Partida Rol por web

Hoy es el memorable dia de tu 16 cumpleaños. Se te aseguro que al despertar tendrias una gran sorpresa pero al abrir los ojos la criada os informo que vuestro padre habia salido por un tema urgente y os habia dejado el regalo en el salon.

Al bajar ves una enorme caja en el centro del salon envuelta en papel de colores y con un gran lazo rosa. Una nota pone "felices 16 princesa"

Por fin había llegado el día. ¡Los tan esperados dieciseis! Ya tenía el vestido y la fiesta que iba a dar saldría en todos los programas de espectáculos mañana por la tarde. Pero lo único que quería, lo que verdaderamente me interesaba, era el regalo que le había pedido a papá. No era tanto por la necesidad de tener un sirviente personal, los de la casa me alcanzaban y ya estaban educados para comportarse como debían ante mis exigencias. Pero quería ese esclavo para demostrar mi poder. O el de papi, a fin de cuentas. Soy menor, aunque a partir de hoy ya pueda conducir. Y las propiedades a mi nombre me están vedadas. Aunque se trate de una nimiedad como lo es un sirviente. Por eso pedí este regalo. Porque nada es imposible cuando me lo propongo, y nada le es negado a Michael Winslow cuando este lo exige. La regla del oro. El que tiene el oro, hace las reglas.

Al despertar esperaba que mis padres me recibieran, pero no se encontraban en casa, aunque la criada me informó del paquete que me esperaba abajo. Presa de la exitación, me vestí de prisa, y tuve que refrenar mis ganas de bajar a la carrera. Aunque por dentro bullían un sinfín de emociones, estaba acostumbrada a comportarme con aplomo y tan sólo dejar traslucir lo que me convenía.

Con elegancia, casi como una princesa, bajé las escaleras y al ver el paquete mi rostro se iluminó. Al parecer, papá había logrado lo que el había pdedio y mi regalo tan esperado descansaba en el salón.

Sin prisa, saboreando el momento, fui hasta él y comencé a quitar los cierres para abrirlo.

No es divertido que te metan dentro de una caja y te dejen toda la noche respirando por un agujerito nimio. Apenas pude descansar, solo podia estar de pie o agachado ya que las limitaciones de la caja no me permitian mas.

Cuando estaba a punto de aprender a dormir de pie note que alguien trasteaba desde fuera. Me asuste ¿y si piensan que la caja esta vacia y la incineran o algo asi?. Con la palma de mano golpee la caja, un pequeño golpecito para que supieran que habia alguien con vida dentro pero sin atreverme a armar mucho escandalo. Ya habia aprendido la leccion y no queria volver a pasar por ello.

-¡Oh, vaya! ¡Papá lo consiguió!- los ruidos que provienen del interior de la caja confirmaron mis espectativas. Sonriendo tontamente, pensando en las miradas de envidia que despertaría mi nuevo "presente" apuré el desempaque. No quería dilatar más el momento de ver a mi esclavo. Pero las maderas que conformaban el paquete estaban demasiado bien sujetas.

-Mierda, tendré que llamar a alguno de los sirvientes para que la abran por mí- La imprecación se me escapó por lo bajo. Me estaba poniendo demasiado emotiva... todo por una estúpida caja con una mascotita dentro.

-Abigail- no tuve que levantar la voz para que la sirvienta aparezca. Es la encargada de seguirme en caso de que necesite algo. -Trae a tu hijo con las herramientas necesarias para abrir la caja. Ya llevo más de diez minutos levantada y aún no he visto mi regalo de cumpleaños.- La orden salió en un tono frío e impersonal, como me habían educado desde pequeña.

¿Pasar mas tiempo encerrado esperando que venga nosequien con herramientas? Ni de coña.- pense temiendo que fuera un torpe con un taladro y le diera por perforar mas de la cuenta.- Señorita, no hace falta, en serio, creo que puedo salir solo, apartese de la caja.- digo apollandome en un lateral de la caja para soltar una patada y desclavar el panel de enfrente.

La caja se desmorona como un casillo de naipes.- Creo que me he pasado un poquitin.- pienso mientras salgo completamente desnudo, cubriendo mis partes con las manos.- Espero que no pretendiera conservar la caja... puedo arreglarla si tiene unos clavos por hay.- Afirmo intentando arreglar la situacion

Abigail salió con presteza a cumplir mi encargo, pero apenas se había marchado una voz proveniente de la caja me sobresaltó, y sin darme tiempo a reaccionar, un fuerte golpe la deshizo. De la maraña de clavos y maderas surgió un hombre joven, bien formado y que además, sabía hablar. Sin que nadie se lo hubiera pedido.

Un tanto cabreada por la iniciativa que mostraba mi esclavo me puse a obervarlo desde todos los ángulos. Tenía que asegurarme que fuera perfecto y que no tuviese ningún tipo de tara o impedimento. Aunque siendo un regalo del viejo, él ya se habría encargado de chequear que todo estuviera bien. No me extrañaría que entre los restos de la caja estuviera el certificado de aptitud médica.

-Bien muchacho- estaba segura que era mayor que yo, pero debía reconocer mi autoridad. -¿Qué es lo que ocultas allí?- le dije señalando sus manos con un tono neutro pero con la risa bailándome en los ojos. Más le valía que comenzara a perder la vergüenza, no pensaba soportar ataques de pudor ni nada por el estilo.

No me gusta como me mira esta chica, se parece a mi cuando veo a las chicas de mi clan con la ropa de verano.

- Es apenas una cria....- resoplo.-Cuando menos no es una vieja desdentada o una bruja gorda, esposa de algun pez mas gordo que ella. ¿Que que escondo?.- repeti arqueando la ceja.- ¿Que se cree que puedo esconder aqui?¿Un arma de destruccion masiva?.- pense mientras mi boca respondia con el sarcasmo normal que tantos malos ratos me habia hecho pasar a lo largo de mi vida.- Escondo 22 centimetros y otros tantos de diametro, por eso uso ambas manos, me seria imposible ocultarla con una sola pero creo que usted no tiene edad para ver segun que cosas y no quiero que su padre...- Si sabe quien es.- .. Tenga a bien cortarmela por enseñarla alegremente.

A medida que me respondió, la indignación fue tiñiendo mis mejillas de rojo. Tras pronunciar la última palabra no pude contenerme y una terrible bofetada le cruzó el rostro, dejándole la marca de mi pequeña mano en él. -Me tratarás con respeto, escoria. Ahora y siempre. Soy tu dueña -le dije al tiempo que lo miraba de arriba abajo con desprecio -Agradece que no tengo aquí mi pistola eléctrica.- Sentía que la rabia se estaba apderando de mí ¿Quién se pensaba que era este miserable? -De ahora en más, harás lo que te diga. Sin cuestionamientos. Si te pido que bailes, bailas, si te pido que saltes, preguntas qué tan alto - hice una pausa para respirar y recobrar la serenidad. -Si te digo que te arrastres ante mi... lo haces. Y ahora muéstrame tus "impresionantes" 22 centímetros- Mi voz ya no demostraba enojo, pero mis ojos lanzaban chispas.

Siento su mano en mi cara, la sienta fuerte para lo pequeña que es pero no dejo de verla como la mocosa mal criada que es. Esbozo una sonrisa, en verdad agradezco que no tenga una pistola, sobretodo entre las piernas.- pienso antes de tomar aire y hablar.

- Con todos mis respeto, su alteza escelentisima, oh gran ama, señora del universo y de todas las cositas que brillan y hacen bonito.- digo intentando ser todo lo respetuoso posible, pero una vez mas se me escapa el tono de ironia.- Usted no me la pone dura en absoluto, asi que va tener que conformarse con verla en su estado "relajado" al menos hasta que crezca un palmo mas y le terminen de salir sus ilustres tetas.

No podía creer el descaro con el que me hablaba el esclavo ¡Y qué me hubiese sopesado como si fuese una golfa! ¡Este hijo de puta me quiere arruinar el cumpleaños! ¡debería mandar a castrarlo ya! Sentí muchas ganas de saltarle encima y comenzar a golpearlo y arañarlo y... me di cuenta que estaba actuando como una chiquilla. Era evidente que, o bien conocía el idioma pero no comprendía las palabras, o era un idiota. Al menos me tendrían que haber mandado uno un poco más vivo.

Haciendo acopio de todo el autocontrol que pude reunir, y mirándolo fijamente a los ojos comencé a explicarle todo de nuevo lentamente, como si de un niño se tratara.

-Escúchame y presta atención. Soy tu ama, tu dueña. Debes respetarme. Sé dócil y obediente y tendrás una vida larga y tranquila. Pero sigue importunándome así y te golpearé. Vuelve a hacerlo y el castigo será cada vez más duro. No me importa quién te crees que eres. Tu vida está en mis manos, perro. Y si me muerdes, no dudes que te sacrificaré- A pesar de mi esfuerzo por controlarme, algo de rabia se dejó traslucir en mi tono de voz. El día no estaba resultando como me lo había imaginado y mi regalo de cumpleaños empezaba a parecerme una mala idea. -Y deja de pensar en mí como mujer... ahora y cuando me crezcan las tetas- al terminar de decirlo hubiera querido morderme la lengua pero no podía dejar pasar semejante insulto.

- No queria ofenderte.- digo con sinceridad aunque una niña gritona no me intimida.- Te obedecere pero tienes que ser mas razonable, no tienes que enfadarte tanto o te saldran arrugas prematuras.- le digo con calma.- Vale, ¿quieres verla? tu mandas.- me quito las manos y le muestro que no miento, de echo este aparato es el motivo que me vendieran como juguete y no me mandaran a picar en las minas.

- ¿Y ahora que desea mi dueña?.- pregunto esperando que no quiera sexo porque no creo que pudiera hacerlo con una cria, me da demasiado reparo moral, nunca fui partidario de la pederastia.

Al parecer, comenzábamos a entendernos con mi esclavo. Aunque ya no me faltaba el respeto, aún me seguía viendo como una niña. Eso era algo que tenía que revertir, pero no hoy. Hoy era mi cumpleaños y tenía ganas de relajarme y no pensar en que la educación de este siervo iba a ser más dura de lo esperado. Cuando ya creía tener la situación bajo control, se le ocurre obedecer la tonta orden que le había dado para molestarlo.

Aún era virgen, así que aunque había visto hombres desnudos por internet o incluso, con algunas amigas, retazos de películas porno, nunca había estado con uno frente a frente. Y éste no tenía nada que envidiarle a los le las fotos.

El color subió por mis mejillas y el estómago se me hizo un nudo. ¡Mierda! ¿por qué me pasa esto el día de mi cumpleaños? ¡lo único que falta es que se meta en mis fantasías!. Por suerte, en ese instante llegaron Abigail y su hijo, dándome la excusa para apartar la vista de su cuerpo.

-Abigail, ya no necesitamos las herramientas, pero ya que estás aquí puedes indicarle a él -lo señalé evitando mirarlo- cuál será su alojamiento y darle algo de ropa y comida.- Luego, me volví y clavé mi vista en su rostro. -¿Tienes nombre? ¿o debo darte uno?- mi voz sonaba serena, pero aún sentía calientes las mejillas.

- Mi nombre es Harol.- digo con normalidad. Volviendo a cubrirme sin entender porque se ponia colorada por algo que habia pedido ella misma, reafirmando que no era mas que una niña.- Si quieres ponerme otro estas en tu derecho... creo.

-No, Harold está bien.- aún estaba un poco turbada por la situación, mejor evitar nuevos roces por ahora. -Ve a ponerte presentable. Abigail te indicará cual es tu lugar en la casa. Luego ven a verme para empezar con tus tareas.- Aún no tenía idea cómo lo iba a ocupar, pero durante el desayuno algo se me ocurriría. -No te demores... Harold- luego, di media vuelta y me encaminé a la terraza a tomar mi desayuno.

Las criadas cumplen tus ordenes mientras disfrutas de un agradable desayuno.

Cuando Harol esta presentable te lo lleban, con su tunica blanca de esclavo, como le corresponde, duchado y con el pelo desenredado.

Me quedo de pie frente a ella. Ya me han dado algo de comer asi que las ganas de tirarme sobre el desayuno son escasas en este momento pero no puedo evitar pensar que lo que come esta cria para desayunar bastaria para alimentar un dia entero a uno de nuestros hombres.

- Ya estoy señora... puedo preguntar algo ¿Como es que no os poneis como una foca comiendo tanto y haciendo tan poco?.- es una pregunta inebitable, que no busca ofenderla, es pura curiosidad.

Vaya, hasta parece una persona... El desayuno ha vuelto a devolverme el buen humor, y me he dedicado a listar mentalmente las cosas que tengo que hacer antes de la gran noche, por eso no me enoja la pregunta de Harold. -No como todo lo que hay en la mesa. Elijo lo que me apetece en el momento. En la variedad está el gusto- le explico pausadamente ¿Cómo puede ser que no se de cuenta? Ni se me ocurre preguntarle si desea comer algo de lo que allí sobra. -Además hago ejercicios para mantenerme en forma, sobre todo para hoy, que es mi fiesta de cumpleaños.

-Antes de oranizar tus tareas, díme qué es lo que sabes hacer.-

- ¿Que que se hacer? Se cazar ratas, destriparlas, despellejarlas y prepararlas para comer. Tambien se convertir el orin en agua potable mediante un proceso de flitrado y evaporacion... Ummm dejame pensar... tambien se coser heridas, es bueno hacerlo antes de que se agusanen.- le explico con normalidad pues para mi esas cosas son cotidianas.- Oh, tambien se despiojar y desparasitar animales... me parece que poco mas, señorita.

-Al parecer debes aprenderlo todo...- su respuesta me había fastidiado. ¿En qué pensaba mi padre cuando lo compró? al final parecía que me había conseguido un semental, no un sirviente... -Hoy no te quiero dando vueltas a mi alrededor entonces... es un día muy ocupado e importante para mí, no puedo entretenerme soportando tus ineptitudes. Mañana veré que comiencen a instruirte para servirme.- Luego me levanté de la mesa, ya había perdido mucho tiempo y tenía que prepararme para la noche. -Ahora vé a las cuadras, pídele al encargado que te indique cual es mi caballo y ocúpate de que esté aseado y que coma. Sácalo a varear también. Ya que eres bueno con los animales, te encargarás de eso por ahora. Puedes retirarte.-

Di media vuelta para dirigirme a mi habitación a tomar una ducha antes de ir a la modista para la última prueba del vestido, cuando se me ocurrió algo más. -Procura no cansarte demasiado. Hoy te llevaré a la fiesta para que te vean mis invitados. eres mi regalo más importante, no debes faltar.-