Partida Rol por web

El Manawnûl cabecea descontrolado mientras gualdrapean las velas a medio arriar. Cyryatan no sabe hacia donde ir para salir de la tormenta. Y cuando, empapado por la lluvia, está apunto de maldecir a los dioeses del mar y sus crías, desalentado, oye la voz de Kreontas, atronadora y nítida pese al temporal reinante:

-¡Tres cuartas nor noreste! ¡tome ese rumbo, capitán! ¡Es la forma más rápida de salir de la tormenta!

No sabes cómo hará el viejo hechicero para saber ciertas cosas que sabe, y para ver ciertas cosas que ve. Quizás le haya vendido el ánima a Melkor, y El vala Caído le cobra a cambio su salud, que cada vez empeora; el caso es que, como si le hubieran oído desde el sollado, y pese a que se habían roto algunos remos, el Manawnûl empezó a volar por el mar de nuevo*...

Blblbl

Al notar de nuevo la cuerda entre mis manos estas reaccionan rápidas sujetándome a ellas como manos de simio y aún alelada veo a Elhediel que me ha levantado sola y que el Mananwul empieza a avanzar a gran velocidad.

UFFF

ya pensé que me iba al fondo del mar a cebar a los bogavantes

gracias Elhediel, ¡Voy por la vela!

Aún siguiendo la última orden del capitán me afano en trepar por las cuerdas, esta vez llego rápida como una ardilla hasta la verga inferior y sosteniendome en ella medio cuerpo empiezo a desatar las velas para que cese el tute del viento sobre la gastada lona. Uno de los muchos golpes de viento desata un cabo que pasa por mi lado con un terrible restallar y la verga gira sobre el mástil separándome de mis sujeciones dejándome completamente colgando del palo. No es un buen momento para resbalarse.

 El cuchillo toca madera y la cuerda de un lado de la vela queda desatada, y ahora miro hacia el otro lado del barco esperando que el muchacho me copiara por el otro lado y así quede libre la vela... al menos lo espero... espero no tener que ir por la verga hasta el otro lado haciendo unos equilibrismos más propios de un artista circense.

Una vez más se habían salvado gracias al trabajo en equipo, en especial a los presagios, designios ..., no sabía muy bien como llamarlos, de Kreontas. El astrólogo poseía información de la que ninguno de los presentes estaba demasiado seguros de su procedencia, pero el caso era que los había sacado de la maldita Galerna. Cyryatan se intereso por los heridos y dió una vuelta por el navío para evaluar los daños, necesitaba saber si era necesaria una parada en algún puerto a hacer reparaciones antes de adentrarse más en territorio enemigo.

Al parecer Huraiva se había acabado salvando gracias a la actuación de Elhediel, nadie había muerto y Elenna había podido volver a tomar las riendas de la situación ahí abajo, otra cosa eran los daños materiales ...

-ji-ji-ji, capitán, parece que una vez más se la hemos jugado a Ossë. Espero que esos gondorianos malnacidos, hijos de jabalí y loba, se encuentren de morros con la galerna...  lo cual vuelve a toser sobre un lienzo, que saca y vuelve a guardar en la faltriquera cada vez que tose.

Cyryatan pronto tiene los daños del Manawnûl bajo control: las turbonadas de viento han rifado una vela, partiendo algunos acolladores. El bote se destrincó con algunos daños, cayendo sobre dos marineros. Uno murió inmediatamente en el golpe y el otro cayó al agua. Y por lo visto, nadie se fijó en esto último. El resto de heridos sólo presenta contusiones leves y alguna crisis de ansiedad moderada. Y otros daños menores en la embarcación.

Finalmente si que habían muerto dos personas en el embite, o para ser más exactos, tenían un muerto y un desaparecido, aunque todo todos en el barco conocían su destino. Uno de los marineros había sido golpeado por el bote, que se había descalzado produciendo el pánico por la cubierta. Y el otro, simplemente había desaparecido, un golpe de mar se lo había llevado del Manawnûl. En conjunto, los desperfectos creados por la tormenta y las bajas eran asumibles, así que Cyryatan decidió seguir la incursión en aguas enemigas sin perder más tiempo, aunque esperaba tener la tranquilidad suficiente para que su tripulación descansara y se relajaran un poco, aquel había sido un día muy duro.

En su paseo por la cubierta, el corsario llego a la altura de Elhediel y Huraiva después de ordenar a unos marineros que no estaban ni siquiera magullados recolocar el bote.

-¿Estaís bien?-

Les preguntó deteniendo su mirada en la joven Haradrim, que se había quedado colgada de las jarcias en una posición imposible en medio del vendabal. El capitán no era hombre de cumplidos ni remilgos así que en seguida fue de nuevo al grano

-Huraiva, tú y Elhediel, coged a los marineros que necesiteís y reparad el velamen-

Ordenó a sabiendas de que la Haradrim era muy capaz para aquella tarea y se pasaba todo el día colgada por ahí ...

-Elhediel tú y yo tenemos que acabar de hablar, después ven un momento a mi camarote-

Cyryatan ayudó en la tarea de recolocar el bote arrimando el hombro como uno más y tomó el camino de las bodegas, para ir a ver como había ido todo por ahí abajo, empezaba a temer si los dioses iban a acabar de dejar que terminaran de hablar él y la joven. Cuando descendió las escaleras se encontró con Elenna, que a pesar del golpe seguía impasible en su puesto.

-Elenna ... -

Dijo con el fin de que se acercara y los galeotes no escucharan la conversación, sabía que era más dura que la piel de un cocodrilo pero quería proponerle un descanso, él mismo había presenciado el golpetazo y no había sido ninguna tontería

-No creo que necesitemos más los remos hoy, puedes tomarte un descanso, sube arriba y toma un poco el aire, te vendrá bien ... Y es una orden- Sonrió.

Dolorida y magullada Huraiva reciba las últimas órdenes y con resignación desciende bajo cubierta en busca del material. Los cuartos están totalmente desordenados y algunos piratas jóvenes salen de sus escondites tras la tormenta, su mirada es de terror por un posible chivatazo pero tan solo recojo lo que necesito y ojeando el desorden de trastos por el suelo doy una orden bien disimulada.

Vaya, veo que habeis oido las órdenes del capitán de dejar el barco como estaba, sí teneis razón es buena idea empezar por ordenar todo esto, seguid así.

Subo a cubierta donde los marineros ya han bajado la vela y con timidez señalo los acolladores....

Alguien tendría que repararlos... tal vez hayan abajo algunas piezas que se puedan clavetear en su lugar...

Todos me miran, pues estando al mismo nivel, no recibirán órdenes de otro corsario, y menos aún de una mujer, con lo que, tras mis palabras, miro a Elhediel quien tiene mayor liderazgo que yo, a la espera que me secunde poniendome a los hombres a trabajar y haciendo que me gane el odio que merezco.

Mientras paseo sobre la vela y sin saber muy bien por donde comenzar, comienzo por el comienzo

Desde un extremo de la primera de las dos enormes rasgaduras, empiezo a coser la cuerda que hará el remiendo a la vela

Otros marineros podrían subir de bodega una lona nueva, emmm otra vela nueva mientras remiendo esta y la dejo como repuesto ahí abajo... esto me va a tener entretenida

Que alivio, pasó el oleaje y con ello los peligros. Mi amiga y yo por fin en cubierta. ¡NOS HEMOS LIBRADO POR POCO!

Que bueno volver a ver al Capitán ya de mejor humor. Sabía que no iba a deshacerse en elogios, pero  supongo si esperaba algún reconocimiento por mi hazaña… tendré que conformarme con saber que no  ha olvidado que tenemos una conversación pendiente.

Escucho atentamente las órdenes que de su boca salen. Este hombre cada día me tiene más embobada.

Tras echar un vistazo a las velas observo que están bastante inservibles y que es necesario repararlas.

Antes de que me de tiempo a nada el huracán de Huraiva  ya está mandando quehaceres a un grupo de marineros que se le quedan mirando con cara de indiferencia.

- ¡Venga compañeros, ya habeis oído a Huraiva! Tenemos que trabajar en equipo, así lo ha ordenado el Capitán!.

Veo las caras de algunos marineros, unos asienten con la cabeza mientras otros parecen ofenderse por recibir órdenes de una mujer, o simplemente por recibir órdenes de quien no tiene más autoridad que ellos mismos. Aún así insisto, aunque me da la impresión de que se están mofando de mi.

- ¡Vamos, vamos! Hay mucho que hacer y no estamos para perder el tiempo. Tenemos una misión muy importante que llevar a cabo, y no podemos fallar!

Miro a mi compañera, esta joven me tiene asombrada, que fortaleza, apenas minutos atrás a punto de perder la vida…y quien la ve ahora… toda entretenida remendando la lona de la vela.

Elhediel se acerca al primer grupo de marineros que ve por ahí. Y para bien o para mal, el bravonel Roncillo está entre el grupo de corsarios. Cuando comunicas las órdenes, el tal Roncillo, apoyado en la regala de la amura de babor te observa con los pulgares en la pretina mientras juega con un palillo en su boca. Y sin soltarlo, pasa a jugar de vocablo:

-A vos me placería dar calafate de buena gana, señora, pero como que la carpintería y demás menesteres no son lo mío- a lo que acompaña el coro de risotadas de sus cofrades más allegados. Pero desde luego, tras tu arenga, quedan más inmóviles que los hombres púkel, las estatuas-vigía de los woses.

 - Es una pena Roncillo que no sepáis de otras cosas, aunque tenía entendido que el Capitán ambicionaba los mejores marineros para este viaje, doy fe se equivocó.

El marinero no esperaba que una dama le sacase los colores, quien era ella para hablarle así.

-Los que no se crean inútiles, vamos, a trabajar. El resto, pueden pasear por la cubierta…aunque yo me andaría con ojo no terminen en el fondo del mar alimentando a las alimañas marinas, y no es una amenaza.

Dicho esto me dirijo  a mi amiga:

-¡Huraiva! Ahora vuelvo, voy en busca de más ayuda, creo que vamos a necesitar a los calafates y seguramente también a los carpinteros.

Merodeo por la cubierta pero no avisto lo que busco, así que decido aprovechar para ir al Camarote del Capitán a terminar lo que dejamos a medias.

- Tock Tock Tock. Espero respuesta, quizás el Capitán todavía no esté y tenga que volver en otro momento.

-jiar, jiar. No te preocupes Elhediel, Roncillo se encargará de buscar a esos atizacandiles.

Tras lo cuál, se ajusta el pañizuelo en la cabeza y cruza la cubierta a grandes zancadas en busca del personal, que por otra parte, ya sabe de sobra cuál es su jodida labor a bordo. Lo que pasa es que es un barco humilde, y aquí los marineros son calafates y también soldados si se tercia.

Así, durante toda la tarde y parte de la noche, un abigarrado conjunto de carpinteros, veleros, calafates y marineros seleccionados por Roncillo se dedican a componer los desperfectos sufridos en la dura travesía.

Tras lo cuál, toda la tripulación a excepción de galeotes y los sotacómitres son reunidos en cubierta, resbaladiza de humedad bajo el cielo estrellado. Y forma grupos de bultos negros a proa, entre el palo y el grueso arraigo del bauprés. Va de oficio en estos casos realizar un sencillo rito funerario por los dos muertos a bordo, que como casi siempre, se los ha llevado el mar.

Oís entonar entonces una triste canción en Adûnaico antiguo a un viejo marinero, que pese a no haber pisado jamás un templo, hace las veces de capellán:
 

Desde las profundidades

los muertos son convocados

y por Ulumúri guiados

hasta Puertos Celestiales;
Ya que en lo más profundo

de poco sirven los nados,

pues en Ekkaia quien manda

es Ulmo con sus dados

La nocha había caído sobre el Manawnûl mientras sellevaban a cabo las labores de reparación del barco causadas por la tormenta. En cubierta, como siempre en estos casos, se celebró un sencillo pero sentido funeral, que no duró demasiado; después del cual, cuando los marineros se volvian a dispersar por la cubierta para descansar o simplemente empezar a beber. Cyryatan se retiró un momento con Elhediel, después saldría a a cubierta a pasar un rato con sus marineros, pero antes tenía que saber como acababa todo aquello...

El Capitán entró con gesto cansado en el camarote y miró a la muchacha, apreciando una vez más la belleza de la pelirroja -Vaya día de perros-se quejó poniendose cómodo tras la pequeña mesa ya sin chaqueta y sin guantes-Aunque me temo que a partir de ahora todos van a ser así ... Espero que esta vez nos dejen acabar nuestra conversación- no la miraba demasiado rato seguido a los ojos, sabía que de hacerlo solo tendría "malas" intenciones con ella y no era hombre de reprimir sus impulsos -Has estado bien ahí afuera durante la tormenta ... bien, por donde ibamos ...- Le fastidiaba que la chiquilla pudiera notar que ponía nervioso en cierta manera a un hombre como él, pero ... a pesar de ser el capitán Cyryatan no era de piedra y las mujeres eran una de sus debilidades.

Tras unos minutos de espera sin respuesta subo de nuevo a cubierta, hay mucho que hacer y quizás el Capitán tarde en aparecer.

Huraiva sigue atareada y observo gratamente que los marineros están todos trabajando como negros. Me arremango la camisa y me uno al resto, no quiero que se diga que las mujeres no hacemos nada.

 Al caer la noche se celebra el funeral en honor a los dos marineros, es de las pocas veces por no decir la única, a excepción de las horas del descanso nocturno, en que en el barco no se oye un alma, salvo la del que hace de capellán en estos fatales casos.

Me dispongo a retirarme, el día ha sido largo y agotador, cuando veo al Capitán que se acerca a pasos agigantados. ¡Quiere terminar la conversación que dejamos a medias!.

Le sigo hasta el camarote, y como mujer coqueta que soy aprovecho cualquier superficie reflectante para atusarme el cabello.

Una vez dentro de sus aposentos dejo que se acomode, yo…insegura…no se si sentarme o continuar de pie, finalmente decido seguir de pie pese a lo cansada que me encuentro.

Noto que apenas me sostiene la mirada, no acierto a distinguir si por el hecho de que pueda ponerlo nervioso o simplemente que  estoy horrible. ¡Como voy a estar después de un día tan ajetreado como el de hoy! ¡Aún así estoy segura de que le gusto! Bajo la cabeza avergonzada por pensar cosas nada dignas de una señorita. Sé que tiene debilidad por las mujeres, que se ha acostado con tantas que es imposible llevar la cuenta, mujeres fáciles y de mala vida sobretodo , pero yo no quiero ser una más. Intento convencerme a mí misma de que aunque se lo propusiera no caería rendida a sus encantos, pero siendo realista…no sé si podría resistirme a sus encantos.

 La voz del Capitán me devuelve a la realidad.

- Verá, prosigo, el cofre que tan recelosamente guardo contiene unos mapas y planos bastante ajados, un juego de llaves que en mi opinión son idénticas…y ….callo unos segundos….lo que parece un acertijo. Creo que la muerte de mi padre y del resto de la tripulación no fue un accidente, no había reparado en esto hasta hace unos días, creo que mi padre murió por algo relacionado con la isla de nombre impronunciable … y por los documentos que encontré.

 Todos mis intentos por parecer fuerte y guardar la compostura se ven frustrados, no puedo evitar romper a llorar como una magdalena. ¡Por todos los Valar, cuanto necesito que este hombre me abrace!

Elhediel desaparece bajo cubierta- Vaya zorrona - Murmuro para mí mientras al aire fresco de la noche aún sigo remendando la vela, la nueva vela ya está izada, y mis piernas están tapadas con la lona maltrecha mientras mi espalda descansa contra el mástil y a mi alrededor todos beben, descansan o entonan melancólicas tonadillas por los compañeros caidos.

No es ningún secreto lo que Elhediel se trae entre manos, o más bien entre piernas, y los continuos comentarios de la tripulación llegan a mis oidos tanto como el viento pasa entre los sudorosos galeotes. Tal vez quiera ascender en el puesto de mando quien sabe, mi faena no es tratar de averiguarlo y yo misma necesitaría también.....

Un marinero se acerca a mí insinuando alguna cerdada y yo siseo agresivamente mientras enseño los dientes.

Huraiva era una mujer débil, delgada y frágil, pero los marineros habian comprobado en un par de ocasiones que, aunque fuera fácil de manejar, resultaba incansablemente tozuda, y se resistía a cualquier intento de tomarla por la fuerza como una víbora se defiende de la mangosta, por lo que no resultaba accesible para una buena noche ni para el más forzudo de los hombres.

Al alejarse el hombre y quedar tan solo a la luz de un fanal, Huraiva sigue cosiendo a la luz de las estrellas mientras tararea una lenta canción Mmmmmm mmmmM MmmmM

-¿Mapas?¿Llaves?¿Acertijos? ...-

sin duda había muchas posibilidades de que todo aquello guardara una relación directa con lo que ahora les ocupaba. Era preciso que le echara un vistazo a ese baúl junto a Kreontas y las mujeres cuanto antes para saber a que atenerse.

Aquella era una historia muy interesante, pero no más que lo que en ese momento tenía delante. El cuerpo de la joven pelirroja lo estaba turbando y no le dejaba pensar con la suficiente claridad, tanto, que casi agradeció que acabara por fin su relato. Fue entonces cuando ella se puso a llorar, los detalles referentes a su padre habían vuelto a ablandarla. Cyryatan sintió algo de pena, puede que la vida no hubiera tratado del todo bien a la joven, incluso comprendía esos sollozos y se percató de que necesitaba consuelo. Pero eran piratas, tenían que estar preparados para cualquier contratiempo y él nunca había sido hombre de sentimentalismos, no podía darle el abrazo que intuía necesitaba. Cyryatan ya no estaba nervioso, lentamente se levantó y rodeó la mesa acercandose a ella. Cuando llegó, la miró esta vez si fijamente a los ojos y le puso las manos en sus hombros desnudos, comenzando a bajarle lentamente la blusa.

-Tienes que ser fuerte ...- le dijo mientras lo hacía y notaba la suavidad de su piel.

 Tengo los ojos cerrados. Noto como el Capitán se dirige hacia mi, abro los ojos y los clavo fijamente en los suyos, posa sus manos en mis hombros…la camisa va resbalando lentamente por mi cuerpo.

Me moría de ganas de tocarlo, de acariciarle el firme torso, de palpar los músculos de sus muslos. Con dedos temblorosos le voy desabrochando la camisa a la vez que le hablo en un susurro:

- No quiero ser una más, ya deberías saber que no soy como esas zorras que te llevas a la cama. Tampoco te estoy implorando ser la única, se que no podrías aunque quisieras pues tu fama te precede, únicamente quiero que mientras me beses me ames…y me ames a  mi…no a un cuerpo, sólo  a mi.