Partida Rol por web

Competición de Bardos

Esta es la historia:

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19/06/2017, 12:03
Directora

Aquella noche la posada estaba a rebosar. No hubiera cabido un alfiler ni por un descuido y eso que aquella era una de las posadas más grandes que habíais visto en mucho tiempo.

El público era tan variopinto que prácticamente cualquier raza en la que pensarais estaba presente, pues incluso aquellas criaturas catalogadas como peligrosas en todos los lugares del mundo habían sido aceptadas en aquel evento que sin duda marcaría un antes y un después en la historia de aquel lugar.

Una humana pelirroja salió al escenario, mientras vosotros esperabais en la mesa más cercana a éste esperando vuestro turno.

Por parte del público se escucharon vítores, silbidos, gritos e incluso algún "quítatelo todo" a lo que sonó después a lluvia de golpes por alguna parte.

- ¡Buenas noches! - Dijo la mujer sobre el escenario con una sonrisa. - Luego me desnudo, faltaría más. - Bromeó con el tema, pues había escuchado de sobra lo que la habían gritado, de todas maneras, siendo mitad bardo y mitad pirata, cosas más fuertes la habían dicho.

- Lo primero, presentaros al señor de estas tierras, que ha hecho posible realizar este evento - Señaló a un hombre y todas las cabezas de la posada se volvieron hacia él.

Era uno de esos hombres con dinero: bien vestidos, bien peinados y que seguro que se tiraban pedos que olían a rosas, pero vamos, a nadie le importaba demasiado. Ellos habían venido a ver a los bardos, no a quien financiaba aquella noche. A fin de cuentas, a las cervezas no es que invitara.

- William R. Gallman III. - Dijo la bardo presentándolo.

Como la gente no es que se entusiasmara demasiado, hizo sonar su laúd un segundo.

- O aplaudís o no empezamos ¿eh?

Aquello hizo que la gente reaccionara.

- Así me gusta. - Sonrió divertida. - Os voy a explicar como va a funcionar lo de esta noche. Cada bardo de los que participa en esta competición deberá seguir una historia que otro habrá comenzado a narrar. Se puntuará las mejores historias y bueno, puestas en escena, sin duda. - A esto sonrió con guasa. - Sin que sea necesario que se desnuden, por supuesto.

Se escuchó un "oooohhh" general en toda la sala ante aquel último comentario.

La bardo se adelantó en el escenario y tocó un par de veces su instrumento, antes de empezar a narrar una historia con la música que ella misma tocaba de fondo.

- En una aldea que podría haber sido cualquiera, nació un niño. No era un niño cualquiera, no, sino que era el niño con más mala suerte del mundo. En realidad, no sabían si lo que tenía era la peor de las suertes o la mejor, pues apenas con tres años le cayó encima un rayo y lo único que le hizo fue dejarle una fea cicatriz allí donde el rayo penetró en su piel y donde el rayo salió de su cuerpo.

Todo el mundo escuchaba expectante lo que la suave voz de la mujer decía.

- Ahora diréis, ¿qué tiene eso de mala suerte? - Le dio un poco de expectación al tema. - Pues que apenas tenía diez años cando otro rayo le alcanzó, aunque en aquella ocasión su piel se abrasó un poco más y le quedó una fea cicatriz en un hombro.

Había quien ponía cara de perplejidad, quienes se reían imaginando a aquel niño y quienes gritaban que eso no era posible.

- El caso es que para cuando el chico se convirtió en un muchacho apuesto, llevaba ya tres rayos y a sus diecisiete años, ninguna mujer de su aldea quería acercarse a él por el peligro que suponía tenerlo cerca. Era más, incluso sus padres paseaban poco a su lado temiendo que el cuarto rayo que pudiera caer les diera también a ellos.

La bardo puso cara y tono de tristeza y alguna mujer sollozó entre el público.

- ¡Pobre muchacho! - Gritó una mujer que sin duda debía tener al menos un par de hijos.

Dada la variedad de público, también gritó otra, aunque esta sin duda, con distintas intenciones.

- Por una moneda de plata puede venir a donde Mariela. ¡Me arriesgaría si es un hombrecillo apuesto como dices! - Se alzaron muchas risas y algún que otro comentario subido de todo sobre alguna de las maravillosas habilidades que parecía tener la Mariela en cuestión.

- Siendo así, un chico solitario, - continuó la bardo momentos después - llamémoslo Duncan, dejó atrás su hogar en busca de una vida mejor. Quería convertirse en alguien fuerte, alguien a quien no temieran acercarse y sobretodo, volver algún día a su hogar convertido en alguien a quien pudieran admirar.

La mujer dejó de tocar y agarró el laúd con una mano.

- Y esta es la historia que nos van a contar esta noche. Lo que sucedió una vez Duncan partió de su hogar. - Señaló a la mesa de los competidores de aquella noche. - Antes de comenzar la historia, los bardos se presentarán para que podáis conocerlos y luego, pasarán a narraros lo que ellos consideren oportuno.

Notas de juego

Cómo comenzamos:

Lo primero que vais a hacer los jugadores es ir a la escena "opciones" y ponerme una opción de cómo seguir la historia a partir de donde lo he dejado yo. Desde el momento en el que Duncan parte de la aldea. Tenéis tres días para mandar las opciones, de no hacerlo, se penaliza con un -5 a vuestras puntuaciones.

Una vez estén todas, se las pondré al que le haya tocado comenzar y tendrá que elegir una. Elegiré quién empieza a golpe de dado y de ahí, por orden alfabético.
 

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26/06/2017, 11:08
Azalea von Swintek

-Hola, soy Azalea von Swintek. Estoy encantada de participar en esta competición.
Es para mí un gran placer comenzar a narrar lo que aconteció al partir Duncan de su aldea natal.

-Caminando a unas horas de distancia de su aldea; observó desde lo lejos, sin ser descubierto,
que tres forajidos acababan de detener el carro de un solitario mercader, con la intención de saquearlo.
Salió del camino, y agachado para que no lo descubrieran, fue acercándose lentamente al lugar del suceso.
Mientras se acercaba, iba pensando cómo podría ayudar al mercader a salir con buen pie de este lance.
Pero estos pensamientos fueron en vano, porque el cuerpo sin vida del desafortunado mercader,
atravesado por una rápida y certera estocada, ya estaba siendo introducido dentro del carro;
y los forajidos, que cuando detuvieron el carro iban a pie, ya partían con éste.
Alejándose de la dirección en que se encontraba la aldea, a donde se dirigía inicialmente,
el carro tomó una pequeña desviación del camino un poco más adelante;
y Duncan fue siguiéndolo en la distancia para descubrir dónde se ocultarían estos forajidos.

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01/07/2017, 21:41
Brook Hagard

Brook aguardó unos instantes a que Azalea descendiera del escenario antes de ser él mismo quien subiera, aquel torneo de bardos estaba resultando interesante, continuar aquella historia era algo que lograba sacarle una sonrisa maliciosa. Un reto sin duda y con unos rivales que al parecer, estaban listos para demostrar sus capacidades aunque en ese caso, era una pena que fueran a subir justo después de él.

Aclarándose la garganta y calmando sus pensamientos, Brook sube al escenario completamente serio y en silencio, aún embozado en su capa mientras que con toda la calma del mundo, se asegura de quedar justo en el centro del escenario. Por un instante alza su mirada para observar al público, las mesas, sus rostros y hasta la competencia para luego, con una calma que podría poner de mal humor a la persona mas impaciente, él iba aflojando los nudos de su capa para quitársela y así, terminar haciendo de cuenta que la cuelga en un perchero invisible. No dudó en soltarla para mostrarle a todos como su capa realmente quedaba colgada en el aire, justo antes de tomar asiento en aquel taburete y entonces, sacar un maso de cartas de uno de los bolsillos de su pantalón.

-Brook Hagard es mi nombre y pueden llamarme ilusionista si así lo desean, porque en esta noche tendré el placer de sorprenderlos con esta historia en donde nuestro protagonista Duncan...-

Fueron sus palabras dichas con una sonrisa renovada, incluso en el momento en que mencionó a Duncan, no dudó en hacer una pausa para mostrar una de las cartas de aquella baraja, en donde estaba gravada la imagen de un joven y que de pronto, empezaba a moverse simulando un andar rápido.

-Sobretodo en la parte en donde él empieza a comprender que a veces, nosotros creamos nuestra propia suerte.-

Con un movimiento brusco lanzaba esa carta a sus propios pies, dejando que la misma explotara para cubrir el escenario en una nube de vapor, dejando que solo se percibiera la sombra de su silueta y que lentamente se iba deformando para empezar a tomar la misma forma que había en aquella carta, la de un joven avanzando, que caminaba agazapado siguiendo algo...

-Luego de haber sido testigo de aquel acto ruín, antes de lograr llegar a la primera aldea que debía cruzarse en su camino, se vio a si mismo haciendo algo que pocos realmente harían en aquella situación... Seguir a los bandidos, sin experiencia con las armas y maldito por su mala fortuna era una idea que su razón jamás habría permitido y sin embargo, allí estaba él, siguiendo el impulso de su instinto, avanzando a un lado del camino, buscando no ser descubierto con una idea en su mente... No pudo ayudar a ese mercader, pero tal vez si descubre en donde se esconden, pueda alertar a alguien para que aquello no se repitiera...-

A medida que Brook hablaba la sombra del joven Duncan iba avanzando por un bosque que iban formando otras sombras, se lo podía distinguir sortear algunos obstáculos e incluso esconderse en un par de ocasiones al tiempo que se empezaba a escuchar una suave melodía que replicaba en cada paso que daba aquella sombra. Pero el manto de vapor no tardó mucho mas en disiparse para mostrar de nuevo a Brook sentado en aquel taburete, sosteniendo otra carta en sus manos que retrataba un pequeño campamento.

-No pasó mas de una hora para que esos villanos llegaran a un campamento lejos del camino principal, en medio de un claro y sin mucho disimulo, aquellos hombres montaron varias tiendas e incluso, algunos se encontraban empezando a construir cabañas con los restos de los distintos pillajes que han realizado... Nuestro protagonista pudo verlos y conteniendo el aliento aún parecía que podía alejarse del lugar sin que notaran su presencia, aunque en ese instante fue cuando lo escucho.-

Por un momento el silencio volvía apoderarse de la sala mientras Brook describía aquel campamento, detalles que podrían ser innecesarios y sin embargo, dejando caer esa nueva carta su sonrisa se ensancho cuando al tocar el suelo, de esa carta salía un fuerte sonido, un trueno capaz de hacer vibrar el suelo mismo... En ese momento Brook se incorporó asintiendo.

-Tan centrado en no ser descubierto que no se percató de como las nubes fueron cubriendo el cielo, fue el sonido de aquel trueno, tan repentino como una daga en la noche, que le hizo darse cuenta del peligro que corría... Era el momento menos indicado para que le cayera encima un rayo ya que con ese trueno, él no dudaba de que iba a pasar y sin embargo, cuando se planteaba emprender la retirada, correr para intentar evitar lo que en el fondo sabía que nos se podía evitar, otro sonido llamó su atención frenándolo en seco...-

Una nueva carta se caía de la baraja y esta vez la nube de vapor volvía a cubrir el escenario, sombras caóticas formaban tiendas, otras mas pequeñas lograban simular figuras humanoides que entraban en una de esas tiendas, para luego, salir tirando de algo que podría interpretarse como una cuerda.

-El grito de una mujer, su vestido rojo como la sangre estaba rasgado, sucio con lodo mientras era arrastrada con unas cuerdas... Las risas de los maleantes mostraban como se divertían atormentándola, tirando de ella para obligarla a caer, dejando que se levantara solo para hacer lo mismo... Pero otro trueno le recordó a Duncan su propios problemas, sobretodo cuando el mismo vino acompañado por un rayo que no dudó en partir un árbol cercano a donde se encontraba.-

El vapor se disipaba de golpe con un nuevo trueno que lograba ser incluso mas fuerte que el anterior, volviendo a aparecer Brook mientras sostenía una carta mas en su mano, una que se encontraba ardiendo con una llama azul.

-¿Que hubieran hecho ustedes? Una mujer en apuros, esperando por un destino peor que la muerte... Ustedes desarmados, sin haber estado ni en una sola pelea de taberna en toda vuestra vida mientras que sobre sus cabezas, la certeza de que algo muy malo les va a caer encima... Estoy seguro que mucho habrían salido corriendo, pero no nuestro Duncan.-

En ese instante Brook no dudó hacer desaparecer las cartas de su baraja para luego alzar ambas manos y empezar a aplaudir, dejando que con cada palmada otros sonidos surgieran, usando su propia magia para ir cambiando la percepción de sus palmadas. Darle a ese momento un poco mas de vida mientras se dispuso a continuar con aquella narración.

-Contra toda razón Duncan empezó a correr hacia el campamento, al corazón del mismo gritando para atraer la atención de los bandidos, sin estar seguro de lo que podría hacer luego, solo correr hacia el peligro mismo cuando de pronto... Con los truenos empezaron a caer rayos una y otra vez, siempre aterrizando con fuerza demasiado cerca suyo como si lo estuvieran persiguiendo... Un espectáculo digno de ver sin duda.-

Bajando sus manos de golpe el vapor nuevamente cubría el escenario al tiempo que la melodía se mantenía presente, Brook dejaba que el público viera su figura danzar al tiempo que  diferentes destellos empezaban a surgir, simulando la carrera de Ducan esquivando la ira del cielo por mera casualidad.

-Duncan realmente no planeo usar su mala suerte a su favor, fue su propio instinto lo que le impulsó a esa carrera y sin embargo, el resultado que tuvo no fue del todo lo esperado... Si tomó por sorpresa a los bandidos que dejaron de atormentar a esa pobre mujer, solo para ver anonadados a un loco correr hacia ellos, gritando y sacudiendo sus brazos al tiempo que una tormenta dejaba caer un rayo tras otro a su paso... Directamente hacia ellos.-

Y de pronto, el silencio se apoderó de nuevo del escenario, mostrando a Brook con su capa descansando ya sobre sus hombros y sin dudarlo, realizando una elegante reverencia hacia el público... Puede que abusar de la magia no fuera lo mas justo, pero era la magia su instrumento y en ese instante, era hora de terminar con su parte en aquella ronda.

-Pero explicar lo que pasó en ese instante ya no recae en mí, sino a la pobre alma que viene tras de mi.-

Fueron las palabras finales de Brook que no dudó en incorporarse y bajar del escenario esperando haber causado la impresión deseada, incluso dedicándole un guiño a una de las mesoneras antes de tomar asiento en su lugar y pedir una cerveza para refrescar su garganta al igual que para enfriar un poco su cuerpo.

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07/07/2017, 19:27
Guturuk Cantosko

Después de intentar vacilar a Brook cuando se acercó a la barra, Guturuk se dió cuenta de que la organizadora le hacía señas frenéticamente. ¡Le tocaba a él!

¡JA! -exclamó Guturuk antes de subirse raudo al escenario.

¡A ver gentuza! ¿¡Eztáiz preparadoz para la impactante continuación de ezta hiztoria!?

¡Siiiii! -gritaron desde el público.

¿¡QUERÉIZ ZANGRE!? -dijo Guturuk viniéndose arriba, mientras agitaba los brazos jaleando al personal.

De entre el público salió algún que otro SI bastante sonoro, procedente de los más burricalvos del lugar, pero en su mayor parte la reacción general fue un "Eeehhh..." denotando la confusión de la audiencia.

Guturuk quedó decepcionado ante esto, pero sin dejarse desanimar, descolgó de su espalda su flameante hachatarra (un híbrido hacha-guitarra, popular entre los bardos orcos).

Bueno, ¡que me da igual zi queréiz o no! Zangre va a haber. ¡Allé voy! -gritó antes de comenzar a tocar un trepidante sólo de hachatarra.

Con el ritmo ya cogido y el público atrapado en la melodía, Guturuk empezó a cantar gritar.

Duncan corría como el viento,

un rayo caía con cada aliento,

y a la dama aún atada,

con cada pazo máz cerca eztaba.

Uno de aquelloz hombrez ruínez

intentó placar al mozo

pero un rayo zúbito

lo dejó hecho un deztrozo.

Otro de elloz máz grandullón

quizo ponerze en medio

pero el rayo que le cayó

le hundió en el zuelo un metro.

Mientraz Duncan lo ezquivaba,

otro la ezpada zacaba

pero no era eza maniobra

dezde luego la máz indicada.

La electricidad del ziguiente rayo

recorrió la hoja de zu ezpada

también zu brazo, zu ezternón,

y finalmente le paró el corazón,

¡vaya fallo!

El último ladrón huyó,

dezde luego el máz zenzato,

pero otro rayo cayó

al bandido electrocutó

y en el zuelo quedó temblando un rato.

Guturuk relajó la trepidante música a una tonadilla más pausada, para continuar el relato en algo más parecido a la prosa.

De entre el público se levantó un hombre con gafas que dijo: Has repetido rayo hasta la saciedad, deberías usar más sinónimos...

¡Zu cabeza voy a uzar para reventar la barra! ¡Cálleze! -le respondió Guturuk.
El hombre volvió a sentarse apresuradamente y Guturuk continuó con el relato.

Cuando el último bandido cayó muerto matao, loz... "relámpagoz" -dijo con retintín- cezaron milagrozamente y Duncan ze encontró a zolaz, cara a cara, con la hermoza dama de rojo. Zu pelambrera negro azabache brillaba con tonoz rojizoz.
-Graciaz, valerozo dezconocido -interpretó Guturuk poniendo una horrenda voz de falsete- Ezo ha zido imprezionante... ¿podríaz dezatarme?
Duncan azintió, mudo ante la belleza de la moza, y traz traztabillar un poco empezó a cortar la zoga que retenía a la hembra con una de laz espadaz de loz bandidoz.
Mientraz tanto, la moza continuó hablando.

-Me llamo Zoia... ¿ezoz rayoz loz controlabaz tú?
Duncan negó con la cabeza.
-¿Entoncez no zoiz mago?

Negación de nuevo.
-Y zin embargo loz rayoz parecían ayudaroz, golpeando allí donde hacía falta... quizáz podáiz controlar laz tormentaz de forma innata... Yo... yo zoy zacerdotiza de fuego. Zoy capaz de moldear laz llamaz a voluntad e incluzo de crearlaz.
Loz ojoz de Duncan ze abrieron como platoz.

-Ez una magia poderoza, zí, pero miz poderez zon nuloz en nochez tormentozaz como ezta... por ezo me veía en ezta tezitura.

Duncan azentía a todo lo que le eztaban contando, anonadado. Nunca había conocido a nadie de fuera del pueblo zalvo algún mercader, y ahora tenía a una maga delante.
-En mi templo no podremoz ayudarte a controlar los rayoz, pero quizá zí podamoz indicarte a dónde ir... ¿Vendráz conmigo? -Guturuk remarcó esta última pregunta.

Aghjuá, ¡jum! ¡Joder! -Guturuk carraspeó tras forzar tanto rato el grotesco falsete.
Miró a la organizadora y gritó:
¡ZIGUIENTE!

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15/07/2017, 11:32
Helenta de Garmondia

Me muevo con exasperante lentitud hasta el escenario. Siempre hay que alargar el inicio, eso es algo que aprendí cuando cobraba por horas. Sí, contando historias también se puede cobrar por horas.

-Desearía que mis huesos estuviesen menos desgastados y mis músculos fueran más vigoroso para así poder hacer una reverencia ante mi público. Más la edad me impide cualquier tipo de inclinación. Así que daros por saludados.-

Arrastro una silla y me siento en ella. Desplazo la mirada buscando a los más impresionables. Esos serán los que habré de señalar si la atención decae

-Mi nombre es Helenta de Garmondia. Es posible que me conozcais, pues soy una leyenda en el mundo de los cuentacuentos. Pero si no me conoceis, tampoco habéis de extrañaros, pues eran mi público los más nobles y adinerados. Yo no hago trucos ni toco instrumentos musicales, lamentablemente sólo narro. Veamos... ¿dónde lo habíamos dejado?...- miro al techo fingiendo una falta de memoria que no padezco pero que queda bien con mi imagen -¡Ya recuerdo! Nuestro joven héroe había conseguido salvar a la hermosa maga y ella le había hecho una propuesta ¿Cómo no habría de aceptarla cuando la joven tenía semejantes razones? El muchacho dijo que sí, claro, porque todos sabemos que tiran más dos buenas razones que un par de bueyes de arar. Y en este caso, también influyó la pena "El vestido de la chica, rasgado aquí y allá..." pensó el muchacho  "...seguro que la hacía objeto de indeseadas atenciones. Mejor la acompaño". -

Carraspeo un poco antes de seguir

-El chico y la maga recogieron cosas útiles de entre aquellas que los ladrones habían dejado, entre otras, el carro del mercader. Y con él se encaminaron en la dirección que Soia le había dicho-

Ni idea de si la maga se llamaba Soia o Zoia. ¡A saber qué había dicho el orco ese! Pero si alguien me dice algo, alegaré problemas de sordera.

-Dado que el viaje había de ser largo, tomaron una ruta que cruzaba pueblos en los que poder dormir. Durante el camino, la maga iba mostrando a su salvador sus habilidades con las manos. Ciertamente la chica era ducha en ese arte. A Duncan no le cabía duda que debía haber ganado grandes admiradores con sus aptitudes, puesto que a él le tuvo todo el camino en un estado permanente de expectación y excitación. Ya caída la tarde entraron a un pueblo. Extrañamente no había niños correteando por las calles ni grupos de mujeres ancianas sentadas en corro comentando la vida del lugar. Pese a lo raro de la situación, intentaron encontrar un sitio donde pasar la noche. Les serviría un mullido pajar o una bien ventilada cuadra. Preguntaron a la primera persona que se encontraron, que resultó ser un labrador que volvía hacia su casa. Asustado y con los ojos como ruedas de carreta, preguntó:

-¿Pero no habéis oído lo del dragón? Debéis esconderos rápido, pronto volverá. Toda nuestra comida le dimos para su satisfacción y pese a eso no está contento y vendrá a por más sustento.-

-Duncan quiso marchar pero la pelirroja de escasa ropa, le rogó para que intentaran ayudar a aquella gente. Así que nuestro Heroe Por Azar, se encontró en medio de la plaza del pueblo aguardando a que volviese la bestia. Y ésta no tardó demasiado. Su apariencia extraño a nuestro pueblerino,  pues era diferente a lo que las leyendas narraban. El monstruo tenía el pecho lleno de escamas pero no tenía alas y sí unos brazos diminutos. Además lucía un enorme bigote y algunos mechones de pelo aparecían en su cabeza y espalda. En cambio, en la cola lucía una espesa crin.-

 -Es un dragón de b[B]arro- le explicó Soia -Aunque son muy caprichosos, no suelen ser bravos. Hemos sido afortunados- [/B]

-Duncan se dirigió al dragon:

-Por piedad, ¿qué podríamos hacer para que dejaras a este pueblo en paz? Intentemos llegar a un acuerdo, ya casi no les queda sustento. Algo habrá en lo que tengas interés, quizas lo puedas obtener.-

-El dragón miró al insignificante humano.  Y luego a la llamativa mujer con mucha piel al descubierto y un largo, sedoso y liso pelo de fuego.

-Cepillármela. Eso es lo que anhelo. Alguna vez, solo, lo intento, pero lograrlo no suelo. Ansío tanto unos dedos ajenos para esa tarea. ¡Mira mis diminutas y torpes manos! Con esto no puedo hacer una buena faena. Con suavidad al principio, para vencer las resistencias y, luego energía y brío. Una vez que sea más fácil, ¡olvidarse la paciencia!-

La chica sonrió y afirmó ¡Probemos!. Así que Duncan se encogió de hombros y se dispuso a ayudar. El dragón extrañado preguntó 

-Muchacho ¿tú piensas apuntarte? No suponía que tuvieras conocimiento en tales artes. Tu apariencia no es la de alguien con semejante experiencia-

Pero el valiente muchacho, ni lo dudó

-Lo cierto es que la tienes enorme. No creo que mi amiga sola, pueda finalizar tan hercúlea tarea. Asi que me dispongo a ayudar en la faena y juntos te cepillaremos la cola.-

-Y así se pusieron ambos, el chico y la maga a cepillar la larga y frondosa crin, con ímpetu al principio para quitar enredones y con suavidad después. Cuando ya habían terminado el trabajo, la maga, extrajo un gran cuchillo que escondido llevaba. Y con un gracil y certero movimiento, atravesó una parte blanda de la piel del distraído dragón, causándole la muerte

-¿Por qué has hecho eso?- preguntó inquieto Duncan -Habíamos hecho un trato. Matándolo, lo incumples-

-¿Acaso crees que no comería más? Dejaría este pueblo y a otro iría, no se puede tener piedad-

Miro a mi alrededor intentando averiguar si el relato ha gustado, pero mi vista no es la que era y los rostros apenas son borrosas manchas.

Me levanto con parsimonia para dar paso al siguiente.

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20/07/2017, 09:50
Itzala el Bardo

Itzala el elfo había tratado de ignorar los rebuznos humanos e infrahumanos en el escenario, pero había sido imposible. Y la cerveza y los licores humanos no le conseguían abotargar lo suficiente. Pero por fin le tocaría a él, por fin tendrían una obra de interpretación apropiada a la más digna y noble de las artes. La que el producía. 

El último humano se retiró del escenario y Itzala se apresuró a subir, con su instrumento listo.

—Damas y caballeros, les agradezco que hayan venido desde tan lejos para verme y hayan tenido que soportar a mis teloneros. Ahora seguiré la historia de ese patético y desgraciado humano llamado Doncan y todas las tonterías y estupideces que le pasaron.

Sí, esa era una buena carta de presentación. Carraspeó de manera fina, y élfica, y comenzó la narración.

—Habíamos dejado a nuestra despreciable pareja de humanos discutiendo por haber incumplido el trato y haber matado a una noble criatura mucho mejor que ellos, aún así, los aldeanos del pueblo se acercaron a darles las gracias y felicitar por semejante hazaña. Porque grande e inesperada había sido.

Itzala puso voz de falsete para la discusión de ambos humanos. Un poco más aguda para ella y un poco más lenta y torpe para él, para que sonara como los lentos y tontainas humanos. 

Zoia: —No me digas que estuve falta de maña.
Doncan: —Todo lo que cuentas es una patraña. 
Zoia: —No me digas cosas con tanta saña.
Doncan: —Pero si no te doy ni un poco de caña.

—La discusión fue elevándose el tono, entre el afortunado y desafortunado muchacho y la mujer que podía cubrirse un poco más para que no tuviéramos que ver sus humanas curvas... ugh y el cielo comenzó a nublarse, los aldeanos corrieron a refugiarse porque la tormenta arreciaba, justo en ese momento Doncan señalaba al dragón mientras el agua les empapaba.

Y entonces tu le rajaste el cuell... ¡Zas! El rayo, ese que perseguía a Doncan, cayó de pronto sobre el cuerpo del dragón, pudieron ver su esqueleto a través de la piel de lo fuerte que había sido pero entonces...

—¡Los ojos del dragón relampaguearon mientras se levantaba! —rugió y rayos salieron de su boca. 

—AHORA YA NO SOY UN TRISTE DRAGÓN DE BARRO, AHORA SOY UN DRAGÓN DE ROCA ELÉCTRICA* Y MI VENGANZA SERÁ TERRIBLE. 

Los dos humanos le miraron aterrados, su suerte acababa de cambiar, y a peor. 

Y con esa frase, Itzala dejó de cantar y tocar su instrumento élfico de cuerda y miró al escenario. Sonrió para sí dejando en un brete al siguiente hizo una reverencia (de clase 6ª: Compromiso reverencial ante gente poco importante) y se marchó a su puesto muy ufano. 

Notas de juego

*19ª Edición del catálogo de Monstruos del Dungeons And Dragons, pagina 798, epígrafe 3. Marca registrada. Usada con permiso bajo licencia especialmente élfica. 

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26/07/2017, 18:58
María conchita de las Riveras Verdes

 

Tras las últimas palabras del elfo se levanta de su asiento una pequeña criatura, no más grande en estatura que una niña de 8 años, cabellos rizados y del color del trigo tostado y aunque sus facciones se ven infantiles,  los observadores atentos notan la vasta experiencia en la mirada de la halfling. Se escuchan rumores de las señoras en el público:

-¿será María Conchita?

- eso parece, se ve más pequeña que en los carteles

- que dicha y yo que pensé que debía esperar dos semanas para verla en el pueblo vecino…

Se encontraba ataviada por un largo abrigo de color negro que cubría la ropa y mostraba una extraña sobriedad en la diva. Normalmente usaba un laúd para sus presentaciones pero en esta ocasión había llevado una guitarra que mostraba unos bellos adornos florales en su pintura y hacía sospechar de algunos cambios también de estilo, pues sabiendo que era una competencia ella se había propuesto experimentar con su arte para hacerle frente al reto.

Maria Conchita no dijo mayor palabra, no se presentó como el resto, en el público ya la habían reconocido y su nombre se extendió como un murmullo de agua. Comenzó su relato con un suave repiqueteo de  guitarra que fue acelerándose en una tonada a ratos calmada a ratos frenética según la parte del relato en la que se encontraba.**

Lentamente aparecieron las notas y las palabras en el escenario.

Soy un dragón del rayo

De mi tierra el campeón

No hay quien pueda vencerme

Ni con truco u oración

Los destruiré con mi aliento

Y de ustedes no quedará el recuerdo.

Pareciera que la pequeña hubiera crecido 5 metros porque su voz era profunda y retumbaba entre la gente,  lentamente se había comenzado a mover por el lugar en actitud fiera.

Una bestia inmensa estaba ocultando cualquier esperanza a la pobre gente del pueblo y nuestros dos héroes enmudecieron por unos instantes intentando entender que rayos había pasado, el monstruo comenzó a mutar, pues no esperen que solo de nombre haya cambiado; su color se tornó en azul metalizado, sus brazos se alargaron terminando con unas inmensas garras que rebanarían con facilidad a un caballo de un solo tajo; los ojos inyectados en sangre, solo mostraban la rabia producida por saberse engañado por esa nefasta mujer de rojo.

Tuuuuu resonó la voz del dragón  mientras se abalanzaba sobre Zoia, que pareciera que estuviera saliendo de un sueño  -Te devoraré lentamente.

Nuestra Zoia reaccionó como pudo y lanzó una bola de fuego que parecía por un pequeñísimo momento iba a detener al dragón pero las fuerzas le flaquearon y tan solo la bola  hizo una caricia en la crin de la bestia que con sus fauces abiertas de par en par podía comérsela de un solo bocado.

 En ese momento Duncan empujo a la mujer quedando en medio de la dentellada, pero como es un chico con suerte el dragón no le ha alcanzado sino apenas parte del ropaje. Ambos, la pelirroja y el muchacho han retrocedido para salvar la vida.

Maria conchita retrocedió unos pasos alejándose del público para tomar aliento y subirse sobre una silla y seguir el relato.

¡Zoia la destructora soy,

Recuerda mi nombre

Pues lo llevarás ante los dioses esta noche!

Acto seguido la maga invocó la llama eterna de Mystra, el cielo oscuro y frío se iluminó por una llamarada que salía justo encima del dragón, quien se la pensó dos veces antes de moverse pero al que no le bastaron sus nuevas patas para evitar el golpe.

 En ese momento se detuvo la guitarra con un golpe seco, dando un descanso al público para que pudiera respirar, pero fueron apenas unos segundos lo que duró el suspiro porque los dedos hábiles de María Conchita volvieron a lo suyo trayendo la melodía desenfrenada de la batalla.

Más no fue suficiente, el fuego provocó daños pero recordemos que esté era un dragón diferente, la roca es fuerte y conserva el calor y la convierte en electricidad, podría dolerle a nuestro enemigo pero no matarlo y de hecho le había cargado de energía mágica suficiente para lanzar un contrataque. Duncan durante ese lapso de tiempo no se había quedado quieto y aunque inexperto en las luchas algo sabía de electricidad por lo que corrió hacia los despojos que la confrontación dejo y encontrando una espada se las apañó para hacerse con ella y volver donde estaba a punto de suceder una tragedia.

Al mismo tiempo que el dragón desde sus fauces llamaba un rayo nuestro muchacho se ha interpuesto, el metal de la espada ha atraído la descarga sobre sí y en el momento preciso ha sido clavada a la tierra, la fuerza brutal de la electricidad se disipa casi por completo en una onda explosiva, una parte le ha dado a nuestro chico que sacude la cabeza y al mirar a su compañera le descubre sin querer queriendo a punto de llorar.

La halfling se yergue y altiva concluye: Pero ellos  son  héroes señoras y señores, los héroes no lloran, se sacuden las penas y acaban con el enemigo.

 Zoia cae en cuenta de algo que Duncan ya sabía, era el momento preciso y el lugar indicado, la espada sigue llamando los rayos junto al muchacho y el terreno, seco por el maltrato de un verano que parecía haber terminado, es tan grande que rodea al dragón. La melodía que parecía llegar a su final acompaña estás últimas frases.  Al unísono maga y gladiador fortuito llaman a las fuerzas de la naturaleza y crean un incendio que ni el mismo mar se atrevería a apagar, una explosión  que devora el sembradío atrapando a la fiera, el grito de dolor y al parecer el indicio de una victoria que parecía imposible…

Finalmente la música cesa, esperaba continuar pero recordó que había que dar paso a los otros competidores. La halfling que de tanto repiqueteo, salto y musaraña que hizo se encontraba con el aliento entrecortado, encima de una mesa, (pues había saltado de la silla hasta allí en el momento en que Duncan salvaba la patria), hizo una venía al público, otra al Señor del lugar y descendió para tomar nuevamente aliento y de paso el trago más fuerte que tuvieran y poder refrescar el gaznate tras tanta labor.

Notas de juego

** recomiendo a partir de este punto leer acompañado de la siguiente canción:

https://www.youtube.com/watch?v=ycr4LPVRK44

 

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01/08/2017, 23:11
Navar

Navar dejó que se extinguieran los aplausos antes de levantarse perezosamente y echar a andar hacia el estrado.

No pensaba presentarse. Ya lo había hecho antes. Y sabía que el público estaba ansioso por continuar escuchando la historia. Pero... ¿qué cantar? ¿le interesaría a la audiencia algún tema romántico entre ese piltrafilla de Duncan y la hermosa Zoia? Sabía que las historias estaban llenas de amores imposibles y romances sin ningún fundamento. No, en la vida real Zoia ni siguiera miraría a ese perdedor. Por mucho que le hubiera salvado la vida. Las mujeres no iban por ahí enamorándose del primero que arriesgaba su pellejo por ellas.

Él lo sabía bien.

Agarró una banqueta de madera y la arrastró hacia el centro del improvisado escenario. Con un gesto ensayado sacó su laúd y se sentó lo más cómodamente que pudo. Después, miró a la audiencia, sonrió y comenzó a tocar.

0:00 Sus dedos se deslizaron por las cuerdas lentamente, como familiarizándose con ellas tras mucho tiempo ausentes. Si querían un romance lo tendrían. Claro. Pero un romance un poco... peculiar.

0:31

Cuando el humo al fin se disipó

ambos se miraron a la vez

rojas cenizas arden en el ambiente.

Zoia al fin,

muda su voz,

no lo puede creer.

Se abraza junto a él

y su cuerpo se estremece.

Él la salvó.

¿Cómo podría pagarle?

Nunca jamás, podrá...

1:12 Navar mira al resto con una sonrisa en los labios. Es consciente de que no es un bardo cualquiera. Nadie esperaría un romance con semejante música. Y le divierte desconcertar al público. Sobre todo a las mujeres.

1:24

Duncan no se lo cree

sabe que podrían haber muerto.

Un segundo más...

- imaginó, - y no lo vuelvo a contar.

¿Cómo has podido hacer semejante estupidez?

Nunca lo sabré.

Se equivoca.

Sí lo sabe.

Dentro de él

su corazón palpita

a más de cien.

¿Por qué?

1:59

Ella parada junto a él.

Sin hablar, sin reír, sin llorar.

Nunca jamás soñó que una mujer fuera así.

Por lo menos no con él.

Sin forzar, obligar

o pagar.

Por vez primera se sintió...

feliz.

2:23

Ella se aprieta aún más

Y él, temblándole los pies,

logra conseguir

ocultar que ya no puede más.

Como se siga acercando no sé que más voy a hacer

La voy a espantar.

¡Más tranquilo!

2:46

Por suerte no

parece darse cuenta

Y se acercó

aún más...

2:58

Sus labios se encuentran al fin.

una vez, otra vez, y otra vez.

Su lengua enseña lo que Duncan jamás aprendió.

Nunca pudo practicar.

ni una vez, ni una vez, ni una vez.

Por vez primera se sintió...

3:22 Navar es consciente de que la ha cagado. No se puede intentar hacer una canción romántica cantando burradas como esas. Pero a lo hecho pecho y ya no es posible volver atrás. Nunca fue excesivamente romántico. Y si Duncan es gilipollas por no tirarse encima del pibón pelirrojo que le acompaña, por muy sacerdotisa que sea, no es su culpa. Mira de reojo a los guardias que le acompañan esperando que no hayan notado nada raro. Sólo faltaría que el conde se enterase. Pero podría tratarse de un nuevo estilo musical... ¿por qué no?

4:12

Sus labios se encuentran al fin.

una vez, otra vez, y otra vez.

Su lengua enseña lo que Duncan jamás aprendió.

Nunca pudo practicar.

ni una vez, ni una vez, ni una vez.

Por vez primera se sintió feliz.

4:35

Sus labios se encuentran al fin.

una vez, otra vez, y otra vez.

Su lengua enseña lo que Duncan jamás aprendió.

Por vez primera se sintió...

 

Por fin deja de tocar y se pone en pie. Es consciente de que su música está adelantada a su tiempo. Muchos no la entenderán pero allá ellos. El futuro de los bardos está ahí, en reinventar la monótona cadencia actual.

Pero bueno, es hora de dejar pasar al siguiente.

Y sin más dilación el hombrecillo hace una reverencia y se retira a su antiguo rincón.

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19/08/2017, 13:20
Sir Archibald Bradley

Un silencio incómodo recorría la sala. La narración se había detenido por un tiempo muy prolongado y la tensión de la posada así lo demostraba.

Y de repente un bardo salió apresuradamente de entrecortinas abrochándose su chaqueta y con el pelo desaliñado. Se trataba de un humano de grandes dimensiones,  vestido de forma elegante y bien ataviado pero desconocido por la mayoría de los presentes.

Cuando dicho bardo se situó en el escenario, dos chicas rompieron el silencio a la voz de “Oh, és Sir Archibald Bradley, el cantante más atractivo a este lado del gran mar” y una de ellas hasta se desmayó de la emoción, eso sí, de forma muy teatral y poco creíble. Al caer al suelo, unas monedas salieron rodando de su bolsillo, monedas que pocos minutos antes eran propiedad del susodicho bardo y que delatando la verdadera razón de su actuación.

-Respetable público, bellas damas, amables caballeros, permitidme que continúe la narración para apaciguar las dudas que de ella hubieran surgido, pues lo que hasta ahora se ha narrado de la historia de Dunkan no es más que el prefacio de esta gran epopeya.

Sus palabras sorprendieron al público al mismo tiempo que contemplaban como el sorprendente personaje afinaba las cuerdas de su violín.

-Por fin en esta história Zaida y Dunkan están juntos

mucho les costó a otros bardos tal dicha

y cuando és hora que mueva ficha

consigo lo que otros han tardado un turno.

-Y ya era hora de que eso pasara.- Gritó uno de los asistentes

-Pues dejadme buenas gentes que cuente lo que a continuación, sucedió a nuestros héroes con lo que cuenta esta canción:

El violín de Sir Archibald Bradley empezó una melida animada y jovial que introdujo las siguientes palabras de nuestro bardo.

-Zaida y Dunkan partieron hacia el templo,

como una sola alma, casi como un solo cuerpo

pensando que jamás nada los separaría,

pues estaban más unidos que la comunidad Umbría

Algunas caras de sorpresa se cruzaron entre el público pues nadie era conocedor de a qué comunidad se refería el bardo. Este terminó su introducción con el violín y continuó la narración en prosa para dar más veracidad a lo que contaba

-Un largo camino tenían por delante, que el amor hacia plácido, dejaron atrás el pueblo y el dragón pensando que esa era la más grande hazaña que ambos podrían contar. Pero lo que Dunkan y Zaida (o Dunkzaina, como empezaron a llamarles los locales) no sabían es que el destino tenía otros planes para ellos. Y entre estos planes, llegaron a Torremocha del río, un pueblo a orillas del río Torremocha. No era un pueblo muy grande pero entre sus casas se erguía un pequeño palacio en la parte alta de una colina natural que contrastaba con las viviendas humildes de su entorno.

Torremocha del río

bello pueblo, bellas gentes

tierra de corazones ardientes

y de meterse en algún lío

Lo primero que sorprendió a nuestra pareja fué el recibimiento que los aldeanos de Torremocha brindaron a los protagonistas de nuestra historia. Desde el momento en que pusieron el pie en Torremocha, la gente salió de sus casas con botellas y copas en sus manos y brindaban al paso de nuestros héroes. Pensaron que quizá tal recibimiento se debía a que ya había llegado a la villa los aconteceres que sucedieron en el último pueblo que estuvieron.

Así cuando llegaron a la plaza de Torremocha, Dunkan y Zaida no tuvieron otra opción que bajar de la carreta y cantar una canción:

Queridos aldeanos

conoceros es un placer

no es nuestro merecer

recibir calor humano

 

No tenemos oro

y solo estamos de paso

pero tomemos el vaso

y brindaremos a coro

 

Y en ese momento una hermosa dama apareció en la plaza. Era una mujer bella, galantemente vestida y su porte y presencia destacaban del resto de los pueblerinos. Llevaba un collar y algunas joyas que mostraban que se hallaban en presencia de una mujer adinerada y poderosa.

 

Soy Ajurb, dama de este lugar

y es un placer contar con su visita

el polvo del camino la garganta irrita

tomad este brebaje para la sed saciar.

 

Sir Archibald entonó entonces unos pasajes del brindis de la Taviata mientras tomaba una copa y la alzaba imitando el gesto de Dunkan. Y evidentemente tomó un sorbo del líquido para apaciguar sus cuerdas vocales y reemprender la narración de la história.

Dunkan recibió la invitación con presura, pues ciertamente su sed era asfixiante y bebió. Zaida, pero, se dió cuenta de algo que no le gustó. Ajurb miraba a Dunkan con unos ojos de deseo que Zaida interpretó como de interés y anhelo de posesión. Acababa nuestra heroína de encontrar una contrincante al corazón de Dunkan???

Dunkan ofreció la copa a su amada, al mismo tiempo que respondió al ofrecimiento de Ajurb con una reverencia.

-Soy Dunkan, un humilde siervo de vuestra belleza, y estoy de viaje con mi amada Zaida.

Las últimas palabras apaciguaron los repentinos celos de Zaida. “Amada”. Que agradable música para sus oídos. Zaida tomó la copa y bebió un sorbo del contenido pues, ciertamente estaba sedienta.

Y fué entonces cuando se dió cuenta. Lo que acababa de ingerir no era una bebida refrescante, sino una poción de control de voluntad! Reconoció el sabor en el mismo tiempo en que el líquido recorrió su garganta. Zaida intentó escupir el brebaje pero ya era demasiado tarde… Estaba bajo el control de su anfitriona, la (ahora ya lo sabemos) malvada Ajurb!!!

Ahora entendía Zaida porque los aldeanos no dejaban de beber!!!

 

Sir Archibald soltó entonces una sonora carcajada de villano imitando las palabras que en ese momento salieron de la boca de Ajurb

-Jajaja, ya sois míos!!! Gracias a la poción os tengo a mi merced. Tu, chiquilla, pasarás a formar parte de mi ejército de esclavos, pero para ti, fermoso mancebo, tengo otros planes.

Pero para descubrir qué pasó y cómo escaparon de la malvada Ajurb, tendremos que escuchar al bardo que viene a continuación. Chis Pom!

 

Notas de juego

Master: Aclaro que Zaida es Zoia, que le ha cambiado el nombre...
 

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27/08/2017, 19:53
El Señor Uno-Dos

Me levanté del asiento sin haber logrado que la muchacha pelirroja que estaba presentando este concurso me hubiera dirigido la palabra. Reconozco que los Bardos tenemos mala fama, pero que se nos niegue la palabra es cosa seria. Tan seria que había empezado a dudar de que apuntarme a tal competición hubiera sido buena idea. Sí, hasta ahora, todo había salido mal. Desde mi llegada a esta ciudad, caer prendado de la mujer del capitán de la guardia no había sido la mejor de las ideas, mucho menos haber descubierto que la mujer estaba casada y con el capitán de la guardia en el momento de escuchar la puerta de la entrada al hogar. Aún daba gracias a los dioses de haber llegado tan atropelladamente a la taberna dando esquinazo al hombre en su propia casa. Pero esa era otra historia, ahora estaba a salvo entre los míos.

Mis contrincantes habían hecho un trabajo sublime, sobretodo el regordete con cara de amigo afable inmediatamente anterior a mi. Un reto más en esta ciudad que no hacía más que poner trabas a cada paso que daba. Pero era un Bardo, lo llevaba en la sangre. Sabía reconocer un buen trabajo y por ello aplaudía. Fui el último en quedarme de pie, y esperé a que la gente me mirase interrogante. En ese momento empecé el espectáculo que quería dar. Sólo al final sabría si mi intención y la apreciación de las buenas gentes irían de la mano, o por el contrario habían tomado caminos diametralmente opuestos. Coloco los brazos en cruz y chasqueo los dedos. Todas las velas del lugar se apagaron al unísono cubriendo la taberna de una capa oscura densa como el aceite.

En toda esquina de la taberna quedó conjurada una bola de luz danzarina, no mayor a la del puño de los presentes,  como siguiendo una trayectoria elíptica concéntrica, las cuatro pequeñas luces comenzaron a acercarse al escenario, comenzando a ganar velocidad girando alrededor de un cono imaginario donde en un principio, no hay nada. Segundos después, como si surgiera a través de la pared del fondo del escenario aparece el Señor Uno-Dos con los brazos cruzados ocupando el lugar en el que las luces danzarinas giran alrededor. Un instante después se yergue volviendo a separar los brazos en cruz enviando las luces de nuevo a cada una de las esquinas. En ese momento, un foco de luz como disparado desde el mismo techo lo enfoca sin dejar de apuntarle un solo instante mientras habla.

-Damas y caballeros, no os sintáis ajenos

el espectáculo comienza, Y haré que vuestro corazón sienta

injuria, lujuria, furia… alegría y penuria

Duncan y su historia, caídas y… ¿Gloria?

Camino por el escenario gesticulando con las palabras, haciendo las paradas necesarias para captar la atención e ir dándole un poco de tempo al relato, una pequeña presentación como declaración de intenciones y ahora mi presentación.

-Me gustaría daros las gracias a todos los presentes, a la bella dama que presenta este concurso. -Hago un reverencia hacia ella. -Al señor de estas tierras, el señor William R. Gallman III. -Continúo con una floritura hacia su “eminencia”. -Permitid que me presente, buenas gentes aquí reunidas. Soy el Señor Uno-Dos. Os preguntaréis… ¿Qué clase de nombre es ese…? ¿Qué Bardo más raro…? Y yo os contesto, entre todos esta noche, a lo largo de los relatos descubriremos mi verdadero nombre. Mientras tanto… disfrutemos de lo que está por venir.

Camino hacia el otro lado haciendo gestos pesados, como descolgándome algo que llevo a la espalda, pero sin que nadie vea lo que es, pues en realidad no llevo nada a la espalda.

-He viajado por casi toda la tierra buscando los sonidos más exóticos que el hombre ha sido capaz de conseguir. He tocado todos los instrumentos que han caído en mis manos e incluso he cambiado de planos de existencia buscando aventuras, música y com…. petencia. En uno de mis viajes fui galardonado siendo el depositario legal de los famosos instrumentos del plano inmaterial, los invisibles instrumentos llamados Wenderkazoo. La joya de la corona para cualquier Bardo que se precie. Pero no estamos aquí para escuchar mi historia… Estamos para narrar la desventura de nuestro amigo y posible vecino… Duncan…

Comienzo a mover los dedos por el aire, haciendo como si de un laúd se tratase lo que tengo entre las manos, aunque nadie puede ver nada, pues el Wenderkazoo es invisible, pero la melodía, la exquisita melodía sí que es audible por toda la sala, como si de un concierto personal se tratase a cada uno de los asistentes.

-Arjub, con maldad gratuita

y sin ser delicada

para no ser despreciada

toda voluntad adormita

-El brebaje maldito

voluntades dobla

el destino se cobra

sin ser ningún mito

-En su bodega guarda

incontables barriles

de lo cual nunca farda

-Un animal custodia

los viales de poder infame

y hasta a su ama odia

Aunque sigo rasgando las cuerdas invisibles del instrumento invisible, comienzo a hablar sin hacer uso de la rima

-Nuestros dos héroes habían cometido el principal error con el que nos advierten nuestras madres… no aceptéis regalos de extraños… y ello los separó. Pues la malvada bruja mala de Arjub sabía que el amor que entre ellos se profesaban podría anular de algún modo el potente brebaje… y no podía permitirlo… por ello envió a Zoia a encargarse de la limpieza de los alrededores mientras que mantenía a Duncan cerca… muy cerca…

Es en ese momento cuando la luz deja de enfocarme y se enciende mágicamente sobre dos personas en el patio de butacas, dos personas exactamente iguales, y dos personas iguales a una tercera, a mi mismo…

-S1: Qué malvada la bruja mala.

-S2: Qué mala la bruja malvada.

-S1: Recibirá su merecido?

-S2: Sin ninguna duda… buen amigo. Dejemos que el buen bardo prosiga…

-S1: ¡Sí señor! -Levanta su copa. ¡Por el Bardo!

La luz vuelve a enfocarme y asiento con la cabeza hacia el lugar en el que se encontraban esas dos bellas personas. Y vuelvo a empezar a tocar con algo más ritmo. Esta vez la luz se divide y se coloca sobre varias mesas. En una de ellas salgo bailando, encima de la mesa, saltando y llevando las piernas hacia el exterior, con una sonrisa de lado a lado. En otra de las mesas salgo tocando un laúd, en otra un bombo y en otra una flauta, evidentemente, todos los instrumentos son invisibles.

-Tras varios días de pasión

sin salir del colchón,

en el techo una visión

¡Un maldito goterón!

-Arjub no trabajaba, obligaba

aunque Duncan en la cama estaba,

vaciado y recostado descansaba

sin saber lo que se avecinaba.

-Mi techo repararás presto

la tormenta esta echando el resto

si no quieres destino funesto

no estés demasiado expuesto

-Como si de su vida se tratara

sin que nadie le forzara

saliose en desbandada

tratando de que no se estampara

-Herramienta en mano

de metal toda ella

reparó en techo con afano

-La mala suerte se la jugó ese día

pues provocó mil veces al cielo

cargado de rayos que no advertía

-Un golpe mal dado

hizo caer el techo

y a Duncan asombrado

-El rayo siguió al martillo

pasó a Duncan a milímetro

dejándole intacto el lomillo.

La luz vuelve a enfocarme a mi en el escenario, y allí donde había un señor Uno-Dos, de repente no hay nada, ni tan siquiera se han movido las jarras o los platos de sus sitios mientras bailaba. Y vuelvo a tocar en una melodía tranquila para continuar y finalizar mi parte del relato.

-La mala suerte de nuestro amigo Duncan le hizo caer otra los barriles del brebaje de Arjub, que eran tan condenadamente duro que notó como le crujía toda la espalda. No los logró romper, no, pero todos empezaron a caer rodando por la casa cometiendo tal estruendo, horror y caos que reventaron paredes, ventanillas y se derramaron por todo el suelo, aquellos que se estrellaron contra algo más duro, los que no, corrieron por el pueblo colina abajo, pero de una forma u otra… no quedó ni uno solo en la casa de la Malvada bruja Arjub…

La música comienza a tomar unos tintes épicos en su agónico final.

-Arjub no se podía creer

al ver los barriles por doquier

el error que acababa de cometer.

Sin poder su ira contener

Acercase a Duncan a placer

para matarle al parecer.

Pero no pudo entrever

el rayo que empezó a descender

la llevaría con Lucifer…

-Y así fue a su muerte

como por acto de suerte

todos dejaron de someterse.

-Y así es como todos a la vez

cometieron el acto más soez.

arrancaron sus extremidades con tozudez.

-Así, amigos, consiguieron deshacerse del maleficio que ataba la voluntad del pueblo al capricho de su malvada bruja mala. El futuro, incierto de nuestros héroes de desventura, corresponde ser contado a mi hermosa compañera, ahora contrincante Azalea.

Hago una reverencia y a la vez que bajo la cabeza se apaga la luz, dividiéndose una vez más moviéndose hasta enfocar a varias figuras como yo que entrechocan sus cervezas y vitorean. Tal cual brindan se apaga la luz y me enfoca a mi, esta vez en el sitio donde apagué las velas, solo que esta vez, al chasquesr, las enciendo. Quedándome sentado en el sitio.

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03/09/2017, 21:17
Azalea von Swintek

-Nuestros héroes prosiguieron su camino, y cuando llevaban un trecho Zoia le dijo a Duncan
que se echaba atrás a dormir un poco, y que era muy importante que en el siguiente cruce de caminos
NO cogiera el desvío de la derecha bajo ningún concepto. Duncan asintió.
Transcurridas más o menos unas tres horas de aburrido trayecto Duncan llegó a un cruce,
y se dijo para sí mismo: ¡Ah, sí! Zoia me dijo que cogiera el desvío de la derecha en todo momento.
Y por allá que se encaminó.
Transcurridas otras cinco horas de monótona marcha Duncan llegó a otro cruce,
donde había una fuerte presencia armada de soldados con armadura, a pie y a caballo.
Había tres con alabardas en medio del camino antes de llegar al cruce en sí,
y a un lado del camino había cuatro jinetes apostados al lado de una carreta con dos hombres más en ella.
Se dirigieron los hombres del camino a Duncan con estas palabras: ¡Bienvenido, chico, a la Encrucijada del Pacto,
donde se ha de entregar algo para proseguir camino por este cruce! ¡Y elegimos nosotros! ¡Así que, venga, chico,
no te resistas y baja del carro, que nos lo quedamos con todo su contenido, ya, si en algo aprecias tu vida! ¡Ja, ja, ja!

-Todo pasó tan rápido que el anonadado Duncan quedó a pie en medio del camino con cara de bobo
mientras dos de los soldados de a pie, escoltados por dos jinetes, se llevaban su carro, ¡con Zoia dormida dentro!,
por el desvío de la izquierda en dirección a una villa fortificada que se elevaba sobre una colina.
Uno de los jinetes que no fue con el carro se acercó a Duncan y le preguntó: Ya puedes proseguir camino, ¿cuál escogerás?
Duncan señaló el lugar al que se dirigía su carro: ¿Cómo se llama vuestra villa?
¡La Villa del Pacto!, respondieron todos, al unísono.
¡Pues allá que me encaminaré!, respondió Duncan.
¡Pues tranquilo, chico, sin prisas, hasta que no veamos el carro cruzar las murallas, tú no sales de aquí!
¡Que no hay derecho a reclamaciones, ni queremos problemas!, le espetó el jinete, amenazante.

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08/09/2017, 19:57
Brook Hagard

En el suelo del escenario empezaba a formarse una tenue neblina que no llegaba a los tobillos de Brook cuando este reclamaba nuevamente aquel escenario para si mismo. No hacía falta mas presentaciones ni espectáculos de luces para impresionar al público, no era el momento de presumir ni de reclamar el protagonismo del lugar cuando el verdadero protagonista, era aquella historia que lentamente parecía volverse algo mas interesante.

"Yo vencí a un Dragón"... Fue lo primero que pensó Duncan mientras ante él aquellos hombres armados impedían que fuera tras Zoia.

Fueron las primeras palabras de Brook reflejando la rabia en su voz, tensando su cuerpo, apretando los puños con fuerza mientras permanecía de pie a un borde del escenario, dirigiendo su mirada hacia el otro extremo del mismo. En ese lugar la neblina se alzaba imponente, de manera brusca tomando una forma aterradora, una criatura de grandes fauces.

"Yo vencí a la bruja"... Fue lo segundo que pensó Duncan que no apartaba la mirada de aquellos hombres altivos.

La neblina ante Brook se arremolinaba para desvanecerse y dejar solamente una sombre solitaria de una figura femenina, alta y de curvas tan sinuosas como una montaña, riéndose en silencio al tiempo que una melodía lenta empezaba a escucharse por toda la sala, una melodía triste, solitaria que buscaba reflejar la frustación que debía sentir Duncan en esos instantes al no ser capaz de ir por Zoia como tanto deseaba.

Sin embargo, a pesar de haber logrado aquellas hazañas y que esos hombres no parecían ser nada comparado con esos "monstruos", incluso que no podía considerarlos diferentes a los rufianes que enfrentó a los inicios de su viaje... Lo cierto es que en ese instante se percataba que aquellas hazañas fueron siempre acompañadas con la ayuda de la mujer cuyos labios saboreó, al igual que con la ayuda de su propia mala suerte, los rayos que del cielo caían en los momentos mas adecuados... Pero no ahí, no en esos momentos en que necesitaba ir tras aquel carro...

La sombra viviente se dividía en otras dos mientras la melodía proseguía su curso con fluidez, cambiaban para tomar la figura de hombres robustos, armados con alabardas, incluso mas altos que el propio Brook que, en esos instantes, caminaba hacia las sombras arrastrando los pies, personificando a un Duncan derrotado, manteniendo sus puños apretados con fuerza.

El cielo despejado se encontraba, solo una suave brisa los rodeaba mientras que a lo lejos, el carro se acercaba cada vez mas a un asentamiento fortificado y cuyo nombre, parecía mas una pobre escusa para poder saquear a quienes pasaran por allí. Pero nada podía hacer Duncan, sin una tormenta, sin la ira del cielo de su lado, enfrentarse a esos hombres no era algo que pudiera terminar bien y saberlo solo lograba hacerlo sentirse mas inútil... Todo era su culpa y aunque se sintiera enojado, nada podía hacer, solo soportar la mirada burlona de aquellos hombres y prometerse a si mismo que la próxima vez, sería él quien los mirara de esa manera.

Una breve pausa realizaba Brook mientras que al dar un paso atrás, dejaba que en ese sitio en donde se encontraba quedara otra sombra mas, una figura mas pequeña que aquella que formaban los guardias, puede que incluso pareciera débil en comparación. Fue en ese instante cuando el rubiales se giraba hacia el público, para mirar sus rostros antes de continua moviendo sus manos como si tocara un laud, un instrumento de aire con el que buscar alargar aquella melodía que acompañaba su relato.

La espera se le hizo eterna, como si el tiempo mismo buscara torturarlo y a pesar de eso, cuando perdió de vista aquel transporte en el cual su amada se encontraba y los guardias decidieron dejarlo pasar, Duncan no lo pensó dos veces. Él se lanzó a la carrera como si pretendiera volar mas que correr, necesitaba llegar a la Villa del Pacto antes de que fuera demasiado tarde... Pero cuando llegó a la misma, no prestó atención como sus habitantes parecían intercambiar cosas para conseguir lo que deseaban, ni se dio cuenta de las miradas maliciosas con la que lo observaban... Solo una cosa le importaba, Zoia.

LA sombra de Duncan empezaba a correr sin moverse del lugar, en momentos parecía tropezarse, pero continuaba su camino, desesperado hasta que se pronto desaparecía. En esos instantes Brook cambiaba la ilusión para que la melodía desapareciera y solo quedara el murmullo de un mercado, voces de distintas personas ofreciendo servicios a cambio de ropa o favores, personas buscando hacer pactos por comida para que al final, el silencio se impusiera y solo quedara él de pie.

El carro lo encontró no muy lejos de la entrada de la villa, pero todo lo que se encontraba en su interior ya no estaba, él buscó por debajo, arriba, adentro e incluso intentó ver en el suelo si encontraba algún rastro... Pero nada, se lo habían llevado todo, los caballos, las pocas que tenían y sobretodo, Zoia.

No hubo grandes demostraciones de magia, esa parte de la historia el protagonista estaba sufriendo por su error, por uno que no parecía tener solución y de esa manera, con una reverencia humilde, decidió que era un buen momento para dejar a la audiencia pendiente, al borde de sus asientos deseosos de saber como se libraría de aquel problema el joven Duncan. Por lo que en silencio y de la misma manera en la que entró al escenario, Brook le dejaba su lugar al siguiente.

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15/09/2017, 18:58
Guturuk Cantosko

Mientras Brook terminaba en el escenario, Guturuk, siguiente en subir, no estaba localizable dentro de la taberna. La maestra de ceremonias alzó una ceja, a punto de mandar a alguno de los guardias de Lord William a buscarle, o bien pasar directamente al siguiente en la lista.

Pero en ese momento, con un portazo, Guturuk entró a la taberna seguido de un par de andrajosos goblins a los que dirigió un par de murmullos. Los goblins se dispersaron entre la multitud del público y Guturuk subió al escenario con un par de zancadas.

No se había enterado de cómo terminaba la parte de Brook, pero ya había tenido eso en cuenta. Se agachó junto al borde del escenario y otro orco se acercó desde la segunda fila, poniéndole brevemente al día de cómo había quedado la historia para poder continuarla.

¡Ekzelente! Graciaz bro -dijo Guturuk mientras chocaba el puño con su informador.

Guturuk se dirigió de vuelta al centro de la palestra y descolgo su hachatarra.

No ze duerman, ¡que la hiztoria zigue!

Las notas de la hachatarra empezaron tranquilas pero fueron acelerándose en un crescendo.

Duncan, preocupado,
miró alrededor,
vio gente andando
y oyó un gran clamor.
Ze movió aprezurado
y al fin encontró
la fuente de eza conmoción.

La música se ralentizó de nuevo en este último verso.

Divizó una llamarada
con gran iluzión,
máz no era lo que ezperaba
para zu decepción.
Un juglar ambulante
zuz artez ponía en juego
y una de ellaz
era la de ezcupir fuego...

En este momento Guturuk abandona el verso mientras mantiene una melodía decaída, melancólica.

Aprovechando el gentío, Duncan empezó a preguntar por zu compañera. La mayor parte de eza horrible gente ni le preztaba atención. Otroz ze reían zin piedad de zu pérdida. Unoz pocoz querían primero algún pago por la información. Pero Duncan no tenía nada que ofrecer, todo lo que tenía eztaba en el carro, dezvalijado.
Se acercó al fuerte central de la villa, pero eztaba muy vigilado y le vetaron el pazo.
Eztuvo variaz horaz intentando obtener información y planeando zu entrada al caztillo, pero no obtuvo nada y zu mizión parecía impozible.

Guturuk retomó el verso, manteniendo la lánguida musiquilla. 

Intentó convocar la tormenta,
para que el caoz generado
le granjeara una diztracción,
pero traz un rato concentrado
ni un trizte nubarrón...
A Duncan dezezperado
le invadió la deprezión
y llorando ze acurrucó en un rin-cón.
Traz muchaz lágrimaz derramar
ze fue a la muralla
y zin mucho penzar
ze zubió al almenar.

Mientraz el joven humano miraba al vacío a zuz piez, zubido a laz almenaz de la muralla donde ezta daba a un rizco del monte, detráz zuyo en la villa empezó a armarze jaleo.

Guturuk empezó a acelerar de nuevo la música, rasgando la hachatarra con violencia.

Duncan abzorto,
no ze daba cuenta
de que ocurría detráz zuyo
una ezcena cruenta.

Con un gesto hacia el público una llamarada surgió de entre los asistentes hacia el techo. La gente, sorprendida, se alejo de su origen que no era otro que uno de los goblins con un tarro de fuego mágico. Si los demás iban a jugar sucio usando magia y pijadas variadas, Guturuk no pensaba quedarse atrás.

De laz puertaz del fuerte
zurgían guardiaz ardiendo,
parece que la zuerte
lez daba un buen ezcarmiento.
Mientraz zopezaba arrojarze
loz gritoz ze incrementaron
y el crepitar de la cremación
llamó zu atención.
De la almena quizo bajarze
para azezorar la zituación.
¡Menuda algarabía!
Hazta variaz cazaz ardían.
Y en medio de la plaza
lanzando llamaradaz
brillando como una joya...
¡Zoia!

Junto con su grito, el segundo goblin destapó su tarro provocando una gran bola de fuego sobre las cabezas de los parroquianos, chamuscando algunas cabezas.

Allí eztaba la bella muchacha. Duncan bajó corriendo a zu encuentro para lanzarze a zuz brazoz. Zoia en cuanto lo vio, detuvo loz fogonazoz. Ze fundieron en un abrazo mientraz el fuego conzumía la horrible villa a zu alrededor. -la hachatarra dió una nota final y calló.

¿Dónde eztamoz? ¿Quién ez ezta gentuza? ¿Qué hacíaz allí arriba? -dijo Guturuk recuperando el grotesco falsete de Zoia de su primera narración.

El orco hizo un molinillo con la hachatarra y salió contento del escenario.
 

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22/09/2017, 20:02
Helenta de Garmondia

Observo, extrañada, lo que sea que está haciendo el orco ese con su instrumento.

"Estoy vieja, está claro" En mis tiempos nadie hacía estas cosas.

Y me preocupa. Me preocupa lo que he visto. Ahora que todos han tenido ocasión de demostrar lo que saben hacer, me estoy planteando si fue buena idea venir.

"Mi tiempo quizás ya pasó" Es lo que pienso al ver este despliegue de efectos. El que no lanza fuego, juega con sombras o hace voces.

"¡No! No dejaré que me derroten ellos. Si este público ignorante prefiere la bota al vino, ellos sabrán. Pero yo no he de rendirme"

Me levanto de la silla y me esfuerzo tanto porque me crujan los huesos, que casi me duelen de verdad.

-Joven ¿me ayuda a llegar hasta el escenario?- pido al muchacho que más cerca tengo que, como es de esperar, pone de cara de fastidio, pero no se atreve a decir que no. Subo hasta el escenario y me siento con un suspiro teatral y enorme

-Allí estaban nuestros jóvenes héroes, aspirándose los alientos con fruición, mientras a su alrededor todo ardía en llamas. Cuando pararon para respirar un poco, Duncan intentó explicarle cómo habían llegado hasta allí-

-Sonabas en tu dulce roncar

cuando los soldados nos asaltaron

me obligaron a bajar

y el carro se llevaron-

-Le contó Duncan

-Cada vez más lo siento,

el mundo está loco.

Abandonemos este lugar al momento.

Y, por cierto, yo no ronco-

-Respondió Zoia. Así partieron, nuestro héroe y su amada, huyendo de tan horrible lugar. Duncan va pendiente desde ese momento, de todas las indicaciones. No desea perderse de nuevo y acabar enfrentando otro mal. Más ¡Ay! ¡mísero Destino! Incluso a aquellos que huyen de ti, tú atrapas. Y nuestros héroes estaban llamados a nuevas gestas. Da igual cuánto se esforzase Duncan en evitarlas-

-¿Qué es ese lugar ahí delante?

Parece un bosque, sin duda,

pero, nunca vi antes

uno de color verde uva-

-Preguntó Zoia extrañada-

-Es cierto que parece diferente

más no debe preocuparnos el color,

pues estoy seguro que el camino es este.

Avancemos pues, sin temor-

-Contestó el muchacho intentando parecer sereno. Pero a medida que se adentran el bosque, la inquietud empieza a anidar en sus corazones. El temor, fundado o no, acaricia su alma al principio. Pero luego, ya en el corazón de la verde foresta, estruja sus entrañas. Zoia solloza asustada.

-Entonces una figura ante ellos se aparece. Es un espectro pero parece muy real. Su piel es pálida y su pelo negro como el azabache. Sus ojos, también negros, brillan como un cielo iluminado por miles de estrellas

-¡Bienhallados seáis! ¡Salve! ¡Hola!

¡Qué bien que seáis dos!

mi amado murió y he estado muy sola

Pasad y poneros cómodos.

-Dijo la mujer mostrando una entrada secreta, entre los árboles, a una preciosa cueva. La bella mujer se llamaba Durnia y había perdido a su enamorado poco antes de morir ella. Así que se murió con un montón de cosas por terminar... o incluso aprender. Y ahora se dedicaba a "asaltar" a los errantes viajeros que pasaban por el Bosque del Temor. Además de ser ella muy hermosa, el incentivo que suponía no quedarse en el bosque por la noche, hacía que todos acabaran en su casa. Lo que aquellos pobres no sabían es que la atractiva dama absorbía su energía para calmar todos sus posibles deseos insatisfechos.-

Toso un poco para crear expectación. Luego toso otro poco más. Y luego me dedico a toser con todas mis ganas, como si no fuese a llegar hasta mañana

-¡Oh, mi pobre público! No debéis preocuparos por mí, aunque haya de perder la poca voz que me queda, os narraré la historia hasta su final- les digo con mirada apesadumbrada de abuela a la que los nietos le dicen que ya han picado algo fuera y que no quieren comer nada.

-Duncan y zoia acompañaron a la mujer, seducidos por su embrujo. Pero nada les preparaba para lo que les esperaba en la cueva. Las horas pasaban y Duncan cada vez estaba más cansado

-Zoia, por favor, no doy más de si,

Sois dos y yo uno sólo

¿No podéis compadeceros de mí?

mi aguante durará poco.

-Imploraba Duncan

-Duncan, ¿acaso no era este tu sueño?

nunca pensé que serías tan flojo

pensaba que todos los hombres fantaseaban con ello

No te rindas cuando falta poco

-Intentaba animarle, sin mucho éxito, Zoia.

-Sí, es verdad, pero lo mucho cansa.

A todos nos gusta el bricolaje

pero llevo toda la tarde cambiando bombillas

y empalmando cables

-Y señalando a su cautivadora fantasma, que en ese momento estaba distraída con lo bien arreglada que había quedado una gotera, le hizo una seña a Soia para escapar.

Y en ese punto decido que es el momento de dejar la historia para el siguiente participante.

-Así acabo mi parte de la historia, satisfecha por no haber muerto mientras narraba. Todo sea por vosotros- comento a modo de despedida mientras me levanto a ritmo tan lento como cuando para pagar en la tienda, cuento moneditas si hay gente esperando.

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29/09/2017, 13:21
Itzala el Bardo

Después de las pobres presentaciones y las aburridas historias de los otros concursantes, por fin le tocaba a él. Tenía que reconocer que apenas las había escuchado, más interesado por conocer a algunas de las parroquianas y empezar las negociaciones que terminarían enseñándolas su estoque elfo. Sí, había que admitir que algunas humanas tenían bellos atributos por los cuales casi se podría salvar toda su raza. El creador del universo (Un dios Elfo) había hecho bien en ponerlas. 

Con estilo, elegancia y mesura tomó el testigo del anterior juntaversos y se acercó al estrado. Le tocaba continuar donde lo había dejado aquella joven humana, que seguro que había recibido una madición debilitante del monstruo que los humanos llamaban "edad". Los elfos no sabían de eso. 

Queridos admiradores y Fans, aquí continuaré la historia de Zoia y Duncan, recordad que los artistas no vivimos del aire —dejó casualmente el estuche de la guitarra abierto— y que me alojo en la habitación número dieciséis de la posada, por si alguna seguidora quiere que le haga un bis personalizado esta noche más tarde. 

—Y ahora, dicho lo importante, pasemos con esta minuicia de ganar el concurso de narración y canción. Sabed que ya he triunfado en otros concursos como Elfo-visión y Factor Elf. Los rumores de sobornos a los jueces nadie pudo probarlos. 

Rasgueó su instrumento, el de música, claro y comenzó a narrar con las notas de fondo.

—Duncan y Zoia estaban
trabajando para Durnia
mujer de alta alcurnia
que mucho necesitaba

Zoia a Duncan miraba
sin animo carnal esta vez
pues horas llevaban diez
de fanea inacabada

—Escapemos de aquí pronto
No sea que yo me muera
de vieja en este antro

—Distraida por esa gotera —
vio Duncan con buen ojo—
está nuestra carcelera... 

—Y así nuestros dos tortolitos huyeron, aprovecharon una distracción después de haber estado múltiples horas trabajando y ayudando a una criatura maldita  que nunca acabaría las reformas de su casa, como cualquier mortal engañada por una compañía de reformas, como cuando yo lo intenté con Arinadriel, Elfadiel y Gilead S.A. y me dejaron la torre sin techo... sólo que aquí a maldición le daba poder para atrapar más pobres incautos... —volvió a rasguear las cuerdas de su instrumento... 

—Mucho tiempo había pasado, mucho tiempo corrieron por el bosque, sus ropas estaban sudadas y sucias, ellos estaban sudados y sucios, más que lo que están los humanos de media, quiero decir...

—Y al poco en el bosque se perdieron, pero no querían ser atrapados de nuevo y continuaron vagando... muertos de hambre y cansancio (no de frío porque Zoia era puro fuego) hasta llegar a un riachuelo, donde saciaron su sed y decidieron lavarse...

—Zoia miró a Duncan después de saciar su sed... de agua... y guiñándole un ojo le preguntó si le apetecía un baño, a lo que Duncan respondió que  que sí, pero siempre que ella calentara el agua... 

—Se metieron en el agua después de quitarse la ropa, estaban delgados, en los huesos, preguntándose cuánto tiempo habían estado embrujados... comenzaron a lavarse...

—Y se oyeron unas risas
Duncan y Zoia en frío
metidos en el río
giraron sus cabezas

Nada pudieron ver
Pues allí nada había
salvo la orilla de la ría
no se veía un ser

Una voz se escuchó burlona
—gracias por vuestra ropa
es el coste en nuestra zona

Nos gusta más que la sopa
robar a gentuza torpona
nos vamos, desnuda tropa

Y así, Duncan y Zoia se encontraron desnudos en mitad del río, con los duendes mágicos e invisibles habiendo robado los pocos harapos que les quedaban, justo entonces, me queda mucho que contar...

Una de las fans del bardo levantó disimuladamente dos jarras y señaló hacia el corredor que llevaba a las habitaciones, el escote de la mujer hacía pensar en precipicios y montañas a explorar.

—... pero en otra ocasión será porque debo dejar el turno a mis menos habilidosos colegas de profesión... ¡Mucha suerte! —comentó bajando del escenario —Os prestaré mucha atención en vuestros próximos relatos, cánticos... cosas... 

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08/10/2017, 00:22
Navar

Navar observó al elfo salir del escenario y de un salto se bajó del taburete.

Bueno, mi turno... a ver qué hago ahora.

Decidió improvisar de nuevo sobre la marcha. No le quedaba otra opción. Recordó que durante su juventud, y por un lío de faldas, tuvo que asistir a una representación en la que se hacía referencia a los famosos versos de Jorg Manrik, un famoso bardo enano. Éste componía a la antigua usanza, es decir, en estrofas de doce versos (en honor de las doce tribus enanas), separadas en cuatro tercetos.

Pues a ver qué tal...

Al volver a subir al escenario realizó una reverencia quitándose el sombrero y saludando a la concurrencia. Y comenzó a cantar:

Zoia a Duncan observaba

intentando con pudor

no mirarle más abajo.

Y Duncan mientras temblaba

ocultando su temor

(le costaba un gran trabajo)

El agua al cuello llegaba

(se agachaba con dolor

cual si pegaran un tajo)

y el cuerpo le congelaba

arrancando su calor

y menguando su badajo.

 

Terminó el verso sonriendo y haciendo un guiño cómplice.

 

- Vamos - Zoia suplicó

tapándose hasta el ombligo

con la mirada de acero.

- Vamos Duncan - repitió -

pequeño es el enemigo

y de lo más traicionero.

- Un momento - respondió, -

enseguida estoy contigo -

le contestó zalamero.

Y la orilla señaló:

- Ve cariño, yo te sigo.

Vete yendo tu primero.

 

Tras la segunda estrofa Navar aceleró el ritmo.

 

Pero Zoia estaba quieta

pues también le daba apuro

salir del agua desnuda.

¿Me querrá ver una teta?

¿Tendrá un propósito oscuro?

¿Por qué se esconde y se escuda?

Seguro que es una treta,

jamás vi rostro más duro,

¿querrá que le preste ayuda?

Y agachada como seta,

con pensamiento inseguro,

le carcomía la duda.

 

Navar sabía que los trovadores enanos solían cantar cinco estrofas, como estipulaba la tradición, así que siguió tocando buscando las rimas sobre la marcha.

 

Ninguno se decidía

a abandonar el riachuelo

y que se vieran sus... nalgas

Joder, vaya rima difícil...

- ¡Sal tú! - la chica decía.

- ¡No, tú! - clamaba él al cielo

- Pues... yo prefiero que salgas.

Y así el tiempo transcurría

sin que acabara aquel duelo

de frases cortas e... hidalgas

Por los pelos...

Hasta que al fin la apatía

hizo salir al mozuelo

...

con... un traje hecho de algas.

 

Joder Navar, busca rimas más jodidas, anda...

Y se encaminó a la quinta estrofa y con ella al final del repertorio.

 

Al fin del río salieron

los dos con porte loable

Venga ya... ¿loable?

tapándose su vergüenza.

Su desafío tejieron

retándole a los culpables:

"La ropa para quien venza."

Un juego les propusieron

de sencillez admirable

y cuya regla comienza:

"Los que se rían perdieron,

tan solo vale que se hable

y que con chistes convenza."

 

Y con un último acorde despidió su actuación y repitió su reverencia.

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21/10/2017, 18:21
El Señor Uno-Dos

No había caído en la cuenta de que nuestro orondo amigo, el señor Archibald Bradley, se había descuidado, probablemente dormido, y no había actuado cuando su turno tocaba. Yo no estaba demasiado atento a esta ronda de actuaciones, había visto entrar por la puerta a un par de guardias preguntando por mi y me había asegurado de que no se me viera por aquí… al menos durante el rato en el que ellos se habías zambullido entre la gente que había venido a ver el concurso.

De momento la suerte me sonreía, pero no sabría hasta cuando, que se hubieran marchado le daba algo de tiempo, pues seguro que daban esta taberna como revisada. Pero no podía evitar pensar que en cualquier momento, se lo llevarían preso…

¡Malditas perfectas posaderas perfectas que le habían llevado a la perdición! Siendo la mujer del jefe de la guardia su poseedora. Nunca había sido muy dado a preguntar si alguna persona estaba prometida, simplemente me dejaba llevar como la pasión que le dedico a mis versos. Pero claro, eso no me traía más que problemas.

Salgo rápidamente de la cocina en la que me había colado y salto por el mostrador, llegando hasta el escenario. En ese momento se dio cuenta de que no había hecho entrada alguna. Así que carraspeó y puso los brazos en cruz… Tras unos segundos nada ocurrió.

-¿Ya pensabais que iba a hacer la misma entrada que la anterior vez? ¡Por Favor! Nadie haca la misma entrada… -Acto seguido tiro de mi capa para hacer como que me tapo con ella, y por ahí donde pasa mi brazo se a haciendo una oscuridad impropia del lugar. Hasta quedar todo en penumbra.

Se empiezan a escuchar unos acordes mientras la oscuridad en una parte de la barra donde se sirve, empieza a disiparse como si de unas nubes negras en movimiento se tratase. Ahí me encuentro mirando fijamente a la posadera rubia, tumbado boca abajo sobre la barra.

-Y ahí se encontraba nuestra pareja, desnuda, desamparada, a punto de enfrentarse a un duelo al que nunca antes habían sido sometidos… ninguno de ellos. Duncan se sabía un par de chistes, sí, pero también sabía que si se acordaba de ellos era por lo malos que eran, así que era conocedor de que estaba en un gran apuro… Y con ello, le cedió el primer turno a la dama. Evidentemente sin consultarla… Esta, al verse entre tal apuro… y sabiendo que no podría ni tan siquiera esbozar una triste sonrisa optó por mirar con odio al que hasta hace poco era su amado.

El dedo índice de mi mano derecha roza la barbilla de la bella mujer rubia, en ese momento las nubes vuelven a moverse tapando esa escena y abriéndose en el escenario, donde aparezco con los pantalones subidos, simulando una falda… una falda que en realidad Zoia no llevaba… Poniendo voz de mujer comienzo a decir…

-Zoia, con la mirada fija en Duncan, los brazos tapando sus vergüenzas y algo ruborizada, comienza a contar el primero de los chistes de la noche, evidentemente el tono de su voz empezaba siendo calmado para terminar como esputando odio sobre nuestro héroe de infortunio: En una feria, un hombre se topa con la tienda de campaña de una adivina. Pensando en pasar un buen rato, entra en ella y se sienta.

—Puedo ver que es padre de dos —dice la vidente, mirando su bola de cristal.

—¡Ajá! Eso es lo que usted cree 

—dice el hombre con desdén—. Soy padre de tres.

—¡Ajá! —dice la adivina—. Eso es lo que ¡usted! cree.

Cuando paro de contar el chiste, hago como que agarro un par de asas a mis lados y muevo los brazos hacia mi, como cerrando una puerta corrediza. En ese momento, las nubes negras tapan la escena y se abre otra, donde me encuentro reposado en las piernas de la bella barda pelirroja, la presentadora, agarrándola por el cuello y mirándola con ojos vidriosos.

-Tras unos segundos de silencio empezaron unos aplausos que se callaron tras varios segundos de vítores. Zoia pensaba que podría usar esos sonidos para localizar a los malvados duendes, y así poder usar su poder para pasarlos por la brasa, vengarse, y recuperar su ropa. Pero los aplausos los rodeaban, estaban por todas partes… En ese momento, uno de los duendes salió de entre las hojas y se cogió las manos por detrás de su cintura, era un ser bajito, de pelo revuelto y en punta, de un extraño color rosáceo con manchas color tierra. Su cara parecía de por si ya un chiste, pues aunque se le veía tranquilo ya parecía estar asustado o asombrado por la altura de los que tenía enfrente… Pero nada más lejos de la realidad. Este empezó a contar su propio chiste… mientras se balanceaba sobre unos pies excesivamente grandes para la altura del susodicho duende: El papá tortuga le está contando a su hijo varios cuentos antes de dormir. Uno de ellos empieza: “Érase una vez un conejito blanco…”.

—Ay, papá —interrumpe la tortuga—, ésas son cosas de niños. Cuéntame algo de ciencia ficción.

—Está bien. Érase una vez un conejito en el espacio exterior…

El hijo lo para en seco.

—¡Quiero un cuento de adultos!

—De acuerdo, pero prométeme que no se lo dirás a tu mamá.

—Te lo juro.​

—Érase una vez un conejito completamente desnudo…

En ese momento volvió a cerrarse la escena con el movimiento de las nubes negras y volvió a abrirse en el propio escenario. Esta vez tenía los pantalones bajados, pero tenía cara de chiste, y empezaba a soltar graznidos con la boca cerrada y lisa, como si me contuviera la risa.

-Duncan sólo pensaba en que no podía reírse, pero la verdad es que el chiste le hizo gracia, Zoia se veía que pronto iba a perder la ropa, con lo que con un chasqueo de sus dedos, conjuró una llama entre las nalgas de nuestro héroe que muy pronto le quitó todo resquicio de gracia del cuerpo. Era el momento de Duncan, pero como hemos dicho, este todavía no se había acordado de ninguno, así que empezó a improvisar: Un oficial de la guardia preocupado se acerca a un niño que está llorando frente a un puesto de revistas. 

—¿Qué sucede? —le pregunta.

—¡Aún no sale Superman! —se lamenta el pequeño. 

—No te preocupes, yo me encargo —le dice el oficial—. ¡Oye, Superman! —grita—. ¡Sal, no te haremos daño!

Desde esa misma posición, moviéndome a la vez que se mueven las nubes negras para que nadie me pierda de vista, camino entre las mesas atestadas de parroquianos.

-Zoia tenía ganas de llorar, los duendes directamente suspiraron y supieron que esto lo tenían ganado, el que había salido miraba a Duncan con cara de no comprender y le dijo literalmente que era un tomate, que se retirara antes de hacer más el ridículo. Y en ese momento, otro duende, más o menos igual, pero con barba y el pelo de color verdoso salió a la palestra, sacudiendo las manos los miro y dijo: -Acabemos con esta tontería…:Un pordiosero se acerca a una ancianita en la playa.

—Por favor, señora —suplica—, no he comido nada en 24 horas.

—Qué bien —dice la abuela—, así no tendrás que preocuparte por sufrir calambres si te metes al agua.

Se cierra la escena y vuelve a abrirse en el escenario, donde salgo otra vez con la cara de querer partirme la caja y reír hasta que se me revienten las cuerdas vocales. Pero me llevo las manos a las posaderas y comienzo a brincar.

-Esta vez incluso Zoia casi se ríe, pero estaba preparada, conjurando rápidamente una llama en el ojo que no ve de Duncan, evitó que este se riera una vez más. El ambiente empezaba a oler a parrillada de cerdo y pelo quemado, y era su turno… Zoia trataba de recordar algo y Duncan esperaba que ella pudiera contar algo… pero nada, no se les ocurría nada. Cuando uno de los duendes se dio la vuelta, para decirles que habían perdido, Duncan se acordó de una escena vivida en su vida, una escena que siempre que la contaba… todos se reían, tragando saliva y levantando un dedo… Duncan pidió paso. La mirada de Zoia era una poema en si misma: Un hombre le dice a un amigo:

—Mi esposa está en una dieta de tres semanas.

—¿De verdad? ¿Cuánto ha perdido hasta ahora?

—Dos semanas.

Se cierra la escena y se abre encima de una mesa donde hay muchos comensales, acuclillado y sonriente, el bardo los miraba y seguía la narración.

-Sí, se volvió a hacer un silencio incómodo. Pero pronto, el duende de pelo y barba verde dijo : “Oye… eso le pasa a mi esposa… es del tiroides…” Y acto seguido, todos los duendes, uno por uno comenzaron a reírse. Sin poder parar, durante varios segundos, risas de todos los tonos, unas parecían forzadas y otras no. Todos se reían excepto el de pelo y barba verde… Y cuando desaparecieron las risas, también desapareció el de pelo rosa. Quedándose con la ropa en la mano el de pelo verde: “Tomad, vuestras pertenencias, habéis sido dignos ganadores… pero a mi costa… Os acompañaré en vuestro periplo… pues veo que necesitáis ayuda, además, como he dicho, mi mujer lleva perdidas dos semanas y está insoportable, cuando vuelva, quizá las haya recuperado y quién sabe, quizá haya llegado a su objetivo… sea como fuere, al menos el tiempo que pase con vosotros… será tiempo de tregua… me llamo Yrvendablyn, pero podéis llamarme Verdín, todo el mundo lo hace”. Y con esto… nuestros héroes recuperaron, no sólo la ropa, si no la decencia, la compostura y un nuevo amigo… que les acompañará en su viaje… ¿Sabe Verdín dónde se ha metido? Lo dudo…

Con esto desconjuro las nubes, hago una reverencia en el escenario y vuelvo a la barra a tomarme algo para beber.

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30/10/2017, 09:26
Azalea von Swintek

-Oye, Verdín, ¿y tú sabes cómo salir de este bosque, que andamos un poco perdidos?-preguntó Zoia a su nuevo acompañante.

-¡Sí que lo sé, acompañadme!-respondió el alegre duende.

-Perdona las molestias, amable Verdín, ¿tú sabes dónde puede haber algo que llevarnos a la boca?-solicitó Duncan al duende
con la esperanza de que éste no hubiera oído el rugir de sus tripas.

-¡Sí que lo sé, acompañadme!-dijo el duende haciendo con la mano un claro gesto de que le siguieran.

-Oye, duende, ya llevamos un rato caminando, ¿y nos traes a estos miserables arbustos, que ni bayas tienen?-se quejó Zoia.

-¡Sí que lo sabía que no tienen bayas, pero lo importante no está arriba, está abajo!-respondió su nuevo amigo
mientras se agachaba a coger un generoso puñado de tierra del suelo donde crecían los arbustos, que mostró a la pareja.

-¡Mirad, mirad como se mueven, estas sabrosísimas lombrices comeremos, ricas, ricas, con fundamento!-Y se las llevó a la boca
con tierra y todo.-¡Nos daremos un festín!-dijo con júbilo, masticando mientras le quedaba negra y húmeda tierra en las barbas.

Y nuestros héroes estaban tan hambrientos que comieron, ¡vaya si no, con tierra y todo!
Y hasta les gustó, ¡y un festín se dieron!

Y continuaron su marcha para salir de aquel interminable bosque con su gourmet amigo como encomiable guía.

-Gentil Verdín, amigo, ya llevamos otro largo y aburrido rato caminando, ¿no sabes nada divertido y entretenido que contar?
-requirió Duncan a su jovial compañero, probando suerte.

-Sí que lo sé, pero no os voy a contar nada divertido, ¡vamos a hacerlo!-contestó el duende mientras se le iluminaban los ojos.

-¡Sorpréndenos!-reclamó Zoia.

-Sí que sé que no os lo vais a creer, ¡pero nos acercamos al viejo árbol hueco que guarda el botín de nuestros jocosos robos!
-se explicaba Verdín mientras se le caía la baba de la emoción.

-¿Así, sin vigilancia?-preguntó la incrédula sacerdotisa del fuego.

-¿Quién va a saber que un podrido y reseco viejo árbol hueco esconde en su seno un ingente y magnífico extraordinario tesoro?
-se aclaraba el duendecillo excitado por la loca idea que corría por su cabeza.

-¡Vamos a hacer la broma del siglo a mis congéneres saqueando el viejo árbol hasta las raíces!-clamaba el duende fuera de sí.

-¡Sí, sí!-gritó el crédulo paleto protagonista de nuestra historia.

Aquel prometido tesoro no estaba tan cerca, ni era tan accesible.

Pero después de otro largo rato caminando amenizados/torturados por los malísimos chistes del duende
y de cruzar un penoso cenagal con el fango hasta las axilas de nuestros héroes, y Verdín sobre la cabeza de Duncan,
arribaron al ansiado botín.

-¡Mirad y escarbad dentro del árbol!-exhortó el duende ladronzuelo a nuestra pareja protagonista.

-¡Mirad y celebrad, cuán maravilloso tesoro, si lo sabré yo!-exclamó Verdín.

Zoia pasó largo rato mirando y escarbando en el interior del viejo árbol mientras Duncan celebraba dando saltos a su alrededor.

-¡Pero si aquí no hay más que ropas, calzado y cachivaches miserables!
¿Dónde están las cosas de valor?-dijo la enfadada Zoia al duende.

-Ya sabía yo que las cosas de valor ya nos las habíamos gastado en juergas y en vino, ¡pero lo importante es la broma en sí!
-respondió tan tranquilamente el duendecillo.

-¡Ajo y agua!-refunfuñó el sorprendido tontorrón de Duncan.

Esa noche, debido al disgusto y a lo que consideraban una tomadura de pelo por parte del duendecillo,
¿o sería por comer tierra con lombrices?,
nuestros ínclitos héroes padecieron un violento y lastimoso ataque de diarrea.

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08/11/2017, 10:12
Brook Hagard

Por tercera vez Brook se adueñaba del escenario luego de haber estado sentado en la barra de aquel lugar, disfrutando de una pinta de hidromiel al tiempo que atendía a cada una de las palabras, estrofas y rimas que sus compañeros han estado compartiendo con el público. Ciertamente parecía que la mala suerte de Duncan parecía ser mas provocada por quienes guiaban sus pasos en aquellas narraciones que por su propia atracción de descargas naturales. Sin embargo, en esos momentos en que sus pies tocaron el escenario una vez mas, sabía perfectamente como continuar con aquella historia.

Deben creer que aunque terrible sea tener que sufrir un ataque de intestinos sueltos en el bosque, aquel era el menor de los males posibles que a nuestros héroes les esperaba y al terminar mi parte lo sabrán.

Eran sus palabras mientras caminaba de un lado al otro del escenario sacando nuevamente sus cartas, dejándolas caer para que de la misma surgieran luces que terminaban por convertirse en árboles. Adornar un poco el lugar mientras su capa parecía liberarse sola de sus hombros para quedarse flotando entre estos como una figura oscura...

Dura fue la noche de Duncan y Zoia, tras una dura noche en donde parecían no haber dormido nada entre los llamados de la naturaleza y la risilla estridente del duende, empezaban a sentir que confiar en esa pequeña criatura les iba a costar mucho. Pero lo necesitaban para poder salir de allí, incluso se pusieron de acuerdo en no desviarse mas del camino, no caer mas en una de sus bromas, no perseguir tesoros falsos y mejor dejar de comer lombrices para al menos dormir mejor.

Las palabras de Brook eran acompañadas con una risa burlona y maliciosa que provenía de los árboles mientras el dejaba caer tres cartas mas al suelo del escenario, permitiendo que una niebla de vapor se elevara para terminar formando tres figuras distintas. Un joven, una mujer de curva sugerentes y algo mucho mas pequeño con una enorme nariz y espalda encorvada.

Es así como ambos se pusieron en camino a pesar del cansancio, dispuestos a decirle que no al duende en cada nueva oferta que les soltara... Pero eso no evitaba que el duende lo intentara, su insistencia y esfuerzo por tomarlos por sorpresa mostraba lo tenaz que aquella criatura podía ser.

agregaba mientras terminaba apoyando una rodilla en el suelo, levantando una mano para ponerla tras su oreja, casi como si buscara escuchar algo se muy lejos, justo cuando todos pudieron empezar a escuchar voces que provenían de esas figuras de vapor que se movían de un árbol a otro.

"¡Si se frotan con estas hojas se sentirán mucho mejor para continuar con nuestra aventura!"

La voz chillona del duende soltaba con emoción aquello ofreciendo unas ramas con hojas que, para los entendidos en las artes de supervivencia en ambientes boscosos, podrían sospechar de que se trataba por la forma de esas hojas.

"No lo necesitamos, ya me siento bien y segura que Duncan también".

Replicaba una voz femenina mientras su figura negaba moviendo ambas manos y sobretodo, evitando que la figura masculina siquiera acercara la mano a esas hojas que prometían tanto.

"¡Aqui aqui! ¡Estas bayas son deliciosas y nos quitarán el hambre!"

Un muevo intento del duende de darles algo a sus compañeros humanos, sacando vayas rojas y negras para ofrecerles, aunque una vez antes que Zoia pudiera tomarlas ya que con todo lo que pasaron, hambre era algo muy constante para ellos. Fue Duncan quien evitó que ella lograra tomarlas casi con apremio para evitar que siquiera las probara.

"Pero mi buen amigo! Ya debemos estar cerca de la salida del bosque verdad? Comeremos mas que bayas cuando salgamos, yo invitare el lechón en la primera taberna que veamos."

Estaba claro que tanto Duncan como Zoia se cubrían para no ser tentados ni encantados por las incontables sugerencias de aquel duende, con lo que estaban pasando y luego de haber sido engañados tantas veces, salir de ese lugar era lo que mas deseaban. Pero d pronto las figuras de vapor desaparecían para que el público solo viera una sombra rondando entre los árboles por unos instantes.

Una y otra vez ese duende intentó darles alimento, raíces, plantas, bayas y nuevamente lombrices, se reía cuando les buscaba agua, incluso medicinas naturales que los ayudara a no perder las fuerzas en esa larga jornada. Pero en cada una de esas ofertas los no salieron tanto de sus labios que parecía era imposible convencerlos o al menos a los dos al mismo tiempo. Sin embargo, poco a poco se dejaban guiar por esa criatura bromista, mas centrados en como evitar ser engañados que en prestar atención a su alrededor hasta que...

"Esto... Los árboles se ven un poco raros... No creen?"

Escuchaban de pronto la voz de Duncan sin que lo pudieran ver mientras que los árboles del escenario cambiaban lentamente, se volvían mas oscuros, con ramas retorcidas, hojas marchitas casi como si el otoño hubiera llegado de pronto al bosque con el paso de los minutos.

"Jijiji Eso es porque estamos llegando al final"

"Pero no hay menos árboles, estoy segura de eso"

"Ohh pero es que el camino a la salida que buscan lo atraviesa, es la unica forma de dejarlo realmente y por aqui esta.. Oh si, muy cerca si jijiji"

La risa del duende mientras le respondía sonaba cada vez mas maliciosa, era casi predecible que algo malo iba a pasar cuando de pronto, varios árboles del escenario desaparecían formando un claro sin camino, sin nada que pudiera parecer a una cercana salida.

"Pero, aqui no veo nada."

"Eso es porque hay que estar en el camino para verlo, vengan vengan."

Las figuras de vapor aparecían nuevamente, acercándose al centro del claro, guiados por aquel duende para que de pronto, todos en esa sala sintieran un estruendo, por un instante las velas de todo el lugar se apagaron dejándolos a oscuras por unos segundos. Pero en esos instantes otra risa se escuchó, una capaz de helar el corazón, de hacer que un escalofrío incómodo recorriera la espina de los menos valientes mientras que poco a poco la luz volvía a iluminar el escenario.

Puede que las bromas de esa criatura maliciosa hubieran servido al principio solamente, pero bastó para cansarlos, para ponerlos en guardia y lograr que ni Zoia se diera cuenta de lo que pasaba al tiempo que se centraba mas en rechazar cada nueva oferta... Porque cuando llegaron al centro de ese claro, algo los golpeo con tal fuerza que nuevamente se encontraron en el suelo inconsciente, con su guia frotándose las manos.

"Me sorprendes, no creí que hicieras algo bien luego del fiasco del anillo mágico"

"Oh pero mi adoradisima Señora de la noche eterna, como ya he dejado claro antes, no ha sido culpa mia, sino de mis torpes compañeros... Espero que conseguirle estos nuevos juguetes consiga ser prueba de que yo jamás le fallaría... Es mas su excelencia, solo yo los traje como puede ver"

Una sombra que claramente era femenina aparecía en el claro hablando con dominio, sorprendida y satisfecha por lo que veía en el claro del mismo mientras que la nube de vapor que formaba al duende se arrodillaba ante ella, hablando con cierto temor mientras ofrecía sus nuevas presas a su Señora.

Mas de una bruja, mas de un peligro y mas de un monstruo habitaba ese bosque sin salida aparente y nuestros héroes lograron salir de la sarten para terminar en el fuego... Porque como verán mi querido público, Duncan y Zoia fueron entregados sin saberlo a una verdadera Señora de las sombras... Como saldrán de esta? Pronto lo descubrirán.

Con esas palabras Brook cerraba su parte del acto, con una reverencia al tiempo que cada uno de los árboles se convertían nuevamente en cartas al igual que el vapor mientras que la Señora Oscura, lentamente volvía a ser una simple capa que con timidez, volvía a los hombros del ilusionista.

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16/11/2017, 18:34
Guturuk Cantosko

Guturuk se cruzó con Brook mientras subía al escenario y dirigió una patada a la capa que revoloteaba colgada a la espalda del humano.

Mardito' roedore' zaztrez mágicoz...

Guturuk se situó centrado en el escenario, con su hachatarra lista de nuevo para otra magnífica demostración.

Nueztra pareja de eztúpidoz humanoz, inconzcientez por culpa del traicionero Verdín, ze encontraban a merced de la maligna Zeñora de laz Zombraz.

El fondo norte eztá conmigo, ¿verdad? -dijo dirigiéndose al público- ¿A que deberían haber matado al duende a la primera oportunidad? -se oyó un leve coro de SÍII- ¡Loz duendez nunca traen nada bueno! Zon hechoz, no opinionez.

En fin, zigamoz. Nueztros heroínoz ze dezpertaron oyendo una zinieztra melodía...

El orco empezó a rasgar las cuerdas de la hachatarra de forma melódica, produciendo una música que evocaba a los espectáculos de marionetas de OrkDizney.

Era la mizmízima Zeñora ozcura quién cantaba. Mientraz tanto, Verdín danzaba a zu alrededor.

... y azí mizmo gozaré,
vueztroz ojoz zacaré,
vueztroz muzloz trincharé
y en un plato zerviré
vueztraz entrañaaaaz.

¡Aaaahjajajajajajaja!

No zin antez dizfrutar,
por vueztra magia arrebatar,
indenfenzoz eztaréiz
para cuando comprobéiz
que ya no oz queda para uzar
poder ningunooooo.

¡Iiijijijiji jijijijooo!

Ooohh, mirad quién dezpierta. -la música cesa llegado el final de la canción y Guturuk aparta la guitarra para gesticular con la escena- Dijo la Zeñora a Zoia. Duncan aún yacía inconzciente.

Zeráz la primera a la que arranque el poder mágico. -dijo Guturuk "Señora Oscura" cambiando totalmente del tono juguetón de hasta ahora a uno lleno de ira. ¡Desde luego este orco era todo un actor!

Con un gezto de la mano, empezó a zuccionar la magia que habitaba dentro de Zoia. Ella también notó el poder abandonando zu cuerpo, azí que reunió el que pudo y conjuró una flecha de fuego dirigida al corazón de aquél zer maligno.

No obztante, zimplemente interponiendo la palma de zu mano, la flecha de fuego ze dizolvió y zu magia fue también abzorbida por la dama de laz zombraz. ¡Jajaja! Ez inútil que te reziztaz, ¡NECIA!

Poco dezpuéz, Zoia yacía de nuevo zin conocimiento, extraída hazta la última brizna de zu poder mágico natural. La malvada mujer ze giró hacia Duncan, que zeguía KO.

¡Verdín! Ezpabílalo.

Jijiji Zí mi zeñora... y el duende propinó una tremenda bofetada a nueztro protagonizta. Duncan dezpertó entoncez, confuzo.

Zé testigo de cómo te arrebato todo tu poder, zabedor de que no puedez hacer nada para evitarlo jujuju.

Pero la riza le iba a durar poco. Repitiendo loz geztoz que había uzado con Zoia, empezó a extraer el poder mágico de Duncan, pero... ¿¡ézte no quería zalir!?

¿¡Qué ángelez ocurre aquí!? ¿Por qué no puedo extraer zu poder?

La zeñora de laz zombraz ze ezforzó al máximo y, repentinamente, un gran chorro de poder eléctrico zalió de dentro de Duncan. Ella interpuzo zuz manos para abzorberlo, ¡pero no funcionó! Donde la energía concentrada tocó zu piel, recibió un tremendo calambrazo. Rápidamente invocó zu propia magia para protegerze, intentando mantener a raya laz zúbitaz oleadaz de energía. -Mientras tanto, Guturuk se inclinaba hacia atrás y gesticulaba con las manos, como si intentará contener alguna fuerza invisible. Uno de sus goblins acompañantes se subió al escenario y empezó a bailotear a unos metros de él mientras se ponía una barba postiza de color verde.

El propio goblin habló a continuación- ¿Qué ocurre zeñora? No me digáiz que no podéiz con ezte mequetrefe JIJIJIJI.

¡CALLA EZTÚPIDO! ¡EZTA MAGIA NO EZ NATURAL! TIENE QUE TENER OTRO ORIGEN. EZTO NO DEBERÍA EZTAR PAZÁNDOME.

Dándoze cuenta de que no podía contener eza mizterioza magia ni un momento máz, la Zeñora de la Ozcuridad hizo un bruzco ademán para cambiar la trayectoria de aquelloz rayoz mágicoz. -Guturuk hizo el brusco gesto y el goblin dió un respingo, lanzándose del escenario al público, que rápidamente se apartó creando un hueco entre la multitud, de forma que se dió un talegazo contra los tablones del suelo.

Toda la energía fue a parar de lleno al inzulzo duende Verdín, que miraba los rayoz venir con zu eztúpida zonriza. En apenaz una fracción de zegundo, el cuerpo de Verdín eztalló en mil pedazoz pintando la hierba y loz arbolez con zangre, zezoz e inteztinoz.

La Zeñora de laz zombraz obzervó el eztropicio y zólo dijo: Mmm... por poco.

Cuando ze iba a volver de nuevo hacia Duncan, penzándo en qué hacer con él, un tremendo trueno rezonó por el claro, a zu ezpalda. Cerca, demaziado cerca. Al girarze, ze encontró de brucez con un hombre enorme, que ze interponía entre ella y Duncan. A zuz piez, la hierba eztaba requemada como el impacto de un rayo. Conforme fue zubiéndo la vizta ze encontró con una toga, unoz pectoralez enormez y bronceadoz, una barba larga y blanca, y unoz ojoz refulgentez que brillaban con zu propia luz azul.

¿Qué pretendíaz hacer con mi hijo? -dijo Guturuk con voz atronadora, lo cual se le daba francamente bien. Acto seguido levantó el puño y abandonó el escenario.