Partida Rol por web

Al salir al exterior, lo primero que os llamó la atención, especialmente a Batracius, fue encontrar un buzón lleno de correspondencia a la izquierda de la puerta. De hecho, algunas cartas se habían caído (o las habían tirado) entorno al buzón. Tenía trabajo para rato. 

Poco después estaba el puente levadizo que cruzaba por encima del foso en cuyo fondo podíais ver un agua negruzca y burbujeante sobre la que flotaban algunas cosas...o restos de cosas difícilmente reconocibles. De pronto escuchasteis un extraño ruido gutural provenir de allí abajo. Poco después percibisteis chapoteo y como algo que se movía allá abajo.  

Al otro lado del foso, se encontraban los jardines de Rudesindus. 

Pero para llegar a ellos había que cruzar, claro. 

-¡Ey, Patitas!- exclamó Bill señalando el buzón lleno de cartas -¡Mira!¡Más papeles!¿Estás contento?- parecía que aquellos trozos de papel le gustaban bastante.

-Puedes quedarte a mirarlos si quieres mientras Bonnie y un sevidor buscamos el cobertizo. ¿Que opinas?- preguntó a Batracius.

Después su mirada fue alternativamente del puente levadizo a Bonnie. -Las damas primero- dijo haciendo una exagerada reverencia.

Frunciendo el ceño ante la oferta de Bill para que cruzara primero el puente disfrazando sus intenciones con modales, me mantengo con los brazos cruzados y niego con la cabeza ante su petición. - Un caballero debe asegurarse de que todo esté bien para que su Reina pueda pasar sin peligro alguno, por ello, serás tú el que pase por el puente primero. - afirmo en un tono bastante serio y decidido, no vaya a ser que caiga en una trampa y éste lutín me use de señuelo. 

Hmmm... parece que aquí hay unas cuantas más que las que he encontrado antes. Esta cantidad puede llevarme un rato.

Lo mejor es lo que propones. Adelantáos y os alcanzo luego. -dijo Batracius mientras extraía las cartas del abarrotado buzón y comenzaba su clasificación, con el mismo modus operandi que había seguido anteriormente. Era un trabajo tedioso, pero al menos el tacto del papel siempre le reconfortaba y le hacía soportables este tipo de tareas "menos intelectuales".

Una sonrísa acompañó a las palabras de Bonnie.

-Bueno, había que intentarlo- se encogió de hombros -Eso si, de caballero nada. Aquí pasa todo el mundo a la vez "majestad"- añadió haciendo un gesto con la cabeza hacía el puente.

-Y deberíamos darnos prisa, ya que vos milady, sois una reina, pero aquí el que manda es el dueño de la torre...-.

Asiento conforme a las palabras de Bill y comienzo a caminar sobre el puente a la par de éste, como había dicho que juntos si no me negaría ante ello. 

Mientras íbamos cruzando no puedo evitar mirar hacia abajo y siento como un pequeño repelús me inunda físicamente. - Esto si que es alto. Pues... sigamos hasta donde guarda las semillas. - expreso señalando con mi manita hacia delante, era mi primera tarea oficial del día y sentía como cierto aire de responsabilidad desbordándome. 

-Venga Bill... hay que ponerse a dieta que eres lento. -voy quejándome al detener mis pasos esperando que el lutín avance un poco más. 

-¿Dieta? ¡Pero si estoy en el chasis!- dijo el lutín rodeando su generoso vientre.
-Venga, busquemos ese cobertizo-.

Tras observar la enorme barriga de Bill una carcajada se escapa de mis labios, realmente  se había comido a varios lutines en el proceso pero no me metería con él por miedo de que termine siendo su cena. 

-Anda, mueve esos cuartos. -ordeno ya tironeando de la ropa, quería llegar al deposito de semillas como así también recoger verduras de la huerta.¡Me encantaba el tomate! 

Por esa razón,  cruzo el puente corriendo para luego introducirme en la quinta, buscar aquella verdura como si fuera una adicta a ello y tras encontrar algunos comienzo a devorarlos como un animal salvaje. 

-¡Tomateeeeeee! Ahmm ahmmm - mastico mientras hablo poniendo cara de extasis al saborear la textura. En verdad era delicioso.

Batracius vacía en buzón y ajustándose los anteojos comienza a mover sobres rápidamente en varios montones con una agilidad sorprendente. El lutín está completamente abstraido en su trabajo, que realiza con gran eficiencia. En un periquete tiene formados cuatro montones: cartas importantes, revistas, cartas prescindibles y cartas inútiles.

Por su parte, Bonnie y Bill parecían dudar si cruzar o no. Finalmente se deciden a hacerlo a la par. La cosa parece que va bien hasta que Bonnie se impacienta y decide apurar el paso tirando de Bill. El puente tiembla bajo sus pies a su paso y algo parece chapotear más abajo, en el foso. De pronto un enorme tentáculo se yergue sobre ambos lutines.

El tentáculo se cierne sobre la cintura de la reina de los lutines amenazándola con atraparla en un mortal abrazo. Si nada lo impide, todo apunta a que acabará en el foso, seguramente en las fauces de aquel horrible ser.

Otro tentáculo aparece por el otro lado del puente. ¡Sálvese quien pueda!

Aunque la reina de los lutines lo intenta, no consigue zafarse del mortal abrazo del tentáculo. Impotente ante la fuerza descomunal del monstruo del foso, es zarandeada cual muñeca de trapo. A sus pies, en el foso, sobresaliendo del agua negra y pestilente, ve cual será su destino si no consigue zafarse rápidamente de su presa, pues allí abajo hay una boca gigantesca, cual hoyo de golf, llena de dientes esperándole. La cena está servida.

-Maldición- dijo Bill al ver como aquella cosa agarraba a Bonnie. Sabía que no podía ser tan fácil cruzar ese puente.

Vió otro tentáculo alzarse cerca de donde estaban y apretó con fuerza el hazadón que llevaba al hombro con la intención de defender a su acompañante.

Con un ligero destello en la esquina de sus gafas, Batracius había entrado en modo Organizatio Máximum. Sus manos se movían a velocidad sobrenatural y las cartas casi parecía que se organizaban solas.

La pila de cartas que había extraído del buzón era inmensa, pero en apenas un santiamén la tuvo organizada. De hecho, fue tan rápido que sus dos compañeros apenas habían cruzado la mitad del puente levadizo. También es verdad que con lo que se lo habían pensado y lo lentos que caminaban al pararse constantemente a discutir, esto tampoco era una hazaña muy especial.

Batracius los observaba discutir con una leve sonrisilla condescendiente cuando, de improviso, un tentáculo surgió del foso y con una velocidad endiablada se enroscó alrededor de Bonnie, que estaba llegando al tramo final del puente. Justo después, otro tentáculo empezaba a asomarse por el otro lado del puente, amenazándo la posición de Bill.

Maldición...

Batracius bajó la vista y miró fijamente sus manos.

No queda otra...

Batracius elevó sus manos hacia el tentáculo que sostenía a una Bonnie berreante e histérica. Enfocó su mente. Cuando vio claro el momento, lanzó un pulso telekinético, con la esperanza de que sirviera de ayuda a la desquiciante lutín, porque nadie merecía morir masticado así.

-Ohhhh ¡Auxilio!- comienzo a gritar como una loca desaforada mientras una inminente sensación me embriaga. Si, eran mis nervios y lo que pasaba cuando entraba en estado de tensión era muy gracioso. 

-Arghhh... Arghhhh- las arcadas resonaban en el recinto, estaba claro que una vomitona de arco iris se aproximaba de forma inminente. - ¡No! Arghh.... Arghhh... - otras arcadas más hasta que finalmente un aroma a fresa, frutilla y vainilla se expande sutilmente como si se tratara de un exquisito perfume, no sólo eso, la viscosa sustancia surge de forma espesa y colorida, cubriendo todo alrededor creando un escenario muy fantasioso y tierno. 

No podía parar de vomitar compulsivamente, a medida que los nervios iban en aumento más sustancia surgía de mi boca y maldecía en aquel momento a mis intentos de querer ser bella bebiendo pociones indebidas. No podía ser bella como las princesas, parecía un sapo aplastado y mis sueños se consumieron ante la desdicha de crear algo tan cursi como embarazoso para mi.

¿Aparte de vomitar haces algo por liberarte?

Notas que el férreo abrazo del tentáculo ha perdido intensidad. 

Con todo,  no parece fácil liberarse por la fuerza.