Partida Rol por web

La Torre de Rudesindus, hogar del poderoso mago del mismo nombre. Rudesindus el rojo, Rudesindus el magnífico,...muchos son los sobrenombres con los que se le conode desde estas tierras y hasta más allá de los confines del mundo conocido. Dícese de él que venció a un Dragón con solo pronunciar una palabra y en los reinos del norte, sus habitantes tiemblan con solo oír su nombre.

Y vosotros estáis aquí para servirle.

Os encontráis en una sala amplia, con las paredes de piedra. Maravillados y por qué no decirlo, un tanto desorientados desde que aparecisteis en la oscuridad, dentro de aquel cofre. ¿Que qué cofre? Aquel que hay al otro lado de la habitación, apoyado contra la pared. No sin gran esfuerzo, conseguisteis abrir la pesada tapa que cayó contra la pared causando gran estruendo. En aquella habitación, en la penumbra, visteis a otro lutín. Sobre una mesa situada al otro extremo de la habitación tenía preparados ocho pergaminos; ocho contratos, uno por cada uno de vosotros. La mesa se encontraba iluminada por un candelabro, la única fuente de luz de la estancia.

-Bienvenidos a la Torre de Rudesindus. ¡Venga, rápido!¡Que no tengo todo el día!-dijo el lutín impacientemente haciendo una seña para que os acerquéis a la mesa.

Desorientados salisteis del baúl y os acercasteis a la mesa que os quedaba bastante alta. Tuvisteis que encaramaros para poder observar el pergamino.

-Ese es el contato ¿Que qué contrato?¡Vuestro contrato de prestación de servicios!¿Para qué pensáis que estáis aquí? Cubrid los huecos y firmad al pie. Con sangre ¿eh? Y nada de tonterías, que tengo muchas cosas que hacer.

El lutin daba vueltas a vuestro alrededor mientras intentabais comprender lo que sucedía.

-¡Vamos!, ¡Vamos!¿A qué viene tanto leer? Solo tenéis que cubrir los huecos y firmar ¡Firmad!, ¡firmad!...y por duplicado ¿eh? Y no me pongáis esa cara; si no os gusta, por mí no hay problema. Os vuelvo a mandar de vuelta al infierno y me busco otro lutín.

Fuisteis cubriendo los huecos bajo la atenta mirada de Gobblop que iba de uno a otro asegurándose de que lo hacíais bien.

-¡Así!, ¡listo!, ¡venga...otro!

Cuando tuvo recogidos todos los contratos soltó un pergamino más. Este era más grande y venía enrollado y atado con una cinta de color rojo.

-Estas son vuetras tareas para el día de hoy. Más os vale hacerlas bien porque estáis a prueba. Tendréis también un mapa que os ayudará a orientaros por la torre. ¿Queréis un consejo? Limitaos a hacer lo que se os pide; no toquéis nada más, no entréis en ninguna otra habitación y no hagáis nada más que lo que se os ordena ¡Y rápido! Lord Rudesindus regresa esta noche y querrá ver que todo esté en orden a su llegada. Por cierto, yo soy un lutín como vosotros. Me llamo Gobblop, pero estoy muy ocupado así que no me llaméis, no me busquéis y sobre todo, ¡no me molestéis!

Dicho esto, Gobblop se fue de la habitación atravesando la única puerta de la habitación y giró a la derecha, perdiéndose de vista.
 

Clack, clock, clack, clock. Resuenan las pezuñas con que terminan las patas de carnero contra el duro suelo, del lutín barrigudo y forzudo cíclope, cuando este se acerca para examinar el pergamino de lazo rojo.

-A verrr que tarrreas tenemos parrra hoy.

Dijo mientras daba un vistazo a los planos de la torre con su único y grande ojo amarillento.

habla solo...

-Globo malo, gordo, feo...

-matalo...

-no, nos dieron una tarea, debemos cumplir o volveremos al infierno caluroso, feo, caluroso...

se fija que dice el pergamino...

- ¡Siiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Al fin puedo ver la luz y dejar de oler estos fétidos cuerpos de lutines que no ven el agua en siglos! ¡Son todos un verdadero asco y jamás estarán a mi altura! - afirmo con cierto tinte altanero y desafiante mientras doy un pequeño salto del Baúl tapando mi verdosa nariz impregnada de aquellos olores nauseabundos propios del encierro y de tanto lutín suelto de tripa. 

Al acercarme escucho sobre un contrato, tareas y no sé que más, es difícil memorizar algo cuando somos muchos y la distracción es muy aplicable a estos contextos. Lo importante era cumplir, servir, cumplir y servir... Pero yo quería mi premio porque no me gusta trabajar sin una recompensa, es insalubre y malsano. -Malditos Lutines, ellos debería hacer todo y yo mirarlos desde las alturas. No comprendo como pueden mezclarme con ellos como si todos fuéramos iguales. - bufo entre dientes cuando tengo el contrato en mi mano y observo de reojo a mis compañeros.

- No sé preocupe gordiflón digooo cosa horrible, digoooo eso... Que cumpliré con todo. Adiós y no regrese más, que el averno lo consuma en sus llamas, digoo que el camino sea bueno. - voy despidiéndome de esa cosa gorda mientras le dedico una mirada de decepción a mis compañeros ya que balbucen y no saben hablar. 

Las volutas de fuego se alzaban hasta el techo abovedado del infierno y los demonios danzaban sobre los cráneos de las los pecadores, las almas en pena gimotean (otra vez como es de costumbre), en definitiva otro día aburrido y simplón en el averno… hasta que…

En un abrir y cerrar de ojos Zalakatunga es invocado por magia oscura, es secuestrado de sus quehaceres abismales y llevado a quien sabe dónde. Pobre de él que jamás volvería a ver aquel sitio de flamas eternas y tormento sin igual. ¡En definitiva era el mejor día de su impía existencia!

Grrrrlblbblgrlblbl…. (prrrr….!!) ggrrrrblblblb… ¡ - mascullo, gimió en su vertiginosa trasportación instantánea hasta la caja de donde salió para firmar aquel pergamino maldito, y en el trayecto –como en el viaje – expulso varios gases y sonrió satisfecho.

Ante la impaciencia de Gobbloludo (o como se llame, a quien le importa!) Zala (de ahora en mas llamémoslo así, todo sabemos lo difícil que es pronunciar nombres de estos pequeños lutines) lleno los huecos – y volvió a expulsar gases – con  lo primero que llegaba a su cabeza (si, todo menos helado de crema) para luego firmar con sangre.

Entonces llegó la primera tarea dentro de un pergamino. Dos lutines mas se acercan a otear el escrito pero Zala  se mete en el medio de los dos y empuja para pasar y leer. – Grrr blblblrsss…psss lkasdjfiopjscoahuc (¡Un momento! Hay que traducir) Heyy zafarratrozos dejen pazarr que el gran Zalakpunga viene…¿Ziiii? – y como quien no quiere, Zala bolsillea a sus compañeros recién llegados….

- Buenos días compañeros. Soy Algorímedes, del dominio del Polvo. Soy nuevo por aquí, y creo que vosotros también, ¿no es así? Creo que este tipo Zala-como-se-llame debe saber qué tenemos que hacer.

-¡Pero qué co-...!-

De un momento a otro el ritual de iniciación en la Orden Secundaria Infernal No-oficial de Frutomancia se vio interrumpido por un estruendo y la desaparición de uno de los participantes, pero a nadie pareció importarle y en el infierno se continuó con las ceremonia como si nada hubiera pasado.

Mientras tanto, en un lugar muy lejano de ahí, nuestro héroe Danya Resphar, era despertado por un agudo olor a flatulencia, muy parecido al azufre del inframundo, pero impregnado de cebollas y huevos cocidos de la mañana de ese día. Todos -o la mayoría- de los otros lutines habían abandonado la improvisada prisión en la que habían aparecido; pero el desconcertado Resphar seguía sin comprender en su totalidad la extraña situación. En una mesa cercana vio a un lutín regordete hablar de un contrato y nosequemás, y de inmediato todos se apretujaban frente a el. 

-¿Ha llegado el día? ¿Fueron mis plegarias escuchadas?- se repetía a si mismo cuando le pasaron un contrato en el que se le prometía cumplir su más grande ambición de convertirse en el amo y señor de una legión de gloriosos y relucientes gnomos de jardín.

Entonces escuchó algo que le hizo ignorar que alguien había toqueteado sus inexistentes bolsillos, una voz que le llamaba dentro del cofre...

Batracius, que hasta hacía unos momentos había estado sentadito en su sofá de las Bibliotecas Infernales, tomándose su té de magma volcánico, se encontró sentado, pero en el aire, en un baúl en una torre desconocida.

Cuando la gravedad (ramera despiadada) devolvió el cuerpo de Batracius a un estado de sintonía con el plano actual, este se dió un batacazo de campeonato. Su té no se encontraba tampoco en las cercanías. No hablemos siquiera de unas pastas...

Gruñendo descontento se levantó y trepó fuera del cofre. Avanzó hasta la mesa donde esa escoria de Gobblop les hizo firmar el contrato.

En fin, el lado bueno es que esta vez sólo han tardado 10 años en revisar mi currículum... Normalmente la burocracia infernal llevaba incluso más tiempo. Hubo una vez que le teleportaron a una torre para que la que había presentado su candidatura hacía al menos 200 años. El mago original y los libros que esperaba obtener como recompensa ni siquiera estaban allí ya para cuando llegó.

Varios de sus compañeros cogieron el pergamino con la lista de tareas y empezaron a ojearlo y manosearlo patosamente. Él se acerco a estos por detrás y carraspeó un poco para hacerse notar.

¡Ejem! -Continuó cuando tuvo un mínimo de su atención- Batracius Pondwell, bibliotecónomo y archivista del 2º Círculo. Si no os importa, agradecería que se me dejase a mí todo lo relacionado con libros y documentos. En otras palabras, quitad vuestras grasientas manos de ese pergamino, que váis a correr la tinta...

Dicho esto, tendió su mano palmípeda esperando recibir el pergamino para recitarlo en alto.

-¡Hic!- fue el primer sonido que salió de la boca e Bill. La noche anterior había estado probando los destilados de su buen amigo Rufus Aguafuego y se le había ido un poco de las manos.

Después de un gran destello de luz todo fue oscuridad, miró hacia arriba y vió el lejano techo. ¡Estaba dentro de un cofre!. Eso solamente podía significar una cosa: un mago había requerido sus servicios.

Escuchó voces que llegaban desde el exterior y alcanzó a oir, mientras trataba de pasar su barriga por el borde del cofre, como un lutín, parentemente, el asistente del hechicero les mostraba unos papeles sobre una mesa.

Se encaminó hacia allí tan rápido como pudo, haciendo alguna que otra ese. ¡Por todos los infienos, como se movía aquel suelo!

Cuando finalmente alcanzó al grupo, el lutín que había estado hablando abandonaba la sala. Al parecer tendrían que pasar un periodo de prueba para entrar al servicio del mago.

Firmó su contrato y se acercó al grupo que tenía la lista de tareas pendientes del día.

-Vamos, dejadme paso- dijo señalando su barriga -Esto no pasa por cualquier sitio, JA JA JA JA-.

El cíclope, dio un par de vueltas sobre sí, poniendo el documento lejos de las manos que se le acercaban mientras leía con su ojos amarillento el contenido del documento. Una vez leído, y cansado de las manos mendigas y pringosas, la pasó a la que parecía menos molesta, la mano palmeada.

Luego se apartó para recostar su ancha espalda contra la pata de la mesa para estudiar los caretos de las nuevas molestias con las que tendría que lidiar.

De pronto la habitación se convierte en un caos. Una competición por ver quién es el que coge el pergamino. Parece que va a ser Truxky el afortunado, pero justo cuando lo va a coger, Zala se le escurre entre las piernas rápidamente y lo coge. Todos os arremolináis entorno a él mientras desenrrolla el pergamino.

Éste se encuentra escrita con una letra pulcra pero diminuta, que en realidad no acertáis a saber si es de Gobblop o del propio Rudesindus. El forcejeo por poder acercarse a leer continúa, aunque Bonnie y Trunxky no tienen mucho problema para verlo desde segunda fila gracias a su altura, superior a la del resto de sus compañeros.

El pergamino habla de un mapa pero ¿qué mapa? Allí no hay ningún mapa.

Que sucedió en medio y como llegó el pergamino a las manos de Zalakafrufa (Ese nombre no se lo esperaba…he! He!) es todo un misterio. Algunos demonologos apuntarían a sus habilidades sobre las posesiones ajenas, otros sin embargo objetarían por la estupidez, pero en realidad  no importa.

¡Hastrazz, atrhazz! Que no dejan espashio pa´ respirah y leerrrr.. ¿Mmmm a ver cómo era eso de leer? ¡Matila! ¿Donde están mis lentillas? – responde el infernal lutin disfrazado de dragón rojo (Bueno, ese asunto del disfraz corresponde al momento de su “abducción” por seres del mas allá durante el “Casual day”) tras expulsar otro gas.

En cuanto leyó algo sobre las ratas Zalakapunga arrojo el pergamino hacia las fauces de sus desahuciados compañeros y se dirigió al armario donde guardaban los venenos y las tramperas. - ¡Rataz! ¡Rataz! Odio ezos bichozz pero ke bien saben con algo de mostaza… ¡yum! ¡Yum! – Con algo de esperanza tal vez en el armario encontraría un lanzallamas o un gato.

Negando con la cabeza ante la infamia de aquellos plebeyos que osan en doblegarse a mi poder, doy un salto para subirme al baúl y hablar desde las alturas, como toda reina que dirige un pueblo. 

- ¡Paren! Les ordeno que me entreguen el pergamino,  soy su reina... Por lo tanto me deben respeto y otros favores oscuros, digooo, su lealtad. Dejen de comportarse como bestias descarriadas y unanse al poder de Bonnie con todo lo que ello implique. - expreso poniéndome de puntillas manifestando ese toque de reina maltratada por la lepra ya que de linda no tenía ni la sombra. 

A pesar de lo rústica que podía ser, llevaba aquel vestido de princesa muy parecido a un trapo de cocina aunque para mi era mi atuendo de gala. Como era de esperar, el poder requiere de una gran responsabilidad y como todo una consecuencia física. Pues en mi caso, los nervios comenzaban a sofocarme y solo tendría un resultado,  no serían gases de mi trasero ya que la flatulencias no es lo mío. Era algo tan cursi y tierno al punto de que un unicornio moriría de verlo.

Vomitaba arco iris a granel ante una situacion caótico/nerviosa/ horrenda/ estupida e insensata. Aquel acto reflejo me dejaba tonta por un rato hasta que un golpe bien dado (si es garrote mejor) me devuelva a la realidad. Eso me pasa por beber pociones para ser bella y así quedé,  peor que un lampazo con arrogancia y fealdad. Con estilo claro. 

Y como mis súbditos se descojonaban luchando por aquel trozo de papel y mis palabras solo eran ecos en el espacio sideral, una vomitona comenzó a surgir desde mi interior hasta que salió definitivamente.  Una multitud de colores en forma de arco iris decoraron el oscuro lugar mientras que mis ojos se ponían en blanco y mi consciencia se iba al retrete. 

-Yogfgggff guaadddftrj puedhdjdjs ebwka - intento decir algo pero tarde era. La reina de los lutines había caído de su poder desbordada por la insolencia ajena. ¡Morir insensatos! ¡Morir!

Desde su altura, Trunxky miró a su alrededor, viendo el caos que representaba la manada de lutines. Hummm. Su vena de artificiero se iba adueñando del lutin, no podía vivir con ese desorden. antes de nada pilló a Zala por la capa, para que no se largara y atendiera.

-Hay mucho porrr hacerrr.- Empezó con su voz ronca y cavernosa.- Si querrremos cumplirrr con nuestrrro trrrato, debemos orrrganizarrrnos. Dividámonos en grrrupos parrrejos. Dos grrrupos, en el que cada uno sea capaz de hacerrr algunos trrrabajos. 

Mirando a Bonnie atontada, en todo su tamaño, la bajó del arcón para espabilarla.

-Esa y yo estarrremos en grrrupos separrrados. Parrra que cada grrrupo tenga alguien grrrande, porrr si hace falta. Algorrrímides y Batrrracius también deberrrían irrr separrrados, parrrecen listos. Danya un lutin del fuego, si tenemos otrrro lutin de fuego, estarrría bien separrrarrrlos; parrra que cada grrrupo cuente con un enciende fuegos.

Levanto sus manos gordezuelas nombrando los miembros de los dos grupos.

-Yo, Batrrracius, Danya porrr un lado y Bonnie, Algorrrímides porrr el otrrro.- Dijo mirando a Zala, Gollum y a Bill.-Distrrribuirrros.

-¡Ey, ojito! Si buscas un lutín que maneje el fuego como nadie, yo soy tu hombre- dijo Bill señalándose con el pulgar. -Pero ten una cosa clara, amigo: tú no eres el jefe, así que menos mandar y más trabajar.-

Dicho esto cruzó sus robustos y cortos brazos sobre el pecho.

Haciendo oídos sordos a la provocación, levantó otro dedo de la mano donde contaba el otro grupo de lutines en el que no estaba.

-Yo, Batrrracius, Danya porrr un lado y Bonnie, Algorrrímedes, Bill.- Mirando con su abultado ojo bajo la espesa ceja a Gollum y a Zala.- ¿Y bien?

Dividirse en grupos es obviamente lo más eficaz, compañero ciclópeo -afirmó Batracius intentando ser mínimamente cortés-, pero para ordenar la correspondencia, tarea de la que debería encargarme yo dadas mis capacidades, no considero que necesite ayuda. -dijo con tremenda soberbia, estropeando la cortesía previamente mostrada.

El resto de menesteres sí podrían necesitar de colaboración entre varios de vosotros.

Unos colmillos amarillentos asomaron por entre los labios del cíclope, en una dantesca parodia de una sonrisa.

-Dudo que tengas la correspondencia aguardando en una mesita... estamos en la torre de un mago... lo más seguro es que esté por cualquier parte, y eso significará moverse arriba y abajo, con los peligros que puedan representar los distintos habitantes de la torre, o las defensas de la misma.-Y entrecerrando un poco el ojo añade.- Y de paso ayudas al resto con otras cosas.

No creo que ir arriba y abajo suponga un problema -contestó Batracius, señalándose a las ancas y dando un par de saltitos demostrativos- yo más bien me preocuparía de tu falta de... percepción de profundidad... ya sabes, hay trampas y todo eso -añadió con una sonrisilla malévola.

Además, he venido aquí a hacer mi trabajo, y eso se limita a material escrito. ¡Ayudar!, hmph, ¿no pretenderás que me ponga a hacer un estofado o a picar piedra para el escalón? -rebufó con soberbia.