Partida Rol por web

En realidad, ninguno de los dos curiosos aventureros tenía claro lo que buscaban. Pero cuando Atandil tenía una idea o una palpitación, difícil era pararlo. Al menos ahora, lo peor que podía pasaros no era que os arrancasen la piel a tiras y os sacrificaran a una impía y voraz deidad como era Dagon.

Bueno Atandil, al parecer todos los Paladines estan haciendo lo que nosotros tendriamos que haber estado haciendo desde hace un rato... ¿no crees?

-Me sorprende la facilidad con la que os rendís, maese Erandil. Esperaba más cuajo y más perseverancia de su parte. Quizás podríamos encaminarnos a la salida, que de seguro tendrán apostados guardias. O quizás podamos dar con alguna sala principal o algún monje con insomnio pululando por los corredores.

-¿Oye algo vuaced?¿Tiene alguna intuición?

..mis intuiciones en este asunto no estaban ni claras, a lo que respecta de las intenciones reales me maese Atandil, aunque porque habría de recelar pues sin el ya seriamos pasto de gusanos desde hace muchos días...

Bien mi querido amigo probemos de nuevo, en la entrada los Paladines allí apostados de seguro que estarán, aunque serán los de fe mas férrea y no serán fáciles de sonsacar... vayamos pues en esa dirección y veamos que información somos capaces de que nos desvelen, aunque espero como ya menciones no levantar suspicacias hacia nuestras personas, no quiero estar a mal con estos fieles y devotos siervos de Ulmo, comprende vuesa merced, ¿verdad?

-Comprendo-te contesta mirándote fijamente y con una sonrisa casi burlona-. Recuerde vuestra merced que no estamos tratando de espiarles o de robarles, si no que en todo momento estamos velando por la misión.

Y de repente, arquea las cejas ojiplático. Y vuelve a ensanchar su sonrisa.

-¡Voto a Dix y vive Dux que lo que no puede nuestra intuición, quizás lo consiga la magia!-Entonces se concentra y susurra unas breves y siseantes palabras, que parecen perderse entre ecos cada vez más quedos*.

Al poco, hace gestos de creer oír algo, y te insta a que le sigas, corredor adelante. El problema es que por ese corredor no parece haber luz, aunque quizás más adelante sí haya...

en silencio sigo los pasos del bardo esperando que en cualquier momento nos dieran el alto, por ir por estos pasillos.... pero de momento parecia todo tranquilo y en calma... veamos a donde nos conduces estas pesquisas...

Siguiendo en la oscuridad a Atandil crees escuchar el Belegaer batiendo fuera, sobre los acantilados; pues tal era el silencio en los corredores.

Tras una treintena de metros crees vislumbrar una débil luz. Al fondo. Una antorcha ardía con humo de resina iluminando una hornacina esculpida en la roca. Una calavera reposaba entre arraigadas telarañas, de seguro perteneciente a algún santo entre los paladines. Algún antiguo soldado.

-Puede ser arriesgado que avancemos más. Esperaremos aquí. Y dicho esto se sienta. Y saca de su jubón una pequeña flauta de hueso. Y ante tu atónita mirada te insta a sentarte.

»Acomódate, voy a tocar un poco para atraer su atención. He oído ruidos un poco más allá del pasillo. Aquí, con luz, no les resultaremos tan hostiles, y nos recibirán de mejor grado. Y tranquilícese -apostilla, viendo tu gesto de preocupación-, en caso de orcos bastaría decir que nos hemos perdido por estos laberínticos corredores ^^

...tras las palabras de Atandil, tomo la capucha de mi túnica y cubro mi cabeza, apoyando la espalda contra el muro de fría piedra... con una pierna flexionada contra esta misma pared, me intento relajar con las notas que el bardo quiere hacernos gala....

Atandil comienza a tocar. Una melodía pegadiza, agradable, tranquilizadora, que incluso a ti, hombre de armas y de fe y poco dado a sutilezas como la música, te agrada.

Pronto, oís ruidos más allá del pasillo. Parece que los guardias se han percatado del extraño fenómeno. Pasos apresurados hacia vuestra posición. Por la esquina doblan un par de paladines de Salmar, con sus sobrevestes azul cielo sobre sus anchos hombros. Son altos y atractivos, como los dúnedain de Lond Ernil, y os miran perplejos. Pero a punto de estallar en cólera, pues inmediatamente, echan mano a las empuñaduras de sus espadas.

Entonces, unas notas lúgubres pero encandiladoras empiezan a brotar de la flauta: Atandil ha variado la melodía. El nuevo tema invade el corredor y parece dirigirse a los paladines. Tentado estás de pedir al bardo que no pare de tocar, mas con la presencia cada vez más cercana de los paladines armados, por fin, aparta la flauta de sus labios.

-Perdonen, vuestra mercedes, somos invitados de su excelencia y nos hemos perdido-balbuce Atandil azorado. O tal finge, que hasta tú te crees que se hubiera perdido de verdad y no supiera como disculparse; pues acto seguido, una retahíla de disculpas y melindres llueven sobre los paladines. Uno de ellos ha relajado completamente el gesto, mas el otro, todavía ceñudo, da dos pasos hacia Atandil con mal talante.

-¿Quién sois vos y qué hacéis aquí, malandrín?-espeta a Atandil. Después te observa a ti; tiene los ojos color uva y su mirada es inquisidora, seguramente peligrosa. Mas nada dice. Quizás te ha reconocido como paladín de otra orden. Eso te salva de su ira. De momento.

-No se precipite vuestra merced-dice el segundo paladín, poniendo su mano en el hombro de su compañero. La espada le pendía al costado izquierdo, tintineando al chocar con la daga que llevaba a la espalda, intranquilo. Seguro que dicen la verdad. Parecen buenas gentes. Y desde luego no son sarracenos.

Alcé la vista en vista de la llegada de los soldados, estos tras increparnos con severas palabras, pero firmes en su posición de que los presentes no fuéramos de fiar, me descubro la cabeza dejando ver mi curtida tez a la luz de las antorchas que titilan en el corredor….

Disculpen sus búa cedes, si con nuestra presencia les hemos incomodado en modo alguno, habíamos de encaminarnos hacia nuestros aposentos, pero  al entablar interesante conversación, sobre el destino que nos aguarda en la misión que nos encomendó Gaelitos, nos despistamos y tomamos el corredor equivocado, he intentando regresar nos perdimos aun mas.

Posando lentamente mi mano sobre el hombre de Atandil y mirándole a los ojos a este unos instantes para luego volver a mirar al centinela, continúo con mi explicación…

Aquí mi compañero tuvo la genialidad de entonar un son, para que oídos atentos como tendría que haber en este lugar nos escucharan y pudiéramos encontrar el buen camino de regreso. Y... al parecer tuvo éxito pues como ya le había comentado, los Paladines de Salmar no solo son buenos guerreros, si no los mejores Centinelas que se puedan encontrar en estas tierras de allende los mares.

-Será un placer entonces acompañarles a sus estancias de reposo-te dice el paladín que se había acercado amenazadoramente hasta Atandil. Mas el bardo, juega su baza, dirigiéndose al segundo paladín.

-Venimos de N´gurth, un sumidero de criaturas paganas e inmorales. Combatimos con ellas en las entrañas de la tierra y si no hubiera sido por su excelencia, maese Gaelitos, allí seguíriamos todavía, pendidos de ganchos y desollados como animales. No tenemos palabras de agradecimiento para con vuestras mercedes.

»¿Saben acaso, tan avezados guerreros, qué se cuece en tan deleznable lugar?

El primer paladín se ve sorprendido por la pregunta. En su estricto reglamento no cabe ni por asomo tener conversaciones nocturnas con advenedizos mientras se está de guardia. Mas el segundo paladín, extrañamente receptivo, esboza una sonrisa y contesta a Atandil.

-Es un honor compartir hogar con valientes servidores de Gondor y de los dioses que han combatido contra las fuerzas de la oscuridad. Desgraciadamente, la operación es secreta y no se nos permite hablar de ella. Aunque gustosos les contaremos todos los pormenores cuando todo esto a acabe y hayamos mandado a esos monstruos a las profundidades de las que nunca debieron salir. Si vuelven por aquí.