Partida Rol por web

Ambos caéis dentro del agujero donde anteriormente estaba el centauro. La sierra de vapor aún funciona por lo que no debes perder tiempo ni otro cartucho alquímico para encenderla. Poco a poco escucháis un gran rumor. Se acercan por el túnel y por arriba unos cuantos xvarts exaltados, dispuestos a arrancaros la piel.

Enfrente tenéis a ocho xvarts que os bloquean ambas salidas. Todos ellos llevan armas cortas y una tenebrosa sonrisa que les cruza el azulado rostro.

Habrá que luchar.

Tras livantarse prácticamente ileso despuñes de salir volando hasta una especie de cueva cercana, Jondar observa como un puñado de pequeños seres se dirigen hacia ellos.
Bueno, al fin un problema pequeño que puedo entender - piensa el gnomo - primero quitarse de en medio estas criaturas, después ya veremos.

Comienza a concentrarse en la tierra a su alrededor, alza sus manos recitando el cántico del conjuro como tantas otras veces y decenas de ramas comienzan a aparecer por todas partes alrededor de los Xvarts.

La paladina, tres el ignominioso sistema de llegar al tune, está cabreada. Se había caído, pero la suerte les acompañó y la motoespada, no solo no había herido a nadie, ni se había dañado, sino que además estaba encendida. Su compañero hábilmente había montado una maraña que estaba entorpeciendo a los cachivaches azules con patas.

- Si ellos lo tienen más complicado, yo lo tendré más fácil. Y se lanzó a rebanarlos, lanzando tajos, con la intención de que si podía segas a 3, mejor que a uno.

La paladina no se lo piensa dos veces y se mete dentro de la maraña. Con habilidad consigue escapar de las primeras raíces que se intentan agarrar a su pierna y avanza a por los xvarts. La sierra de vapor comienza a cercenar miembros por doquier en todos aquellos infelices que han quedado enganchados entre las raíces.

El xvart que iba último esquiva con asombrosa agilidad el hechizo y la sierra mecánica de la paladina. Con su cuchillo entre los dientes se lanza a por Jondar. Éste, distraído por las acciones carniceras de la paladina no lo ve venir. A los pocos segundos un inmenso dolor inunda su cuerpo y su mente. El goblin azulado había ensartado su pequeña arma en el vientre del gnomo. Por suerte, la gruesa barba había detenido un poco el mortal ataque.

La sierra de vapor diezmó a tres de los seres y la sangre salpicó todas las enramaderas que habían rodeado a la paladina y a los xvarts. Mientras tanto, Jondar seguí forcejeando con su agresor.

¡Maldito bicho asqueroso! Digo mientras le empujó convocando con mis manos el Filo Flamígero.

No parece haberle hecho demasiado efecto, pero pretende al menos habérsele quitado de encima.

La pequeña llamarada quema medio rostro del xvart, el cuál se suelta pero continúa estando delante del gnomo. Los otros dos xvarts que se encuentran atados a las enramaderas vuelven a atacar a Inovaz con sus cuchillos.

Inovaz intenta mover el brazo que lleva el escudo para protegerse pero las plantas le tiran y no llega a tiempo para cubrirse. Dejando el costado a merced de los seres azules, solo le queda gritar. Los dos cuchillazos llenan de sangre la sucia toga de la paladina. Su bíceps y su deltoides están destrozados. Pese a ello, su fuerza de voluntad la mantiene erquida, preparada para liquidar a sus dos agresores.

-¡Gnomo, acaba con el hechizo, ya!

Los otros dos xvarts que no se habían visto afectados por el ataque esperaban en la entrada de la cueva su turno para atacar.

Mientras, el xvart caraquemada se lanzó con toda su furia a por el druida pero sus ojos están secos a causa del impacto del fuego y le resulta de suma facilidad a Jondar esquivar el ataque.