Partida Rol por web

Kreontas pudo fabricar así unos improvisados lazos con fibras de los juncos; le llevó un rato pero darían mucho más rendimiento. Sin duda, la repetida necesidad conseguía formar virtuosos de la fortuna. Después  volvió para arrodillarse de nuevo junto a Huraiva y comenzó a rezar, elevando unas extrañas jaculatorias a sus lejanas deidades haradrim. Unas inquietantes salmodias que no sabíais si eran oraciones o algún tipo de magia...

Edito tu post para poner esto, espero que sea indicativo para todos:
Bueno, este gráfico es sólo hasta el 6º asalto xD.

Dejo cuidadosamente a un lado las hojas y el lienzo junto a la cacerola y el preparado, donde no puedan sufrir ningún percance. De un salto llego nuevamente dónde yace mi compañera y escudriño en su macuto, la joven siempre va bien preparada y seguro que encuentro algo que me sirva. -¡Uff!- doy un respingo aliviada- justo lo que andaba buscando: yesca y pedernal. Allí mismo formo un corrillo con las piedras que tengo más a mano para encender un pequeñísimo fuego, lo suficientemente cerca…pero a una distancia prudencial del cuerpo de la joven, que me sirva a la vez para hacer la infusión y para calentar su frío cuerpecito. Vierto agua de mi cantimplora en el cazo y lo pongo a hervir. Cuando el agua borbotea echo el brebaje, y en menos que te convierte en piedra la Medusa…- ¡Listo!- digo mirando a Kreontas. Vuelvo la vista hacia Huraiva para ver si sangra un poco menos…

Elenna está un poco mejor, aunque necesitaba urgentemente una buena cura, comer algo y reposar, pero ahora no había tiempo para todo eso, tenía que ayudar a su compañera. Con cierta dificultad y apoyándose en el viejo árbol se incorpora. A paso lento y con la mano apretando la herida del pecho se acerca a Elhediel – puedo ayudar en algo…?- pregunta con una media sonrisa en sus labios, intentando demostrar esperanza.

-será mejor que la estabilicemos un poco antes aquí... si la movemos mucho...-hace una pequeña pausa, la herida le había dado un pequeño pinchazo- será peor...

-Eres muy mañosa para todo, pelirroja... iijii-jii-jii-te dice Kreontas tras despertar de sus rezos. Entonces coge la infusión e incorpora a Huraiva.

-Huraiva, ¿me escuhas?... ¡Huraiva!... tienes que hacer un esfuerzo e inhalar esto para ponerte bien -después mira a Cyryatan: -Cuando haga efecto este brebaje tendremos que extraer la flecha, capitán. El tiempo se nos echa encima. Mientras, puede ir ayudando a Elhediel a fabricar una improvisada parihuela -el viejo Kreontas hace una prolongada pausa- También deberíamos empezar a vigilar las cercanías. No me fío de los gondorianos... ¿puedes encargarte tú de eso, Elenna?

Elenna asiente con la cabeza al viejo anciano, no le solía gustar recibir órdenes de personas de menor rango que ella, pero tenía que admitir que no podía ayudar en la cura de Huraiva pero si en la protección de esta.

-Voy a vigilar el perímetro…- afirma a la vez que se aleja de sus compañeros- intentaré no alejarme mucho…-añade.

Se aleja del lugar, con lentitud pero sin pausa y comienza a observar las cercanías. Saca su látigo y lo sostiene con ambas manos, tenía que estar atenta no sabía lo que se podría llegar a encontrar.

Kreontas me acerca unos lazos que el mismo ha fabricado extrayendo finos hilos de los juncos y entrecruzando unos con otros para aumentar su grosor, así serán más resistentes.

-¡Creo que no nos van a hacer falta!- digo en alto y mirando a Kreontas mientras muestro unas cuerdas que he encontrado en el atillo de Huraiva momentos antes, mientras buscaba algo para hacer fuego.

Elenna se acaba de alejar para echar un vistazo por los alrededores, no queremos alertar más de lo que ya lo hemos hecho, y mucho menos que nos agarren por sorpresa. Si alguien se acerca, ella nos informará. Un ataque en estos momentos sería fatal dadas las circunstancias. Atender a Huraiva es lo más primordial, cualquier percance por pequeño que  sea…y nuestra joven amiga no sobrevivirá.

Kreontas anda ocupado, y yo sola tardaré más en construir la parihuela. Levanto la cabeza y silbo para llamar la atención de Cyryatán, de sobras reconoce mis silbidos.

¡Capitán!¡ Gustáis en ayudarme! – sé que debería dejarle tomar aliento..pero hay una vida en juego y no podemos aguardar. Como no quiero que me gruña, le pongo cara de niña buena.

Cojo unos juncos del escampado que traje y comienzo a unirlos, anudando fuertemente, uno detrás de otro.

Elenna comienza a caminar con cuidado pero con paso decidido por la zona, echando cortas ojeadas hacia atrás donde están situados sus compañeros. Al cabo de un rato de caminar entre matorrales, se tropieza con algo solido, mira hacia abajo y observa que se trata de los cuerpos de los soldados- malditos…- piensa para sí misma al recordar todo lo que habían provocado.

Se agacha y comienza a registrarlos en busca de algo útil o algo de información extra. Una vez hecho comienza a ocultarlos mucho mejor y a quitar todo rastro que indiquen quienes les habían matado, si alguien los descubría les traerían aun más problemas que cuando estaban vivos.

Elenna atisba el horizonte en busca de gondorianos. O de cualquier cosa anormal.

Mas no hay nadie, y salvo los sonidos típicos del paraje todo es normal. Así, paseando ya más distraída llega a una zona de matorrales bajos y árboles retorcidos; hasta encontrar en un rincón los cadáveres mal escondidos de los soldados, que ahora hedían, hecho todo un zumbidero de moscas. Elenna no puede reprimir un gesto de asco.


Vencida la repugnancia inicial, se acerca a los cadáveres en busca de algo interesante, que con las prisas, se les pasara a sus compañeros. Las moscas, enloquecidas por la sangre de los cuerpos no le facilitan la tarea, mas tiene que darse prisa: no debe ser nada sano andar por estos insalubres andurriales.

Enfrascada en el macabro registro oye un ruido a su espalda, dando un respingo; lo cuál le abre la herida haciéndole maldecir por lo bajini de dolor. Y continúa maldiciendo cuando comprueba que tan sólo es un ave carroñera que se ha acercado hasta ahí guiada por el hedor de los cadáveres. Así, tras ahuyentarla de malas maneras, se echa la mano a la herida mientras termina de registrar los cuerpos sin vida de esos desdichados.

Una vez hecho acopio de sus pocas posesiones, la cómitre continúa con su vigilancia.

Pasado un tiempo prudencial, Kreontas decide que ya ha debido hacer efecto el brebaje.

-¡Manos a la obra, capitán! ¡Pelirroja, hierve agua!

Cyryatan no había parado desde que mató a aquellos hombres, el tiempo apremiaba. Ahora se encontraba ayudando a Elhediel a contruir la parihuela, que como no, se estaba mostrando muy mañosa también con las manos. Mientras trabaja, Cyryatan piensa en lo que hacer a continuación, concentrado, mira la cetrina cara de Kreontas, que está con Huraiva, se acerca el momento en el que el brebaje preparado por la pelirroja haga efecto y, tengan que sacar la flecha que hirió a la Haradrim. Una vez han acabado de montar la rudimentaria camilla, Elhediel se pone a hervir agua y el viejo da su aprobación para seguir con el tratamiento.

-Vamos allá-

La labor de Cyryatan es únicamente hacer la fuerza necesaria para extraer el dardo, pero tenían que tener sumo cuidado para que Huraiva no muriera durante todo el proceso. El Capitán se acercó y se preparó para atender las ordenes del improvisado curandero ...

Cuando todo está preparado ladeáis a la chica con cuidado y le extraéis la parte posterior de la flecha, rompiéndola. Después volvéis a acostarla y sacáis el otro trozo. Mas no es tan fácil como parece en las películas y Huraiva, soltando un gritito y torciendo el gento en un rictus de verdadero dolor, empieza a sangrar más. Y el trozo sigue ahí, tan sólo ha salido un poco.

-Quietos -susurra Kreontas-, no podemos permitirnos dejar dentro ninguna astilla. Sécame el sudor, Elhediel... y tráeme más agua limpia-Kreontas parece ahora un espectro salido de un pantano de sangre.

-Volvamos a proceder. Aguanta, pequeña...-después mira a Cyryatan. No se puede volver a fallar.

Ggggggggggggg - Huraiva abre los ojos y ve al capitán apoyado sobre ella revolviéndole la flecha, desgraciado sanguinario, qué podia esperar al abandonar mi vida en el desierto para unirme a los piratas. Estaba prometida con un joven rico y tan solo quise huir de un destino previamente escrito, queria navegar por un mar de vidas, fluctuar por el mundo sin saber, sin que el resto supieran qué me iba a suceder, JÁ, seguro que esto nadie se lo esperaba.

Quiero sonreir, pero el dolor es máximo y me muerdo el labio inferior reprimiendo un grito que me provocaría más dolor, las mujeres del desierto somos formidablemente resistentes, pero esto es una herida mortal, si sobreviviera a esto, no seria ni humana.

Huraiva se desvanece, la mano de la chica cae por el hombro del capitán para caer sobre su propio pecho, en el que un bello collar de zafiro recuerda la promesa de un amado que jamás volvería a verla, los oidos de la haradian se inundan con el rumor de las arenas zarandeada en el viento, y a la luz de un sol inexistente, en un horizonte próximo, puede ver la sombra de sus difuntos padres envueltos en vestidos tradicionales de seda, alzando las manos, y esperando a la jovencísima muchacha

Elenna se sobresalta al escuchar el ave- maldito pajarraco!- le grita a la vez que coloca su mano en la herida que comenzaba a dolerle nuevamente- como te pille te meteré en la cazuela!!- añade malhumorada.

Vuelve a girarse y comienza a inspeccionar los cadáveres, encontrando valiosos objetos para usar o simplemente vender. Una sonrisa comienza a salirle en sus labios- conseguiré un buen botín por esto…

Coge  todo el dinero que encuentra (25 mc, 34 mb y 4 mp) y el medallón, lo mete dentro de una pequeña bolsita que tiene escondida en el escote- con esto podré pedirme una buena copa de ron y brindaré por tu muerte…- dice entre risas. Sigue removiendo y va encontrando utensilios de menor importancia pero que le servirán para recuperar fuerzas con más rapidez, con calma lo va metiendo todo dentro de la bolsa de cuero que tiene colgada en la cintura.

-Hermosos patos…y parece que están bien…-se los quita con rapidez- haremos un buen festín esta noche…

Antes de irse se percata que uno de los hombres tiene una bonita daga, sin dudarlo un momento se lo arrebata.

Una vez inspeccionado todo tapa de nuevo los cadáveres y antes de levantarse mira a su alrededor por si se le había escapado algo mientras había estado entretenida con el pillaje.

Cuando vuelve Elenna -con una sonrisa de oreja a oreja y cargada de bártulos: armas y... patos silvestres... xD- agarráis la parihuela y partís. Huraiva parece muerta, aunque todavía respira levemente. Kreontas se incorpora sacudido por una violenta tos, no pasa desapercibido que el viejo empeora. Ya podéis observar claramente puntos de sangre en el lienzo que suele echarse a la boca cada vez que tose. Las humedades e inclemencias de la salina parecen haber hecho mella en él.

Así, os enfrentáis al tramo final de la salina...

Entre todos llevaban a la pobre Huraiva por los obstaculos que disponía la maldita salina. La pobre Haradrim estaba perdiendo fuerzas por momentos, Cyryatan había visto morir de haridas parecidas a mucha gente y, a su parecer, la pobre chica no iba a pasar el trance. A pesar de ello tenían sumo cuidado de no lastimarla más de lo estrictamente necesario, debido a ello, estaban tardando en salir de la salina mucho más de lo que les hubiera costado en condiciones normales. El capitán miraba a Kreontas constantemente y negaba con la cabeza, el viejo también sabía que no se salvaría ...

El trayecto es muy duro con el problema añadido de cargar con Huraiva. Tenéis miedo de que sufra, o peor, de que muera. Mas ella no parece tener esa deferencia por vosotros, y en vez de luchar por vivir, se deja escapar la vida, poco a poco, demostrando que no era en absoluto una luchadora, y que realmente no estaba a la altura de la misión, ni por supuesto de sus compañeros. Habéis hecho bien todo lo que se esperaba de vosotros, y eso que era sumamente difícil, mas Huraiva no ha puesto nada de su parte...

Así, en uno de los descansos que hacéis cada poco para ver cómo está, Cyryatan la encuentra sin vida, crispada su mano sobre el medallón que luce en el cuello. No ha querido vivir más. Aunque eso no lo sabéis vosotros, con lo que os echaréis las culpas durante mucho tiempo*.

En cualqueir caso, no hay tiempo para lágrimas y lamentaciones. Pronto, Cyryatan cava una improvisada tumba mientras Kreontas salmodia unos rezos, tan antiguos como su tierra allá en el sur, como la misma muerte. Huraiva reposará en esta salina eternamente, en la tierra de sus enemigos; mientras, su espíritu fluye al encuentro de sus antepasados... quizás os pueda echar una mano desde el Janah**.


Finalmente, liberados de la molesta parihuela, acabáis por salís de ese laberinto pantanoso de esteros, canalizos y fangales. Cinco horas os ha llevado cruzar las salinas desde el Manawnûl. Sin contar el descanso y el incidente. La primera fase de la misión está cumplida, mas os sentís apesadumbrados.

Cyryatan no ha parado en nigún momento, y se mantiene completamente concentrado en la misión que les ocupa. La muerte de Huraiva le ha afectado bastante y, se mentiene callado y enfadado consigo mismo mientras cava la pequeña tumba. En cierto modo, se siente culpable de lo ocurrido aunque sabe perfectamente que estas cosas pasan.
Una vez dejada en el sitio en el que iba a ser su descanso eterno, el avance se hace mucho menos costoso. El capitán ayuda ahora a Elenna en su avance, cogiendola de la cintura en ocasiones o a corderetas en otras en las que el terreno se pone mal para su estado. El es un hombre fuerte, aún le quedan arrestos para eso y para más, pero la jornada estaba resultando muy dura para el viejo y las mujeres. aunque no para Elhediel, que estaba aguantando carros y carretas. Cyryatan se alegro sobremanera cuando por fin abandonaron el terreno pantanoso.

-¿Como vas Elenna?¿Sigues Bien?-