Partida Rol por web

Buen viaje a todos marineros de agua dulce.

Por diversos motivos os habéis unido a una expedición con destino desconocido.

Entre los patrocinadores han adquirido un viejo barco que se llama "El Pez Volador". Es un velero simple con una sóla cubierta y una estructura de lonas con forma de tienda, que puede cubrir la cubierta durante las inclemencias del tiempo para cobijar a los tripulantes que están fuera de servicio y demás pasajeros. La embarcación puede transportar en su  pequeña bodega las provisiones, o bien pueden ser sujetadas firmemente en la cubierta. Este tipo de embarcación está diseñada para deslizarse fácilmente sobre las altas olas tormentosas y es muy difícil de capturar debido a su gran velocidad y maniobravilidad. Los marineros pueden escalar el mástil para conseguir una mejor visión del horizonte, pero no hay cesta de vigía. También lleva remos para cuando no haya viento.

Además de su capitán Antonio, la tripulación está compuesta por 8 marineros argóseos, de diversas edades y habilidades. Sus nombres son Bhimrao (que además hace de cocinero), Zachrisi, los gemelos Odo e Ido, Valeny, Fredo, Blasco y Guido.

Los marineros han puesto a punto la embarcación en la fecha convenida a pesar del corto plazo que se les ha dado dada la urgencia que todos tienen por abandonar Messantia y sin atraer la atención de la guardia portuaria.

Messantia es la capital de Argos, situada en el estuario del río Khorotas. Es uno de los puertos más importantes de su época, dedicado principalmente al comercio. El puerto es una ancha avenida, en la que se disponen las casas blancas de los ricos comerciantes.

Se ha acordado partir a medianoche y todos están a bordo excepto el joven bárbaro y su amigo zamorio que aún no han llegado. Los demás esperan impacientes mirando hacia el puerto y se oye alguna que otra maldición.

Al rato, de las sombras de uno de los callejones que conducen a la avenida del muelle, aparecen dos figuras que corren hacia el barco. Son Conan y Jayapakash, éste último con más esfuerzo, aunque se mueve ágilmente a pesar de su sobrepeso. Detrás aparecen sus perseguidores, 5 guardias de la ciudad.

"Corre gordinflón" grita el cimmerio "Soltad las amarras perros"

Antonio se apresura en dar la orden a los marineros y estos sueltan las amarras.

Cuando llegan al barco Conan salta como un felino y se agarra al borde de la cubierta y balanceándose cae dentro con gran agilidad. Jayapakash hace lo propio, pero cae a las frías aguas y logra agarrarse a una de las cuerdas que se han soltado del muelle y es izado por 3 marineros, mientras una lanza se clava en el costado del barco errando por pocos centímetros.

Uno de los guardias salta hacia el barco y encuentra un asidero. Otros dos lo intentan con peor suerte y caen al agua. Nada hacia la embarcación pero no la alcanzan ya que los marineros están separándola del muelle con largos remos. Uno de los guardias que queda en el muelle tira otra lanza que se clava sobre la cubierta.

El guardia que está abordando recibe un fuerte puntapié del cimmerio en la cara y cae al agua inconsciente y con un ojo destrozado. Jayapakash sube a la cubierta empapado y jadeante.

Los demás personajes se dan cuenta de que Conan está un poco perjudicado por los vapores etílicos. Ambos han estado en una taberna, comiendo y bebiendo y se han enzarzado en alguna pelea por un "pequeño desacuerdo" con unos matones locales, lo que atrajo a la guardia de la ciudad.

Cuando el barco se ha alejado a una distancia prudencial del muelle, se despliegan las velas y se adentra en la inmensidad del océano.

Hace 8 semanas que abandonásteis Messantia y el viaje no ha tenido ningún incidente importante, salvo que habéis encontrado una polizona a bordo.

El segundo día de viaje véis a una chica de 17 años que está muerta de hambre y dice llamarse Martina (Ver ficha).

El barco se ha portado muy bien y el tiempo ha estado bastante tranquilo. NO habéis visto otros barcos salvo uno con la vela de ébano de los Corsarios Negros, pero habéis conseguido evitarlo sin ninguna dificultad.

Durante este tiempo de viaje os habéis conocido mejor unos a otros. Os animo a leer la historia y descripción de los demás pjs y pnjs , y a añadir algo más si así lo deseáis (enriquecer vuestra historia, comentad posibles sospechas de otros personajes, intentar interrogar a alguno,...).

-Crom y Mithra! Muchacha, que crees que andas haciendo aqui!?

Gruñe Conan a Martina.

-Bhimrao, dale algo de comer a nuestra invitada, tal vez nos pueda ser de alguna utilidad en el futuro.

Me muestro protector con Martina y trato de darle conversacion, con la doble intencion de distraerme y darle celos a Mennifi.

-Oh señor, muchas gracias.

Y devora con ansía la comida que se le ofrece.

- Otra boca que alimentar, ahora es tarde para volver a tierra. Sólo espero que al menos me ayude en la cocina, tengo varios sacos de verduras para pelar y unos cuantos peces a los que hay que limpiar las tripas.

- Mientras no obstaculice nuestra expedición... - (Un ligero esbozo de disgusto, apenas perceptible se refleja en su semblante)

-Crom! Las mujeres siempre peleando, cualquiera diría que somos su camada...

Musita Conan al oir las palabras de la Nemedia.

De un salto sube al palo y con movimientos dignos de un felino, trepa aotear el horizonte, nunca le gustó demasiado estar en un barco, era como estar aprisionado.

"Esperemos que los piratas barachanos no nos encuentren una presa suculenta...aunque algo me dice que no será así, menos mal que tengo aquí mi acero hyrcanio."

Ocho semanas de navegación tediosa, con la única distracción del espectáculo de los delfines a estribor y babor, como si nos escoltaran. Aparte de eso, las feas caras de mis compañeros, las partidas de dados, donde casi nunca ganaba, y poco más que hacer. Me entretenía ayudando a los marinos, o soltándole pullas a nuestra patrona. Le recordaba que algo de oro había puesto para la expedición -en realidad todo cuanto tenía, que tampoco era mucho, y además fue lo que le robé a aquella gordita noble con la que pasé la última noche en Messantia. A su marido no le pareció bien ninguna de las dos cosas, ni el robo ni los cuernos. Pero como yo me digo, si no cuidas lo que tienes, alguien te lo quitará-.  

Fue de agradecer la presencia de Martina, hasta que se puso a cantar. Mitra, pensé que alguien la arrojaría al agua. Fisicamente no estaba mal, y eso nos podía dar problemas. Algo semejante sucedía con Mennifir, sin embargo hasta ahora los hombres se comportaba. Lo que más me molestaba era que esa mole de músculos, Conan, parecía querer para sí a las dos mujeres. Me rasqué la cabeza. Debería ser conciliador con Mennifir, diablos, la verdad era que me gustaba.

-¿Ves algo, Conan?

Confiaba en que no faltara poco para alcanzar nuestro destino. Me acerqué a Mennifir:

-Hoy estás radiante, Mennifir. te sienta bien esta travesía. Dime, ¿tienes idea de cuánto nos queda de permanecer en este cascarón?

Nada que ver desde allí arriba aparte del horizonte, agua y más agua. Ni siquiera aves marinas, ni nada que indique que haya tierra cerca.

En este tiempo de travesía, Conan se ha percatado de que Mennifir también lo mira a menudo y de una forma que le hace sentir extrañamente como si compartieran un secreto en común.

Mennifir hace caso omiso a tus halagos Alwyn, y te contesta de mala gana:

- Lo sabré cuando lleguemos, aquilonio.

Así que no sabemos cuánto, ¿eh? Pues ya empiezo a estar un poco cansao de pececitos para jamar. Mírame, -señalando su prominente panza- me estoy quedando en los huesitos, ni los gusanos tendrán qué llevarse a la boca cuando muera de inanición. No habrá un buen chuletón de buey huérfano, ¿verdad?. ¿Mollejas de camello, quizá? Además, me estoy anquilosando, necesito algo de actividad terrestre, ya sabes, una bolsa de dinero perdida, por ejemplo, o una zorrita traviesa.

Por los dioses, Martina, ¡qué voz tan única tienes! Deberías agasajar a públicos más adecuados con ella, no a un puñado de aventureros que no saben apreciarla.

A ver si se anima a cantar y nos damos más prisa en llegar.

El capitán está al timón en estos momentos. Ella se le acerca con andares de gata en celo, se coloca a una distancia tan escasa del cuerpo de él, que ni apenas cabría el canto de un pergamino. Le susurra un comentario picante al oído. Antonio se sonroja y se mueve nervioso por la proximidad de la hembra. Ella se aleja sonriendo mientras canturrea (o más bien destroza) una antigua y conocida canción marinera de Argos:

Ay quién maneja mi barca, quiéeeeeen

que a la deriva me lleva quiéeeeeeeen,

Ay quién maneja mi barcaaaaaaa,

que a la deriva me llevaaaaaaaa,

ay quién maneja mi barca, que a la derivaaaaaaaa a mi me llevaaaaaaaaaaaa.

Durante vuestro largo viaje sólo habéis divisado tierra una vez, la Isla de los Negros, la cual pasásteis hace semanas.

Vuestras provisiones necesitan ser repuestas pero no sabéis a donde ir porque estáis más allá de los mares conocidos en los mapas. El agua y la comida escasean y las raciones son cada vez más pequeñas a excepción del pescado y otras criaturas marinas innombrables capturadas durante el viaje. La cerveza se agotó hace 2 semanas para disgusto de la mayoría, y otros como Jayapakash necesitan desesperadamente hincarle el diente a algún trozo de carne.

Algunos marineros empiezan a temer que llegaréis al límite del mundo y os precipitaréis hacia los más oscuros e insondables abismos.

Sólo Mennifir parece permanecer confiada. Ella cree que encontraréis tierra pronto.

El sol ha estado oculto por ominosas nubes durante los últimos días, pero ni una gota de lluvia ha caído para rellenar vuestros barriles de agua. Esta mañana os despertásteis envueltos en una densa niebla que se aproximó reptando durante la noche. El viento está en total calma y habéis echado mano de los remos para tratar de moveros a alguna localización donde el viento sople.

Esta situación continúa durante varios días y ahora Mennifir parece preocupada. Sin el Sol ni las estrellas a la vista, ni ella ni Antonio son capaces de reconocer vuestra posición. Durante la segunda noche de estar envueltos en la niebla extraños sonidos son traídos por la deriva. Son espeluznantes sonidos de algún cuerno grande o aullidos de algún animal en la lejanía.

Durante el tercer día, una balsa se aproxima flotando fuera de la niebla y rápidamente la sujetáis con los ganchos. Está burdamente construida con troncos unidos por enredaderas. Sus características os hacen suponer que no ha podido resistir en el agua más de unos pocos días, lo que indica que no viene de lejos. Sobre ella está tendido un hombre viejo de larga barba blanca y vestido con andrajos, con pinta de náufrago.

A su lado hay una tripa llena de agua, una vieja daga y algunas hojas grandes que envuelven bayas y raíces comestibles. Plegado en su cinturón tiene un hueso que lleva agarrado, a pesar de que está incosciente.

Lo subís a bordo y permanece sin conocimiento durante varias horas hasta que vuestros cuidados médicos y un caldo caliente lo reaniman.

Martina, que ha estado cuidando al anciano durante la última hora os avisa de que vuelve en si.

Mennifir parece ansiosa por interrogar al anciano y es la que hace las primeras preguntas:

-¿Quién sois señor? ¿de dónde venís?

El anciano contesta con una voz débil y temblorosa:

- Wik, mi nombre es Wik.

-Atothar!!

Al oír este nombre Mennifir da un respingo, luego sonríe (por primera vez en el viaje) y suspira aliviada.

Conan lanza una torva mirada a Mennfir mientras piensa "Asi que ese es nuestro destino." Luego vuelve a mirar al naufrago y pregunta:

-Anciano, cuanto tiempo llevas a la deriva? Vienes de alguna isla proxima, verdad? Necesitamos saber a que distancia estamos de la misma...responde a mis preguntas!

Conan aprieta el puño y los dientes. Se empieza a temer lo peor y es que puede que esa supuesta Atothar se haya sumergido como tantas otras tierras.

No había manera con Mennifir. Era una tipa estirada que seguro solo pensaba en libracos y bibliotecas. Una erudita y yo pensando que podría revolcarme con ella, ¿y por qué no? Bien se merecía una fiesta esa mujer.

-Se puede ser más borde, pero no tan bella como tú.

Me dediqué a la actividad física, a remar, a luchar, a aprender algo de marinería. Las horas eran tediosas, y si Mennifir pasaba de mí, empecé a conversar con Martina. Cuando no cantaba era una chica simpática.

La niebla es un asco, siempre lo ha sido y siempre lo será. La gente se estaba poniendo nerviosa, dicen que al oeste se encuentra el fin del mundo. Una vez escuché a un viejo hablar de otras tierras muy muy hacia el ocaso. Yo solo se que estaba harto. Empezaba a preocuparme pensando que este viaje fue un error. Maldita sea. En fin, nada bueno es arrepentirse de lo que has hecho.

…

Pescamos a un viejo en vez de a una sirena. Llevaba más muerte en sus ojos que vida. Escuché sin preguntar nada, aunque no pude evitar realizar un comentario.

-Seguro que este se hizo viejo esperando un beso tuyo, eh, Mennifir.

Y torcí el gesto en una sonrisa socarrona.