Partida Rol por web

Cruces de Sangre

I. Hoc Voluerunt

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03/09/2014, 19:08
El Mal

 

Año del Señor de 1349

En estando en una posada en Burgos, que un ladrón de bellos ojos y finas manos, un pardo de liso rostro y algo henchido en experiencia y un carretero que sin duda alguna no transportaba grano o madera (sino más bien su valioso trasero tras un caballo de tiro de buena estirpe), topáronse con una buena vista delante de los sus ojos: los dos buenos y lúcidos senos que la hija del posadero, la camarera, dejábase ver entre refunfuños de su padre, el dueño, y la pericia de la madre al vaticinar que aquello ayudaría a atraer el lustroso metal de los viajeros.

"La posada del Camino", así se llamaba el lugar donde procedían ahora en descanso aquellos allegados no hacía mucho (y llamábase allí por referencia al camino hacia la ciudad santa de Compostela, en estando ubicada al paso del mismo). Y no estando ellos sino un par de noches en aqueste lugar (que por mucho peregrino andante entrado allí, a ninguno de ellos causábale estrépito hacer esperar al santo por semejante vision por la buena moza) que tres hombres aventuráronse a pisar la posada.

Quiso atenderles la camarera, mas no sin dejar de apartar la mirada hacia donde no debían, los tres tipos (ataviados sin capa ni armadura, sino más bien con ropa ligera a modo de mensajeros a caballo), que fuéronse directamente a hablar con el "patrón de aquel barco", el padre. Sólo a algunos les inquietó cierta curiosidad que aquestos llegaran de impreviso y, rápidamente, accedieran a una zona restringida del piso de abajo, a la alacena de la cocina donde salían todos los menús del día. Al poco rato, salieron de nuevo al comedor en avanzadilla del posadero (mientras éste se limpiaba las manos con un trapo y miraba sobre su prominente bigote a sus comensales con no poca indiscreción). Allí, el padre de la "bien dotada" hizo un gesto con el mostacho y señaló a tres tipos. Si. Vuecencias, y aún no sabíais ninguno de vos qué os deparaba aquel destino.

Los hombres se acercaron, como quien divisan a un deudor mal pagador e incapaz de esconderse o huir fruto de la impotencia. Sin embargo, cuando uno de ellos, rubio y casi extranjero en apariencia, emitió un primer saludo, supísteis enseguida (pues Vuecencias encontrábanse sentados en asientos cercanos frente al fuego) que sus intenciones no eran hostiles (al menos a priori).

Enseguida os explicaron que eran hombres al servicio de don Miguel Maldonado, conde de Valdivielso, y que necesitaban vuestra ayuda y las maneras que pudiérais prestar. Hicieron ademán de señalaros como quien en realidad buscaban, pues el propio tabernero, minutos antes en su alacena, había revisado el registro de clientes amparados en "la Posada del Camino" y, por su apariencia y pertenencia en macuto, había deducido que quizá vosotros tres no fuérais peregrinos. Y es que verán: que un peregirno llega, en primer lugar con bastón y concha como insignia. Y sin embargo, ladrón, pardo y comerciante no demasiado interés parecían haber tenido en cuanto a visitar a Santiago Apóstol: que el jovencísimo de pelo rizado y ojos vivos no parecía traer en demasía provisiones para un largo viaje; et que el de pelo largo y buen porte demasiado pertrechado andaba como para andar leguas y leguas hasta Compostela; et qué decir del último... que bien había avisado ya de que sus pertenencias amarradas a su carro y caballo ninguna mano podían hacer tocar que no fuera la suya, que no estaba allí para perder ganancia, sino para hacerla.

Et que aquestos señores del de Valdivielso, buscaba gente decidida... bueno... buscaba gente (dejémoslo ahí), y que no fueran simples peregrinos (que para buscar "andurriantes", los caminos sobraban y en demasía). Por lo que os añadieron, acababan de pagar la estancia completa de Vuecencias al Posadero por los días acordados de palabra, y además os ofrecieron...

...cincuenta monedas por poneros al servicio de un vasallo de nuestro gran señor, de nombre don Diego Aguaza, barón de tierras cercanas a Burgos -os comentaron-. Su castillo se alza en Piedralejo, sobre la colina. La aldea se encuentra al sureste de aquí, a seis leguas. Iréis alli y os presentaréis a don Diego en nombre del buen Conde de Valdivielsa, amigo suyo. Una vez en su presencia, quedaréis al servicio y encargo de lo que tenga que deciros.

Los otros dos hombres que estaban en silencio notaron vuestra indiferencia, pues todo había pasado relativamente rápido (su llegada, su acuerdo con el tabernero y ahora su confesión y propuesta).

Las monedas que os entregamos podéis usarlas como costo del viaje -explicaron mientras uno de ellos preparaba discretamente tres bolsitas zurzidas en cuero)-, mas nuestro el Conde don Miguel sabe apreciar con un mejor pago y quizá su buen favor un trabajo bien hecho. Si obtenéis recompensas de don Diego, sois también libres de aceptarlas.

Luego os preguntaron sobre el destino y vuestra elección, sobre aquella respuesta que los mensajeros no esperaban sino como afirmativa. Y en queriendo hacer dinero, aventuras o tal vez teniendo como premio el favor de un barón o un conde (y ambos habíalos en aquesta historia), no dudásteis un momento en poner vuestras manos, fuerza y carreta al servicio de aquellos que se decían buenhombres.

Esa misma tarde, partísteis al sureste, en dirección a Piedralejo. La única pena fue tener el no poder observar los valiosos atributos de la buena hija del Posadero.

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03/09/2014, 19:52
El Mal

Era primavera, en los últimos días de la estación, pero el frío burgalés se hacía notar. No había nevadas desde hacía meses atrás, pero la nieve abundante en invierno había calado en forma de vendavales y tormentas puntuales, no sin el aliciente de diversas nubes bien negruzcas, cuya palidez distaba mucho de aquella posición vuestra (negras como el carbón parecieran ser).

Seis leguas.

Sin duda mucho menos de lo que Vuecencias habían recorrido para ver a la bella dama de La posada del Camino en la ciudad de Burgos. ¿Qué más daba dónde se encontrase la aventura, la desdicha o el vil metal? Que si a casi cualquier hombre humilde le requirieran (como a vosotros os ocurrió) la ayuda para un noble, en aquestos tiempos se diría que sí, ¡que sí! Que más bien valía confirmar vuestra disposición que en pensárselo un segundo, pues de otra manera otro ya estuviera oliendo el buen pago en estando vosotros aún de cavilación...

El camino era asentado, lleno de musgo en su lateral y de frondosidad a ambos lados. Caminábais entre laderas al principio, al salir de burgos, y a medida que avanzábais la orografía hacíase cada vez más impracticable (y esto lo notaba el comerciante de la carreta, que daba tumbos la misma y sin descanso).

Haciendo una noche y una guardia de a tres en las horas noctunas, pasásteis la primera jornada. Al menos ahora sabíais un poco cada uno de vosotros, tal y como vuestro nombre, ocupación (esto algo más maquillado en algún caso) y poco más. Al amanecer, y en habiendo recorrido ya casi las seis leguas, divisábais a lo lejos un gran castillo, en lo alto de una loma, no siendo sino éste la fortaleza, como os retrataron, del Barón Diego Aguaza, a quien debíais prestaron a servicio.

 

 

Minutos después, al seguir avanzando, veíais lo primeros tejados de Piedralejo y la torre de la iglesia despuntando hacia el cielo de la aldea. A punto estábais de entrar ya a Piedralejo (habíais atravesados campos de cultivo de los campesinos del lugar y os habíais cruzado con habitantes del mismo, campesinos, villanos y agricultores) cuando encontrásteis a un tipo junto al camino, recostado en un fino árbol. Estaba envuelto en harapos y tenía una capucha (aunque su rostro era visible). En cuanto os vio, extendió su brazo, y luego su palma diestra quedose mirando al cielo.

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03/09/2014, 20:05
Mendigo

Limosna -requirió con cara de pena-. Limosna para este desgraciado...

El tipo no tenía aspecto sino de mendigo. Su hedor era "importante" y el rostro lo tenía algo desencajado.

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04/09/2014, 14:00
Lope

Ajado encontrábame ya. El camino había sido más largo et pesado de lo que debía para tan corta distancia, que yo era acostumbrado a aquellas lides, que habíame andado et desandado mil e un trayectos como aquel et más largos si cabía. Quizá a aquel astío hubiera contribuido el recuerdo constante de las ubres de la posadera que una et otra vez, como deliciosas campanas, aturdían mi sesera sin dar tregua...

Y que recordando aquellas dos generosisades de la natura, sacóme de mi ensimismamiento una voz áspera y curtida por los castigos de la vida. Bajé hasta el cuello el pañuelo con que protegíame del sol et el polvo del camino et respondíle:

─¿Limosna decides? ─solté con burla ─¿Acaso non sodes capaz de ganaros los cuartos para llenaros la boca? Decidme pues, ¿qué mal ot mutilación vos impide laborar como cualquier omne que se precie? ─añadi con saña.

Que no estaba yo muy por la labor de soltar los cuartos antes de ganarlos, qué ya hasta había consumido la última gota del odre de agua et pensábame gastar hasta el último maravedí en rellenarlo de vino. Si hasta mi viejo jamelgo comenzaba ya a mostrar los primeros síntomas de cansancio tras la encaminada hacia los dominios de don Diego Aguaza.

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04/09/2014, 16:07
Alvar de Hinojosa

Detuve la carreta sin más remedio. Pensaba continuar como si nada, pues de los mendigos de los caminos estaba yo ya escarmentado en mis frecuentes viajes por las rutas comerciales, donde abundaban más que los ratones. ¿Acaso creéis que esta oronda panza se cría regalando monedas? Pero el tal Lope se había detenido a hablar con el mendigo, y no quería dejar atrás a mis nuevos compañeros de viaje.

-¡Sooo! -dije mientras tiraba de las riendas y la carreta se paraba poco a poco.

Os preguntaréis qué puede llevar a un comerciante de éxito, y, por qué no decirlo, bien adinerado, a embarcarse en tal aventura. Pues sobre eso mismo reflexionaba yo en aquel momento sentado sobre la carreta en mitad del camino. Desde luego, el oro siempre es motivo más que de sobra, pero amigos míos, el mundo del comercio podría decirse que lo mueven más los contactos que los maravedíes. Y no podía oportunidad de ganar el favor no sólo de un barón, si no también de un conde. ¿Acaso sabéis lo que eso conlleva? No sólo las compras de ambos (que es bien conocido que la gente de dineros gusta de comprar caro), si no la repercusión sobre mi fama. ¡Es el comerciante al que compra don Diego! ¡Y también don Miguel! Sin duda, los precios subirían, como así también las ventas.

Y mientras soñaba con el resultado de la historia antes siquiera de empezarla, clavé mi mirada en aquel mendigo harapiento, cuyo terrible hedor me llegaba incluso sentado en la carreta.

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04/09/2014, 16:39
Zorro
Sólo para el director

De los caminos que salían de Burgos, éste era uno más, tan nuevo para él como cualquier otro que no llevaran de nuevo al Sur. Al Zorro facíase agua la boca, en pensando en qué faceres et menesteres querrían los Señores éstos de aqueste desventurao. En preciso momento que vió la carreta de aquél mercader parada frente al árbol et fablando con dos sombras más, camino sin duda de Piedralejo. Et las manos le comenzaron a picar, et a la vez la entrepierna del muchacho, que caminando hacia allá, se dió el gusto de rascar et deshahogar. Entretenidos parescían aquestos vejestorios et una oportunidad de saber qué bienes transportaba el mercader, quiças alguno de su interés, non perdiera ni un solo momento el Zorro, que pese a la luz del pleno día, no sin audacia et un poco de valentía, el muchacho con cuidado se metió dentro del carromato a ver qué prendía.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues eso, me acerco en Sigilo tras (y dentro, si se puede meter) el carromato a rebuscar por si hubiera algo de valor que robar :P mientras están de cháchara con el mendigo.

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04/09/2014, 19:36
El Mal

Mientras el comerciante de buen postín paró en seco su carreta tras comenzar el tal Lope a hablar con aquel mendigo, que te acercaste por la parte de atrás de la carreta y bajo una lona observástes las pertenencias del tipo. En realidad no eran muchas, pero tras una ojeada rápida (que no sólo bellos eran los tus ojos), focalizaste algunos objetos:

Un arco recurvado, una aljaba llena de virotes, repuestos de herraduras, algunos libros en blanco (seguramente los usara el comerciante para dar cuentas de su economía y la gestión), unas antorchas (tres, para ser precisos) y un par de barajas de naipes. Nada más.

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04/09/2014, 19:43
Zorro
Sólo para el director

Tremenda siesta decidió echarse entonces, quando nada de valor encontró el ratón. Sonrió, echándose de espaldas con las manos a la cabeça, et sintiendo la conversación tranquila de fondo. Esperó pues, que de un momento a otro comenzara de nuevo el traqueteo, camino a Piedralejo.

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04/09/2014, 20:08
Mendigo

Nada contestó ante la pregunta en forma de reprimenda de Lope, sino que el mendigo limitóse a bajar la cabeza.

Una fuerte cojera, señor -hablaba como atemorizado y como ronco (más bien en bajito, como susurrando), sin atreverse a poner los ojos en contacto con el del pardo, ni con el de ninguno de los otros-. Razón tenéis, pero la labranza o la recogida se sustentan de pié, y me temo que no puedo. Los dolores son fuertes, demasiado fuertes.

Notas de juego

Podéis proseguir el camino o continuar, como veáis.

Zorro no es que no haya posteado, sino que no lo ha hecho visiblemente.

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04/09/2014, 22:21
Alvar de Hinojosa

Algo no terminaba de gustarme en aquel hediondo hombre. Parecía que trataba de ocultar su rostro, y no tenía ni el valor de dirigirnos la mirada mientras mendigaba. Además, si estaba aquejado de cojera, ¿qué hacía en medio del camino? ¿Acaso lo había recorrido cojeando? Me costaba creerlo.

Sin intervenir en la conversación, manteniéndome sentado al mando de las riendas, intenté dilucidar si era algo más que su cara lo que intentaba ocultar mientras esperaba que aquella conversación terminase pronto para poder continuar. No me daba buena espina.

- Tiradas (1)
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05/09/2014, 10:36
Lope

Sonreí ─dejad que vea entonces, si tengo algo para vos ─deshice el nudo del cordel que rodeaba la bolsita de cuero donde llevaba los dineros et tras meter la mano, saqué un maravedí.

Enseñéselo al tullido; el vil metal relucía bajo lorenzo. ─Vuestro es, venid e cogedlo pues. ─estiré la mano, sujetando el dinero sin lanzarlo, obligando al mendigo a levantarse et a caminar las varas que separabannos. Vería entonces si aqueste cojeaba ciertamente y de manera creible o era un simple embustero.

- Tiradas (1)
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05/09/2014, 17:49
Mendigo

Mientra que el de Hinojosa y Lope miraban desde las alturas de su caballo y carreta al tipo apostado junto al camino, Zorro, ese pequeño muchacho se apalancaba detrás de la carreta, sin que su dueño se diese cuenta. No es que quisiera robar nada, sino que parecía querer montarse sobre el tablado del que tiraba el caballo, aunque fuera por salvar el cansancio a sus delgadas pero rápidas piernas lo que restaba de camino.

El mendigo, entonces, se percató de que Lope "aflojaba algo de mosca", y con dificultad comenzó a levantarse. Hasta ese momento no os dísteis cuenta, pero al estar recostado en el tronco del árbol tenía bajo sus maltrechas ropas un pequeño cayado. Lo cogió, lo clavó en la tierra y se apoyo en el mientras hacía verdaderos esfuerzos por levantarse. Era un tipo de rostro jóven, aunque algo demacrado, con una espesa barba negra. Sus gestos faciales denotaban dolor, y poco a poco fue avanzando.

Cuando estuvo a la altura de Lope, extendió la palma de la mano hacia el cielo, sin atreverse él mismo a coger nada, ¿qué buenhombre es el que no arroja sus monedas al suelo, sino que las entrega?

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07/09/2014, 11:52
Lope

El maravedí cayó, desprendiéndose de la mia mano para cambiarse por la del mendigo. ─Gastadlo en vino, pues non vos dará para comprar la compañía de moza alguna ─díxele sonriendo ─...a menos que sea una bien fea ¡ja!.

Entre chanzas et limosnas non quitábale yo ojo de encima al rapaciño que, sigiloso cual lagartija, arrimábase cada vez más a la carreta del de Hinojosa e sus pertenencias. Si a aqueste ocurríasele acercar sus escuálidos dedos a la mia bolsa se llevaría un buen susto...

─Et decidme, tullido ¿algúna nueva o rumor que aquestos forasteros debieren de conoscer? ─Preguntéle al mendigo antes de clavar las botas en los costados del jamelgo.

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08/09/2014, 11:44
Mendigo

Gracias... -decía nada más haberse agachado a recogerlo* no sin tremendo esfuerzo-, gracias -repitió-. Luego se puso de pie con el cayado, aunque no por ello se irguió del todo. Rumores no... ¡hechos! -afirmó con cierto desánimo-. Desde aquí no se ven, mas entre, ¡entre en el pueblo! Llegaron unos hombres, mercernarios, y me apalearon, entre a otra mucha gente... ahí se han quedado, en Piedralejo, por eso no quiero ni acercarme... Si van, tengan cuidado.

El mendigo, sin querer hablar más de la cuenta por el miedo natural a aquellos a los que apelaba, se dio media vuelta y comenzó a atravesar pleno campo lentamente. La verdad es que parecía no tener intención de entrar en Piedralejo. En no mucho tiempo, dejásteis de verle

Notas de juego

*réstatelo.

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08/09/2014, 11:51
El Mal

En habiéndose Zorro sentado en la punta y extremo de la carreta para descansar sus piernas, que el de Hinojosa y Lope reanudaron a poca cabalgada la marcha hacia su destino. Debían de ponerse al servicio del Barón Diego de Azuaga, señor de éstas tierras y la baronia de Villanache, donde se encuadraba Piedralejo. En no mucho minutos llegásteis al pueblo, entrando por un camino de casas bajas a los lados.

Piedralejo tenía casas bajas y de dos plantas, todas ellas construidas en mamposte y remendada con mucho adobe, lascas y cantos. Parecían, vistas desde fuera, casas de paredes gruesas y fuertes cimientos. De hecho era así, ya que ayudaba tal a resguardar del tremendo invierno, frío, nuboso y poco alentador. El pueblo, por lo demás, no tenía nada de especial. Una taberna se ubicaba en el centro de la misma, y si elevábais la cabeza hacia el cerro más próximo un castillo enclado en su cima gobernaba el lugar.


 

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09/09/2014, 20:00
Lope

Poco, o más bien nada, importábanme aquellos cuentos de mercenarios maltratadores de villanos. Aquello non incumbíame, a menos claro, que tal fuera el motivo por el que habíamos sido requeridos allí. La única manera de salir de tales dudas era presentarnos ante el Señor de Piedralejo, ansí que más valía ir directos al asunto sin rodeo o demora: ─Si aquestos mercenarios los cuales menta el tullido competennos, ya diránoslo don Diego Aguaza, ansí que ¡vamos! ¡avivando paso! ─espetéle a mis acompañantes.

Que aquello era otra de las cosas que reconcomíame la testa cual carcoma; ¿que menesteres habiamos de desempeñar semejante disparidad de gentes?... que el rapaz, aunque ágil et avispado lucía, non dejaba de ser un mocoso falto de vivencias, et el otro... el otro era un comerciante acomodado cuyo mayor peligro al que habráse enfrentado quizá sea el non pisarse su propia panza et caer de bruces...

...et que con aquellos reconcomes en mente apresté a la montura para que remontara la cima en dirección al castillo.

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09/09/2014, 20:32
Zorro

De poco o nada el ratero quiso preocuparse echado atrás en la carreta como estaba. Se sentía bien ser transportado colina arriba, sin dar un paso más forzado que otro, et además a la sombra. Ni palabra ni queja tuvo el jovenzuelo desde atrás, ignorante sobre si sus compañeros sabrían de su sigilo hasta la carreta o non, mas sin importarle mucho de aquello, que una vez llegados a castillo, nuevos quehaceres tendrá por medio, et además, se ahorraba de preguntas indiscretas.

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11/09/2014, 16:05
El Mal

Subísteis colina arriba, atravesando Piedralejo, y el traqueteo de la carreta bajo el trasero de Zorro le proporcionaba un placer agradable, pues no tenía que subir con sus piernas aquella empinada cuesta. Lope encabezaba la marcha, pues la carreta de Álvar se antojaba pesada en aquel sendero helado y con restos de nieve.

El castillo alzábase majestuoso, grande y bien construido, cuyo enclave sobre el pico del monte era muy estratégico en cuanto a defensa y vigilancia. Tenía muchas dependencias y varias torres, y nada más acabarse el camino el portón os enfrentaba con dureza. Mas, sin embargo, no hizo falta que os apeárais para tocar, que ya sabían de vuestra llegada desde la mitad del ascenso, que había en el adarve de las almenas algún soldado atestiguando cómo el sol comenzaba a mandar sobre el territorio tras despuntar en el amanecer.

Una de la puerta se abrió, saliendo dos hombres armados con lanza uno y espada el otro, y ambos con petos de cuero y casco a la cabeza.

-¿Quien sois vos? -os preguntaron- He aquí el castillo de don Diego de Aguaza, Barón de Villanache -dijo uno mientras el otro miraba la carreta-.

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12/09/2014, 02:09
Alvar de Hinojosa

Detuve la carreta al paso de aquellos guardias, tirando despacio de las riendas y calmando a la bestia de tiro. No dudé en sonreír amable a los guardias (que no era el primer puesto fronterizo o de control que cruzaba como comerciante) y presentarnos como nos habían indicado.

-El mío nombre es Alvar de Hinojosa, aqueste zagal se face llamar Zorro et el tercero en las nuestras filas non es otro que el buen Lope -fice una pequeña pausa, dejando que nos observaran con traquilidad, pues nada teníamos que ocultar-. Venimos en nombre del buen Conde de Valdivielsa, amigo personal del barón, para ponernos al suyo servicio. Es probable que don Diego espérenos...

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12/09/2014, 19:00
Lope

Ásentí al escuxar al comerciante. Poco o nada había yo de añadir, pues el de Hinojosa había fablado preciso et bien. Espere que franqueárannos el paso mientras dedicábale alguna que otra mirada altiva a los dos guardias al tiempo que asegurábame que el zagal non andara con ligerezas de dedos...