Partida Rol por web

Fichas de los Dioses, Ciudades, Avatars...

Bievenidos!

Mi nombre es Á, y soy su Padre. Es una grata sorpresa que, cuando limpiaba mis divinas cavidades y arrojé con olvido este terruño, resultó darles hogar a ustedes. Por ahora son solo grandes masas de consciencia, pero me place permitirles tomar forma, manifestarse... elegir una forma de ser.

Adelante mis niños...

Nombre: Pyaray, Sr de las Profundidades y Susurrador de Secretos Imposibles

Naturaleza Caótica, Pyaray es un ser cuya mente es incapaz de pensar en un bien mayor, en la cooperación, o en la beneficiencia o malificiencia, solo piensa en su propia existencia y se ve irremediablemente empujado a cambiar su entorno, en un entrópico cambio continuo, con tal de poder verse cambiado él mismo en el reflejo del mundo creado

¿Qué es Pyaray? ¿Una idea? ¿Un sentimiento? Pyaray nació del deshecho, de la obviedad, los dioses observaban el mundo desde las alturas, desde más allá de las nubes en sus tronos argénteos, sin embargo cuando A se dió la vuelta satisfecho, descuidó una mota de desdén hacia su propia creación, una mota que habia caído en la más oscura y profunda fosa del abismo marino, allá donde no hay aire, luz o vida. Allá se retorcía Pyaray, molesto por el lugar en el que se encontraba sin saber siquiera que algo mejor pudiera existir, sin siquiera planteárselo... tan solo... algo le picaba... el contacto con las rocas del abismo marino picaban sobre su superficie.

La enorme bola de cieno se revolvió buscando una posición más cómoda, y cien tentáculos surgieron para rascar su espalda y volver a sumergirse en aquella inestable forma. Fué entonces ante este pequeño gesto que el panteón de Dioses le vieron, allá en lo más hondo del mundo, incluso por debajo de la obra que pronto realizarían, los murmullos y voces celestiales, cuchicheos y siseos de los dioses más macabros hicieron que una docena de ojos aparecieran sobre la superficie de aquella esfera verdosa.

Fué entonces cuando Yo les vi a ellos, reían y murmuraban y de sus manos, el mundo comenzó a cambiar, la tierra se movía y el agua se agitaba.... todo resultaba extraño para la escasa comprensión de Pyaray, y agitando dos tentáculos de manera torpe, imitando a los Altos Señores, a su alrededor, todo empezó a cambiar con sorprendente facilidad, un poder divino habia caído sobre aquella creatura inconsciente y descerebrada.... ¿Qué utilidad le podía dar?

"Pyaray no tiene una forma definida, es una gigantesca esfera de cieno verde de la que tentáculos, ojos, bocas u otros anexos surgen a cada segundo, Pyaray es una masa en constante cambio de la que salen enormes orificios repletos de colmillos bostezantes o rugientes, tentáculos diminutos o quilométricos que se agitan para volver a desaparecer en su núcleo, o ojos de diferentes formas y tamaño que observan inquietos el mundo a su alrededor desde tan desprivilegiada perspectiva"

 Yradarkos Señor Cambiante y de la destrucción

 Cuando Á hubo creado a todos sus hijos, nació el último. 

A ti te entrego el don del libre albedrio, haz de la espontaneidad tu bandera, haz que todo tenga auntenticidad, que haya un principio y un fin, que el amor lleve al odio, que la vida sea un camino hacia la muerte, que la locura y el ingenio vayan juntas de la mano y que del silencio nazcan canciones.

Millones de sensaciones inundaron el alma y la mente del recién nacido Yradarkos, millones de dudas, millones tormentosas incoherencias.

Padre, estoy confuso, todo es tan contradictorio ...

Á miró a su hijo y acarició su rostro e imperó antes de desaparecer

Ve y haz, que nadie intente instruirte, pues tu eres el que ha de otorgar. Eres especial, diferente a todos tus hermanos, se tu mismo y da la chispa que equilibre y desequilibre la balanza

Yradarkos quedó solo en la oscuridad, en su locura, en su dolor, gritando, maldiciendo, llorando y riendo a carcajadas. Pensó, meditó e intentó entender su don. Todo en vano. 

Al final su razón se tornó demencia y planteó sus propias reglas, ningún ser debía poseer la serenidad ni la estabilidad, para poder ser dignos de la creación debían conocer el tormento que él llevaba dentro, ningún ser sería feliz sin haber pasado penurias, ningún alma nacería sin enfermar tarde o temprano, de la locura nacería la innovación y donde algunos ven libre albedrio el otorgará caos. Solo la muerte hará libre a la vida y solo los muertos hayarán el descanso, solo tras la guerra se hayará la paz.

Él, Dios del misterio y el secreto. Señor de la intriga y Maestro de la mentira.

Naturaleza Neutral.

Él, es conocido. Todo el mundo sabe de su existencia, aunque pocos saben que Él esta allí. Todo el mundo le adora y le venera, aun cuando no sabe que lo estan haciendo lo hacen.

Nació el primero. Fue el primer hijo de Á, aunque es algo que pocos conocen.

Su paso fue un misterio, ninguno de sus semejantes sabe cuando le escucho por primera vez, pues cuando llego el dia en que se hizo presente, todos ya sabian que estaba allí. Él estaba en sus pensamientos, en sus ideas, en sus sueños. Hablaba por ellos, escuchaba por ellos. Tal es su poder, que dejo parte de su esencia, hasta en la mas pequeña y salvaje criatura y molecula de la exitencia. Él era el poder oculto de Á. Él era el misterio de Á. Él era todo lo que no se ve, todo lo que no se muestra. Él, es el secreto. El misterio.

Él, tiene la apariencia de un humano corriente de estatura alta y cuerpo esbelto con dos brazos, dos piernas, una cabeza... pero su piel refleja el abismo que se esconde mas alla, el gran misterio que hay tras las estrellas. Él, viste siempre con una tunica blanca, cuando se manifiesta como mistico y la misma tunica en negro cuando se manifiesta como secreto.

Él no es violento y tampoco partidario. Él esta para guiar a los vagabundos que buscan conocer el mundo. A los mentirosos que tratan de engatusar a los inocentes. A los cortesanos que juegan con el poder. A las doncellas que se entregan en la noche.

No hay mayor juego para Él que urdir pequeños planes entre los mortales.

  "caminante no hay camino,

se hace el camino al andar"

Cuando Á creo el mundo fue el primero en pisarlo y en caminar con el. Con sus pasos Á creo el primer camino, y del polvo levantado de ese primer camino se formo Jeldhor, el errante

Jeldhor es un dios neutral ya que tanto el bien como el mal han de recorrer su camino.

Sus dominios incluyen todos los caminos, carreteras y vías acuáticas y aéreas, aunque también actúa de un modo mas sutil sobre el trascurrir de los acontecimientos y tiene un cierto control sobre el destino.

Cuando se manifiesta puede hacerlo como un vagabundo de cualquier edad, ya que el fin de un camino es el inicio de otro.

Su papel neutral también se manifiesta en sus relaciones con otros dioses, todos recorren sus caminos y suelen dejarle en paz para que el recorra el suyo sin interferir. Sin embargo en ocasiones entra en conflicto con dioses malvados que buscan dominar a otros, limitando o eliminando su libertad y por tanto los caminos que se pueden recorrer.

Los razas que siguen a Jeldhor suelen ser nómadas, bárbaros , gitanos y también se dice que hay al menos un pueblo condenado a un exilio eterno por el propio Jeldhor.

También le rinden culto, o al menos respeto, los que se ganan la vida viajando, mercaderes, caravanas, circos ambulantes, y similares suelen hacer ofrendas a Jeldhor en sus pequeños altares repartidos en los caminos de todo el mundo

Kraag, Dios del Fuego y la Roca

Neutralidad: Neutral

El dios Kraag nació de la sangre derramada por el gran Á encima de una piedra en una montaña solitaria.

La sangre del dios supremo fue moldeando poco a poco la roca en la que habia caido, a la vez que le daba forma humanoide y vida propia. El ser estaba dotado de la misma dureza de la roca, a la que consideraba su madre, y la sangre que fluia por su interior le ofrecia el poder magico de una infinidad de hechiceros juntos.

Aún un tanto confuso por su subita aparicion en medio de aquel inhospito lugar, una tormenta de nieve empezó a fraguarse. El viento y el frio calaban en el cuerpo de la deidad aún novata e inexperta. Debía buscar algun sitio en el que guardarse de la congelación.

Cómo deseó en aquel momento tener una cueva en la que poder meterse. Señaló hacia la pared de la montaña y, casi instintivamente, sus dedos hicieron un par de trazos en el aire. La piedra se abrió ante sus ojos y dejo pasar a Kraag.

Una vez dentro, el aire no le atacaba, pero aún así el frío seguia siendo intenso. El rojo fluido con el que el gran dios le concibió le hizo saber que necesitaria hacer fuego si quería poder estar a gusto hasta que pasara la tormenta, asi que sus dedos volvieron a moverse y una gran hoguera empezó a caldear el ambiente. Una sonrisa se dibujaba en el petreo rostro de Kraag y pensó que no tenía por qué quedarse tan solo con estos pequeños logros, sentía el poder en su interior y quería probarse.

Salió de la cueva mientras sus dedos se movían lentamente. La tormenta cesó y el sol empezó a brillar calentando al dios y a su montaña. La sonrisa se hacía aún más ancha y volvió entonces la mirada hacia el pico de la montaña. Su propio pensamiento fue el que ahora dibujó en el aire y su cuerpo empezó a alzarse del suelo. Más dibujos en el aire, ahora hacian abrir un hueco en el pico de la montaña, un hueco que se abria paso hacia el interior del mundo, en donde la roca aún estaba fundida y en donde nunca podría llegar el frío que le azotó en sus primeros momentos de vida. Poco tardó en brotar el magma del recien creado volcán.

Kraag miraba con cara de satisfacción y asombro su creación y por primera vez unas palabras salieron de su boca.

"O telle Skraag" (Te llamaré Skraag)

Observando y aprendiendo, Madre, meditando el porqué de cada cosa...
Cada cual a su manera estaba loco, y yo no era la excepción...

¿Si no porque estoy continuamente hablando solo?

Pero un día entenderían la verdad...
El bien y el mal están sobrevalorados...
Todo saldrá mejor si se conocen todas las opciones...
Todo será mejor si me dejaran a mi elegir, pero no...
Seres engreídos, egoístas, egocéntricos si me dejaran, pero no...

Cada vez Madre supo mas cosas, pero... qué será verdad y qué mentira... Con su divina gracia me dio a cada uno de los seres que vendrían, para guiarles en lo correcto... La que fuera su verdad...

Ghiskhaft, dios del raciocinio, jinete entre la cordura y la demencia...
perdió su propia razón por intentar comprender las de otros...
Modificando esa balanza día tras día, cada vez la razón perdía mas peso...
En el fondo era otro niño insensato que jugaba a su manera...

Su naturaleza en sí misma es neutral, para bien o para mal solo trata de hacer lo correcto...                Pero debido a que su Diosa Madre es quien lo nutre de sabiduría, su alineación sera similar a la de ésta...

Morkhan, El Guía de los Perdidos y Guardián de los Olvidados.

Apenas nadie recuerda como nació Morkhan, y muchos menos recuerdan cual fue su nombre antes de tomar el actual. Quizás Knhoss recuerde algo más, pero incluso si ella lo recuerda, no lo contará a ningún ser, pues la de El Guía es una triste historia.

Esta comienza cuando Á, en su máxima gloria, justo después de crear a sus hijos mayores, decidió fragmentar algo del poder de estos para crear a sus hijos menores, estos fueron la segunda generación de dioses, de los cuales el primero fue Morkhan, el cual había sido creado para ser el modelo por el que Á crearía a los humanos.

En aquellos tiempos dichosos, el joven dios menor comenzó su andadura, intentando complacer a su padre en todo momento. Alcanzó un gran poder en la lucha, controló la política y la magia sin igual entre sus hermanos, pero nunca fue suficiente. Una y otra vez volvió el desdichado Morkhan a tratar de sorprender a Á con sus valientes gestas, grandes poderes o intrigantes argucias, pero nunca fue suficiente.

Entonces, Á, decepcionado con su creación lo arrojó al mar aún hirviente, dónde el bello cuerpo del dios menor comenzó a desaparecer. Morkhan cayó y permaneció durante años en la superficie, tratando de guiarse por las estrellas para volver a tierra, en vano, pues Á las confundía o alteraba, haciendo la tarea imposible. Finalmente, se sumergió en el abismo, consumido por el dolor, pero solamente preguntándose en que había fallado. Á conocía la respuesta, y esta era que los humanos no pueden ser perfectos, así que el modelo también era erróneo y debía ser destruido.

El caso es que el abrasador espíritu del dios caído se quedó pegado a sus inertes huesos, hasta que reposó contra el cieno del fondo de los océanos durante una eternidad, ganado en rabia, odio y desesperación, sintiéndose perdido al ser arrastrado por las corrientes abisales, hasta que llegó a su nuevo señor, Pyaray. La enorme "serpiente" susurro en los oídos de Morkhan palabras que despertaron en este una ferviente ambición.

Al instante, el odio de Morkhan se solidificó, formando una armadura que recubrió sus huesos, su rabia se hizo material, formando así una espada de filo imposible de quebrar, mientras su desesperación se condenso hasta formar una capa, un sudario carmesí que le seguiría allá a donde fuera. Armado de esta guisa, el dios buscó la superficie de las aguas, y caminó sobre ellas dejando tras de sí un brillante camino de hielo, aunque algunos cuenta que cabalgaba sobre nubes de vapor, guiándose por las estrellas, de las cuales había extraído sus secretos.

En este instante, Morkhan se convirtió en lo que es hoy. Guiará a los perdidos, dándoles odio, ira y desesperación con la que puedan sostenerse y guardará a aquellos destinados a sucumbir al líquido elemento en cualquiera de sus formas, además de a aquellos que mueran en medio de la confusión, el miedo o el olvido de los suyos.

Esta es la historia de El Guía, una historia que solo quizás Knhoss conozca por entero.

Aliniación: Maligna (a no ser que Yradarkos cambie de idea)

"Y cuando Yradarkos vio a sus hermanos crear las razas que habitan estas tierras, guiarles a traves de las edades, se dio cuenta de que necesitaria un ejercito para ayudarle en su eterna tarea. Asi que se dirigio a la mas oscura de las cuevas que por primera vez se iluminaban por Su voluntad, y alli con sus poderes creo un ser de muerte y tormento, que nunca vivio de verdad, pues nacio muerto."

"Y entonces Yoonel abrio sus alas y atraveso rocas y tierra hasta llegar a la superficie, donde se dispuso a realizar su tarea. Pero al mirar a su cuerpo se dio cuenta que a pesar de su gran poder, se podria localizar con facilidad por los hermanos de su señor, y que necesitaria otra forma mas discreta cuando la situación lo requisiera. Asi que con solo un pensamiento, el hueso que lo formaba empezo a soltar un humo azulado que pronto cubrio su cuerpo entero, hasta que se convirtio en una niebla que se extendio cada vez mas hasta que desaparecio en las rocas, no dejando nada atras."

Estracto del libro de Yradarkos.

Era un dia de invierno humedo y frio, y me desperte termprano con el resto de mi familia para asistir al entierro de mi padre. Cuando sali de casa pude ver a lo lejos una niebla que se dirigia hacia nosotros bajando de la montaña, parecia un poco extraña con su tono azul hielo, pero crei que eran solo imaginaciones mias y no le preste atención. A la hora de comer llego al pueblo, al parecer no habia sido solo mi imaginación, pero al no tener problema respirando no creimos que fuera nada dañino y lo ignoremos. Esa noche, mientras dejabamos atras el pueblo en llamas despues de que mi padre matara a mi hermano, pense que eso habia sido una mala idea.

Anonimo.

Yoonel abrio sus sentidos a un mundo lleno de sufrimiento y dolor. Creado de destrucción y la anarquia que era su creador, empezo a planear en sus primeros momentos como acabar con toda la creación.

Yoonel abrio sus sentidos a un mundo lleno de tristeza e ira, y se dio cuenta de que su deseo mas grande era intensificar y extender estos hasta que solo existieran ellos, y que entonces nada lo hiciera.

Yoonel abrio sus sentidos a un mundo lleno de muerte y destrucción, comprendiendo que lo unico que podia sentir era el interior de la cueva, y que el estaba solo.

Shenkis, La tejedora de vida.

Naturaleza: Neutral absoluto, no le interesan los asuntos banales de el resto de dioses, y el resto de asuntos poco le importan, opina siempre en ultimo lugar y aveces incluso solo cuenta lo que opina a medias, su unico ser de verdadera confianza es su pequeña Eria.

de Á se desprendio una mota de vida, que calló lentamente por el infinito hasta la tierra, y al chocar se dividio en mil vidas primigenias, las cuales se esparcieron por todo el mundo, relucientes y brillantes esferas verdes, que rodaron cual monton de canicas...

Permanecieron un tiempo alli, como si fueran un elemento mas de la creación, sin una utilidad aparente, hasta que un dia, empezaron a rodar intentando reagruparse de nuevo, y al cabo de unos dias, las esferas se encontraron justo en el centro, amontonandose para juntarse de nuevo, pero esta vez ya no surgio la mota de vida, de la cual se habian separado todas, si no que la consciencia de saber que hacia falta algo mas en aquel paramo, hizo que de alli saliera una forma humanoide, de piel de madera fina, con ropas de corteza flexibles y telas de fibra y lino, y ojos de reluciente resina cristalizada, sin iris aparente o dibujado, y con gruesos cabellos verdes, como si de hierba fina se tratase. De forma alta y delgada, con sus curbas y un rostro de serio e impasible, el cual reflejaba lo que le importaba todo lo que no fuera intentar embellecer el paramo al que mas tarde llamarian mundo.

Camino por el paramo durante un tiempo, observando solo tierra y nada mas, y en medio de la nada, que se extendia a los lados, alzo la mano y Á le concedio su herramienta de trabajo, de la arena surgio un baston de retorcidas formas, que se elevo hacia sus manos. Empezo a golpear el suelo a su paso con el baston, y alli donde lo apoyo, un pequeño brote crecio... andubo largo tiempo, dejando a su paso una pequeña vejetacion, que mas tarde se conoceria como el bosque primigenio, o primer bosque, tenia mucho trabajo que hacer, asi que de nuevo, observo al cielo, y pidio permiso sin hablar, para crear su segunda herramienta de trabajo....

 Kraag creo montañas y volcanes, invocando y moldeando a su gusto su gran elemento: Las rocas.
 

Al principio no había nada. Sólo Á y su grandiosa existencia llenaban el vacío. Pero en algún momento, en su aburrimiento, el único Dios creó el mundo. Y con él a sus hijos, para que lo moldearan y lo poblaran, y lo volvieran un sitio de recreación para sus ojos y de adoración para su ser.

De ésta primera camada surgió Knhoss, la primera entre las Diosas, la segunda entre sus Hermanos.

Nació del pensamiento del Dios supremo. Su vida le fue concedida para iluminar a las razas que habitarían la hermosa creación. Su deber sería mostrar la magnificencia de la razón y el poder de avanzar que da la búsqueda del conocimiento. La sabiduría sería su estandarte.

Cuando el mundo estuvo moldeado, su Padre le encomendó: "Vé hija, enseña a los pueblos a valerse por sí mismos, dótalos de las herramientas que les permitan subsistir, ilumínalos para que constantemente busquen nuestro favor, haciéndose grandes para llamar nuestra atención". Y así lo hizo.

 Y en su camino encontró a Ghiskhaft, un joven Dios que buscaba alcanzar la Razón. Knhoss lo trató como a un hijo, intentando ayudarlo con su propósito, pero otorgándole la libertad de experimentarpor sí mismo, de buscar lo que tanto anhelaba por sus propios medios. Y Ghiskhaft, también respondiendo con cariño, cuestionó los accionares de su Madre que no comprendía, y obró para colaborar en los designios de Knhoss para que ella estuviera satisfecha.

Un pensamiento. Una idea. Una conciencia.

Así fue mi llegada al mundo. De la cabeza, de la propia mente de Á, tan sólo un pensamiento. Un pensamiento divino que me dio entidad y capacidad de ser. Fui pensada. Fui.

Como una idea crecí, preguntándome, investigándome, aprendiendo más de mí y de mi hermana y mis hermanos. Y llegó el momento en el que se me concedió la capacidad de hacer. Dotada de voluntad, receptora del poder de mi padre, comencé a extender mi obra.

Llenaría el mundo de preguntas, de investigación. Crearía razas para elevarlas en la sabiduría, aprendería de ellas y les enseñaría a evolucionar, a cuestionar, a avanzar. A cambio no exigiría pleitesía. Tan sólo más preguntas,  dudas, motores que impulsaran a la creación a seguir evolucionando.

No estoy sola. Me acompaña mi aliado, mi hijo. Él también tiene su propio motivo, su razón de ser. Juntos haremos del mundo un lugar digno a los ojos de Á.
 

II

Korag vio sorprendido la luz del mundo exterior, y el poder inigualable de su maestro, Kraag. Enceguecido y temeroso, huyó a lo más hondo de las cuevas que lo habían engendrado. ¿Quien era aquel que le había dado un nombre? ¿Cual era el propósito de ese ser? ¿Que era?

En ese entonces, no había respuestas a sus preguntas. Pero pensó que podía alejarse si se internaba en las cuevas mas profundas, donde comenzaba a sentirse el calor del interior del mundo. Pero alli donde pensó que podía hallar un refugio, vio una venda negra. Eso es algo que ninguna roca podría crear ¿Que era entonces?

Y en ese entonces, comprendió todo. Kraag era su creador, no la roca. Él había creado la roca, y por tanto, él era su creador. Tomó la venda negra, y cubrió sus ojos, para poder vagar por el mundo exterior. Decidio llevarle un presente a su maestro, por lo que cogió las cosas que habia forjado antes de conocerlo.

Maestro, aquí te traigo las cosas que creé en las entrañas de la montaña, donde no hay luz alguna y el calor y la roca crean tesoros inigualables. Quiero entregarme a su cuidado, por que sé que los seres de este mundo sentirán codicia y envidia por ellos. Y solo tu me darás ese poder, por que tu me has creado.

En sus manos llevaba gemas que brillaban con colores inigualables, llevaba raros metales, y llevaba el oro. Cosas que el deseaba moldear y proteger.

Á caminó el mundo, y vió que estaba bien hecho. Al cabo de un rato, notó que alguien caminaba tras él... se asombró con alegría; ese tipo de eventos sucedían a su alrededor y formas de su propia entidad bullían por salir, como notaba en los Dioses a su alrededor, que se habrían a las posibilidades de su existencia individual.

Continuó caminando, tranquilamente, hasta que una roca se interpuso en su camino. Á le ordenó con la mirada que se apartara pero la roca, confundida y un tanto lenta, tardó en obedecer al Gran Dios.

La sombra que seguía a Á saltó hacia adelante, destruyendo la roca con sus manos desnudas. El polvo levantado se adherió a él, dándole una piel rugosa, gris amarronada, seca.

Á continuó su camino, pero un incendio se desató a su paso. Las llamas, jugando y tonteando, tardaron en apartarse del camino del Dios. La sombra, entonces, se descargó sobre ellas furiosa, atacando con presteza, apresando al Fuego rebelde. El calor y el cambiante color dorado rojizo del fuego se grabó en sus ojos.

Cada vez más divertido con la situación, Á respiró profundamente para apreciar el viento helado del norte. La sombra se elevó por los aires, ordenando al viento que acatara la voluntad del Gran Dios, con indomable resolución. Y así su voz fue de viento helado.

Por fin, Á sintió el calor del Mundo tras tanto caminar, y una gota de transpiración resbaló por su espalda. La sombra la apresó en sus manos, con reverencia, para devolverla al Dios.

Esa gota ha osado escapar de mí, y no puede volver. Se pronunció Á. Castígala.

Y la sombra la apretó entre sus dedos, con fuerza como mil montañas, y la redujo a un punto brillante, que se alojó en su pecho.

Este mundo tiene un equilibrio, una Ley. Y tú serás mi Guardián, el Guardián de esa Ley. Tus manos tendrán el poder de conceder, y castigar, sin límites. Mi palabra será tu orden, y mi voluntad tu vivir.

Así nació el Dios de la Venganza, de la Furia Divina, el Asesino de Dioses, La Espada del Destino.

Allí estaba la Mujer. Con un movimiento suave se quito un fino cabello de la cabeza y lo deposito en la tierra. Plantándolo como si de una semilla se tratase. Medito tranquilamente como hacer que esa ondulante hebra de cabello tomara forma. Sabia como hacerlo, después de todo era la diosa de la Vida. Extendió su mano y sacudió el bastón sobre el cabello, pero nada ocurrió.

Frunciendo el ceño, decidió probar de otra manera. Clavo el báculo con fuerza detrás de su futura creación. La vara se ilumino y de su interior brotaron cinco esferas de distinto color, pero parecidas a las que le habían dado la vida a ella misma.

Danzaron alrededor de la hebra, como depredadores al acecho. Pero en una total armonía. Poco a poco fueron uniéndose, mientras un remolino de tierra se levantaba a su alrededor cual tornado. Eliminando cualquier visión que podía tener la deidad con su creación. Pero ella sabia lo que ocurría, no necesitaba verlo. Aun con las manos extendidas sobre su bastón, mantenía la concentración y los ojos cerrados. El tiempo parecía haberse detenido en ese preciso instante, antes de que la hebra de cabello explotara en rayos, que atravesaron la tormenta que se había interpuesto entre ambas.

La diosa bajo las manos, exhausta y cansada y contemplo su creación. A sus pies, estaba una joven mujer de cabellos oscuros como la noche. Totalmente desnuda. Sus manos estaban apresadas por esposas, unidas por una larga cadena que le daba movilidad. Así fue creada la Diosa menor de la Señora de la naturaleza y de la vida.

La joven se estremeció. Jadeo en busca de aire que ingresar a sus pulmones. Un leve quejido salio de su garganta mientras abría los ojos de golpe. Parpadeando varias veces, y luego miro a su alrededor. Todo lleno de color y de vida. Poso sus ojos grises sobre los de la mujer que tenia enfrente. Su belleza y esplendor hicieron que su estomago se encogiera. No sentía miedo, pero si un profundo respeto.

Con esfuerzo apoyo las manos en la árida tierra y se arrodillo. Con suavidad rodeo las piernas de la deidad con las manos, hasta apoyar su mejilla en la rodilla de la misma. Su Creadora. La Señora a la que le debía la vida.

-Madre...estoy a tu servicio...-

Su voz era suave y cálida. Su cabello caía sobre su cuerpo cubriéndola como el manto de la noche cubre a la tierra. Levanto la vista para encontrarla nuevamente con la de aquella mujer de increíble belleza para la joven.

Con cuidado y calma se puso de pie. Una fina tela de color celeste pálido cubrió su cuerpo hasta formar un vestido cómodo. Agacho la cabeza en señal de agradecimiento.

-Vamos...Eria...-

Le había dado un nombre. Así debía llamarse a partir de ahora. Se sentía orgullosa de que la nombrara y de haber sido creada. Cuando la Diosa de la Vida comenzó a caminar, la siguió con paso diligente sin perderla de vista.

Observo todo a su alrededor. Formas y colores. Distintas sensaciones y aromas. Todo era nuevo. La diosa comenzó a enseñarle acerca de la vida. De su labor en la tierra. La aprendiz escuchaba como su Creadora compartía su conocimiento con ella. Aprendía a gran velocidad.

Los volcanes en erupción, los maremotos, los tornados, los huracanes. Pronto aprendió a comunicarse con los desastres naturales que la habían creado. Se sentía una con ellos. Su carácter, se había forjado gracias a aquellas causas. Sus principios. Todo había sido inculcado a través de la vida que le habían proporcionado. La naturaleza y la vida lo controlaban todo. Su Madre no tenia simpatía por los demás. Ella no tenia problema con los otros, pero ambas eran neutrales.

Para la joven Eria no existía el bien o el mal. Todo aquello que dañara lo que le importaba era enemigo y aquel que no dañaba pero no protegía también lo era...

..y asi, Eria y Shenkis caminaron durante largo tiempo por el desolado paramo de tierra y agua... dejando tras de si, un rastro de vida, pues casi inconscientemente, mientras Shenkis desvelaba a Eria los secretos de la naturaleza, a su paso, se creaban nuevas especies de plantas, que, aun, eran simples semillas recien abiertas, enseñando sus primeros tallos al mundo.

Cada vez que Shenkis se pronunciaba con la vida, dejaba una pequeña esfera en el suelo, verde, pero mucho mas pequeña que cualquier otra que ubiera visto antes nadie- y cuando los bosques y junglas terminen de crecer, de esas pequeñas esferas, nacera vida, seres vivos de diferentes tamaños y cualidades, que poblaran este mundo primitivo, pero ahora no es su momento, primero, tienen que nacer las plantas....

Cuando terminaron de recorrer el mundo de punta a punta, depositando lo que seria una fauna y flora basica, que cualquier mundo que quiera considerarse habitable deveria tener, se retiraron del plano material del mundo, su conversacion, aun no habia terminado, pero sus primeros pasos por la tierra, si.

Arezos. El del millar de nombres. El principio y el fin. Alfa y Omega. El circulo roto. La llave y la puerta. El que susurra en el umbral. El cuadrado sin puntas. El árbol seco. El rey de los bufones…

Este Dios, este ente, este cúmulo de energía, siempre ha estado envuelto por el misterio… “El del millar de nombres” para mi, esa es la definición mas exacta, pues este Dios aparece en diversos escritos y ademas de diferentes lugares geográficos, y en todos ellos se refieren a el con un nombre distinto, no obstante, siempre se pueden ver patrones y rasgos comunes que si cualquiera con cierto nivel de estudio para atención en descubrir, da a entender que este sin fin de dioses distintos en realidad son solo uno. A partir de ahora y durante el resto del compendio, para no confundir al lector, me referiré a esta divinidad como Arezos, pues este fue el primer nombre que se le dio, o al menos que se le da en el texto mas antiguo que se ha encontrado y que habla de el. Leer notas adjuntas:

Cita:

Cita:

Cita:

Bien, como podemos ver a partir de los fragmentos de estos textos, es más que obvio que Arezos es un dios que…

Fragmento escrito por el gran erudito Arr-Ass, único fragmento que se pudo rescatar de todo el incendio de la biblioteca de Alexandris.

Escrito de Tal-Khoiri sobre el Irian y la llegada de Él y Jeldhor.

Abrí los ojos y allí estábamos, eramos muchos, tantos que mis ojos no abarcaban a verlos a todos. Ellos dormían. Camine entre ellos solo, vagando entre ellos. Habían grandes y pequeños y otros que eran mas bellos. De inmediato supe que eran nuestras hembras y que los mas pequeños eran nuestros cachorros.

Anduve durante todo el día y todo lo que veía era nuevo para mi. Mi pueblo aun dormía, una vez mas supe al instante que no era aun su momento de despertar. Yo era su guía, su líder, debía de estar preparado para cuando ese momento llegara. Todo el día caminando y mi pueblo parecía no tener fin.

Llegada la noche, me aparte de ellos. Al fin estaba sobre la tierra, Albur, se llamaba. Albur era el nombre que alguien le había puesto ¿pero quien? Y lo que mas me inquietaba ¿por que conocía el nombre? Recuerdo que sentí miedo.

Mire a lo lejos y solo veía grandes extensiones de tierra y mi pueblo descansando sobre ella. El viento soplo y levante la cabeza para recibir su fresco en la cara y entonces me pareció ver algo. Era algo que ya conocía, pues me resultaba increíblemente familiar. Aquella luz, ya la había visto antes. Mejor dicho, había visto a través de ella y comprendido esto. Lo vi a Él. Así lo llamamos, aunque no sabemos si ese es su nombre o si realmente tiene nombre. Ahora sabemos que si le llamamos de esa manera responde, pero también lo hace con Maestro, Mentor o Padre. Así que ¿quien sabe?

Aunque poco importa. Él estaba allí y sentí su voz. Me aviso de la llegada. Y nos animo a errar por el mundo buscando el punto adecuado por la llegada.

Aquella noche hablamos y me contó algunos de los secretos del mundo. Me hablo de los Dioses, sus iguales, aunque rara vez se refería a ellos con ese nombre, solía llamarlos: Hermanos. Pues todos venían del gran Á. Nos hablo de Arezos, el que nos trae el sol. Pyaray el que vaga por los mares. De Shenkis, la que nos daría los frutos de los que alimentarnos. De knhoss, pues en ella encontraríamos la voluntad de saber elegir. De kraag, que despertó a la tierra y de Yiradarkos, del que no dijo nada. Y de los hijos de los Dioses y nos pidió que los amaramos a todos, pues nosotros les daríamos sentido a sus obras. Eso me hizo sentir contento y asustado al mismo tiempo. Temía no agradar a todos los dioses. Pero Él, lo leyó en mi corazón y calmo mis dudas. No debes de sentir miedo. Otros vendrán y ocuparan también las tierras y sentirán el amor de sus padres. No se os va a pedir mas de lo que podéis dar Pero todos los que han de venir, lo harán a vuestra sombra. Sois los primeros en llegar. Pero no los únicos en morar.

El día llego y Él se desvaneció con la noche. No supe mas de él, aunque siempre sentí que nos vigilaba.

Conforme el sol se alzaba, el pueblo despertaba. Busque una roca alta y les hable. Les conté cuanto sabía y cuando hube terminado, alguien me pregunto. Ellos tienen nombre, pero que nombre nos queda a nosotros. Somos solo los caminantes.

Le mire a los ojos, no necesitábamos de nombre, pero Él no había escuchado y me susurro el nombre que les debía de dar. Y dije el nombre sin alzar la voz. Pero mi voz sonó clara y fuerte por toda la llanura y todos oyeron lo que tenía que decir.

-Kohirin – dije y todos asintieron, todos menos uno. El que me había preguntado, que me pregunto – ¿que nombre te daremos a ti? - y una vez mas el susurro me dijo lo que les tenía que decir.

-Llamadme Tal-Kohiri y ese nombre lo portara quien guíe al pueblo y así todos sabrán a quien buscar. Pues los Tal -Kohiri tendrán el don de poder hablar con Él.

Y así comenzó la búsqueda de la llegada. A lo que en nuestra lengua se le conoce como el Irian. Que quiere decir el primer paso.

Andamos durante muchos días y muchas noches. Cada mañana le dábamos gracias a Arezos, por traernos el calor del día. En cada comida, agradecíamos Shenkis, cuando la tierra paso de ser verde a marrón, le dábamos las gracias a kraag, que nos enseñaba nuevos lugares. A Pyaray cuando por primera vez vimos el mar. A khonss cuando de las plantas obtuvimos el néctar que nos saciaba la sed en las solitarias llanuras. A Él cada noche al contemplar las estrellas y a Yiradarkos, antes de dormir, pues no sabíamos que esperar de él.

Finalmente llegamos a la sombra de una montaña, no tenia nombre para nosotros y si la tierra era la Kohiri-Kand, esas tierras tan altas serian las Kohiri – kandon. (Skraag) y allí nos establecimos. No teníamos la cuenta de los días pasados, así que no sabíamos cuanto tiempo llevábamos andando. Pero estábamos cansados de andar por el Kohiri-Kand, así que nos sentamos a descansar.

El descanso se demoro demasiado. Muchos habían olvidado nuestra búsqueda y otros comenzaban a olvidarla. Los convoque a todos y hablamos durante horas, pues todos tenían voz y algo que decir. Al final llegamos al acuerdo de que algunos partirían y otros descansarían, contaríamos los días que estábamos fuera y cuando unos contaran diez veces diez soles, volverían para que otros continuaran su búsqueda. Y eso duro diez veces diez viajes.

Fue en el regreso del décimo viaje cuando llego el encuentro. Un Kohiri, mas alto, mas fuerte, mas sabio que todos los demás se presento ante nosotros. Jeldhor, dijo que se llamaba y había venido a nosotros para guiarnos y cuidarnos, era uno de los Dioses, que nos honro con su compañía y sus conocimientos.

Aprendimos la caza, la recolección y la forja de herramientas. Aguardamos a reunirnos todos y viajamos con el durante muchos soles, y nos enseño a contarlos. Aprendimos a encontrar los caminos y a desandarlos una vez hechos. Establecimos senderos seguros, para todos los que estaban por llegar. Nos contó mas acerca de el Gran Á y de Él, su maestro. No nos desvelo su nombre, si es que lo conocía.

Finalmente nuestros pasos nos llevaron de nuevo al Kohiri-Kandon, al que los Dioses llamaban Skraag y allí descansamos de nuevo. Muchos no quisieron seguir, yo entre ellos. Según las cuentas de Jeldhor, llevábamos cuatrocientos años caminando y los mas mayores, nos sentíamos cansados. Algunas de nuestras hembras traían nuevas criás y las largas marchas se les hacía pesadas. Una noche, cuando Jeldhor volvió de uno de su viajes, hable con él.

-Maestro, muchos de nosotros estamos cansados de recorrer el Camino. Queremos descanso y paz y las hembras un lugar reposado para parir a sus criás. Los jóvenes le seguirán con gusto, aun les quedan miles de lugares que recorrer. Pero no haremos nada sin su bendición.

Jeldhor nos la dio con pena, y se marcho con los que aun se sentían jóvenes y vigorosos para viajar y los que nos quedamos nos sentimos solos.

Tarde una semana antes de ir a la llanura a rogarle a Él.

-Padre, tu enviado nos llego, pero ya estamos cansados del Camino. Ya no estamos tan fuertes como antes y nos tuvimos que quedar. No nos quejamos, pero ahora sin la compañía de tu hijo nos sentimos solos. Estamos perdidos. Rogamos que nos envíes a otro, alguien que nos cuide y que enseñe los secretos del mundo a nuestros hijos.

Mas de cuatrocientos años mas tarde de nuestro primer encuentro, Él volvió a hablarme.

-Hijo mio, Tal-kohiri dije que llamaras a los que guiaran a mi pueblo. Pero no que cargaras solo con esa pesada tarea, no obstante así lo has hecho. Por eso a los que se han quedado les llamaras los Tal-Kohiri y en su mano dejare que abandonen el refugio del hogar para unirse a mi discípulo y andar el Camino o servirme a mi y educar en los secretos y atesorarlos en la ciudad que os entregue.

Descansa y ten a tus hijos y cuando estés listo te guiare hasta el hogar que os de.

Las lagrimas saltaban de mis ojos, la generosidad de Él me embriago y corrí para dar la noticia.

Hermanos – les grite cuando llegue a ellos – Él, nuestro padre, nos dará reposo, nos acogerá bajo su abrazo en Tal ´Kokand. La unica ciudad.