Partida Rol por web

Mientras Jordi busca en su celular, Jean Jaques sale. Va reuniendo los elementos, siente frio y la nieve se acumula en su pelo y su ropa. El suelo cede ante sus pisadas, la capa de nieve no es gruesa pero se mantiene blanda.

Al volver dentro, ya abiertos los postigos de las dos ventanas, el interior más iluminado, comienza su ritual.

Jordi levanta la mirada del celular, ya con certeza de lo que hará, y ve a su compañero de refugio trazando símbolos y encendiendo sustancias.

Los sentidos de Jean Jaques se expanden y su esencia logra discernir unas cuantas cosas.

Con los sentidos físicos aumentados, el frío, la humedad, el ruido de la tormenta de nieve, el agitarse de las ramas de los árboles, y el cálido crepitar del fuego en la salamandra.

El discurrir del tiempo se siente extraño. Tal vez ha sentido algo así alguna vez antes, pero el recuerdo se le escapa. Se siente como si estuviera en un presente que no transcurre, pero no detenido, sino apartado del tiempo. Lo extraño es eso, que hay un avance, las cosas suceden, la leña se consume, pero en un sentido más amplio, el tiempo está como detenido.

La Vida brilla en los ojos del Extático, ve su propio ser poderosamente vivo, y lo mismo ve al mirar a Jordi. Afuera, los árboles no parecen ser hechos de la materia que forma la Vida, aunque tampoco son sustancia inanimada. Y lejos, el eco de otro ser viviente destaca contra un telón vacío.

El flujo de Quintaesencia se hace presente en ambos Magos, y a lo lejos también en el otro ser viviente. Pero, a diferencia de la Vida, todo lo que los rodea se siente resonar con la materia prima de la Creación en una forma exótica, tejida y refinada de maneras que hacen que Jean Jaques (o mejor dicho, su Avatar) sufra un temblor de memorias arcanas.

El Extático tiembla y cae al suelo, apenas logra sostenerse con sus manos. No está herido, pero sí siente el aguijonazo del frío en la propia médula. La única palabra que resuena en la mente del Mago es "paradoja".

El profundo olor a pino, a resina y a tierra mojada inundó la habitación, junto al olor del fuego y la ceniza. La esencia de la tierra recogida en los cuatro puntos cardinales de la casa, empezó a dar vueltas en una espiral en su interior, canalizada por los símbolos alquímicos. El humo ante sus ojos empezó a dar vueltas sobre si mismo, formando un ocho infinito, el Uroboros. Podía sentir como su esencia se exaltaba, se purificaba en un momento de comunión absoluta. Podía desechar los límites de sus imperfecciones y destilar la esencia de la percepción pura, sin prejuicios, sin imposiciones, sin engaños, solo la verdad cruda de su realidad ante la esencia trasmutada por el fuego y el incienso. Destilada por la resonancia de la vida y la tierra que los rodeaban, bajo el fluir de las constelaciones, el sol y los planetas. 

En ese momento de eternidad contenida pudo ver el tiempo embotellado en el que se encontraban, la imagen nítida de la falsa vida que los rodeaba y el pulso de los dos despertados, la jaula de quintaesencia en la que estaban atrapados como insectos en el ámbar. Y pudo ver brillar una antorcha en la lejanía, otra víctima de aquella compleja trampa para incautos.

Sin saber cuando ocurrió, se vio tumbado en el suelo de aquella cabaña. De nuevo los límites de su propio yo se impusieron velando sus sentidos, anclando su cuerpo. El miedo, la duda, el frío que se clavaba en su interior, este lo sacudió como una descarga. Debían tener cuidado al manipular las energías de aquel lugar, o acabarían arrastrados por su fuerza.

- Al parecer nuestras suposiciones no se alejan mucho de la realidad. Estamos atrapados en un bucle de tiempo, dando vueltas sobre nuestro eje como un engranaje suelto. Los árboles no son más que construcciones quiméricas, tejidas con energía pura. La misma que conforma los barrotes de nuestra realidad. Hay otro despertado aislado en los alrededores, expuesto a la furia de la tormenta. La fuerza que da vida a este reino es como la tormenta de allá fuera, hay que ir con cuidado al realizar nuestro arte.

Trató de recomponerse, y sentarse de nuevo en la silla con la ayuda de su compañero.

- Tal vez tendríamos que ir a buscar al otro que ha sido atrapado por esta realidad. Aunque desconozco que o quien la ha creado. Y si hemos caído en ella o hemos sido lanzados a su interior. La verdad es que empiezo a inquietarme ¿Alguna vez ha oído hablar de estos espacios prisión señor Castanyer?¿O tiene alguna teoría de qué hacer para salir de ella?¿Deberíamos ayudar al otro despertado que ha sido atrapado por la tormenta?

Trató de serenarse. Frotándose la frente con los dedos y observando los restos de su ritual en el suelo.

- Quien sea el que nos haya hecho esto, o donde sea que hayamos acabado. Estamos atrapados.

Mientras Jean Jeacques se prepara, el profesor comienza su propio ritual.

- Probemos algo – susurra quedamente Jordi.

Buscó algo dentro de su morral y sacó una especie de cartuchera, de donde extrajo una regla, un compás, un transportador, lápices y tiza. De entre varias hojas de tamaño A4, tomó una, la dobló por la mitad y la cortó, guardando nuevamente el resto.

Sobre el resto de la hoja, colocó el compás y trazó dos círculos concéntricos. Luego esbozó una cruz que pasaba por el centro de ambos, uniendo la línea del círculo interior y la utilizó para diseñar un rombo. Con regla y compás marcó las bisectrices de cada lado del rombo y las unió formando una nueva cruz en diagonal; al unir las puntas de esta nueva cruz quedó conformado un cuadrado inscripto.

Entre ambos círculos escribió una simple pregunta en enoquiano, asegurándose que la última palabra cayera justo en medio de uno de los vértices del rombo.

- El truco está en escribir la interrogación primero y luego ir hacia la izquierda, como si escribiera en árabe o hebreo. – Era un truco sencillo que le había enseñado su mentor; francamente, no sabía si su compañero lo oía o no.

- Este conjuro debería indicarme la distancia a la Sagrada Familia de Gaudi; un sitio conocido, al menos para mí, que me sirve de referencia. – explicó – Por supuesto, solo funcionaría si estamos realmente en nuestra Tierra, nuestro plano mundano de toda la vida, y a partir de ciertas distancias puede que no me sirva de mucho. Pero algo es algo.

Puso su shemagh sobre su cabeza … aunque no era necesario estrictamente, le gustaba darle solemnidad al conjuro. Pasó su mano derecha por sobre el sello trazado, al tiempo que recitaba en la lengua mágica su pregunta.

Es posible que Jordi nunca se haya sentido así, como se siente ahora. Es como si la Sagrada Familia no existiera, pues la distancia a ella era infinita. Pero a la vez... la familiaridad no se había cancelado, no como si aquel sitio hubiera cesado de existir, sino más bien, como si se encontrara, efectivamente, a una distancia infinita de allí. Como si al menos una parte de él pudiera establecer una forma de contacto, esa forma de "sí, muchacho, ese lugar está, existe, pero es inaccesible".

Si tuviera un mapa sobre el cual trazar una línea entre el punto de la ubicación local y el punto de la Sagrada Familia, esa línea se extendería infinitamente cubriendo aquel mapa sin llegar a destino. Como si se tratase de una esfera aislada de la otra esfera que fuera la Tierra, con una conciencia relativa de la existencia de aquel sitio, pero con un océano de vacío inaccesible entre ambos mundos.

Jean Jaques, repuesto del golpe existencial que le había supuesto su exploración mística, se da cuenta de que no es que sienta en sí el aguijonazo de la Paradoja, sino que es como si la Paradoja estuviera entretejida en todo.

Ambos han arribado a una conclusión coincidente: no están en su mundo.

La mente humana no está capacitada para captar el infinito. Y eso era a lo que se enfrentaba en ese momento Jordi.

- No me extraña - murmuró.

La distancia hacia su punto de referencia era infinita. No era que no existiera, sino que el trecho que los separaba era inconmensurable, imposible de determinar o de aprehender por el intelecto de un individuo, incluso Despertado.

- Estamos a una distancia infinita de Barcelona. - se dirigió a su compañero, aunque no estaba seguro si éste se encontraba en condiciones de prestarle atención. - Algo de esto me esperaba, pero no me gusta. La, entre comillas, 'buena' noticia - con sus dedos índice y medio de cada mano hizo el gesto de colocar comillas - es que podemos descartar la hipótesis de un secuestro o una teletransportación simple a algún sitio ... Empiezo a sospechar que estamos en algún otro plano, o en una especie de burbuja a-espacial, si ello fuera posible.

Se pasó la mano por el cabello, las apoyó sobre la mesa, y se recostó en su silla.

- No sé dónde estamos, pero sí sé donde no estamos: No estamos en nuestro mundo. - sentenció algo desanimado.

Sin duda nuestra situación es menos que deseable señor Castanyer. Aunque su trabajo resulta realmente fascinante.- Dijo dejándose llevar por los complejos esquemas que había trazado.- En la biblioteca familiar también había algo de matemáticas complejas y geometría no euclidiana. Pero la verdad es que todo esto se me escapa. Y saber que estamos efectivamente fuera del plano material es un problema. Y además, sin una triste botella de alcohol para calentarnos, o provisiones de ningún tipo.

Se levantó para observar de nuevo la tormenta a través de los ventanales. Estaban atrapados, no solo por los elementos, si no por una realidad ficticia, en un tiempo fuera del tiempo, una jaula para magos.

- Si le he de ser sincero, nunca me interesaron mucho los otros planos de existencia. La alquimia empieza a construir desde el yo, y el espíritu es uno de mis puntos débiles. Quiero decir, comprendo la compleja yuxtaposición de planos que se mueven coordinados en la intrincada totalidad de la existencia. Simplemente, nunca les presté atención.

Golpeó impotente las ventanas en un gesto de ira contenida. No sabía que podían hacer para quebrar los barrotes de aquella construcción. Y si se encontraban en un plano más sublime que el plomo del plano material. Aunque rompieran la jaula quedarían a la deriva entre planos ignotos si no podían volver a casa.

- Tal como lo veo, solo podríamos salir de aquí rompiendo la misma realidad que conforma la jaula. Destruyendo los patrones de Quintaesencia que los crearon. Sin embargo es algo que no está a mi alcance conseguir. Y por otro lado, estaríamos a merced de un plano sublimado, donde nuestro propio yo correría el riesgo de disolverse en lo efímero.

Se sentó de nuevo tratando de buscar opciones. Algo a lo que agarrarse para tratar de comprender mejor su situación.

- Se me ocurren dos opciones. Una es tratar de ahondar en nuestra mente para romper el bloqueo que hayan podido imponer a nuestra consciencia y saber cómo llegamos aquí. Y otra es enviar un mensaje de socorro a través del mundo de los sueños a alguien a quien le importe, y tenga los conocimientos para ayudarnos a salir de esta prisión.

Observó de nuevo fuera.

- Y decidir si estamos dispuestos a internarnos en la tormenta para rescatar a otra víctima de toda esta treta.

Jordi tamborileaba rítmicamente sus dedos sobre la mesa, en una secuencia que se hacía predecible: meñique, anular, medio e índice, y luego de una perceptible pausa, de vuelta tres veces el índice ... una y otra vez, como abstraído del entorno en el cual se encontraba.

De pronto, pareció sopesar las palabras de Jean Jacques.

- Démonos prisa ... hay que ayudar a ese hombre lo antes posible. - "Al fin y al cabo, es lo que esperaría que hagan si fuera yo quién está aislado". - Después podremos analizar más en detalle la situación. ¿Hay algún jarro, cuenco o algo parecido? Así aprovechamos la salida y recogemos algo de nieve ... si realmente es nieve, al calentarla al menos tendremos agua. Además, podría ser un dato clave para nuestra indagación respecto a dónde estamos realmente.

Armados con los frascos que encontraron, abrigados a más no poder y llenos del coraje que es hijo de la desesperación, Jean Jaques y Jordi salieron en busca de la única otra persona que tenían indicios de tener por compañía en aquel mundo, loquesea que fuese aquel mundo.

Caminaron durante casi un kilómetro, en una dirección que lograban sentir, casi adivinar. Y allí encontraron al hombre, caído en la nieve, inconsciente.

Necesitaba hacer algo con ese frio. Parecía que podía oír las disquisiciones alocadas de su mentor sobre que toda la existencia no era más que un reflejo de la mente. Y que podían recrear la realidad a través de la mente. Como si no existieran más esferas, obviando el resto de características y movimientos que definen la propia realidad. El mecanismo que mueve las fuerzas, las esencias e incluso las mismas deidades en un complejo rotatorio que da vueltas sobre si mismo, como el uroboros.

Tenía frío, y en aquella maldita dimensión de bolsillo, se le estaba helando hasta las pelotas. Necesitaba focalizar su esencia, concentrarse en sus recuerdos cuando consiguió contactar con aquel ente y seguir adelante. 

Tras casi una hora de camino bajo la tormenta, alcanzaron su objetivo. Esto iba a ser un problema. Si seguía inconsciente, no sabía como iban a arrastrar su cadáver. Y no disponía de nada que le permitiera destilar su esencia y aumentar su fuerza en mitad de la montaña, durante una tormenta de nieve, en una maldita jaula de quintaesencia, atrapados en un tiempo fuera del tiempo.

- ¿Cómo vamos a arrastrarlo de nuevo a la cabaña?

Se arrodilló junto al cuerpo tratando de comprobar sus constantes vitales y cerciorarse que no hubiera heridas importantes. Si conseguían que despertara quizás lo podrían ayudar a arrastrarse hasta la cabaña y entrar en calor.

Jean Jaques toca el cuerpo helado del hombre hallado en la tormenta. Está vivo, es claro, su cuerpo emana un calor que sólo un cuerpo viviente de sangre caliente puede emanar. Sus sentidos sutiles le dicen también que está vivo, y que en él vive una esencia más allá de lo que duerme. Cuando el Extático está a punto de palpar su cuerpo para comprobar heridas, el hombre despierta.

Yoshimitsu, aunque los otros no saben su nombre, despierta en medio de una tormenta de nieve que no es extraña para él, pues ha vivido inviernos muchos canadienses a la intemperie. Pero en la vorágine del momento, no recuerda cómo es que está allí. Un hombre lo sostiene, y otro está cerca. No los conoce, pero no siente amenaza, solo frío, mucho frío. Su cuerpo está entumecido, puede moverse pero con dificultad; no hay dolor, solo adormecimiento.

- Tranquilo - Jordi intenta calmar al hombre, aunque sabe para sí que nada de la situación en que se haya lo inclinaría a sentir sosiego.

- Es mejor que trate de moverse de a poco ... lentamente; acá estamos para ayudarlo.

Aunque supone que es otro Despertado, tampoco quiere arriesgarse.

- Mi compañero es Jean Jacques ... yo soy Jordi - y como para distender la situación, agregó - Espero que su nombre no comience con 'jota' ... ¿O sí?

_{Un cielo sin estrellas y sin sol, blanco como un lienzo, como la nieve, como la muerte.}

Memorias atormentaban su cerebro en un día que, se suponía, era de paseos normales por las calles de su ciudad, ir a charlar con algunos compadres en las calles, quizá jugar una de basketball y de noche salir a algún lugar en donde quizá lo dejaran hacer de D.J., o hacer algún show de combate en los habituales callejones, nada anormal para él, a lo mucho saldría a los bordes, pero no fuera, no en extremo lejos, y eso le hizo ser pillado por sorpresa, porque la rueda gira y gira y nos adaptamos, peleamos contra la tormenta, no la evadimos, no la bloqueamos.

Y al parecer Satori Yoshimitsu o, en occidental, Yoshimitsu Satori estaba en, literalmente, un lugar familiar, demasiado, casi tan molesto como nostálgico agradable como lo era poco apreciado en contraste con el clima más o menos templado de Ontario, Canadá.

- ¡Ah!

Abrió los ojos de golpe al ver a los dos presentes, uno de ellos palpándole. Podía sentir sus energías mediante el nexo directo pero no tenía más clave, no ahora, estaba demasiado desacostumbrado al frío. ¿Debería haberse puesto a entrenar en un congelador meditando y practicando? Complacencia, claramente, por no pensarlo. Su cuerpo no respondía, estaba dormido-despierto. Una visión llegó desde lejos, neutral, pero severa.

Musashi le dice a uno de sus invitados que vino junto a Yagyu Juubei, mientras practicaban, sobre cómo era capaz de ser hábil con la espada. Le pregunta si un puente midiese medio metro, podría cruzarlo, como una mata de paja. El invitado dice que podría. Luego le pregunta si el puente midiese unos 10 centímetros, si podría, el invitado le responde que podría, pero sería peligroso. Finalmente Musashi le pregunta si fuese el simple borde de una montaña, si podría, y el invitado le dice que sería imposible, un suicidio. Musashi le dice que son todos lo mismo, la idea del peligro y temor hacen pensar lo contrario, remover distracciones es la clave para ser un buen espadachín.

- Un sentimiento familiar... Permítanme.

Una de sus manos se alzó poco a poco entre temblores contra el cielo blanco, pálido. En oriente, el color blanco de los huesos era el de la muerte, y eso solo le daba más motivos para oponerse al cielo y a sus tormentas. Al hacerlo su otra mano tomó un papel en su bolsillo, entre sus cosas. Sentía, en su espalda, una funda con un objeto que le daba energía, que le daba seguridad, ella siempre estaba ahí, con él, y era su pilar. Usando una sola mano logró armar una flor de loto, simple y suficiente, teniéndola en esa mano, tirado, mientras que la otra mano empezó a dibujar símbolos en el aire, en el "lienzo" del cielo, finalmente concentrándose, recordando los días previos a cuando fue recibido. Su rostro vino a su mente y rio, ese viejo era... ¡No podía rendirse!

- P-pulso del... A-an-... ¡Hn!

Al final no pudo ni ponerle nombre a su técnica, no en ese estado, era la primera vez que usaba esto, dirigiendo la mano alzada en un impacto con cierta postura de la mano marcial dirigida hacia su propio chakra central, el tercero, si no se equivocaba, o el cuarto, poco más abajo, o sea, en el pecho y por ahí visiblemente. Con esto, intentó potenciarse, cosa de poder reactivarse enteramente.

Una vez pudiese, o incluso si fallase, le respondería a los dos tras haberles pedido que le "permitieran":

- Yoshimitsu, lo siento, pero la pronunciación de la "J" y la "Y" suele ser semejante, si cuenta. Ahh... ¿Donde estamos? Escuché ese mito de que algunos magos son enviados a los mismos Reinos de Paradoja, si bien es negado usualmente. Yo estaba en las calles y de la nada... Gracias por encontrarme.

Mostró aprecio a ambos en vez de seguir parloteando. Si no (o si sí) había funcionado su efecto, siendo nada menos que cómico que el primer golpe que daba ese día fuese a sí mismo, intentará alzarse, tomando su katana como quien movía un brazo extendido, sin demora ni falta de fluidez alguna para usarla como bastón y luego alzarla, sacudirla y amarrarla a sí mismo de nuevo.

Aunque el frío no cesaba, Jordi y Jean Jaques se han hecho la idea de sentirse así, y han entrado en calor con la caminata. Yoshimitsu, en cambio, está entumecido, como si hubiese estado allí, así, durante horas.

Estaba caminando... o no... aroma a metal, a sangre, a humo... hombres luchando, la realidad desgarrándose, no era posible, ¿cuándo había sido eso, hace horas, hace siglos...? 

Los recuerdos se le confundían con frecuencia, y ahora también. Entumecido, intenta plegar un papel, pero cuesta tanto a sus dedos, casi congelados, que desiste; intenta entonces algo que los otros describirían como un sortilegio, un "pase mágico" trazando algo con su mano casi sin lograr articular los dedos. Un pulso que intenta y no llega, Jean Jaques siente con sus percepciones expandidas.

Entonces toma su espada oriental, en su vaina, y se pone de pie, con ayuda, pues sus piernas están agarrotadas. Usándola de bastón, y luego acompañado por los otros dos, emprenden el camino hacia la cabaña.

Jean jaques pudo sentir en su comunión como algo trataba de agitarse en las aguas, como la sensación de quietud antes de la tormenta, el olor a ozono en el aire antes de la descarga del rayo. Observó a su nuevo compañero y habló con voz suave, tratando de no alterar el tono a pesar de hacerse oír por encima del furor del vendaval y las rachas de nieve.

- ¡No trate de entrelazar su arte en sus condiciones!¡Estamos en una realidad embotellada, en otro plano que no es el nuestro!¡Es peligroso!

Tras gritar la advertencia siguió ayudando a su compañero a internarse de nuevo en la seguridad del refugio de montaña. Pronto tendrían hambre, y el agua destilada, producto de la nieve, podía ser más peligrosa que útil para evitar la deshidratación, por el desequilibrio electrolítico que supondría. Pero eso lo tratarían más tarde.

Siguió avanzando con fuerzas nacidas de su determinación, arrastrando los pies y tratando de evitar lo peor de la tormenta. La paradoja empezaba a entrelazarse con esa realidad. Pero todos los apuntes que su mentora le dijo sobre otras realidades siempre le parecieron demasiado fractales e idealizados como para prestarles atención. Un error por el que iba a pagar, de eso no cabía ninguna duda.

Centró su mente en mantener los sentidos abiertos, dejándose llevar por el pulsar que iba y venía en extraños fogonazos, resonancia del incienso al que había expuesto su esencia. Restos deshilachados de la comunión que había alcanzado con aquella jaula quimérica.

Por fin el grupo consigue volver al aparente refugio de la cabaña. Jordi ayudó a Satori a recostarse

- Intente descansar un poco, Sr. Yoshimitsu ... espero pronunciarlo correctamente - era una manera de alejar, por el momento, la mente del recién llegado del problema en que se encontraban; ya tendrían tiempo de enfocarse, pero ahora era peligroso que lo hiciera en caliente.

- Quizás sea mejor que no se preocupe por ahora de planos, universos paralelos o Paradoja. Ya tendremos tiempo de ir analizando nuestra posición. - "Espero estar en lo cierto, pero no creo que haya un peligro inmediato. Es mejor tomarnos nuestro tiempo"

- Veamos ... si calentamos un poco la nieve antes del punto de ebullición, el agua resultante podría ser un ejemplo en el cual probar las propiedades empíricas y, eventualmente mágicas, del entorno que nos rodea. 

Tras un andar dificultoso pero constante, con la tormenta de frente y el frío colándose en los huesos, Jordi y Jean Jaques, ayudando a Yoshimitsu, llegan al cobijo de la cabaña. Allí, la salamandra continúa ardiendo, y la diferencia de temperatura los hace temblar brevemente.

El calor del lugar va permitiendo que los cuerpos se relajen, e incluso el cuerpo del Akáshico se va distendiendo y recuperando su flexibilidad y destreza.

Sobre la salamandra, Jordi pone un poco de nieve en un recipiente, y ésta pronto comienza a fundirse.

Viendo esa agua, reparan en que, más allá del hábito de beber cada cierto tiempo, no sienten sed, ni hambre. Sí tienen, debido al frío, y sobre todo Yoshi, sequedad en la boca, pero no verdadera ser. 

Cuando llegaron a la cabaña Jean jaques se aproximó al fuego agradeciendo su calor reconfortante. Cuando Jordi preparó un cazo con nieve, y las fuerzas pasaron de un cuerpo a otro despertó una inquietud en el. Alimento.. Agua. No habían tenido que alimentar su forma ¿Significaba eso que su forma era también una construcción? Estaban atrapados en un tiempo sin tiempo, fuera de la jaula transcurría con normalidad. Nada podía detener el movimiento de la realidad en todo su mecanismo, tan solo en sus engranajes, sueltos, fuera del fluir de los planetas, las deidades y las fuerzas que rigen toda la creación.

- Estamos atrapados. Pero es una prisión creada por pensamientos. Por la esencia de la creación dispuesta como una construcción quimérica ¿O tal vez un reino espiritual que aprisiona nuestras almas como en un atrapa sueños? Sea como sea nuestras esencias están contenidas en un crisol extraño. Y nuestro cuerpo no necesita alimento, porque no es nuestro cuerpo. Y la vida de este lugar no es vida, la materia no es materia.. incluso las mismas dimensiones responderán a algún tipo de laberinto irreal. Como romper los muros que nos contienen, lo desconozco.

Dijo sentándose de nuevo y suspirando mientras sacaba algo más duro de su bolsillo y jugueteaba con ello en las manos. Dos pastillas de algo muy potente creado por su tradición de drogadictos y borrachos.

- Tal vez exaltando nuestra mente podríamos contactar con alguien del exterior. pero solo se me ocurre hacerlo a través del mundo de los sueños.

Dejó la pastilla delante de el con una sencilla sonrisa. Mientras exponía cada elemento de aquel mundo que había recogido. Tierra, nieve, semillas, resina, madera, hojas.. No se le ocurría nada que le permitiera destilar su propia esencia hasta limites insospechados. Sacó su móvil y empezó a rebuscar en sus textos alquímicos.

El extático busca y rebuscabantre sus textos, intentando encontrar algo en referencia a lo que están viviendo, algo para entender, algo para remediar... nada, no halla nada.

Y es que, a veces, los libros no son los verdaderos contenedores del conocimiento. La ciencia, la verdadera ciencia, la sagrada ciencia que elevó el alma de la humanidad desde la condición de simios almorzados por leones y babuinos a espíritus creativos con mentalidad evolutiva, esa ciencia, nació de la experiencia, no del conocimiento de otros que estuvieran antes.

Tal vez, si cree que el sueño es el camino, deba intentar dormir y soñar...

Yoshimitsu apenas llegó se posicionó acuclillado frente al calentador que tenían, permitiendo que las energías le ayudaran a recuperar la motricidad en su cuerpo, dado que el exagerado e inventado, improvisado Efecto que intentó antes poco o ningún efecto tuvo a pesar de la advertencia que, entonces, hace segundos o décimas de segundos le había hecho el mismo Jordi. Y ahora, ahí, sentía por fin movilidad en sus desgastados dedos, por arrastrarse, por escalar, por practicar kendo y múltiples artes de combate, por su vida de constante guerra. Suspiró gustoso ante el sentimiento del calor, la "forja", por decirlo así y una vez recuperara su estabilidad, se alzó de nuevo, tomando aire entonces y mirando a ambos, ya en esta cabaña. Observó la cabaña, cada objeto que pudiese tener y elementos útiles sin bien sin pensarlo en "utilizarla" demasiado, era su vía de resguardo, imaginaba, si le trajeron aquí.

- Jean Jacques, Jordi, os agradezco sin límite alguno, y pienso que esto podría ser lo que dice Jordi-san. -No lograba sacarse los pronombres o sufijos más bien orientales, nipones en particular de respeto, le era casi físico/psicológicamente imposible por razones que él mismo entendía, y podían hasta ser obvias.- O estamos capturados en un mundo ensoñado, o un pequeño reino de Paradoja o una simulación t-...

Paró en seco. Sabía que nombrar a los hombres del saco no era bueno, ni por si acaso, pero últimamente, era posible. Puso gesto serio ya de pie y sujetó su espada, su mango al menos.

- Si esto es lo que he querido decir último, o cualquiera de las otras, es la guerra. Y me ofrezco como vuestro guardián por vuestra caridad para conmigo, un extraño, no, compasión sin más. Debemos estar listos, y os asistiré.

Sin embargo, las palabras de quién parecía un alquimista o maestro de pociones por los objetos que poseía, le hicieron pensar. Buscó un punto donde estuviese cómodo, quizá no tan feng shui pero sí donde pudiese hacer algo de lo que mejor hacía. Se posicionó en loto, pierna sentada en el suelo, la otra cruzada encima, siempre costaba al comienzo, vaya si recuerda que le dolía intentarla de joven con su sensei pero después se hacía costumbre. Tomó aire y cerró sus ojos, su espada horizontal en su lapa, preparando un Foco prolongado, un ritual menor, digamos.

- Ensoñación, dice usted, veamos si funciona.

Y con eso, intentó hacer dos cosas, primero, activar su técnica de expansión espacial, sentir las Conexiones en este mundo extraño, hasta donde podía expandir su consciencia y ubicación del todo. Y segundo, meterse en su propio mundo mental, el trance. ¿Podría? Podría ayudar en algo. Estaba siempre atento, siempre tenso.

Todo después de todo era guerra, en pos de la paz, como dice la vieja frase grecorromana... Creía.