Partida Rol por web

Hermosa vision la de la imponente torre de Tirith Aear, que se alzaba elegante sobre la ciudad de Lond Ernil. Esa construccion elfica era capaz de llenar el corazon de esperanza. Una esperanza casi perdida en los ultimos dias. Habian logrado escapar, al menos de momento, de las garras de sus enemigos.

Trepando por los acantilados, caminando por senderos imperceptibles, al borde del precipicio; Medio muertos, doloridos, agonicos y cansados. De esa manera habian pasado esos ultimos dias, huyendo. Ahora Gaelitos, que tan bien se estaba portando con ellos, los conducia entre las sombras, y lejos de miradas inoportunas, hasta la seguridad de su hogar. bueno o eso al menos pensaba, los paladines de Salmar, con su concha como estandarte, tendrian un lugar en el que reunirse, eso podria denominarse como hogar, y ofreceria la seguridad que necesitaban para recuperarse.

A la dama Aerwen...

Bueno, pues basicamente lo que hemos encontrado en N'gurth. Los hombres pez y sapo. El nigromante y su ayudante. Las catacumbas, los enemigos persiguiendonos desde el mar y por los acantilados. El ambiente en el pueblo, que era de desconfianza y recelo. Basicamente era lo que ella queria averiguar, la bruma cerca del mar, los saqueos. No pasamos por Sarlond y Ostara, pero en N'gurth parecen concentrarse aun mas esos fenomenos por culpa de los hombres pez.

El hombre que escapo del calabozo y que salto por los barrotes al mar, bien podria ser uno de esos seres.

A Gaelitos...

Bueno pues le pregunto por el camino cosas que el pudiera saber.

Quizas las palabras aquellas en otro idioma (Iä! Iä! Ossë fhtag! Ph´ngui mglw´nafh Ossë R´lyeh wgah-nagl fhtagn...). Por si a el le dicen algo.

Por que nos envio al peligro de N'gurth.

Sobre el sueño, por si sabe el significado, le describo los simbolos que aparecen en el y le hablo sobre la criatura marina que en el sale.

Le pregunto sobre Zarono el negro, la orden esoterica de Osse

A Gaelitos durante el viaje...:

El pequeño Brago ahora esta solo, pero he de suponer que puede ser un niño con mucho futuro, no soy quien pero me gustaría, que tomases en custodia al pequeño, merece una vida mas tranquila que la que yo llevo, y ser un servidor de tu orden bien podría merecer tener entre sus filas un corazón fuerte como el del chico.

Gaelitos, amigo, te suena de algo el nombre de Manawnûl, de ser así a que se dedica y donde se le podría localizar. A la par de saber como poder llegar hasta allí.

Quien conoces que firme con la garra de un halcón en sus documentos, pues encontré varios en aquellas estancias pútridas, y por lo menos uno que me llamo la atención tenis eso por firma.

Por cierto que sabes de esa tenebrosa magia que usaron contra mi, hay algún medio para luchar contra ella?.

Dama Aerewen: tengo alguna cosa mas que añadir a lo expuesto por maese Aerengol, lo primero necesitaría un mapa de esta ciudad para intentar señalar una zona en el... (la describo y/o señalo la zona en cuestión que vi en uno de los pergaminos), no se que propósitos tendría tener identificada esa zona, pero junto a ese pergamino encontré este otro....

‘Dentro de un mes a lo sumo llegarán los enviados para recoger el Presente. No conozco a los enviados y tampoco me importan, yo simplemente soy un intermediario. Si los han mandado Sus Paternidades será porque son capaces, y de confianza. Estad preparados. Y pedid a Vuestro Señor que interceda por ellos si precisaran ayuda para salir de Pelargir, o para llegar. Yo cumpliré mi trabajo en tierra, mas el Mar es cosa vuestra. Lo importante es que el Manawnûl consiga su propósito’.

Y firma con lo que parece la garra de un halcón. Como si hubiera metido la misma en un tintero y la hubiera plasmado en el pergamino.

 La información que me ha proporcionado Gaelitos complementara y ayudara al esclarecimiento de esta nota.

Señora, ahí abajo no había muchos de ello, sino cientos, bien podrían ser un ejercito bien organizados, y apoyados por la magia negra de sus Clérigos oscuros paridos por su misma madre, y discúlpeme que use este vocabulario en su presencia... eran incansables, aunque no muy duchos, la superioridad numérica jugo un facto muy a su favor... si además esperan mas refuerzos...

Hay que localizar sin falta a Manawnûl,  y sacarle la información aunque sea... a tiras.. y pese que en un principio no estaba desacuerdo con estos métodos, después de haber visto y vivido en mis carnes esta situación, estaría dejando pasar por alto tales actos a pesar de poder perder mi favor para con los dioses, de los que llegue a perder en los flacos momento su Fe.

Y detalle que Aerengol no se si menciono, y que puede que sea el motivo de los barcos desaparecidos y el terrible destino de sus tripulantes... estos seres bien y sigilosamente como pez en el agua se movían por el mar... acaso podrían haber estado abordando los barcos...

Y para que dirá su merced. pues en aquel impío lugar con los humanos que capturaban, los despellejaban vivos, y estos cuerpos ya sin fiel atados y torturados los dejaban morir en su sufrimiento lento y agónico,; estos pellejo estoy seguro que los usan para pasar desapercibidos entre nosotros, y aunque bien poco parecidos, nadie en la lejanía se percataría de ellos, habría que informase si alguien en la ciudad ha visto a gente de similares características, pues de ser así, estaríamos frente a unos espías bien infiltrados en nuestras filas, y con posibilidad de estar al tanto de nuestros planes, mi señora...

A Atandill :viejo amigo, ahora que harás, cual es tu destino, pues al final salimos todos con vida de aquel lugar...

A Brago, Brago ya no eres un niño despues delo vivido, es hora de que tomes el camino que los dioses te has mostrado, ves con Gaelitos (si accede) y aprende de su sabiduria... el sera para ti un buen maestro.

Gaelitos os guía entre acantilados y serpenteantes senderos, hasta una cala secreta donde, tras unos arbustos camuflada, tenía una barcaza. Y con ella os encamináis hasta un islote perdido. Os dice que ahí está la guarida de los paladines de Salmar, lugar sagrado y secreto. Y que nada sobre este lugar y lo que aquí acontezca podréis decir nunca bajo juramento a Ulmo, os dice con el semblante serio.

La luz indecisa del amanecer silueteaba la barcaza según os acercabais al islote. Sus orillas, desnudas por la marea baja, se deshilaban en la bruma que la noche había dejado atrás. Eso daba impresión de paisaje irreal, como si aquella porción de tierra neblinosa fuese parte misma del cielo y del agua.

El cielo plomizo empezaba a abrirse al oeste, y un arcoiris asentaba allí sus colores, apoyados sus extremos en los arrecifes y rocas de la orografía de la península de Belfalas. Mientras, un haz de Arien muy limpio y luminoso, casi cegador -el mismo que debió alumbrar Arda en el Ainulindalë (la creación de Eä)-, tornaba azul, a lo lejos, La Concha de Salmar, la morada de los paladines de Salmar.

La brisa del mar es ligera, con el olor a fango y algas de la marea baja. Unas campanas sonaron a vuestra llegada, cercanas y ensordecedoras, levantando un aleteo de gaviotas que surcaron la penumbra amarillenta en todas direcciones. Entre las rocas, asomaba un pináculo de ancestral mampostería, sin duda la torre de un templo excavado en la roca. Una vez allí -en realidad eran cavernas naturales donde moraba la Orden de Salmar-, sois recibidos por un par de paladines. Armados de punta en blanco, con la concha de Salmar sobre sus elegantes sobrevestes de tafetán blanco y azul celeste. Saludan a Gaelitos, tratándolo de su Excelencia. Y después a vosotros, con suma amabilidad.

-Por la sangre de Edhelion que me huelgo de veros, su Excelencia-llevaban puesto un jaco de los que llamaban de once mil: una fina cota de malla de acero, algo pesada e incómoda -sobre todo en verano-, pero buena para repararse el torso de cuchilladas inoportunas por delante  y por detrás.

Gaelitos os guía por los corredores hasta una gran estancia con una gran mesa de madera en medio, donde os dan de comer. Un caldo de marisco caliente y pescado con patatas. Todo en silencio, ni siquiera el parlanchín Atandil se atreve a abrir la boca. Quizás por lo solemne del lugar o quizás por el cansancio acumulado (sus ojeras son enormes, presumiblemente igual que las vuestras). Unos hachones crepitan al fondo de la caverna iluminándola parcialmente, dando un aspecto tétrico pero acogedor.

…miro a mi alrededor, entre sorprendido y sobrecogido, pues aun conservo frescos los recuerdos de mi ultima estancia bajo tierra, y un acusado escalofrió me recorre desde los pies hasta justo después de la nuca, esa electrizante sensación me pone los bellos como escarpias, no vacilo ni un segundo por no perder el paso de Gaelitos y por abandonar con premura es aunque sagrado, angustioso lugar...

Apurese Gaelitos.... digo ansioso por salir de aqueste lugar...

Mas galerias, el hogar de los paladines de Salmar no era otra cosa que galerias. De nuevo bajo tierra, era abrumadora la idea de tener que volver a su interior. Pero esto era diferente, resultaba acogedor, estimulante. Un sentimiento de calma y tranquilidad envolvio el corazon de Aërengoll. Se sentia protegido, y en realidad asi era, los paladines, pulcros, rectos y atentos, vigilaban aquel lugar, nada podria pasarles alli dentro. Con la promesa de no revelar jamas su ubicación, se adentraron.

Siguieron a Gaelitos por aquella laberintica maraña de tuneles, en el camino muchos se mostraban contentos por su regreso. Finalmente llegaron a una amplia sala, donde les agasajaron con comida. Comida caliente, hacia dias que no probaban algo asi. Una sopa de marisco, bien densa, especiada y con un intenso sabor, estaba realmente bien cocinada. Detrás patatas y pescado. El pescado era blanco, no sabria deir cual, pero estaba delicioso, con las patatas y otros ingrediente que le daban un particular sabor.

Despues de dar buena cuenta de la sencilla, pero estupenda comida, Aërengoll se recosto hacia atrás en su silla. Estaba a gusto alli, viendo las sombras que las hogueras dibujaban en las paredes. 

Olvidóseme mencionar que con las viandas, también se había traído una gran damajuana llena de vino, que hizo que Brago derramara lágrimas de gratitud, cuchara en mano, y Atandil, mover el mostacho con mucho tesón y mucho silencio, mientras ambos embaulaban a dos carrillos, como esos canes  que por tragar no mascan.

Al fondo, otro de los paladines engrasaba el cuero de su talabarte con la rutina del soldado profesional, alzando la barbilla para observaros, con cierta curiosidad, de vez en cuando. Sabían en qué asuntos se andaba Gaelitos, y admirábanse de vuestro cuajo si con él os movíais.

Una vez habéis despacho la comida -ni recordabais la última vez que comisteis como Eru manda-, los paladines se preocuparon por vuestra salud y os atendieron allí mismo. Cosían las heridas más profundas con piola fina y aguja y os aplicaban un curioso ungüento que habían traído en tarros de cristal. Todavía a estas alturas estabais exhaustos, así que os recomendaron descansar. Mañana sería otro día.

Al día siguiente, Gaelitos os despierta pronto. Y os conduce hasta una estancia retirada, dentro de la caverna. Dos candelabros con  gruesas velas encendidas a cada lado aportan la luz necesaria. Hay una jarra de barro llena de vino y tres copas de la latón sobre una mesa. También cuatro taburetes de madera. Mientras os pregunta qué tal habéis pasado la noche se prepara la pipa para fumar. Finalmente, os pregunta si queréis un poco de vino -Atandil ya tenía la copa alzada- y comienza a dar cortas y profundas caladas a la pipa.

-Es hora de hablar. De qué hemos visto y de qué no hemos visto -Gaelitos da una prologada calada a su pipa de roble y cedro, y expulsa un par de oes tan perfectas que más parecía el propio Gandalf que un vulgar adan-; ya me entienden vuestras mercedes.

Atandil pestañea repetidas veces, sorprendido por el gesto adusto del paladín de Salmar.

»Explicar estas sutilezas a las autoridades de turno no siempre es fácil. Afortunadamente, con vuestras mercedes no será difícil pues han tenido el infortunio de presenciarlo con sus propios ojos-hace una pausa para acomodarse en el taburete, apoyando la espalda contra la pared de roca, y atacar de nuevo la pipa-; así que, como ya sabrán, estamos ante un caso que roza la locura... si no supiéramos de sobra que los límites de ésta no siempre están claros. La última frase la dice como para sí, en un susurro. Después relaja un poco el gesto.

-¡Que me lardeen como a un haradrim si alguna vez hubiera imaginado algo así, su Excelencia!-suelta Atandil con su desenfado habitual.

Gaelitos, como si ni siquiera hubiera oído al bardo, continúa:

»Por eso tenemos que saber medir qué debemos decir a las autoridades de Pelargir y qué no ... -nuevas bocanadas de humo cargan la estancia, que bajo la mortecina luz de las velas dibujan formas fantasmales- sólo se asustarían y darían pasos en falso. Nosotros llevamos mucho tiempo detrás de Obed y esa malcarada secta, y creo que podemos encargarnos solos. Ya habrá tiempo de que intervenga Gondor. Léase Pelargir o Minas Anor, y todos esos pisaverdes que hollan sus palacios de mármol-Gaelitos retuerce impertérrito su mostacho de vencejo. Y bajo la mortecina luz de los hachones, muestra una formidable catadura.

Maese Gaelitos, me debo lealtad también para con nuestra señora Aerewen, quien además nos encomendó esta peligrosa misión y a pesar de ciertos detalles con sus leyes, creo que ha de ser informada....
O se refiere a otra cosa, pero por favor explíquese con claridad, que mi mente aun no esta repuesta del todo y me cuesta entender los entresijos de sus palabras....

Gaelitos se retorció un poco más su fiero bigote de vencejo, y te miró fijamente. Hasta ahora nunca lo habíais visto tan serio.

-Vuestra merced sólo debe lealtad al Maestro de su Orden* y a Ulmo. Y en última instancia a Eru, El Único, El Misericordioso. Y no creo que esté en condiciones de dudar del buen juicio y la lucidez de los servidores de Señor de las Aguas y sus Bienaventurados maiar-Gaelitos había parado de fumar. Mientras, de fondo, oís como Atandil traga saliva.