Partida Rol por web

Kreontas prefirió estudiar el objeto el su despacho -si a ti te parecía bien, por supuesto- y te indicó que nadie lo molestara. Al menos hasta la mañana siguiente. Parecía que no tenía previsto dormir esa noche.

Salêm y Haak'r iban a ello, mas al ver aparecer al capitán de repente, disimularon lo mejor que pudieron y tiraron pa´lante ^^.

- ¡Maldición, Roncillo! Por un momento creí haberme despertado de mi pesadilla, aunque ahora que veo tu cara de hijo de puta de nuevo comienzo a dudarlo seriamente, camarada... - Exclamó jocosamente el capitán, acompañando su gracia con un par de no muy delicadas palmadas sobre las rústicas espaldas del veterano corsario. Pero pronto el talante festivo se desvaneció en el rostro de Cyryatan para volver a la seriedad que su oficio le demandaba. Miró entonces con severidad a Roncillo y volvío a hablarle en un tono màs inquisitivo esta vez:

- Ahora bien: ¿Cuàl es nuestra situaciòn, acaso me he perdido de algo...?

-Pues no se ha perdido mucho... eh... capitán, hemos tenido que ceñir para evitar las Torres Vigía gondorianas al norte y hemos pasado un poco de tensión al pasar el Estrecho de Uinen -hace una pequeña pausa para tragar saliva-, pero lo peor ha pasado. Azrûbel y Andrea han sabido estar a su altura, si me permite, señor... capitán.

Yazân alzó la vista al oír al capitán y miró en su dirección, seguramente como la mayoría de la tripulación, que se empezaban a preguntar donde se habría metido. Aprovechó el cambio de postura para cruzarse de brazos y apoyarse a una de las escaleras de cuerda que bajaba del palo mayor.

El haradan asintió a sus compañeros Haak'r y Salêm cuando pasaron a su lado, a modo cómplice saludo, y siguió atento a los movimientos del capitán mientras esos dos pasaban de largo.

- Vaya vaya.. - dijo, rompiendo su silencio, con su marcado acento. - Al final has decidido salir de la cueva, capitán.

- Estaba algo aturdido luego de todo ese escándalo que montaron Elhediel, Elenna y tu mismo en mi puerta. Y de no haberme encontrado tan agobiado por el viaje y otras preocupaciones te aseguro que hubiera echado por borda a nuestra simpática comitre. Esa mujer tiene que cambiar sus locas maneras, esto no es otra incursión de fuerza bruta y sandeces, lo que tenemos como objetivo no puede ser más serio... - Reflexionó Cyryatan bastante molesto al recordar el mal trance vivido algunas horas antes en su habitación.

- ¿Y qué puedes contarme de lo ocurrido en mi ausencia? ¿Has visto algo notable que pueda habérsele escapado a ese bestia de Roncillo...?

El Capitán se ha dignado a hacer acto de presencia. Bueno, de no muy buena presencia...su imagen es de todo menos agradable. Los mechones de pelo ahora caen por su cara, marcada por las sábanas, apegotonados. Sus brazos fornidos apenas se vislumbran bajo tantas capas de lodo, fango o lo que quiera dios que sea eso. Sus ropajes huelen a todo menos bien. No es que nuestra vida sea fácil, no es que en alta mar gocemos de demasiados privilegios...pero...un poco de agua salada no le iría mal.

- ¡Capitán! - digo dando dos taconazos en el suelo para hacerme notar, ha pasado por mi lado y ni siquiera ha tenido la galantería de mirar...y para más inri...sólo se dirige a Roncillo, cuando yo estoy a un metro escaso de él - cuando tengáis un momento, me gustaría comentarle unas cosas...pero cuando pueda, no quiero volver a importunar.

Dicho lo cual, me doy media vuelta y me dispongo a marchar.

- Como ha dicho ese bruto, lo peor parece que ya ha pasado.. - comentó, y luego echó una mirada a su alrededor - Aunque sería un buen momento para que nos contase mas detalles sobre la misión, sobre ese maldito cofre y demás. Los hombres empiezan a preguntarse de qué va todo esto y empiezan a impacientarse.

Se calló durante unos instantes y luego bajo la voz.

- Y a titulo personal, me gustaría que me contaras que ocurrió en Pelargir y que piensas sobre todo lo que está ocurriendo. - comentó no sin disimular una mueca de desagrado. Tampoco entendía el cambio de actitud del capitán, pero seguramente todo tenía que ver.

- .. pero bueno - concluyó - ahora hay que poner rumbo a nuestro maldito destino.

- Que así sea, Elhediel. Pero espero que sea algo que valga la pena escuchar... Despuès de tanto alboroto creo que no me conformaría con menos de un "Las flotas de Gondor han sido finalmente derrotadas, Umbar prevalece! Saqueo, grog y putas occidentales para todos!"... - Respondío con sarcasmo  el numenoreano ante la solicitud de la altiva mujer de generosas curvas y cabello carmesí.  Cyryatan se consolaba con suponer que al menos en la distancia y en la indignación contra él aquellas mujeres quizá pudieran momentáneamente olvidar su rivalidad y centrarse en sus labores. En realidad era conciente de que esa teoría era improbable y que de alguna manera ambas corsarias hallarían la forma de seguir sembrando el caos sobre y fuera de cubierta, pero soñar no costaba nada...

Elenna mira por encima de su hombro en cuanto escucha la voz del capitán, se gira y lo observa con un rostro neutral.  Da un par de pasos hacia sus compañeros para escuchar la conversación.- si, estaría bien hacer una reunión conjunta…-hace una pequeña pausa- así sabremos con más detalle que podemos aportar cada uno en esta misión…- añade a la vez que apoya  una de sus manos en una de  sus caderas.

Me aclaro la garganta, seca y sedienta, estoy empezando a necesitar un buen trago de algo.

- Bueno, Capitán, más o menos es lo que ha venido a decirle Yazán...ejem...sobre la misión. Es por lo que quería hablar con usted, y por lo mismo que hace un rato fuimos a su camarote, creemos que es necesario con urgencia una reunión.

- Lo de la reunión ya lo tengo previsto: Yazán, encuentrate pronto con Andrea y Azrubel y no se demoren en dirigirse a mi camarote. Allí hablaremos los cuatro acerca de la tarea que nos moviliza. Y antes de que lo preguntes, Kreontas no debe ser perturbado en esta ocasión. El viejo se encuentra ocupado en algo que requiere de su total atención, mejor así... - Advirtió el sombrío capitán todavía preocupado por la endeble salud del sabio astrólogo haradan, quién sólo parecía debilitarse con el paso de los días coincidiendo desgraciadamente con el momento en que más útil podía ser para su cometido.

Yazân asintió al capitán y se encaminó a buscar al contramaestre y al oficial. Antes de alejarse de ahí dirigió una mirada de complicidad a Elhediel. Sabía que a la corsaria le habría gustado estar presente, sobretodo después de lo que había pasado y de los extraños pergaminos que poseía. Pero ese no era momento para discutir esas cosas con el capitán, pues ya tenían suficiente que se hubiera decidido a reunirse con ellos.

Se fue a buscar a Azrubel y Andrea para luego dirigirse a los camarotes del capitán.

- Ahora nos vemos.. - dijo antes de marcharse.

Azrûbel y Andrea -quien deja a Kirik al mando del Manawnûl- siguen a Yazân hasta el camarote de Cyryatan, ansiosos por saber de una vez qué se cuece en la quijotera del capitán.

Le regalo a Yazán una de mis mejores sonrisas antes de que parta, lástima no tenerlo por Capitán...de buen seguro andarían mejor las cosas. Un Capitán que no sabe tener subida la bragueta, por no mencionar sus ataques repentinos de locura y cambios de personalidad...¡Eru me libre!. Doy un bostezo, estirando tanto los brazos que parece que quiera tocar el sol.

La vida en alta mar, cuando apenas hay cosas que hacer...es tan plancetera. Me acerco a la regala y me apoyo con ambos brazos, fijando la mirada en el horizonte. Que tranquilidad, que belleza, podría estar así horas y horas. Me atuso los cabellos, peinandolos suavemente con los dedos, desenredando los pequeños nudos que se forman con la humedad.

Que me importan las reuniones de hombres fanfarrones, sudorosos y mal olientes, cuando tengo semejantes vistas.

Elenna observa la situación, no hacía falta ser muy listo para percatarse que el capitán no contaba con ellas- seguro que quiere darnos una lección…-piensa para si misma- ¡JA!- saca una carcajada secante, dando media vuelta. Que le importaba a ella esas reuniones mientras pudiese seguir haciendo lo que más le apasionaba…. Dar con su látigo a seres miserables.

-Si ellos supieran lo que me dijo el capitán… no irían tan a la ligera a su camarote…

- ¿ Va todo bien, Azrûbel ? ¿ Y cómo te estan tratando las olas detrás del timón, Andrea ? - Comentó distendidamente el capitán a la par que saludaba a cada uno de los tripulantes mientras iban pasando al interior de su refugio. Cuando todos estuvieron acomodados el interior, Cyryatan se tornó para asegurar cerrar la puerta y acto seguido caminó con seguridad hasta la burda mesa que decoraba su camarote y alrededor de la cuál se habían acomodado sus oficiales.

- Intentaré ir al grano, ustedes me conocen y saben que no me hace mucha gracia aquello de dar vueltas para decir las cosas, por muy crudas que sean... Tenemos en nuestro poder a estas alturas el cargamento que debemos transportar hasta la isla marcada en el archipiélago de Tol Uialgaer. Lo que se encuentre en su interior no podemos averiguarlo ya que romperíamos nuestra parte del trato con los altos mandos y los brujos, y seguramente cualquiera de esos desgraciados tendrá a mano alguna manera de descubrir si alguién anduvo fisgoneando por donde no debía. Es por eso que lo único que podemos hacer es entregar ese maldito cofre y desentendernos del asunto una vez termine todo. He comisionado por las dudas a nuestro buen Kreontas para que examine el recipiente, aunque dudo que aún él pueda sacar algo en limpio de esa cosa. No hay mucho más que deba decirles, aunque escucho inquietudes si tienen algo que deseen aclarar antes de volver a sus puestos...

Cyryatan se mostraba algo más sosegado luego de haber podido descansar medianamente bien durante un puñado de horas. Aún así su aspecto seguía siendo muy poco recomendable, lo ideal para un barco corsario de tan larga fama.

Azrûbel frunce el ceño -No tenía noticia de brujos... ¿A qué brujos os referís, capitán? Ya sabéis que odio la magia- contesta el contramaestre, un tanto desabrido.

-De todas formas no veo a qué se debe tanto misterio por un maldito cofre -interviene Andrea, que te había correspondido el saludo afirmando con la cabeza en indicación de que le iba bien-, ¿Qué puede haber en un cofre que sea tan valioso? ¡Andrea no ansía algo que quepa en un pequeño cofre! ¡ya sabe capitán que a mi me gusta la libertad que ofrece el mar, un buen barco bajo mis pies, mujeres y todo el aguardiente que pueda beber! ¡Y eso ya lo tengo!

- No pretendo averiguar el linaje de la condenada cofradía de esos hechiceros, solo voy a entregarles el cofre y nada más. Y si odias tanto a esos sujetos será mejor que te mantengas en cubierta, mi viejo amigo. Lo último que queremos es complicarnos la vida batallando a brazo partido contra esa panda de proxenetas y sus místicas artes. - Respondió el líder del Manawnul, algo fastidiado por la terquedad de su veterano marinero. Estaba claro que a nadie le agradaban demasiado esos tratantes de conjuros y maleficiosos, pero si el negocio era entregarles el cofre entonces lo harían aunque tuvieran que apretar muy fuerte los dientes y encerrar todo el orgullo que sintieran en sus pechos.

- En cuanto a lo que pueda haber o no adentro, Andrea, supongamos simplemente que será algo lo suficientemente valioso para ellos como para contratarnos a nosotros en singular misión. Quizá sólo sea una de esas relíquias simbólicas,  un idolo oscuro de tiempos aún más oscuros que los que vivimos ahora. ¿Quién sabe...? Quizás antes del final tengamos noticia de ello, pero por ahora hagamos sencillamente lo que vinimos a hacer...