Es increíble como ciertas noticias de gran interés pueden ser camufladas o minimizadas por ciertos "poderes". Pero a nadie le gusta dejar que la mierda no se limpie por muy pequeña que sea.
En esta escena estáis los actuales integrantes de la partida ... Como os dije ahora el ritmo de partida incrementará notablemente, por lo que los jugadores que no posteen una vez por semana se quedarán muy retrasados o perdidos, como se que no todo el mundo tiene el mismo tiempo disponible voy a crear una escena paralela que la denominaré "Papeleos" que servirá para que aquellos personajes queden descolgados del hilo de la partida pero no quieran dejar la misma puedan ser un apoyo para el grupo encargándose de la parte fea de toda investigación, burocracias, papeleos, informes, etc (investigación pasiva jejeje) Así una vez esté actualizado podrá reincorporarse, etc. Normalmente seré yo quien os añada a esa escena pero si queréis solicitarla de forma voluntaria también podéis.
Le seguí los pasos a la abogada mientras hacía la reserva, presto a salir cuanto antes del hotel. Aquellos cambios repentinos en la investigación me desagradaban, y sentía como el peso de algo más grande de lo que imaginábamos al principio iba venciédome, venciéndonos a todos, poco a poco.
-Que venga el que guste, pero salgamos ahora. Cuanto antes consigamos la información, mejor. Más tiempo tendremos de organizarla y analizarla- dije, sacando uno de mis baratos aunque igualmente apaciguadores cigarrillos.
Me parece correcto-dijo el cura, terminandose el cafe de un trago y poniendose en pie.
Ángela se dispone a salir.
-Vendrá con nosotros ¿no? - dice dirigiéndose al sacerdote, mientras le regala una sonrisa. Tenerle cerca parece que la tranquiliza un poco.
- Creo que podremos ir en mi coche, está en el parking. Si nos damos prisa llegaremos a tiempo para conocer a las nuevas que nos traiga Isabel.
La abogada saca del bolso las llaves del coche. En el llavero figura el logotipo de Mercedes. Sin duda deja notar que el sueldo de su despacho debe ser no poco jugoso, aunque eso no es lo que importa ahora mismo.
-Nos veremos a la noche, Samuel.
Chequeo de jugadores ...
Por favor postear los jugadores que podéis leer este mensaje.
Gracias
Estoy acá, sólo que esperaba la reacción de Samuel. Ahora que me fijo, no se conecta hace dos días...
La tarde pasó rápido pudiendo terminar pequeños asuntos pendientes o descansar plácidamente antes de la cena. Las 21:00 marcan en el reloj y en el restaurante de la hospedería hay bastante bullicio (mas o menos el normal que habéis tenido para los que han estado mas veces cenando en el restaurante). En la entrada un simpático camarero os indica cual es la mesa reservada, esta vez se trata de otros de los salones privados de la hospedería más lujosamente decorado que el resto. (Llegáis según orden de posteo y en este momento empezar a dejar al resto de compañeros y rolear como os encontráis teniendo en cuenta que Julio y Javier no son conocidos por el resto del grupo y viceversa)En la sala en todo momento al menos habrá un camarero ...
Pero un segundo,no habiamos ido a algun sitio? eso nos lo saltamos?
Al final, la tarde no había sido todo lo productiva que habíamos planeado. Por alguna extraña razón, abatidos y sin ánimos como estábamos, fueron horas de inactividad, al menos para mí. No recuerdo por qué no salí a la calle ahora mismo, pero si me acuerdo de los pasajes de Los Hijos del Grial que leí en esos momentos.
Desperté del ensimismamiento cuando vi que las agujas del reloj se acercaban al 9. Suspiré, desanimado por tener que dejar el libro, y bajé las escaleras con el saco colgado de un brazo. De a poco, el bullicio iba llenando mis oídos, creciendo en intensidad a medida que avanzaba, y eso sólo hacía que mis ganas de quedarme en el cuarto crecieran. Pero estaba trabajando, y me estaban pagando más que bien. Al final, el instinto de supervivencia me ganó.
Uno de esos molestamente alegres camareros me condujo hasta la mesa, despidiéndome con aquella típica sonrisa fingida, que se supone haga sentir al cliente más cómodo. La mesa estaba vacía cuando llegue, cosa que me disgustó aún más. ¿Para qué llegar temprano? Solamente con el objeto de soportar la muchedumbre. Por suerte, los cigarrillos descansaban en mi bolsillo.
La inactividad tiene su precio... ¡pero por favor, corríjanme si me equivoco!
Digamos que como no parecía tener claro lo que ibais a hacer he optado por la opción de que la tarde no fue toda lo productiva que hubierais deseado y cada uno rolea más o menos como le fue, bien puede ser por desanimo como Horacio o por que la persona con la que querías hablar no estaba en esos momentos, etc. Ya os comenté que en esta escena el desarrollo iba a ser más rápido ...
Cuando queda poco para la cena empiezo a arreglarme para la ocasión , me tomo mi tiempo para prepararme , una vez preparado me siento en una silla y cierro los ojos para relajarme y intentar meditar lo que puede pasar esta noche , hasta que no pasan 15 minutos de la hora de la cena no bajo , mejor bajar cuando ya estén todos para no tener conversaciones incomodas antes de tiempo.
Julio parece que todo el mundo ha pensado algo parecido, porque en cuanto el camarero te conduce a tu mesa, solo ves a una persona sentada en ella con barba y coleta parece algo pensativo y como si ahora mismo estuviera en otro lugar en vez de sentado en la mesa ...
Me acerco a la mesa después de dar las gracias al camarero , me termino de arreglar la chaqueta y me acerco a la mesa , buenas noches , me parece que no nos conocemos , mi nombre es Julio Moreno , estiro mi mano para estrecharla.
Tras una tarde infructuosa, muchos papeleos, idas y venidas, la abogada había optado por retirarse a su apartamento a pegarse una ducha. Se relajó en casa desplomándose sobre el sofá y olvidándose de todo por un momento. Aún así, el nerviosismo que le acompañaba no la había abandonado en absoluto. Entonces miró el reloj y se percató de que faltaban apenas veinte minutos para la cita de esa noche. Se enfundó una camisa de escotadura generosa y una minifalda que se ceñía a la perfección a su delicada figura. Se subió al coche y lo dejó en el parking junto al restaurante.
Entró y en seguida uno de los camareros acudió para atenderla. Con una sonrisa encantadora ella le pide que la acompañe hasta la mesa. Allí se encontraba Horacio, junto a un tipo al que no conocía.
-Buenas noches - dice con su sonrisa perfecta y regalando al desconocido una tierna mirada - veo que no soy la última en llegar.
Hurgaba en mis bolsillos, en busca de un cigarrillo para pasar el rato, cuando una voz demasiado cercana se presentó. Voltée, algo sorprendido, hasta dar con un prolijo desconocido. -Tiene razón, no nos conocemos- respondí con seriedad, mientras me levantaba del asiento. -Horacio Molina- me presenté, estrechando la mano del tipo.
Detrás de la figura frente a mi se veía llegar a la abogada, a quien saludé con un ligero gesto de cabeza, como ya era usual. -Merchán, este es Julio. Creo yo que lo mandó Blanco, ¿o me equivoco?- inquirí, mientras volvía a sentarme y comenzaba a encender un cigarro. Por un segundo, desatendí a los presentes para escrutar el restaurante, en busca del resto.
Me cago... ¿cuándo piensan llegar estos tipos?
Poco después de la llegada de Ángela veis aparecer a Isabel por la puerta que se detiene un momento a hablar con el camarero.
-Buenas noches a todos, un segundo y estoy con vosotros (dice dirigiéndose a los que ya están en la mesa) tiene que estar al llegar Don Germán.
Acto seguido continua hablando con el camarero como si estuviera dando instrucciones precisas y abandona la sala privada del restaurante no sin antes avisaros de que ahora vuelve.
-Encantada, Julio - le ofrece su mano, de tacto suave. Julio puede percibir el agradable perfume de Ángela. - Puede llamarme Ángela. - acto seguido mira a Horacio. - Merchán suena tan... serio. - comentó de nuevo regalando una sonrisa.
Ángela saluda después a Isabel, y se sorprende gratamente al saber que don Germán acudirá esta noche. Tal vez comente algo que arroje algo de luz sobre todo este asunto.