
Os despertáis en lo que parecen unas instalaciones médicas bien pertrechadas. Escucháis el ruido de la maquinaria sanitaria en funcionamiento. Tenéis el cuerpo dolorido, y aún estáis algo aturdidos, seguramente por los calmantes. A medida que vais recuperando consciencia, veis que estáis remendados, con parches de piel sintética que se están integrando con vuestra piel. Cuando intentáis moveros, os dais cuenta de que estáis atados a vuestras camas.
Escucháis los pasos metálicos de un androide que se os acerca cuando se da cuenta de que estáis despiertos.
- Por favor, no se muevan. Podría ser perjudicial para sus cuidados médicos.
Hace una pausa.
- Soy un droide médico 2-1B, y me encargo de atenderles mientras estén en recuperación.
Desconcertado y bastante aliviado, miro a mi alrededor, tratando de ubicarme y buscando detalles que me ayuden a averiguar cómo hemos acabado aquí, y no en un centro de detención imperial.
- ¿Dónde estamos y cómo hemos llegado aquí? Pregunto sin mucha esperanza de obtener respuestas.
Sin terminar de creermelo, permanezco atento a cualquier indicio de presencia imperial en la sala.
Ya nos confirmarás que heridas, tensión y críticos curamos o dejamos, que estoy exactamente igual que al final del combate con los imperiales ;).
Máster: Curadlo todo
Rolen despierta entre dolores. Lo último que recuerda es a los soldados imperiales disparando y su cuerpo dejando de responder, después del maltrato recibido en su encuentro con Brazo de Hierro y sus hombres. Gira la cabeza a un lado y a otro, y sólo alcanza a ver a Ighar, Erf'ea y al droide- ¿Dónde estamos, qué es este lugar? Si es una base imperial, podéis olvidaros de que os demos información, no tenemos nada que aportar... ¿Dónde habéis dejado a Deecan?
Ighar se despierta con los gritos de sus compañeros, a pesar de que sus heridas eran más graves que las del resto. Todavía dolorido dice a su compañero
- Rolen tienes experiencia en negociar con robots, seguro que puedes convencerle de que nos suelten... - *cof, cof* - Tiene pinta de que al ser humano tratan a Deecan de manera especial.
El androide responde con voz mecánica.
- No estoy autorizado a proveer ninguna información sobre nuestra localización.
Se acerca a un ordenador y se conecta.
- ¿Cómo se encuentran? Sus lecturas parecen bastante correctas. El bacta ha funcionado bien.
Como comentaba antes, curaos heridas, tensión y críticos.
- Así, que entonces será una instalación imperial... Aunque no entiendo por qué nos han dejado con vida. La violencia de Puño de Hierro era como si nos odiara a muerte...
Comenta Ighar sintiendo un cosquilleo en la última herida que le hizo el soldado imperial.
Rolen gira la cabeza hacia el droide- Estamos bien, parece. Contusionados y doloridos, pero bien. Si no nos puedes decir dónde estamos, trae a alguien que pueda. Y ya de paso, podrías soltarnos, no ganáis nada reteniéndonos contra nuestra voluntad, estamos indefensos de todas formas.
Por ahora no tiro nada, pero si quieres que tiremos en lugar de ir describiendo avisa.
El androide sigue mirando monitores.
- No estoy autorizado a soltaros, lo lamento enormemente. Por favor, no traten de soltarse. Ya he avisado al comandante, que ordenó veros inmediatamente cuando recobraseis el conocimiento.
Pasados unos minutos, entra por la puerta un humano bastante grande, vestido con un uniforme militar que no sois capaces de reconocer. Habla con una voz fuerte, pero calmada. Le escoltan un par de hombres, armados, pero con las carabinas a la espalda. El tipo tiene aspecto duro, de haber pasado por muchas cosas.
- Os saludo, compañeros. Mi nombre es Faelgrom Cadav.
Hace una pausa para miraros a los tres, dando pie a vuestra respuesta.
- Lamento las ataduras, pero no podíamos arriesgarnos. ¿Quiénes sois?
Viendo la locuacidad de mis compañeros, prefiero quedarme callado y tantear disimuladamente las ataduras, buscando una forma de soltarme en caso de ser necesario.
Poseso, que hablen los expertos :p.
- Mi nombre Ighar Haniath. Me parece normal que no quieran arriesgarse aunque no es que supongamos una amenaza. En cualquier caso ¿podría decirnos dónde nos encontramos?
Rolen mira a sus captores de arriba abajo, y responde- Mi nombre es Rolen'oedd, pero puede llamarme Rolen. No sé a qué cuerpo pertenecen, así que no sé si podemos tratarnos de "compañeros", pero puedo asegurarles que, como dice mi amigo Ighar, no somos peligrosos y pueden soltarnos. Y, de paso, explicarnos qué ha sucedido y por qué estamos aquí, y qué ha sido de nuestro otro amigo, Deecan, un humano. Los imperiales lo habían abatido pero desconocemos su estado.
Mi nombre es Erf'ea Mor añado escuetamente.
- Oh, claro, por supuesto, por supuesto - hace gestos circulares con la mano, como restando peso a vuestra situación. - a todo eso llegaremos. Y seguro que no son una amenaza. Aunque tenían artilugios interesantes entre sus pertenencias.
Hace una pequeña pausa y os dedica una sonrisa amable, como si todo eso fuesen minucias.
- Os serán devueltas en el momento oportuno. Al menos lo que pudimos conseguir.
Elude vuestras preguntas abiertamente.
- ¿Qué hacíais en Phemis? No es un lugar especialmente turístico. Seguro que hay alguna clase de historia detrás, muy plausible, como que se os estropeó la nave y era el único planeta sobre el que aterrizar... - vuelve a sonreír y hacer de nuevo el gesto con la mano de restar importancia a todo - pero ahorremos saliva, por favor, que soy un hombre ocupado.
-Tampoco quisiéramos hacerle perder tiempo señor Cadav - contesta Ighar - Efectivamente, nos desviamos de nuestro viaje debido a que nuestra nave se averió. Ese era el planeta más cercano. Lamentamos haberles causado molestias, y agradecemos sus tratamientos. ¿Hay alguna manera en la que podamos devolver nuestra deuda? Tampoco es que seamos ricos pero algo de dinero podemos ofrecerle.
Faelgrom se acaricia, mientras parece reflexionar sobre algo.
- Sí, encontramos su nave. Está totalmente averiada. Pero diría que no tuvo que ver con un aterrizaje forzoso...
Mira alrededor, pero su expresión es bastante más seria que antes.
- Verán que soy un hombre comprensivo. Incluso compasivo. Pero si quieren devolverme el favor, páguenmelo con la verdad. Puede que sea su única salida de aquí.
Golpetea impaciente con sus dedos sobre una camilla cercana, vacía.
- Esta bien, le diremos la verdad. Somos estudiantes de arqueología y habíamos oido del interés que tenía ese planeta. Queríamos verlo en persona ya que la mayoría de datos sobre el planeta han desaparecido de muchas bibliotecas y la información no era muy fiable. - Ighar hace una pausa a continuación. - Lo que no podíamos preveer es que nuestros intereses académicos fueran a molestar al Imperio ni a sus soldados, señor Cadav. Como le comentabamos antes, ¿sabe dónde se encuentra nuestro amigo Deecan?
- Sí, estudiantes de arqueología, claro.
Echa mano a un bolsillo en su cinturón, y saca el sable láser de Ighar de él. Juguetea con él un rato y luego lo apoya sobre la misma camilla.
- Digamos que mi paciencia y mi tiempo están llegando a un final. Si no vamos a ser amigos, les dejaré aquí un rato para que se lo replanteen. Y ya mañana veremos si hacemos mejores migas.
Da una vuelta más al sable y lo vuelve a guardar. Luego comienza a caminar hacia la puerta, despacio, para dar un toque dramático a la situación, y como si esperase alguna reacción por vuestra parte.
Motivo: Engaño
Tirada
3 éxitos (3 éxitos)
2 ventajas (3 ventajas - 1 amenaza)
Me revuelvo incómodo en mi cama, molesto por las ataduras, y a regañadientes hablo.
- Es obvio que han tenido tiempo de registrarnos, ya sabeis lo de los cristales y los juguetitos que montasteis.
Tras una breve pausa, añado: - Seguramente han encontrado también nuestro juguete de la nave, aúnque no creo que sepan de lo que se trata, aunque todo es posible.
Miro a los ojos al comandante y digo directamente:
- Fuimos a Phemis en busca de los cristales para construir ese juguete que tienes en la mano. Si sabes lo que es, sabes lo que somos, o al menos lo que queremos ser. No te conocemos y no podemos decir más sin reciprocidad, valga esto como muestra de buena voluntad.