Partida Rol por web

Corsarios de Belfalas

La Calavera de los Mares - 1 - La Comunidad del Manawnûl

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20/12/2010, 10:54
Director

Densas capas de bruma pasaban como nubes a ras del agua; cerca, las siluetas difusas de innumerables barcos, se mecían suavemente sobre sus anclas, con sus fanales de posición encendidos.

Una vez localizada la muralla principal de Pelargir fondeáis unas brazas más hacia allá, lo más cerca posible de vuestro destino. A ojo, porque con esta niebla no se distinguía nada, y más aún teniendo en cuenta que nunca habíais estado aquí. En cualquier caso, esperáis que no sea muy difícil encontrar la Calle del Ahorcado.

Más allá, en la orilla, creéis adivinar la forma de un bote de vela y dos hombres que aguardan en la oscuridad. Contrabandistas sin duda. Salen a menudo, llevando géneros donde la penuria multiplica su valor.

La noche ya se había echado encima, una noche muy oscura.

- Tiradas (1)

Tirada: 4d25(+45)
Motivo: Percepción VA Kreontas
Resultado: 28(+45)=73

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20/12/2010, 16:38
Elenna

Elenna se acerca a Elhediel para no llamar demasiado la atención- estoy mejor...-hace una pequeña pausa- aunque la herida me la esta jugando...- añade finalmente.

Observa detenidamente el barco, confirmando lo que le habia contado la joven- malditos bastardos...- susurra con un poco de odio.

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12/01/2011, 08:47
Director

Como bien había dicho Elhediel, ahora necesitabais un sitio para esconderos y descansar hasta que llegara la hora de acudir a la cita, aunque no teníais ni idea de dónde os encontrabais exactamente. Además, la zona donde habíais arribado era condenadamente silenciosa y siniestra, silencio roto únicamente por el aullido de algún perro -que era contestado por otro una callejuelas más arriba- y el zureo de las palomas en los aleros de algunas casas. Lo que parecía claro, según corroboró Kreontas, es que os hallabais en algún lugar del puerto de la Ciudad Exterior del Foso.

Así que, después de buscar un rato y oír ruido unas calles más arriba decidís ir. Algo es algo.
Calle de la Comadre se leía a duras penas en una placa maltratada por el tiempo. A la puerta de cuyas manflas, alumbradas por hachones, media docena de cantoneras hacía su triste oficio. Y cual es la sorpresa de Cyryatan cuando, abofeteando chulesco a una de las daifas de medio manto, muy puesto en rufián, con un pañuelo rojo atado a la frente y una única ceja, estaba Jarciafirme, un antiguo corsario, más cetrino que el jabalí que lo engendró. Hijo de númenóreano y haradan, y conocido tuyo. Aunque dadas las circunstancias en la que os encontrabais no estaría de más llamarlo amigo.

Aunque vestía a lo gondoriano, llevaba babuchas y ajorcas de plata, y tatuajes azules en el dorso de las manos. La última vez que le perdiste la pista -tras el hundimiento de vuestro barco-, tú a penas eras teniente de una tartana. La costa no estaba tan lejos, a unas cuatrocientas yardas, así que de perdidos, a Melkor. Mas el tal Jarciafirme no estuvo por la labor. O no era buen nadador. Así que fue hecho prisionero por los gondorianos. Y por aquellos entonces su destino estaba claro: a galeras...

Notas de juego

¡Joder, y a ver si tenéis un poco más de sangre xD!. Que bien podía haber salido de vosotros algún: 'Tiro Percepción para ubicarnos un poco' o 'Buscamos una taberna por estos lares' o 'estudiamos la situación intentando no llamar demasiado la atención' o simplemente preguntar a Kreontas. O algo, copón xD.

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12/01/2011, 08:50
Director

Se te queda mirando fijamente, con sus pupilas duras y relucientes clavadas en ti. Horadando la oscuridad que dista entre ambos. El ceño muy fruncido y el gesto adusto. Vamos, que nada te hacía pensar que te hubiera reconocido o que fuera lo suficientemente sereno como para poder reconocerte o que guardara un buen recuerdo de ti, vaya. Además, la oscuridad del lugar, la luz de los hachones difuminando volátiles espectros en las paredes a causa de la niebla, y un profundo olor a orín y a aguas fecales no ayudaban demasiado a crear buena atmósfera entre unos antiguos camaradas.

Empujando desdeñosamente a la mujer a un lado -que ahogo un gritito al caer sobre el barro-, echó mano a su alfanje, que llevaba en el tahalí.

-¡Quién sois!¡Y qué miráis! ¡Por Arallú y Bezrael!*

Notas de juego

*Son los dos principales balrogs -Demonios de poder de la Primera Edad- que dieron muerte a Fëanor.

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13/01/2011, 10:07
Capitán Cyryatan

Cyryatan no sabía si el haberse topado con aquel rufian era una buena o una mala noticia, pero para bien o para mal ya era tarde y, el pirata confiaba en que les echara una mano en aquellos momentos de necesidad. Despacio pero con paso firme, se acercó hasta su antiguo amigo hasta que la tenue luz del callejón iluminó su rostro ...

-Pues miro a un cabrón malnacido que no trata a las señoritas como se merecen, ¿mala hierba nunca muere eh amigo?- dijo con una sonrisa en la boca y extendiendo los brazos esperando a que ahora si lo hubiera reconocido.

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13/01/2011, 11:17
Director

Tuerce el gesto, adusto, y desenvaina el arma en cuanto te aproximas.
-¡Juro a Ossë que la osadía de tus palabras...! -gruñe, mientras ves brillar el filo de su alfanje; pero cuando la luz ilumina tu cara parece dudar... -¿¿Culebrilla??

-¡Por todos los Demonios del Belegaer, Culebrilla! -ríe torpemente- hiar-hiar, veo que no has cambiado mucho. Has crecido y has curtido tu piel, sí, pero siguen gustándote las mujeres más que al Señor Oscuro los Anillos.

El caso es que te recomienda El Huargo. Y que ni abráis la boca. Y en cualquier caso, decid que venís de parte de Ahmud cejaNegra. En la esquina seguid a la derecha pasando el recodo, siguiendo la calle de los Peligros, que va desde el muelle hasta el antro del Huargo, que así también llaman al dueño. Está más allá del Cruce de los Mendigos. No tiene pérdida. De hecho, es donde van los perdidos.

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14/01/2011, 08:46
Capitán Cyryatan

Jarciafirme les dió las indicaciones oportunas para llegar a un sitio "seguro" y ellos comenzaron a caminar por los oscuros callejones. El encuentro con el rufian había sido efímero, quizas no demasiado efusivo pero en el fondo, Cyryatan se alegraba de ver que la gente que había compartido desventuras con él seguía viva. En la taberna repondrían fuerzas aunque el capitán estaba ligeramente preocupado por la comitiva, un viejo y dos mujeres no eran la mejor compañía para ir a un sitio como ese. Todos los presentes habían demostrado saberse valer solos, lo que temía el corsario era que alguno de los parroquianos los metiera en problemas con la guardia, nada más ...

-Hay que tener amigos hasta en el infierno, Vamos allá, haremos tiempo hasta la medianoche y repondremos fuerzas-

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14/01/2011, 10:18
Elhediel

 

Distraída andaba en mis cosas, aún sabiendo que no debo bajar la guardia.. Una voz ruda me devuelve a la realidad,  dirigiéndose  a nosotros de mal talante. El Capitán le provoca…pero …pero…¿no le está llamando amigo ahora?. Por todos los valar, este hombre ha perdido el juicio por completo. ¿Acaso está buscando que nos cuelguen?.

El rival desenvaina su espada, y cuando ya lo daba todo por perdido no puedo más que abrir la boca. ¿Pues no se conocen este par de desgraciados?. Estas cosas no se hacen, por unos instantes he llegado a temer realmente por mi vida.

Un gondoriano que no es tal, no si…al final vamos a estar de suerte.

 El tal Cejanegra nos recomienda una taberna, que de buen seguro es un tugurio, dónde podremos coger fuerzas y hacer tiempo hasta la media noche. Sólo hay un pequeño problema, la presencia de dos mujeres como nosotras puede perturbar a más de uno, Nuestra misión: ser lo más discretos posible.

 

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14/01/2011, 10:19
Director

Llegáis a la calle de los Peligros saltando por encima de los arroyuelos de agua y fango, recorréis la calle hasta el final, pasando por el cruce de los Mendigos, y tras un último vistazo prudente entráis en la posada.

Huele a vino rancio, a serrín húmedo y a suciedad. El Huargo es uno de los antros más bellacos de la ciudad. El sitio era viejísima corrala, grande, oscura, cercada de ruines casas y con varias puertas, que tenía una docena de cuartos sórdidos, amén de un comedor tiznado de humo y grasa donde se podía tragar o beber por poco dinero; muy a propósito para esquilfada de ladrones y rufianes, que le tenían afición por lo discreto. El personal entraba y salía a todas horas, embozada y sonando a hierro o cargada con fardos sospechosos. Rufos, ladrones, pícaros, hechiceros oscuros, proscritos de toda índole, asesinos, en fin, toda suerte de balhurria de la que jura no ser honrada en ninguna de las provincias de Gondor andaba por ahí a sus anchas como chinches en costura.

La guardia de Pelargir se mantenía lejos, en parte por no remover problemas y en parte porque El Huargo, que era redomado comerciante, se estiraba lo oportuno para engrasar palmas de alguaciles y favorecer a los altos cargos religiosos. Incluso algún Grande de Dor-en-Ernil le debía algún favor, por lo que buscar refugio en aquella posada era acogerse a sagrado. En cuanto a los transeúntes, además de la crema de los malhechores, todos eran mudos, sordos y ciegos. Allí no había nombres ni apellidos; nadie miraba a nadie, y hasta decir buenas tardes podía ser motivo para que te rajasen la gorja. O tal os había dicho Jarciafirme.

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21/01/2011, 09:56
Director

Cruzáis la sala, bajo la luz amarillenta de los grandes velones de sebo colgados de la bóveda.  La estancia principal está llena de tahures, rufianes y malhechores apostándose los cuartos, y lo que no son los cuartos: la vida y también las putas en muchas ocasiones, embozados monteros fumando alargadas pipas en los claroscuros del tugurio, exploradores proscritos que venían o acabarían en Mordor, e incluso algún hechicero con más pinta de oscuro que de claro. Amén de alguna manfla* luciendo escote mientras anima a algún jaque, o buscando sus caricias. Y sobre todo sus monedas. Y al fondo el hogar de la cocina, donde los carbones que ardían bajo los pucheros ahumaban media estancia. En conjunto, un ambiente tan cargado que apenas percibís el cambio de escenario del tugurio a la densa niebla de la calle. Quitando alguna mirada furtiva de reojo nadie se fija en vosotros, y como había dicho Jarciafirme, nadie miraba a nadie. Aquí, todos tenían mucho que esconder.

El tabernero debía ser el tal Huargo. No era muy alto pero si recio y peludo, y con acostumbrada desgana, limpiaba la loza de tan ilustres comensales con un lienzo más sucio que limpio.

Notas de juego

¡Y a ver si tenéis un poco de iniciativa, copón, que parece que juego yo solo. si tenéis alguna duda o problema decidme, que estamos para mejor y progresar xD!

*puta

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21/01/2011, 10:13
Capitán Cyryatan

El lugar no sorprendió ni asustó en demasía a Cyryatan, que era usuario habitual de ese tipo de locales, sabía que el mismo era uno de los más peligrosos de los presentes pero no hizo alarde de ello, sería una locura  y el Capitán era un hombre cabal y discreto. Con paso firme y sin mirar a nadie más de la cuenta, se dirigió hacía el tabernero. Sus botas resonaban en el suelo de madera, antes de empezar a hablar, se giró para ver la reacción de Elenna y Elhediel sin detenerse mucho tiempo, después habló.

-Buenas tardes, queríamos comer algo y un sitio donde poder hablar tranquilos-

No quiso decir más, no lo creía necesario al suponer que el hombre no haría más preguntas, se guardaba lo que les había dicho Jarciafirme de Cejanegra para los más indiscretos.

Notas de juego

Pues yo iba a postear ahora, pero así avanzamos ... xD

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24/01/2011, 20:37
Elhediel

Tal y como suponía, la taberna es un antro nada acogedor. El mesonero no me inspira nada de confianza, sus gestos hoscos y mirada oscura me desagradan...aún así le sonrío, sonreiría al mismísimo Sauron de saber que de hacerlo me va a proporcionar un buen plato de comida caliente.

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25/01/2011, 12:42
Director

El tal Huargo os mira con desconfianza. No os conoce y podríais ser agentes de la Justicia. O algo peor. Después de espulgaros minuciosamente uno a uno, y en silencio, relaja el gesto. Parece que os ha reconocido como númenóreanos. Presumiblemente corsarios. Y descarta finalmente que trabajéis en secreto para la gura. Además, y fiel a su política, tiene la deferencia de no haceros incómodas preguntas. Simplemente, os indica una mesa para que os sentéis y manda a una chica que os lleve la comida y la bebida. También os da un par de llaves, indicándoos la ubicación de vuestras habitaciones.

-Serán veinticinco monedas de cobre por cabeza... -Después se queda mirando al viejo y finalmente murmura- Y nada de magia.

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27/01/2011, 09:27
Capitán Cyryatan

El Capitán pagó y asintió con la cabeza, visiblemente agradecido ante la discreción que acababa de mostrar el tabernero. Hizo un gesto a los demás con el brazo y se dirigió a la mesa indicada. Al llegar se sentó y se puso cómodo, había sido un día duro y, si lo había sido para él no quería ni imaginarse lo que había supuesto para los demás.  -Repongamos algo de fuerzas hasta que sea la hora- dijo comprobando que nadie ajeno a los suyos lo oían y dispuesto a comerse un cordero entero si hacía falta.

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30/01/2011, 23:12
Elhediel

EL tugurio esta plagado de gente de la peor calaña y alguna que otra mujerzuela encargada de sacar los cuartos a los presentes.

Cojo asiento, un carcomido taburete de madera no más cómodo que una piedra. La comida no está mal, pero necesito descansar y coger fuerzas, en acabar el último bocado me subo a uno de los aposentos...

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05/02/2011, 17:29
Kreontas de Suk Akhôr

Ya en la mesa, Kreontas se concentra frente una taza de loza -previamente ha solicitado al posadero que se la llenara de agua- con los ojos cerrados y el cejo crispado. A los pocos minutos notáis que sale vapor de la taza. Después, y con aire ausente extrae unas hojitas de uno de los numerosos saquitos que lleva encima, y un preparado de polvos que invaden la mesa de una persistente fragancia entre acre y eucalipto. Y los echa cuidadosamente en el agua, todavía hirviendo. Después espera a que se enfríe. No parece tener demasiado hambre pues apenas hace gesto por comer, y parece fatigado. Finalmente, da unos tímidos sorbos al brebaje, después de verse sacudido por un nuevo ataque de tos.

Notas de juego

acabada la cena, Kreontas también se retirará a sus aposentos.

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05/02/2011, 18:07
Elenna

Pese a que en el fondo le intimidaba el ambiente, Elenna echa un ojo discreto por toda la estancia en busca de miradas masculinas, de las que buscan y desean. Quizás no fuera el lugar y el momento más adecuado para ello pero ¡qué carajo, su vida siempre había estado jalonada de riesgos y temeridades! ¡Y seguía viva, pardiez!

Además, desde que estaban en aguas y tierras gondorianas, se sentía extrañamente inquieta. Había algo en esta misión que no le gustaba. Instintivamente se echa la mano a la herida y queda pensativa, perdida en sus cavilaciones. Cyryatan la observa, la conoce de sobra como para saber que pese a su carácter rudo y pasional -muchas veces hasta lo violento y lo lascivo-, es un alma frágil y atormentada.

Elenna no quiere poner en peligro la misión, pero últimamente se siente muy poca cosa. Cada vez menos. Quizás se debiera a que estaban cerca esos días en que el ciclo lunar le jodía aún más el humor y la sangre manchaba su alma y su sexo. O quizás fuera porque el capitán ya no se fijaba en ella como antes, por culpa de esta maldita misión y de esa tusona pelirroja que no sé qué carajo le daría... si parece una mosquita muerta -medita mientras echa una mirada envenenada a Elhediel-. Quizás estaba violentada por estar tan lejos de casa y en tierra hostil, o por el agotamiento de la misión. Una misión que todavía no había dado ningún fruto. Y en parte por la desidia del capitán, que desde que retozaba con la pelirroja parecía haberse quedado sin sangre. Y también por la muerte de Huraiva, que le había afectado más de lo que daba a entender. Así que, y quizás también, fuera hora de volver a escupir por el colmillo como le había enseñado su tío Perroloco entre bofetada y bofetada o -como también le enseñó su tío entre violación y violación-, a tomar lo que se deseaba y cuando se deseaba. A cualquier precio. Y después huir o matar. Desde luego ella nunca fue como su tío, pero había momentos de debilidad y de desesperación donde la cómitre tenía que arder para no explotar. Y quizás este era uno de esos momento. Quién sabe cuándo podría ser la próxima vez...

Así que, sin apenas haber probado la comida tampoco -y con esa mirada de escarcha que tenía, de ya te puedes ir quitando de en medio- la cómitre se levanta de la mesa y murmura:

-Voy a dar una vuelta a ver si me despejo. No tardaré.

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02/03/2011, 16:11
Capitán Cyryatan

Cyryatan habría impedido marcharse a Elenna. Sobre todo estando tan cerca una misión tan delicada; fácil a priori, pero delicada. Mas Cyryatan era un profesional; un corsario sí, pero también un profesional. Y su valor estaba acreditado. Y no estaba el horno para bollos. Ni quería llamar la atención en un sitio así ni tampoco tenía ganas. Que hiciera lo que quisiera. Ella sabría. Y si no, ¡Al Infierno con esa zorra!

Además eran númenóreanos. Se notaba en la tez, en su indumentaria -a cuyos adornos daba destellos de oro viejo la luz de las antorchas-, aunque bien era cierto que no había demasiadas miradas incómodas. Llevaba un rato con la mirada perdida en la espuma de su jarra de cerveza cuando volvió a apurar lo que le quedaba de cerveza de un sorbo. Por fin miró a Elhediel. Había estado escuchando a unos matones de una mesa cercana maldecir entre dientes de los corsarios de Umbar. Hacía tiempo que no se roturaban muchas de las tierras de la Bahía de Belfalas por culpa de las incursiones corsarias. Hartos de saqueos, los campesinos se habían desplazado tierra adentro o simplemente, habían abandonado. Y ahora los bandidos se quejaban de que había menos que robar. Y menos gente a la que robar. Pobres, pesó Cyryatan con sarcasmo en un rictus que le hizo las veces de sonrisa. El caso era que cuanto antes desaparecieran de aquí, mejor. La habitación, en principio, sería un lugar discreto. Así que buscó una mirada cómplice en Elhediel -que aunque más entretenida, y por supuesto, menos jalonada de fantasmas que él-, tampoco dudaría en subirse a los aposentos cuanto antes. Y una vez allí, Melkor serviría...

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04/03/2011, 16:04
Elenna

Elenna sale de esa taberna maloliente, abriendo la puerta con un fuerte golpe malhumorada. Una vez fuera la niebla cubre el lugar, el pequeño callejón esta oscuro tan solo unas cuantas antorchas lo iluminan con una luz tenue. El aire traía una fragancia suave de mar,  cosa que la relajaba- tengo que hacer algo con esa mojigata…dice para sí misma a la vez que aprieta el puño- por que le tengo tanta rabia… no me ha quitado nada que fuera mío…- piensa a la vez que pega un suspiro y comienza a caminar. Necesitaba despejarse un poco antes de volver a entrar, no le gustaba que el capitán le viera en ese estado tan débil de ánimos.

Se mantenía cerca de la posada, sabía que no era una buena zona y solo faltaba que se metiera en líos innecesarios. Cerca observa a un matón acompañado de una puta, lo mira de reojo y rápidamente desvía la vista y se acerca con paso ligero pero disimulado a la puerta.

- Tiradas (2)

Tirada: 4d25(+35)
Motivo: ME Percepcion ERDC
Resultado: 61(+35)=96

Tirada: 1d100
Motivo: % de ME Percepcion ERDC
Resultado: 47

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04/03/2011, 22:25
Director

Esta niebla te ponía los pelos de punta. Por no hablar del hecho de estar rodeada de tanto gondoriano; lo mejor de cada casa, además, y para ser más exactos. Noche cerrada, un callejón lúgubre en territorio enemigo y en uno de los barrios más bellacos de todo Pelargir. Y con la puta niebla. Desde luego no era el lugar más halagüeño para tomar la fresca. 

El rufián discutía acaloradamente con la tusona. La conversación subía de tono por momentos, lo que te hacía sentir incómoda por momentos. De repente, una bofetada restalla como un latigazo, volviendo la cara de un lado a la pobre mujer. Era el fulano cetrino, peligroso, ancho de manos y de cara, con un mostacho de a cuarta. Y llevaba una espada corta metida en una especie de faja. Sin vaina ni nada...

Notas de juego

Tírame suerte (1D20).