Partida Rol por web

Et que los hombres de Juan Luis y Unai, hombres armados y guardianes de la Casa Carrillo, llegaron por fin a la hacienda. Era media tarde, y las puertas de la muralla se abrieron. Entraron entonces las dos pequeñas escuadras con ánimo renovado: enseguida los sirvientes y vigilantes supieron que su marcha había consistido en un botín de asalto exitoso. Con ellos llevaban varios hombres, al estilo de soldados, et que dos parecían ser más notables (vestidos más a las ricas túnicas). Nada más llegar Juan Luis habló.

¡Sirvientass! ¡RAMOOOOOOOÓN! -gritó a las chicas, incluida Xilda, y a su padre el cocinero-. ¡Preparad para esta noche un gran banquete! ¡Cocinad lo que ya mejor sabéis, pues hay mucho que celebrar! -Ramón se presentó al instante, y asintiendo por más temor que vergüenza, comenzó a organizar a sus hijas cuestiones sobre mesas, sillas, viandas, bebidas, cocina, etc.

¡A éstos hombres -a sus subordinados que escoltaban los prisioneros- llevadlos a los calabozos y guardad la puerta! ¡ JA JA JA ! -Y Juan Luis, desparapetándose de armas y armaduras, se internó en la hacienda, desapareciendo de vuestra vista-.

¡Ay mi madre... que ya han vuelto! -decía Ramón sudando y resplando-.

Cuando ví que iban a dar un banquete pensé que era una buena oportunidad para hacer algo. Me junto con mis compañeros y digo:Podémos intentar aprovechar la borrachera para liberar a los prisioneros y escapar. Necesitarémos armas, ¿se os ocurre cómo podémos conseguirlas? Paro un momento No tengo nada claro cómo hacerlo . No pienso con claridad, el combate me ha afectado y quiero sangre, pero de mis captóres. Quizás aprovechar mientras duermen si los guardias están borrachos ponerlos fuera de combate...Eso, o esperar.¿Qué decís?

Xilda intentó en cuanto pudo acercarse a sus compañeros. Cegada por el ultraje al que la habían sometido y más aún, al que se veían sometidos sus compañeros, pensó en un plan despiadado, para el cual necesitaría de los conocimientos de Manuel de Fonseca. Por ello cuando tuvo ocasión, se acercó a hablar con él en privado.

-Este banquete suporá a morrte para aqueles que tengan la mala fortuna de disfrutar del, poss es la mía intención envenenar a comida e ver como se retuercen de dor cando las súas últimas forzas lles abandonen a esos hideputas. Nom sei se contaréi con la vuestra aprobación para tal tarefa, nin si seréis capaz de proporcionarme lo necesario para tal menester, mais sabede que con la vuestra ayuda o sin ella, farei o posibel por levar a cabo la mía venganza. Avisa aos demáis que se abstengan de probar o prato que yo prepare, que yo por un gesto, os indicaré cuál es. Respecto a armas, podo conseguirvos cuchillos de cocina, todo lo más. Servirá mientras no conseguimos nada mejor.

Así transmitió Xilda a su compañero Don Manuel sus intenciones. Entanto tuviera su colaboración, podría llevar acabo su felonía de la forma más sencilla. En caso contrario, buscaría otra forma de hacerlo, utilizando matarratas o cualquier otra cosa que pudiere encontrar en el castillo para tal fin. Y cuando no fuese algo que acabase con la vida de los comensales, se conformaría con algo que los dejase incapacitados para poder ofrecer resistencia cuando junto con sus compañeros, intentase huir del castillo, aunque se le antojaba como preferida la primera opción. Entonces se vio la forma en que el ultraje al que se había visto sometida una mujer que había jurado no volver a renunciar a su libertad y había tenido que fallar a su juramento para salvar su vida, había nublado su juicio, pues no parecía importarle que como fruto de sus actos, pudieran morir inocentes.

Por lo demás, se dedicó a sus labores con la mayor diligencia posible, atendiendo a lo que se le ordenase con presteza y esperando el momento en que se labrase su venganza. Puso especial interés en ser ella quien se encargase de la comida o al menos, de uno de los platos y aprovechó el momento en que no fuere vista para echar en ella lo que pudiese conseguir.

L'hideputa ye o sinyor, Xilda, que no querrás matar ninos por error, que ixo d'os venenos y ponzoñas ye arma traidora.

Fadrique parecía preocupado, aunque no se le ocurría más qué decir. No estaba acostumbrado a tantas alharacas. En batalla la cosa era matar o morir, y nada más. Así que se puso a explicarle el plan, para ver si se acomodaba a él.

O nuestro plan yera tomar de rehen a Juan Luis aprofitando qualsiquier circumstancia que venise bien. Y, caso de poder, tamién a os suyos prisioneros ta liberar-los. No podríanos fer todas dos cosetas? Procura que s'emborrache a pur de bien, si ye que a tuya sciencia con as hierbas da ta tanta sutileza, y procuranos a ocasión ta meter-le o fierro a o cuello y obligar-le a que traiga a os prisioneros, caballos y vía libre ta nusatros. Ofreixcamos una sesión de titiriteros y aprofitemos a ocasión si viene a gusto.

Respondo a Xilda. Necesitaría mis útiles de alquimistas y tiempo. Quizás podría fabricar algo. Pero así, con las manos vacías no puedo se si puedo hacer algo. Quizás con las plantas....los minerales de la mina, no sería muy lento. Divago

Respondo a Fadrique. Si los envenenamos fin del problema y más fácil será salir. Tomar de rehen a Juan Luis me parece complicado, ¿cómo llegamos a el? Había pensado esperar a que todos durmieran la mona e intentar dos cosas, una deshacernos de los guardias que estén despiertos y dos liberar a los prisioneros.  Si envenenamos la comida estarán sobreaviso, y los que sobrevivan la pueden liar gorda, pero si actuamos presto podémos abalanzarnos sobre Juan Luis y tomarlo como rehen, como bien dice Fadrique. Si esperámos a la noche no tienen cabida los venenos, pues deberíamos usar la sorpresa.¡Agh, necesito mis útiles!

El marinero asiste asombrado a los posibles planes de fuga, hasta que decide hablar: Xilda, no creo que debamos envenenarlos a todos. Habrá gente inocente que puede morir, algún niño. Quizás podamos esperar a que estén borrachos y entonces asaltarlos, aunque sea con cuchillos de cocina.

Por otra parte, hemos dicho que somos tirititeros, podíamos pedir permiso para actuar y demostrar nuestro "arte". Sin duda, tras participar en el asalto están de mejor humor y al ver lo dóciles que hemos sido, puede que nos lo permitan, aunque solo lo hagan por reirse de nosotros. En cualquier caso, es una buena excusa para estar cerca de la sala del banquete.

¿Veneno? ¿en serio? No... es muy arriesgado... si se dan cuenta sera la muerte para las cocineras y tu eres la mas sospechosa. Buena idea es la de esperar a que caigan ciegos y borrachos y tomarnos revancha... aun no hemos descubierto nada de lo que vinimos a hacer aqui y eso amarga mi alma... ¿Sabemos quienes son los que han apresado?

Buen Laureano... si quereis que actuemos asi se hara mas torpe soy no poco... dadme un arma y tal vez pueda dar espectaculo.

-Mas mi actuación si se pudiere. He dedicado mi vida a ésto, no me será difícil atraer la atención de unas bestias borrachas como nuestros "anfitriones". Os cedo el ataque, donde yo sería más bien inútil y haré que las miradas se centren en mi persona.

Xilda queda callada al ver que su idea de envenenarlos no es bien acogida. Parece obvio que se está conteniendo la rabia.

Solo después de un tiempo se decide a contestar.

-Salvo O Dámaso, el resto non somos tititeros. Notarase no momento que comecemos a representación. Con todo, é posible que nos deijen facer por reírse de nos.

Pero o espectáculo no tiene por qué finalizar, solament debe prencipiar. Y o que ha de fer-lo ye qui sabe: Dámaso. Os de demás asperamos, y usamos, ta no beber, la sincusa que hemos d'actuar. Xilda, tu t'has de poder amanar a ell, el hideputa, ta servir-le vin, por fuerza. Tiens ánimos ta meter-le una daga a o cuello como menaza de muerte? Os de demás controlaríanos que dengún se faiga l'héroe.

Los planes tampoco debían ser mucho más complicados. A pocas cosas que facer, menos errores. Se hacían venir caballos, se hacía venir a los presos et solo restaba largarse con el hideputa bien prendido del cuello. Rápido et sin dar tiempo a pensar maldades a sus hombres.

Mi representación constará de una alternancia entre chanzas, malabares y música. Las chanzas y divertimento serán la presentación, tras ello mostraré algunos malabares y cabriolas, y para terminar la música para el plato principal. Si no se ha hecho nada en el postre, volvería a los malabares.

No estaba convencido del todo con el plan de Fadrique, no sólo por parecerme complicado, si no porque dejaríamos la casa del arzobispo lista para seguir con sus tropelías. Por mucho que nos lleváramos a Juan luis, pues seguro era que otro quizás peor ocuparía su puesto.Y lo único que habríamos conseguido es salir con vida o no, que abrirnos paso entre tanto guardia sobrio me parecía difícil.No se Fadrique, lo veo difícil.¿Y si no les importa un maravedí la suerte de Juan Luis?  Quizás podríamos esperar a que estuvieran borrachos y durmiendo. Miré a Xilda, luego miré al resto de mis compañeros que Xilda lleve un poco de vino envenenado a los que estén despiertos de guardia, hacernos con sus armas y darles muerte. Rescatar a los rehenes con la misma treta, para acabar tomando la hacienda apresando a Juan Luis, Fernando y las gentes de esta , matando al resto de los guardias. Es lo más parecido a un plan que se me ocurre. Luego...luego Dios dirá. Tampoco estaba seguro de este plan, pero nos permitiría ir lidiando con los soldados en grupos pequeños y deshacernos de ellos sin necesidad de luchar. Esperaba que nos pusiésemos de acuerdo pronto y con lo que fuese actuar en consecuencia. También se me ocurre hacer lo que ha dicho Fadrique, pero envenenando el vino de los soldados, para mermar su capacidad de respuesta. Lo que sea, pero debemos limpiar este nido de ratas. Por el veneno no os preocupéis, yo me encargo. Esperé que cerrasemos un plan, y, fuera el que fuese fuí a preparar el veneno por si hubiera menester.

-Creo que a xenreira cegoume o juizo-dijo Xilda tornando la mirada con pesar-Non é justo que paguen coa súa vida inocentes por pecadores, mais con ese veneno do alumbre, se conseguimos deijalos indispostos, teremos unha avantaxe considerable. Mais tede en conta que as mulleres do servizo pasaremos grandes perigos cando comecen a sofrer os efectos. Vede que aquel mouro de barba rala que chaman el Alonso, é o que porta a chave da armería. Debemos achar unha distracción para atraerlo a donde podamos quitarllela. 

Por o mío bien, yo no soi estratega, Fonseca. Si tenese acceso a l'armería podría armar'me de cota. Ixo sería buena avantalla contra hombres beodos y desarmaus. Y una espada. Pero no me pidatz sigilo u disimulo, que sería en vano.

Era claro que Fadrique se había puesto a fabricar argucias porque se le estaban llevando los demonios, pero que no era ducho en estrategias. Sencillo et a la testa, decía su actitud. Ahora que los sesos de otros estaban trabajando, parescía más contento.