Partida Rol por web

Todos los acólitos habían vuelto al cuartel general de los Arbitradores y se habían reunido. Las investigaciones parecían haber ido bien. Todos afirmaban haber descubierto alguna información y ninguno tenía aspecto de haber entrado en un conflicto armado, pero los rostros eran sombríos y era fácil saber que algo había pasado.

El furgón de recogida de cadáveres estaba descargando aún más cuerpos, y la piloto que acompañaba a Claudius, Isolda y Arcturus estaba muy nerviosa en comparación a cuando habían partido, tal vez a pesar de todo sí que había un puñado de malas noticias.

Espero sentada hasta que el resto de compañeros llegan a nuestro nuevo puesto de control, de un salto me incorporo y con una sonrisa me acerco a ellos, - Bienvenidos amigos, espero que todo bien por las altas estancias..., en ese momento me percato de la cara de la conductora y mi sonrisa desaparece de la cara, - que ha pasado?..., parecía que las cosas se estaban empezando a complicar.

Al llegar a la Insensatez, Arcturus había buscado asiento en el patio, junto al resto de los acólitos, pero a cubierto; el clima no daba tregua y, si bien estaban todos empapados, no había necesidad de echarse más agua encima.

Apoyó la espalda y la cabeza contra la pared y cerró los ojos, tan quieto que pareció haber quedado dormido al instante.

-Muchas vueltas, pocas noticias y algún cabo sin atar... -respondió a Gianna, sin cambiar de postura. -Pero sí hemos tenido un encuentro bastante extraño con un motociclista a la entrada de las ruinas de la mansión Sur'Seculo. Alguien más está investigando este asunto. O bien a nosotros.

No dijo más. Seguramente Claudius lo explicaría todo de manera mucho más prolija.

- En efecto, me temo que hemos sacado más bien poco en claro sobre lo que pretendíamos investigar. La familia Rolart se mostró colaboradora pero no encontramos más que unas cartas escritas para seducir a la joven y cuyo origen no pudimos dilucidar. La visita a la mansión Sur'Seculo (y las adyacentes) no mostró más que ruinas y ceniza.

- Sin embargo... tuvimos un encuentro de lo más esclarecedor (y espeluznante) una pareja de enmascarados con muy potentes capacidades psíquicas nos estuvieron siguiendo. Nos desarmaron (momentaneamente), nos cegaron y huyeron. Quizás sean los mismos que fueron vistos en las cercanías de algunas de las escenas de los crímenes. Dudo que los resaca o el general y sus hombres posean esas habilidades. Debe tratarse deun tercer (y poderoso) grupo.

Claudius se mostraba algo abatido de lo habitual y lo primero que hizo fue identificar el patrón por el que su servocráneo había detectado al enmascarado invisible y tras confirmar que la alarma que le había dispuesto si volvía a detectar algo igual, comunicó al arbites sus hallazgos para que sus servocráneos, sistemas de vigilancia y cibermastines estuvieran igualmente preparados para tal evento.

Nero contempló como el resto de integrantes del grupo llegaban de vuelta, y bajó los pies de la mesa donde los había tenido apoyados, apagando una varilla de lho e inmediatamente encendiendo otra. Apagó la cerilla con un soplido y gruñó mientras escuchaba las noticias que les estaban dando. - Joder, esto se va complicando por momentos. - murmuró. 

Su mirada se quedó fija en una de las ventanas, viendo el agua caer mientras seguía escuchando. - Vaya tiempo de mierda. - y aunque lo sabía de sobra porque era de allí, seguía sin gustarle. En cuanto Claudius calló, cogió aire y comenzó a contar lo que Giann y él habían descubierto. - Fuimos a la cola del gusano, pero los misteriosos atacantes se habían adelantado. No quedaba nadie con vida excepto una persona, aquello era una carnicería. El superviviente era un tipo miserable, famélico y muerto de hambre, ido de la cabeza parecía, llamado Yantra, un mendigo o similar. Conseguimos tranquilizarlo, aunque antes de hacerlo nos recitó una especie de Salmo extraño. - Y Nero lo repitió para todos - Ojos vacíos buscando sangre, salen de la fría oscuridad que escribe su nombre en el cielo de relámpagos. Susurra en sueños que debe huir del sol negro de la muerte.  - tras repetirlo, siguió su historia - Nos contó qué había sucedido allí hacía una semana, que era el tiempo que llevaba allí encerrado muerto de miedo tras lograr esconderse de lo que había sucedido. Eran tres atacantes que entraron allí y se repartieron por la sala atacando a todo el mundo con las manos desnudas, iban buscando a alguien en concreto, el viejo Sokken, pero no les importó arrancar cabezas, desmembrar, hundir pechos o sacar entrañas a quien pillaron por en medio, aunque a decir verdad, me dio la impresión que no planeaban dejar salir a nadie con vida de allí. Sus voces eran secas, viejas y arrastradas, según Yantra. Querían algo que llevaba Sokken envuelto en un trapo, pero incluso cuando lo cogieron y empezaron a romperle miembros el pobre diablo seguía negándose a entregarlo. - 

Llegados a éste punto Nero hizo una pequeña pausa para pegarle una calada profunda a la varilla y soltar el humo en una larga vaharada, para luego coger aire y seguir hablando. - Yantra insistió en que ése tipo, el tal Sokken, estaba loco, al parecer ya se le conocía allí por estar ido de la cabeza, Yantra, que tampoco parecía estar muy allá, lo seguía y veía que hablaba al aire y se miraba algo que llevaba en la mano, jactándose de que conocía los secretos de las estrellas, y Yantra creía que le atacaron por eso, por lo que sabía o tenía. Dice que lo que entró parecían hombres, pero no lo eran, que uno entró con un agujero claramente visible de bala en la cabeza sin ningún efecto aparente, que a otro le cortaron el brazo y siguió como si nada. - 

Una nueva calada con el ruido de la lluvia de fondo. - Ése tal Sokken no siempre había estado loco, era un trabajador de algún manufactorum con su vida de mierda, como todos. Pero un día empezó a dejar de ir a trabajar y a comportarse de una forma cada vez más extraña. Poco más le sacamos al tal Yantra, así que aquí "Gigi" y yo decidimos ir al Distrito Trece, llamado también "Las Cloacas", para seguir investigando. Al parecer, ése lugar también era el hogar del tal Yantra, como no. - dijo con un bufido divertido.  

Dejó la colilla de la varilla de lho y juntó las manos recubiertas por los guantes. - Aquello es un lugar abandonado, un nido de mierda y de corrupción, pero quiso la sagrada luz del Emperador que nos cruzáramos con una mujer que conocía a Yantra, que le apreciaba, de hecho. Llamó a los asaltantes "descuartizadores", y aquí "Gigi" - dijo señalando con el dedo a la soldado - le consiguió sonsacar algo con la excusa que ya llevábamos preparada de ir a hacer "negocios" con droga. La mujer nos dirigió hacia un lugar que yo ya conocía pero no recordaba. Un tal Juvinal Priator tenía sus negocios allí con "sustancias". Nos dijo que llevaba un poco de tiempo escondido sin dejarse ver, pero que ella conocía uno de sus almacenes secretos, una vieja granja de pescado abandonada en el embarcadero de la Celestina. Nos dijo que los descuartizadores llevaban meses actuando, algo que coincide con lo que sabemos. Que primero se cargaron a la noble, luego al tipo forastero con la nave, luego a Callisto, que podría ser la identidad del cuerpo que los Resaca entregaron a los Arbitradores. - 

Aquí hizo una pausa, quién sabe porqué y dijo - Bueno, y a partir de aquí se pone interesante. La tríada de los Resaca al completo está muy mosqueada y se han reunido. Eso sólo puede significar una cosa. Si este asunto no se resuelve rápido, habrá guerra. De hecho, he llegado a pensar que si no será todo esto algo montado precisamente para eso, para provocar una guerra. En fin, suposiciones. Sigamos. - Nero no dejaba de hablar, casi como si le hubieran dado cuerda. - Llegamos al lugar y encontramos el escondrijo, pero de nuevo la misma escena. Todos los cuerpos que encontramos estaban exactamente igual que en "La cola del gusano". También hubo resistencia armada, pero no les sirvió de nada, los cadáveres estaban allí como en el resto de sitios, aunque parecían más recientes. No sé si era el tal Juvinal, pero uno de los cadáveres tenía alrededor del cuello una cadena de plata adornada con pequeños huesos, y en sus bolsillos había piedras y talismanes adornados con curiosas runas, sin sentido para mí. Fue en ése preciso momento cuando varias figuras nos sorprendieron con la guardia baja, pero sólo una de ellas se acercó con las manos en alto. Nos dijo que llevaban tiempo vigilándonos, que habíamos llamado la atención de gente importante, y que nos tenía que entregar un mensaje. Nos han invitado a nosotros cinco a reunirnos con la corte de los Reyes Andrajosos. Son los autodeclarados líderes de Resaca. Igual tenemos la oportunidad de retrasar el inicio de la Guerra...o no...a saber. No tenemos claro si nos vigilan a "nosotros" en concreto o a los Arbitradores y quienes les ayudan en general. - 

Se levantó y contempló a sus compañeros tras su largo informe. - Al anochecer en el puente sabatino del distrito VI, solos, sin trucos. Ni Arbitradores ni nadie más, y que nos aseguremos que no nos sigue nadie. ¿Qué opináis? - preguntó. 

Isolda se bajó del vehículo y saludó con un gesto a sus dos compañeros que les esparaban. Dejó que los demás hablaran solo para añadir un par de puntos.

-Cuando murió la primera víctima hubo un fallo en las cámaras de seguridad y ese encuentro en las afueras de la mansión, bueno, creo que eran los mismos tipos porque desactivaron casi todas nuestras armas y... -aún no estaba cien por cien segura, pero creía que uno de los dos podía ser un psíquico.

Escuchó todo el informe de Nero y la sororita no pudo evitar soltar un resoplido hastiada.

-¿Es que aquí nos vigila todo el mundo? -preguntó mientras negaba con la cabeza- unos tipos asaltan esos dos puntos y generan carnicerías, asaltan a los nobles... sí, podría ser que quisieran provocar una guerra, pero no son demasiado hábiles porque son muy descarados. Puede que sean los mismos que nos espiaban a nosotros, o puede que no.

Cogió aire y lo soltó despacio para intentar calmarse.

-Veamos, son otros que nos pueden contar su historia o tendernos una trampa. No estoy segura de que vayamos a sacar nada en claro; pero puede que algo de la información que nos den encaje con lo que tenemos y podamos comprender mejor lo que pasa.

Mientras los acólitos se ponían al día con las investigaciones de sus compañeros la tormenta parecía redoblar su intensidad si aquello era posible. El viento aullaba mientras atravesaba las rendijas en la construcción de la torre, y varios relámpagos estallaron en la lejanía para aterrizar inofensivamente en el mar, pero causando un gran estruendo.

Mientras tanto, las idas y venidas de los arbitradores no cesaban. En parte por la petición de Nero de recoger los cuerpos y todas las pruebas de los dos nuevos escenarios de asesinatos, pero también por el resto de sus incesantes actividades. Segúramente tardarían horas en hacer un informe detallado al respecto, y al fin y al cabo la mayor parte de la información ya la tenían el propio Nero y Gianna que habían visto los lugares de primera mano...

A medida que se desarrollaba el relato de Nero, Arcturus abrió los ojos y lo miró interesado. Desde luego, habían hecho un gran trabajo, con buenos resultados. Soltó un gruñido metálico que resultó ser una risa contenida. Gigi.

-Yo no creo que los psíquicos de las motos sean los responsables del asesinato de Zamura Rolart -dijo a Isolda-, ni tengo claro en absoluto que sean quienes visitaban la mansión; implicaría que tenían algo que ver con las notas de amor. Para terminar de averiguarlo deberíamos ver a ese pretendiente suyo, como se llame...

Era inusual que el tecnosacerdote no recordara un nombre o un dato. Se quedó contemplando la procesión de arbites y cuerpos desmembrados. Estaba helado de frío, y se estremeció.

-Y bien pudieran pertenecer a Resaca. Los psíquicos de la moto, digo. Pero es una suposición sin base alguna.

Vio una jarra con recafeinado, que resultó estar tibio. Lo suficiente. Se sirvió una taza y la puso al lado de los demás acólitos. Dio un largo trago.

-Deberíamos aceptar esa invitación. No sé si habrá una guerra en ciernes y si alguien busca provocarla, pero en todo caso no tenemos muchos hilos de los que tirar. Omnissiah, qué mierda de tiempo.

También era inusual que el tecnosacerdote se quejara del clima, o de lo que fuera. Y más que mentara al Dios Máquina en vano.

A Claudius no le cuadraban las cosas. Consultó sus notas, abrió discretamente su códice e intentó cruzar nombres, pero estaba cansado, mojado y un tanto angustiado a cuenta de los enmascarados que le perseguían mentalmente desde su último encuentro y cuya imagen mental sólo pudo empeorar al descrbir Nero (con innecesario esmero) las mutilaciones de los que aquellos (sólo tres) atacantes desnudos eran capaces.

Los psíquicos... no parecía probable que aquellos hombres, tan equipados, tan capaces y con una moto de calidad se ajustaran al perfil asignado a los Resaca (supuestamente maleantes descontentos extraidos de los (humildes) trabajadores de la colmena.

No le hacía ninguna gracia la idea de reunirse con nadie en ausencia de apoyo o supervisión del arbites dirigiéndose a lo que a todas luces podía ser una emboscada o un secuestro... sin embargo sus compañeros parecían decididos (y capaces en combate) así que Claudius silenciosamente aceptó su destino y asintió levemente.

El arbitrador escuchó a su compañera Isolda. - Hermana, si su intención es provocar una guerra, les da igual completamente igual ser más o menos descarados, aunque aún no podemos decantarnos por esa posibilidad, pero tenéis razón, podrían ser los mismos que nos espiaban, o no. Demasiadas incógnitas aún. - rebufó. La hermana estaba de acuerdo en ir a visitar a los Reyes Andrajosos aunque no le seducía la idea. - Es sensata. - pensó Nero. 

 Arcturus, con un comportamiento algo extraño por lo exhibido hasta ahora, y casi jurando como un conductor de Grox, dio su opinión. Otro que también veía el hilo del que tenían que tirar, al igual que él y "Gigi". El último en plegarse a lo inevitable fue Claudius, inusualmente callado. 

- Muy inusual. - 

Algo le escamaba. 

- Está decidido, iremos pues. Preparémonos. Si necesitáis algo, es el momento de decirlo y vemos si podemos conseguirlo. - les dijo al resto. 

-No creo que los dos fueran psíquicos, solo uno de ellos -apuntó Isolda- y puede que no tuvieran que ver nada con los asesinatos, pero que aparecieran ahí de forma tan oportuna -chasqueó la lengua antes de mirar a Nero y simplemente asentir a sus comentarios.

Aún seguía pensando que esos asesinatos y todo lo que pasaba no tenía nada que ver con lo que les había llevado hasta ese maldito planeta y a esa maldita torre. Tenían que averiguar qué conectaba ese planeta con los Haarlock y qué estaba en ese lugar. 

La sororita simplemente se dejó llevar por los demás ante lo de ir a ver a esos líderes de los Resaca.

Nero había expuesto su pequeña escapada con pelos y señales, poco mas había que añadir a lo ya dicho, según escuchaba sus palabras iba asintiendo mecánicamente con la cabeza mientras como un acto reflejo no dejaba de revisar que su armamento estuviera en orden, el comentario de Isolda le dejo escapar una medio sonrisa irónica, - desde luego no es la primera vez que parece que todo el mundo nos vigila o que vamos siempre un paso por detrás, esto empieza a ser una desafortunada costumbre..., en cuanto a la reunión con los Resaca, no nos queda otra que acudir, si no es una trampa, que no creo que lo sea, con la información que puedan tener podríamos tener algún otro hilo de donde tirar, la cuestión es si acudimos todos o solo una representación del grupo, a fin de cuentas no dejan de ser gentuza venida a mas...

- Nos han invitado a los cinco, Gianna, no tenemos opción, o vamos o no. Y por lo que parece, todos estamos de acuerdo en ir y escuchar qué tiene que decir esa escoria. - 

Nero parecía estar aguantando por dentro la procesión. Nadie sabía lo mucho que le cabreaba lo que estaba viendo en su mundo, allí mucha gente tendría que estar ya cumpliendo condena en una legión penal o directamente ejecutada por desobediencia, cuanto menos. 

Mientras discutían los detalles comenzaron los estornudos. Resultaba especialmente extraño en el caso de Arcturus, que con todas sus modificaciones cibernéticas parecía muy por encima de aquellos malestares tan humanamente mundanos, pero tanto él como Gianna acusaban algunos dolores y molestias generales, sin duda causadas por el tiempo que habían pasado a la lluviosa intemperie.

La decisión de los acólitos había sido prácticamente unánime, acudirían a la reunión y verían si podía tratarse de una nueva fuente de información. Dado ese caso, se prepararon cuanto pudieron y acudieron a la cita* en el puente sabatino.

La visión era sin duda impresionante, ya en la lejanía se podía observar un enorme cráter de varios cientos de metros de diámetro que comenzaba donde terminaba abruptamente un puente de mármol blanquecino recorrido por columnas del mismo material en representación de distintos santos imperiales. El puente era, no obstante, lo mejor conservado de la zona, ya que el resto de pocos edificios tenían señales de destrucción seguramente producto de la explosión que nadie se había molestado en reconstruir, y permanecían abandonados. Incluso el puente comenzaba a acusar señales de abandono, con hiedra comenzando a reptar lenta pero inexorablemente por su superficie hacia las columnas...

Los acólitos lo vieron antes de acercarse, Gianna y Nero reconocieron al tipo que les había entregado el mensaje de la invitación, sentado sobre unos escombros sin hacer el menor esfuerzo por esconderse; solo.

— Habéis venido, y habéis cumplido con las condiciones, bien. — dijo mientras se levantaba, manteniendo la distancia a la que los acólitos se habían querido acercar. — Veréis a los reyes en un lugar seguro, pero antes tenemos que tomar nuestras propias precauciones. — El matón señaló a un arcón que se encontraba a varios metros, abierto pero vacío.

— ¿Dejaréis vuestras armas para acompañarnos? —

Pues como bien había dicho Nero iríamos todo el grupo, si aquello era una trampa quizás no saldríamos ninguno pero si esas eran sus intenciones les iba a resultar caro conseguirlo, y como no éramos de llegar tarde a los sitios hacia allí nos dirigimos a la hora acordada.

Como pensaba, allí estaba el tipo que nos había citado, le hago un gesto de asentimiento con la cabeza, - así es, lo cual me deja claro que tienes ojos para mirar lo que tienes delante de ti..., bueno tu y los amigos que tengas por aquí escondidos ya que dudo mucho que hagas algo solo..., claramente no me gustaba esa clase de chusma, pero por desgracia no nos quedaba otra cosa que seguir sus normas.
De momento mantengo la posición expectante a lo que pueda pasar a nuestro alrededor, sin ninguna intención de dejar mis armas hasta ver la reacción de los demas.

El Arbitrador contempló el lugar con sentimientos encontrados, pues aquel puente era testimonio de los logros que podía lograr la humanidad si se trabajaba duro, bajo las leyes del Emperador, pero los alrededores eran una muestra de qué podía suceder si esa ley no se aplicaba con inmisericordia y exactitud. 

- Emperador...dame trescientos Arbitradores veteranos completamente pertrechados y pondré orden en éste miserable lugar. - pensó enfadado con lo que sucedía allí. Sus pasos lo llevaron, junto a sus compañeros, hasta el hombre que les había convocado, que permanecía sentado tranquilamente como si el lugar fuera suyo. 

El ceño fruncido bajo el casco de Nero no auguraba nada bueno, pero por suerte aquel hombre no podía verlo o no se hubiera mostrado tan tranquilo y ufano al hablarles, pero no era el momento de desatar su ira. 

Cuando aquel miserable les pidió que dejaran sus armas, Nero no podía dar crédito. Respiró hondo para tranquilizarse mientras Gianna hablaba, y modulando su voz para que permaneciera neutra, le contestó - Claro, y vosotros vais a darnos chuches y a cantarnos canciones de campamento mientras vamos cogidos de una cuerda, no te jode... - dijo con cinismo, algo que le caracterizaba. Dando un paso adelante, declaró con voz autoritaria - Soy un arbitrador legítimo del Imperio, juro que ni yo, ni mis compañeros, usaremos las armas si nadie nos ataca primero. Eso debería bastarte, pero estás loco si crees que os vamos a acompañar totalmente indefensos con lo que está sucediendo aquí. Imagino que tendréis suficientes hombres y armas como para masacrarnos de ser necesario, así que no esperes que nos metamos ahí con una mano delante y otra detrás. Tus Reyes no corren peligro con nosotros a menos que nos ataquen, repito. Hemos venido cumpliendo con buena fe lo que nos habéis pedido, dad vosotros también un paso de buena fe. - 

Si aquello no era suficiente, Nero no estaba dispuesto a seguir adelante. Si hacía falta, desenfundaría y les sacaría la información a balazos. O con la porra. 

El trayecto, bajo la lluvia. La espera, bajo la lluvia. El encuentro, bajo la lluvia. Arcturus contemplaba la zona con aire flemático, pero el moqueo resultaba evidente para todos. Era sumamente desagradable. Dejaría a los demás la iniciativa, como les comentó en el transporte, tanto por sus escasas dotes sociales como por el incordio que suponía el resfriado. No pareció alterarse con la posición que tomaba Nero; al fin y al cabo, Resaca los había convocado, los acólitos estarían en inferioridad en cualquier caso y tampoco ellos entregarían sus armas, por lo que era más que razonable.

El trayecto hasta la reunión estuvo lleno de desasosiego. Nero parecía apunto de saltar en cualquier momento y no dejaba de dar patadas todo el tiempo al suelo del vehículo como si quisiera hacerle un agujero de puro insistir. Isolda murmuraba plegarias en voz baja a la que el poco piadoso Claudius a punto estuvo de unirse; mientras las toses de Gianna y de Arcturus se intercalaban con los baches.

La recepción no decepcionó a Claudius, que se temía cualquier cosa (un tiroteo nada más parar el vehículo como su primera opción). La petición de sus armas no le sorprendió, según las novelas que por medio trono uno podía adquirir en cuaquier kiosko (de un planeta minimamente civilizado) era lo primero que haría una banda de maleantes antes de un intercambio.

Sin embargo, visto desde la más fría lógica no dejaban de ser cinco adentrándose en la guarida (o la emboscada que les tuvieran preparada) de los resaca que contaban con un número probablemente muy superior de hombres y armas, amén de contar con conocimiento del terreno y tiempo para haberlo llenado de parapetos y de trampas. Que los acólitos llevaran armas tan sólo retrasaría lo inevitable, si aquella gente los quería muertos, acabarían muertos.

La muerte del héroe, llevándose consigo a tantos enemigos como pudiera, no era con perdón del Emperador, el deseo de Claudius que había tenido a bien alcanzar con moderada salud su avanzada edad.

Si aquella gente quería temporalmente sus armas, no se resistiría.

Isolda se dejó guiar hasta el lugar de la reunión, un lugar que le pareció extraño por el hecho de que allí hubiera columnas representando distintos Santos Imperiales. Eso le dolía más todavía, pero el estado del lugar... eso era una casi ruina.

-No pienso dejar mis armas. He acudido como pedisteis y sin arbitradores como pedisteis. Si eso no es suficiente prueba de buena fe no es culpa mía, aceptamos vuestras condiciones y ya las estáis cambiando, lo que no me gusta nada. O entro armada o no entro -la sororita habló con dureza porque recordaba todo lo que había pasado en aquella casa de subastas y todo lo que vino después. Recordó aquel falso abad y el mercenario que se encontró allí y en las jaulas, donde le habían arrebatado su preciado bolter.

El hombre chasqueó la lengua con evidente fastidio. Seguramente ni el propio mensajero pensaba que aquella fuera una petición razonable, pero llevar a los acólitos armados suponía toda una variedad de problemas. Sin embargo, las dudas no le duraron mucho; persuadido por el razonamiento de Nero, o bien apremiado por sus propios motivos, accedió. — Está bien, pues con armas será; pero más vale que no tengáis la feliz idea de usarlas, o no saldréis vivos del distrito. —

El mensajero abrió camino. Al parecer la reunión tendría lugar en una casa franca preparada para la ocasión. Ninguno de los acólitos pensaba a aquellas alturas que el hombre estuviera solo, pero Isolda fue la primera que los vio; sombras lejanas que pasaban al otro lado de algunos callejones. De vez en cuando uno solitario se dejaba ver por el camino, tenían el mismo tipo de ropas que los atacantes de la barcaza que los acólitos habían rescatado a su llegada a Sinophia Magna.

El trayecto se alargó unos cinco minutos, hasta que finalmente el guía se detuvo frente a un edificio, en apariencia idéntico a los de alrededor. — En el segundo piso. Yo me quedo aquí. —

El edificio estaba seco, pero abundaban las corrientes de aire. Parecía un viejo complejo del administratum o similar, aunque casi todas las puertas estaban cegadas con tablones, dejando solo un vía libre a un tramo de escaleras en el centro mismo del bloque. El tamaño de la planta podría haber dificultado conocer la dirección, pero el eco de unas voces que discutían en voz alta os guiaban, una de ellas gritaba con auténtica furia, mientras que la otra elevaba su tono al nivel del primero, pero pretendía ser conciliadora:

^{voz 1}— ¡¡¡ [...] Cazándonos como ratas!!! Yo digo que tomemos represalias. ¡¡¡Que arda la cúspide!!! ¡¡¡Si esa marioneta de gobernador y quienes le mandan quieren que corra la sangre les enseñaremos cómo se hace!!! —

^{voz 2}— ¿Para que después bombardeen los distritos bajos desde la órbita? Golpear de frente al Quorum ahora mismo es un suicidio. —

^{voz 1}— ¡Ja! ¡Si pudieran ya lo habrían hecho hace años! ¡Córtale la cabeza a Khan ahora y no les quedará [...]!

El segundo piso prácticamente carecía de paredes, y habían prendido el contenido de varios barriles repartidos para distribuir calor por la planta. Distribuidos alrededor de una especie de mesa redonda había tres figuras. Un anciano de piel cuarteada y un estrafalario brazo mecánico tan oxidado que habría hecho llorar a un tecnosacerdote, una mujer de rostro impasible, cubierto de cicatrices y electrotatuajes que emitían un brillo verdoso, además de un bien visible guantelete en forma de garra, y el más imponente de los tres, un gigantón que no tenía nada que envidiar a la constitución de un ogrete; en su rostro se adivinaban los rastros de una mutación menor, algo habitual entre escoria que vivía entre los residuos de los manufactorums, y también toscos implantes directamente en el interior de los músculos; en combinación, su enorme masa era más voluminosa que la de los otros dos juntos. Aquellos eran pues los Reyes Andrajosos de Resaca.

Por supuesto, no estaban solos. Al menos una docena de lacayos estaban repartidos por la planta, y cada uno de los 3 tenía uno a su lado a modo de guardaespaldas personal, aunque los propios reyes resultaban más amenazantes que sus guardianes.