Partida Rol por web

Tras el extraño suceso, y sabiendote aún vivo te encuentras en el monte cercano al pueblo de Yrubac, confundido, enfadado por la humillación de haber sido tomado por sorpresa, y como única companía este niño tembloroso y extraño. El sol matinal te pone de mal humor y te hace sentir incómodo, y es momento de volver a encaminarse.

Perdiste la montura, la orientación... ¡y a saber que más! Pequeño... estás perdido

Aquella voz en mi cabeza aumentó mi irritación, además de la frustración de no saber lo sucedido con claridad. Encuentré a aquel niño en frente a mí, y lo único que pude hacer es tomarlo del cuello para desfogar aquella rabia

- ¿Qué demonios ha pasado? ¿Quién eres tú y cómo me has encontrado? - le pregunté con mirada desafiante y sin lugar a dudas y vacilaciones

-¡Ahhhh! ¡Que me llamo Jano, no me haga daño! -rogó- ¡solo estaba buscando leña!

El muchachito trató de librarse de la presa, pero la fuerza de un niño poco y nada podía hacer para con la tuya. Impotentemente, se encontraba literal y totalmente en tus manos. Parecía bastante apenado y consciente de que podías matarlo de un gesto.

Busqué la mentira en sus ojos, pero el terror era suficiente suero de la verdad. Aquello me calmó un poco

El poder... siempre te ha consumido

Lo solté sin ningún cuidado y me levanté para cubrirme de aquel irritante sol.

No puedes regresar tal cual... Ella seguirá allí, y te dará caza como a un perro, pequeño... Como ahora

Mi mente se dirigió hacia la siguiente acción, y también pensé en Shadar. ¿Acaso él también había sufrido algún daño? No había modo de saberlo, debía moverse y volver a la ciudad.

- ... ¿Has visto a alguien más por aquí? - le pregunté al niño recordando que seguía allí, temblando y gimoteando

Una voz clara y cordial se escuchó en su cabeza.

¡Comandante Ikandriel! ¿Podéis oírme? Soy la teniente Seimhell. Estoy intentando comunicarme con usted por medio de una tecnica aún en fase de experimentación, por lo cual no tengo seguridad de que este mensaje llegue y al ser de una sola vía no podré obtener respuesta.

Actualmente deberíais estar en Yrubac o alrededores y según estimamos pasará algunos días allí por lo que no debería haber peligro para usted, pero queda avisado. Algo está pasando a la altura del lago Wrad, aunque no tenemos idea exactamente de que es, una especie de sombra informe se extiende por esa region. Desde aqui en Ivere donde me encuentro ahora, se puede apreciar en la distancia aquel fenomeno. No se extiende, simplemente parece estar apostado.

He tenido algún informe antes sobre la misma criatura en otros puntos de Kysuta, y su patrón de comportamiento siempre es el mismo. Se come cualquier animal o persona que encuentre y luego se marcha. Este aviso es para o bien cierre el paso temporalmente, o simplemente se mantenga alejado. Pienso tomar una ruta alternativa para regresar a la capital, quizá nos cruzemos allí. He enviado la misma información al comandante Fezbane también.

Esas palabras se materializaron lentamente en tu mente. No era Dantmor, sin duda. Sin embargo, sentiste un ligero mareo durante unos pocos instantes, aunque se le pasó enseguida. Quizá fuera un efecto secundario ya que según el mensaje el metodo de comunicación era experimental. El lago Ward era aquel que habían bordeado para llegar, e Ivere un pueblo cercano a Yrubac. Eso te dejaba dos opciones por fortuna, ya que si el otro comandante había escuchado lo mismo que él seguramente se dirigiría a Ivere o volvería al pueblo, aunque lo último era poco probable teniendo en cuenta que esa mujer podía seguir allí. ¿O que había sido de él?

La mujer...recordaste percibir el aroma de su sangre justo antes de la inconsciencia, aquella sangre de la cual habias prometido vaciarla apenas cayera en tus manos. El atontamiento del golpe se había desvanecido y supiste inmediatamente que había sido ella la responsable de aquella situación. Y de repente cayó en cuenta de la sed que le quemaba la garganta, habías pasado un día completo y poco mas sin beber nada.

Conocías de oídas a aquella teniente, Scire Seimhell, pero nunca llegaste a hablar con ella, apenas si eso verle alguna vez de lejos. Apenas había ingresado hacía dos años y había ascendido a una velocidad vertiginosa hasta su puesto, como erudita. Esto le granjeo bastante envidia y enemistad, siendo que nunca salía al campo de batalla ni parecía interesarse en asuntos militares, simplemente pasaba en su habitación. Los rangos los había ganado en base a sus investigaciones y estudios, que al rey parecían atraerle bastante.

Físicamente era apenas mas baja de la media, piel bastante pálida y a a vistas rondaría los treinta años. Usualmente vestía tunicas oscuras con bordes dorados, y en el centro de la frente tenía una curiosa marca roja. Cabello azabache, largo y atado en una media coleta y los ojos...eran extraños, a medio camino entre el rojizo y el castaño, aunque ganando el primero. Parecía ser una persona sumamente tranquila e incluso afable, a pesar de que las malas lenguas corrían el rumor de que era nada mas ni nada menos que una hechicera de la magia de oscuridad, una nigromante.

El niño se puso de pie algo resentido.

-N-no vi a nadie, solo a usted colgado ahí...¿me puedo...ir?

Me cubrí los ojos y agaché la cabeza ante aquella novedosa técnica a la que no terminaba de acostumbrarme. Esta tierra está llena de hechos sorprendentes, cada cual supera al anterior. En cuanto a Seimhell... aquella hechicera de las sombras había contactado con él para advertirle. Esperaba que aquello no le condujese a nada malo.

Vaya... parece que hubo visita

Volví a restablecerme, decididiendo marchar hacia Ivere, donde esperaba encontrar al condenado de Fezbane. La voz de aquel niño cayó sobre mí.

- Vete, antes de que suceda una desgracia - le dice con voz siseante. - Maldito sol...

Le faltó tiempo a aquel niño para salir por patas. En pocos segundos se había perdido de tu vista. Te costó un poco orientarte correctamente, y a pie no era la forma mas rápida de andar, pero debido a tu creciente sed no tenías energía suficiente para pasar a ser murcielago a plena luz solar. No viste a nadie por el camino.

El trayecto se te hizo pesado y tedioso a medida que pasaban las horas de caminata, pero por fortuna a media tarde empezó a nublarse cubriendo el astro rey, por lo cual seguramente habría tormenta pronto.

El cielo plomizo se había oscurecido bastante marcando el inicio de la noche, y fue ahí donde empezó un chaparrón de agua, que le empapó rápidamente. Para fortuna suya, ya podía ver la entrada al pueblo. Y así llegaste, bajo la lluvia y la oscuridad de la noche. Todo estaba en silencio, y no se veía demasiado el detalle de los alrededores por la tiniebla reinante. El agua había espantado a las personas, que estarían probablemente en sus casas, aunque la mayoría no tenía luz. Los comercios estaban cerrados ya, a excepción de la posada que se distinguía fácilmente por su tamaño, además de que casi todas las ventanas estaban iluminadas. Sentías la garganta arenosa, además del cansancio generalizado. Pero al menos habías llegado sin mas contratiempos.

Me abrí paso para entrar en la posada y cubrirme de la maldita lluvia. Solo quería descansar en algún lugar durante algunos instantes, y tener constancia de algún camarada. Y de paso, si fuese posible, calmar la acuciante sed

Te encaminaste hacia allí entonces. La calidez del lugar era acogedora, aunque tu aspecto intimidante (y quizá mas bien esos colmillos) asustaban a los pocos pueblerinos que por allí quedaban. Algunos se despidieron para ir a sus casas, abandonando la bebida. La recepción del lugar era bastante buena, seguramente fuese un lugar un poco mas caro de la media.

Muebles pulcros y barnizados, adornos y arabescos por las paredes y los marcos de las puertas...Lo que dominaba aquella estancia inicial era una barra para servir bebidas "al vuelo" que unos cuantos habían abandonado con tu llegada. Detras de ella había un mozo algo viejo, un humano canoso. Usaba gruesas lentes y parte de la cabeza relucía por su calvicie.

Mas allá podía ver un comedor, con varias mesas provectas pero manteniendo la imágen de elegancia. También, dispuestas de forma esporádica, se veían algunas macetas con diversas plantas. Apenas había dos personas a la vista dando cuenta de algún plato, y un mostrador mas grande que aquel con algunos empleados aburridos tras de si.

Cuidado, pequeño, no vuelvas a caer en la misma treta

Hice un gesto de cabeza, como intentando acallar su voz. Mentor o avasallador, a veces era difícil encasillar a la sedienta Dantmor, pero no podía dejarme derrumbar. La rabia y el empeño en hacer un trabajo bien hecho era mayor. Y nadie había que pudiese reconocer. A mi pesar, me acerqué al mozo canoso que había allí, más muerto que vivo en aquel lugar.

Eso tenía solución, rápida solución

- En su posada tal vez se asentara un hombre de alto rango, ¿acaso lo ha visto? - pregunté con voz media, sin mirar al mozo. Mi mirada estaba a mi alrededor, alerta

Las cosas parecían sumamente tranquilas en aquel local. Ivere sin duda era un pueblo bastante sosegado, y además del nerviosismo por tu presencia no había nada raro en el ambiente. El hombre, por su parte al parecer iba a contestarle de malas, pero se lo pensó mejor al ver esos colmillos.

-Por aqui no ha pasado nadie que fardara de rango. Lo único es que vi hace rato a un mago con tunicas lujosas cenando con una mujer. Quizá allá en el comedor sepan decirle mas.

Se puso a limpiar vasos algo distraído, sin quitarte el ojo de encima.

Me encaminé al comedor con celeridad nada más indicarle al mago. Tal vez no fuera él, pero me urgía terminar todo aquel asunto y darle merecido fin a la de la capa blanca. No entré como el dueño del lugar, sino que, una vez a las puertas, me detuve a observar con detenimiento. Calibrando cada movimiento, alma viviente.

Asegurada la zona, me adentré para constatar la presencia o ausencia de Fezbane

A parte de dos desconocidos (un encapuchado y un joven de vestimentas grises) cenando cada uno por su lado, no había nadie allí. Como era de esperar, los empleados se pusieron un tanto nerviosos al verte entrar. Por su parte, tu espada aprovechó a susurrarte discretament, con tono jocoso:

¿Estas inseguro, vampiro? No lo esperaba de ti...

Aquella actitud no me estaba aportando nada bueno

Yo era un Comandante, y nada podía detenerme. Lejos de irritarme aquella vez, las palabras de Dantmor me abrieron los ojos. Mi poderío no se había perdido por un desliz, todavía podía lograr muchas cosas. Aquel encapuchado y el joven parecían indiferentes, y su presencia resultaba extraña.

- Tal vez un poco tarde para degustar la cena

-Bien por ti

Comentó aquel joven sin inmutarse. Traía el cabello trenzado de un color oscuro, y una banda azul alrededor de la cabeza. Por los brazales de metal que traía, que se veían pesados, quizá fuese de Orem.  Vestía un jubon oscuro y pantalones de cuero, y en la cintura podía verse una espada larga. ¿Un espadachín? Fue el único que de dignó a contestar, ya que el encapuchado estaba en una mesa bastante mas alejada y o bien no escuchó o simplemente pasó de decir nada.

- Eres joven para semejante insolencia.

Una sonrisa apareció en mi rostro, pues parecía que el muchacho era atrevido. Tal vez la cena estuviera más cerca de lo que esperaba, pero quise saber hasta donde iba a llegar

-Y tu muy viejo para tener curiosidad al ver a alguien cenar. Ya dejalo, no tiene nada de misterioso.

Aquel parecía estar terminando ya la su cena (al parecer un plato de pastas) y ni siquiera se había girado a mirarle. Parecía absorto en sus cosas y con poco reparo en decirle lo que creía conveniente.

- Debes de ser hábil si te permites esa actitud - dije tras una carcajada breve. - Dime, ¿has visto por aquí a un hombre de alto rango?

Aquello empezaba a cansar, en caso de no estar, o bien debía ir a descansar o investigar en la ciudad. Todavía quedaban cosas por hacer. Y aquel viejo que era el rey no soportaría la espera

-Acabo de llegar, no he visto a nadie además de los que estan en esta sala. ¿Tengo pinta de trabajar aqui? Preguntales a ellos, que seguro han visto a toda la clientela hoy -y señaló a los empleados tras el mostrador.

Dicho esto volvió a ignorarte, se levantó dejando el plato vacío y echó a andar hacia la estancia de la barra de bebidas.