Partida Rol por web

Círculo de amigos

Prólogo. Asunto: "Cena el viernes por la noche".

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04/12/2016, 15:40
Guardián de los Arcanos

Mi buen amigo,

deseo comentarte lo de aquel asunto que me hiciste investigar: aquel tipo recibió su merecido. La denuncia interpuesta en la comisaría lo llevó a una severa citación del juez Rutgers, y eso desembocó en un juicio. Y allí nos vimos de nuevo, cara a cara. Jamás volverá a estafar a nadie, y yo, por supuesto, recuperé mi dinero. No habría sido posible sin tu ayuda, pues la policía tarda mucho en husmear asuntos en los que no hay homicidios ni robos al uso de por medio. Es por ello que me gustaría invitarte este viernes a mi casa, en la cual organizaré una cena con tres amigos más. Estás invitado. No hace falta que traigas nada: el vino también lo pongo yo.

Te espero en mi casa,
Edmunland St., 45., 19:30 de la noche.

Saludos Cordiales,

G. Flannery.

 Era miércoles por la tarde, y en la agencia el montón de papeles apilados sobre tu despacho culminaba en un severo cansancio en tus ojos. Habías dejado la correspondencia de esa mañana en el cajón, y casi al acabar la jornada ojeaste lo que te habían mandado: publicidad, publicidad... y una carta de tu amigo George Flannery. Flannery era un afamado farmacéutico de Arlington y le habías cobrado por tus servicios de investigación en un caso que tenía mala pinta, aunque salió bien para él. El asunto de la carta, escrito bajo el remitente, era "Cena el viernes por la noche".

Notas de juego

Te dejo un post inicial para que escribas. Comenzamos.

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04/12/2016, 15:49
Guardián de los Arcanos

Mi buena amiga,

deseo comentarte lo de aquel asunto del que me preguntaste, sí, lo de la red de delincuentes que te interesaba tanto: aquel tipo recibió su merecido. La denuncia interpuesta en la comisaría lo llevó a una severa citación del juez Rutgers, y eso desembocó en un juicio. Y allí nos vimos de nuevo, cara a cara. Jamás volverá a estafar a nadie, y yo, por supuesto, recuperé mi dinero. Ésto fue posible gracias a mi amigo Edgar Williams, investigador privado, y por supuesto a tí. Menos mal que te pusiste tras la pista del estafador, o no podría haberle enviado los siguientes movimientos a Edgar. Y mientras la policía con sus quehaceres, pues siempre tarda mucho en husmear asuntos en los que no hay homicidios ni robos al uso de por medio. Cuando sepa que el tipo que intentó liarme es traficante de alcohol se le va a caer el pelo... Es por ello que me gustaría invitarte este viernes a mi casa, en la cual organizaré una cena con tres amigos más. Estás invitada. No hace falta que traigas nada: el vino también lo pongo yo.

Te espero en mi casa,
Edmunland St., 45., 19:30 de la noche.

Saludos Cordiales,

G. Flannery.

Stephanie, una de las secretarias de tu jefe, llegó con el correo. Ésta solía recorrerse toda la agencia, de sitio en sitio, repartiendo cartas y publicidad que llegaba al correo del periódico o a los casilleros individuales. Y casi nunca había correo exclusivo para tí, pero ahora había una excepción. Una carta firmada por George Flannery, el farmacéutico al que entrevistaste varias veces estaba dirigida a tí. El asunto de la carta, escrito bajo el remitente, era "Cena el viernes por la noche".

Notas de juego

Te dejo un post inicial para que escribas. Comenzamos.

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04/12/2016, 15:55
Guardián de los Arcanos

Mi buen amigo,

deseo darte las gracias de nuevo por poder mirarme aquellas heridas. Creí que moriría aquella noche. Aquel tipo llegó de impoviso cuando regresaba a casa desde mi botica. He de confesarte que esas marcas que me viste en el cuello no eran de mi mujer; eran suyas: me instó, una vez me asaltó en la noche, para que no fuera a la policía. Yo le había pillado, y sabía que un investigador privado y una periodista (ambos conocidos míos) estaban tras su pista. Prentendía que no hablara de su estafa (que también me afectaba a mí), pero finalmente fuí a la comisaría, y de ahí lo llevé a jucio... Ahora he recuperado mi dinero... Historias aparte, me gustaría invitarte este viernes a mi casa, en la cual organizaré una cena con tres amigos más (dos de ellos son el investigador y la periodista, te caerán muy bien). Estás invitado. No hace falta que traigas nada: el vino también lo pongo yo.

Te espero en mi casa,
Edmunland St., 45., 19:30 de la noche.

Saludos Cordiales,

G. Flannery.

Estabas en el hospital ese día. Trabajabas entre el hospital y la morgue, y tu rutina no era sino ir de un lado para otro, según se requiriera, para tratar pacientes o examinar cadáveres. Encima, con la ley seca recién impuesta, la violencia había crecido un poco, y muchos pacientes o aquellos que llegaban a la morgue eran por esta causa. Uno de tus ayudante, Tony, te trajo una carta. Había sido enviada al hospital de Arlington, y éste te la había traído a la morgue. En su remitente constaba el nombre de George Flannery, y el asunto de la carta, escrito bajo el remitente, era "Cena el viernes por la noche". Te quistaste los guantes, guardaste el cadáver en la cámara frigorífica y abriste el sobre.

Notas de juego

En pos de ayudarte un pelín y de querer empezar a la de ya, he creado un vínculo con George Flannery: tú, como médico-forense, le miraste unas feas heridas no hace mucho, las cuáles tenía en el cuello. Se las curaste y quedó agradecido. Ambos os hicísteis conocidos dado tu carácter médico-académico y sus conocimientos de farmacia y medicamentos.

Te dejo un post inicial para que escribas. Comenzamos.

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04/12/2016, 16:05
Guardián de los Arcanos

Querido señor,

deseo comentarte lo de aquel asunto que del que me hablaste: todo salió tal y como lo dijiste. No dudo de tu capacidad, pero al principio no creía en estas cosas: leer la mano era una práctica habitual en la antigua Grecia (tal y como muchos no creerían), pero de ahí a revelar con certeza lo que me ocurrió... había un trecho. El tipo del que me precaviste está ahora en manos de la justicia. Logré zafarme de su intento de estafa. Me habría visto como un buen "primo" para sus "triquiñuelas", y mírale ahora: encerrado se halla, y yo he recuperado mi dinero. Menos mal que me advertiste de todo este turbio asunto. Algunos otros amigos me ayudaron en este empeño de final feliz, pero no habría sido tampoco posible sin tu ayuda. Es por ello que me gustaría invitarte este viernes a mi casa, en la cual organizaré una cena con tres amigos más. Estás invitado. No hace falta que traigas nada: el vino también lo pongo yo.

Te espero en mi casa,
Edmunland St., 45., 19:30 de la noche.

Saludos Cordiales,

G. Flannery.

En aquella vivienda no poseías ni tan siquiera buzón. Las pocas cartas que te llegaban las empujaban por debajo de la maltrecha puerta de metal. Una de esas mañanas en que te despertaste en tu catre, el cartero debió arrojar por debajo de la puerta una carta. Tenìa un remitente claro, ponía: George Flannery. No recordabas en absoluto ese nombre, pero tras pensar un rato supiste que aquel tipo alto, de profesión farmacéutico, había venido a tu "consulta" (tu propia casa). Hablaba de nose qué asunto acerca de un tipo que pretendía estafarle, al cual iba a dar su merecido como respuesta. No volviste a saber nada de él, ni tan siquiera de cómo acabó todo aquel asunto, pero ahora leías, bajo el remitente, el asunto de la carta: "Cena el viernes por la noche".

Notas de juego

En pos de ayudarte un pelín y de querer empezar a la de ya, he creado un vínculo con George Flannery: fue cliente tuyo no hace mucho, al cual echaste las cartas y leíste la mano.

Te dejo un post inicial para que escribas. Comenzamos.

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04/12/2016, 18:40
Ray Paulson

Ray leyó varias veces el nombre del remitente y también su dirección. Le había costado saber de quién se trataba, y sonrió con sorna cuando al fin le vino a la memoria aquella sesión con el farmacéutico. No solía tener noticias actualizadas de la gente a la que predecía el futuro a menos que las mismas volvieran para que les repitiera el servicio o, en contadas ocasiones, para quejarse de que su vaticinio había sido una estafa. Así pues, recibir una carta del tal Flannery era algo inesperado.

El tipo parecía agradecido, tanto como para invitar a un vidente a cenar, por lo visto. Por una vez, Ray había ayudado a detener a un malhechor gracias a sus artes. Si se labraba una buena reputación tendría más clientes, o incluso ser uno de esos videntes a los que llamaba la policía para que ayudaran en sus investigaciones... El hombre se encargó de cortar sus ambiciones rápidamente antes de que el pequeño éxito se le subiera a la cabeza.

El viernes no tenía nada mejor que hacer, pero ir a casa de un (casi) desconocido a cenar le parecía extraño. No estaba acostumbrado a la cortesía ni a las personas amables, era más bien escéptico con las intenciones ajenas. ¿Seguro que Flannery estaba contento, o había fingido estarlo para molerle a palos una vez hubiera entrado en su casa? Esta idea cruzó la mente de Ray como un relámpago, pero no le dio mucha importancia. No había de qué preocuparse, porque el farmacéutico que recordaba parecía buena persona, o al menos no imbécil.

Así pues, decidió que asistiría a la cena. Se pondría algo decente (aunque no tenía ropa elegante) e iría para allá. ¿Quiénes serían esos tres amigos de los que hablaba la carta? ¿Tendría Flannery la costumbre de invitar a marginados a su casa? Volvió a leer la dirección, Edmunland St., 45, y pensó que, definitivamente, ésa no era una calle de mala muerte como la suya.

Tendría que andar un buen rato para llegar.

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04/12/2016, 23:30
Edgar Williams

Tras una larga jornada de trabajo y papeleo, solo podía reclinarme sobre el asiento y estirarme... para tras lo cual clavar los codos en la mesa y frotarme los ojos unas cuantas veces debido al cansancio mental que ya arrastraba. Si bien este era un buen trabajo que me encanta, lo peor del mismo era el papeleo, pero había que hacerlo.

Busqué entonces mi caja de cigarrillos buscando saciar el ansia que ya tenía tras las horas sin fumar y no darme cuenta de ello. Como siempre varios golpes a los bolsillos del pantalon, otros al del pecho de la camisa y buscar a ojo por toda la mesa hasta acordarme de que me lo dejé en la gabardina, colgada en el perchero cerca de la entrada. Me levanté y encendí un cigarrillo con una cerilla que guardaba junto a ellos, dandole una larga calada inicial al cigarro.

Mucho mejor... Debería revisar las cartas, antes de que se me haga más tarde - Pensé al mirar de nuevo a la mesa y al sentarme de nuevo en ella, acerqué la lampara a la fija de cajones para ver mejor, y tras abrirlo y coger las cartas me puse a revisar el correo... - Factura. Basura. Factura. ¿Muestra gratuita? - tras darle un par de vueltas rectifiqué - Basura. Más basura... - Con una mirada dudose miré la última carta - George Flannery - puse el cigarro en el cenicero y tras darle un golpe para tirar la ceniza lo puse de nuevo en mi boca...

Cogí el cortaplumas para abrir la carta de un tirón. - A ver que me cuentas amigo... - A pesar de estar solo, siempre estaba bien oir una voz en la agencia, aunque fuese la mía. Según iba leyendo mi cara iba cambiando poco a poco, alternando caladas con quitar la ceniza del cigarro. - Maldito caso... aish George, ya te dije que no me debías nada, incluso me pagaste por resolver el caso... aunque estoy contigo, la policía apenas hace nada. - Miré el calendario para el viernes y al ver que no tenía nada me lo apunté para recordarlo

Tras mirar la fecha detenidamente unos segundos y la carta de nuevo dejando el cigarro en el cenicero, con la poca ceniza que le quedaba consumiendolo, me pregunté - Aunque digas que no... debería llevar algo... - Me puse el gorro encima de los ojos reclinandome sobre el asiento. Un leve suspiro salió de mi al pensar que es la primera vez que acudo a una cena en casa de otro desde hace... años. - ¿Qué debería llevar?

Me quité el gorro de encima y apagué el cigarro. Guardé todo en su sitio, tirando la publicidad a la basura y guardando las Facturas de nuevo. Ya las pagaría mañana, ahora solo pensaba en cenar algo y descansar en la cama... - A saber quienes serán los otros tres

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05/12/2016, 22:13
Samuel Hubbard
Sólo para el director

Me encontraba abriendo el cuerpo de un pobre desgraciado que se había ahogado o, casi más seguro, le habrían obligado a darse un baño contra su voluntad cuando Tony se acercó a mí con un sobre en la mano. Con un gesto de la cabeza le dije que la dejara en la mesa, ya que en esos momentos tenía los guantes puestos impregnados de fluidos corporales.

Estiré el cuello para ver quién era el remitente y, al reconocerlo, una sonrisilla afloró a mis labios. Desde que le había ayudado con aquellas feas heridas en el cuello, nos habíamos hecho amigos, posiblemente había ayudado el hecho de que compartíamos curiosidad por los mismos temas, al fin y al cabo él era farmacéutico y yo médico.

Pero no fue hasta que terminé lo que estaba haciendo, una vez guardado el cadáver y liberadas mis manos de los guantes de goma, que no abrí el sobre. Me había llamado la atención el asunto escrito bajo el nombre del remitente.

Desde luego una invitación a una cena siempre era algo motivador, además de una buena oportunidad para compartir una agradable velada con personas inteligentes con las que se podía hablar de muchos temas. Aunque me extrañó saber que entre los invitados estarían invitados una periodista, estas jóvenes de hoy en día no sé dónde tienen la cabeza... periodista... bah, y un investigador, aunque no tenía ni idea qué relación podía tener George con una periodista y un investigador.

No podía negar que sentía curiosidad y mi intención era la de acudir a la invitación, más aún sabiendo que íbamos a estar provistos de vino, bebida que no era fácil conseguir a no ser que pudieras recurrir al mercado negro.

Tendré que comprar algunos dulces para llevar, no sería demasiado caballeroso aparecer con las manos vacías.

Escribí una rápida contestación aceptando tan amable contestación desde la mesa de mi despacho antes de dar por concluida mi jornada laboral. La echaría al correo de la que me dirigía a mi casa.

 

Querido George

No tienes nada que agradecer, sólo realizaba mi trabajo y me alegra saber que ha conseguido recuperar su dinero.

Respecto a su invitación, agradezco mucho la deferencia que me muestra y tenga por seguro que allí estaré este viernes, a las 19:30 horas.

Un cordial saludo.

S. Hubbard

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05/12/2016, 23:56
Edna Moore
Sólo para el director

 

El olor a tinta y el constante repiqueteo de las teclas de la Remington resonaban por la pequeña pero modesta oficina de Edna, concentrada en el nuevo artículo que estaba escribiendo. Paraba tras un par de párrafos escritos, aprovechando para darle una bocanada a su cigarro de boquilla larga, posado ahora sobre el improvisado cenicero que era el vaso de cristal vacío.

Desde aquél artículo sobre las bandas organizadas su jefe la miraba con otros ojos y le asignaba más trabajo del habitual, aunque tampoco le molestaba estar ocupada, todo lo contrario, le gustaba. En su escritorio había un ejemplar de esa edición, junto a varios otros recortes de varios periódicos locales, mencionando su columna de forma indirecta. Para Edna había sido un logro, y quería enmarcarlo si pudiera.

Levantó la vista de su escritura cuando escuchó los leves golpes en la puerta de Stephanie, la secretaria, saludándola con una sonrisa.

- Gracias Steph.- Aunque estaba extrañada por haber recibido un correo exclusivo, pensó que debía ser a raíz de su trabajo. Curiosa a la par que extrañada, se levantó de la silla, cogiendo el sobre y girándolo para ver el remitente.- Flannery.- ¿Habría leído el ejemplar que le envió? ¿Pasaría algo? Se apoyó en la mesa, dándole antes una larga calada al cigarrillo, para abrir el sobre y leer el contenido.

Repasó el mensaje varias veces con una amplia sonrisa. Se alegraba que hubiera recuperado el dinero, ¿quién no le hacía falta en estos tiempos? Después de todo lo que había hecho por ella era lo mínimo, al igual de que el estafador recibiera su merecido.

Dobló la carta, respirando pausadamente al sentir que, gracias a ella, había en la calle un estafador menos y, lo mejor de todo, el público estaba al tanto de ello. Adoro mi trabajo.- Girándose con un movimiento grácil, dejó la carta sobre el escritorio y se sentó.

Si quería llegar a tiempo, tenía que acabar el trabajo, así que rompió el silencio de la estancia con el repiqueteo de la máquina de escribir.

Notas de juego

No sé si está permitido el uso audiovisual de elementos, pero para este post lo vi idóneo. Espero que no te importe ;)

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06/12/2016, 11:11
Guardián de los Arcanos

Edmunland Street, número 45.
Alrededor de las 19:23 de la noche.

A las 19:23 de la noche ya comenzaba a sonar el timbre de la enorme casa del señor Flannery.

Aquel tipo poseía una buena vivienda en una de las más afamadadas (y caras) barriadas de Arlington. Para llegar había que cruzar toda la avenida Jenson McCurly e internarse en la pequeña urbanización que se dibujaba en la calle Edmund, una zona plagada de viviendas similares (de dos plantas y con diseño propio). El hogar del farmacéutico constaba de dos plantas y un jardín delantero, acompañado de un muro de piedra y verjas que rodeaba la casa. La planta de abajo estaba totalmente iluminada.

En primer lugar se presentó un tipo de aspecto algo vulgar y desarrapado, aunque nadie había dicho que aquello fuera una cena de gala. Su barba en el rostro no ocultaba su admiración por esa enorme vivienda. Minutos después aparecieron casi al unísono (podría decirse que se vieron caminando por el jardín) un tipo con sombrero y gabardina de aspecto serio y otro con más edad (seguramente), que poseía unas características gafas redondeadas. Finalmente, antes de las 19:30 acudió una mujer, alta y delgada, y todos ellos se reecontraron en el interior.

Les había recibido una mujer, Dorothy se hacía llamar, que no era sino la sirvienta de la casa Flannery. Todos os detuvísteis en el recibidor unos instantes, mientras os quitábais algunas prendas y Dorothy las hacía colgar en un largo perchero. Olíais a comida procedente de la cocina, ubicada en alguna sala del piso inferior. Y antes de hablar entre vosotros (pues aún no había aparecido el farmacéutico anfitrión), contemplásteis la lujosa vivienda por dentro.

Paredes empapeladas con colores blancos y marrones sobrios inundaba el recibidor. Algunos bustos de ciertas personalidades vigilaban, apoyados sobre muebles de lujo, quién entraba en la vivienda. Una fabulosa lámpara de araña bañada como en oro hacía diferentes figuras con la luz de sus bombillas, proyectadas en el suelo. Entonces llegó Flannery, bajando las escaleras que descendían directamente hacia el recibidor. Bajaba con los brazos abiertos, mencionando cada uno de vuestros nombres: Señor Paulson, doctor Hubbard, Señorita Moore y su "querido" Williams (quizá su mejor amigo entre los que allí había).

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06/12/2016, 11:31
George Flannery

Bienvenidos amigos míos -decía descendiendo el último escalón de la escalera enmoquetada mientras extendía sus brazos-. Bienvenidos a mi hogar. ¡Estáis todos! Espero que no hayáis tenido problema en encontrar mi casa, pero por favor... ¡pasad! ¡La chimenea está calentando el salón!

Allí lo vísteis, un tremendo salón se dibujó delante de vuestra vista: una sala rectangular con chimenea al fondo, paredes decoradas con un estilo exquisito y una gran alfombra bajo todos los muebles y sillones de la sala. En sus paredes había pinturas de algunas ciudades y también algún cuadro abstracto. Otras dos lámparas muy similares a las del recibidor estaban colocadas y proyectaban luz (acompañando la emitida por el fuego del fondo), y tres sillones se alzaban junto a la chimenea, como dispuestos para aguardar allí a las buenas tertulias que pudieran darse. Una sobria y bien labrada mesa blanquecina, con sillas a juego, se erguían en mitad de la sala. Dorothy entraba y salía ultimando los detalles de los cubiertos y platos puestos sobre ella.

¡Pasad! ¡Sentáos! -extendiendo la mano en señal de invitación-. Y luego os sentásteis en la mesa preparada para la cena. El señor Flannery fue el último en tomar asiento.

Bueno, antes de nada, aquí tenemos al señor Edgar Williams, buen amigo e investigador privado -decía señalando al primero de vosotros-. A su lado tenemos a la señorita Edna Moore, de la cuál quizá habéis leído algún artículos en el Times -se refería al perídico local de Arlington-; enfrente de mí se encuentra el doctor Samuel Hubbard, del hospital de esta ciudad y más allá está Ray, Ray Paulson -Flannery hizo una pequeña pausa-, el cual me ayudó, como todos vosotros, a enjuiciar a aquel tipo al que ya la justicia lo tiene bien agarrado... Bueno, espero que tengáis hambre, ¡Dorothy! -George Flannery llamaba a voz limpia a su sirvienta para que trajera el primer plato-. Y bien, mientras llega la cena, he de agradeceros a todos vuestro buen hacer: de una u otra forma, ese tipo probablemente esté entre rejas en poco tiempo... -el farmacéutico resopló tranquilo-. Es un verdadero alivio...

Notas de juego

Próxima actualizacion. Viernes 9.

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06/12/2016, 14:11
Edgar Williams

 El momento llegó y era hora de prepararse. Ya estaba bien aseado por la hora que era, solo quedaba vestirme... Pantalón camisa, corbata y chaqueta... bajo la misma me coloqué una pistolera con la pistola del 22. Sabía que era innecesario, pero nunca sabes lo que puedes encontrarte por las calles.

Al salir me coloqué la gabardina y el sombrero y cogí las llaves de mi coche así como las de casa. Una vez en el coche me encendí un cigarro antes de iniciar la marcha...

Algunas calles eran conocidas, otras no tantas, pero en cuestión de tiempo había llegado al lugar de la cita. Con el coche bien aparcado y ahora delante de las puertas de la casa de George tiré la colilla al suelo antes de pasar a los jardines para apagarla.

Allí estaban junto a mi, los que en la carta decían que eran los otros tres amigos de George para la cena. Dos de ellos no me sonaban, sin embargo la chica... sabía que la conocía de algo, pero no recordaba de que. Simplemente les salude alzando mi sombrero. Al fin llegó el momento de pasar y al entrer ofrecí mi gabardina y sombrero a la mujer quedandome basicamente en el traje simple pero formal con el nudo de la corbata mal anudado, pues se notaba que estaba forzado a parecer algo más formal de lo habitual, pues solía llevar la corbata descolgada con un nudo simple y no un doble windsor.

Al ofrecer mi gabardina cogí antes el paquete de tabaco junto a las cerillas y las guardé en los bolsillos de mi pantalon. Al fin salió nuestro anfitrión entonces a darnos la bienvenida. Ralmente no sabía ni como actuar, eran ya muchos los años que distaban de la última cena con amigos. - Gracias por la invitación George. - dije ante su bienvenida.

Nos invitó a pasar al salón y allí, en aquella majestuosa sala era donde ibamos a pasar quizás la mayor parte de la noche. Me puse tras la primera silla que vi en aquella mesa, esperando a que todo el mundo estuviera antes de sentarme, si bien hacía mucho tiempo, igual tenía que preservar la educación. Fue entonces cuando George pasó a presentarnos, y a mi el primero. Me sorprendió bastante que hiciera gala de mi titulo, ya que pensaba que solo sería una reunión de amigos - Encantado a todos. - Quería quitarle importancia a mi oficio ya que no era nada del otro mundo, o al menos así lo veia yo, y por ello no comenté nada acerca de ello.

La siguiente en ser presentada era la señorita, la cual al oir su nombre entró en mi mente al fin de que la conocía. - Es la periodista del Times... leí cientos de articulos suyos. Practicamente, es la única prensa que compro. ¿Qué relación tendrá con George? No, quitaté esa idea de la cabeza, solo somos cuatro amigos del anfitrión, no busques conexiones. - Mi mente quedó parada entonces cuando trataba de irse por las divagaciones de las relaciones presentes.

El siguiente era un médico, y el siguiente... - ¿Solo un amigo? Esto si que me causa curiosidad - Aunque la relación entre todos se resolvió ante sus siguientes palabras. Le ayudamos a resolver el caso todos... - Pensaba que era el único implicado en ese caso, ya veo que no.

Al ver entonces, mientras llegaba la cena, a George aún preocupado por el asunto traté de hablar para que se camara - Tranquilo, hay suficientes pruebas para que ese tipo esté años en la carcel. El caso ya acabó amigo, ahora ya solo queda tranquilidad - Si bien lo que decía era cierto, igual George no se lo quitaría de la cabeza, ya le había dicho que no me debía nada tras acabar el caso, y aquí estoy. Seguramente seguiría en su mente el resto de la noche ese caso.

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08/12/2016, 19:11
Edna Moore

Aunque había terminado el trabajo con tiempo de sobra, siempre se quedaba un poco más en su oficina perfilando detalles de los artículos. Era demasiado perfeccionista en lo que hacía, le gustaba comprobar cada frase varias veces, comprobando que se entendía el mensaje que quería dar, ya fuera sobre la detención de un estafador o la apertura de una pastelería con un chef internacional.

Tuvo el tiempo justo de ir a su casa y prepararse para la cena, un cómodo vestido oscuro conjuntado con unos tacones. Aparte, una bata de crespón y un sombrero ajustado de terciopelo. Se miró en el espejo vintage de su habitación, atusándose el cabello corto y terminando con un poco de maquillaje.

A los pocos minutos ya estaba lista.

El trayecto hacia la casa de Flannery fue entretenido. Gracias a su faceta de periodista conocía a gran parte de los dueños de las viviendas en la barriada Arlington. Por desgracia a los lectores les gustaba saber los trapicheos de “los más famosos o ricos de la ciudad” y conocer los nombres era parte del mismo. Sin embargo no podía negar que la zona era visualmente preciosa.

Aparcó cerca de la entrada y sacó la carta, comprobando la dirección que había escrita con el cartel de la placa en la fachada. Cuando supo que estaba en el lugar correcto, se apeó del coche, guardando de nuevo la carta en el bolso de mano, y caminó hasta pegar al timbre.

Al entrar comprobó que era la última en llegar. Saludó a los presentes con una encantadora sonrisa mientras se quitaba la bata y el sombrero y la tendía a Dorothy, agradeciéndole por el detalle de guardarlo.

Con la llegada del anfitrión, Edna aprovechó para admirar el interior de la casa. Un gusto exquisito mirada donde mirada, todo cuidado al detalle. Se sentó en la mesa a la par que los demás, escuchando la presentación de cada uno.

- Un placer.- Mencionó cuando la nombraron, sonriendo. Al terminar miró a Edgar.- Deseaba conocerle, señor Williams. Tengo entendido que hemos trabajo juntos en este caso.- Esta vez centró su mirada en George, colocando una mano en el pecho para enfatizar sus palabras.- Me alegro que el asunto haya acabado bien. Al menos su reputación está acabada.

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08/12/2016, 22:15
Ray Paulson

Como había sospechado, para llegar a casa de Flannery tuvo que andar mucho rato. Iba a paso lento pero sin pausa, fijándose en cada calle que pasaba para no perderse. Cuanto más avanzaba, más mejoraban el paisaje y el ambiente. Dejó atrás la parte humilde de la ciudad para internarse en un barrio claramente rico, donde los individuos de más importancia social vivían en hogares exageradamente opulentos. Al menos podía entretenerse mirando lo que para él eran palacios, haciendo que la caminata fuera menos aburrida.

Por fin llegó a la dirección, y para su sorpresa parecía ser el primero. Había salido de casa muy pronto para no llegar tarde y porque no sabía exactamente cuánto tardaría en encontrar la vivienda del farmacéutico. No quiso llamar a la puerta justo entonces porque quizá sería grosero, aunque en realidad no sabía muy bien qué se esperaba de él por llegar primero. En cualquier caso, no iba preparado para una cena elegante. Se fijó en su propia vestimenta: una camisa sencilla, unos pantalones de pana y unos zapatos gastados. Ése era su estilo y realmente no tenía ropa mucho más elegante que ésa.

Por fin llegaron los demás mientras él contemplaba con cierto asombro la fachada del edificio. Optó por quedarse en silencio, ya que estaba entre desconocidos y ninguno de ellos era Flannery (que él recordara). Cuando empezaba a estar incómodo, los cuatro pudieron entrar y fueron atendidos. Había una mujer en la entrada, Dorothy, que empezó a colgar la ropa de los invitados, pero él se apartó y siguió callado.

Pasaron al comedor y se sentaron. Ray comenzaba a pensar que ése no era su lugar, pero Flannery hizo una ronda de presentación y se le aclararon las dudas iniciales. Sin embargo, la situación seguía siendo extraña para él.

- Encantado.- dijo por cortesía cuando supo los nombres de todos.

Al parecer, todos habían colaborado en aquel caso que había preocupado tanto a Flannery. ¿Una cena de agradecimiento? No sería él quien rechazara la invitación, pero no dejaba de ser curioso.

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09/12/2016, 00:25
Samuel Hubbard

Esa misma mañana había encargado a la señora Archer, la mujer que cuidaba de que a mí no me faltara lo más elemental así como de la atención de la casa, que se dirigiera a la mejor pastelería de la ciudad para comprar unos dulces. A pesar de la recomendación de George de que no hacía falta que llevara nada, la etiqueta era fundamental y presentarme a una cena con las manos vacías no era mi estilo.

Llegado el momento me arreglé pulcramente como era mi costumbre, con mi mejor traje y una camisa impecable. Una vez que consideré que estaba lo suficientemente presentable, recogí mi sombrero y mi bastón y salí a la calle.

No tenía vehículo así que, por unos instantes, dudé si llamar a un taxi o hacer el recorrido a pie. Viendo que aún tenía tiempo de sobra, opté por ir a la casa de mi amigo caminando. No es que viviéramos cerca el uno del otro, pero tampoco había una distancia que impidiera disfrutar de un buen paseo.

Llegué a la puerta unos minutos antes de la hora, los suficientes para fijarme con ojo crítico, muchos dirían que con ojo clínico, la fachada del hogar de George Flannery. Nunca había estado allí antes, pero por la dirección que había escrito en la invitación que llevaba en el bolsillo del abrigo, ya me imaginaba que sería una de esas casas tan fastuosas y enormes que rodeaban todo ese barrio. No pude más que admirar la arquitectura de la vivienda, sin envidiar en ningún momento ni el barrio ni la vivienda en si misma ya que, ¿para qué querría yo tanto espacio viviendo solo como vivía?

A medida que me acercaba a la puerta pude comprobar que no era el primero en llegar. Saludé con una inclinación de cabeza a los desconocidos justo en el momento en que la puerta se abría y una mujer, seguramente ama de llaves como la señora Archer, nos recibió.

Le tendí sombrero, abrigo y bastón después de hacerle entrega del paquete de dulces que llevaba.

Un pequeño obsequio para nuestro anfitrión.

Mientras esperábamos a que precisamente el anfitrión nos recibiera, observé el interior de la casa, un gusto que no sabría muy bien cómo encajar ya que, por una parte la sobriedad era de mi agrado pero por otra había ciertos detalles que resultaban demasiado modernos para mí.

Cuando por fin apareció Flannery y nos invitó a sentarnos en el agradable a la vez que lujoso comedor, fue el momento en que dediqué una atención especial al resto de invitados, sobre todo a medida que George los iba nombrando.

Empezaba a entender el motivo de aquella sorpresiva invitación ya que, por lo que decía, cada uno de nosotros había tenido una pequeña, o gran, parte en la particular historia que había tenido que padecer, aunque reconocía que por mi parte simplemente había sido una ayuda médica.

Un detective privado, algo lógico ya que coger al tipo que había orquestado toda la serie de desgracias que le habían causado a George no había sido tarea fácil.

Una periodista. En ese caso ya no tenía tan claro qué papel había jugado aquella señorita en todo ese asunto, a no ser que fuera el mero interés de informar sobre lo acontecido.

El que más curiosidad despertó en mí fue el tercer tipo. Por unos instantes pensé que se trataría del abogado que había llevado el caso pero su aspecto, un tanto desaliñado y poco acorde con el lugar en el que nos encontrábamos, me indicaba que no era esa su profesión. Además, si hubiera sido abogado seguramente le hubiera presentado de esa forma... ¿Quién era ese tal Ray Paulson?

Pero la cena iba a dar comienzo y no era ni momento ni educado empezar a hacer preguntas personales mientras se comía. Esos minutos se dedicaban para otro tipo de conversaciones más triviales, dejando para después, seguramente con una buena copa de licor en la mano y uno de esos cigarros que tanto disfrutaba, las conversaciones más importantes.

Señorita, caballeros, encantado de conocerlos a todos.

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09/12/2016, 13:05
George Flannery

Tras las primeras presentaciones y la recepción de los pasteles del doctor Hubbard, la cena se tornó poco a poco más animada. Al principio George Flannery comenzó por agradecer de nuevo la presencia en su hogar y luego comenzó charlar acerca de eventos y noticias que ocurrían en Arlington (de lo cual parecía estar más interesada y ser más entendida la señorita Edna, periodista de profesión).

Dorothy trajo un pavo asado en una bandeja de plata, a juego con los cubiertos, el cual estaba realmente bien cocinado a fuego lento. Estaba relleno de algunos trozos de fruta, y era acompañado por otras delicadezas, como una tarta de queso y una empanada de pescado que probásteis (y de lo cual no os arrepentísteis). Dorothy, además, había acompañado estos manjares con un par de botellas de vino a las que Flannery no tuvo el gusto de detallar. Tan sólo tomó una y comenzó a servir (suponiendo que todos estarían alegres de saborear un buen trago en plena época de Ley Seca).

No se lo digáis a la policía, ¿eh? -dijo el anfitrión mientras guiñaba un ojo y servía copa a copa-. Entonces retomó la conversación. Bien amigos, no sólo os he traído a mi casa para agradeceros vuestro buen hacer con el tipo que intentó estafarme, sino que tengo algo realmente impresionante... que enseñaros -entonces tomó la segunda botella de vino, que aguardaba en la mesa, cuya base y cuerpo estaba tapados por una gran etiqueta de cartón sobrepuesta (que no dejaba ver el vidrio)-.

Como sabrán, el vino tinto sigue vendiéndose en determinadas farmacias como medicina para el corazón -os decía-. Soy, como saben, el dueño de una de esas farmacias, al otro lado de la ciudad (y si quieren algún ungüento o medicamento por supuesto puedo aconsejarles sin compromiso) .En resumen, podría decir que me "receté" a mí mismo una botella la noche pasada, y me encontré con algo de lo más extraño. Dejé la botella abierta, ésta misma, en la cocina durante varias horas. Así el vino respiraría mientras me daba un baño antes de cenar. Sólo que más tarde, a la luz de la chimenea, me llevé un susto de todos los demonios al ver qué había dentro.

Y tras estas palabras le retiró la etiqueta a la botella y mostró entre sus manos la misma, inclinada, como quien muestra entre los dedos una pieza de museo recién descubierta. La luz de las lámparas iluminaba el objeto y también el líquido que había en su interior, incluido lo que contenía el propio líquido... y os horrorizásteis... (al menos un pequeño escalofrío invadió vuestro cuerpo).

El vidrio dejaba entrever, sumergido en el vino, una especie de pulpo sin vida, cuyos tentáculos se mecían pacíficamente en el líquido rojo.

Me quedé conmocionado, y la botella se me escapó de las manos y cayó al suelo, donde se hubiera roto sin duda de no haber caído sobre una vieja alfombra... Me quedé pensando, entonces, y llegué a la conclusión de nuestros primos orientales. Uno lee cosas extrañas, como que ellos están abiertos a cualquier práctica que mejore el sabor de la comida o la bebida, pero jamás he oído hablar de nada... -inclinando un poco la botella para verla bien-, como ésto. Y bien, ¿qué les parece?

Notas de juego

Antes de vuestra próxima intervención, SI QUERÉIS, podéis si queréis hacer una tirada de "Zoología" para conocer algo más del "regalito" sumergido en el vino y otra de "Conocimientos" para ver si conocéis algo más sobre la premisa de Flannery, lo del sabor añadido en comidas y bebidas.

Próxima actualizacion: Martes 13.

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10/12/2016, 17:14
Samuel Hubbard
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Posteo en función de lo que me digas

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11/12/2016, 13:40
Guardián de los Arcanos

Sabías que entre todos tus conocimientos sobre cosas desagradables, que los chinos ponían en las botellas de bebidas de sus bebidas alcohólicas cualquier cosa, desde serpientes y pequeños animales hasta intenstinos humanos. Por lo que sabes, no se hace para mejorar el sabor, sino más bien para destilar una esencia vital (según creen ello) que supuestamente beneficiará al consumidor.

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11/12/2016, 22:53
Samuel Hubbard

Tenía que reconocer que la señora Dorothy era una grandísima cocinera y no pude más que felicitarla fervientemente cuando se dio por finalizada la cena.

Estaba resultando una velada la mar de agradable, no sólo por las viandas que se presentaron a la mesa sino también porque aquellos desconocidos, los cuales poco a poco y gracias al vino que nos había ofrecido amablemente nuestro anfitrión a cada minuto resultaban menos desconocidos, tenían una agradable conversación a pesar de que los temas de los que se hablaban, en su mayor parte, eran chismorreos de los que yo no estaba al tanto pero que seguía con interés ya que me permitían olvidarme, aunque fuera por unos instantes, de mi profesión.

Sin embargo, las palabras de George despertaron mi curiosidad al saber que no sólo era el agradecimiento lo que le había motivado para cursas las invitaciones. Me preparé para escuchar lo que tuviera que decirnos, limpiándome los restos de mis labios y de mis dedos en la servilleta que, hasta el momento, reposaba en mi regazo, antes de colocarla junto al plato vacío. Mi copa aún tenía algo del líquido oscuro que habíamos estado saboreando y, justo me la estaba llevando a la boca para saborear el último trago, que las palabras, y más aún la visión, de lo que contenía la botella hizo que mi movimiento quedara suspendido en el aire.

Con cierto estremecimiento y una leve repulsión momentánea, ya que a pesar de estar más que acostumbrado a ver cosas más asquerosas que esa saber que estaba bebiendo de un líquido en el que "eso" estaba flotando no resultaba demasiado agradable. Dejé la copa de nuevo en la mesa mientras mi mente intentaba asimilar la visión.

Fue cuando me acordé de varios libros que había leído sobre técnicas médicas orientales. Libros muy curiosos tenía que reconocer, ya que solían emplear instrumentos muy distintos a los conocidos en occidente así como toda clase de sustancias provenientes de animales o plantas.

Asentí en silencio a lo que decía Flannery sobre lo mismo en lo que yo estaba pensando.

Cierto amigo George. Los orientales, en especial los chinos, suelen tener la costumbre de colocar en sus bebidas alcohólicas toda suerte de pequeños animales, incluidos lagartos y serpientes, incluso creo que en alguna ocasión leí que había ciertos licores con intestinos humanos en su interior. —En esos momentos me sentía igual que un profesor dando una clase magistral, sin pararme a pensar que mis palabras pudieran afectar a mis oyentes, en especial a la jovencita periodista—. Pero debo discrepar en un punto contigo. Su intención no es mejorar el sabor de las bebidas sino que creen que destilando la esencia vital de esos pequeños animales, quien beba de esos licores obtendrá unos beneficios sobre su salud fundamentalmente.

Un poco más relajado después de haber expuesto mis conocimientos sobre el tema, observé con mayor atención el animal que flotaba en el interior de la botella, colocándome para ello mejor las gafas sobre el puente de la nariz.

Sí, es curioso, muy curioso... ¿Alguien reconoce qué animal es exactamente? Parece un pequeño pulpo... ¿quizás una cría?

Mal que me pesara, ya que en esos momentos me arrepentía bastante lo poder aportar conocimiento alguno sobre el tema, la Zoología era un campo en el que no estaba versado y por el cual nunca había mostrado demasiado interés, a pesar de saber que muchos de los venenos provenían del reino animal.

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11/12/2016, 23:49
Edna Moore
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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12/12/2016, 00:37
Guardián de los Arcanos

Sabías que entre todos tus conocimientos sobre cosas desagradables, que los chinos ponían en las botellas de bebidas de sus bebidas alcohólicas cualquier cosa, desde serpientes y pequeños animales hasta intenstinos humanos. Por lo que sabes, no se hace para mejorar el sabor, sino más bien para destilar una esencia vital (según creen ello) que supuestamente beneficiará al consumidor.

Ciertamente, el señor Hubbard coincide en su razonamiento con el tuyo.