Partida Rol por web

La lluvia había dado una leve tregua, mas el cielo amenaza más agua. No así el viento, que seguía azotando la costa con una agresividad implacable.

-¡Juro a Dix y vive Dux! ¿De qué lado están Manwë y Ulmo?-maldijo Atandil echando mano a su capuz, que siendo más pequeño que los de vuestras capas se le iba hacia atrás cada poco.

Allí mismo fue -dijo finalmente el bardo señalando una cala cercana, cuando empezaron a caer gotas de nuevo- ¡Pardiez, vamos a tener que darnos prisa, que no quiero empaparme otra vez! porque en ese caso no van a ser los demonios que habitan en esta malhadada aldea quienes acaben con nosotros si no una maldita neumonía!

Cuando os acercáis todo parece normal. Si hubo huellas, los insistentes lametones de las olas en la arena se las llevaron. Inspeccionáis un poco más en profundidad, mas no descubrís nada.

Durante todo el camino fue silencioso el clérigo. Montaba el caballo con cansancio. No poder dormir durante la noche, y el hecho de que se repitiera contantemente la misma pesadilla le daba qué pensar. La pregunta del bardo no hizo sino enfadar a Aërengoll, quién respondió de malas maneras a Atandil.

- ¡Por todos los dioses perjuro que te haría callar con un severo puñetazo, bardo! - dijo acercándose a él. - Nunca dudes de las intenciones divinas. Puede ser una prueba, quizás un castigo, pero ellos siempre estarán del lado de aquellos que seguimos con Fé y dedicación su senda. No oses dudar eso o... - levantaba el dedo amenazador, su presencia no había sino aumentado y la duermevela en la que parecía encontrarse había desaparecido para dar paso a un porte claramente agresivo. Sin embargo, después pareció entender y se calmó un poco - Lo siento - dijo un poco avergonzado - No debí alterarme tanto. Es sólo que no he pegado ojo en casi toda la noche, y estoy algo cansado.

Quizás pareció esconder que en parte él también se había planteado cuestiones como esas, durante un periodo de tiempo de microsegundos, pero él nunca había tenido ningún tipo de duda y habría andado con una venda en los ojos por el filo del acantilado si así se lo hubiese pedido alguno de los Valar.

Al empezar a llover, Aërengoll estiró los brazos hacia los lados y miró hacia arriba, dejándo que la lluvia le mojara la cara y limpiara las impurezas de los pensamientos que había tenido en alguno de los instantes anteriores. Una vez los segundos transcurridos le hubieron purificado, el clérigo avanzó con nuevas esperanzas y una Fé renovada a tratar de averiguar lo que allí hubiere sucedido.

Atandil queda ojiplático mientras escucha tus muy desabridos verbos. Después traga saliva, visiblemente asustado. No sabes si por miedo a los dioses o a tu ira. Después, más tranquilo, acepta tus disculpas:

-Era sólo una forma de hablar, su excelencia.

Arreglado el malentendido, continúais buscando un rato. Cada uno por un lado, mas sin alejaros demasiado; empero, la búsqueda es infructuosa y no descubrís nada relevante.

El paladin se quedo pensativo un rato, y miro al bardo mientras le decia: 

"¿Estas seguro que este es el sitio indicado?, si hay alguna pista en este maldito lugar no la sabemos leer..."

Siguio pensativo un rato y siguio con las preguntas, pero se acerco a sus compañeros y bajo la voz:

"Creo recordar amigo que nos dijiste que viste a aquella extraña criatura por la noche, ¿no?, si es asi, aunque la idea sea un poco desesperada podriamos escondernos aqui hasta que llegue la noche y ver si aparece de nuevo y que es lo que hace, claro que tendremos que disimular que nos vamos al pueblo por si alguien nos observa.¿Que opinan vuestras mercedes?."

A Atandil le place la idea. La verdad es que es un hombre jovial, y bastante tratable y positivo teniendo en cuenta que es un artista -o eso se supone-, y los tiempos que corren. Bueno, en realidad nunca han corrido buenos tiempos para la buena suerte xD.

-Sí, quizás sea eso. Posiblemente sea una criatura de la oscuridad, y estemos perdiendo el tiempo buscándola de día. O un bandido, que también suelen hacer fechorías de noche-reflexiona por fin.

"Bueno pues busquemos un buen sitio donde escondernos, tendremos a lo mejor que volver al pueblo y simular que nos metemos en nuestra habitacion ,¿o no?."

Erandil se puso a buscar con calma, aun era por la mañana y si algo tenian era tiempo.(AFIRMO)

Después de veinte minutos de marcha os veis detenidos súbitamente por una espumosa orilla. Se hallaba en la extremidad de una punta aguda, contra la que rompía furiosamente el mar. Era un promontorio. A partir de ahí el litoral era cada vez más escarpado e inaccesible. No obstante, este parecía un buen sitio, y lo suficientemente alejado.

Siguiendo a Erandil os internáis entre las rocas, por pasos arenosos a los que llega la luz por los intersticios dejados por las rocas. Hasta que encontrasteis un lugar adecuado donde guareceros a salvo del viento y de la lluvia. Más allá se oía el fragor del mar al romperse contra los arrecifes.

Definitivamente, no teníais pensado volver al pueblo hasta que descubrierais todo lo que tuvierais que descubrir en estos anfractuosos acantilados, que para nada daban un aspecto acogedor a N´gurth.

Aërengoll permanecía en silencio durante toda la exploración. Parecía que su mente divagaba en distintas direcciones.

Asiente ante el plan del Paladín. Realmente era bueno atender a todas las ideas posibles. No había pistas. Solo una pesadilla persistente. Quizás debieran buscar no en la playa, sino debajo del agua, pero eso tal y como estaban las cosas era un poco complicado.

Entonces prosiguieron la marcha. Al llegar a los acantilados, el clérigo miró hacia las rocas. Las olas rompían con fuerza contra las afiladas piedras que sobresalían como fauces a punto de devorar la costa. Esa visión, que le mantuvo unos instantes embrigado le dió una idea.

- Sea tu voluntad, Ulmo. Y tal cual tú escuchas y todo lo sabes, permite que éste, tu discípulo, sea también capaz de enterarse de lo que en la zona acae. - Levantó los brazos en cruz a medida que su mente comenzaba a conectar con su espíritu y conseguía hablarle a la naturaleza.

Este es un lugar de alto contenido místico. Lo sientes. Uno de esos puntos* que últimamente te atormentan. Y así es, el rumor de los elementos -que a veces tarda en manifestarse, incluso a veces ni siquiera consigues contacto-, no tarda en aparecer en esta ocasión. Un murmullo diáfano pero profundo retumba en tu mente. Aërengoll permance en trance, los ojos en blanco, mientras un vórtice de agua tachonada de espuma se eleva un par de yardas desafiando a las turbonadas de viento y lluvia, que vuelve a arreciar.

-Confusión y caos adornan ahora los Tejidos que lucen en las estancias de Vairë, noble servidor de Ulmo. Y los Hijos de Ossë están también confusos. Y un gran peso recae sobre los hombros del heredero de Isildur. Y una terrible sombra lo acecha. Los hechiceros Rojos del sur llaman a las Puertas del Otro Lado y urden para enfurecer a los Hijos del Mar. Y el tiempo se acaba. Cada vez están más cerca. Rumores llegan desde el Anduin de que así es. Los corsarios despistan pero los Cielos avisan.

-Capturad a Manawnûl antes de que sea demasiado tarde. Nos reclaman, los sentimos, señor de Ulmooooooooo.... la comunicación con las aguas se corta de repente. Lo cuál te aturde**. Sólo te había pasado otra vez...

Tras los momentos iniciales, Aërengoll tarda unos segundos en sobreponerse de la conexión mental con el mar. El clérigo cuenta a sus compañeros lo sucedido con los mares. No entiende cual es la razón de que no sean directos. Se haya perdido y la desesperación comienza a hacer mella en sus  ideales. ¿Por qué esa prueba de Fe? ¿Por qué no decían lo que tenía que hacer? ¿Cómo iba él, un simple servidor, poder capturar y detener a Manawnûl?

Después de eso, fatigado como estaba, Aërengoll no quería volver al poblado. Decidió que preguntaría si alguien les había visto. Quizás de ese modo pudiesen quedarse directamente resguardados.

Fue entonces cuando comenzó a invocar de nuevo los poderes del Valar. Quizás el viento tuviese respuestas, quizás los tuvieran los animales. El mar ya le había hablado, pero a veces era demasiado poco claro. Había de buscar otras alternativas. Les preguntaría también sobre el paradero de Manawûl y, ¿por qué no? sobre la posibilidad de poder derrocarlo.

Al poco, lo que se torna vórtice es el viento alrededor del clérigo. Y si podéis verlo es gracias a la lluvia, que lo adivina a trazos, como a un ser espectral o invisible, una vaga forma de remolino.

-whooosssssssssssaludossssssssservidor del sssseñor de lasssss aguasssss... te sssssussssurramossss que acontece un puntoooooo de inflexión en la era de loooos Hooombressssss.... Y muy difícil essssss ver a travéssssss de dichassssss singularidadesssss en losssss Dominiooooosssss de Vairë..... Ni tan ssssiquiera los essspíritussssss menoresssss* a loooos que servimooosssss lo sssssaben con certeza.... Delicadoooo momentooooo vivisssss en las regionesssss de Aüle, más nada podéisssss captar los mortalesssss de esssste tipo de ssssutilezassss, puesssss vuestrooooosssss sentidoooossssssssssooon muy diferentessss a los nuestroooosssss.....

Entonces vibra, y cede en fuerza, cosa que agradece el clérigo, ya que se encontraba aprisionado por el elemental de aire. Después desaparece sepenteando para volver al rato entre inverosímiles cabriolas aéreas. Una vaga y vermiforme forma, que la lluvia descubre a turbonadas, haciendo bastante espectacualar el fenómeno. Parece como si pidiera consejo a corrientes de aire cercanas, o a la misma lluvia, más veleidosa si cabe, que el mismísimo viento.

-Poco másssss se puede hacer sssino rezar a loooossssSsssseñores de Arda.... Confussssasssssssssson lassssssssssingularidades que acontecen cada ciertoooossss eonesssss**..... Grisssssesssss y opacas inclusssssoooo para nuestros Amoooossss y Señooooores, pues complejoooosssssssson looossssss Reinoooosssss de Vairë y Varda...

Aërengoll, ante la aparente falta de aves en la zona, decide usar el poder divino para hacer acudir a varias aves que contesten sus preguntas.

Cuando ya estás a punto de perder la paciencia, e incluso tus compañeros están a punto de volverse al improvisado refugio bajo las rocas, una gaviota se posa en las rocas del acantilado, cerca de vosotros, y a la altura de vuestros hombros. Entonces gira la cabeza en el modo que suelen hacer los pájaros, y os mira. Después se sacude, para volver a quedar calada por la lluvia al momento. Y continúa mirándoos. Quizás se pregunte qué carajo os habrá picado para sacarla de su nido en estos intempestivos momentos. O quizás no piense nada, pues tan sólo es un estúpido pájaro. No obstante, un compañero animista te dijo en una ocasión que las gaviotas tienen complejos métodos de comunicación y una estructura social muy desarrollada.

- Estimada compañera de la naturaleza. Ojos de Ulmo sobre la tierra. Dime tu, que lo ves todo desde las alturas, que acontecimientos están acaeciendo en éste lugar. ¿Nos ha visto alguien mientras estamos aqui?

Hizo una pausa, quería que el ave se enterara bien de todo.

- ¿Cómo puede un simple servidor de Ulmo detener a Manawnûl? Dime tu, que todo lo deberías saber dados tus rasgos de observador alejado, ¿dónde podría encontrar a éste para poder pararle? Oh, te suplico que me ayudes en mi labor, pues no sé que hacer y comienzo a desesperar.

El ave te mira atentamente y emite un graznido sordo y seco. Después escucha todo lo que tienes que decir. Cuando haces una pausa se comunica contigo en el primordial idioma de los kelvar* del aire. Te grazna que, efectivamente, pasan cosas malas últimamente en este lugar. Cada vez hay más lluvia y peor tiempo. Cada vez es más difícil tener crías y cuidar de ellas. Y también, cada vez hay menos peces para alimentarse. También te dice que los aldeanos ya no cazan como antes. Antes se metían con roca y tierra para cazar y ahora cazan como las gaviotas.

Cuando le preguntas por Manawnûl vuelve a graznar, pero esta vez una especie de bocinazo que suena como un signo de interrogación: ¿¡mande!?

Atandil no sabía que excusa inventarse para salir de ahí y ponerse a cubierto de la lluvia. Se entretenía entre tanto pensando en qué hacer cuando acabara todo esto. Largarse una larga temporada a las cálidas costas de Anfalas. Si no recordaba mal tenía un primo lejano por esas tierras. Allí llovía mucho menos y sabían cómo divertirse. Buenas hierba para pipa y mejor vino. Y mucho arte con la flauta y el arpa. Incluso tocaban un interesantísmo instrumento de cuerdas parecido al laúd al que llamaban guitarra. Que por cierto, ahora mismo la lluvía estaría echando a perder su amado instrumento...

En estas se andaba cunado los graznidos de una gaviota le sacaron de su sopor. ¡Por todos los valar, no podían estar calándose en medio de la nada mientras Aërengoll hablaba... ¿con un pájaro?! No obstante, ya sabía el humor que gastaba el clérigo, y continuó bajo la lluvia con su mejor cara, asientiendo con la cabeza de vez en cuando mientras observaba la escena, como si de verdad entendiera lo que graznaba el ave.

- Dime entonces, ya que no entiendes sobre dioses, si hay alguien en las proximidades. Si has visto algún tipo de criatura que no sean los hombres vagando por las playas. O si crees que alguien ha podido vernos al escondernos aqui. Pretendemos no ser vistos por nadie aún.

Una vez percatado de la idiotez del ave, Aërengoll optó por unas preguntas más sencillas y que realmente consideraba que cualquiera podría contestar. Miró al ave esperando las respuestas e ignorando los refunfuños y resoplidos que el bardo daba una y otra vez.

La gaviota grazna ofuscada, y por un momento piensas que se haya podido sentir ofendida. Como si te hubiera ya dado toda la información necesaria. Después grazna una nueva respuesta, algo así como que por estos lares cada vez hay menos piesgrandes. También te sugiere que podrías hablar con las sabiasaletas*.

Pronto te das cuenta de que no vas a sacar mucha más información de ese pajarraco. Aunque menos es nada. Así que haces un ademán con tu brazo y la gaviota se aleja por fin, liberada de tu llamada.

Tras lo cual, Atandil se pronuncia, casi ausente: -¿Nada?... pues entonces pongámonos a cubierto de la lluvia bajo las rocas-. Una vez os movilizáis parece salir de su sopor- Quizás no haya visto nada porque actúan denoche o quizás, y sea quien sea, no se deja ver. Sea lo que sea a lo que nos enfrentamos es discreto y bellaco. Yo creo que deberíamos comer bien y descansar un poco. Quizás dormir también. Para estar más activos cuando caiga el oscuro.