Partida Rol por web

Un año después de los sucesos en Laderafría, cada uno de vosotros ha seguido su camino: Inovaz ha trabajado con los demás aldeanos del pueblo para reconstruir la capilla tras el terrible incendio que se provocó durante los combates contra las huestes de Astaroth. Ahora, era ya una más en el pueblo, una devota de Helm.

Boff aprovechó su nueva fortuna para visitar mundo. Cormyr, la Costa de la Espada, las totalidad de las Marcas Argénteas...

Hardem, por su parte, se había convertido en un peculiar guardián de caravanas de la Compañía Interplanar Amazo Tryggale, encargado de velar por la seguridad de la mercancía durante sus trayectos por los diversos planos del universo.

Cuando acabó su contrato y se consideró saldada su deuda, Amazo Tryggale le devolvió su "libertad", disfrutando otra vez de la compañía de sus viejos amigos en la nueva taberna del alcalde Ulrik Barbasucia. El sargento Therk, de la milicia de Laderafría; el posadero Tume "Espaldaquebrada", el rico Boff y la devota Inovaz compartían con él jarras de cerveza mientras les explicaba todo lo que había visto. Un día de verano, el joven mediano se armó de valor para decirles a sus compañeros que quería a Tethyr, a más de 800 leguas de Laderafría, para reclamar lo que por herencia era suyo: la plantación de tabaco y la mitad de la Compañía de Tabacos Berwick, Berwick & Co. Aquello era una empresa complicada y pidió ayuda a sus amigos: él se encargaría de pagarles un buen sueldo y de conseguir una caravana a cambio de que los demás se conviertiesen en sus guardaespaldas.

Therk y Tume, con trabajo estable, se negaron amablemente a acompañarle mientras que Inovaz decidió acompañarle con la excusa de peregrinar al gran templo de Helm en Zazesspur, la capital del Ducado de Kamlann. Hardem, con su vasto conocimiento en carvanas y planos, le dijo a su amigo que si tenía suficiente dinero él podía contactar con su antiguo jefe, Amazo Tryggale, para que les ayudasen en el viaje. Una travesía de 800 leguas duraría más de un mes y estaría llena de peligros mientras que usando los atajos existentes de los planos podrían conseguir llegar en una semana. Boff aceptó y al cabo de varios días, los tres amigos se pusieron en marcha.

Un portal rompió la tranquilidad del camino y de éste salió una enorme diligencia, oscura y tirada por unos enormes caballo de ocho patas. Al estirar las riendas, el animal se encabritó. 

-¡Soooo, bestia, sooo! Señor, ya hemos llegado -dijo el mercano que llevaba las riendas.

-¡Fantástico, amigo mío, fantástico! Hardem, Raunix, señorita Inovaz, señor Berwick... Llegamos a Tethyr. Tras la cordillera Starspire llegaréis a Starspur y una vez allí, llegaréis a vuestro destino -anunció el altísimo jefe de Hardem y Raunix.

Los cuatro aventureros se apresuraron a quitar el equipaje y cargárselo encima de sus hombros mientras Amazo Tryggale acariciaba al sleipnir.

-No existen de estas bestias más allá de Ysgard y no os podéis imaginar el precio que puede alcanzar una de estas criaturas. Han de ser domadas nada más nacer puesto que si son capturadas de adultas... -Hardem le atravesó con la mirada. Tras un año trabajando para él y haber vivido numerosas aventuras juntos, Amazo ya no era solo su jefe sino también su amigo. -Perdón, no quería aburrirles con mis batallitas. Pues bien, señor Berwick, es usted afortunado de tener amigos como Hardem. Le debía dos favores, una por salvarme a mi de las garras de la muerte en el Plano Elemental de Tierra y otro por salvar a mi hijo y heredero en el propio Ysgard. Ha gastado uno de ellos satisfaciéndole a usted y a sus necesidades de transporte así que considerese halagado: no todo el mundo puede viajar por placer entre los planos gracias a la Compañía Interplanar Tryggale.

Estrechó la mano de los presentes y cuando llegó al sombrío Raunix le susurró al oído:

-¿Estás seguro que quieres abandonar la Compañía? Eres de mis mejores hombres en lo que a "recuperación" se refiere. -el umbrío hizo un gesto de afirmación. -Bueno, bueno, tus razones tendrás. Cuídate. ¡Cuidaos todos, ha sido una semana maravillosa! Y recuerda joven Hardem, te queda 1 favor -recordó Amazo tirándole una pequeña tarjeta hecha de papiro.

Y habiendo dicho esto, el conductor de la diligencia azotó al sleipnir y en un abrir y cerrar de ojos la caravana y sus peculiares conductores desaparecieron.

Corrías sin cesar. Los peligrosos guardianes de la plantación no te habían alcanzado y ni siquiera su jefe, la mano derecha del señor Berwick, el poderoso Dashade, había dado con tu escondite. Pero ahora, con las libélulas gigantes aquello era diferente. Aquellos bichos adiestrados para cazar no eran tan fáciles de burlar como los otros. Sus enormes ojos las hacían perfectas para vigilar la plantación y al volar tenían una perspectiva perfecta.

Una de ellas te había encontrado en tu pequeña guarida subterránea y tuviste que salir corriendo horas atrás. Habías despistado a la mayoría pero dos de ellas te habían seguido al comienzo mismo de la ladera de las montañas Starspire. Jamás habías atravesado aquella cordillera pero parecía que venía siendo hora. Abandonar Tethyr, abandonar a su familia y comenzar una nueva vida... pero primero tenía que burlar a las dos libélulas gigantes. De lo contrario, sabía que si fin estaba próximo.

Tras abandonar las Llanuras Radiantes, habías atravesado las Montañas Copodenieve y todo Amn para probar suerte embarcándoos en la ciudad porturaria de Murann. Pese a ello, la ciudad parecía no tener empleo alguno para un gnomo ni para un centauro por lo que salistéis al amanecer directos a Zazesspur, una de las ciudades más ricas del país de Tethyr. Ahora os encontrábais acampados en la ladera norte de las Montañas Starspire, descansando tras decenas de leguas recorridas.

Freith ya estaba un poco cansado del camino, de sus incomodidades, de dormir al raso, de no saber si comerían al día siguiente o algún bandido les rebanaría la garganta en el siguiente cruce, echaba de menos la seguridad de su techo en Calimport, la familiaridad de las calles, los tejados por donde saltaba por las noches de casa en casa, la abundancia de tabernas y sitios de entretenimiento, si el verse expulsado a los caminos no fue nada agradable.

- Bien Bianor, sabes cuanto nos queda hasta llegar a un sitio civilizado? Para ti es fácil caminar mucho con esas cuatro robustas piernas tuyas, pero yo soy bajito y no quiero estar eternamente de un lado para otro gastando suelas que no puedo cambiar - se quejó como últimamente hacia de su mala suerte.

—¡Alimañas! ¡Sabandijas! ¡Criaturas Detestables!— A decir verdad era bastante obvio que los chilliditos de Fuxan no iban a ayudarlo en su escapada precisamente.

Afortunadamente, era sigiloso y escurridizo. Mucho. Finalmente se había decidido a llevar a cabo su ingenioso plan de huida. Todo lo ingenioso que puede ser el plan de un Xvart, al menos. Se había echado el petate a la espalda y había echado a correr. Afortunadamente no tenía demasiadas posesiones, de lo contrario el peso de las cosas le habría ralentizado tanto que sus captores le habrían alcanzado en un abrir y cerrar de ojos. Y por supuesto, él no iba a desprenderse de sus cosas. Aquellos cuatro trastos eran su pequeño tesoro personal, y ningún gnomo pretencioso iba a arrebatárselas.

Le gustaba el olor de la libertad, y esta estaba cerca. Muy cerca. Casi podía acariciarla con la punta de los dedos. Echó la vista atrás. Corriendo cómo se encontraba no podía ver a las libélulas. No tenía claro siquiera que estuviesen realmente a la vista. Pero algo dentro de sí le decía que no parase. Que tenía a esos insectos oliéndole el cogote y que en el momento en el que se lo permitiese iban a darle alcance. 

Pero no podía correr eternamente. Iba a cansarse antes que aquellas alimañas. Decidió que era el momento de ocultarse. Siempre se le había dado muy bien esconderse. Quizá pudiese hallar un escondite que le permitiese ocultarse incluso a los ojos de las libélulas que trataban de darle caza. 

Hay múltiples agujeros en el camino pero tienes miedo que haya algún bicho peligroso ocupándolo. Es por eso que decides continuar a la sombra de la montaña y seguir el camino de cerca, siempre mirando hacia atrás. Comienza a hacer frío y ves como la nieve comienza a ser permanente a esas alturas.

Hay tres agujeros donde te encuentras: uno grande, y dos pequeños. Uno de los pequeños tiene tierra removida lo que significa que ha sido excavado hace poco. 

Boff respiró el aire puro de la sierra tras varios días viajando por los planos. Ya conocía a la paladina y al hechicero pero Raunix, compañero de fatigas de Hardem, aun le resultaba misterioso.

-¿Bien gente, qué hacemos? ¿Alguna idea para atravesar las montañas?

-Hardem es el experto en moverse por estas zonas, yo manejo más las otras, así que creo que él nos podrá dar una idea. -dijo Raunix mientras se colocaba la capucha para evitar la luz. -Supongo que lo primero será que busquemos algún tipo de montura para poder avanzar lo más rápidamente posible. -añadió.

La aparición de Boff le pilló algo desprevenida. Como, normalmente, no se lo esperaba. Pero nada más aparecer al plano real le preguntó extrañada: - ¿Nos conocemos, verdad? El patear y patear era cansado, lente, expuesto, y sobre todo, arriesgado. No sabía si eso de "pasear" por esos "lugares" tenía sus riesgos o problemas, como el tragar polvo del camino, pero como jamás había escuchado quejas de ellos, suponía que no se sufrían los mismos inconvenientes.

Eso de viajar por los planos era algo que le parecía interesante, porque llegar de un lugar a otro en poco tiempo, le agradaba mucho, pero era algo que su mente aún no era capaz de comprender.

La estrategia de evitar los agujeros para evitar toparse con alguna criatura no había dado muy buenos resultados a Fuxan. El frío y lo escarpado de los montes habían demostrado ser un obstáculo más importante del que parecía en un principio.

Decidido a evitar encuentros peligrosos estando solo, optó por el agujero pequeño que no mostraba signos de haber sido usado, y con cierta incertidumbre se internó en él.

A Inovaz parecía que el viaje interplanar le había causado una breve crisis amnésica. Boff había saltado de dentro de la caravana y había viajado con ellos durante la semana larga que había durado el trayecto.

Cruzar las montañas se podía hacer perfectamente a pie pero tardarían más y tendrían que acampar nada más llegar a la parte alta, lo que suponía pasar frío. Al Oeste tenéis un bosque donde podríais intentar buscar algún tipo de animal que os sirviera de montura aunque eso os haría perder tiempo. Una tercera opción sería buscar alguna cueva que atravesase la cordillera por debajo.

La cueva se adentra en el interior de la montaña. No tienes miedo puesto que tus ojos están perfectamente preparados para ello. Encuentras a tu paso telarañas antiguas pero no hay señal de nada que lo habite. Quizás fue una antigua madriguera y ahora el habitante se había movido al otro agujero.

Al rato de avanzar, ves que el camino se bifurca, un tunel va para arriba y el otro para abajo. 

Sonreí al escuchar las palabras de la paladina, aún parecía sorprendida por mi nueva apariencia. Cierto era que ya llevábamos unos días juntos pero había que reconocer que habiendo sido un simple huérfano y pastor de ganado, mi nueva condición como heredero era bastante sorprendente.

- Sigo siendo yo. Y no por haber viajado bastante este último año y haber heredado una buena fortuna voy a cambiar mi forma de ser. Me alegra que decidieras acompañarme en este viaje...por descontado que iremos a visitar ese gran templo de Helm en Zazesspur. Mi tono era amable y cálido. Realmente me alegraba de que mis compañeros me acompañasen en esta nueva aventura.

¿Soy el heredero de la plantación de tabaco y de la mitad de la compañía de Tabacos Berwick, Berwick & Co? Aún me cuesta asimilarlo después de un año...

Finalmente decidí opinar al respecto de la ruta a seguir.

- No se cuál opción sería la más indicada pero preferiría evitar cruzar las montañas por arriba y pasar mucho más frío de lo que ya lo es nuestra tierra natal. La opción de ir por el bosque y encontrar alguna montura me atrae más...como tercera opción estaría buscar una ruta que cruce la cordillera por debajo. ¿Qué preferís? 

Le agradó la idea de la visita al templo. Le alegró el corazón, y le dio ánimos para continuar adelante. Había que reconocer que siendo peregrina, la primera vez que salía del templo, y ya justo regresando, fue el momento de conocer a los compañeros. De aquella ocasión, sobre todo, recordaba a las calabazas, y al frio. Sobre todo el frio. No quería repetir aquella situación

- No, frio no. Aún tengo los huesos helados después del "Viaje sin hacer Cabello de Ángel".  Creía un tanto complicado el encontrar un animal que les quisiera hacer el favor de pasearles, y ahorrarles tiempo de "pasar frio", pero más extraño aún le parecía que la montaña hubiera sido horadada y pudieran atravesarla por un túnel. Le daba igual la posición de la que se pusieran los demás, pero pasar frio no. Si hacía falta, regresaría.

Había aprendido algo. El frio era algo aborrecible, que dolía como una quemadura, te amuermaba y adormilaba, te mataba lentamente, y para rematar la faena, si caías en sus garras, cuanto más pasaba el tiempo, más dueño se hacía de tu cuerpo: - No, frio no.

El roce de la Tierra en las pezuñas, el sonido del chocar contra el suelo mientras la brisa mecía la melena del centauro. Era capaz de pasarse horas caminando sin pronunciar palabra pensando en su infancia, en su hogar y simplemente disfrutando de la caminata -Eh... Si... No... ¿Que decías? Bianor bajo la cabeza para mirar a su compañero de andanzas. No era sencillo para él recordar que no todos eran tan duros como un centauro con patas firmes.
Bianor detuvo sus pasos mientras cruzaba sus brazos -Ven, cuéntame una de esas historias tuyas. Quiero saber más sobre esas ciudades que has visitado- Dobló sus patas delanteras y extendió los brazos para que Freith subiese a su lomo

Mientras charláis la cordillera Starspire parece ascender cada vez más y más. La luz solar va menguando y la zona de nieve permanente está cerca. Ambos sabéis que no estáis preparados para pasar una noche al raso en lo alto de las montañas por lo que pensáis qué hacer. Podéis apretar el paso (o correr durante un rato, cansándose el centauro) e intentar superar la cima y comenzar el descenso ya dentro del territorio de Tethyr, acampar e intentar hacer fuego o buscar alguna cueva donde refugiaros.

Freith se acomodo en el lomo del centauro, la ayuda siempre es bien recibida y no iba a andar rechazándola, el orgullo es para la gente que le da importancia a esas cosas.

- Bueno te podría contar la historia de como conocí a una mediana muy guapa, y como al intimar con ella descubrí que no era tan guapa, ni tan mujer tampoco... ajajaj, o como conseguí colarme un día en la mansión de un rico comerciante y al abrir la el cofre del tesoro solo había ropa interior...francamente decepcionante - Freith divagó un poco sobre hechos de su pasado hasta que vio la imponente montaña.

- Creo que nos vendría mejor acampar por aquí, no vaya a ser que nos congelados en la cima, que te parece?

Por suerte Boff aceptó su oferta y pudo volver a compartir aquellos entrañables momentos que pasaba con el sabio y lleno de experiencia Amazo. Además logró convencerlo para que dejara a Raunix vivir esta experiencia con ellos con la promesa de que volvería con más fuerza que antes.

Cuando salieron del último portal Hardem palmeó fuerte el lomo de aquellos siempre fiables caballos de Amazo y miró a su antiguo jefe con Cecil a su lado. - No es nada Boff, no te preocupes. Y tú Amazo cuídate bien mientras Raunix y yo estamos fuera. Ahora no estamos para vigilar tus espaldas ni Cecil para detectar enemigos. Te echaremos de menos y a vosotros también. dijo al resto de mercanos. - Pero ha llegado el momento de separarnos, gracias por el maravilloso viaje por los planos. Nos veremos pronto. Y ten por seguro que me cobraré el favor. le dijo con una sonrisa cómplice.

- De nuevo en el camino a lo desconocido, ¿No os trae viejos recuerdos? Aún me apena el no haber sido lo suficientemente poderoso como para acabar con Astaroth. Dijo con rabia recordando aquel oscuro lugar donde lucharon y colocando la mano suavemente en la cicatriz.

- Ojala Raunix pero de este lugar en el que ahora nos encontramos conozco bien poco. La verdad, si bien estudiamos los planos sobre el camino por el que debíamos avanzar no decidimos los caminos a tomar. Demasiada cerveza y cuentos con viejas historias despistándonos. se rió restandole importancia. Sabía que tarde o temprano llegarían a su destino.

- No te dejes llevar por su elegantismo Inovaz estoy seguro que bajo tanta galanería sigue siendo el mismo bribón. una carcajada se le escapó y miró en la dirección en la que se deberían de dirigir. Miró hacia las altas cordilleras y supo que aquello sería un imposible, habían adelantado mucho con el viaje planar pero aún estaban lejos. - No creo que encontremos unas monturas en el bosque que se prestén a llevarnos y como quería decir Amazo yo ya estoy escarmentado de eso. dijo recordando el incidente de intentar domar a uno de aquellos caballos de ocho patas.

- En los mapas señalaban una serie de cavernas que nos podrían acortar el camino, pero la oscuridad nos invadirá durante varios días de viaje. Aún así evitar subir la montaña lo veo primordial por lo que no nos queda otra opción por el momento que avanzar en busca de algunas de estas cavernas. Yo os podré iluminar el camino para que veamos y guardemos las antorchas para cuando sea necesario. ¿Cómo lo véis? ¿Raunix por donde preferirías ir tu?