Partida Rol por web

El grupo de los tres mata-viejas, o mejor dicho, Archival, Kamui y la de "gatillo fácil" se despertaron lentamente en la cercanía de un pequeño valle, en este, una pequeña casa de campo con el tejado de paja se había alzado; a su alrededor se podían ver porquerizas y otras pequeñas zonas donde guardar animales como cabras o gansos.

La zona era apacible y aunque parecía ser una zona rural y bastante más atrasada que las que los dos humanos habían vivido, era un lugar acogedor. De la chimenea de aquella casa campestre salía un hilo de humo que delataba la presencia de alguien en su interior.

Al atravesar aquel umbral colorido nuestro nuevo destino golpeo de forma mas directa a mi nariz con una nueva saga de aromas mucho mas similares a mi tierra natal, aunque mas cargado de humedad. El aroma de otros animales había llegado también a mi nariz y con ello el recuerdo de que por ese día ya había comido el el cubil de Cusco.

Solte un gran bostezo somnoliento mientras echaba una mirada a todo mi entorno y me cuestionaba si aquel lugar de donde salía humo podría indicar que se estaba quemando el cubil de algun humano, si ahora si sabía como se llamaban los monos calvos.

-No deberiamos avisarles a los que viven en ese cubil que se esta quemando?, veo mucha agua y tierra que porían usar para apagar el fuego-

Comentaba a mis dos compañeros ahí presentes.

-¡Fuego, fuego! -Gritaba la chica que sin gafas no podía ver nada, confiando en su compañero -¡Es demasiado tarde como para avisar a los que viven dentro, seguramente ya lo sepan ellos mismos! Tenemos que intentar apagarlo, ¿tú no puedes transformarte en cosas? hazte un elefante y tira agua, lo vi en una película

Los gritos en la lejanía alertaron al viejo anciano que se encontraba en aquella casa; abriendo con cierto temor la puerta para ver a aquellos tres recién llegados visitantes; no comprendiendo muy bien el porqué gritaban fuego, pues el único fuego que había por el lugar se encontraba bajo el caldero que tenía cocinando.

-¿Pero qu- Comenzó a decir hasta que se percató de quienes eran los tres- ¡Oh! ¡Sois vosotros!. ¡Os estaba esperando!. ¡Pasad, pasad, no tenemos tiempo que perder!.

Y con esto dicho, volvió a entrar en la casa, y preparó tres sillas más alrededor de la mesa en donde el se sentó mientras murmuraba algo para sí mismo; por desgracia nadie lo alcanzó a escuchar.

Al parecer, debajo de la túnica del mago, se encontraba un pequeño hombrecillo de color anaranjado, con barba y pelo grisaceo, llevando puesto una camisa amarilla y sobre esta una chaqueta verde; también llevaba unos pantalones amarillos y unos zapatos marrones, aunque no se vieran desde el ángulo en el que estabais observando. En su cabeza se podía ver un sombrero de pico amarillo con dos antenas naranjas, probablemente, de la propia criatura.

A juzgar por su actitud y su expresión hosca, parecía querer evitar a toda costa el contacto alguno con los tres recién llegados a aquella cabaña del otro anciano.

Por fin, un lugar más reconocible y pacífico, aunque aún no estaba de vuelta en casa. No fue ni dar dos pasos cuando vimos la lejana casa, y ante la reacción de mi dos compañeros apenas pude balbucear un par de palabras -N-no pero si... es solo... están... bah- seguido de un sonoro tortazo contra mi propia frente.

Seguí a mis compañeros hacia la casa hasta que el anciano que la habitaba salió a nuestro encuentro, y sorprendentemente más que asustarse, parecía conocernos de algo -Espera, ¿ha dicho que nos estaba esperando?- miro extrañado a mis dos compañeros, me detengo especialmente en Kamui, hacia quién aún tenía cierto temor -Estooo, Kamui, quiza sea mejor que durante nuestra estancia en este mundo hagas uso de ese nuevo truco, este lugar ni tiene pinta de albergar muchos leones, y no queremos sembrar el pánico en las calles... otra vez, ¿verdad?- ya en el pasado había sugerido que nuestro felino amigo se transformará para no asustar a la gente, y el me hizo saber lo poca ilusión que le hacia ese cambio, así que tenía que ir con pies de plomo si no me quería convertir en su próximo almuerzo.

Con algo de preocipación, me adentre en la casa siguiendo al anciano -D-disculpe señor, creo que se ha confundido, no recuerdo haberle visto nunca antes-.

El anciano sonrió a los tres invitados en su casa mientras preparaba unas pequeñas bolsas con comida, principalmente pan y algo de queso; además al lado de cada una de esas bolsitas de provisiones improvisadas, ponía un costal con agua para poder acompañar a la comida.

-Cierto, aún no nos conocemos, pero eso no implica que yo no sepa quienes sois ni lo que haréis. -Dijo con una sonrisa- ¡Aquí os tengo preparados los víveres para la aventura!.

El hombre os entregó, a cada uno, una de esas bolsitas de tela con la comida en su interior, además del costal con agua, y dando una leve palmada volvió a su asiento, cruzando los dedos entre sí y apoyándose encima de la mesa, el anciano os miró esperando a que hicierais lo vuestro.

-¡Venga, ea, ea! -Separando las manos os invitó a que os fuerais con un gesto con ambas manos- ¿Que pasa?. ¡Oh! ¡Claro!. ¡Pero qué cabeza la mía!. ¡Aún no sabéis lo que hacer!.

En estas tierras hay un caldero negro, un caldero con gran poder que es capaz de alzar los cadáveres y que estos sirvan al invocador por toda la eternidad; El Rey del Mal quiere hacerse con ese caldero, para ello secuestró a mi querida cerda Hen Wen, y usando sus poderes adivinatorios tratará de hacerse con el caldero. ¡Vuestra misión!

O mejor dicho, lo que haréis, será encontrar ese caldero antes que él lo haga y así evitar que el Rey del Mal conquiste el mundo con un ejercito de muertos inmortales.

Cruzándose de brazos, el anciano esperó la respuesta por parte del grupo.

Durante unos segundos me quedo callado y ojiplático, había sido mucha información toda de golpe.

-Y-yo...yo...- no sabía que responder exactamente. Por una parte estaba demasiado confuso por todo: ¿como habiamos acabado allí?, ¿porque sabía este anciano que vendríamos?, ¿que clase de fuerza extraña nos hacia viajar por los mundos?, y lo más importante, ¿como podía un simple caldero resucitar a los muertos?.

Pero el destino es caprichoso, y ya habíamos pasado por alguna que otra pelea, además, la aventura era mi droga favorita.

Me puse en pie y mire con entusiasmo al anciano -Descuide señor, puede contar con nosotros para recuperar esa cacerola mágica o lo que sea, ¡no le fallaremos!, ¿verdad chicos?- me había emocionado demasiado por un segundo y no había pensado en mis dos compañeros, quizas ellos tuvieran algo que decir al respecto.

Yo por mi parte me fui acercando lentamente hacia la bolsa de provisiones que nos había dejado el abuelo y la abrí discretamente para observar que contenía.

En el interior de cada una de las tres bolsas contenía Pan y Queso, lo que venía a ser, todo lo que aquel anciano había logrado reunir para que ellos tuvieran una aventura corta de medio día, o algo más, pero no demasiado. A fin de cuentas, para la noche si todo marchaba bien, podrían estar de vuelta en casa.

-Bueno, pues diría que me quedo más tranquilo... -Dice pasando un racimo de uvas de contrabando a Archival por ser el primero en responderle- Bueno, ya podéis partir, el destino ya está escrito, así que no dudéis.

-Mmmm, uvas....- todo esto me recordaba a aquellas historias que oía en los bares de Ciudad de Paso, en las que a un grupo de aventureros se les imponía una ardúa tarea, habitualmente a través de una persona anciana, y luego emprendía un emocionante viaje lleno de peligros y recompensas.

Puede que ya hubiera vivido alguna que otra aventura, pero definitivamente esto si me olía más a una aventura de las buenas.

-¡Bien!, pues pongamos rumbo a por ese cazo mágico de una vez- dicho esto me diriji con paso firme hacia la puerta, deteniendome justo en el marco de la mismo y dandome la vuelta una vez más -Esto..., ¿y hacia donde tenemos que ir primero señor?- con todo, se me había olvidado la más importante antes de empezar, el rumbo.

Además, aún tenía que esperar a ver que decían mis compañeros.

El anciano no dudó ni un solo momento, equipando a los otros dos miembros más callados, empujó a los tres supuestos héroes fuera de la cabaña que tenía por casa campestre y les cerró la puerta. Mirándose los tres confusos, no tenían ni la más remota idea de hacia dónde ir o cómo partir, pero las palabras del anciano tras la otra puerta los llenó de esperanza o más confusión.

-Vosotros seguid andando, el destino proveerá.

-Pe-pero...- ya era tarde, el viejo marcho y nos cerro la puerta en las narices. Mis compañeros parecían conformes con la misión, o al menos no habían mostrado intención de negarse, así que me di media vuelta y comence a caminar recto hacia delante, justo como había dicho el anciano -"El destino proveerá", ya claro, menuda frase de libro, ¿y hacia donde demonios nos lleva el destino?, porque yo solo veo bosque por todas partes...-

Aún seguía motivado por la idea de una épica misión como las de las historias que siempre había escuchado, pero dirigir tampoco era lo mío, así que cada cierta distancia consultaba con mis camaradas hacia donde debíamos marchar.

-Espero que por lo menos no nos encontremos con otro animal parlante, sin ánimo de ofender Kamui, pero no soportaría escoltar a otro emperador egoísta y peludo hasta su palacio- seguía caminando a través de bosque y maleza, intenta ubicar un rumbo, aunque no sabía exactamente cúal.

El grupo sin demasiado en qué pensar, continuaba caminando por el denso bosque; sin saber muy bien por donde dirigirse, las ramas de los arboles y los arbustos salvajes poco a poco fueron comiendo el camino, haciendo cada vez más difícil saber a dónde dirigirse.

En cierto momento, cuando Archival se quiso dar cuenta, al mirar hacia atrás se percató de la terrible verdad, sus otros dos compañeros habían desaparecido.

-Y aquella fue mi primera vez...., pfff, ahora me siento más relajado, ¿sabeis chicos?, con vosotros se puede hablar de todo, se nota que sois de esos que saben escuchar, oye, y os he contado lo de aquella vez que...- llevabamos un rato caminando, y para hacer el viaje más llevadero, comence a contar anécdotas de mi pasado. Al principio tuve vergüenza, pero poco a poco me fui dando cuenta de que mis nuevos compañeros no eran de esos que te juzgaban a la primera, sabían ver más allá.

Claro, esto pensaba yo hasta minutos después me dio por darme la vuelta y fijarme en que nadie me estaba acompañando, estaba solo - ¿Ho-hola?, ¿Rika?, ¿Kamui? ¿chicos donde estais?, venga ahora no me vayais a dar un susto, que sabeis que tengo el corazón sensible...- pero nada, ni rastro de nadie. Tampoco había encontrado el camino que el "místico" anciano dijo que encontraríamos, estaba solo y pérdido.

Decidí invocar mi llave espada, al menos ella aún me hacia compañía, y genere un poco de luz con mi magia de Electro. Estaba en lo más profundo del bosque, no veía a nadie, espera, ¡¿y si alguien me veía a mi?!. Decidí apagar entonces la espada de inmediato, pero no la guarde, tal vez tuviera que usarla derepente. Me quede mirando a mi alrededor, buscando algo que se pareciese remotamente a un camino, y esperando que nada horrible me asaltará por la espalda...