Partida Rol por web

Estas en medio de un bosque en un planeta del Borde Exterior. El transporte que usabas, una moto deslizadora, se ha estropeado y llevas unos cuantos kilómetros recorridos a pie, aunque eso no hace mella en tu organismo.

El sol aun está en alto pero no hace demasiado calor. Te abres paso entre la maleza del bosque. Grandes árboles parecen querer alcanzar el cielo. El terreno está un poco húmedo al no llegar el sol, tapado por las ramas y hojas verdes y moradas de los árboles que se alzan a tu alrededor.

Sabes que queda poco para llegar al poblado, seguro que allí encuentras un medio de transporte, ya sea mecánico o animal, para proseguir con tu misión. Te han llamado para usar tus servicios como caza-recompensas. Un importante hombre de negocios local, aunque sospechas que negocios algo turbios, ha requerido de tu presencia ofreciéndote una importante suma que no has podido rechazar. Parece que tu reputación te precede y has ganado fama, con todo lo que eso conlleva.

¡Maldito snivviano! Nunca tendría que haberme acercado ese cuchitril...

Con rabia, Jath le pega una patada al chasis de la desvencijada moto. Al momento en que lo hace ve como se caen los pisadores, provocando un ensordecedor estruendo metálico. De nada servía seguir cargando con ese trasto.

-¡Maldita sea! 

Le quedaban un par de horas caminando para llegar al próximo centro social. Seguramente en un entorno menos abultado, y con un suelo más transitable, tardaría mucho menos. Pero todo cuanto podía alcanzar a ver era bosque y más bosque.

Recogió su comunicador encajado al manillar de la moto y abrió el canal de comunicación con la base de su contratista.

-Centro, aqui JS-36, decidle a vuestro jefe que voy a retrasarme. Llegaré en 3 horas.

No obtuvo más respuesta que la leve estática que salía por el altavoz.
A continuación desencajó un minúsculo pestillo atornillado en el brazal derecho de su armadura, levantó una pestaña y colocó el comunicador en su sitio. Una vez conectado, cerró la pestaña y la encajó como estaba, asegurada con sus pequeños anclajes de duralio.

Luego consultó la pantalla del navegador incorporado en el vehículo (que milagrosamente aún funcionaba), recogió un par de provisiones que llevaba en la alforja y las guardó en los bolsillos de su cinto. Acto seguido comenzó a caminar con normalidad, abandonando la deslizadora a su suerte. Pero sin hacer más ruido del necesario, para estar atento a su alrededor.

Estoy en el sitio justo. Veo como el cazarrecompensas se acerca y permanezco escondido en mi escondrijo, no se ha percatado de mi presencia y me preparo para iniciar el ataque.

Sigues tu camino con tranquilidad, confiando en que hayan recibido tu transmisión y no se impacienten por tu demora.

El suelo esta un poco blando y resbaladizo, pero no te impide avanzar a buen ritmo. Incluso piensas que un poco de ejercicio siempre va bien para mantener el cuerpo tonificado.

El tiempo transcurre lentamente, y no notas nada extraño a parte de unos pájaros que levantan el vuelo en la copa de uno de los árboles.

Jath observa cómo los pajaros levantan el vuelo y se pierden en el frondoso y verde techo de hojas que lo cubre todo. Se pregunta qué los habrá espantado, pero no se alarma. Cosas de la naturaleza.

Prosigue su camino con paciencia y constancia. Su sistema auditivo y visual permanecen abiertos a lo que sucede alrededor.

Parece ser que no se ha percatado de mi presencia, estoy muy bien camuflado entre las ramas y las hojas.
Preparo mi arco de energía, apunto y... fallo.
¡Maldición! pienso mientras veo la reacción de mi presa.

Vas tan tranquilo, sin oír nada fuera de lo común, cuando de repente un haz de energía pasa por tu lado e impacta en la corteza de un árbol situado cerca de ti.

Una densa humareda provocada por la quemazón de las plantas verdes se eleva unos metros hacía arriba. Más pájaros levantan el vuelo asustados por el impacto. Algún animal también, dado que hojarascas y hierbas se mueven por doquier.

El impacto retumbó en el bosque como un crucero imperial irrumpiendo en un sistema pacífico.

Jath se gira rápidamente, desconcertado, mientras desenfunda su bláster pesado por acto reflejo. Observa tratando de averiguar qué o quién lo había sorprendido.

Aunque buscas con esmero, no puedes ver a nadie. Sigues viendo vegetación, árboles, hojas desparramadas y el impacto del rayo en la corteza del árbol.

Das vueltas sobre ti mismo buscando el origen del ataque, pero los árboles no arrojan ninguna luz.

Veo que mi objetivo desenfunda el bláster y busca inútilmente a su alrededor. Escondido en el árbol estoy bien resguardado, e intento un nuevo tiro, y si bien éste se acerca más, he vuelto a fallar. Tal vez estoy demasiado lejos, tendré que acercarme un poco más aún a riesgo de ser descubierto.

Un nuevo rayo pasa rezumbando a tu lado. Casi te impacta pero no te alcanza por poco, impactando en otro árbol a tu lado.

Nuevamente los pájaros salen volando por el estruendo, haciendo caer más hojas que lentamente aterrizan en el suelo.

El cazarrecompensas, ahora completamente alarmado, mira hacia la dirección de la que parecía provenir el disparo. Acto seguido, bláster en mano, busca cobertura en dirección opuesta, tratando de perderse entre los árboles y la maleza y despistar a su furtivo atacante.

Consigues esconderte muy bien entre la vegetación abundante y frondosa. Desde tu posición puedes intuir, casi ver lo que ocurre delante de ti, aunque a los lados y detrás tuyo queda muy difuminado.

Agazapado y bláster en mano, ves como una figura humana desciende de la copa de un árbol situado a unos cuarenta metros de ti. Es alguien bastante alto, ataviado con ropas verdes, cubriendo su cabeza con una capucha del mismo color. Se mueve de manera ágil y sigilosa y parece que va acercando posiciones hacia ti.

Jath observa como el ágil individuo se descubre. Intuye que se tratará de algún bandido local, aunque no descarta que pueda tratarse de otro cazador de recompensas y que alguien, en algún sistema, haya puesto precio a su cabeza. Esta idea sin embargo le parece extraña. Suele tener mucho cuidado y atención cuando se mueve por la galaxia, y tenia la certeza de que no tenia ningún seguidor...salvo aquel weequay al que frió los sesos por acercarse demasiado a su astronave unas semanas atrás.

Al ver que su atacante se acerca peligrosamente, decide empezar a moverse y perderse entre los árboles. Mira hacia la cima de éstos, fijándose las ramas más altas y gruesas. Tal vez el lanzagarfios sea de ayuda.

Demasiado cerca... -piensa mientras se adentra furtivamente en la espesura. Mantiene las distancias pero no se aleja demasiado. Con el arma preparada para disparar, se mueve en círculo unos 5 metros más atrás y hacia su derecha, centrado en su agresor para no perderlo de vista.

Una vez en el suelo, con sigilo me muevo buscando a mi oponente.

La jungla te permite esconderte con facilidad y no te supone ninguns dificultad cambiar de escondite. Sigues observando al otro, por su manera de moverse diríase que te esta intentando localizar.

Apartando la mirada momentáneamente del otro individuo, el cazarrecompensas decide subirse a uno de los arboles que tiene detrás suyo a la derecha. A unos 50 metros de su agresor. Guarda su bláster y apunta con el lanzagarfios hacia una de las ramas más altas y gruesas. Espera subirse con sigilo para buscar desde allí un disparo limpio y perfecto. El disparo que su oponente no logró realizar...

Aunque el tiro sale bien, desgraciadamente no logras que el garfio se quede enganchado en alguna rama del árbol, cayendo hacia abajo de nuevo con el cuerpo de un pájaro atravesado. El garfio lo único que ha hecho ha sido matar a un animal que estaba posado descansando en la copa del árbol.