Partida Rol por web

La clara luz de la luna llena sustituye al naranja violáceo del anochecer. Los árboles se yerguen como un majestuoso ejército de antiguos guerreros fantasmales.

La renqueante caravana avanza con dificultad hasta que se vislumbra un claro cubierto de oscura hierba, como si de un oasis en el desierto se tratara.

El convoy se interna a la izquierda del claro, un grueso brazo cubierto de metal se levanta en la cabeza, indicando a los demás jinetes que se detengan. Todas las jaulas paran su avance, los hombres se apean de sus caballos y comienzan a desatar a los caballos, dejando las jaulas apoyadas en sus ruedas. Otros encienden un fuego y montan su raídas tiendas de campaña.

Un hombre enorme y corpulento con una elaborada armadura que únicamente cubre su brazo derecho y voz grave como un trueno, continúa sobre su caballo, animal considerable para soportar su peso, impartiendo órdenes aquí y allá. Su rostro está cubierto por una extraña máscara metálica y sus esculpidos músculos brillan con la luz de la fogata como una estatua de bronce en el jardín de algún palacio ignoto. 

Después de unos minutos montando el campamento, los hombres se reúnen alrededor del fuego para calentar y asar carne, y beber en pellejos de vino. El misterioso y corpulento líder se encuentra en el interior su tienda.

Uno de los hombres se aleja para orinar en una esquina del claro. Otro revisa el eje roto de la jaula delantera para sopesar las opciones. Un tercer hombre termina de atar a los caballos y ofrecerles alguna jugosa baya. 

La noche cae al fin, sumiendo el bosque en una penumbra fresca, correspondiente a una noche de verano. Mientras tanto, los reclusos intentan ponerse cómodos entre el hedor y los deshechos humanos. Las nuevas amistades y riñas marcarán el ritmo de los acontecimientos venideros...

Ren se había sentado de cara a los barrotes, justo al lado de la puerta. Aquello le parecía una broma pesada, a su derecha colgaba el pesado candado: delante de él la entrada al claro, el camino a la libertad.
Y nadie le vigilaba.
Y aún así no podía estar más lejos de la libertad. Sus captores comían tranquilamente a la luz de las hogueras, desde donde él se encontraba solo veía, a lo lejos, la espalda de uno de sus captores que estaba meando.
A sus espaldas aún escuchaba quejarse al viejo, el sonido que había hecho al golpear los barrotes había sido espantoso. Para Ren aquello era un hecho, como que había caído la noche. No se sentía culpable ni culpabilizaba al kushita por que, directamente, no le importaba. Si el propio Ren tuviese la misma fuerza hubiese hecho lo mismo. Entre las cosas que había perdido Ren al cabo de sus cortos -y a la vez largos, exasperantemente largos- años de vida era la capacidad de sentir lástima o empatía. Y eso en libertad. Ahora que estaba preso estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por escapar.
El viejo se muere mientras estás meando, ¿me escuchas? ¡El viejo se muere!!
Ren apenas reconocía aquella voz, su propia voz, llena de una pena, de un miedo y una preocupación que no sentía en absoluto. La voz de un niño indefenso y aterrado que no puede permitir que un anciano muera. Un niño que, realmente, pisaría los huesos rotos del viejo si eso hiciese venir más pronto a algún guarda.
Ren había sopesado las posibilidades. Lo peor que podía sucederle a él, con aquel viejo roto, era que le dieran una paliza. Lo mejor, bueno, Ren no quería pensar en lo mejor, los optimistas morían pronto en aquel mundo cruel; lo que sí pensaba era en estar preparado.
Me escucháis el viejo... el viejo se está muriendo!!

El hombre que parecía ser el lider era del tipo que solia usar para divertirse, la cara no le importaba demasiado pero un fisico tan trabajado solia ser una certeza de redimiento entre las sabanas... aunque no siempre. De todas formas Tarja pensaba que la vida debía tener diversión para merecer la pena, pero no con cualquiera, ya que si se quedaba en cinta lo ultimo que quería era parir un hijo enclenque o enfermizo.

Mirando bien al pelirojo debía reconocer que tenía esa fuerza que buscaba... y un trasero interesante, si bien era feo como todos los males del mundo juntos.

Espero con paciencia hasta que alguien se acerco a arreglar la rueda. Se quedo mirando un momento lo que hacía antes de susurrar con toda la doble intención que era capaz.-¿Eres tan habil con todas las herramientas?. Porque a mi no me vendría mal que alguien con un buen "eje" se ocupara de encajarmela bien.....

Las sutilezas no eran lo suyo pero a sus ojos eran palabras comedidas y discretas... para salir de su boca.

Ivara se incorporó silenciosamente mientras vigilaba las siluetas de la hoguera. La cabalgata bajo el sol era tan agotadora para los jinetes como para los prisioneros: estaban mas preocupados por comer y emborracharse que por vigilarlos.

Agarró los barrotes de la puerta con ambas manos y la sopesó: era pesada pero vieja. No aguantaría un ariete pero era difícil decir si podrían echarla abajo a patadas. No tendrían muchas oportunidades, en cualquier caso: si lograban huir al bosque, sus opciones de supervivencia aumentarían considerablemente. Y aun así, sin duda, muchos morirían.

Buscó en la penumbra de la jaula a la muchacha kithia. Al distinguir su silueta, se llevó un dedo a la boca para indicar silencio y señaló a la puerta con la cabeza. A continuación, hizo un gesto muy expresivo bajando su puño sobre la palma de la mano.

Lin se movió en la oscuridad de la maloliente jaula y se acercó a la mujer bárbara.

Echó un vistazo fuera y levantó una mano, pidiéndole que esperara. Debían encontrar el momento justo.

Levantó un ojo cuando la mujer grande se levantó a examinar las barras que les mantenían atrapados. Menkler habría esperado a que los guardianes se emborracharan un poco más, se relajasen y se dejasen arrastrar a los abismos del sueño. Parecía que la mujer de ojos rasgados había pensado lo mismo porque indicaba a la otra que no se apresurara.

Menkler también se detuvo a examinar la jaula. Alguna manera habría de salir de allí. Observó los barrotes laterales, en busca de alguna debilidad, miró el techo y sopesó si se podría salir por allí. También comprobó la altura de la carreta. Solo eran 3 en esta celda, pero con el debido impulso quizás podrían volcar la jaula, y con un poco de suerte  esta no aguantaría la caída.

El plan de Tal'Ngoro no había salido como esperaban pero la situación parecía haber mejorado. Mojado y oliendo a mil demonios, el kushita pensó en lo que había hecho. En Kush, los ancianos son venerados y lo que había hecho era algo sacrílego para los de su pueblo. Entre susurros dijo:

-Anciano, debo disculparme. El menudo y yo tenemos un plan para escapar y estoy dispuesto a compensarle por lo que le he hecho. Estoy dispuesto a llevarle en volandas hasta un lugar seguro y conseguirle una montura para que pueda ir a donde quiera.

Tal'Ngoro estaba muy arrepentido por lo acaecido. Luego reparó en que la brythunia también escuchaba.

-Y tu también te puedes unir, mujer. Si lo hacemos bien podemos salir de aquí dentro de poco. Tienen dos caballos reposando justo delante nuestro, una vez salgamos de aquí sacaremos un par y subiremos. ¿Sabéis montar, supongo? Pero antes... Chico, vamos a coordinarnos. Avísame cuando grites que que yo aprovecharé para acabar de romper mis cadenas. Una vez esté libre pegarás el mayor alarido que hayas pegado en tu vida y yo golpearé el candado lo más fuerte que pueda. En el momento que venga el guardia para hacerte callar lo mataré. Y será entonces cuando saldremos corriendo a por las monturas.

El kushita tenía un buen plan en mente, ahora solo faltaba que éste tuviera éxito.

Ren se gira hacia el kushita y asiente con la cabeza. Su mente, de manera subconsciente, intenta calcuar cuantas cosas salen mal. Pero el pequeño ladrón auyenta aquellos pensamientos con un movimiento de cabeza: no iban a salir de allí si no se arriesgaban. Así pués, sigue gritando, dando cuenta de ello al gigante.

No te preocupes. Ya solo falta el "Desglosar" marcado en No. De ésta forma, los dos dados se suman y al resultado se le suma el 1 que has puesto en "Modificador". Como en la tirada de ejemplo que te muestro. 

Doy por buena la tirada que has hecho, que suma 8 +1 = 9. (El 8 sale del 3 y el 5 que has sacado en los dados). Has sacado un 9 en total, superas la tirada. 

Tal como tú habías hecho al desglosar, el 1 se ha sumado al 3 y también al 5, por eso salía 10. No hay que desglosar por ésta razón. No sé si me he explicado muy lioso o no, pero vamos

Ah, y en el motivo normalmente se pone lo que has sumado a la tirada. El +1 que has sumado viene de tu Apariencia, por lo tanto, el motivo debe estar relacionado con la Apariencia. Por ejemplo, en tu caso podría ser: "Engatusar al pringao del eje". O simplemente "Apariencia" con eso ya sé yo de donde viene el +1 o +2 o lo que vayas a usar. 

Por un momento, la voz de un niño en la celda trasera inunda el claro. El sonido se interna entre los árboles circundantes, produciendo ecos y rebotes en los alrededores.

El viejo se muere mientras estás meando, ¿me escuchas? ¡El viejo se muere!! Me esuchais? el viejo... el viejo se está muriendo!!

Uno de los hombres de la hoguera se levanta de mala gana cuando otro le hace un gesto. El tipo que orinaba se arregla las vestimentas, escupe y se gira en dirección a la jaula trasera desenrollando el látigo que lleva en el cinto. Los dos hombres se encuentran a medio camino antes de llegar a la jaula, el que viene desde la hoguera aún lleva un hueso de pollo en una mano y lo muerde rebañando su contenido.

 -Eh, Arus, ¿tú sabías que hay un niño? -Dice el recién llegado con el hueso de pollo en la mano. 

 -No, pero ahora no lo podemos soltar, tendrá que venir con nosotros. -Seguidamente le susurra algo a su compañero que es inaudible desde donde os encontráis.

Todos los demás, miran desde la fogata que invade con una trémula luz naranja la oscura hierba del suelo, hacia la jaula en la que gritó el niño.

Cuando los hombres se acercan a la jaula trasera, Tarja los pierde de vista, ya que ella se encuentra en la jaula delantera.

-Aahh... ésto no era necesario, maldito bruto. Que Mitra te maldiga. -Solloza el anciano, con dificultad respiratoria, a Tal'Ngoro, que observa cómo una hinchazón y moratón toman color y forma en el costado del hombre, dejando entrever que tiene una costilla rota.

La hermosa brythunia sostiene al viejo mientras éste convalece. Mira al kushita: -De acuerdo. Está claro que necesitáis una cabeza pensante en éste grupo peculiar que habéis montado. -Mira a Ren y vuelve a mira a Tal de arriba a abajo. -Os he estado observando. Pero más vale que no trates así a todos tus aliados, kushita. 

La mujer desprendía astucia. Estaba claro que no era una noble, pero sabía desenvolverse.

En ese momento llegan los dos guardias que caminaban hacia la celda trasera. Uno de ellos, se mantiene a un metro de los barrotes mirando fijamente al niño, rebañando el hueso de pollo, como si escudriñara en la mente del joven para intentar adivinar quién es y qué hacer con él.

El otro se acerca y con el mango del látigo da toques al anciano:

 -Oye, anciano, ¿qué te pasa, te ha sentado mal la cena?, ja, ja, ja... -ríen los dos hombres. 

 -¡Tiene costillas rotas, hay que sacarlo de aquí! -Contesta Elladurne fingiendo preocupación. 

Arus observa el cuerpo del anciano para localizar la herida, intentando mantener la distancia, pero el viejo no la muestra fácilmente. Arus mira a Vitrius, su compañero, que le devuelve la mirada con cara de no saber qué hacer. Arus acerca la cabeza para intentar ver la herida del viejo de nuevo. 

 -¡Muéstramela, viejo! -Le grita. Pero el anciano se gira demasiado lentamente...