Partida Rol por web

Elenna se disponía a dirigirse a su puesto de trabajo cuando de golpe es interrumpida por Yazan.

-¿Qué? –pregunta con un semblante serio y un tono severo. Cuando estaba mal humorada le era imposible disimular su estado de animo.

-No, el capitán no sabe nada…-añade a la vez que le da la espalda- mejor que vayas tu a avisarlo…- comienza a caminar sin esperar respuesta.

Veo como Elenna aparece por la cubierta, ya ataviada en sus ropajes no parece tan desvalida. No puedo evitar lanzarle una mirada desdeñosa. Para mi disgusto, Yazán quiere comunicarse con ella, pero yo...yo no estoy de humor. Debe ser que estoy en esos días del mes.

Me alejo lo más rápido posible,  nada me apetece un nuevo encontronazo.

Y cuando esta dispuesta a bajar a los aposentos de Kreontas para informarle de los últimos acontecimientos, cambio de idea. Apoyado en la regala, y con lo que parece una ramita de algo en la boca, diviso a Roncillo farfullando, y sólo. No acierto a entender nada de lo que dice, pero de buen seguro anda molesto conmigo, por mis palabras ante sus indiscretas y molestas preguntas. Y, como no nos interesan los escándalos ni la publicidad barata, es mejor tenerle cerca. Así que, decido tantear...

- ¿Que?¿Contemplando la mañana?- le digo riendo - Bonito paisaje el nuestro, pese a estar todavía en aguas peligrosas.

Roncillo está adujando cabos cerca del palo de trinquete con cara de malas pulgas. Cuando apareces, para un instante, mas pronto continúa con sus labores como si nada pasase. Ni siquiera te ha mirado.

-Mientras sople el viento, todo me parece bien-rumia por fin, sin dejar sus labores a bordo.

Otro de los marinos que anda por ahí compartiendo labores con Roncillo, te increpa:

-Mujer, podrías hacer algo que no sea pasear el culo de proa a popa por la cubierta-el corsario es alto y fornido, y de tez cetrina; Vula, crees que se llama. Y cierto es que nunca habíais tenido demasiados problemas con la tripulación del Manawnûl pues el capitán os tenía muy protegidas, pero últimamente Cyryatan parece desaparecido...

Roncillo no parece estar muy por la labor de parlotear, y cuando ya estaba dispuesta a retirarme...unas desafortunadas palabras llegan a mis oídos.

Habrase visto, semejante impertinencia.

- ¿Acaso no es mi culo de tu agrado?- le digo en tono de burla - Debes de ser un grumete novato o más bien un poco despistado, y conste que no quiero ofender, pero tal vez debería alguien de refrescarte la memoria, pues acabo de llegar de un largo viaje y todavía no he tenido tiempo ni de descansar...así que...da gracias a que es mi culo lo que ves...y no la soga donde podrían haberte ahorcado de haber salido mal la misión.

Para malas pulgas las mías, tantas prisas por recoger el dichoso cofre...y todavía el Capitán no se ha dignado a mostrárnoslo.

Yazân aprovecha para ir a hablar con sus hombres de confianza: Haak'r y Salêm. Al llegar a su posición les da una leve palmada en el hombro, cosa que ellos entienden rápidamente como que su teniente quiere hablar con ellos a solas.

Cuando se alejan un poco empieza a preguntarles que tal les va todo durante estas maniobras, que piensan del tiempo y del viento que están teniendo, vamos preguntas sin ninguna importancia. Al cabo de unos instantes, cuando cree que nadie está escuchando, empieza a hablar en un tono mas bajo, usando su lengua natal, el haradaico.

- Bien, hay algo mas que necesito de vosotros chicos. - dijo aprovechando para mirarles a los ojos - Quiero os acerquéis a los camarotes, disimuladamente y vigiléis quien entra y quien sale. Quiero tener controlado al capitán, mas que al capitán - corrigió - su camarote. - acabo explicando el haradan.

- Cuando haya cualquier novedad, me informáis.. - dijo y espero a que sus hombres le confirmasen que habían entendido.

Yazân aprovecha y se va a hablar con sus hombres de confianza. En esos momentos hay que esperar que los vientos les sean favorables para poder llegar bien al destino y que no les vea ningún barco de Tolfalas.

No sabes cuánto tiempo llevas dormido cuando llaman a la puerta.

Tras unos instantes de espera vuelve a llamar, esta vez más insistentemente.

-¿Capitán? Soy Kreontas. ¿Todo va bien?-parece el viejo astrólogo, y parece que quiere que le abras.

Al escuchar la voz del viejo sabio, el capitán corsario se reincorporó de su letargo y procedío a vestirse con apuro para precipitarse luego sobre la puerta, quitarle la traba y finalmente abrirla. Se contentó bastante cuando vió al frágil Kreontas parado frente a él, aunque su talante algo atormentado no dejó filtrarse al exterior tal emoción.

- Adelante, viejo amigo. Creo que tienes algo que ver aquí adentro... - Dijo en voz baja mientras hacía pasar al astrólogo y aseguraba la puerta luego de ello. Inmediatamente después y sin mediar palabra, fue hasta el rincón donde se encontraba el cofre , le desenvolvío y lo cargó hasta una mesa a la vista del anciano místico.

- He aquí la condenada fuente de nuestros viajes... ¿Qué puedes ver en él, Kreontas? Tu sabes donde mirar, quizás tengas alguna buena respuesta para todo esto...

El semblante de Kreontas se oscurece al contemplar el cofre, tornando su aspecto más demacrado y cetrino que de costumbre. Después se acomoda. Todo lo que uno se puede acomodar en el camarote de un incursor corsario. 

-He tenido pesadillas -dice por fin-. Temeroso por su influencia, procedí a  rezar las cinco veces preceptivas delante del fuego sagrado -ritual diario al que están obligados todos los haradrim, como ya sabes-. También sabes que cuido minuciosamente el ritual, pues Allah* es muy receloso de cada detalle -el viejo astrólogo hace una pausa para tomar aire- Aún así, cada vez que recé se apagó la llama -entonces lo interrumpe uno de sus accesos de tos. Esta vez su pañuelo se tiñe de salpicaduras rojizas. Lo dobla con cuidado y vuelve a metérselo en la manga, el aire indiferente-. Agoreros augurios me temo.

Después examina el objeto con cuidado.

-Extraños símbolos -murmura con un hilo de voz-, no pertenecientes a ninguna raza de los Pueblos Libres ni de los orcos. Hermoso e inquietante -continúa mientras espulga el cofre-, resistente -dice, golpeándolo con el nudillo- y como me temía... ¡bien protegido mágicamente!

»Necesitare tiempo para analizarlo minuciosamente. Tiempo de estudio-termina, insinuando que tendrá que enfrascarse en su estudio, quemando velas y pestañas en su camarote como ya ha hecho otras veces.

- Que así sea, entonces. Puedes llevártelo a tu sitio si lo deseas o bien permanecer aquí mismo estudiándolo. Por mi parte supongo que varias voces me reclamarán ya en cubierta. Tengo que volver al caos, es mi patria... -  Expresó algo resignado el capitán, aunque algo más calmo por dejar el cofre en manos del confiable astrólogo. Procedió entonces a armarse nuevamente para la ocasión por si las dudas algún enemigo venía a sorprender a su barco por esas aguas, y luego de ello salío de su camarote a paso firme para reaparecer finalmente en cubierta despuès de algunas horas de merecido descanso.

Justo en ese momento, Cyryatan hace gala de presencia en cubierta. Y por la altura de Arien que no habrá dormido más de cuatro horas. Al aparecer el capitán cesa todo rumor de conversaciones, un silencio roto sólo por las voces de rutina intercambiadas entre el piloto y el timonero, señalando aquél que todo estaba limpio delante. Entonces, únicamente oís el crujido de los palos y el rumor del agua bajo el Manawnûl.

Cerca del palo de trinquete, Elhediel habla con Roncillo mientras adujan cabos. Salêm y Haak'r, dos corsarios veteranos del Manawnûl, pasan a tu lado, y entran por donde tú has venido. Más allá está Yazân, y Elenna también anda por ahí, apoyada en la regala a babor, a sotavento, y mirando hacia el inmenso mar, meditabunda.