Partida Rol por web

Cornago

III. La Casa Carrillo

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21/12/2015, 17:38
Unai

Ya has oído... -dijo el tipo-. ¡TERESAAAA! -entonces llegó una mujer, vestida de criada-. Era joven y guapa. Esta muchacha -continuó-, os ayudará en la cocina o en ... en lo que sea menester. Venía con los de esta tarde... Dale cama y ropa de servidumbre y explícale sus tareas.

Tras lanzarte una mirada, el tipo de pelo largo, al igual que su guardias, despareció. La fortaleza de la casa Carrillo cerró sus puertas.

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21/12/2015, 17:40
Teresa

Ven muchacha -te dijo-. Yo soy Teresa, la sirvienta. Vivo con mi hermana y mi padre en esta casa, sirviendo a los señores y los soldados. Mi padre es Ramón, el cocinero. Eso que han venido, amigos tuyos... les espera un duro trabajo... -aun no sabías a qué se refería-.

Sin llegar a concretarte, comenzó a comentarte todo lo que allí se hacía: ir a lavar a un arroyo cercano, tender la ropa, preparar las comidas y cenas y custodiar algunas gallinas y otros animales de la hacienda. También servían a los hombres, et que a veces, por las noches, bueno... algún que otro deseo les complacían a los tales (aunque remarcó que nada de ello comentáraselos al suyo padre, por no crear conflicto ni salir de allí colgadas o quemadas).

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21/12/2015, 17:45
Ramón

Hermoso, sí... -respondió secamente el cocinero-. Luego, antes de que pudiérais hacer nada, salió de allí, esperando que le siguiérais. Et que eso ocurrió, y acompañado estuvo por los pasillos de la hacienda por algunas mozas (que debían ser criadas), et por soldados en todo un constante ir y venir. Et que las tretas de Uloxio habían de quedar para más adelante. Y os mostraron vuestras habitaciones de tres camas cada una.

Mi nombre es Ramón, et soy el cocinero -dijo-. Aquí os dejo. Hasta mañana.

Et que se fué sin más. Al menos no tenía el bárbaro aspecto de los soldados.

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21/12/2015, 18:20
Director

No lo supieron hasta el día siguiente, pero los varones de aquesta "compañía" cómica (que así, de aquesta guisa y soltura habíanse presentado en la casa Carrillo) vieron a Xilda... ¡vestida a la manera de sirvienta! Al parecer había acudido la noche anterior a la casa Carrillo también... Y es que Xilda vióles a aquellos vestidos como para ir a cavar zanjas de vara y media. ¿Pero qué diantres era eso? Entre ellos no andábase Fadrique, que se encontraba en una sala aparte con gran cantidad de jofainas, una mesa y variados utensilios y mantas, reponiéndose de sus heridas. Por lo visto, et para encauzar los caminos de unos y de otros, Xilda había llegado, según os dijo, a la casa Carrillo casi de noche, siendo desprovista de su arma (como todos vosotros), presentada ante Juan Luis, et ubicada con las sirvientas, que por si no lo sabíais, no eran sino cuatro. Ellos le contaron a Xilda que habían sido declarados formales para trabajar en la mina del arzobispo, dentro de la hacienda. Fueran cómicos o buhoneros, trileros o mendigos, iban a exprimirles hasta el sudor de sus espaldas. D'ello libráríase por unos días Fadrique, el cual, según oyó a las criadas, incorporaríase con el resto de trabajadores días después, cuando estuviera recuperado.

De la boca de Juan Luis, que proclamábase como líder de la hacienda y en representación del señor Arzobispo y dueño del lugar, se os indicó que estaríais a prueba durante un tiempo hasta que se ganaran su confianza o salieran escaldados de allí. Por el momento, no os iban a entregar las armas y serán destinados a la organización de Fernando para que os pusiera a trabajar en la mina. Fernando, según os contaron, era un conocido del Obispo que entró a trabajar dirigiendo las obras en la mina, pues al parecer sabía algo de metales y otras piedras. Xilda iba a continuar con la servidumbre. Et que al menos no estábais lejos los unos de los otros.

Durante los próximos dos días estuvísteis picando piedra o sirviendo en las tareas de la hacienda, e incluso Fadrique se recuperó un poco y comenzó a colaborar en la mina. Poco a poco comenzábais a conocer el día a día de la casa Carrillo y sus habitantes.

Notas de juego

Como os estáis familiarizando con la casa Carrillo, ,he añadido una escena de PNJ, que son varios, para que no os liéis. ¿De acuerdo?

Por cierto, podéis interactuar con ellos, comentar o hacer lo que creáis. Digamos que tenéis "post libre" durante esa rutina en la Casa Carrillo. Ya podéis postear para todos, se supone que estáis juntos.

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23/12/2015, 09:06
Xilda

Xilda revolvióse cuando fue apresada por tres hombres que la agarraron con fuerza haciéndole moratones en brazos y piernas. Pero viendo que todo esfuerzo por liberarse no haría sino empeorar las cosas, cejó en su empeño. Se sentía humillada y ultrajada. Desde que había abandonado su hogar natal había jurado que nunca jamás volvería a vivir sometida a la voluntad de un tirano y allí estaba, aprendiendo una vez más esa dura lección de que nunca se puede decir nunca jamás. La situación hacía que se le removieran las entrañas por dentro. Sentía esa sensación, como un dolor agudo en el pecho; una punzada en su orgullo y en su malograda autoestima. Mas resignose pues no quedaba otra. Y desde entonces, comenzó a preparar su venganza.

Fue conducida junto al servicio donde conoció a Teresa. Sus palabras le parecieron amables. Las primeras que había escuchado desde que había llegado a aquel lugar. Palabras amables que le hicieron sentirse afortunada con respecto a sus compañeros, por dos motivos. Uno porque el trabajo que le esperaba se le antojaba mucho menos penoso que el de ellos y otra porque ella estaba dentro de la casa, lo cual era mucho más conveniente para sus planes.

Intentó ganarse el favor de la mujer, pues parecía que llevaba tiempo en la casa y conocía lo que allí acontecía. Trabajaba duro y se mostró sumisa, mas cuando estaba con ella hablaba de forma que pareciese que era más por conversar, pero intentando sacar información sobre las gentes de aquel lugar. Sobre el tal Unai, sobre Juan Luís y sobre el Arzobispo y sobre los devenires de cada uno de ellos soñando con el día en que amanecerían con su garganta cortada.

Pero su plan no tenía sentido si no se agenciaba un arma. Pensó en un cuchillo de cocina, mas no sería muy adecuado pues se haría notar. Un trozo de metal afilado o punzante, o cosa semejante, con un trapo arrollado a modo de empuñadura sería suficiente.

Poco se juntaba con sus compañeros porque sus quehaceres la tenían apartada de ellos, mas estuvo siempre atenta en lo posible para saber de cómo les iba y qué se proponían. Con el tiempo, intentó buscar un medio para comunicarse; ya fuere dejándose notas en algún lugar o de algún otro modo que pudiese surgir.

Notas de juego

Supongo que lo que pretendías es algo como esto: una descripción general de lo que hago en esos días. Si quieres que me detenga más o que desarrolle más alguna cosa, dímelo.

Lo pongo solo para el director para que decidas tú qué saben ellos de mí.

Por cierto, de aquí al 27 andaré liado entre ires y venires por las fiestas. Intentaré contestar en la medida de lo posible, pero si me retraso, te ruego me disculpes.

Edita el director: Lo pongo en público. Aunque estéis en diferentes tareas, estáis todos en la misma casa. Sin problemas, pásalo bien ;)

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23/12/2015, 14:33
Manuel de Fonseca

Ando abatido, completamente hundido. El trabajo en las minas me está matando. Estoy acostumbrado a trabajar en un laboratorio, preparar mis mejunjes y perdido entre libros. Me había acostumbrado a los rigores de estar en campaña, pero siempre conservando mis útiles y siendo útil con los libros o escribiendo. Esto es una locura, no se cuanto tiempo va a aguantar mi pobre cuerpo este castigo.

Intento hablar con los demás, por si tuvieran algún plan para salir de aquí, pero no tengo mucha fe en escapar, nunca he estado tan mal.

Cuando veo a Xilda, por un lado me alegro, por otro me doy cuenta de que también está presa. Por suerte para ella no comparte nuestra suerte, y puede deambular por la casa, quizás ese sea el principio de nuestra fuga, pero no se me ocurre cómo.

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23/12/2015, 15:59
Dámaso Montalvo

La vida es dura, y el trabajo pronto deja marcas en mis manos en forma de dolorosas ampollas, mas no me rindo. Mi mente sigue despierta y memorizo todos y cada uno de los rincones a los que tengo acceso, como así también lo hago con los guardias y trabajadores y sus horarios y costumbres. Al reconocer a Xilda parte de mí se alegra y otra se apena. La habían cogido como a nosotros, pero ella poseía más grado de libertad. Debía comunicarme con ella de forma que nadie se diera cuenta.

Mi mente empezó a maquinar.

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23/12/2015, 16:14
Fadrique

No salió sereno del trance de la cura, no. Como único paliativo había vino, así que soportó que le arrancaran los virotes tomando de lo que había todo lo que pudo. Buena cogorza, para recordar si la hubiera tenido en mejores circunstancias, pero el Criador disponía et así había sucedido.

Un par de días mas con algunas fiebres et medio inconsciente et ya pudo tenerse en pie. Et en cuanto se tuvo sobre sus pies comenzaron a cobrarle por el tratamiento cuanto pudieron. Lo primero recados, pequeñas cosas. En tanto que vieron que se valía de los brazos le echaron a picar la piedra.

Bueno. Peores cosas había hecho. Pues no había cavado letrinas en sus tiempos de soldado nuevo. Estuvo al tanto de sus compañones et se interesó por cómo les iba, et si había algún plan, que de eso de pensar él no era muy entendido.

Abrió bien los oídos et cerró más la boca, atento et sin mentar nada de su vida a nadie que preguntara.

Se apegó a las cercanías de los más flojos de entre sus amigos et que más sufrían la labor. Fadrique parecía flaco et poca cosa, pero en realidad era puro nervio. Pronto estaba escogiendo las piedras más pesadas et se las quitaba de las manos et les dejaba las más pequeñas.

No pareció muy sorprendido cuando Xilda apareció por ahí. Habida cuenta que no era un hombre expresivo podía estar boquiabierto, a saber.

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10/01/2016, 11:59
Uloxio Arrugas

Uloxio arrima el hombro como el que mas pese al malestar que le produce no trabajar para un señor digno y el terrible descenso en la escala social. Lo haces por Juan de Luna... todo esto es por su nombre piensa mientras realiza todas las tareas que le mandan e incluso ayuda al malherido Fadrique.

Coincidio cuando pudo junto a los otros miembros de su compaña intentando dilucidar alguna idea de que podrian hacer en aquesta dificil situacion. Todo se habia complicado rapidamente apenas habian abandonado a la señora de Luna.

Valoro las defensas del sitio, asi como los animos de los trabajadores y estuvo pendiente de todo lo que acontecia por el lugar. Nunca olvidaria aquellas terribles y funestas palabras que parecieran reirse de él ahora.

...Carrillo...perdición...Cornago... 

Notas de juego

¡Deseando volver a darle caña! :D

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11/01/2016, 13:20
Director
Sólo para el director

La vida hacíase dura. De criadas y explotados, junto con la mesnada de la casa Carrillo, hacíase el día. Pico, pala; lavar y servir; recoger y volver a agacharse... todo era un pequeño e irónico infierno, cuyo dueño era un arzobispo ni más ni menos. Los días se os tornaban aburridos en la hacienda. Los hombres de Fernando, el amigo del arzobistpo y organizador de los trabajadores, pasaban las horas de sol a sol sacando piedra, extrayéndolo de la veta y almacenándolo.

Además, Juan Luis, que se dejaba ver bastante por todos los lugares, parecía siempre como desconfiar de todo el mundo, pues su rostro así asemejaba. Mantenía todo el día a seis hombres haciendo guardia: Uno en la barbacana, otro en lo alto de la torre, dos en el primer piso y dos más en la entrada de las celdas (que también había).

Uno de los que mejor os trataba era, sorprendentemente, Fernando, el encargado de la mina. Los días asignados en la veta fue amable con vosotros (dentro de lo que cabía) y trató de no exprimiros demasiado. Incluso se preocupó por el estado de los trabajadores más delicados, como era el caso de Fadrique. Las sirvientas, entre las que se encontraba Xilda, siempre lo trataban mejor que el resto, pues era hombre educado y respetuoso. Además, poco o nada trataba con Juan Luis o con cualesquier otro hombre armado. Parecía él no ser de aquella calaña.

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11/01/2016, 13:32
Director

La vida hacíase dura. De criadas y explotados, junto con la mesnada de la casa Carrillo, hacíase el día. Pico, pala; lavar y servir; recoger y volver a agacharse... todo era un pequeño e irónico infierno, cuyo dueño era un arzobispo ni más ni menos. Los días se os tornaban aburridos en la hacienda. Los hombres de Fernando, el amigo del arzobistpo y organizador de los trabajadores, pasaban las horas de sol a sol sacando piedra, extrayéndolo de la veta y almacenándolo.

Además, Juan Luis, que se dejaba ver bastante por todos los lugares, parecía siempre como desconfiar de todo el mundo, pues su rostro así asemejaba. Mantenía todo el día a seis hombres haciendo guardia: Uno en la barbacana, otro en lo alto de la torre, dos en el primer piso y dos más en la entrada de las celdas (que también había).

Uno de los que mejor os trataba era, sorprendentemente, Fernando, el encargado de la mina. Los días asignados en la veta fue amable con vosotros (dentro de lo que cabía) y trató de no exprimiros demasiado. Incluso se preocupó por el estado de los trabajadores más delicados, como era el caso de Fadrique. Las sirvientas, entre las que se encontraba Xilda, siempre lo trataban mejor que el resto, pues era hombre educado y respetuoso. Además, poco o nada trataba con Juan Luis o con cualesquier otro hombre armado. Parecía él no ser de aquella calaña.

Tambien íbais viendo que el servicio (Xilda trabajaba con ellas) estaba compuesto por cuatro doncellas. Eran guapas, y en varias escalas de edades. Todas hijas eran del cocinero. Alguno claro que pensó que estaban de buen ver, et que asi les parecía a los soldados de Juan Luis en el día a dia (que lanzábanlas indiscretas miradas de abajo a arriba, et que a ellas, aparentemente, parecía gustarle aquello).

Notas de juego

Bueno amigos, pues seguimos.
Podéis interactuar con los PJ que véis en la escen de "PNJ" (y que estén en Casa Carrillo/ estén vivos). Tenéis otro post libre del día a día.

Por cierto: podéis hablar entre vosotros (en los descansos, en alguna esquina, etc.). No seré muy restrictivo

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11/01/2016, 13:56
Dámaso Montalvo

A pesar del duro esfuerzo de la mina, trataba yo de seguir siendo quien soy, un pequeño bribón de grandes palabras y que hace que los demás se sientan a gusto a su lado. Amable con las sirvientas, para las que siempre tenía una sonrisa o una pequeña broma para facerlas reír y agradeciendo a Fernando cada pequeño gesto que hacía por nosotros.

No obstante también estudiaba a los guardias y toda la zona en la que nos encontrábamos, para poder hacer más sencilla la misión postrera, que seguía en vigor.

Cada vez que podía, quedaba a escondidas con alguno de mis compañeros para ponernos al día de los descubrimientos que obteníamos.

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11/01/2016, 14:37
Manuel de Fonseca

Poco a poco me iba acostumbrando a la vida de mula de carga, pero siempre esperaba que esta pesadilla acabase. Dijeron que trabajaríamos hasta que nos ganásemos la confianza del tal Juan Luis, creo. De modo que me alejaba de todo intento de rebelión, mas bien actuaba mansamente cual corderito, haciendo cuanto me mandaban y soñando volver a mis libros.

La visión de las hijas del cocinero y de Xilda era una de las cosas que daban fuerza a mis pobres músculos. ¿Cómo semejante bruto había engendrado semejantes bellezas? Era un placer mundano, pero era la única alegría para los ojos que aquí teníamos.

Un día como tantos otros, me dirigí a Fernando, humildemente, sin levantar la cabeza.-Señor, ¿algún día saldremos de aquí? Puedo seros mucho mas útil llevando cuentas o haciendo cualquier otra cosa que no sea cargar como una mula. No sabía como salir, pero Fernando parecía persona amigable y mas cercano que Juan Luis o los soldados.

 

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11/01/2016, 14:53
Manuel de Fonseca
Sólo para el director

Durante estos días, intento buscar los ingredientes necesarios para preparar la poción de discordia. Al menos el óxido de plomo y de hierro. Si encuentro una comadreja intento capturarla, lo de la prenda de ropa lo dejo para más adelante.

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11/01/2016, 15:49
Fadrique

Un día, Fadrique reconoció a uno de los ballesteros que por ahí andaban. Era quien le había hecho los boquetes en los cueros, et quien se los había remendado. Si que lo había buscado, si; et le pareció bien lanzar un desafío por trabar algo más de conocimiento con las gentes del lugar. De estas cosas se salía amigo o enemigo, et enemigo ya era, así que todo era ganar.

Eh! Sinyor cirujano. Agora que ya soi bien d'os brazos puede que te pareixca bien si tiramos uns tiros, ya que tant bueno te creyes con a ballesta. U tiens miedo que te gane?

 

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11/01/2016, 22:25
Xilda

Según pasaban los días, Xilda se fue acostumbrando a su nueva situación.

Lo cierto es que el trabajo de sirvienda era duro, pero pasado el golpe inicial a su orgullo, descubrió que era bastante más llevadero de lo que pensaba. Las otras mozas la trataban bien y con frecuencia tenía conversas con ellas. Siguió en su empeño de entablar amistad con Teresa, que parecía la que más mandaba de entre ellas. Cuando hablabna, el tema que más gustaba a Xilda eran los cotilleos del lugar y no era difícil tirar de la lengua a las otras. A través de aquellas conversaciones, intentaba sacar pequeños retazos de información que pudieran servir a sus intereses que por supuesto, eran liberar a sus compañeros y a sí misma, y por supuesto, vengarse de sus captores.

Siguió en su empeño de conseguir algo que le pudiese servir de arma, llegado el momento. Un pequeño trozo de metal afilado o punzante, serviría.

Y con sus compañeros, acabó por acordar un lugar en secreto donde mediante notas, les mantenía al tanto de sus progresos.

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14/01/2016, 09:54
Laureano Amezaga

Aunque estoy acostumbrado al trabajo duro como marino, el ambiente claustrofóbico de las minas me ahoga, haciendo que me vuelva aún más taciturno de lo que es habitual en mí. Un día tras otro, todos son iguales y lo único positivo es ver que nuestra compañera está bien y ha logrado introducirse en el servicio de la casa - bellas mozas, vive Dios - y parece que no sospechan de ella.

Pude ver como dos de mis compañeros trataban de entablar cierta relación con la gente de la casa, de manera que permanecí atento al resultado, a ver si lográbamos algún atisbo de esperanza.

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16/01/2016, 13:56
Director

Esos días parecieron no servir demasiado a tus compañeros y a t... bueno... a tí si: no tuviste problema alguno en conseguir óxido de plomo y óxido de hierro. En la mina había bastantes objetos que albergaban metales o estaba hecho de éstos. Además, Fernando, habiendo fijádose en tí y en que conocías "un poco" las propiedades minerales de muchas piedras, te pedía algún consejo para el tratamiento del alumbre, producto de la mina. No se te hizo difícil guardarte dos planchitas de hierro y plomo.

Sólo te hacian falta dos cosas (amén de las ropas de quienes querrían enemistarse): sidra y hiel de comadreja. Allí recluidos, ninguna comadreja podrías obtener, y en cuanto a la sidra... bueno. Quizá Xilda o cualesquiera de las otras cuatro muchachas que servían podrian mirar en las bodega del arzobispo...

Notas de juego

Tienes 2 de 5 ingredientes ;)

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16/01/2016, 13:59
Cirujano

No soy quien debería tener miedo -respondió aquel día el ballestero que prácticamente había salvádole de acabar desangrado-, si no vos: miedo a que vos hacertéis a plena diana mientras que yo yerre y vuelva a acertar en vuestro pecho...

Et que en viendo allí ya tantos días a Fadrique y al resto, que el hombre no tenía mal fondo (aunque sus maneras fueran las peores), le constestó:

Dejad vuestra puntería para el día que hayáis de usarla fuera de la mina. Ahí fuera hay mucho que cazar -dijo entre risas-. Y ahora... ¡sigue picando!

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16/01/2016, 14:07
Fernando

Tranquilo hombre -dijo Fernando al alquimista-. Ahora necesitan hombres en esta hacienda. En breves seguro que os mandan otras tareas, e incluso os paguen por seguir aquí. No me preocuparía yo por eso ahora, sino por no cabrear a estos hombres -se refería a Juan Luis, Unai y todo el resto de la calaña-. La verdad es que el señor arzobispo no sé como puede tratar con semejante... -bajó un poco la voz, ciertamente-. En fin, cada uno a lo nuestro de momento, ¿vale?

Todos lo oísteis; parecía un buen hombre, y desde luego no parecía gustarle nada Juan Luis, su aspecto y el aspecto de sus hombres armados.