Partida Rol por web

¿Seguro? -espernado respuesta de doña María ante tu asentamiento-. Luego avazó uno pasos hacia tí y la dueña de Cornago. Anda, sal de aquí -te ordenó-, doña María y yo habemos de hablar de su nuevo destino, al que como ya comenté, procurará de mi ayuda para su regocijo. Esperad fuera -no sabías porqué, pero el tipo no dejaba de mirar cariñosamente a la de Luna-. ¡Ah! Fadrique, ya que estás -recordó tu nombre-: decidle a Ernesto que prepare misiva de llegada al destino, para la Corte.

Acto seguido don Tomás se acercó un poco más y le tomó las manos a Doña María. Esta no dijo nada (sólo tenía los ojos hinchados de llorar por el susto anterior).

No vos preocupéis por nada -sonriendo-. Y ella bajó la cabeza como apenada.

Fadrique se limitó a esperar sin moverse, a que María de Luna confirmara la petición del tal Tomás, o mandara lo que hubiera de mandar, poniendo ojos de reptil al imbécil que daba órdenes a los vasallos de otros en presencia de sus señores, con una mala educación rayana en el insulto.

No hizo el más mínimo gesto que reconociera la presencia del petimetre como persona humana, divina o porcina. Más bien le miraba como a un mueble.

Tan pronto como nos dejan entrar en la habitación del monje me pongo a buscar signos de hechiceria. Debajo de la cama, entre el colchón, las pertenencias...Cualquier cosa que pueda evidenciar que el monje había sido victima de un hechizo.-Echarme una mano, a ver si encontrásemoa algo-Pido ayuda a mis compañeros dado que soy bastante torpe para ver todo lo que no esté frente a mis narices y temo se me pase algo por alto.
 

Saco mi daga y comienzo a golpear cada palmo del suelo y las paredes con su pomo, de forma laboriosa. Esperaba encontrar algún alijo oculto que nos diese más pistas sobre quien fuere el que tratase de matar a la dama de mi fenecido señor.

Uloxio ayuda a sus compañeros a registrar minuciosamente la habitacion. No es su fuerte, pero algo hay que hacer.

¿No recordais nada mas? ¿algun ruido extraño en la noche? ¿algo fuera de lo comun?...

Adentrose Xilda en la estancia para colaborar en la búsqueda. No se sentía cómoda revolviendo entre las pertenencias de un monje, pero en todo esto tendría que haber un motivo y sospechaba cual era. Miró debajo de la cama y entre el colchón, palpando también su superficie. Y en los rincones, de la estancia por si hubiese una tabla suelta. Miró también bajo la mesa y detrás del crucifijo...

Bueno, lo único de fray Roberto es que fue el último franciscano en incorporarse, hace dos meses aproximadamente. Me insistió mucho hasta que opté por dejarle pluma y papel para escribir durante la noche. Me insistió porque para eso hay monjes copistas y escritores, et aquí se viene a rezar. Pero su recomendación era buena -decía fray Bernardo-, y bueno, todas las noches, con una velita, se ponía a escribir. Tampoco sé el qué...

Ninguno de vosotros encontró absolutamente nada, excepto Xilda, que abrió el cajón de la mesa (donde estaba el tintero y algunas hojas viejas) y, para su sorpresa, encontró un doble fondo. De allí extrajo algo, pero nada dijo (aún*): se trataba de una hoja arrugada escrita completamente con una cara.

Id... -dijo María, asintiendo mientras cerraba un poco los ojos-. Volved luego, Fadrique -te dijo únicamente-.

Xilda abrío el pliego y leyó atentamente. Su cara reflejaba que todos sus temores habían sido confirmados. Mas no fue hasta que acabó de leer que levantó la vista del papel y vió a sus compañeros y al propio Fray Bernardo, observándola.

-Tal como pensaba, o frade pensaba que María de Luna estaba enmeigada por mor da visión da ánima de Juan de Luna. Mais Juan de Luna era una de las mellores persoas que conocí en la mía vida et nunca faría dano a súa esposa. Fala también de algo que llama, los sucesos de Igea, nos que estaría implicada una muller de la Casa Carrillo. 

Xilda tendió la carta a quien quisiese leerla.

Acepté la carta que ofrecía Xilda y la leí. Después me quedé cavilando. No creía que la señora estuviera embrujada, pero sí habíamos visto sucesos extraños, pero no sabía a qué se debían. Respecto a lo de la cuenca de Linares nos daba una pista de por dónde seguir buscando, pero no sabía que era lo que había que buscar-¿A la cuenca del Linares a buscar pistas, compañeros?

Atrapé la carta tan pronto como Manuel la dejó, leyéndola detenidamente.

-A la cuenca iremos, mas... ¿a quién le escribía el fraile?

Sea pues que nuestros caminos nos lleven a dicha cuenca... espero que Maria de Luna sea protegida como debe esta vez... dice Uloxio mientras sale de la celda en direccion a los aposentos de su señora.

Se inclinó respetuosamente. Guardaré a puerta, sinyora.

Una vez en la puerta, fuera, plantado como un poste, aguzó el oído, por si escuchaba algo interesante.

Santo Dios... -llevándose la mano a la boca-. ¿Qué quiere decir todo ésto? -os preguntaba como retóricamente fray Bernardo-. Uhm... desde luego a ninguno de nosotros -respondiendo a Dámaso-. Cualesquier envite así, en papel, hubiera trascendido ya. Un momento... Sólo hay una persona ajena a este convento que... que tiene presencia aquí... ¡Antonio!

Él mismo se quedó helado cuando dijo aquel nombre.

Quedaste fuera, et nada ocurrió tras la puerta que pudieras percibir: tras poner la oreja, sólo percibías un pequeño rumor de conversación et nada más. Cuando aún tenías la cabeza contra la fría madera, tras de tí llegó Pedro Sáez.

Fadrique... -pillándote de imprevisto-. ¿Qué pasa? ¿Qué haces ahí escuchando?

No intentó ocultar lo que hacía. Miró con cara de circunstancias a Pedro, cubierto de sangre como estaba todavía.

Guardo as puertas, dijo con lacónico tono. Luego continuó, bastante más humano:

No me fío ni d'as uembras, Pedro, y por ixo escuito, encara que tamién tiengo curiosidat, lo reconoixco. No parecía muy arrepentido. Suposo que t'has enterado que han intentau matar a la sinyora. De todas trazas, no s'entiende brenca... hizo un gesto de contrariedad. Tu sabes de qué hibo va tot isto? De verdat pueden sacar o señorío a la nuestra duenya?
 

Xilda asiente al ver que la opinión mayoritaria está en ir a la cuenca esa, supuestamente para seguirle la pista a las indagaciones del fraile, a ver qué había hecho antes de su muerte, por ver si eso revelaba algo más sobre sus motivaciones, mas nos se le ocurría de qué manera hacerlo.

-Paréceme ben mais, ¿qué buscaremos nese lugar? ¿Qué son eses sucesos de Igea aos que se refire o frade?

¿Antonio?¿quién es y dónde podémos encontrarle?- Se nos abrían dos posibles rutas de investigación, o puede que una llevase a la otra. Sólo nos quedaba saber quien era ese tal Antonio y porqué le parecía relevante  a fray Bernardo. Después ya veríamos lo que hacer.