Fue entonces cuando ocurrieron un par de cosas que os hicieron estremecer. Por un lado, en el piso de abajo, un par de chillidos tremendos, de dolor o agonía, se sucedieron. Había un ruido extremo allí abajo y un vociferio de varias personas... Por otro lado, vísteis enseguida, tras el embiste de Uloxio contra Unai, cómo éste era atravesado de espalda a pecho con la propia espada de Juan Luis... Una sombra se había precipitado por el pasillo (no la oísteis, fruto de la refriega), había cogido el arma del líder de la Casa Carrillo, y agarrando la empuñadura con firmeza atravesó de espalda a pecho a Unai. El filo y su punta salieron por delante, por el pecho, y seguramente le hubo de atravesar el corazón o los pulmones.
La mueca de Unai fue absolutamente terrorífica: sus ojos se abrieron, su manos también (cayendo el bracamente) y su boca comenzó a ahogarse, fruto de la impotencia vital y la sangre, ambas mezcladas en su garganta. En un par de instantes, la espada se retiró del cuerpo de Unai, extrayéndose. Cuando el ahora inerte subordinado de Juan Luis cayó inerte al suelo, vísteis a la figura con la espada en la mano: era Fernando, el encargado de la mina y amigo del Arzobispo.
Fin del combate.
¡Serás cabrón tú también! -dijo desarmado Juan Luis, mirando incrédulo. Y era arrogante hasta el punto de estar tres contra uno y encima tullido-. ¡Mal parida fuera tu madre cuando naciste!
¡CÁLLATE, malvado -repuso Fernando-, si no quieres sufrir el mismo destino!
La hoja de Juan Luis era roja y húmeda completamente hasta el mango y hasta la mano del propio Fernando.
¿Cuartel?¿quiéres cuartel? Me apróximé al soldado jugueteando con mi daga. Se la puse en el cuello y le clavé una mirada de animal apunto de comerse a su presa. ¡Habla! ¿quiénes son las personas que están presas?¿Y el arzobispo? ¿cuándo va a venir por aquí el arzobispo? Resoplaba por el esfuerzo, pero en mis ojos se reflejaba que lo mataría si no hablaba....y si hablaba puede que también.
Viendo que Manuel se estaba encargando del interrogatorio y que, a decir verdad, ella no era muy ducha en tales cuestiones, se volvió hacia donde venía el jaleo, escaleras arriba. Asomó sigilosamente la cabeza al corredor que daba hacia las escaleras del piso superior intentando no ser vista y de ahí, fue avanzando a los pocos manteniéndose oculta, a fin de poder observar lo que acontecía. Contaba conque Uloxio y Fadrique estuvieran dando cuenta de Unai y Juan Luis, mas quizá necesitaran ayuda.
Tirada oculta
Motivo: Sigilo
Tirada: 1d100
Dificultad: 75-
Resultado: 36 (Exito)
Al oír los gritos de clemencia del soldado volví de nuevo a la realidad. Había estado en la batalla, pero ésto no lo era, había sido una carnicería. Las manos me temblaron por un momento y para disimularlo limpié mis armas en las ropas de algún pobre desgraciado que había cerca. No sabía qué hacer.
Uloxio no salia de su asombro ante la traicion del hombre... solo podia pensar en que no compartia el mal que acechaba en este lugar. Bajo el hacha lo suficiente para amenazar a Juan Luis.
Amordazalo con lo que sea y amarremosle fuerte... o cortemosle las manos... ¿sera necesario imbecil?
Mira a Fernando y con cara de estupor le habla midiendo las palabras. Aun no sabe que falla en todo esto.
Gra...gracias... llegais en el mejor momento. He de entender tras estos actos que estais de nuestro lado...
Fadrique tomó aire por aguantar mejor los insultos, que a más de uno le había sacado sangre, y tripas, por bastante menos. No poco le ayudo la sorpresa de ver ahí un posible aliado, con las manos tintas. Miró a Fernando. O plan nuestro yera tomar a este de rehen, procurar librar a os presos, tomar caballos y salir por pietz. Tiens un plan millor, u te viens? En tot caso, caldría veyer d'atender a os nuestros que son abaixo.
Tú! Dijo a Juan Luis. Boca abaixo contra o goso, y as mans a la espalda!
Traduzco :)
Nuestro plan era tomar a este de rehen, procurar librar a los presos, tomar caballos y salir por pies. ¿Tienes un plan mejor, o te vienes? En todo caso, haría falta ver de atender a los nuestros que están abajo.
¡Tú! Dijo a Juan Luis. ¡Boca abajo contra el suelo, y las manos a la espalda!
Xilda subía hacia arriba, con cierta cautela, elevándose a través de los escalones que minutos antes habían subido Fadrique y Uloxio desde los cuáles se óia un jaleo tremendo de voces y otras cosas.
Ya no marquéis a Xilda.
¡No! ¡No...! ¡Nosé! -dijo asustado el soldado- ¡No sé cuándo vendrá el arzobispo, eso lo sabrá Juan Luis! -efectivamente, tenía sentido lo que decía-. Esos tipos... eh... ¡tampoco lo sé! ¡Yo no he ido a la batida esta mañana! ¡Yo sólo guardo las celdas!
Él y el tipo que yacía en el suelo eran los guardianes de las mazmorras de la Casa Carrillo.
Asomándote desde el último escalón, viste a Fadrique y Uloxio de espaldas, en mitad del pasillo del piso de arriba. Unai yacía muerto y ensangrentado en el pecho y el suelo circundante. A su lado estaba Fernando, espada en mano, la cual tenía la hoja roja cuajada de sangre. A su lado, tumbado también en el suelo pero vivo, estaba Juan Luis, ya sin espadas y muy malherido de una pierna (la tenía destrozada), y era increpado por el encargado de la mina y tus dos compañeros. Parecían tener la situación controlada.
Sí, estoy con vos y con vos -dijo a Fadrique y a Uloxio-. El arzobispo es amigo mío, pero éstos tipos no -señalando a Juan Luis-. Harto deplorable tratan a los hombres de la suya e infame causa y a los que capturan y trabajan en la mina... Y creo que este negocio se arruina -viendo que Unai había muerto y Juan Luis sólo querría acabar con ellos-. Bien estaría lo de los rehenes que tomásteis hoy en la batida, en liberarlos, y quizá huir de aquí. Yo me sumo a vuestro beneplácito, si me dejáis -verdaderamente, Fernando no quería quedarse allí ni un minuto más-.
Vosotros diréis qué hacer. Juan Luis no puede darse la vuelta por que tiene la pierna destrozada y le causa un dolor terrible.
¡Respuesta equivocada! Miré al hombre a los ojos y después le rajé el cuello. No era muy cristiano, pero cuantos menos soldados quedasen mejor para nosotros. Después busqué las llaves de las celdas entre los cuerpos muertos de los dos guardias y bajé a las celdas con intención de rescatar a los presos.
Tras dudar un momento, decidí acompañar a Manuel. Necesitaba darme otro motivo para haber realizado tal matanza y quizá los presos pudieren dármelo
Bella cosa se de componer cuerpos, Fernando, dijo Fadrique a su nuevo aliado. Luego abarcó con su mirada a Uloxio también, para que se diera por aludido. Si belún de totz dos me cubre as espaldas puedo fer a iste pájaro un torniquete y preparar-lo ta mover-nos. Dimpués ya Fonseca digo yo que le podrá apañar millor. Quan lo tiengamos bien atado, lo cargamos a l'hombro. L'atro habría de baixar a veyer si no les fa falta aduya a os d'abaixo, y ir preparando a salida.
Tirada oculta
Motivo: sanar
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 53 (Fracaso)
Traducción:
Algo se de componer cuerpos, Fernando. Si alguno de los dos me cubre las espaldas puedo hacer a este pájaro un torniquete y prepararlo para movernos. Luego ya Fonseca digo yo que le podrá apañar mejor. Cuando lo tengamos bien atado, lo cargamos al hombro. El otro de vosotros debería bajar a ver si no les hace falta ayuda a los de abajo, e ir preparando la salida.
Editando: si os place, estimado director, os dejo aquí una tirada de sanar con el objetivo de que el tipo no se nos muera aquí mismo, y se le pueda mover con cierta seguridad.
Si quereis bajare yo que soy mas ducho en combate que vos...no es un insulto. dice mientras su desfigurada cara amaga una sonrisa.
Bajo xD
Xilda apareció por detrás, proveniente del salón y dejándose se ver se acercó a sus dos compañeros asestándole una patada al cuerpo inerte de Unai a su paso, como gesto de desprecio. Llevaba la daga desenfundada y cubierta de sangre hasta la empuñadura.
-Vaya, veo que os las habéis arreglado bien con esos dos hideputas. Que hayáis conseguido la ayuda de Fernando es una grata sorpresa, si bien por lo que hablamos, me consta que no tenía en gran estima a estos dos.
Efectivamente, Uloxio se disponía a bajar y tras de todos vosotros se presentó Xilda. Fernando entonces colocó un trapo viejo en la boca de Juan Luis, dispuesto a darle la vuelta para que Fadrique pudiera remendarle la maltrecha pierna.
Podéis postear los tres: Xilda, Uloxio y Fadrique. Mientras Fernando y Fadrique curan, amordazan y retienen a Juan Luis, Xilda llega arriba.
Uloxio, si quieres ir abajo, allá te mando ;)
Manuel acabó cruelmente con la vida de aquel soldado. Ciertamente, esa misma mañana habían hecho lo mismo: pareciera entonces que tenía cierta aprensión a matar ni capturar a nadie; en cambio ahora no había dejado hombre con vida... Con las llaves en la mano (un manojo bastante pesado, por cierto), bajásteis a las mazmorras de la Casa Carrillo. En esos días en la hacienda no habíais bajado allí. Una vez en el lugar, vísteis que únicamente había dos prisioneros de importancia y un par de soldados suyos: los dos tipos a los que asaltásteis por la mañana. Al veros, se recompusieron (estaban apoyados en la pared). Las antorchas leves iluminaban tenuemente su rostro, entre la roca y las rejas...
¿Eh? -dijo sorprendido uno de ellos, sobre todo al ver a Dámaso-, ¿quiénes sóis?
El otro permanecía callado observando.