Partida Rol por web

Transcurrió algún tiempo hasta que el capitán vió entrar a algunos miembros de su tripulacion, otros lo hubieran pasado bastante mal sólos en un sitio como ese, rodeado de la gente de la peor calaña que existía pero Cyryatan no era de esos, ninguno de los presentes se atrevía si quiera a mantenerle la mirada más de la cuenta. Cuando los que faltaban se sentaron ante él estaba lo suficientemente borracho como para que su caracter fuera aún peor de lo habitual, Cyryatan apreciaba y quería a sus hombres, pero la educación y el buen trato con ellos no era lo suyo, con voz grave y acusadora espetó -¿Donde estabaís coño?- Preguntó retoricamente antes de proseguir-Sentaos todos- El numeroneano dió entonces un nuevo y largo trago a la jarra esperando a que los presentes le obedecieran.

-Como ya habreís intuido nos acaban de joder el descanso- A pesar de notarse que había bebido bastante el capitán mantenía bien la compostura, era un tipo muy fuerte y tenía que beber grandes cantidades de alcohol para perder el control de la situación -Se que a nadie de la tripulación le va a hacer ninguna gracia ... pero quiero a todo el mundo disponible al despuntar el alba en el Manawnûl dispuesto a trabajar de lo lindo ... El que ponga pegas será reemplazado y se quedará en tierra ... reclutaremos al resto en función de los que se presenten ... Ronquillo, tú y tu gente os encargareís de transmitirlo por los muelles ... Mañana a primera hora  conocereís más detalles y recibireís instrucciones y tareas ¿Alguna pregunta? ...

Elhediel entra en la taberna, ataviada con su vestido blanco que dejaba ver bien su cuerpecito de adolescente casi adulta. Ya que poseia 18 años aun.

Sus tacones sonaban en las tablas del suelo de la posada. Y se dirige hacia la mesa donde estaba su capitan. suspira. Adoraba a ese hombre. Aunque su humor fuera un tanto inestale cuando bebia. Pero aun asi, le gustaba.

Se sienta frente a él cuando lo pide, reogiendo su larga melena peliroja en una cola con una cinta de cuero. Cruzando sus piernas mientras pide algo de beber.

-Tengo una pregunta...¿De que se trata esta vez?¿Donde vamos?

Sonrie a quien le sirva la cerveza en una jarra enorme y bebe un largo trago mientras espera la respuesta, para luego dejar la jarra en la mesa, y relamer la espuma de sus labios con su lengua, delicadamente.

Ronquillo conoce al capitán, y se percata de su gesto preocupado: -¿todo va bien, capitán?

Una mujer como Elenna habia sido presa fácil en sus primeros años en un sitio como aquel. Sin embargo, tras unas cuantas costillas rotas, nudillos fracturados y cicatrices de más en lugares insólitos y que no muchos tenían el placer de admirar (a excepción del capitán, el cual conocía todas las marcas grabadas en su piel), la númenóreana estaba ya curtida en más lides que cualquiera de esos tipos que pululaban por la ciudad y que le doblaban la edad.

Era de constitución recia, piel tostada por el sol, pero pulida y barnizada como el mascarón de proa de un navío real. Su andar era orgulloso, desafiante y provocador, lo que mezclado a su indumentaria holgada en lugares estratégicos y ceñida allí dónde debía resaltar, llevando además un robusto látigo colgando de las caderas, daban como resultado una morbosidad que atraía a unos y a otros por igual. No es que fuese de belleza sublime, simplemente demostraba ser una pieza cara, dificil de conseguir, que bien valdría el oro de toda una nación. Sin embargo, no alardeaba de sus encantos, y siempre hacía lo que le venía en gana. 

Cuando recibió el mensaje iba acompañada de dos de las féminas compañeras de tripulación. Las había encontrado de casualidad, pues se había dedicado a pasar los días de permiso encerrada con un inocente y joven mercader que venía telas de no recordaba qué lugar y al que le había comprado un par de mudas nuevas, del que había abusado sin descanso hasta dejarlo en carne viva y con el cual se había gastado todo el dinero en bebida. Aquella mañana se les había acabado el ron, así que Elenna salió a comprar un poco más mientras su amante recuperaba el resuello todavía caliente. 

Con digusto había ido a la taberna, un lugar al cual había pensado ir el primer día para correr a guantazos al primero que le mirase el trasero para descargar sus muchas frustraciones, pero se decantó por el sexo y como el capitán no estaba por la labor, tuvo que buscarse a otro. 

Miró a Cyryatan, el cual anunció que se terminaban las vacaciones, lo que hizo que la mujer torciera el gesto al pensar que tendría que abandonar tan pronto al mercader aún cuando el chico no había aprendido aún ni la mitad de las lecciones que quería enserñale. Cruzó las piernas, pasando el brazo por la parte de atrás de la silla, lo que hizo que su camisa medio abierta dejase al descubierto el nacimiento de dos brillantes senos y miró a su jefe con cara de circunstancias.

- Yo prefiero saber quién nos ha jodido las vacaciones... no he tenido tiempo de sentir la sangre en mis nudillos, ¿podría ir a romperle la cara solo por diversión o es alguien importante?

Cyryatan escuchó las preguntas de la tripulación con paciencia, sabía escuchar a la gente y no parecía tener prisa por acabar quella conversación ya que al parecer iba a ser el último día de descanso en mucho tiempo. Primero habló la chiquilla pelirroja, que profesaba al capitán una adimración fuera de lo normal, Cyryatan la apreciaba y confiaba en ella, sabía que nunca lo traicionaría. Elhediel había adoptado la actitud sensual de costumbre y ya la miraban la totalidad de los hombres de la taberna, nadie podía resistirse a los encantos de un cuerpo joven como aquel ...

-Este no es el sitio para hablar de eso Elhediel, no quiero que nadie ajeno a la tripulación sepa nada ... mañana, cuando empecemos los preparativos os daré la información ...-

Acto seguido contestó a Ronquillo, sin duda había notado la preocupación en el gesto de su capitán que no había parado de darle vueltas a la cabeza para encontrar la manera de enfocar lo que le habían pedido.

-Tranquilo, todo bien, sólo estoy pensando en la manera de hacerlo ... nada más ... tú preocupate de que mañana en el barco haya el mayor número de gente posible, ya conoces nuestras necesidades ...-

Por último, escuchó la ocurrencia de su comitre Elenna, le encantaba la actitud de aquella mujer, siempre buscando la confrontación y con ganas de meterse en una buena pelea, era demasiado hasta para él. La numeroneana era diferente a casi todas las mujeres, sin ir más lejos, ningún hombre de la taberna se había atrevido a mirarla más de la cuenta, no porque no quisieran, la comitre poseía un cuerpo perfecto que Cyryatan conocía bien y que recordó en acción una vez más, si no porque sabían a lo que se exponían, Elenna le había partido la cara y algún hueso a la practica totalidad de los que lo habían intentado a lo largo de toda su vida. El capitán rió ante el comentario de la corsaria y emitió una sonora carcajada ...

-Ja, ja, ja, ja ... me temo que si haces eso no deberíamos esperar a mañana para partir ...-

Después habló dirigiendose a todos...

-Una vez más nos vamos a tener que jugar el pellejo amigos ... pero ... ¿alguién conoce mejor compañia para hacerlo?- Dice con una sonrisa a la vez que choca su jarra ligeramente uno a uno con los miembros de su tripulación -Pasaré la noche en el Manawnûl ... comunicarme cualquier novedad o problema que surja durante mi ausencia ... pero hasta entonces bebamos un poco ...- Bien podía haber pasado la última noche en tierra firme en la mullida cama de una posada o acompañado de alguna bella prostituta en uno de los numerosos burdeles de la ciudad, pero el capitán quería estar en su barco para tener la situación controlada, para el la misión había comenzado ya.
Pero Cyryatan también sabía que el tiempo transcurrido en las tabernas con sus hombres era algo muy valioso, allí era donde el grupo se cohesionaba y eso era por lo que después, eran capaces de dar la vida en alta mar así que se premitió el lujo de emborracharse una vez más junto a ellos ...

Huraiva se frotó las manos, nerviosa, en la barra cogió un vaso de agua aún limpio en el que seguramente el tabernero mojaba el trapo para limpiar las mesas y tirándoselo por encima se refrescó la cara con tal de no mostrar el horror que le suponía la primitiva estampa que daban aquellos hombres bebiendo, riendo a carcajadas y eruptando salvajemente.

Ele y Elhe parecían haberse ganado la confianza del Capitán y el resto de marinos, pero yo aún me encontraba inquieta en sus compañías, y tras tantísimo tiempo en el barco, no había nada que me apeteciera más que descansar en la taberna, darme un baño de agua caliente, y poder disfrutar de esos pequeños placeres que el resto de neandertales aquí presentes no parecían apreciar.

Bajo el brazo de Huraiva había un paquete relleno de dulces que había comprado con su paga en una panadería cercana, el tabernero, algo asustado por la escandalosa tripulación trajo una botella de vino barato, y dejandole unas monedas sobre el tablón de la barra y recogiendola, metiendolo todo en una de las bolsas bandoleras, de las dos que colgaban de su hombro.

Una espada corta, de filo curvo y sin vaina destacaba en el fajín bajo el que vestía sus pantalones bombachos y su blusa turquesa, jamás ninguno de los presentes le había visto empuñar el arma, aunque sí habia demostrado en muy contadas ocasiones su habilidad con un cómodo y flexible arco con el que siempre se paseaba por cubierta.

Pero si algo llamaba la atención de los marineros, era el bellísimo colgante que lucía en el cuello y jamás se quitaba, ninguna amenaza o situación provocaban que la orgullosa pero cobarde Haradian se lo quitara, decía que éste, era para ella el camino que debía seguir.

En cubierta solía estar cerca del Capitán, con un pequeño cuaderno y un cálamo haciendo anotaciones acerca de los vientos y la posición de las velas, copiando a papel la experiencia y pericia del Capitán.

Ca-capitán - Digo apartándome timidamente de las largas manos de un fornido y bronceado marinero y acercándome al amparo seguro del Capitán, después miro a la comitre.... no es raro que ningún hombre se acerque a ella, hasta a mí me da miedo.

Elenna, he pagado los barriles de agua que necesitaremos para tener de nuevo autonomía total en el mar, el tabernero me ha dicho que los tendrá mañana por la mañana amontonados en la parte de detrás, así que.... - Bajo la voz para que el resto de marineros no me oiga - .... tendrán que subirlos a bordo

Capitán, no recuerdo haber echado un ojo a las últimas provisiones pero diria que tenemos suficiente autonomía para una semana, ¿Necesitaremos más?

El capitán miró a la Haradrim después de que esta hiciera su pregunta, aquella chica llevaba bastante tiempo entre su tripulación y se había mostrado muy útil, era inteligente, tenía ganas de aprender y lo hacía rápido, algo que Cyryatan valoraba -No lo creo Huraiva, entre eso y lo que hay en el Manawnûl creo que será suficiente ... de todas formas mañana por la mañana ultimaremos todos los detalles en cuanto a provisiones, tripulación, tiempo de la travesía, rumbo ... sientate un rato con nosotros y bebe algo, vamos a estar fuera durante un tiempo ... bueno ...  ¿que habeís hecho estos días en tierra firme?- termina preguntando a la vez que se recuesta en la silla de madera y pone el brazo izquierdo en la contigua, tenía ganas de charlar un rato antes de retirarse al barco y empezar a concentrarse en la misión.

El Manawnûl metafóricamente amenazado por una gran ola.

Estáis en el puerto. Hay mucho ajetreo. Cientos de velas se recortan sobre el cielo azul y algunas gaviotas graznan ocasionalmente como maldiciendo Ulmo sabe qué. Al pie del navío, el escribano está acabando de hacer las cuentas: pertrechos, víveres, consumo, papeleo, bacalao para 15 días, menestra, tocino, carne salada, queso, vino, galleta, etc. Oís el tensar de las jarcias y el rechinar de la madera entre las voces de los marineros y los capataces del puerto, que gritan y dirigen a los estibadores.

El lugar es frecuentado por soldados y por gente en espera de enrolarse, o que tal dice, contándose entre semejante cáfila numerosos pícaros, buscavidas y fanfarrones de la hoja, florida jábega de cortadores de bolsas, monederos falsos, tahúres, capeadores, desertores o rufianes. Sólo la pericia de capitán permite distinguir entre tanta moralla.

En el barco empezáis a ver movimiento de tropas: corsarios y marineros. El marino y el veterano se respetaban, pero cada uno hacía rancho aparte. Recordáis algunas de las normas a bordo: las disciplina militar vetaba cualquier lance de bueno a bueno. La vida estaba llena de puertos con callejuelas oscuras y silenciosas, de noches sin luna, de lugares discretos por si hubiera que batirse. Igualmente, no se podía tocar a las hembras, si ellas no lo consentían. No al menos en el barco y en alta mar.

En realidad, a lo que más miedo teníais era a las penurias de la vida en el incursor: las malditas pulgas, piojos y chinches; la infame falta de espacio e intimidad, el pan de bizcocho con gusanos, ratonado, duro y mal remojado, el agua cenagosa y desabrida, la grita de los marineros y el olor de la chusma, el comezón de la ropa lavada con agua salada, el sueño inquieto sobre una tabla y con una rodela por almohada, siempre a cuerpo gentil bajo el sol, el calor, la lluvia y el relente de las frías noches en el mar. Y todo eso en compañía de galeotes, que suelen ser la peor cofradía posible: esclavos, herejes sentenciados, falsarios, azotados, testimonieros, acuchilladizos, adúlteros, blasfemos, asesinos y ladrones, que nunca dejaban pasar de largo unos dados o una grasienta baraja.

Una vida dura sí, pero que, en mayor o menor medida es la que habéis elegido.

Y todo para qué. En realidad el beneficio * es mínimo, esquilmado por una maraña burocrática de impuestos, funcionarios corruptos y parásitos diversos.

El piloto se acerca a Cyryatan - Tengo los mapas en su camarote capitán, cuando quiera echamos una ojeada a los rumbos.

Cyryatan se encontraba repasando las cuentas de la anterior campaña en una mesa improvisada cerca del timón, desde donde podía supervisar algunos de los trabajos que se hacían a bordo y gritar ordenes a los seres de toda raza y condición que allí se congregaban. Cada vez que veía el resultado final del dinero cobrado por sus hombres y él mismo después de tanto esfuerzo, el capitán no podía evitar maldecir por lo bajo, por aquella miseria no merecía la pena pasar por todas las penurias que habían pasado. Con los brazos estirados y apoyados en la mesa de tal manera que echaba todo su peso encima de la misma, Cyryatan recordó algunas de las anecdotas que les habían llevado a recaudar semejante basura  y los excesos cometidos en sus días de descanso mientras miraba las evoluciones de los futuros marineros,  no estaba en un buen momento en cuanto a dinero se refería.

Fue entonces cuando el piloto se acercó al capitan para proponerle ehcarle un vistazo a los mapas para fijar así el rumbo, a lo que Cyryatan accedió, agradecido de poder concentrarse en la parte técnica de la misión.

-Vamos ... avisa a Huraiva, Elenna y Elhediel, os esperaré allí-

Hace rato que el Capitán se ha marchado, cuando he querido acompañarle uno de mis compañeros me ha agarrado por la cintura sentándome sobre sus piernas, su comportamiento resulta harto expansivo y familiar, y el resto de la tripulación de la mesa ríe ante mis intentos de deshacerme de su agarre ~Ven aquí guapa, en cuanto el Capitán reparta el botín te voy a comprar una barcaza y la vamos a hundir JOJOJOJOJO

- ¡¡ Déjame Broddy !! ¡¡Tengo que ir con el Capitán!! Hay que repasar las cuentas y hay mucho que hacer

El Capitán marcha sin oir mis peticiones de auxilio y una hora pasa insultantemente, hasta que nuestro timonel, un gran allegado para el capitán, su perrillo faldero, aparece por la puerta llamandonos

Timonel~ Huraiva, Elenna, Elhediel, el Capitán os espera en el barco

Elenna se pone en pie y dando un pisotón en la tabla del suelo mira a Broddy ~Suéltala, tiene cosas que hacer

Entre risas me suelta, y las tres juntas avanzamos por las calles hasta el cercano puerto, la sombra de las dos grandes corsarias empequeñece mi alma y me hace bajar la cabeza tímidamente.

Al pasar junto a las filas de futuros grumetillos y marineros se escuchan silbidos, risotadas y piropos de insólito estilo, pero es Elenna quien sonríe más al saber que muchos de ellos terminarían bajo su yugo.

El Capitán nos espera en su camarote, su cuerpo apoyado contra la mesa levanta la cabeza para vernos entrar, y con timidez levanto una mano esperando oir las nuevas y dejando la voz cantante a mis experimentadas compañeras.

El camarote no es demaiado amplio, y se mece levemente en las tranquilas aguas de la ensenada de La Caleta, donde se haya anclado. El capitán Cyryatan, apoyados sus puños en la mesa, mira de pie un plano de la Bahía de Belfalas mientras el piloto le señala la dirección de los vientos en las cercanías de Tolfalas. El contramaestre levanta la cabeza cuando entráis vosotras.

-A qué carajo esperábais a venir... jodidas rameras.

Entonces levanta la cabeza también el piloto, mirándoos -Aquí está el plano de la Bahía de Belfalas. El mejor que pude conseguir, así como el de Pelargir. Como pidió el capitán. También está el mapa del archipiélago de Tol Uialgaer, cuyo islote más meridional es la isla de Kjwàjyarântan... y bien, capitán, ¿va a explicarnos ya en qué consiste la misión?...

Reparto del anterior botín:

Cyryatan, capitán: 658 mb
Elenna, cómitre (marino): 282 mb
Elhediel y Huraiva, corsarios: 188 mb cada una

Podéis apuntároslo. También deberíais restar lo que creáis conveniente que habéis gastado. Si tenéis dudas de los pre

Cyryatan, como lo prometido es deuda, se puede apuntar 500 PE (creo que está bien la cuenta... xD).

El capitán examinaba los mapas con ojo crítico, después de pensar en la misión durante toda la noche aún no tenía demasiado claro como iban a hacer para realizar la incursión, aquella era sin duda una de las empresas más arriesgadas de cuantas había tenido la oportunidad de llevar a cabo ...

-Para eso precisamente os he llamado- contestó el capitán al piloto sin quitar la vista de la mesa, tenía los brazos apoyados en ella y después de decir aquellas palabras pareció tomar alguna decisión en su cabeza y por fin miró a sus interlocutoras -Bueno ... vamos allá ... los jerifaltes nos han encargado que les hagamos un transporte, la cosa es aparentemente muy fácil, consiste en ir a recoger un "paquete" a Pelargir y llevarlo al archipielago de Tol Uialgaer, más concretamente a la isla de Kjwàjyarântan...- dejó unos segundos para que los presentes asimilaran lo que aquello suponía -Ya os habreís dado cuenta de que se trata de una incursión muy peligrosa en  territorio enemigo, esta vez no se trata de ir, atacar por sorpresa y retirarse, si no de adentrarse en sus aguas sin más compañia y pasar desapercibidos, por lo que la cosa es complicada, tendremos que ser más cautos y discretos de lo que lo somos habitualmente ...-El numeroneano miró las caras de las mujeres para ver su reacción-Tal y como yo lo veo ... la primera parte ... la recogida y la posterior salida de la zona gondoriana de influencia es lo más complicado, una vez fuera de esta solo hay que poner rumbo a Tol Uialgaer y llegar lo más rápidamente posible, por lo que la entrega es aparentemente mucho más facil ...-Cyryatan señaló ambos puntos en los mapas -La idea es aligerar el Manawnûl lo más que podamos y navegar siempre muy rápido, ya que el paquete es pequeño ... incluso he pensado en camuflar el barco para pasar desapercibidos el mayor tiempo posible, pero no estoy muy seguro de que funcione ... nuestros barcos y los Gondorianos no son demasiado parecidos ... ¿algo que añadir?- preguntó la final para oir sugerencias y comentarios sobre la misión ...

Uhmmm, tal vez con un Manawnûl listo para el asalto pudieramos asaltar o abordar cualquier otro barco en las aguas circundantes, tal vez un pesquero aislado o un velero mercante, y devolviendo a la tripulación a puerto.... que un grupo "expedicionario" entregara el susodicho paquete a puerto

Será más facil entrar si no lo hacemos con nuestro barco

Por cierto.... qué tenemos ¿Que entregar?

Huraiva con su cuaderno repasaba mentalmente los barcos que en el puerto de Umbar habían, todo eran barcos corsarios, velas negras y rojas con banderas pirata, ninguno nos servía, para conseguir un barco que entrara en aquellas aguas, necesitábamos entrar allí a coger uno.

Encontrar un barco que llevarnos tal vez nos lleve un tiempo, pero estará bien invertido si con esto no arriesgamos a ningún miembro de la tripulación, además de un botín extra que nos llevaríamos tras el último chasco...

Inclinado sobre la representación impresa de la bahía de Belfalas, calculando distancias con un compás de puntas abierto en la medida de una milla*, el contramaestre parece meditar sobre lo que has dicho:

-¿Y no podemos hacer lo de siempre? - un silencio. El contramaestre calla hasta que capta vuestra atención:

-¿por qué no saqueamos con el Manawnûl todo lo que se mueva, al menos hasta las inmediaciones de Pelargir. Arribamos cuarenta o cincuenta millas antes y lo escondemos en alguna ensenada o en algún arrecife y va usted mismo con una pequeña expedición a por el 'paquete'?

-Y de vuelta a nuestras costas volvemos a saquear todo lo que nos encontremos por el camino que huela a Gondor. En fin, como siempre. Si usamos un navío gondoriano nos costará más de manejar y podríamos ser atacados por los nuestros...

Elenna no era de las que planeaban, la pirata era de las que obedecían cuando se les daba una órden y si era necesario daba su opinión cuando lo creía conveniente. Era mujer de pocas palabras y formas directas.

-Tal y como yo lo veo, saquear todo lo que parezca gondoriano dejará un rastro detrás de nosotros muy fácil de seguir. En nuestra arrogancia siempre dejamos un sello de nuestra identidad allá dónde hundimos un barco y si ese paquete es tan importante seguro que algo va detrás de él

- se encogió de hombros. -

Por mi, un pequeño grupo con un bote de fácil manejo y mucha velocidad será mejor que utilizar a Manawnûl para este tipo de trabajo, que espero paguen bien para arriesgar el pellejo...

Kreontas, tu astrólogo, y uno de tus hombres de mayor confianza se te queda mirando. Conoce ese gesto de preocupación en su capitán: -Y bien, capitán, ¿cuál será la decisión?

Cyryatan tardó unos segundos en contestar a su tripulación, sopesaba todas las opciones dentro de su cabeza con la vista fija en los mapas, hasta que se decidió a hablar -Iremos con el Manawnûl ... La maniobra de Huaraiva podría ser buena pero no se que me da que vamos a necesitar la capacidad ofensiva y defensiva de nuestro barco, como dice Elenenna si lo que llevamos es tan importante ... y parece que lo es ... la prioridad es entregar el paquete a su destino ... que por cierto ... ni se lo que es, ni me importa.  No es la primera vez que llegamos hasta las inmediaciones de Pelargir en una incursión ...- Miró entonces a las mujeres, como buscando la aprobación en sus ojos, le gustaba sentirse complice de su tripulación -Respecto a lo que dice el contramaestre de saquear todo lo que se mueva, no estoy del todo seguro, valoraremos las opciones a medida que nos vayamos acercando, puede que a la ida lo podamos hacer sin levantar sospechas, pero después de atracar lejos y recoger el paquete no vamos a entretenernos, navegaremos lo más rápido posible hasta nuestro destino, no se vosotros pero yo quiero quitarme este muerto de encima cuanto antes ...-