Partida Rol por web

Aquel lugar se encontraba en la parte baja de la casa. Tras atravesar una cocina pequeña donde colgaban algunas cacerolas de respectivos soportes (de aspecto impecable todo, revelando que a la mujer le gustaba mantener el orden y la limpieza) y tomar un luevo pasillo de madera sin mas detalles dieron con la puerta del cuarto donde pasarían la noche.

Tras cruzar la puertecilla, lo primero que pudieron apreciar era que no había una cama, sino dos. Y no los estaban esperando, sin duda. Si la habitación es de Inzar, ¿podría ser que la compartiera con alguien? No lo sabían, pero les habían dicho que podían usarla así que no debería haber problema. Estaban tendidas con mantas de distinto color, la de la izquierda tendía a ser blanquecina, mientras su opuesta tenía un tinte bayo.

Además de los lechos, había algún estante ligeramente polvoriendo con pequeñas herramientas como lijas, piedras para afilar, una honda, y artículos similares. Casi con seguridad, del guerrero. Cerca de la puerta habían dos pares de botas, y en un armario que miraba hacia las camas un poco de ropa ordenada.

Entró en la habitación, y cerró tras de sí con el encapuchado dentro. No iba a hablar, es mas, se sentó en el borde de su camastro a reflexionar. Su mente divagaba por los diferentes objetivos en el punto de mira. D´Thyre estaba cerca, más de lo deseado, incluso. Quizás no podrían conseguir aliados de aqui a allí, lo cual no era, precisamente, una buena noticia.

Luego de una especie de suspiro, observó al encapuchado. Su aura de misticismo no había desaparecido en ningún momento. De cualquier modo, aún tenía que hacer algo. Cerró los ojos por dos segundos y luego sonrió. Despues de aquello, pudo levantarse y caminar un poco por la habitación, simple curiosidad de la gestión de aquel lugar.

-

El vinculo mental establecido con Syara volvió a activarse manualmente una vez que él mismo cerró los ojos y se concentró. El mensaje era claro: Pedía en él una definición de la habitación en la que ella residiría, y no daba explicaciones para ello.

- ¿Eres un poderoso mago, no es cierto? -le preguntó de sopetón.

Nauj había dejado sus pertenencias sobre su camastro y había esperado pacientemente durante los minutos en que el silfo estaba en estado de contemplación. Ahora se había levantado y daba vueltas curioseando por la habitación así que decidió ir al grano. Había dado ya demasiados tumbos, y la posibilidad de que alguien versado en magia pudiese aclararle las ideas, hizo que sus palabras se atropellasen al salir de su boca.

- Tengo una historia que me gustaría contarte. Si no te importa escucharla, naturalmente.

Se detuvo un segundo al escuchar la pregunta del encapuchado. Sonrió ante el adjetivo "Poderoso".

-Se puede decir que si, soy un poderoso mago.

Cuando el muchacho vuelve a llamar la atención de él, este se sienta en el borde de la cama, mirándolo fijamente.

-Por supuesto, tenemos todo el tiempo del mundo.

Comentó, aguardando que comenzara su relato, curioso de qué tipo de historia le contaría.

- Bueno, pues comenzaré por el principio ...

Nauj le contó que había nacido en las profundidades de los bosques y que había vivido con la única compañía de su madre, hasta que ella murió, cuando él era aún un chaval. Antes de hacerlo le anunció que las ancestrales fuerzas elementales de la naturaleza le habían bendecido con unos pequeños dones, que poco a poco iría comprendiendo y dominando.

- Uno ya tuviste ocasión de conocerlo -le dijo recordándole el episodio del ogro y su transformación en oso.

El otro le resultaba por ahora más extraño y difícil de controlar. Tras la muerte de su madre, Nauj comenzó a notar en su interior esas fuerzas arcanas de las que ella le había hablado y poco, a poco, aprendió a canalizarlas en forma de pequeños hechizos, de potencia muy limitada.

Nauj hizo una pausa para contemplar el rostro del mago. Lo cierto es que había hecho un gran preámbulo para llegar hasta donde él quería.

- Hasta que llegó el día ...

Una mañana de otoño, despertó sintiendo que algo había cambiado en el mundo. El viento sonaba diferente y los rayos del sol no calentaban de la misma manera. Sintió como si las fuerzas elementales se agitaran y lloraran con amargor, como si estuviesen siendo víctimas de un cruel genocidio. Notó el fuerte dolor de una madre que pierde a sus vástagos y sintió como si se le reclamara su ayuda y le apremiaran a moverse del bosque, a buscar el motivo de aquel desequilibrio en los elementos y el modo de restablecer de nuevo la armonía.

- He dado muchas vueltas buscando la causa y creo que puedo afirmar que D'Thyre está detrás de todo; noto cómo las fuerzas se retuercen de rabia y de angustia al contemplar las consecuencias de sus actos de barbarie.

Nauj miró fijamente a Seryu; casi se podía entrever un fulgor en sus ojos, en las profundidades de la sombra de su capucha.

- Yo no entiendo de magia, Seryu, pero es como si una macabra hechicería tuviese acorraladas a las fuerzas elementales y, de algún modo, las estuviese torturando para su propio beneficio.

Y no sé cómo detenerla.

Hasta aquí llegó con su historia el extraño encapuchado. Se había sincerado con el silfo y ahora esperaba su opinión y su consejo, si éste tenía a bien ofrecérselos.

En la entrada principal verás una puerta por el pasillo. Ésta comunica con la cocina, la sala de estar y los baños. Verás también unas escaleras, que te llevarán a la planta alta donde están el ático, la bodega y la habitación libre, la cuál está a la izquierda. Espero hayas entendido.

El mensaje de Syara había llegado, aunque no exactamente como quería.

Escuchó con atención, manteniendo fija su mirada en la de aquel encapuchado. En cierto modo compartían cosas, incluida que ambos nacieron en las profundidades del bosque.

Suspiró al final del relato, bajando por un momento la mirada.

-Si, yo también lo he sentido. En cierto modo a mi me han mandado por la percepción de la naturaleza en peligro inminente, en peligro de extinción. No soy humano, soy el resultado de un cruce entre una silfo mediana y un humano.

No se levantó, pero si colocó las manos a ambos lados de la cama.

-Primero debemos de investigar, Nauj.  Investigar la razón del caos, y de ahi podemos encontrar la forma de derrotarla. Sé el camino para llegar a la ciudad de D´thyre, y, en breves, se lo comunicaré a syara y pronto partiremos hacia allí. Emplearé mis hechizos a fondo para madurar algun modo con el que los seres que contenemos magia podamos pasar desapercibidos, como simples humanos, y no llamar así la atención.  Pronto comenzará la guerra, y necesitamos saber, primero, a qué nos enfrentamos y con qué fuerzas contamos. Luego podremos conseguir detenerlo.

-A propósito...

Se inclinó algo mas para mirarlo a los ojos directamente.

-Tu poder viene de la nátura, así como el mío, por eso podemos percibir estas cosas, pero, sin embargo, en tí siento la energía animal, la energía de toda criatura del vasto verde. Tu poder arcano está ligado a bestias y, por tanto, a fuerzas elementales de antaño. Recuérdalo, porque debemos de sacar partido completamente de nuestros hechizos.

Luego volvió a cerrar los ojos un segundo, sonrió a medias y lo volvió a mirar.

Otro mensaje telepático arrivó en su cerebro, y de manera casi instantanea lanzó otro mensaje hacia la mente de ella.

-Nos veremos en el ático. El sonido de la noche nos acompañará y nos evitará que otros oidos puedan escucharnos. Además, podremos gozar de cierta intimidad... recuerda, a las 12 en el ático. Allí estaré.

Nauj se sintió profundamente aliviado al recibir la comprensión del silfo. Nunca había podido hablar de estos temas con alguien que comprendiese los secretos de la magia y la charla con Seryu le descargaba de ese peso que había llevado consigo.

Asintió cuando éste le pidió que recordase siempre que su mayor poder era el vinculado a las bestias y, después, decidió retomar un cabo suelto de la conversación.

- Me gustaría acompañaros a la ciudad de D'Thyre, si no os importa.  Pero hay algo más... no sé si habéis escuchado los rumores de que el tirano busca afanosamente algo, que tal vez pudiera ser alguien. ¿Tienes idea de qué puede ser? 

Yo... ¿recuerdas aquella chica del cartel del tronco del árbol, el día que nos encontramos?  -Nauj lamentó que aquel cartel se hubiera quedado bajo una piedra, donde lo dejó Bolg- ¿aquella por la cual se ofrecía aquella enorme recompensa? Yo creo que tal vez sea a ella a quien busca. Y el motivo debe ser importante, si pone tanto empeño en ello.

Nauj estaba firmemente convencido que hubiesen caído tres de las mejores guerreras del reino y que se persiguiese a aquella extraña chica debía tener una tremenda importancia.

Bolg y yo nos hemos enterado de que se la vio por última vez cerca de un pueblo, no recuerdo el nombre. Y que mañana al amanecer, unos chicos abrirán un portal mágico con destino a ese pueblo. El goblin y yo, a falta de mejores cosas que hacer -sonrió- habíamos pensado en ir. Nauj recordó por un instante a su amigo y eso le hizo pensar en Inzar. ¿Qué tendría que ver el mercenario en todo este asunto? Luego le preguntaría a Seryu.

Quizás podamos encontrarla antes que lo haga d'Thyre.

Nauj se sintió profundamente aliviado al recibir la comprensión del silfo. Nunca había podido hablar de estos temas con alguien que comprendiese los secretos de la magia y la charla con Seryu le descargaba de ese peso que había llevado consigo.

Asintió cuando éste le pidió que recordase siempre que su mayor poder era el vinculado a las bestias y, después, decidió retomar un cabo suelto de la conversación.

- Me gustaría acompañaros a la ciudad de D'Thyre, si no os importa.  Pero hay algo más... no sé si habéis escuchado los rumores de que el tirano busca afanosamente algo, que tal vez pudiera ser alguien. ¿Tienes idea de qué puede ser? 

Yo... ¿recuerdas aquella chica del cartel del tronco del árbol, el día que nos encontramos?  -Nauj lamentó que aquel cartel se hubiera quedado bajo una piedra, donde lo dejó Bolg- ¿aquella por la cual se ofrecía aquella enorme recompensa? Yo creo que tal vez sea a ella a quien busca. Y el motivo debe ser importante, si pone tanto empeño en ello.

Nauj estaba firmemente convencido que hubiesen caído dos de las mejores guerreras del reino y que se persiguiese a aquella extraña chica debía tener una tremenda importancia.

Bolg y yo nos hemos enterado de que D'Thyre ha mandado dar caza a tres valerosas guerreras del reino: Sarella y Jane Gray, la dueña del perro, ya cayeron. Pero parece que aún queda libre una misteriosa mujer a la cual se refieren como "la de la Capa Blanca". Nos dijeron que se la vio por última vez cerca de un pueblo, no recuerdo el nombre. Y que mañana al amanecer, unos chicos abrirán un portal mágico con destino a ese pueblo. El goblin y yo, a falta de mejores cosas que hacer -sonrió- habíamos pensado en ir. Nauj recordó por un instante a su amigo y eso le hizo pensar en Inzar. ¿Qué tendría que ver el mercenario en todo este asunto? Luego le preguntaría a Seryu.

Quizás esté en peligro. Y quizás ella sepa qué es lo que busca el tirano. Y por qué.

Quedó pensativo, mirando al suelo. Volvió a observarlo y habló, luego de un tiempo.

-Nos ocuparemos de ello mañana. Ahora mismo debemos de dormir.

Comentó, tumbándose en la cama y cerrando los ojos, dando por terminada la conversación.

-Mañana nos esperan muchas aventuras. Mejor descansa, yo hablaré con Syara y le comunicaré todo esta noche. He quedado con ella, asi que, sin problemas. Buenas noches..

Dijo, descansando los ojos un rato. Una nota mental sobre la cita con Syara sobrevino, y entonces se durmió.

Mas de noche, despertó y miró a su alrededor. Todo como siempre. Poco a poco, caminó, abriendo la puerta levemente y recordando el recorrido que le había descrito Syara: Subiendo las escaleras y yendo al ático. No sabía que hora era, quizás algo mas tarde, quizás mas temprano. El asunto era sin embargo que había llegado, y ahora buscaba a Syara con la mirada desde el interior aún de la casa.

La no respuesta del mago a las cuestiones que le había planteado, dejó a Nauj navegando en un mar de dudas. Al parecer a Seryu le habían entrado unas inevitables ganas de dormir, a pesar de faltar aún algunas horas para la medianoche. Debía ser cosa de la naturaleza de los silfos.

Al parecer el mago tenía algún tipo de plan y, extrañamente, había comentado que hablaría con Syara esta misma noche. Le había prometido que mañana sería un día de muchas aventuras pero no había tenido en cuenta nada de lo referente al portal mágico. Y Nauj tenía la intuición de que su camino era cruzarlo e ir en busca de la última de las guerreras.

Por otro lado estaba Bolg. ¿Dónde estaría en esos momentos? Y también estaba Inzar. Ni siquiera había tenido oportunidad de preguntar sobre él.

Lo que tenía claro Nauj es que su estado de incertidumbre no le permitiría dormir, así que cogió sus cosas y, con cuidado, abrió la puerta de la habitación. Tal vez en la estancia principal de la casa habría alguien con quien charlar y, si no, saldría al exterior, a sentir el ambiente del aterdecer y, por qué no, a comprobar si el pequeño goblin estaba por los alrededores. Más tarde ya volvería a entrar para dormir.

Tenía pocas horas y una decisión que tomar: o se quedaba con el mago y la chica o madrugaba para cruzar el portal.