Partida Rol por web

Yazân se había mantenido expectante ante las palabras de Kreontas tanto como las de Elhediel. Su rostro reflejaba una cara pensativa y se mesaba su mentón. Sin duda todo lo que comentaban era cierto, y aunque él se había ido por otro lado y no estaba presente en el viaje y la recogida del cofre, si había notado el cambio de actitud repentino del capitán.

- Estoy de acuerdo con vosotros. - dijo sin alzar demasiado la voz - Pero no podemos acusar al capitán de nada, ni hacerlo enfadar o sospechar nada. Tenemos que reunirnos todos, cierto, pero no lo ataquemos con preguntas directas. - dijo siguiendo la intención de su compañera - Pero sí que estaremos atentos a su actitud, cuando le preguntemos acerca del cofre y todos los malos presagios que le rodean.

Yazân quería ver como reaccionaba Cyryatan cuando se le exponía a cierto tipo de preguntas sobre el asunto. Quizá sabía algo que no había compartido, algo de vital importancia para el resto de tripulación y que por alguna razón les estaba ocultando.

- Tenemos que actuar con cautela, esto no puede salir de aquí, y no queremos infundir ningún tipo de nerviosismo o mal estar a la tripulación, o las cosas se pueden poner feas.

-Hablaré con el capitán; aunque desde luego no le diré todo lo que hemos hablado aquí -musita Kreontas mesándose las canas-, necesito que deje examinar el cofre al menos una noche entera, ya que con el poco tiempo del que he dispuesto apenas he conseguido hacer avances. Sólo sé que es un objeto muy hermético y poderoso. Aunque en absoluto lo parece.

Observáis la silueta flaca de Kreontas, que ha sacado su pañuelo y lo presiona contra sus labios exangües. El pábilo de una vela titila formando grotescas sombras por el camarote y acentuando unas ojeras que nada bueno presagian en el rostro cetrino del astrólogo.

La salud del viejecito me preocupa en exceso - Primero debería descansar, creo que le hemos interrumpido, y necesita reponer fuerzas...se le nota cansado. Podemos ir nosotros dos - digo mirando a Yazán - y hablar con el capitán, para proponerle una reunión para después de cenar. Así tendrá tiempo más que suficiente para pegar una buena cabezada.

- ¿Vamos?- digo volviendo la cabeza al teniente.

Yazân asintió a la mujer numénóreana. Tenía la cabeza alejada del barco en esos momentos, estaba pensando en algo distante, las palabras de Elhediel lo hicieron volver al presente. Ahora tenían otro problema, que les iba a afectar en su devenir, los problemas del pasado ya no tenían arreglo, pensó el haradan.

- Si, vamos - dijo escueto.

Asintió hacia al viejo Kreontas a modo de saludo y se encaminó hacia afuera del camarote. La verdad que no le gustaba desconocer todas las variables de la misión que pretendían, antaño había sido el hombre de confianza del capitán y ahora notaba como habían muchas cosas ocultas.

-Haré lo que pueda y os informaré. Y ahora, como bien dice la pelirroja, necesito descansar-susurra enigmático el viejo dando por acabada vuestra pequeña reunión.

Tras lo cuál os dirigís al camarote del capitán por el angosto pasillo de la toldilla del Manawnûl.

Estáis fundidos en un tórrido cruce de caricias y susurros al oído cuando de repente alguien llama bruscamente a la puerta y posteriormente intenta pasar, mas no puede pues la puerta estaba trancada.

Cyryatan, molestó por la súbita interrupción, quitó por unos instantes su mirada sugerente de los ojos de Elenna para dar vuelta su cabeza en dirección a la puerta que sonaba más seca nunca entonces.

- Mierrdaa... ¿¡¡¡ QUIEN VA !!!? - Gritó con enfado reprochando a quien fuera que estuviera causando tal estruendo a costa de su paciencia.

La joven y Yazán salieron del camarote, dejando al viejecillo descansando. Su salud es tan delicada que no se atreven a importunarle con quehaceres innecesarios.

Por el pasillo, hasta el camarote del Capitán, apenas hablo, mi cabeza no deja de pesar en el maldito cofre, y no puedo evitar tener malos presagios.¡No, Elhediel, debes quitarte esas tonterías de la cabeza!

Ya frente a la puerta, espero unos segundos para ver si oigo ruidos dentro, o reina un silencio sepulcral…sólo faltaba despertar también al Cyryatán. Con el mal humor de los últimos días, es capaz de colgarnos del palo mayor. Que buenas migas haría con la tusona de Elenna, el mismo carácter agrio…el corazón duro como una piedra, hasta juraría que las mismas cicatrices. Si, definitivamente el Capitán no es para mi, el necesita una mujer como la cómitre , o como cualquier pelandrusca de taberna barata, más rodada…en todos los sentidos.

Llamo a la puerta, con el puño cerrado, con los nudillos…lo suficientemente alto como para que se me oiga en caso de estar despierto, y lo suficientemente bajo como para no responder en caso de estar con la oreja pegada a la almohada.

- Toc, toc, toc.

Como llevada por un impulso, agarro el saliente que hace a su vez de pomo, y empujo la puerta para ver si está abierta.

Desde el otro lado de la puerta se oye vociferar a Cyryatán.

- Mierdaaaa, ¿QUIEN VA? - grita el Capitán, parece que está enfadado, como si reprochara a quien fuera que estuviera causando tal estruendo a costa de su paciencia.

Me giro hacia yazán - Será mejor que hables tu, creo que en estos momentos es más prudente.

Elenna estaba disfrutando de las caricias del capitán, aprovechaba cada segundo que estaba pasando con él como si fueran los últimos. De repente un fuerte golpe en la puerta los interrumpe, echa una mirada asesina hacia la puerta –muy oportuno…-piensa malhumorada- ni un rato de disfrute…

Sigue de rodillas encima del lecho- te reclaman…- le dice en un susurro a Cyryatan- tu amiga…- añade malhumorada por el improvisto a la vez que se incorpora y se aleja del capitan.

Yazân carraspeó.

- Mis respetos serah Cyryatan - empezó a hablar, en tono formal, usando un distintivo honorable de su tierra para dirigirse al capitán - Soy Yazân y estoy junto a Elhediel, nos preguntábamos si dispone de unos minutos para poder hablar sobre nuestro próximo destino y de vuestra misión en Pelargir. - luego miró a Elhediel, con cara de circunstancia.

- Apenas hemos podido hablar desde que llegasteis, y me gustaría estar al tanto de lo que ocurre en el navío, como teniente.

 Yazân puso mala cara, pues no era un buen síntoma lo que había percibido. Bajo la voz y susurró a Elhediel.

- Parece que ha atrancado la puerta.. - dijo mirando de reojo, mientras esperaba la contestación del capitán Cyryatan - Lo que significa que no quería interrupciones ni visitas inesperadas, parece ser.. - dejó caer el último comentario con ciertos aires de sospecha.

No era la primera vez que el haradan hablaba y confiaba con aquella mujer corsaria, pues largos días de viajes navales, habían dado mucho tiempo para congeniar con la numénóreana. Aunque esta vez, al parecer el lazo de confianza entre estos había crecido, al compartir las mismas sospechas y malos augurios venideros.

- En otro momento, teniente. Ahora tengo algo entre manos, no creo que el buque se venga a pique por una o dos horas más de espera. - Dijo la cruda voz de Cyryatan que llegaba algo opaca desde el interior de su camarote. Estaba claro que sus subordinados no habían elegido el mejor momento para plantear sus inquietudes y aquello le había perturbado bastante y distraído de lo que fuera que estuviera atendiendo en esos instantes.

El Capitán ha perdido el norte, ¿en que momento la misión ha dejado de ser lo más importante para él?. No será...que está perdiendo facultades, que no sabe distinguir las prioridades. Cómo siga así, va a tener que dar más de una explicación.

- ¡Capitán, creo que es mejor que abra la puerta! - digo en tono medio firme y seguro, sin que parezca una amenaza - el buque no sé, pero nuestra seguridad está en peligro. Además, no creo que lo que tenga entre manos sea tan importante como lo que venimos a decirle, de buen seguro puede esperar.

Me impaciento por momentos.

- Venimos del camarote de Kreontas, él está al corriente de todo. Le hemos informado que venimos a reunirnos con usted.