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Constantinopla Nocturno - El sueño perdido

Trasfondo histórico

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21/05/2014, 00:34
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La cuarta cruzada

La Cuarta Cruzada fue una debacle total en términos de expandir la causa cristiana en Tierra Santa. Se convirtió, más que en una herramienta de la Cristiandad, en un ejercicio de la política veneciana y franca de expansión económica, encubierta en la cruz de las cruzadas.

Antecedentes

El Reino de Jerusalén cayó bajo el dominio de Saladino en 1187 después de que derrotara a las fuerzas cristianas en Hattin, echándose a perder las victorias que tan duramente se obtuvieron durante la Primera Cruzada (1096-1099). Se pidió entonces un nuevo e inmenso esfuerzo por recuperar el Sagrado Sepulcro y restaurar el Reinado de la Cristiandad como debía ser. Por supuesto, desde una perspectiva musulmana, la victoria de Saladino era legítima, ya que había devuelto Palestina al Islam y había vengado la terrible masacre que acompañó la captura franca de Jerusalén en 1098.

La Tercera Cruzada fue un esfuerzo de grandes reyes, tales como Federico Barbarrosa, rey alemán del Sacro Imperio Romano, Felipe Augusto de Francia y Ricardo Corazón de León. Sin embargo, Felipe murió antes de que su ejército llegase a Tierra Santa. Antes de la muerte del rey francés, Felipe y Ricardo, que eran rivales en Europa, presuntamente se aliaron en la causa sagrada. Frente a ellos estaba Saladino, el mayor líder musulmán durante generaciones. Esta cruzada tenía todos los elementos de convertirde en una verdadera batalla que podía cambiar el curso de la historia. Sin embargo, no ocurrió tal cosa.

Aunque las figuras de Ricardo y Saladino crecieron más que en vida en la conciencia europea, la cruzada acabó casi en la nada. Los cristianos recuperaron Acre, y Ricardo y Saladino acordaron una tregua que permitiría a los peregrinos cristianos regresar a Jerusalén.

Aquellas victorias eran algo, eso era seguro, pero nunca llegaron a restaurar el reino que se esperaba. Tristemente, aquello no era nada que las negociaciones no hubiesen conseguido con un menor coste.

Cuando los grandes reyes volvieron al oeste para explicar su enemistad eterna con Saladino, para muchos estaba claro que una nueva cruzada era sólo cuestión de tiempo. De hecho, en 1197, el hijo de Felipe, Enrique VI de Alemania, intentó tal empresa sin conseguir demasiado excepto la alarma de los pocos principados cristianos que quedaban en el Este.

Inocencio III y los nobles menores

En 1198, después de la muerte de Celestino III, Inocencio III asumió el dominio del papado. Éste, en agosto del mismo año, hizo una nueva llamada a la cruzada para reconquistar el Sagrado Sepulcro, y dejó bastante claro que no se les garantizaría la organización ni el liderazgo exclusivo a los grandes reyes de la época, aunque se esperaba de ellos que participaran. Pero con la muerte de Ricardo Corazón de León, las hostilidades habían renacido entre Inglaterra y Francia, y ninguno de los dos rivales tenía intención de dejar a un lado sus batallas a cambio de un costoso viaje a Oriente. Y los diferentes contendientes por el trono alemán tampoco estaban predispuestos a ello.

No fue hasta finales de 1199 cuando los nobles menores decidieron dar un paso adelante y asumir el liderazgo de la cruzada sin el respaldo financiero de los grandes reyes. De entre este grupo enérgico de nobles, los más famosos eran los condes de Thibald de Champagne y Louis de Bois. Unos meses más tarde otros tres nobles poderosos se unirían a la causa: el conde Balduino de Flandes junto con sus hermanos Enrique y Eustace. Los tres condes provenían de familias de cruzados y compartieron el liderazgo y organización de la cruzada. Después de un tiempo de reclutamiento, consideraron que lo mejor para la cruzada sería una ruta marítima. Y en un principio decidieron que la cruzada debería dirigirse al centro de la riqueza y el poder musulmán: Egipto.

A finales de 1200 la cruzada echaba raíces en Europa sin contar para nada con los grandes reyes. Muchos condes decididos apoyaban el esfuerzo, y su empresa parecía seguir el camino del éxito.

El acuerdo veneciano

En febrero de 1201, seis delegados de los condes cruzados llegaron a Venecia para negociar el transporte hacia el este. Enrico Dandolo, el viejo dux de la ciudad, los recibió y consiguió un acuerdo excelente. No sólo prepararía el transporte para los cruzados a un precio justo (que pagarían al llegar a Venecia) sino que también ofrecería 50 galeras armadas a la causa a cambio de la mitad del botín de la cruzada. Tal vez asombrados por la suerte de aquel acuerdo, tal vez por hinchar su orgullo, o tal vez por la manipulación de venecianos ambiciosos, los delegados de la cruzada cometieron el error de sobrestimar el número de cruzados que habían reclutado para la causa. Este descuido cambiaría el curso de toda la cruzada. El Papa no conocía este hecho todavía, así que santificó el acuerdo. La cruzada debía iniciar su andadura en verano de 1202.

Alejo, hijo de Isaac II

Mientras, en Constantinopla reinaba el caos dinástico. En 1195 el emperador Isaac II fue destronado, cegado y aprisionado por su propio hermano, que se convirtió en el emperador Alejo III. El hijo de Isaac, también llamado Alejo, fue hecho prisionero, pero escapó y se dirigió al oeste para buscar ayuda y liberar a su padre.

Alejo (hijo) pareció ver en el marqués Bonifacio de Montferrat a alguien receptivo, y que se convirtió en el líder de toda la cruzada en verano de 1201 después de que Thirbald de Champagne muriese. Aunque Bonifacio no había ido a las anteriores cruzadas, tenía buenos lazos en oriente, incluyendo un hermano que se había casado con una mujer de la nobleza bizantina antes de ser asesinado en 1183. Aunque no se sabe si hablaron en aquel momento, tanto Alejo como Bonifacio estuvieron juntos en la corte de Navidad de Felipe de Suabia a finales de 1201. Entonces, Alejo oiría hablar de un ambicioso ejército de caballeros europeos y marineros venecianos que se dirigirían al este en verano de 1202.

La Cruzada

Cuando llegó el verano y los cruzados alcanzaron Venecia, el problema de las cuentas salió a la palestra. El número necesario de cruzados no era suficiente y los hombres de Bonifacio no tenían todo el dinero que se le había prometido a los venecianos. El dux había visto cómo su ciudad había invertido tiempo, esfuerzo y dinero en la construcción de barcos para la cruzada y no estaba por la labor de olvidar la deuda. No obstante, vio en aquello una oportunidad.

Con los cruzados desesperados por llevar a cabo su empresa y encadenados a un acuerdo que no podían cumplir, los venecianos se encontraron en una posición de poder. Propusieron retrasar el pago de la deuda hasta que se obtuviera el botín, pero a cambio le pidieron a los cruzados que les ayudaran con un “pequeño problema” en la ciudad de Zara. Ésta había sido vasalla de Venecia, pero ahora estaba bajo el control del rey de Hungría y amenazaba la supremacía marítima de Venecia.

Dalmacia

En octubre de 1202, los cruzados y muchos soldados venecianos partieron hacia la costa de Dalmacia y la ciudad de Zara. Antes hicieron una muestra de poder con intenciones de impresionar a otras ciudades vasallas de Venecia y mantenerlas a raya. Durante la primera quincena de noviembre asediaron la ciudad, la tomaron para Venecia y se establecieron en ella durante el invierno antes de dirigirse a oriente.

El Papa no estaba muy contento, sobre todo porque el rey Bela (de Hungría) también había “cogido la cruz”. Amenazó a los cruzados de excomunión y el resultado fueron promesas de traer tesoros saqueados a la Santa Sede, pero aquello no sucedió. Durante la primavera, surgieron diversos amotinamientos entre los cruzados, y la ciudad fue duramente saqueada.

Los enviados de alejo llegaron a Zara y alcanzaron un acuerdo con Bonifacio y los cruzados que no se habían amotinado. A cambio de ayudar a devolver a su padre al trono imperial, Alejo prometió una serie de beneficios a los cruzados: pagar las deudas que los cruzados habían contraido con los venecianos y apoyar posteriormente la cruzada, financiar con caballeros la reconquista de Siria el resto de su vida, y someter a la Iglesia Ortodoxa a la autoridad papal, uniendo al Cristianismo en uno y para todos. Desesperados por deshacerse de los venecianos y al ver las promesas de Alejo como una garantía de gloria, los cruzados aceptaron el acuerdo. Aunque les advirtió de las nefastas consecuencias de un ataque contra un aliado cristiano, el Papa no podía detenerlos.

Constantinopla

Al principio todo fue según lo previsto. Los cruzados llegaron a Constantinopla en Julio de 1203 y Alejo III huyó tras una lucha breve gracias al tremendo éxito de la estrategia naval veneciana. Isaac II fue liberado y reinstaurado, compartiendo ahora el título de emperador con su hijo, que pasó a ser Alejo IV. Isaac aceptó a regañadientes los términos que su hijo había negociado, así que la cruzada parecía estar preparada para ir a tierras musulmanas en agosto.

Sin embargo, Alejo pidió a los cruzados que permanecieran en la ciudad hasta la siguiente primavera. Les ofreció pagar todos sus gastos hasta entonces, deseando que con su presencia se cimentara su régimen y le diera tiempo para asegurarse el trono. Bonifacio y los otros líderes aceptaron. Escribieron al Papa para comunicarle cómo Alejo les había asegurado que la iglesia griega obedecería a Roma. Al Papa no le agradaba el retraso de la cruzada ni la violencia en tierras cristianas. No obstante, la unidad de la Iglesia era un buen premio, así que su reprimenda fue suave y no llegaría hasta febrero de 1204.

En ese momento las cosas habían dado un giro desastroso para los cruzados. Alejo se encontraba bajo presión por el pueblo y el sacerdocio bizantino que denunciaban la invasión católica, y además el pago para sus antiguos patrones se había paralizado. Los cruzados y los venecianos se presentaron ante él con un ultimátum, pero al hacerlo lo único que consiguieron fue el estallido de la violencia. En enero de 1204, un golpe de estado anti católico quitó a Alejo y a Isaac del poder, y otro tocayo, Alejo V, subió al trono imperial.

Los cruzados estaban atrapados en territorio hostil sin los recursos suficientes para ir a casa o a Tierra Santa. Además, se encontraban fuera de las murallas de la ciudad más rica del Cristianismo, hogar de incontables reliquias sagradas, y cuyos habitantes (según los cruzados) escupían sobre el honroso propósito de la cruzada. La indignación, la desesperación, el odio anti griego y la mera avaricia se combinaron para inspirar a los cruzados y atacar la ciudad en abril de 1204. El emperador huyó una vez el fuego alcanzó la ciudad el día 12, y la urbe quedó abierta a los cruzados. Durante tres días, Constantinopla ardió y fue saqueada.

La cruzada finalizó sin llegar a tierras musulmanas. El imperio bizantino fue dividido entre los cruzados y venecianos y Balduino de Flandes se convirtió en el primer Emperador Latino. La gloria de la Nueva Roma desapareció, y sus tesoros fueron llevados al Este para alimentar a Venecia.

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21/05/2014, 02:46
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Constantinopla y el Imperio Bizantino

Constantinopla era considerada entonces la Reina de las Ciudades por muy buenas razones. Hogar de un millón de habitantes, era sin duda la ciudad más grande y rica de Europa, y tal vez del mundo. Magníficas iglesias, palacios, plazas y bazares de alineaban en calles inmaculadas. Al pasear por las sombras de la Iglesia de la Sagrada Sabiduría, Hagia Sofía, era fácil creer que la Nueva Roma era el centro del universo. No había ciudad conocida que pudiera compararse al esplendor y majestuosidad de Constantinopla, que era destino predilecto de muchos Cainitas de toda Europa y Asia.

A pesar de la grandiosidad, Constantinopla era una ciudad en declive. Cuando Constantino el Grande la fundó como su nueva gran capital no había duda de que era la Nueva Roma. Pero la grandeza de Bizancio había desaparecido antes de la Cuarta Cruzada. La presión de los normandos y los eslavos desde el este, y de los árabes y turcos desde el oeste terminaron por apagar su estela. Italia y gran parte de los Balcanes ya no dependían de Constantinopla, y Egipto y Tierra Santa hacía tiempo que habían caido en manos musulmanas. Incluso casi toda Asia Menor había caído bajo los turcos.

Sin embargo, aún quedaban destellos de gloria. En el siglo XI, el emperador Alejo I recuperó parte de Asia Menor y cimentó las bases del Imperio. Pero también invitó a ella a los cruzados y a los venecianos, lo que más tarde acabaría con Bizancio.

La sociedad Cainita

Al ser una gran capital y ciudad llena de mortales, Constantinopla era un imán para los Cainitas. Pero además de eso, era una ciudad que le debía parte de su grandeza y de su declive a los sueños de los vampiros poderosos. Miguel, un Toreador Matusalén que fue un poderoso vampiro en Roma, se trasladó a Bizancio emulando al mortal Constantino el Grande, y se llevó consigo a sus dos amantes, Antonius el Ventrue y el Tzimisce Dracon. Conocidos como el Triunvirato, estos antiguos se establecieron para crear un nuevo y grandioso Imperio de la Noche. Mientras Constantino y Justiniano contruían la Nueva Roma entre los mortales, el Triunvirato construía su Sueño entre los no-muertos. Crearon un sistema de familias vampíricas, refinando el sistema de gentes que existió en Roma. Dividieron el poder en líneas religiosas, creando un sistema conocido como la Trinidad. El Sueño era liderado por el Padre Toreador, ayudado por el Hijo Ventrue e inspirado por el Espíritu Tzimisce. El sueño rivalizaba con Roma, e incluso con la antigua Cártago, y fue durante un tiempo un bastión de serenidad, alejado de la oscurantista sociedad europea imperante.

Miguel y sus Toreador fomentaron el culto al Arcángel Miguel y a la grandeza del arte y la arquitectura imperial. Los Ventrue usaron el poder del trono imperial para expandir e impartir el orden. Los Tzimisce, por su lado, pasaron a ser la orden monástica de los Obertus, que rechazaba el “vacío espiritual” de las formas tradicionales metamorfistas, y crearon un nuevo culto cristiano del cambio.

Sin embargo, al final estas tres tendencias siguieron diferentes cursos. Antonius se volvió un crítico fanático de las formas de los Obertus, provocando graves disturbios y matanzas iconoclásticas, siendo traicionado en sus últimos días por su propia progenie; encontrando la Muerte Definitiva a manos de sus semejantes. Dracon, tal vez disgustado o tal vez aburrido al ver en lo que se había convertido el Sueño, dejó la ciudad a sus sucesores. Del Triunvirato original sólo quedó Miguel, y la marcha de sus compañeros lo trastornó y lo dejó en letargo hasta los días finales, en los que despertó para dejarse morir a manos de la que se rumorea, era un demonio, una bruja infernalista apodada María la Negra, que consumió el alma del Patriarca en horrible y pecaminoso amaranto delante de la atónita mirada de cruzados, venecianos y bizantinos.

Mientras todo se tambaleaba, otros vástagos, fieles a Bizancio, luchaban por mantener vivos la ciudad y el Sueño. La Brujah Natalya Svyatoslav, el Nosferatu Malaquita y el Gangrel Thomas Feroux, fundaron el llamado Pacto de los Tres, un nuevo Triunvirato dedicado a preservar la ciudad a través de movimientos pensados y pragmáticos. A ellos se uniría posteriormente Nabuk, chiquillo del Patriarca de Constantinopla, Drusus el Lasombra descendiente de Magnus, y Simeón de Toledo el Capadocio.

Los reformadores Ventrue como Anna Comnena y Belisario (ambos bizantinos de renombre tanto en vida como en la no-vida) luchaban, con poco éxito, por redirigir el desastre dinástico que sacudía al imperio. Mientras tanto, Narsés, Príncipe de Venecia, que le tenía inquina a la ciudad y a su Patriarca desde sus días como mortal, aprovechaba la coyuntura para practicar el chantaje y obtener beneficios propios. Su chiquillo, Alfonzo, residía en el Distrito Latino de la ciudad, trabajando para minar el Sueño desde dentro.

Las secuelas. Miguel Arcángel.

Cuando se asentaron las cenizas de Constantinopla y la Cuarta Cruzada pasó a ser una página en la historia, se presentó para los Hijos de Caín un futuro incierto lleno de disturbios y conflictos.

La destrucción de Miguel resonó por toda Europa. Entre los Toreador la desaparición del Matusalén dejó un vacío de poder, y varios ancianos del clan comenzarían sanguinarias escaramuzas por apropiarse de los resquicios de su esplendor. Sin embargo, los vástagos que huyeron de Constantinopla o que volvieron de la cruzada, hablaron de la grandeza del Patriarca. La relación de éste con la figura del arcángel con el mismo nombre se hizo fuerte y patente tras su Muerte Definitiva. La historia de Miguel intentando ascender a la espiritualidad pura se propagaría como las llamas, y algunos creerían en aquel entonces, y creen aún, que el Matusalén encontró en las cenizas del Sueño un camino hacia la Golconda. Otros verían en su sacrificio la última lucha contra el bárbaro mundo material. Su muerte se convirtió en un importante suceso para los Cainitas.

El legado de Miguel se sintió especialmente entre los seguidores de los Caminos del Cielo y la Caballería. Algunos sacerdotes y clérigos lo tratan como a un santo y un mártir, como un símbolo de las virtudes de la divinidad y la pureza por la que ellos rezan. Para aquellos que creen en ganarse un lugar en el Cielo y además ser adorados, Miguel es un ejemplo a seguir. Entre caballeros y doncellas que siguen el Camino de la Caballería, la imagen mortal del Arcángel Miguel se mezcló con historias del verdadero Patriarca. Historias que versan de su nobleza y honor, de su virtud caballeresca y su sacrificio final.

Por su parte, los venecianos y los cruzados se repartieron las migajas de Nueva Roma, fundando el Imperio Latino de Constantinopla. Alfonzo, chiquillo de Narsés, se erigió como  representante y Príncipe de la nueva capital, demostrando ser un líder sorprendentemente cualificado y brutal, capaz de atraer numerosos jóvenes y ambiciosos vástagos a sus filas.

Durante los años que siguieron a la Cuarta Cruzada, mortales griegos levantaron imperios en el exilio, y entre ellos se asentaron diversos vástagos bizantinos ansiosos de venganza, que forjaron alianzas para destrozar el nuevo Imperio Latino desde sus cimientos, para arrancar de las garras de Alfonzo y de su sire, Narsés, el control de lo que en su día fue el Sueño y salvaguardar lo que pueda quedar de su grandeza. 

El gobierno de Alfonzo se vió reforzado en sus inicios, gracias a los apoyos de los ancianos romanos que no perdonaban a Miguel haberle “robado” el prestigio a la Roma original, y a los de Narsés y la Herejía Cainita. Pero aquello cambió cuando la figura del Patriarca comenzó a mitificarse, cambiando la opinión que la sociedad cainita tenía con respecto a los venecianos. Aquellos que estaban relacionados con Narsés o su chiquillo retiraron sus apoyos para no caer en desgracia junto al Príncipe de Venecia y el mismo Alfonzo renegó de su sire en aras de conservar su posición. 

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21/05/2014, 15:15
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Narsés y la herejía cainita

Narsés, que además de Príncipe de Venecia era Arzobispo de Nod (una posición de poder dentro de la Herejía Cainita, que estaba gobernada por la Curia Carmesí) había conseguido su ansiada venganza contra el Patriarca. Venecia había ayudado a derribar las murallas de la Nueva Roma y a incendiarla durante días. El Imperio Bizantino había sido destruido y los vástagos de Constantinopla habían encontrado la Muerte Definitiva o se habían visto obligados a exiliarse. Narsés disfrutó de aquel momento de gloria personal y no derramó ni una sola lágrima por su enemigo vencido.

Pero el Príncipe veneciano no era la única figura de ponder en la Herejía. Muchos en la Curia Carmesí cuestionaron su consagración a la fé y su capacidad para liderarla. En un principio, se alegraron de que Narsés llevase a cabo su venganza pues Miguel era una figura despreciada en el seno del culto, pero el panorama político había cambiado. Con Miguel convirtiéndose en un mártir para muchos vástagos, a la Curia le preocupaba que la Herejía Cainita fuera acusada de la “tragedia” de su destrucción. Narsés pasó a ser ninguneado por sus aliados, y después de varios siglos de espera, sus rivales vieron en aquel momento una oportunidad que no podían dejar escapar.

Varios de los miembros de la Curia que rivalizaban con Narsés, Lasombra de Génova e incluso Capadocios venecianos, corrieron la voz de que la destrucción de Miguel se debió a un acuerdo entre Narsés y una bruj Baali, conocida como María.

En 1212 la Curia Carmesí despojó a Narsés de su posición de poder en el culto. Posteriormente se declaró una caza de sangre contra él. En 1213, su mano derecha, Guillermo Alipandro, pidió una corte de sangre y obtuvo el permiso de los Amici Noctis para diabolizar a Narsés. En 1215, Guillermo cometió Amaranto sobre él y pasó a sustituirle como Príncipe de Venecia.

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09/06/2014, 17:07
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Tras la caida

Durante los años que sucedieron a la caida de Constantinopla a manos del Imperio Latino, se sucedieron un sinfín de alianzas, guerras, matrimonios convenientes y traiciones que hicieron que la distribución de los antiguos territorios del Bizancio se tambalease continuamente, con fronteras siempre cambiantes entre el Imperio Latino y otros territorios que se escindieron del antiguo bizancio tras su caida: el Imperio de Nicea, el Despotado de Epiro, el Principado de Acaya, Sicilia y el Imperio de Tesalónica (caído en 1242) y el Imperio de Trebisonda, entre otros. Otra parte de las tierras bizantinas pasaron a ser dominios búlgaros o parte del territorio de los turcos selyúcidas, y fueron reconquistadas en numerosas ocasiones por diferentes facciones.

De este periodo, cabe destacar varios sucesos:

  • En el año 1214, el Imperio de Trebisonda se ve obligado a convertirse en vasallo de los turcos selyúcidas.
  • En 1224, el reino latino de Tesalónica es anexado al Despotado de Epiro, pero las guerras del Despotado con los búlgaros hicieron que perdiese territorio hasta que finalmente, el propio Epiro se convierte en territorio Búlgaro en 1230.
  • Por su parte, en 1227, Teodoro Comneno Ducas adopta la púrpura imperial, y funda el Imperio de Tesalónica, esperando fusionar bajo su cetro todos los terrirotios del caido Imperio Bizantino. 
  • El Imperio Niceno expande de manera considerable su territorio entre 1230 y 1235, aprovechando el hecho de ser el único Imperio de orígenes bizantinos con suficiente potencia militar en la zona. En 1235, el Emperador Juan III de Nicea se alía con el rey búlgaro Iván Asen II, permitiéndole a éste último extender sus influencias sobre Tesalónica y Epiro. 
  • En 1235, búlgaros y nicenos practican un sitio conjunto sobre Constantinopla. Éste es interrumpido debido al invierno de éste mismo año, con la promesa de ser retomado en la primavera, pero el rey búlgaro se niega a mandar tropas y al no contar con suficientes medios, los nicenos desisten en su intento, rompiendo su alianza con el rey búlgaro. 
  • En 1242, los mongoles invaden el territorio selyúcida al este de Nicea, eliminando la amenaza turca que se cernía sobre el Imperio. En este mismo año, las disputas territoriales entre nicenos, búlgaros y el Despotado de Epiro, provocan la caída del Imperio de Tesalónica. 
  • En 1245 Juan se alió con el Sacro Imperio a través de su matrimonio con Constanza II de Hohenstaufen, hija de Federico II. Hacia 1248 Juan había derrotado a los búlgaros y rodeado el Imperio Latino, y siguió reconquistando territorios latinos hasta su muerte en 1254. Le sucede entonces Teodoro II
  • En 1258, muere Teodoro II, dejando el Imperio en herencia a su hijo Juan Láscaris, un menor de edad. La regencia fue asumida por Jorge Muzalón, que es asesinado durante el funeral de Teodoro II. Miguel Paleólogo asume entonces su cargo, convirtiéndose en Regente del Imperio de Nicea y posteriormente en Co-emperador junto a Juan IV Láscaris.
  • En 1259, Epiro, que había caido ante la invasión nicena, se rebela, aliándose con Sicilia por matrimonio. En septiembre de este mismo año, tiene lugar la Batalla de Pelagonia, en la que Sicilia, el Despotado de Epiro, Bulgaria y el Principado de Acaya, unen fuerzas contra el Imperio Niceno. La victoria de éste último sobre sus enemigos, situó a Nicea, que extendió sus dominios nuevamente, como la mayor potencia de la zona, perfecta candidata para recuperar Constantinopla de manos de los latinos. 
  • En 1260, el Imperio de Nicea se alía con Génova, obteniendo su ayuda naval, militar y comercial para sitiar de nuevo Constantinopla, a cambio de beneficios comerciales en las rutas marítimas que brindarían supremacía a los genoveses sobre los venecianos en el comercio marítimo. 
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14/06/2014, 02:18
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FACCIONES ACTUALES Y SUS REPRESENTANTES CAINITAS EN EL CONFLICTO

Una pequeña guía de facciones, líderes mortales y Cainitas relacionados.

FACCIONES ACTUALES Y SUS REPRESENTANTES

Escudo Facción Líder mortal Cainitas Relacionados
Imperio Latino de Constantinopla Balduino II (Balduino de Courtenay) Alfonso de Venecia.
Venecia (aliado latino) Dux Reniero Zeno Gillermo Alipandro, y en representación suya, su chiquillo Nicolás.
Imperio de Nicea Juan IV Ducas Láscaris/ Miguel VIII Paleólogo (Regente) Ana Comnena 
Despotado de Epiro Miguel II Comneno Ducas Natalya Svyatoslav
Imperio de Trebisonda Manuel I Comneno David Comneno, y en representación suya, Thamar de Georgia, su sire. 
Tesalónica (dominio epirota) Teodora Comnena Ducaína (en nombre de Miguel II Comneno ducas, su hermano por parte de padre) Helena la Armenia, y en representación suya su chiquillo Isaac Comneno
Principado de Acaya (dominio niceno) Guillermo II de Villehardouin (hecho prisionero) Magdalena Castellucci Borcellino
Sicilia (aliado latino) Manfredo de Sicilia Bastión Lasombra representado por Tommaso Brexiano
Génova Consejo popular de mayores comerciantes Gabriella de Génova
Bulgaria (aliado latino) Constantino I Tikh Victor Svetoslav
Georgia David VI Narini Thamar de Georgia

Enviados de facciones que no intervienen en el conflicto o no se sostienen sobre una facción mortal:

  • Antiguas familias bizantinas: Nosferatu Malaquitas (liderados por Malaquita) Gangrel del Barón (liderados por el Barón Thomas Féroux) Toreadores Micaelitas (con Nabuk el Micaelita como único representante). 
  • Enviados de Tierra Santa y aledaños: Reino de Antioquía representado por Drusus (que además representa a la antigua familia bizantina de los Lasombra Magnus) y Alamut, representado por los Assamita Hipólita y Ashirra.
  • Enviados de las Siete Ciudades de Hungría: Varvara Almassy y Gustavus.
  • Enviados de Ceoris: Abetorius del clan Tremere. 

 

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03/07/2014, 00:12
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Familias bizantinas

Los Cainitas de Constaninopla no seguían las Seis Tradiciones de Caín. En su lugar, a lo largo de los siglos, desarrollaron su propio conjunto de leyes y costumbres: El Código de los legados. 

El principio básico del Codigo era el gobierno de La Trinidad. No había Príncipe en Constantinopla, sino que las familias Ventrue, Toreador y Tzimisce gobernaban unidas. A la cabeza de cada familia, había un patriarca (aunque se consideraba a Miguel patriarca de toda Constantinopla) que la gobierna, y con ella a sus respectivas familias retoño, vasallas de una de las tres principales familias de la Trinidad. 

En los consejos periódicos de la ciudad, sólo las familias de la Trinidad tenían voz y decisión. Los Cainitas que no formaban parte del sistema de familias no podían intervenir en los asuntos de la ciudad. Además, todas las infracciones o disputas entre las familias de la Trinidad eran resueltas por un grupo de jueces formado por un delegado de cada familia. Estos tres jueces eran conocidos colectivamente como los Quaesitoris.

Éstos son los dictados por los que se regían todos los Cainitas de Constantinopla: 

El Legado de la Trinidad: De Tres es el gobierno en Constantinopla. Sólo estos Tres tienen voz y pueden unir nuevas leyes a este Código. Es también responsabilidad de los Tres asegurarse de que las preocupaciones de los retoños sean oidas.

El Legado de la Progenie: Sólo la Trinidad es libre para dar el Abrazo. Incluso las familias retoño deben pedir permiso a los tres Quaesitoris. No hacerlo resulta en la destrucción de la progenie y la sanción del sire.

El Legado de la Fundación: Sólo los Tres pueden otorgar dominio, tal y como los Primeros Tres fundaron la ciudad. Los Cainitas reciben un dominio con el Abrazo, en todo caso, y son responsables de asegurar que en él se cumpla el Código de los Legados. 

El Legado de las Sombras: Los Tres son señores de la noche y por tanto han de gobernar en las tinieblas. Se les debe reverenciar como a divinidades, pero sin que se revele nunca su naturaleza real. Al igual que se desconoce la naturaleza de Padre, Hijo y Espíritu Santo, debe ocurrir con la de la Trinidad.

El Legado de las Cenizas: La destrucción de un miembro de la familia está prohibida, a menos que los Tres la apoyen. La violación de este legado desembocará en un juicio, tras el cual se inflinge la Muerte Definitiva al infractor. Los que no pertenecen a las familias no están tan protegidos del daño.

Aunque estos legados existieron desde el Segundo Consejo en el año 474, a finales del siglo XII no se observaba su cumplimiento de forma tan estricta.

Esquema de las familias antes de la Cuarta Cruzada:

  1. Toreador Micaelitas: con las familias retonño de los Hijos de Judas (Seguidores de Set), los Malaquitas (Nosferatus) y los Magnus (Lasombra)
  2. Ventrue Antoninos: con la familia retoño de los Lexor (Brujah)
  3. Tzimisce Draconianos: con la familia retoño de los Gangrel del Barón.