quienes ya llevaban un tiempo allí, de seguro sí.

- Bienvenidos todos. Para quienes no me conocen, soy Parfait. Soy la portadora del cristal Lucis y como muchos saben, soy la dueña de The Marchen. Todos están aquí por las mismas circunstancias: todos son víctimas de la maldición que Hildyr ha creado. Aquí en The Marchen somos una familia y todos estamos para ayudarnos entre nosotros. No quiero extenderme mucho, así que seré breve: Todos pagarán su estadía con trabajo, ayudándonos con algo en la taberna. Quien ya sepa en qué nos ayudará, será escuchado. Quien no, Delora y yo le ayudaremos - sonrió y señaló a una mujer de cabello oscuro y ojos escarlata. Su sonrisa era un tanto prepotente y su porte seguro, hacía pensar que no era alguien muy amable. Descruzó los brazos y se levantó.

- Sí, yo soy Delora. Para quienes no me conocen. Soy una bruja, pero a diferencia de todas esas locas que los han maldecido, yo trataré de ayudarles. No sé si con lo dicho por Parfait, quedará claro, pero todos deben aportar algo o no pueden quedarse. No queremos vagos aquí - y sonrió mirando a Rin.

Miró a Alain, quien comía de manera poco decorosa, aunque no lo juzgaba. Solo rió y prosiguió - Hacemos esta cena para que puedan conocerse y saber si tienen maldiciones que sean afines. De esa manera, pueden apoyarse en romperlas. Lo ideal es que siempre estén en parejas, ya que para los malditos es inseguro caminar solos. A las brujas no les gusta ver que sus maldiciones se rompan. Harán todo lo posible por hacerlos fracasar. Ya conociéndose un poco, pueden comenzar a pensar en las parejas que formarán. Aunque antes, tengo un deber más, y es presentarles a una nueva cocinera. Ella ayudará a Stella en la cocina. Solía trabajar en palacio, pero cierta princesa de hielo hizo que la despidieran, así que la traje. Ella no es víctima de la maldición, así que cuídenla y guíenla en lo que puedan -.

Una joven de cabello castaño y ojos avellana entró un tanto tímida y con una sonrisa al lugar - Me llamo Annice Willowe. Es un placer conocerlos a todos - sonrió a los presentes y se sentó junto a Waltz, quien la recibió con una amable sonrisa.

Parfait tomó la palabra una vez más y dijo - Creo que ha llegado el momento de presentar a los demás miembros de The Marchen. ¿Por qué no lo hacen ustedes mismos para que prosigamos con la cena? Sé que muchos deben estar hambrientos -.

Y así, un niño de más o menos doce años se puso de pie, el que se encontraba junto a la recién llegada Annice. Su cabello azabache y ojos carmesí lo hacían lucir exótico. Sonreía ampliamente - Soy Waltz Crisswell. Un placer conocerlos a todos - sus modales eran bastante refinados, al igual que su forma de hablar. Realmente era algo extraño ver a alguien de su edad comportarse así.

Una mujer de cabello rojo y un porte elegante se levantó con una sonrisa encantadora - La mayoría me conocen, pero una dama debe siempre ser cortés, así que me presento. Pueden llamarme Karma - movía su mano con la suavidad que su voz dibujaba. Su maquillaje era sencillo y resaltaban sus hermosos ojos verdes.

- También están Jurien y Garlan, quienes nos ayudan con la seguridad aquí, pero ellos no nos pueden acompañar porque están vigilando la entrada. Los podrán conocer otro día - concluyó Parfait. Y con las presentaciones culminadas, restaban solo los más nuevos por darse a conocer. Después de esto, todos podían comer lo que quisieran. La mesa estaba llena de manjares de todo tipo.

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13/01/2020, 21:20
Rin Lotong

¿De verdad se presentaban? ¿Era algún truco de confianza? Pero a la vez suspiró en una mezcla de alivio y culpabilidad, al pensar que habiendo un niño un poco mayor que ella, se lo comerían antes. Miró a todos,no quería parecer maleducada ni siquiera entre brujas.

- etto~ soy Rin, MUY TRABAJADORA - dijo alzando la voz mirando con lo ojos entrecerrados a Demora sacándole la lengua al acabar de decirlo - y especialista en trampas, Si me intentáis comer me aseguraré de tomar poco antes algún veneno para que deseéis no haberme comido. Y si puedo, evitaré que os lo comáis también a él.

Con esa frase, señaló al que sin saberlo podía ser mayor que todos. Pero el conocimiento de maldiciones no era el fuerte de una joven impulsiva.

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14/01/2020, 05:36
Stella Brewster

Stella había estado muy tensa todo el rato. Llevaba un par de meses en The Marchen y había adoptado el lugar como su hogar. De alguna forma quería recibir a los nuevos tan bien como la habían recibido a ello y, precisamente, presionarse tanto por ello conseguía todo lo contrario.

Ver llegar a Réamann no cambió mucho las cosas. No fue hasta que el chico le pasó un vaso con bebidas de frutas que la expresión de Stella se relajó un poco. Cerró los ojos por un momento y inhaló profundamente por la nariz, para luego abrir los ojos y exhalar por la boca; no logró relajarse demasiado, pero al menos su mirada había cambiado de un "si te acercas te como" a un "si te acercas te golpeo". Se lo agradeció a Réamann asintiendo y agarrando con fuerza el vaso se llevó unos tragos de la bebida a la boca. Casi la escupe al ver a la pequeña Rin.

Al principio sintió algo de ternura. Estuvo a punto de decirle algo, pero la pequeña aparentemente creía que ella y Réamann no eran muy de fiar. Stella miró la cara de Réamann y se imaginó de la suya. Era comprensible. 

Se estaba preocupando un poco, las cosas no estaban saliendo tan bien de buenas a primeras. 

Después de eso llegó Alain. Stella volvió a respirar profundamente, tratando de relajar su expresión. Lo consiguió un poco más, pero no lo suficiente. 

Buenas noches, Alain —su tono de voz había sonado más seco de lo que ella quería.

Su mirada seguía endurecida y Stella se estaba preocupando de estar metiendo de más la pata. Sin embargo, hubo algo que por fin hizo que la chica relajase la expresión: ver que Alain estaba comiendo. Al principio se le quedó mirando un poco desconcertada, pero luego, por primera vez en ese rato, sonrió desvelando la belleza que tenía oculta tras su dura mirada. Sus ojos incluso parecieron resplandecer un poco.

La siguiente en llegar fue Fiorella y Stella sintió que se tensaba de nuevo. Se le estaba haciendo más difícil de lo que esperaba recibir a los nuevos. Estaba pidiendo ayuda con la mirada a Réamann. Sin embargo, no pasó mucho hasta que Parfait llegase y, por fin, Stella se permitió exhalar un largo suspiro y relajarse por completo desvelando por fin un rostro mucho más afable.

Por fin llegaba la hora de presentarse y, después de que Rin lo hiciese, Stella se levantó sosteniendo su vaso con ambas manos. Estaba decidida a mejorar la primera impresión que había dado.

Mi nombre es Stella Brewster —si bien no lucía enfadada ya, parecía estar nerviosa—. Es un placer conocerles. Yo actualmente me encargo de la cocina. Es bueno saber que contaré con ayuda —dijo mirando por un momento a Annice sonriéndole un poco— y que la familia... crecerá. Espero que les guste la cena —antes de sentarse miró por un momento a Rin y enarcó una ceja—, no está envenenada —y se sentó luego, tomando pequeños sorbos de su bebida.

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14/01/2020, 06:36
Hogward Malthael

Hogward lucía maltrecho. En sus párpados, se evidenciaba un marcado rastro de lágrimas secas a la par que potentes ojeras dominaban el sector. Había perdido la noción del tiempo que pasó en vela, con la mirada clavada en la ventana mientras su vista prófuga sólo lo aterraba al acordarle del camino que había vivido hasta llegar a la taberna. Sentado cerca de la hoguera, deambulaba la mirada a la par que ignoraba prácticamente a todo el que pasara cerca, rodeándose por una extraña actitud que, prácticamente, había erigido muros invisibles a su alrededor. Recordaba lo mal que se había sentido durante todo el día, de haber estado en la cima de la pirámide de clases a reducirse a un mero deshecho servicial. Se había pasado toda la mañana encerrado, escondido dentro de una esquina oscura de su mente de la cual no quería salir, hasta que por fuerza de inanición tuvo que salir a comenzar su trabajo para pagar el alquiler. 

Su intento por ser útil era enormemente patético, por no decir menos. Dadas sus anteriores comodidades, el espíritu de esfuerzo de Hogward era inexistente, habiéndose acostumbrado a que hicieran prácticamente todo por él. Tambaleaba con los traperos, era un desastre tratando de mover las bandejas, y ocasionalmente se le caía la porcelana cuando trataba de tocar el lavaplatos. Su físico jamás fue fuerte, pero tenía una constitución promedio que, aún decente, no era capaz de sostener la propia debilidad mental del peliblanco. Eventualmente se rindió ante todo, ideando cierto plan para que le mantuviesen sin tener que mover tanto el cuerpo. 

Se había parado en un rincón, y con un tablón y tinta de escribir había escrito un anuncio, con una letra bastante refinada que rezaba: "Servicios médicos". Le molestaba desde el fondo del alma tener que venderse así, pero sabiendo que la ganancia se reflejaría en su estadía, prefirió ignorar sus rabietas y seguir adelante. Se despojó de su pulsera y anillo de huesos, guardándolos dentro de su bolsillo con una seguridad excesiva, para evitar inconvenientes. Y luego, sencillamente ayudaba con consejos médicos a enfermedades casuales, manteniendo una actitud lasciva y prepotente a todo el que le pedía ayuda, como si esperase un pago que jamás recibiría. 

Aún sin sus accesorios, el conocimiento médico de Hogward era lo pobremente suficiente como para mantener el ritmo, hasta que eventualmente todo se había cerrado al público. Recordando todo esto en la silla al lado de la hoguera, no podía sino sentir asco hacia todo y más importante, hacia su propio interior. Tocaba la cicatriz de su rostro con insistencia, queriendo borrar semejante acto tan estúpido de su existencia. Fue hasta que el ruido quebró sus mediocres barreras mentales, que cayó en cuenta que estaba siendo acompañado. Realmente no le interesaba quién estuviera ahí, de hecho, parecía como si ya nada le importase más que vivir hasta que se marchitasen absolutamente las raíces de su alma. Si fuera por él, no habría vuelto a hablar en meses más que a la ayuda de Parfait, de quién aún tenía una plétora de sentimientos confusos y extraños, siempre teniendo en su mente una imagen surrealista de un hueso a medio roer con el nombre Hogward escrito con sangre. 

Ya que estamos...—correspondió con un tono despreciable, terrible para empezar cualquier conversación—. Soy Hogward, virtualmente inútil en todo. Si tienen un resfriado, les puedo decir qué hierba lo puede empeorar, eventualmente. Créanme, sería lo mejor que dejar que se cure—Hablaba en algo que debía ser sarcasmo, pero sonaba como una cruda sinceridad de sus labios—No será un honor, y espero que...que todo, todo...que todo sea...¡Agh, paso de esto! Llámenme si de verdad necesitan de mi h...hórrida presencia—culminó, temblando aún con la voz quebrada, habiéndose derrumbado su corto intento de mantener una personalidad que no controlaba enteramente. Trató de levantarse y salir corriendo a su habitación, pero la mirada bondadosa de Parfait de forma indirecta lo hizo mantenerse en su sitio, teniendo que adoptar una posición de convulsión; quería quebrarse un rato, o revivir su orgullo, o mandar todo al carajo y largarse, pero nada de eso lograba desarrollarse por completo. Al final sólo se quedó callado, apartando la mirada de todos y arrepintiéndose de la reverenda estupidez que había dicho como presentación. 

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14/01/2020, 07:01
Rin Lotong

La pequeña vio algunas presentaciones, y quedó asombrada con la última - está claro que ese no es brujo... - dijo en voz baja más para si misma que para los demás. No servía de nada creer un "no está envenenada", si la gente dejara de sospechar solo por eso el principal motivo de muerte del reino sería el envenenamiento, espero escuchar a alguien tan deprimente hablar, le hizo pensar que quizás se podría comer sin riesgo.

Tomó un par de piezas de fruta, dos manzanas rojas que gritaban estoy envenenada, y se acercó a ese tipo dejando ante él una de las dos - anímate hombre, se que tantas brujas asustan, pero si te rindes ellas ganan y tu a su cazuela, además eso de las hierbas un día puede ayudarme, no se mucho de venenos - después de decir aquello en voz neutra, y mirando a todos lados, recordando que "las brujas" podrían escucharle, bajó la voz como si nadie hubiera escuchado mada, añadiendo un susurro - Pero mantén el secreto, no vayan a comernos antes de preparar algún plan.

Estaba claro que en cocina revisarían lo que comprara "por si acaso", pero en su incoente mentalidad nadie le había oído. Su bolso en cambio, aparentaba dibujar una sonrisa burlona ante las palabras de Rin, si no fuera un bolso, se podría intuir que era una burla hacia ella, e incluso como si parpadeara uno de los botones se movió en dirección de Parfait.

Por otro lado, la pequeña Rin apartó sus manos de la manzana entregada, casi como si tuviera miedo de que le tocaran, poniéndolas a su espalda aún sosteniendo la segunda manzana, que cuando ese extraño instinto de apartar las manos se le pasara, tal vez mordería con bastantes ganas.

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14/01/2020, 15:22
Narradora

No importó cuántas veces quisieras quitarte el brazalete y el anillo. En cuestión de minutos, volvían a aparecer en tu mano. ¿Era acaso otro efecto de la maldición?

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14/01/2020, 19:35
Alain Blue

Aquello pintaba entre espantoso y nefasto. Había acudido allí con la esperanza de encontrar una solución a lo que él consideraba "un desafortunado estado que debía ser temporal". Había aceptado que le iba a tocar conocer trabajos tan degradantes que si le hubieran preguntado antes por aquellas tareas hubiera podido decir que se hacían solas. Había asimilado con un grado considerable de positivismo que con arduo esfuerzo todo se podría.

Pero no esperaba eso. Lo de trabajar en equipo no le entusiasmaba pero lo hubiera hecho de buen grado si no fuera porque las opciones eran terribles. Primero estaba la niña que parecía considerarlos a todos caníbales, lo cuál le hacía pensar que estaba severamente trastornada. Entre las virtudes de Alain no se hallaba la compasión así que la descartó tan pronto la escuchó hablar.

El otro niño, el de los ojos rojos, parecía más normal aunque no dejaba de ser muy joven.

Luego estaba Hogward, cuyo nombre aprendió enseguida por entrar en la categoría de persona non grata y es que el chico había quedado retratado en su presentación como lo que Alain despreciaba. 

Stella parecía rara, ya que cumplía con el estereotipo de loca caníbal del que parecía huir la chiquilla. Aunque claro, luego se había mostrado más cálida y aquello le había hecho ganar algún punto a sus ojos.

- La comida está deliciosa - le dijo con una inclinación cortés de cabeza. Era cierto. Aunque claro, él estaba muerto de hambre y todo le parecería bueno.

El otro chico de pelo blanco no había abierto la boca pero no sabía cómo catalogar eso. Y Karma era Karma. Le conocía demasiado como para considerarlo el mejor de los compañeros.

- Si alguien quiere trabajar conmigo, soy todo oídos - acabó por decir, con una fina línea surcando su frente, reflejando la poca convicción que sentía.

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15/01/2020, 01:27
Réamann Lockheart

Los ojos vacíos de Réamann se posaban, sin mirar en realidad, en cada uno de los nuevos que iban llegando en la reunión prestando una leve atención a ellos, incluso parecía que su mente estaba en otra parte o que era un hombre que nunca pestañeaba... Hasta que lo hizo un par de veces. Lo único que lo sacó de ese "estado" fue cuando Stella asintió cuando él le dio el vaso y las voces de Parfait y Delora dando los detalles de esta fiesta. Sin embargo, hasta parecía que en realidad ignoraba todo lo que sucedía y se decía en The Marchen. Era una barrera invisible que lo separaba del resto de los presentes y no sea veía incómodo con esa situación. 

Su respiración era tranquila, retomando su vista a quienes hablaban mientras daba sorbos silenciosos a su vaso y con intenciones interpretables de que no estaba interesado en la reunión. Cuando acabó su bebida, simplemente se levantó de su asiento y caminó hacia una habitación que se encontraba en el primer piso, cerrando tras de sí la puerta sin llamar la atención. 
No obstante, en menos de un minuto salió sosteniendo una botella transparente de un hermoso color dorado que también era traslúcido, brillando de una manera limpia y, se podría decir que incluso alegre. Parfait, Delora y Karma sabían qué era aquello, y los más conocedores de bebidas podrían reconocer qué era cuando Réamann abrió el envase y un olor a miel endulzó la habitación.

-Réamann-terminó diciendo su nombre con una voz carente de cualquier emoción y propósito. Si un muñeco pudiese hablar, sería como él-.  Preparé hidromiel para esta ocasión, sírvanse si gustan-se mantuvo de pie mirando a todos y luego asintió-. Excepto los menores de edad. 

​​​​Él procedió a servirse un poco y regresó a su asiento mirando el contenido dorado. Sólo quienes lo conocían de tiempo atrás podrían detectar un pequeño brillo de orgullo en su mirada... O sólo era el reflejo de las luces cercanas a su posición.