Partida Rol por web

1ª Planta

Reginald sigue a su anfitrión a la sala de estar. Cuando repara en que no hay nadie, comienza a hablar.

-Perdona la intromisión, si no fuera nada importante no lo habría hecho. Aunque primero te felicito por tu casa, tu mujer, y tus puros- dijo mientras le daba una calada- Pero vayamos al grano si no te importa... Ya sabes que en mi oficio se hablan de muchas cosas, y tus logros como diplomático son una de ellas. Se que manejas cosas y papeles importantes, y nada más ver la diversidad de gente que ha acudido a tu magnífica cena un gusanillo me muerde en la sien.

Feisman se pone a pasear por la sala, meditando lo que iba a decir.

-Hay algo que no me cuadra, llámalo instinto o paranoia, pero no me suelo equivocar. Creo que alguien se va a aprovechar de "nuestra partida" para sustraer algo valioso que te pertenece a ti, puede que algún objeto de valor o algún documento importante. He visto alguna mirada nerviosa durante la cena, pero lamento que no se de quien se puede tratar... - Reginald se calla un instante, pensando si debía decir esto último o no- Solo me baso en mis impresiones, y no me hagas mucho caso, pero creo que ese alguien puede ser el caballero prusiano, pero quizás es solo algo de desconfianza a los "teutones" causado por las tensiones que nuestro país está teniendo con ellos, que me hacen creer que quizá sea un espía. De todas formas, no le quitaría un ojo a nadie, ni siquiera las mujeres se libran de mis sospechas.

-Te he hecho venir para hablar contigo para que estemos atentos por si alguien se ausenta. Creo que tú deberías asistir a la partida de billar para fingir que no sabes nada, yo también puedo hacerlo o puedo vigilar, lo que tú quieras. Igual llama menos la atención que yo no falte, y seguir luego a algún varón que se excuse para salir de la partida. Pero solo cubriríamos el sector masculino de esta forma.- Feisman sigue andando, meditabundo- Te cuento esto porque creo que hay alguien que quiere algo de ti, que ha venido con otra intención, y sin pruebas no puedo acusar a nadie, ni siquiera al prusiano. Me ayudaría saber si tienes algo de importancia que pueda querer algo de los presentes, sabes de sobras que puedes contar mi ayuda, Arthur.

Lord Arthur se sentó en un sofá nada más oirlo, y se llevó las manos a la cabeza.

- Parece mentira, y en mi propia casa...

No se sabía muy bien si sus palabras reflejaban ira o dolor, dolor por la confianza traicionada. Después de un momento de silencio, añadió:

- Como tú has dicho, dudo que sea por cuestión de dinero.

Se arrellanó en su asiento.

- Es muy probable que sea el alemán... claro está. Para serte sincero, Reginald, no le conozco mucho... le invité por mediación del embajador de Alemania. Pensé que era un gesto de confianza... las cosas entre nuestro país y el suyo no están en su mejor monento, la verdad... - su tono de voz era de uan gran tristeza- También está Dadi, aunque creo que lo poco que le puede quedar de español le haga vender secretos a esos bandoleros. Creo que es un militar competente... pero, ahora mismo no sé qué pensar... También está la señora de mi amigo William, a la que tampoco conozco mucho. Suele ser él el que viene a estas reuniones. Dudo que pueda ser ella... no sé... no creo que sea una espía por muy italiana que sea...

Pasado otro momento de silencio, vuelve a hablar:

- Estos son los únicos que tienen relaciones con potencias extrangeras... al menos que que yo sepa. Bueno... -dijo en tono triste- está Hilda Anne.. pero ha estado en esta casa muchas veces, pordría haberlo hecho antes, ¿no? Además... no ha vuelto a los Estados unidos desde hace años... No sé, no sé...

Su mirada estaba vacía, miraba la pared sin verla, perdido en sus cavilaciones.

-No conozco a casi nadie de los presentes, tú sabrás mejor que yo... Mejor elimina a los que vienen aquí con frecuencia y sospecha de los que tengan una razón posible. Yo te ayudaré, pero creo que al menos tú deberías jugar la partida. Yo si quieres también asisto o me excuso y vigilo donde puedan estar esos papeles. El intruso se lo pensará antes de luchar con un militar.

Reginald miró a su viejo amigo. Realmente quería ayudarle, por los viejos tiempos.

Arthur se acercó a la puerta y, después de comprovar que no había nadie al otro lado, se dirigió hacia un mueble que había cerca de la ventana y abrió un cajón. Retiró el fondo y sacó unos papeles cuidadosamente doblados. En ellos se podía ver el escudo del Reino Unido y diversas insignias militares.

-Bueno, como tú sabás mejor que yo, estamos recolocando tropas en el oeste de la India y en Nueva Escocia, así como el asunto de Gibraltar y de Dover. Están aquí, porque prefiero ser precavido y no dejarlo en mi escritorio.

Volvió a colocar los papales de donde los había sacado, puso el falso fondo y cerró el cajón.

- Yo me quedo por la noches para ver al fantasma. Últimamente está muy acitvo y me quedo aquí a ver si aparece. Si tú quieres hacer lo propio ahora, no tendré ningún inconveniente... Me sigue pareciendo imposible... En mi propia casa...

Una cara de alivio surgió en el rostro de Reginald al ver que aquellos papeles de gran importancia estaban a salvo, el que quisiera cojerlos a escondidas aún no había acyuado o no sabía donde buscar. Mejor así, pero a partir de ahora, hay que poner buen cuidado en vigilarlos.

-Una solución puede ser asistir a la partida un rato, para no levantar sospechas, y no demorarse mucho en terminarla para empezar tu "búsqueda del fantasma". Si quieres te acompaño, tendrá gracia si por fin me demuestras que no son cuentos las historias de fantasmas...

Feisman se arregla el mostacho y vuelve a exponer su plan.

-Si alguien abandona la partida con una excusa le seguiré, y podemos tomarnos algunas precauciones para cuando no estemos, como cerrar con llave este sitio y quizá poner algo que haga ruido para cuando se abra la puerta. Los papeles son demasiado importantes como para que caigan en malas manos.

- Sí, creo que deberíamos ir a la partida. Ya llevamos demasiado tiempo aquí los 2 solos. Luego, más tarde, ya veremos. Debemos ser prudentes... y no sé si dos personas levantadas hará que el espía no salga, y lo que yo quiero es coger a ese mal nacido!!

Parece que la situación le había alterado un poco. Arthur era de este tipo de personas que mucho estiman la hospitalidad, y se sentía traicionado en lo más profundo. Estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para pillar a ese sinvergüenza.

-No creo que sospechen mucho si estamos juntos, a estas alturas deben saber que hace años eramos buenos amigos y que estemos juntos no es muy raro. Pero si quieres estar solo no me importa, aunque hubiera estado bien que me demostraras que ese fantasma tuyo realmente existe.- Reginald comienza a andar mientras habla- Vayamos con los demás, no es bueno que se piensen que hay algo raro en esto. No te olvides de cerrar esta puerta, no podemos permitir que nadie se apodere de estos papeles.

Feisman abre la puerta y se dirige a la sala de billar, para encontrarse con los varones de la casa y fingir no saber que alguien podría estar tramando algo.

La sala de estar de la 1ª planta es prácticamente un espacio inutil en Peak´s House.

Su posición (ventanal orientado hacia el este) hace de esta habitación una de las mas soleadas durante toda la mañana. La iluminación casi constante y natural de las paredes, permite que la temperatura de la habitación nunca sea tan fría como la de las demas.

En dichas paredes vemos un gran espejo con adornos rocambolescos y  un pequeño cuadro, que debido a sus perfectas condiciones, nos permite leer la fecha de su realizacion, 1840.

-Oh, que sala tan bonita, señorita Rutherford, y que bien se está aquí, el poco sol caldea mas esta habitación que las otras.- Reginald se rasca el mentón y añade.- Por desgracia, nuestro amigo no está aquí, tendremos que buscar en otra parte.

Si cuela y Olivette se va a otra sala, yo me quedo allí para luego "inspeccionar" cierto armario.

¿Sigue ahí Olivette o se ha ido ya a otro lado?

n.p.i. Dile algo para separaros, si quieres. Hasta que no postee no tengo ni idea, lo siento.

-Si, eso parece. -Olivette observa la sala un momento antes de proponer ir a otro lugar, quizas haya algo fuera de su lugar algo que indique que el Señor Adler pasase la noche allí. -Si hay nada por aqui busquemos a los demás, alguién puede haber tenido más suerte.

-No parece haber nada, señora Rutherford. Sin duda Arthur nos espera en otro lado. Reunirse con los otros puede ser una buena idea.

-Muy bien, vayámos al vestíbulo de esta planta a ver quien hay. Por cierto, ¿me llamó usted señorita, caballero? -pregunto desenfadada mientras me encamino a la puerta,- que galan, pero me temo que hace años que no se me ha de llamar así.

Reginald se ríe por el último comentario de la señora... y una vez está solo en la sala revisa rápidamente el escondrijo donde Arthur guarda sus papeles, para cerciorarse que siguen allí, y asegurarse que nadie se ha apoderado de la información confidencial. Intenta vigilar que no haya nadie mientras los revisa.

Te acercas al cajón, y retiras cuidadosamente el falso fondo. Hay siguen los papales, tal yo como los dejó lord Arthur la noche anterior. No dispones de mucho tiempo, pero compruebas que son los mismos, o al menos, se parecen mucho.