Partida Rol por web

Cuando el estallo, los 7 aparecieron en medio del infinito, se encontraban solos, sin saber el porque El habia decidido dejar de existir, como podia haber muerto el cosmos... por suerte para ellos, su muerte represento el nacimiento, pero... y ahora?

Los 7 vagaisteis juntos por el infinito... cosmos habia dejado estrellas rodeadas de planetas vacios, rocas flotando en medio del espacio, unas iluminadas, otras oscuras, sabiais, que cada uno de vosotros representaba un matiz de El cosmos, gracias a ello encontrastes su morada, un palacio flotando lejos de la creacion, con su jardin, sus fuentes, sus antorchas iluminando un camino, un lugar donde siempre era de noche, era vuestro hogar ahora, y alli, descubririais el porque de vuestra existencia, por el momento, solo os sentis cansados de vagar por el infinito en busca de la morada...

Iluminado como la más brillante de las estrellas que Él había creado, Tabahätta giró su rostro hacia Ruth-adum, y quedó satisfecho. De la nada había surgido la Casa que acogería a sus Hermanos y Hermanas, y vio que era bueno.

Al instante, su Infinita Conciencia le llevó hasta sus salas, pasillos y corredores. Observó sus fuentes y sus recovecos. Y sonrió.

Y como un parpadeo, su inmensa figura, tan grande como la más minúscula mota de polvo, y tan pequeña como el Vacío, se sentó sobre un trono negro.

Y esperó a recobrar sus fuerzas.

Al principio Ella y yo eramos una sola cosa pero dos conciencias distintas dividieron nuestra esencia. Raiza quedo separada de Serune en el ultimo tramo antes de despertar en aquella casa y aunque la idependencia le gusto, siempre se sentiria unida a ella mas que cualquier otro.

El calor de su hermano la desperto con infinita pasion... la pasion sin la que toda creacion queda esteril y vacia.

- ¿Donde estamos?.- pregunto sintiendo mas presencias a su alrededor.

El baile lleno de Gracia de Serune, por los tejados barandillas y habitaciones de la Casa, sirve para realzar la belleza de la misma, dando color, y calor, a las aún vacias habitaciones.

Su risa de plata resuena creando ecos maravillosos.

Uno de sus giros la llevó a la espalda de su más cercana hermana, allí se paró, abrazándola desde detrás.

-¿Qué importa? Estamos juntos todos.-

-Estamos en casa. -dijo Gálmaro a la vez que se acercaba a sus hermanos de nuevo.

Miró alrededor con aire indiferente, quizá aburrido.

-¿Y ahora qué haremos? -preguntó con curiosidad- ¿Habrá más lugares como éste? ¿Uno para cada uno? ¿Los buscamos? No me termino de sentir cómodo aquí... aunque siento como si ya conociera éste lugar.

-¡Serune tiene razon!-le dijo a Raiza.-¡Hemos encontrado un lugar donde vivir! ¡Ademas de que es precioso!

Corrio dentro del palacio, observando curiosa todo lo que encontraba. Encontro una habitacion enorme, y con solo correr por la sala, esta se lleno de colores azules y blancos, y en el centro, un trono hecho de neblina, que se mecia suavemente. Se tumbo en ella, y se puso a imaginar todo lo que podria hacer.

Sonrio, me gusta la idea. Siento el abrazo de Serume, todo su cariño y la fuerza de mis hermanos ilusionados con un hogar. Por instinto giro con rapidez tomando a Serume en una presa de lucha, sin fuerza, no quiero lastimarla, es solo un juego. La tiro al suelo cuidando mucho de que no se haga daño y despues la levanto con el mismo afecto mientras me rio

- Nuestro hogar... suena bien.

Igual que una niña pequeña voy a por Airlia, corro tras ella como si estuvieramos compitiendo en una carrera por las salas del palacio. Es mucho mas rapida que yo pero eso lo hace mas divertido.

Mi risa llena las estancias por donde las persigo hasta volver.- Este lugar es grande, podiamos vivir juntos.. cada uno en su parte. Seria muy divertido.

Apoyando su rostro en el puño, el Padre del Caos observó a sus hermanos y gruñó. Y cuando lo hizo, sus ojos relampaguearon y descargaron llamas alrededor, incinerándolo todo. Y un segundo después, aunque el Tiempo aún no había sido inventado, todo estaba igual. Y luego, Tabahätta ya no estaba allí, sino junto a Gálmaro, con el brazo sobre su hombro y apoyado sobre él.

- El Hermano tiene razón - dijo con la voz sombría y cavernosa - ¿de qué nos sirve tener una Casa o un Hogar? Él ya no está aquí, debemos ocupar su lugar. ¡¡Debemos hacer algo!!

Y la sala se estremeció, y durante apenas unos instantes, lo que duraba el parpadeo de un insecto, su presencia inundó toda la Existencia. Y luego, nada.

-Tab...¡Mirarte marea!- rió mientras Raiza la levantaba, se unió al juego de sus hermanas, contenta por el afecto que destilan.

-Elegiré habitación ...- y sus pasos casi de baile la llevaron a explorar la casa, encontrando su lugar, una habitación enorme, llena de alfombras mullidas y cojines tan grandes como ella misma, con un balcón solo lo suficientemente amplio para dos personas...y una ¿una qué? No sabía como llamar a esa cosa verde que trepaba desde el suelo, enrredandose por la pared hasta llegar al balcón, como si de un camino para que la gente trepase se tratara. La luz es menor ahí, el ¿el qué? el "arriba" es negro ahora, con puntitos brillantes, y una gran bola plateada, hermosa como Serune.

-Mucho mejor, tanta luz molestaba.-

¿El no esta?.- penso Raiza deteniendose de golpe. Algo tan evidente se le habia pasado por alto. Estaban todos ellos pero faltaba algo... alguien. El concepto de Él la sacudio, de pronto sintio su falta como sentiria cualquiera que el suelo desaparecio bajo sus pies.

Ya no era divertido, ¿Teniamos que hacer algo?¿Estabamos alli por alguna razon? Lo pense pero no lograba encontrar la respuesta.

Serune busco una habitacion para ella y yo decidi que la contigua seria para mi, pero lo deje vacia por el momento para poder moverme por ella sin molestar a mis hermanos.

- ¿Que quieres hacer?.- pregunte a mi hermano con interes.

Con un destello, Tabahätta se plantó frente a su hermana, tomándola por los hombros. De repente su tamaño gigantesco no parecía tal, y era sólo unos centímetros más alto que Raiza, lo suficiente para que ella tuviera que alzar levemente la mirada para verle. Ya no desprendía las llamaradas que desplegaba antes, sino que parecían azuladas, casi... tiernas, cubiertas por las oscuras placas de metal divino que cubrían su cuerpo.

- Mi querida Raiza... ni siquiera yo lo sé - alzó la mirada, hacia algún punto más allá de los infinitos techos abovedados de la Casa - Me siento extraño sin Él...

Luego se apartó, y su cuerpo volvía a ser el gigantesco Titán que parecía ocupar la totalidad de la sala. Las llamaradas volvían a recubrir su cuerpo, y el yelmo que formaba su rostro parecía haberse deformado hasta convertirse en una mueca monstruosa.

- ¡Pero no quiero perder el tiempo buscando una habitación, o contemplar los paisajes! - y acercándose a ella, zalamero, susurró a su oído, de una forma tan suave que destruyó mil planos de existencia de una vez -  Juguemos con Serune y su nueva habitación...

Medusa mantuvo su mirada perdida en la distancia, siempre habia sentido un todo en la comunion entre todos los aspectos de su "padre", pero ahora era totalmente diferente. Levantando una mano se la quedo mirando durante un buen rato mientras pensaba en diferentes cosas, todas demasiadas rapidas como para que una mente humana las apreciara. Luego las voces de sus hermanos lo sacaron de su ensimismamiento.

-El lugar esta un poco falto de...de algo, no se estamos todos aqui pero falta algo, no creeis.

Serune fue la primera en tomar la iniciativa pero Medusa no se movio de donde estaba mientras miraba al cielo distraida

-De eso nada Tabahätta.-

Serune estaba sobre él, las llamas lamían su piel, sin dañarla.

-Búscate una habitación para ti ¬¬ tú con tus llamitas y tu cambio...me gusta como va quedando, aunque está casi vacía aún-

Ahí seguía, tumbada sobre los hombros de su cambiante hermano, acariciandole desde la cabeza a la base del cuello, lentamente.

-Él, lo era todo y nada, pero estaba muy solo. No podía amar a nadie. Nosotros al menos si podemos hacer eso. Y podemos hacerlo sin destrozar habitaciones.-

- No estoy de acuerdo con eso Serune.- Le digo.- Si no hubiera habido amor el, tampoco lo habria en nosotros... nosotros nacimos de él.- Razono con un atismo de tristeza.- Puede que Él viene mas tarde... pero ahora no esta y tenemos que arreglarnoslas nosotros.

Raiza miro a su hermano, no entendia a que queria jugar con ella y con su hermana pero Serune no quiere que le rompamos su cuarto asi que no hay nada mas que decir al respecto.- Deberiamos organizarnos de alguna manera.

-Claro Raiza, nacimos de Él, pero el era uno, no había nadie más. No digo que no pudiese amar ¿Pero a quién? El amor es para compartirlo.-

Sigo acariciando, lentamente, al grandote de Tab.

-¿Qué quieres decir con organizarnos?¿En qué sentido?-

De repente, el Titán pareció apagarse, y sus llamas se tornaron violáceas. Desapareció en una nube de humo negro que acunó a Serune dulcemente hasta el suelo, y después Tabahätta apareció tras Raiza, como una cabeza gigantesca sin cuerpo envuelta en llamas que parecía que iba a devorar a la Diosa de un sólo bocado. Las llamas envolvieron a su hermana como un abrazo, tan intensas y poderosas que no lastimaron su piel.

- ¡Me insultas, hermana! - dijo, con una voz atronadora, tan enorme y gigantesca que nadie fue capaz de oírla jamas - ¿Organización? ¡Está claro que estamos aquí porque nos ha dejado! ¡Porque si alguna vez existió, ya nunca volverá!

Y como si nunca hubiera existido, de repente estaba junto a Medusa, con la mano sobre su cabeza, como si fuera una marioneta.

- ¡Mirad a la pobre Medusa! ¿¡Creéis que si realmente nos amara ella se habría quedado así!?  - y luego descendió su cabeza, ahora del tamaño de la de la Diosa, mirándola con ojos terriblemente expresivos, impropios de una máscara de puro metal - ¿Qué necesitas, pequeñaja?

Las llamas en su brazo no le causaron dolor pero si la molestaron, la irritaron... la enfadaron. Su hermano no tenia motivos para enfadarse. El caos necesitaba orden para poder generarse, no estaba en su contra pero se sentio incomprendida por sus hermanos. Era la unica que parecia querer que Él volviera o almenos, la unica que lamentaba su falta.

Raiza sacudio su brazo con fuerza y las llamas se se extendieron de su mano hacia el suelo, su ira y su voluntad tomaron la forma del metal y una espada extraordinaria se forjo con ese fuego en cuestion de un segundo. Una sola pieza, hoja y empuñadura con un filo tal que podia cortar el aire.

Su mano se aferro a esa crecion y su pensamiento la llamo Ragna. Alzo a Ragna y señalo a su hermano.- ¿Acaso te has dejado la inteligencia perdida en alguna parte del viaje? ¿Que es el caos sin un orden al que enfrentarse?.- Le pregunto conteniendo sus ganas de probar aquella hoja, su primera creacion, en su hermano.- Puede que Él nos dejara, pero Él nos dio la vida y no nos ha abandonado. ¡No vuelvas a hablar asi de Él y no vuelvas a insultarme Tabahätta!. Ahora deja en paz a Medusa, que es tan libre como tu de tomar la forma que le place.

- Te lo aviso, hermano, tu eres fuego y yo pasion, podemos llevarnos bien y hacer grandes cosas juntos o todo lo contrario....tu decides.

No dejo de mirar la espada que apunta a mi hermano, en ningún momento. una parte de mi mente se da cuenta de que podemos crear cosas, pero eso no es importante ahora.

Con dos rápidos pasos Serune se coloca entre el pecho de Tabahätta y la punta de la espada.

-Raiza...no me hagas esto, por favor. No debemos dejar que el amor que Él nos dio se pierda. Tab solo se siente herido. Por favor...somos hermanos.-

La mirada de Serune es firme, pero al mismo tiempo angustiada, el clima que se ha creado no es de su agrado. Mira a los ojos a su hermana, en muda súplica de que  se calme.

Mis dientes rechinan pero bajo el acero sin pensarlo dos veces. Serune es mi mitad, jamas la lastimaria.

- Tambien es mi deseo llevarme bien con todos vosotros, con todos, hasta con el grande y textarudo.

Avanzo hasta tabahäta. Esta vez lo que le tiendo es la mano.- Para destruir antes hay que crear, para que exita caos debe haber antes un orden... Antes quise decir que debiamos pensar alguna manera para llevarnos bien, dejar claros limites y posturas para evitar malos entendidos y peleas. Nunca quise ofenderte.