Partida Rol por web

"Todavía persisten en ti algunas emociones humanas. No te harán ningún bien, amigo mío"

Marius, el vampiro.

La anterior noche os despedisteis de Bernini, a quien a penas tuvisteis tiempo de conocer en su nueva condición de vástago. Partió a pie hacia Basilea en un cruce de caminos cercano.

Ahora, el carruaje se detiene más o menos a medio camino montaña arriba pues está demasiado oscuro para viajar con seguridad. Al mismo tiempo, véis el resplandor de unos fanales que se acercan y seis hombres caminando por el sendero, todos con linternas y espadas.

Tres de ellos visten de negro y verde y los otros tres de escarlata y negro adornado con un pez de plata.

- Nos envían los amos del monasterio. Permitan que les guiemos hasta la entrada.

A partir de ahí hay que seguir a pié. Vuestros guías os aseguran que el equipaje y el resto de las pertenencias que podáis llevar en los carros os seguirá más tarde.

El viento gime siniestramente a esta altura, y la noche de finales de otoño está llena de un aire fresco y dulce. Los hombres guardan silencio.

En un momento dado el viento parece lamentarse de una forma sospechosamente parecida a un aullido grave, ante lo cual los hombres de negro responden santiguándose.

Estáis entrando en terreno peligrosamente desconocido

Pasa a cenar le dijo la cobra a la rata .....oualah alâadim.Murmuro entre dientes antes de inclinarme hacia los demás y susurrar .Estamos seguros de entrar en ese sitio porque entre el aspecto del lugar y los aullidos no me siento demasiado tranquilo .​

El viaje llega a su fin, o al menos a la última parada prevista. El monasterio se alza amenazante, o eso parece.

-mejor prepararse para lo peor y esperar cualquier cosa. Pero irse no parece una opción. A menos que estéis dispuestos a afrontar la ira de los fundadores claro-

La ira de esos cainitas no me preocupa especialmente, aunque su invocación a Roma demuestra lo dificil que sería escapar de ellos. Pero de momento esta búsqueda va paralela a mis intereses

-si alguien quiere volver con el carruaje a Basilea debería decidirse ya-

Miro al carruaje y a los hombres obviamente ansiosos por marchar y luego camino decididamente hasta los seis hombres que han venido a recibirnos

-por favor guiadnos-

Cuando el camino se estrecha y el destino se decide, miro al destino no sin cierta satisfacción, hasta que el sendero, a parte de estrecho, parece tornarse amenazante. Incluso unas personas vienen a buscarnos en nombre de sus amos. La emboscada puede ser inminente, sobre todo con el Giovanni tan cerca, si tan claro tiene que lo estamos siguiendo.

Miro al resto de mis compañeros, estudiando sus reacciones, y estudio también los colores y los escudos de los hombres que nos acompañan, para ver si me suenan de algo.

- No creo que sea la única opción- digo, respondiendo a las palabras de Giani - Pero está claro que Basilea tampoco es el mejor destino después de lo que ha ocurrido hace poco. Sea como fuere, tengo curiosidad por ver nuestro destino. - digo, al tiempo que siento un escalofrío en la espalda al mirar hacia el sitio donde hablo y el camino que nos espera.

Hueles la hierba seca y el aire fresco, el olor de la montaña te lleva recuerdos agradables del pasado, como si en los parajes naturales como aquel, el tiempo no hubiera pasado. Las ciudades y las personas cambiaban, pero aquella naturaleza seguía siendo la misma en la que creciste tanto tiempo atrás.

No parece haber muchos escondites posibles en el camino que se perfila a través de la cordillera. No hay arboles ni abundante vegetación. Si, quizás podía haber uno o dos hombres detrás de alguna de las piedras más grandes, pero no más. El camino se enfilaba cuesta arriba y era estrecho a lo lejos, presentando algunos tramos de difícil escapatoria con desfiladeros a un lado y paredes macizas en el otro.

En la oscuridad de la noche, es todo cuanto alcanzas a discernir.

- Adelante. - digo sin más. Os seguimos. - añado mirando a los enviados.

No me hacía ninguna gracia entrar en ese monasterio pero ... era nuestra mejor opción para llevar a cabo nuestra misión.

Cuando una ráfaga de aire os sacude amablemente, trae nuevos olores que reconoces como los de... ¿animales salvajes?*

Ni las auras ni los colores o aquel peculiar escudo de armas de un pez plateado os consiguen revelar nada. No es la primera vez que al Malkavian fallan sus poderes ¿puede que sea el lugar o algo que interrumpe su buen juicio? y para la aristócrata Aricia de Mytros aquello resulta un tanto curioso, realmente los colores no se le hacen extraños o desconocidos, sin embargo no logras recordar el nombre de la casa o su procedencia. Es raro.

Milos sonrió a sus anfitriones como si, de hecho, una pomposa comitiva hubiese ido a buscarlos para honrarles son sus parabienes. Su sonrisa socarrona a veces resultaba casi más una provocación que un gesto de amistad o cercanía. Y, sin embargo, allí estaba... pintada en sus labios.

- Pues yo, por mi parte, creo que en verdad todos los pasos nos encaminaban aquí. Casi no puedo esperar a ver qué o quién nos espera tras estos muros. Porque, que no os quepa duda, sea quién sea, nos está esperando.

Tras unos 20 minutos de marcha guiados por vuestros nuevos acompañantes, veis como el monasterio se alza en una cresta alpina, con las puertas abiertas de par en par.

Una fuente seca que representa una silueta humana se alza en medio del patio. Cuando os acercáis os dais cuenta de lo siniestra y detallada de la figura: una calavera y un cuerpo espectral envuelto en un fino pañuelo que toma la forma de un ser de otro plano. Sin duda, un agrio recordatorio de lo que os espera en el interior.

Cuando os acercáis a la puerta principal, sale una mujer vestida con una larga capa verde y se queda en lo alto de las escaleras. Sus ojos verdes estudian atentamente al grupo. Su voz suena modulada y agradable.

- Me preguntaba cuando llegaríais. Vadislava dijo que había un grupo de los nuestros en el camino y aquí arriba hay sólo un sitio donde ir.

La mujer se gira y se dispone a guiaros hacia las entrañas del monasterio. Allí un ghoul se hace cargo de la capa de la mujer y de todos los que deseéis dejarle enseres innecesarios que llevéis con vosotros.

La cámara principal a la que llegáis es un lugar realmente espacioso, y está iluminada principalmente por el fuego de una chimenea, con unos pocos candelabros cerca de los que están leyendo y ocupados de alguna otra forma.

La escasa luz sólo sirve para hacer más profunda la oscuridad. Unos pocos tapices algo envejecidos pero todavía espléndidos que muestran a Esther y Asher, cubren las paredes desnudas.

Los muebles recorren toda la gama de estilos, del renacimiento italiano al novedoso barroco, pasando por el isabelino.

Allí hay un grupo considerable de hombres y mujeres, absortos en sus propias tareas, hasta que oyen que entráis.

Una mujer de pelo cobrizo abre con un gesto su abanico y os observa uno a uno por encima del mismo.

Otro hombre de enseortijada barba y gran envergadura concentrado en un libro, deja un dedo entre las páginas para señalar su lectura y saluda cálidamente con un gesto.

Cerca de la que sacó el abanico, recostada sobre unos cojines, se levanta con prisa para mirar a los invitados otra mujer de pelo oscuro y ropajes aterciopelados y detrás suyo se escurre una sombra que lográis distinguir como una tercera mujer todavía más exótica que la anterior cuya pétrea expresión vacila un momento antes de pasar de largo.

- ¿Y los demás?

Como para responder a la pregunta, un hombre de perilla y rostro juguetón entra a toda marcha y se deja caer sobra una silla, para después darse la vuelta y ponerse de rodillas en el asiento. Sus ojos saltones y de expresión salvaje os miran para después preguntar:

 - ¿Y quiénes son estos idiotas?

- Son nuestros hermanos e invitados- replica de inmediato - ¿Dónde están Mendel y Mateusz?

- En la biblioteca, creo. No te oirán desde allí

- ¿Y el resto?

- Fuera, de caza. - dice cerrando el abanico de golpe - Iban a ver qué presa podían aterrorizal al otro lado del río.

Camino al interior de la fortaleza observo el edificio con interes, he estado en bastantes monasterios y este no es distinto a otros, tal vez mejor fortificado.

No tardan mucho en presentarse nuestros anfitriones, aparte del hombre de gesto amable los presentes tiene poco que ver con los monjes típicos en esta clase de lugares, parecen un grupo bastante heterogeneo

"debimos pedir a Bernini que nos describiera a Ambrogino" la tardia idea me hace sonreir un poco mientras observo alternativamente a los presentes y las vigas del techo

-Buenas noches, esta es una recepción que no esperabamos cuando escuchamos de este monasterio. Me pregunto con que fin un grupo tan variopinto y nutrido de miembros de la estirpe habita un lugar tan recondito y apartado-

Vadislava , maldita sea mi negra suerte a que era ella ?. Pienso al recordar la mirada que me lanzo  muchacha .Y ahora esta bienvenida tan calurosa que promete una estancia de lo mas agradable , en fin las buenas formas son las buenas formas  .Me adelanto ligeramente y con una reverencia me presento - Soy User del clan setita y agradezco la hospitalidad que nos brindais .

- Demasiada gente. - pienso malhumorado al ver como van apareciendo más y más gente a cada paso que damos.

Cuando ese estúpido botarate se refiere a nosotros como estúpidos me enciendo.

- ¿Quién cojones se ha creido ese bastardo malnacido?

- ¿Y vos sois? - pregunto al botarate de la barba que ha preguntado por nosotros.

Pronto las paredes escarpadas y el camino peligroso se sustituyen por seguros muros y un suelo más firme al llegar al monasterio. Entro entre sus paredes mirando alrededor, en la búsqueda de sus habitantes, lo que me lleva a quedarme mirando la figura humanoide del fondo atentamente mientras me acerco, hasta que me doy cuenta de que se trata de una estatua en vez de una persona.

Curioso sitio. - digo, sin terminar de quitarme esa sensación de inseguridad del pecho.

Cuando entramos en las salas, me siento algo más cómoda. Algo de sociedad, algo de civilidad, y lo que parece nobleza cainita. Intercambian algunas palabras, algunos más educados, otros menos. Los voy identificando, recordando sus frases, para ver quien es más o menos receptivo.

Giani y User hablan, de forma educada, incluso User se presenta de un modo bastante adecuado. Luego el perro ladra algo al sentirse ofendido por los insultos de aquel anfitrión. Ignoro esta última frase cuando doy un paso para presentarme.

- Buenas noches, anfitriones. - hago una pequeña reverencia con el cuello, levantando las faldas de mi traje, en señal de respeto pero sin bajar ni un centímetro más de lo necesario. - Mi nombre es Aricia de Mytros, chiquilla de Leopoldo Valdemar. Os ruego me permitáis pedir perdón por mi presentación - digo, señalando el vestido, lleno de sangre y tierra. - El viaje ha sido duro y cargado de algunos errores, pero me alegra haber llegado al destino.

Cuando la mujer que os acompaña ve que el hombre que se ha sentado al revés en la silla entorna una maliciosa sonrisa ante la pregunta directa de Sav, ésta se aprisa a levantar la voz e impide la posible réplica de su compañero.

- Es Lord Theron, nuestra particular representación del clan Malkavian. - acto seguido se dispone a presentar al resto de los anfitriones - Maese Frazier, un Ventrue. Y las dámas...

- Lady Vadislaba.

La imponente mujer la interrumpe con descarada elegancia a la par que se mueve mientras dice su nombre para ir a recostarse sobre el marco de la puerta de entrada. Desde allí os observa con unos ojos fríos y penetrantes como estacas de hielo.

- Lady Intisar y Lady Veradis - Prosigue, señalando con el brazo extendido a las dos sierpes exóticas. La mujer de azul primero, y luego la de rojo. - Y mi nombre es Meridie de Chancie, del clan Brujah.

En este instante como atraída por las presentaciones, una hermosa figura asoma por la puerta lateral. Se trata de una mujer de aspecto tímido y un cutis tan perfecto que parece una muñeca:

- Os presento a Lady Melisandre, una Toreador como habréis adivinado por su belleza.

- ¡Bienvenidos al Monasterio Negro!*

Desde el exterior llega el sonido de cascos de caballos y una fuerte voz masculina cantando una canción obscena.

"Si te casas con tu novia,

querrás tocarle el culo,

dumdum, dale dale, dumdum,

y al mes de haberte casado

como si tocas el tuyo.

dumdum, dale dale, dum."

Una puerta se abre de golpe en el extremo del salón, y entra un grupo de vampiros vestidos con atuendo de caza:

El primero, vestido de negro, se quita los guantes y no os presta más atención que una vaga mirada. El cantante por otra parte, entra de un salto y os contempla durante un momento agarrando la mano de Aricia sin dudarlo y besándola gentilmente.

Por último, un tercero más rezagado entra vestido con ropas de campesino, toscas en comparación con las ricas vestiduras de los demás.

Milos observaba con divertimento aquella representación. ¿Se suponía que los miembros de aquella reunión estaban allí casualmente? ¿Realmente les esperaban o, por contra, simplemente vivían apartados del mundanal ruido? La curiosidad, a veces, es más difícil de saciar que la propia sed...

- Y bien... - comento el gitano con ínfulas de chambelán a la vez que se adelantaba un par de pasos - ¿Qué hace un grupo tan variopinto de cainitas en este lugar? ¿Acaso es vuestra morada o es, simplemente un lugar de reunión lejos de ojos y oídos indiscretos? Esperamos no ser una intromisión incómoda, por descontado.