Partida Rol por web

Cornago

III. La Casa Carrillo

Cargando editor
16/01/2016, 14:14
Teresa

Los días pasaban, y te comunicabas como podías con tus compañeros. No porque estuviera prohibido, sino porque apenas los veías en la mayoría del día. Eso sí, aquella falta se superaba con la compañía de las sirvientas, que aparte de ser cuatro mujeres bastante cotillas y pícaras, no eran malas personas. Teresa se hizo bastante amiga tuya, e intentaba enseñarte a escaquearte de cuanto pudieras hacer allí...

Por otro lado, pudiste hacerte fácilmente con un cuchillo de la cocina y guardártelo sin que nadie te viese (pues pisabas aquella estancia casi constantemente)*. Además, entre los tantos chismorreos de índole picante, indiscreta y abrumadora que se contaban por allí, Teresa te habló de algo de pasadas para ella, pero que a tí te causó curiosidad: en el subsuelo, cerca de la bodega, estaban las celdas de prisioneros de la hacienda. Y nadie excepto Juan Luis y Unai podía acudir allí. Incluso dos guardias guardaban la puerta siempre (como los que guardan las murallas y la puerta del exterior).

Notas de juego

*Cuchillo: daño 1d6

Cargando editor
16/01/2016, 14:45
Director

Tercer día en la mina, y tercer día de servidumbre de Xilda. Aquesta última se comunicaba como podía con vosotros, et no podrque no pudiera, sino porque la veíais extremadamente poco (estábais sumidos en la negrura de la mina). Et que por la noche, cuando los hombres de Juan Luis descansaban, al menos os podíais reunir todos juntos. Manuel de Fonseca se hizo amigo de Fernando, el encargado de la mina que poco tenía que ver con los hombres de Juan Luis; Fadrique, por contra, parecía ganarse un enemigo, con el cual estaba picado: uno de los ballesteros que le alcanzó de camino a la casa Carrillo (que resultó ser el cirujano del lugar y le extrajo sus mismos virotes). Cuando veíais a Xilda, comprobásteis que estaba bien compenetradas con las cuatro sirvientas, en especial con Teresa. El resto hacíais vida normal, sin mucho que decir (porque no se podía). Eso sí: a Dios gracias dísteis porque no solicitaran de la vuestra "verdadera" profesión: el espectáculo. Demasiado espectáculo había ya allí...

* * *

Al tercer día, siendo primera hora de la mañana, todos los hombres de armas de la hacienda fueron llamados a formar, incluidos todos los hombres de la mina. Estaban ya en el patio principal y allí bajásteis todos. Xilda y las criadas miraban desde la puerta de la cocina que comunicaba con el patio. Allí estaban Juan Luis y Unai, formando cada uno a su pequeño escuadrón de hombres subordinados. Les repartían armas. Minutos después, abrieron el portón de la hacienda Carrillo, pues llamaban por el exterior. Una vez comprobaron y abrieron, otra pequeña partida de hombres entró allí, liderados por un tipo a caballo, de pelo rizado y rubio, y armadura bastante reluciente. De boca de las sirvientas Xilda supo que se llamaba Sancho, y era un noble de tres al cuarto agramontés que ayudaba a Juan Luis de vez en cuando a los saqueos con sus propios hombres. Vosotros también supísteis enseguida su nombre, en estando formando fila en el patio.

Cargando editor
16/01/2016, 14:46
Juan Luis

¡¡A formarrr!! ¡Hombres! -gritó Juan Luis como arengando (u ordenando más bien) a sus súbditos y a vosotros-. ¡Hoy salimos a cazar y a obtener una buena pieza! ¡Asique mantend la cabeza fría y los ojos bien abiertos! ¡ANDANDO!

Las puertas se abrieron y comenzaron a ir saliendo fila tras fila de la Casa Carrillo (del grupo del tal Sancho, del de Unai y del de Juan Luis). No os comentaron a dónde íbais ni qué íbais a hacer exactamente.

Notas de juego

Xilda, puedes quedarte en la hacienda o ir. Pero si vas tienes que convencer a Juan Luis o Unai (que no están por la labor de llevar a una mujer a "sus oficios"...). Tendrás que usar tu labia y superar una tirada de Elocuencia (COM) con bonus del 25%. Si prefieres quedarte puedes interactuar con las sirvientas, su padre o Fernando (que se quedan allí).

Cargando editor
16/01/2016, 19:45
Fadrique

I haiga paz, buen cirujano, que mas te digo que tiremos por amistat que por unatra coseta, que no soi mal agradeixiu, ya que te debo a salut y lo unatro ye pasau.

El día en que los reunieron como a ganado, Fadrique formó como cualquier buen mesnadero haría: sin hacerse notar. Et que se puso por ahí como al desgaire sin mirar a los ojos al tal que les había reunido. ¿Voluntarios? ¡Ja! ¿Aguerridos? No seguía vivo por nada, que formar manada era arte de los pobres para sobrevivir, et manada formó con los demás.

Cargando editor
16/01/2016, 21:49
Xilda

Xilda decidió no ir a la partida de caza para no levantar sospechas pues siendo como era, al menos en su historia, una comendiante, no sería fácil explicar su interés en participar en tal evento. Más aún si dicha cacería, en lugar de ser de animales, era de hombres, como cabría de esperar. Deseó a sus compañeros que consiguiesen escapar, si acaso podían, que ella ya se las arreglaría.

Cargando editor
16/01/2016, 22:04
Xilda

En ausencia de tanto hombre, la joven tendría tiempo para deambular por el castillo. Tan solo tendría que evitar en sus paseos a los dos hombres que quedaban pues estaba segura de que las cuatro mujeres que formaban el servicio, habrían hecho lo mismo en más de una ocasión. Más aún, atrevióse a preguntarle a Teresa que cuánto solían durar estas cacerías, si es que eran frecuentes y que si entremientras, tendría tiempo y ganas de enseñarle el castillo como Dios manda, ahora que sin tanto hombre, podrían curiosear a su antojo. El servicio siempre conoce cosas en las que nadie más repara.

Tenía especial interés en ver cómo podría conseguir una copia de las llaves de las celdas. Si quedaban en algún sitio o si los guardias las llevaban siempre encima y esas cosas que obviamente, no se atrevía a preguntar, pero en las que sí se fijaría si acaso tenía ocasión de averiguarlas.

Por supuesto, se dirigió en todo momento con respeto hacia el padre de las muchachas si lo cruzaba et con el tal Fernando a quien habiéndoselo encontrado haciendo sus quehaceres o al menos, simulando que lo hacía, preguntole:

-¿Y como es que vos no participáis en la cacería?

Cargando editor
17/01/2016, 15:24
Manuel de Fonseca

Asentí a Fernando, aunque dentro de mí algo había cambiado. Una pequeña chispa de rebelión había brotado y tenía un plan...si no para escapar, quizás si para que las cosas cambiasen un poco.

A formar, me apresuré a colocarme en la fila, con cara de no haber roto un plato, pero ya queriendo bajarle los humos al tal Juan Luis. Cuando nos dejaron a nuestro aire, le dije a mis compañeros sin levantar el tono de voz. Compañeros, necesito una comadreja. Estad atentos por si vieséis alguna, os la cambio por mi ración...o la ración de varios días. No dí más explicaciones. Seguí la marcha de soldados y presos.

Cargando editor
20/01/2016, 20:13
Fadrique

Decir que Fadrique se quedó sorprendido fuera poco. ¿Una comadreja? Puso los ojos en Manuel de Fonseca como dudando si había escuchado como debía.

Pero se repuso et volvió a formar en su rostro cara de lelo, mirando a ninguna parte et rascándose sus partes cuando le era menester.

Cargando editor
20/01/2016, 20:19
Dámaso Montalvo

Notaba las risas de los de mi alrededor por lo bajo mientras pasaban revista. No me importaba, estoy acostumbrado a ésto, luego se sorprenderán, como hiciere yo con el comentario de mi compañero Manuel, mas sabía que era hombre sabio, y seguro que algo estaba fraguándose en su cabeza. Asentí para dar mi conformidad

Cargando editor
20/01/2016, 22:16
Uloxio Arrugas

Uloxio se torno apuesto y con garbo, tratando de olvidar los dias pasados en la mina. que no hiciesen mella en su instruccion militar. Saluda presto a Juan Luis y a cualesquiera oficiales que hayan nombrado y recibe con orgullo el arma que le entreguen.

No os arrepentireis... dice serio mirando a sus compañeros de desventuras, tratando de serenarles con la mirada. Una faz cortada y fea... dificil, pero lo intenta.

Tengo que meterme en el ejercitucho de este malhombre... teniamos un objetivo para venir aqui y con el paso de los dias se esta esfumando.

Notas de juego

Sorry por el level down :(

Cargando editor
21/01/2016, 11:50
Laureano Amezaga

Contento por poder salir de aquel agujero que me afixiaba, me apresuré a ponerme en la fila. Además, cualquier salida podía representar una oportunidad y trataría de estar atento para aprovecharla.

En esas estaba cuando mi compañero se acercó y realizó esa insólita petición, sin mayores explicaciones. Lo miré asombrado, pero respondí con un leve gesto de asentimiento. Si estaba en mi mano, haría lo posible por satisfacer su extraña demanda.

Notas de juego

Siento los posts tan cortos, aún no me he hecho con el personaje y me cuesta meterme en su piel.

Cargando editor
21/01/2016, 11:57
Director

Xilda, las criadas, su padre el cocinero y Fernando (junto con los soldados que quedaron guardando la casa Carrillo) observaba cómo todo aquel pequeño ejército se desplegaba fuera de las murallas de la hacienda.

En primer lugar se os entregó un arma: A Uloxio y Laureano un hacha, a Fadrique una espada, y a Manuel y a Dámaso un pequeño. Por boca de Unai, la recomendación de éstos dos últmos era un arma corta, ya que tras verlos trabajar en la mina un par de días, quizás no manejarían tan fuermenten un arma de mayor filo.

Mientras andábais por pleno campo, el rumor general se extendía, aunque pronto Juan Luis y Unai pusieron grito de silencio en el ambiente: la concentración debía ser máxima. Además, alguno de vosotros preguntó por lo bajo a los hombres armados que "a dónde íbais" o "cual era la razón de la marcha"; a lo cual, os respondieron que os enviaban a emboscar a alguien, "a un noble ricachón por el que pueden pedir un buen rescate".

Tras media hora de camino en dirección a Navarra, vislumbrásteis un puente de piedra sobre un río. Allí Juan Luis comenzó a dar órdenes.

Cargando editor
21/01/2016, 11:57
Juan Luis

Este será el lugar donde alcanzaremos la presa -os dijo a todos-. En este puente cerraremos la trampa. Don Sancho y sus agramonteses atacaran una comitiva por el frente, cuando se metan en el puente. Vosotros lo haréis por la retaguardia y la partida de Unai se apostará en las laderas del río y los diezmarán con sus ballestas, ¡ja ja ja! La pieza que debemos capturar es un noble, ¡y a ese hay que atraparle con vida! Tú y tú -le dijo a Fadrique y Dámaso-, marchad con Unai al lado del puente -parece que Juan Luis aún no se fiaba de vosotros del todo...-.

Acto seguido, los hombres de Unai (donde iban Fadrique y Dámaso) se ocultaron entre unos juncos que crecían en la orilla del río. Les dieron a estos dos sendas ballestas con cinco virotes cada uno. El pequeño Dámaso apenas podría tensar la cuerda con el cranequín, pero quizá se la tensase alguno de los soldados. Por su parte, Laureano, Uloxio y Manuel se escondieron en unas grandes rocas junto al río, y también tras unos setos y encinas.

Notas de juego

Aunque estéis separados, podéis escribir juntos (los de Juan Luis y los de Unai). Obviamente, no marquéis a Xilda, ¿ok?

Hachas de Uloxio y Laureano, Daño: 1D8+2
Cuchillo: Manuel y Dámaso, Daño: 1D6
Espada Fadrique, Daño: 1D6+1
Ballesta Fadrique y Dámaso, Daño: 1D6, tiempo de recarga 2 acciones (osea, 1 turno).

Os dejo un post de transición antes de actualizar.

Cargando editor
21/01/2016, 12:04
Fernando

Xilda, las criadas, su padre el cocinero y Fernando (junto con los soldados que quedaron guardando la casa Carrillo) observaba cómo todo aquel pequeño ejército se desplegaba fuera de las murallas de la hacienda. Tras ello, Xilda estuvo a sus quehaceres diarios, pero hubo un momento que fue a ver a Fernando, el que organizaba "el cotarro" en la mina de alumbre. Se encontraba en su peculiar caseta.

Hola Xilda -le dijo-. No puedo participar con esos bárbaros. Mi amigo el arzobispo me encomendó el trabajo de la mina... DE-LA-MINA -recalcó-, pero no tratar con sus esbirros que "protegen" ésta, la suya casa. Juan Luis una vez hasta se encaró conmigo -te contaba todo esto a modo de desahogo, pues tenía tanta reticencia a Juan Luis como vosotros-, ya que no entendía mi predisposición par los saqueos. Tuve que ponerme a su altura, y no sin miedo le dije que mis funciones aquí eran otras, mandadas por boca del arzobispo don Alonso... En fin... Aprovechas este tiempo que no están esos maleantes en la hacienda... -dijo como resignado mientras seguía mirando pergaminos sobre la mina-.

Notas de juego

Postea par tí sola.

Cargando editor
21/01/2016, 14:32
Manuel de Fonseca

¿Qué?¿una emboscada? de golpe mi mundo se volvía a desmoronar, imaginaba una cacería y en esta podríamos despistarnos y lograr la tan ansiada por mi comadreja. Pero esto era distinto, nos tocaba hacer de matones y emboscar a un noble cargo...mis temores iban hacia Don Pedro, y la encargada de pagar la recompensa Doña María. No me gustaba, y caso de ser otra persona, temía fuese hombre de bien, Diezmaríamos a sus hombres y a el lo capturaríamos. Lo único bueno es que la confianza de Juan Luis, el perro del arzobispo , subiría para con nosotros y a lo mejor dejábamos la mina...para ser sustituidos por los hombres capturados del noble, que temía fuese Don Pedro.

Por lo demás, hice lo que me mandaron, me escondí entre las rocas y los setos cuchillo en mano y esperé, no apoyaba esta causa, pero todavía no era momento de actuar.
 

Cargando editor
21/01/2016, 15:27
Laureano Amezaga

Asentí ante las órdenes, mientras recibía mi arma y notaba como encajaba en la palma de mi mano. En mi cabeza le daba vueltas a quien podía ser el noble y mis temores se centraban en Don Pedro y Doña María.

Antes de separarnos en grupos, procuré susurrar a mis compañeros: quizás podamos aunar fuerzas con los del otro grupo...

Notas de juego

Jefe, solo susurro si veo que no hay peligro de que me escuche quién no debe, por eso lo pongo "solo para el director". En el caso de que no pueda susurrar sin peligro, simplemente tomo el hacha y me coloco en posición.

Edita el director: no pasa nada, lo pongo público ;)

Cargando editor
21/01/2016, 19:43
Fadrique

Fadrique se preocupó mucho cuando el Juan Luis ese reveló que la presa no era ciervo, sino gente de Dios. Et le pusieron en la mano una espada y una ballesta con sus virotes. Así que le mandaron con el tal Unay a flanquear a la presa. Et montó la ballesta como todo el mundo, pero con menos prisa.

Con tanto personal chunto no imos a veyer ni marta, ni armiño, ni comadreja ni en una milla a la redonda. Pero no será por o mío que no a caze, por Dios.

Tampoco tenía intención de cazar otra cosa, que no le hacía falta matar cristianos sin tener ni la mala excusa de una paga, que a honra tenía no ser bandido ni bandolero, sino hombre de bien. Todo lo hombre de bien que se podía ser, vaya, entregado al noble oficio de matar.

Notas de juego

Fadrique hace el paripé, pero no tira a dar a nadie.

Cargando editor
21/01/2016, 22:31
Uloxio Arrugas

Uloxio tomo fuerte el hacha que le habian entregado. No era como su preciada arma que solo Dios sabria donde estaria en estos momentos pero al menos el filo cortaba. Y mucho.

Ansiaba poder despedazar uno a uno a sus captores pero sabia que no era el momento, de serlo tendria a su lado cuatro o cinco Uloxios armados con hachas y sin miedo a morir. Un miedo que se habia metido dentro de él tras los acontecimientos extraños recientes.

Su unica esperanza era que el emboscado cambiase su ruta en el ultimo segundo...

Cargando editor
22/01/2016, 15:09
Dámaso Montalvo

Miré a mi alrededor para saber dónde estarían posicionados mis compañeros y mis "otros compañeros". Parecía imposible conseguir nada, ni siquiera podría escabullirme, pues uno de los soldados se había colocado a mi lado para el caso en el que no pudiera tensar la ballesta, de todas formas lo memoricé, quizá un gesto amable de los hados haga que podamos dar la vuelta a la situación, en las batallas hay accidentes... No estaba dispuesto a traicionar la memoria de don Juan, quien me acogió como a uno más de los suyos.

Cargando editor
25/01/2016, 20:30
Director

Tras una media hora aguardando cada uno en su puesto, que pronto se oyeron cascos de caballos. No eran muchos, por lo que se oyeron en estando ya cerca del puente. Rápidamente, vísteis a un grupo de diez soldados de a pie avanzando en vanguardia y retaguardia de otros dos hombres que parecían más notables. Estos dos vestían lujosas prendas, et que por supuesto iban montados a caballos. Estaba claro, uno de ellos debía ser el noble. Quien estaba cerca de Unai y Juan Luis veía en sus caras un relamerse interior, un frotarse de manos sin mesura... Et que la nueva comitiva comenzó a atravesar el puente a paso distendido pero firme...