Partida Rol por web

Te mira dubitativo - los riesgos se le han explicado. Además, pronto necesitaremos avezados curanderos en nuestras galeras. Hablé con su padre, y tiene intención de que algún día sea la Curandera del Arandir*. Estos próximos meses deberían servirle de adiestramiento. Nunca hasta ahora habíamos tenido Curanderos de campo, pero se avecinan días aciagos, y debemos contar con toda nuestra industria, adelantándonos a las iniciativas del enemigo.

En cuanto al barco, puedes usar tu embarcación de rediseño élfico, el Turupanto**, si no tienes inconveniente. Si bien parece de frágil hechura, ha demostrado su resistencia a los embites, del mar y de los enemigos. Y es ágil como la mismísima Uinen. - hasta, que relajando el gesto, acaba con una plácida sonrisa - más de un noble gondoriano me ha preguntado que a quién pertenecía tan hermoso e hidalgo navío. Siéntete afortunado.

Tras las palabras de mi almirante, asiento y me cuadro. Por mi, todo esta aclarado. Por tanto, con su venia, me limito a contestar.

Sire. Pocos navíos mas aptos que mi bajel para una misión de vigilancia e intercepción.

Y no puedo evitar cierto tono de orgullo en mis palabras. Si, es una nave hermosa la mía. Hermosa y letal como sin duda, no tardara en demostrar una vez mas. Y con todas mis dudas ya resueltas, solo me queda añadir.

Es un honor para mi y para mi nave, el haber sido elegidos para esta misión. Daremos, como siempre, todo para lograr el éxito de la misma. Si no tenéis ninguna recomendación mas, solicito vuestro permiso para ocuparme del reclutamiento de la tripulación y el avituallamiento. Supongo que en los almacenes del muelle, ya sabrán de mi próxima llegada.

-En sus manos lo dejo, capitán. Todo está preparado para que zarpéis en una semana. Por la burocracia no te preocupes; además, lleváis un buen escribano a bordo: Alandur, de Dor-En-Ernil, de mi confianza. Un buen hombre. Tú encárgate de reclutar a la tripulación que te falte y de encontrar al resto. ¡puede retirarse, capitán!

Y puesto que no queda nada mas que añadir, me cuadro, saludo y con la venia de mi Almirante, doy media vuelta y abandono la sala en donde se ha celebrado la reunión.

Con paro rápido, bajo la escalinata de marmol blanco de la Torre de los Señores del mar y salgo a la explanada de la isla. Me dirijo a la chalupa que me ha transportado a través de la ensenada y nada subir a bordo, ordeno.

A los muelles del barrio de los Fieles.

No tardan los remeros en liberar la chalupa y tampoco tardan demasiado en ponerse en movimiento. Avanzamos a través de la ensenada en dirección al canal de acceso y, como siempre, al cruzarlo, pasamos por debajo de uno de los grandes puentes cuyos portalones, se hallan abiertos. Pues cuando estos se cierran, la Ciudad antigua de Pelargir, se convierte en un bastión inexpugnable.

En poco tiempo, vira la chalupa a estribor y alcanzamos los muelles de la ciudad de los fieles. Y allí, en medio de un bosque de mástiles, destacan por su altura y su color negro, los del Turupanto. Sonrío alegre al volver a ver a mi navío. Para mi, no lo hay mejor en toda la armada.

Al aproximarnos por popa al Turupanto, un par de soldados de guardia, nos ven desde el castillo. No tardan en lanzarnos un cabo y en colgar una escala de cuerda. Me levanto con cuidado en la chalupa y, tras haber ofrecido unas monedas a los remeros por el servicio prestado, salto hacia la escala de cuerda y trepo por ella hasta llegar al puente de mando de mi nave. Correspondo al saludo del par de guardias y, mientras estos retiran la escala, observo la cubierta de mi nave.

Reina el grado adecuado de efectividad pues los estibadores del muelle, se están encargando de aprovisionar mi nave de suministros, provisiones y aparejos de reserva. Asiento satisfecho y pienso.

Es hora de preocuparse del reclutamiento de la tripulacion.

Tras verlo me acerco a él con una manzana en la mano tras despedirme amablemente de Gertru.

- Herión... - le grito cuando estoy a unos metros para que se de cuenta de mi presencia - ¿qué noticias traes del puerto? - le pregunto para saber que está pasando ya que últimamente todo el mundo murmura sobre un posible ataque y ahora a mi buen amigo le encomendaron una dura misión, como todas las que suele comandar.

Correspondo al saludo de Tarcil, mi compañero de ya mas de una singladura y como nos conocemos, puede ver la clase de sonrisa que aparece en mi rostro tras su pregunta. Me apoyo en la barandilla del castillo de popa, al lado de la barra del timón y contesto mientras siento como el Turupanto se mece suavemente en su muelle.

Nuestra mision, amigo mio, sera de patrulla y de escolta y protección en el caso de que fuera necesario. Pero hay un par de detalles que debes saber. Si Ulmo lo quiere, tendremos la fortuna de hallar cierto corsario que esta resultando una molestia superior a lo habitual. Y ya sabes como me gusta a mi solucionar ese tipo de molestias. Al fondo con el sin contemplaciones. El otro detalle es, quizá, mas delicado.

Nada menos que la hija de uno de los Lores de Minas Anor, quiere embarcar con nosotros. Al parecer, es una animista de gran poder y si es así, no niego que podría resultar de gran utilidad. Pero es una dama de noble alcurnia de río arriba. Y no se cuanto tardara en acostumbrarse al servicio en una nave de combate de la armada de Gondor.

No puedo evitar encogerme de hombros al decir esto. Pero dicho esto, dejo de apoyarme y mientras los tacones de mis botas resuenan sobre la madera del Castillo de popa del Turupanto, añado.

En cualquier caso, nuestra prioridad es ahora, tener la nave lista para el servicio en el menor tiempo posible. ¿Te has informado de como va el avituallamiento?. Si no es así, veamos eso ahora mismo.

Escucho lo que comenta mi capitán, una misión bastante sencilla a priori pero si tenemos que cazar a un lobo de mar como seguramente será ese corsario las misión pasa a ser peligrosa.

- Cazar a un lobo de mar...eso suena interesante - contesto mientras sigo meditando acerca de lo que me acaba de comentar.

Llevaremos  a la hija de un noble, hay varias cosas que no me gustan de eso. La primera que las mujeres son un peligro en un barco lleno de hombres, seamos sinceros no todos somos disciplinados y caballerosos. Segundo trae mala suerte llevar una mujer a bordo y tercero si se enteran los corsarios saben que nuestro barco lleva un rehén muy interesante. La codicia es una virtud en el corsario, aunque muchos lo vean como un pecado.

- Lo de llevar a una dama en el barco será problemático...y sobre todo si es hija de los Lores...deberemos andarnos con mucho ojo en alta mar...

Los corsarios seguramente ya sepan que la dama subirá al barco, sus espías se cuentan por decenas en esta época de guerra. Toda precaución nuestra será de agradecer en un futuro.

- Sabes si la dama llevará escolta personal o se ceñirá a la disciplina de a bordo y será simplemente uno más...ya sabes que los privilegios en alta mar se ganan...o la marinería se lo tomará mal...

Apenas suelto un leve suspiro al escuchar a Tarcil. Mientras paseo por la cubierta del castillo de popa, el puente de mando de la nave, acabo por contestar.

Es muy posible que la dama en cuestión quiera tomarse esta misión como un periodo de prueba y entrenamiento. Pues, según el informe del Almirante, quiere acabar sirviendo como curandera en la Galera del Propio Rey Teluhmetar nada menos.

Asi que, por tanto, creo que podremos estar seguros de su disposicion. Otra cosa bien distinta, sera el tiempo que le lleve adaptarse a las condiciones de vida en un barco.

Cruzo mi mirada con Tarcil al decir esto, pero nada digo. Estoy seguro de ha captado el tono de mis palabras.

Y en cuanto a sus posibles escoltas, nada se de eso. Si finalmente aparece con alguno, espero que resulten útiles en las tareas el barco. Si no, siempre vendrá bien contar con un par mas de galeotes.

Dicho esto, vuelvo a prestar atención a los estibadores que se mueven por la cubierta principal de la nave, en torno a la escotilla principal de la bodega.

- Bien...pues habrá que echarle un ojo los primeros días y vigilar que no se meta en líos...

Los primeros días en un barco son los más peligrosos, hay que saber por donde moverse y tener cuidado con lo que se toca. Conozco a más de un soldado que tropezó con alguna cuerda los primeros días y que deshizo nudos que no debería de haber tocado. La vida a bordo es dura y sobre todo tienes que aclimatarte al balanceo. No todos lo logran. 

- ¿Qué barco escoltaremos? - le pregunto al capitán

Detengo mi breve paseo por el puente de mando y me giro para mirar a Tarcil. Tras considerar su pregunta, respondo.

Ninguno de momento. Nuestra misión de patrulla, tiene prioridad. Si en el curso de la misión, hemos de escoltar a algún navío para sacarlo de la zona de peligro, tendremos que cumplir con ese cometido. Pero en cuanto lo hayamos escoltado hasta aguas seguras, volveremos a ocupar nuestra posicion.

Giro la cabeza entonces y observo que los estibadores, se dedican ahora a transportar otra clase de carga desde el muelle. Munición para nuestras armas.

Proyectiles tanto para nuestra balista proel como para el onagro situado algo mas adelante de la posición que ocupamos Tarcil y yo.

Aproximandome apresuradamente hacia la cubierta principal, digo con voz recia a los estibadores.

¡Cuidado con esa carga!. Estibadla con cuidado. No quisiera que algún golpe de mar, pudiera desplazarla en la bodega y desequilibrarnos.

Tras mis palabras, veo al jefe de los estibadores alzar la cabeza y asentir. Parece un hombre veterano ya en estas cuestiones y por tanto, es algo que me tranquiliza.

 Patrullar es bastante llevadero, hasta que vemos a un barco enemigo. Mi misión a bordo es la de controlar al grupo de infantes de marina y guiarlos durante las maniobras de abordaje o dirigirlos si tenemos que desembarcar para realizar alguna misión en tierra. La verdad es que es un trabajo duro pero muy reconfortante cuando ves caer bajo tu espada a los enemigos de la bandera a la que sirves.

- Debes calmarte Herión...esta gente es veterana y sabe como embarcar los onagros sin dañar a tu querida nave... - digo sonriendo viendo la preocupación de mi buen amigo - ...deberías dar una vuelta por el muelle y tomar algo conmigo en la taberna...en alta mar no tendrás ocasión de disfrutar de una pinta bien tirada...

Dos semanas en alta mar puede parecer poco tiempo pero para algunos puede resultar una estancia eterna rodeados de agua y a merced del viento y las tormentas.

Miro a Herión y le cuento:

- Supongo que llevaremos una dotación normal de infantes...seguramente me pase por el acuartelamiento para conocer a los nuevos...siempre es bueno explicarles las normas antes de que embarquen...

Me gusta conocer a mis hombres y sobre todo dirigirlos a mi estilo. Estoy bastante contento de las actuaciones de los míos en alta mar y en tierra pero siempre buscamos infligir el mayor número de bajas y sufrir las menos posibles; y conseguir eso cuesta tiempo y mucho sudor.

Ves llegar a Gorgos, el piloto del Turupanto, entre la muchedumbre que abarrota el puerto. Es un hombre de pocas palabras, pero hace bien su trabajo, siempre te ha gustado observarlo en su quehacer para aprender de él. Un hombre metódico, fino, y lacónico. Te gusta. También ves colaborando con los estibadores a Fiaras, 'el dramaturgo', como lo llama la tripulación. Un hombre culto y con inquietudes, que para nada le restan coraje o destreza con su florete. Un intelectual comprometido con Gondor, sin duda. Lo mismo le puedes ver leyendo un libro en alguna ballestera del navío, que ayudando a cargar, o batiéndose como un loco en un abordaje. Sabes que no es el más diestro de tus hombres, pero da color. Y cae bien a la tropa.

A estos has de añadir tres artilleros, un escribano intérprete, ocho marineros y un carpintero, plazas todas ellas cubiertas por hombres de confianza. El resto, escoria de la península de Belfalas, de mala índole y pocas ganas; gente díscola, carne de galera o reclutas engañados. Amen de los infantes de marina, suministrados por las administraciones militares de Pelargir.

Puesto que me hallo en ese momento mirando en dirección muelle, observo a una figura conocida, que se va aproximando ente los diferentes trabajadores y sorteando los distintos fardos de carga. Se lo señalo con un leve gesto a Tarcil y digo.

Ahí llega nuestro piloto. Y mas aun, alcanzo a distinguir, entre las gentes, a varios miembros de la tripulación. Pues bien...

Añado con una leve sonrisa.

No es mala tu propuesta no. Creo que es el momento idóneo para desembarcar durante un tiempo pues la estibacion de la carga, parece estar en buenas manos.

Dicho esto, me encamino hacia la escalera de acceso al castillo de popa, agachando un poco la cabeza cuando paso por debajo del onagro. En apenas unas pocas zancadas, desciendo los escalones. Me muevo con cuidado por la cubierta principal, quitandome del camino de los trabajadores que pululan por la misma. Y no tardo en llegar, hasta una de las dos pasarelas de acceso que nos conectan con el muelle.

Acompaño al capitán a tierra mientras terminan las labores en el barco. Realmente todo tiene que estar preparado para el día de partida, si no se de uno que es capaz de sacar un látigo y golpear a los estibadores.

Cuando estamos en tierra le pregunto a Herión:

- ¿Me acompañas al cuartel o prefieres que nos pasemos un rato por la cantina?

Tras decir esto me preparo para empezar a caminar sea cual sea nuestro destino.

Tras escuchar la propuesta de Tarcil, me lo pienso por unos momentos. Como hombre de mar que soy, la posibilidad de poder tomar un buen trago, siempre me resultara tentador. Pero también soy, un oficial de la armada de Gondor. Por tanto, respondo.

Al Cuartel primero Tarcil. Veamos de que pasta esta hecha la sección de infantería que se nos ha asignado. Si acabamos rápidamente la inspección, podremos remojar la garganta con un buen trago en cualquiera de las innumerables tabernas del puerto.

Dicho esto, ambos nos encaminamos, a través de la avenida de los peligros, hacia el puente que conecta el barrio de los Fieles con la Ciudadela del Señor. Pues allí, al otro lado del bulevar de los nobles, se hallan los impresionantes cuarteles de la armada de Gondor.

Camino junto a mi capitán hasta el cuartel, allí nos esperan la dotación que servirá a bordo de la nave. Sinceramente espero ver caras conocidas y que haya más de un veterano. Los veteranos empezamos a ser escasos hoy en día, muchos dejan la espada y el escudo para dedicarse a otras cosas a cierta edad y otros caen en alguna misión. Por suerte la nueva hornada de valerosos soldados de Gondor no está del todo mal, he visto muchos hombres valientes en las misiones que llevo pero de momento me sigo quedando con la vieja guardia. Al fin y al cabo ellos saben como cubrirte las espaldas debidamente.

- Bueno Herión...veamos que nos han asignado...cinco monedas de cobre a que no tenemos más de un cuarto de veteranos y tenemos que instruir al resto antes de partir... - le apuesto a mi viejo amigo

Acepto la apuesta.

Respondo de buen humor.

Pero ten presente un dato que quizás hayas olvidado. Nuestra "pasajera" especial, y el objetivo de la misión. No, no creo que el Almirante se muestre un tanto racano, a la hora de asignarnos recursos. Y dentro de esos recursos, incluyo la dotación de infantes de marina.

Mientras hablamos, cruzamos la gran explanada del bulevar. En cuyo centro, alzándose orgullosos pues se asemejan al arbol de blanco de Minas Anor, hay una hilera de encinas en flor. Tanto Tarcil como yo, avanzamos bajo los arboles y finalmente, nos detenemos ante el puesto de guardia del cuartel general de la infantería de marina de Pelargir. Avanzo un par de pasos y digo a los guardias que nos observan en silencio.

Saludos. Soy Herion de Tol Falas. Capitán del Turupanto. Navío de la armada de Gondor. Y junto a mi, se halla mi segundo al mando. Tarcil de Arthedain. Estamos aquí, para pasar revista a la sección de infantes que el almirante Elenaerion haya asignado a nuestra nave.

Tras informar de nuestros propósitos, espero la respuesta del oficial al mando de la guardia una vez que haya sido informado.

Os encamináis hacia el Cuartel de la Armada de Pelargir.
De camino veis pasar hacia la Alameda a un aceitunero con el borriquillo cargado de tinajuelas, voceando que las lleva verdes, negras y gordales. Se os cruza también un aguador con su tonelete a la espalda. En un balcón cercano veis a una joven, desnudos los brazos, sacude una estera de esparto, observada desde la esquina por un hombre alto y fornido que fuma de una alargada pipa, apoyado en la pared.

Recorréis el Bulevar de los nobles con aire insigne. Sopla una leve brisa que sacude las capas. Saludáis a algún mando con el que os cruzáis, y después de dejar atrás varios edificios marmóreos de imponente presencia, mamposteria númenóreana, accedéis al cuartel.

Al entrar os encontráis a Alandur, el escribano. Está tomando nota de la tripulación. De pie. No hace mucho que Elenaerion se lo presentara a Herion. Entonces le viene al capitán a la cabeza que aún tiene pendiente llevar las cuentas del barco: pertrechos, víveres, consumo, papeleo, bacalao para dos semanas, menestra, tocino, carne salada, queso, vino, galleta, etc.

Tras habernos presentado e identificado, los guardias del cuartel de la infantería de marina, nos permiten cruzar el umbral del mismo. Y una vez que Tarcil y yo entramos por el gran arco y dejamos atrás las recias puertas de roble que permanecen abiertas, vemos ante nosotros, a varias secciones de infantes dedicándose a sus entrenamientos.

Un grupo de soldados, corre por el borde del patio interior. Otros, en el centro con las medidas de seguridad adecuadas, se dedican a entrenarse en el tiro con arco. A la derecha de estos, otro grupo entrena esgrima de combate. Y en un extremo del patio interior, hay una interesante competición de combate cuerpo a cuerpo.

Y al pasear la vista por el gran patio interior del cuartel, veo a otro conocido. Le doy un breve toque a Tarcil y digo.

-Mira. Aquel de allí es Alandur. El escribano que nos ha asignado el Almirante. Veamos si sabe cual es la seccion de infantes que se nos ha asignado.