Partida Rol por web

Cthulhutech - Punto de no retorno

Arriba y abajo (Escena 1)

Cargando editor
15/09/2012, 01:58
Director

Hace 12 horas, Arcología de París, Estación de la Noveau Gare.

La gente camina como una masa que se dirige obedientemente hasta sus puestos de trabajo. Ejecutivos, trabajadores corporativos, operarios de mantenimiento, dependientes, madres de familia llevando a sus hijos al colegio, universitarios que comienzan su jornada. Todos caminan en la misma dirección, aproximándose al andén del tren de levitación magnética.

El agente de policía Pierre Dupont es un joven y motivado patrullero de la policía urbana de París. Tiene 22 años, tan solo, y no pudo entrar en el ejército porque tenía ceguera nocturna: no podía ver de noche, si las luces de su vehículo se apagaban. Por eso, trabaja en el turno de día y en el de tarde, como patrullero a pie. Sin embargo, ha dedicado muchas horas a entrenarse, a superarse. Quiere ser un SPAT, y aunque sus compañeros se ríen de él (el más viejo le llama "Samuel L.Jackson", pero él no lo entiende) no ceja en el empeño de ser un agente modélico, y un hombre de acción en potencia. Aunque, la mayor parte de las veces, esto es más una desventaja que una ventaja.

-Dupont, ¿Es usted?

La voz le es familiar, y el joven se gira, mirando a través de su casco de seguridad Phalanx. Es el viejo señor Deschamps, con casi 58 años, un operario del ferrocarril. Él había vivido en el viejo mundo, y una vez le contó que era revisor en el metro de la antigua París, la París de la Torre Eiffel. Como siempre, venía con una sonrisa en el rostro, y con sus gafas con cordel por detrás de las orejas, pulcramente afeitado, y a la vez con esos puntitos negros en la barba que tenían todas las personas mayores, por muy bien que se rasuraran.

-Sí, señor Deschamps. ¿En que puedo ayudarle?

El hombre apoyó una mano en su hombro, franco. Vestía un poco retro, de hecho, muy retro, por el detalle de sus gafas. El uniforme corporativo era de segunda generación. "Que más me da, si me jubilo dentro de unos meses", le dijo el otro día. Parecía algo inquieto.

-Creo que hay un... un yonki allí.

-¿Yonki, señor?

El concepto no le era familiar. Dupont había crecido en un mundo donde las drogas no provocaban aquel tipo de adicción. Sin embargo, el señor Deschamps estaba intentando encontrar las palabras.

-Sí, una persona con un problema médico grave. Parece muy desorientada.

-Vamos a ver -dijo, acariciando instintivamente su porra.

Se acercaron al corrillo de gente que estaba mirando a la figura. No era un pordiosero normal, y la verdad es que no era ni eso. Se trataba de una chica humana, de piel blanca, con una camiseta medio rota sobre los hombros, un piercing en la nariz, y el pelo corto, teñido de rojo. Su mirada era muy inquietante, y sus ojos parecían oscilar entre varias tonalidades. O eso detectó el agente, cuando se acercó a tocarla con su mano enguantada, y ella abandonó su posición fetal para mirarle.

-Señorita, ¿Está bien?

Trató de mirar su cédula de identidad usando su PCPU, pero antes de que el ordenador arrojara resultados, la chica le zarandeó con los ojos fijos en él.

-Vais a morir... ¡Todos!

Él se quedó quieto, paralizado por el miedo. El miedo, algo que el valiente Dupont creía que jamás experimentaría, salvo en la cabina de un mecha broadsword, combatiendo a los mi-go. Fue a responder, a intentar apartarla, pero sintió que su pecho ardía, que se quemaba. La sensación le provocó un dolor lacerante, y terminó gritando. El señor Deschamps tiró del agente Dupont, y llamó a gritos a la policía.

Como una especie de zombie, o un yonkie sin rumbo, la chica hizo caso omiso al grito, y caminó con expresión ausente. La gente, acostumbrada a que la policía hiciese su trabajo, no había prestado mucha atención, excepto los presentes en la escena, que se quedaron mirando con cierto temor. Pero sobre el temor, pesó la obligación. Tenían que ir a trabajar. Posiblemente, solo se tratara de alguien que había perdido la cabeza. Acostumbrados a obedecer como buenos ciudadanos, no modificaron su conducta, el fin último para el que se habían despertado aquella mañana: ir al puesto que la sociedad reservaba para ellos.

La policía acudió, raudamente, y el sargento de apoyo de armas pesadas Marduk, un nazzadi muy corpulento, se abrió paso con su armadura de combate. Tres hombres venían detrás de él. Intercambiaron unas rápidas palabras con el señor Deschamps, y miraron en dirección al vagón donde la extraña chica se había metido. Marduk contactó con la central de seguimiento de la estación, y ordenó según el procedimiento policial artículo 10-2034-01-B que detuvieran el programa del tren hasta nuevo aviso. La gente miró el reloj, extrañada. Las puertas no se cerraban automáticamente.

La chica se sentó, y provocó un vacio de asientos alrededor de ella. Una madre que estaba sentada en frente, con sus hijos, la miraba con desconfianza, mientras murmuraba palabras en un idioma que nadie entendía.

-Señorita, levántese.

La órden del sargento nazadi fue ignorada por la chica, que siguió balanceándose como si estuviera repitiendo un mantra, o una oración desquiciada, que solo ella conocía. Los policías la rodearon, con las manos cerca de sus armas.

-Le hablo a usted, señorita. La del pelo rojo. Levántese y acompáñenos.

De repente, la muchacha se echó a reir, de forma estridente, casi sádica. Marduk extrajo su porra, dispuesto a saltarse algún artículo de protección al ciudadano: reirse de la policía, eso estaba muy mal.

-Tic tac -dijo ella, cuando el policía se acercó- El final ya está aquí.

Cuando el sargento Marduk estiró la mano para cogerla por lo que quedaba de su camiseta, la muchacha explotó, como si fuera una poderosa bomba. Y con ella, explotó el tren de levitación magnética de la Compañía de Ferrocarriles Europeos número 204, con dirección a la plaza Napoleón Bonaparte. Y con él, se segaron en un abrir y cerrar de ojos más de 200 vidas.

Cargando editor
15/09/2012, 02:31
Director

Era de madrugada en la arcología de Chicago, cuando la veloz motocicleta de Einar Dickinson recorría la gran avenida con dirección a una de las salidas de la gigantesca urbe. Los anuncios lo salpicaban todo, bajo la luna y las estrellas artificiales de la cúpula, y formaban un espectáculo casi melancólico.

Detuvo su moto en el semáforo, a la entrada del puente de captación de tráfico. Estaba solo, y no había necesidad de respetar la señalización. Pero las multas eran automáticas, y las cámaras, omnipresentes. Dió una sencilla orden a su PCPU, y el ordenador efectuó una llamada.

Mephisteo despertó de su sueño, abrazado a un gran gorila de peluche. Aquello era algo que no sabía ni su hermana, y que le daba un toque infantil. Casi el único que tenía un personaje tan oscuro y extraño. Se pasó la mano por la cara, y se levantó. Estaba en ropa interior, con una camiseta ceñida que dejaba ver sus pechos. Tenía los botones duros como piedras. ¿Quien coño sería? Le habían despertado de un sueño erótico cojonudo.

-Descuelga -murmuró.

Escuchó la voz de Dickinson, y el zumbido de la pila-D del motor de su moto.

-Despierta, bicho raro, y pon la tele.

-Joder, jefe, estas no son horas. Podría estar... estar follando con alguien, ¿Sabes?

-¿Con el pato Donald?

La referencia arcaica no fue comprendida por Mephistao, que se rascó su pelo teñido de azul, y buscó a tientas el mando de la televisión integrada en la pared del dormitorio del cuchitril donde vivía. Miró un momento, bostezando.

-Ya, lo del maglev. Llevan horas con lo mismo. ¿Y qué? ¿No hay OIS en París? ¿Y Servicio Especial?

Dickinson reemprendió la marcha, y habló mientras conducía con elegancia su moto. Las luces del tunel se proyectaban sobre la pantalla de protección, bailando sobre ella a intervalos perfectamente regulares.

-No, atontao, cambia de canal.

Buscó en otros canales, y vió que en las noticias de la NEN había un especial. Declaraciones de unos vecinos de un barrio alto, y presencia de la policía en casa de Simon Yi.

-"Recibimos confirmación de fuentes policiales que Simon Yi, creador de la máquina-D, ha sido encontrado muerto en su domicilio. En este momento, fuerzas del FSB se encuentran analizando el interior de la casa, y hay un cordón policial que nos impide el paso. Recordamos a los espectadores que Simon Yi fue ex-presidente de Fundación Ashcroft, y uno de los hombres más importantes de nuestra era. Dejó la dirección de la corporación en 2074, y desde entonces vivía en esta casa del barrio de Sears, una verdadera mansión, destinando a fines benéficos y al desarrollo de nuevas tecnologías la basta fortuna que acumuló en vida. Yi fue galardonado por el presidente Rioko Fuwikaya, y su pérdida se revela como un tremendo mazazo al mundo de la ciencia y la tecnología..."

Mephisteo se pasó la mano por la frente.

-No... me... jodas. Déjame adivinar, asesinato.

-Exacto. El OIS nos quiere allí cuanto antes. Reunéte con Esther y nos vemos en la puerta de la casa de Yi. Yo voy a por Tagashi.

-Ok jefe.

El gorila parecía mirarle desde la cama, tal y como había caído. Su expresión resultaba hosca con aquella luz.

-¿Qué? -le dijo- Era un sueño cojonudo. Tu también soñarás con monas, y esas cosas.

Buscó la ropa, mientras ordenó a la domótica del piso que encendiera luz tenue e indirecta.

Cargando editor
15/09/2012, 02:55
Director

Willbur era uno de tus únicos y mejores amigos. Un xenomezcla nazzadi de 18 años, vecino de tu bloque, que insistía por activa y por pasiva que debías acompañarle cuando salía de fiesta. La verdad es que había pocos locales donde te miraran raro, y entre ellos estaba el Two Worlds, un garito que se llamaba como aquella serie del canal de reportajes. Un refugio para la nueva raza.

Te lo habías pasado bien bebiendo un poco más de la cuenta, y Willbur se ofreció a llevarte de nuevo al bloque, a la seguridad de la zona corporativa de Ashcroft, en el corazón de la arcología de Chicago. Ahora caminábais hasta la parada del autobus, riendo. Era extraño aquello, y en realidad pronto les sacaron de su idilio. Un grupo de buscabroncas se les quedó mirando desde el otro lado de la acera.

-Mirad, dos raritos. ¿Donde vais, descafeinados?

Willbur fue a contestar, pero Esther le detuvo, negando. Era joven e impulsivo. Al tocar su chaqueta, su estado de embriaguez provocó un uso involuntario de su psicometría.

-Willbur, no hace falta que demuestres nada... vamos.

Se alejaron caminando calle abajo, y ella se mantuvo reflexiva. Había estado intentando no usar sus poderes con él, pero ahora lo veía claro. El joven muchacho estaba enamorado de ella, hasta las cachas. Pero le sorprendió descubrir que era un amor muy cortés. Quizá por eso no le había dicho nada hasta entonces.

Llegaron a la parada del bus, y su PCPU le indicó que faltaban cinco minutos para que llegara el siguiente. Willbur se la quedó mirando un momento, bajo la luz de una farola. Le sonreía, como dejando a entender que todo estaba bien.

Cargando editor
15/09/2012, 03:08
Director

Las ruinas de la antigua Chicago recordaron a Einar tiempos pasados, tiempos mejores. Tras pasar por varios controles militares y policiales, salió de la arcología con su moto, recorriendo la autopista, y luego, viejas carreteras. No entendía muy bien por que demonios Tagashi vivía allí, apartada de la civilización. Un agente del gobierno como ella, podía tener un piso más que decente en la arcología, un lugar tranquilo. Pero a ella le gustaba vivir alejada de todo, con sus propias normas.

Fuera de la ciudad, y junto a la arcología, se vendían las casas de aquellos cuya claustrofobia les impedía vivir en el interior de la ciudad-fortaleza, aunque tuvieran que ir allí para trabajar. Pero Shylock vivía incluso más allá, en las casas que no se vendían. En la antigua Chicago. Ella solía bromear a veces, cuando le preguntaban donde vivía. "Chicago", decía con una sonrisa. Y no le faltaba razón.

A veces, mirando aquel paisaje, Einar pensaba en lo que habían perdido. En el significado de la palabra libertad. ¿Hasta que punto eran libres, y hasta cual eran prisioneros? Cuando él creció, el mundo era un lugar donde los humanos campaban a sus anchas, desde los más remotos valles hasta las ciudades más populosas. Fueras donde fueras, había humanos. Ahora, solo la destrucción y el paso de tiempo salpicaban el paisaje apocalíptico de las afueras de la arcología. Para él, era como un puñal clavado en su corazón.

Por eso, en cierto sentido envidiaba a Tagashi. Ella había decidido vivir a su manera, lejos del ojo vigilante del NGT, el ojo que les había jodido a todos llegado el momento. Condujo a través del antiguo asfalto, ahora parcialmente cubierto de hierbas, roto, hasta la lujosa mansión a los pies del antiguo Chicago River. El único lugar restaurado y civilizado del lugar. Según tenía entendido, había contratado que regularmente le sirvieran unos palés de suministros, que contenían desde comida hasta pilas-D para hacer funcionar el generador autónomo de su hogar. Era un pequeño paraiso en mitad de la desolación, y la verdad es que a Einar le traía buenos recuerdos.

Detuvo la moto junto a la entrada, y el sistema ajustó su postura desde la posición "conducción" (en la que se hallaba casi tumbado) a la posición "descenso", con la espalda y las piernas rectas. Dickinson se quitó el casco, y caminó hacia la puerta, una puerta grande y elegante de madera, enmarcada por unas columnas. Más allá, había una antigua fuente, con unos querubines sorprendentemente enteros tras el abandono.

Picó a la puerta, pero nadie contestó, como de costumbre. Luego, usó su PCPU y activó el protocolo de seguridad. Reconocimiento facial y lista de invitados y excepciones. La pantalla parcialmente cubierta de polvo le identificó, y una voz electrónica le saludó, dejándole pasar.

Recorrió el hall, decorado con mármol, pinturas y bustos antiguos, con una preciosa escalera de tipo victoriano, con dos brazos, y una lámpara de araña colgando del techo. Enfiló luego el pasillo, el largo pasillo decorado con una mezcla de lujo e inquietantes cuadros que reflejaban la genialidad, pero también la locura de la mente humana. Un gato se le cruzó, con un alegre trote en el que meneaba la panza. Era de color pardo, con una mancha negra en el lomo. Se giró a mirarle, y maulló como con una protesta. "Que haces aquí, humano, en mi pasillo, parecía decir". Einar sonrió, y se agachó, acariciándolo. El gato se dejó querer, y el duro policía lo cogió en brazos, con cuidado.

Caminó con él hasta el final del pasillo, donde se veía una claridad oscilante, de luz de innumerables velas. El ruido de campanillas comenzó a hacerse audible, y también unas oraciones repetitivas. Cuando entró en el "sancta sanctorum", vió el dibujo del símbolo arcano, que delimitaba el espacio consagrado. La sala era una biblioteca llena de antiguos y polvorientos libros, pero también de tarros que contenían materiales que parecían propios de las antiguas brujas de los cuentos.

Shylock estaba sentada en el centro de la figura, vestida solo con camisón negro y unos guantes sin dedos. Tenía un aspecto muy gótico, a decir verdad. Parpadeó al escuchar el cascabel de su gato cuando Einar entró por la puerta.

-Eres difícil de encontrar -le dijo.

Ella sonrió, despacio.

-Ya sabes que cuando estoy en mis rituales, necesito que no me molesten.

Dickinson sonrió despacio.

-Es por una buena razón, te lo aseguro.

-Eso dijiste la última vez, y me jodiste la parte final de un ritual de tres días.

-Díselo tu, Misifú -dijo, mirando al gato, y luego puso vocecilla graciosa como si este hablara- Es por una buena razón, mami.

-Se llama Salem, y a veces tienes la gracia metida por donde yo me se. Déjalo en el suelo antes de que te arañe, y cuéntame.

Einar dejó al gato en el suelo, y este se escapó de regreso al pasillo. Shylock se levantó, arreglándose la falda del camisón. La verdad es que no llevaba ropa interior. No le gustaba, cuando hacía aquellos rituales. Una manía personal.

-Han matado a Simon Yi. Mejor dicho, lo han asesinado. Nos quieren en la escena del crimen cagando leches.

Cargando editor
15/09/2012, 13:09
Mephisteo

 Buf....coge el peluche y lo mete en el armario mientras se rasca la nuca chico nos vemos esta noche con esa luz parecía casi que le pusiera ojillos, Mephisteo frunció el ceño no me jodas que te saco todas las noches le dice como si fuese una forma animada mientras desliza la puerta corrediza, encerrando una parte de él/ella.

Se fue a darse una ducha rápida mientras rezaba de que hubiesen avisado a Esther de que tenían que verse, en el mismo puto lugar de siempre, en la misma puta esquina, en el mismo puto barrio de siempre..y con el puto gato de siempre mirandolos, al final o una de dos o se lo acababa llevando a casa o lo mataba por espía. Refunfuño enfundándose despues de la ducha el traje de paisano: un pantalón ceñido que no estorbaba para correr de color negro con cierto brillo, una camiseta de tirantes blanca un poco ancha y algo corta dejando ver su ombligo y una chupa encima, que le hacía el resguardo de las armas si era necesario, tras revisar que tenía todo lo que necesitaba y que lo llevaba todo avisó a la "IA" del piso de que apagara las luces que se iba,y que cerrase. 

A esa hora aún no era ni persona y se había olvidado hasta de desayunar, ya pillaría algo por el camino. Bostezo varias veces mientras observaba a la gente en la parada del bus, le gustaba mas eso que los metros tenía que reconocerlo, menos gente, o al menos menos gente en un recinto tan cerrado. Aunque supuso que por el atentado igual la gente se fiaba más del autobús...total ella tenía moto y eso era lo mejor. Así que dispuso de ella y fue directo hacia donde había quedado con su compañera.

Cargando editor
15/09/2012, 13:23
Einar Dickinson

Ojeó el cuerpo de su compañera cubierto tan solo por aquel camisón que era... ¿seda? Estaba buena. La maga era la que más había aguantado bajo su mando, seguida de cerca por el bicho raro que frente a sus continuos comentarios despectivos casi siempre reaccionaba con buen humor, aunque lo mas divertido era cuando no lo hacia.

Luego estaba la nueva, Esther, que llevaba con ellos poco más de un mes, pero tenía buenas referencias... Ya veríamos cuanto aguantaba.

- Bueno que, - dijo a la mujer sin dejar de mirarle el culo - ¿terminas de invocar tu desayuno y nos vamos? - pregunta con una sonrisa burlesca.

Cargando editor
15/09/2012, 13:30
Director

Notas de juego

Roléame una llamada de teléfono que tu compañera no se ha coscado todavía.

Cargando editor
15/09/2012, 13:35
Mephisteo

Mephisteo esperaba en el lugar indicado...y viendo que no aparecía y que el gato le miraba con cara de hambre decidió llamarla

Cuando descolgó lo primero que dijo fue un

¿Donde estás? Era curioso como su voz era ligeramente masculina

Cargando editor
15/09/2012, 14:02
Director

Antes de descolgar te das cuenta que tienes un mensaje de hace unos 30 minutos. El mensaje reza así: "Nos necesitan en una escena del crimen. Parece que han matado a Simon Yi. Nos vemos en media hora en la cafetería 24 horas de la plaza Rioko Fuyikawa".

Cargando editor
15/09/2012, 13:53
"Lucky" Tagashi

Los hombres de todas las épocas eran simplemente tan básicos que por poco y sonríe, pero no. Una mueca como un rictus se dibujó en sus labios en su lugar para luego desaparecer. Contempló a su compañero con la vista perdida por unos segundos, mientras veía a las fuerzas invisibles del cosmos arromolinarse a su alrededor y luego disolverse en esta realidad. "Algún día te usaré como cuerpo ritual, pendejo, y te haré crecer pasto en esa calva tuya. Eso sí sería algo digno de ver", esta vez sonrió aunque despacio y con verdadera maldad. Fue entonces, cuando la concentración del ritual desapareció, que cayó en la cuenta de lo que estaba diciendo -¿¿Qué?? -exclamó de pronto, reaccionando -¿Simon Yi? -. Por un instante, solo por un instante, recordó a sus padres y se estremeció, luego su rostro volvió a tomar su tinte adusto -Esto es serio... Me visto y vamos -por suerte siempre tenía un bolso preparado, con este trabajo nunca se sabía. Caminó hacia la entrada de la que Einar había venido y antes de desaparecer por una puerta a la izquierda dijo -¡Y deja de mirarme el culo!

Cargando editor
15/09/2012, 14:35
Einar Dickinson

- Vale, vale... - murmuró dándose la vuelta sin dejar de mirarlo - Que sensible estas hoy, nena... - sonrió mientras ella se alejaba por los pasillos de la enorme casa - ¡Te espero abajo, preciosa! - exclamó echando a andar hacia la salida.

Aquella casa era para él como dar un paso atrás en el tiempo, a veces se descubría a si mismo pensando en su antigua vida mientras caminaba por aquellos pasillos buscando a la maga que tenía la mala costumbre de no contestar a sus llamadas, obligándole a ir hasta allí para hablar con ella.

Una vez en la puerta la abrió y observó las ruinas de la vieja ciudad de Chicago, aquello si que era una ciudad hermosa, nunca había estado, pero recordaba las películas antiguas que tenian como telón de fondo aquel lugar. La ciudad del Viento... Con un suspiro nostálgico extrajo un paquete de cigarrillos de su chaqueta y se llevo uno a los labios encendiéndoselo y sentándose sobre la moto, a la espera de que lady Tagashi hiciera su aparición.

Cargando editor
15/09/2012, 16:12
Esther Jane
Sólo para el director

Aunque se habìa quedado pensativa durante un rato, cuando Willbur sonriò tratò de relajarse, despuès de todo, era Willbur y no habìa peleado, aunque quisiera hacerlo por ella. Se volviò hacia èl tras ver el mensaje y se mirò luego a ella, no estaba vestida como para trabajar y no tenìa su arma con ella pero no tenìa tiempo para ir a buscar esas cosas y volver.

-Will, tengo un llamado. Tendràs que volver sin mì...

Sabìa que aquello, de alguna manera a èl no le iba a agradar pero tambièn sabìa que lo entenderìa.

-Me divertì mucho, cada vez creo que lo disfruto màs.

Le sonriò y vio que el autobùs venìa, le prometiò que se verìan despuès y esperò a un taxi que no tardò nada en aparecer.Es verdad que pensaba en el asesinato pero tambièn pensaba un poco en el pobre Willbur. ¿Por què tenìa esos sentimientos hacia ella? ¿Què habìa hecho para provocar aquello en su amigo? Sentìa una especie de emociòn mezclada con decepciòn, mejor pensar en otras cosas.

Cargando editor
15/09/2012, 16:28
Esther Jane

Finalmente, tras unos 27 minutos llegò a la cafeterìa. Le hubiera gustado cambiarse, se sentìa ligeramente desnuda con ropas de fiesta y no con su eterno uniforme pero siguiò su marcha. Con la mirada buscò a Mephisteo, esperaba no haber llegado muy tarde y no llamar la atenciòn, al menos no mucho.

-Espero que Willbur no se atreva a decirme nada o no sè còmo reaccionarè...

Caminaba con seguridad entre las mesas, tampoco es que habìa mucho gente o eso le pareciò a ella y mientras caminaba, intentaba no tocar a nada ni a nadie.

Cargando editor
15/09/2012, 16:49
Director

Normalmente, Esther vestía de forma muy protocolaria, casi masculina, realzando poco sus formas. Mephisteo estaba aburrido en la cafetería, mirando cosas en internet con su PCPU. En la cafetería 24 horas, un lugar frecuentado por muy diferentes personas a lo largo del día, pero practicamente desierto aquella noche, de no ser por unos jóvenes que estaban allí intentando serenarse de la borrachera, bebiendo refrescos y una botella de agua. Les observó durante un momento, y le pareció que tendrían unos 16 años, a pesar de que las chicas vestían con una ropa que era casi la mínima expresión. La típica juerga que termina en vomitona, y "papá no me puede ver así al volver a casa". Tenían cara de preocupación.

Cuando la puerta se abrió automaticamente, se escuchó un ruido de zapatos de diseño, y Mephisteo parpadeó. Esther venía vestida con un traje de noche, aunque sobrio, se pegaba a su cuerpo como una lapa. Parpadeó un instante, casi sin reconocerla. Llevaba un bolso colgado del hombro, y le buscó la mirada. Sonrió un momento antes de sentarse frente a él, en el sillón de tapicería gastada por cientos y cientos de traseros a lo largo de los años. En ese momento, maldijo no haber podido "rematar" su sueño. Le costaría concentrarse un poco.

La pantalla retráctil de la mesa se desplegó tras un aviso, y Esther seleccionó lo que deseaba tomar. En aquella cafetería, el concepto retro del camarero tomando nota era cosa del pasado.

Cargando editor
15/09/2012, 16:45
"Lucky" Tagashi

Se podía decir que estaba sensible, sí. ¿Cómo estarías si un hecho concreto te recordara ese fatídico instante en el que perdiste todo cuanto amabas? Quizás esta investigación le hiciera exorcizar algunos viejos fantasmas... Metió algunos frascos de polvos y hierbas en el compartimento izquierdo del bolso, se calzó el traje negro y violeta que solía usar y con el que se sentía más cómoda, las botas y el saco largo de cuero, las armas reglamentarias, chequéo las credenciales, en fin, todo lo necesario para partir. -Adiós Odín -acarició el morro del gato y activó el sistema que le daba de comer y de beber en su ausencia, aunque sabía que si se llegaba a averiar el gato encontraría otras cosas que comer de seguro -Voy a extrañarte amiguito -susurró en voz baja, como avergonzada de sus sentimientos. El felino la miró con sus pupilas verticales casi cerradas y lanzó un "miau" inquisitivo a lo que su dueña le rascó detrás de la oreja como despedida.

Salió al día anaranjado en la ciudad rota, su compañero la esperaba fumando junto a la moto, ya más repuesta de su enfado dijo -Gracias por pasar por mí, este es un lugar en el mundo al que a muchos no les gusta venir porque les da tristeza- soltó y le robó el cigarrillo a Einar de los labios, le dio una pitada y sonrió de costado, -Ya desayuné, ¿Vamos? -exhaló el humo y volvió a ponerle el cigarrillo en la boca a él.

Cargando editor
15/09/2012, 17:48
Esther Jane

EJ se sentìa ligeramente fuera de lugar pero claro, no era un sentimiento ajeno a ella, màs bien dirìa que normal si le preguntasen. Se sentò frente a Mephisteo con una media sonrisa, le habìa visto parpadear.

-No digas nada, estaba de fiesta con un amigo.

Dijo como restando importancia a su vestimenta, pero realmente querìa que Mephisto se la restara. Necesitaba agua, ya habìa bebido otras cosas con Willbur, dio la orden y la pantalla desapareciò. Mirò entonces a la persona delante de ella, ¿habìa dormido mal? ¿Estaba preocupada por otra cosa? Tratò de no pensar.

-¿Y bien? ¿Què sabes? ¿Quièn màs viene? ¿A dònde vamos?

Ella querìa los detalles. Echò una mirada a los jòvenes que intentaban llegar a casa con menos alcohol en el sistema y luego se estirò un poco en el sillòn cruzando las piernas.

Cargando editor
15/09/2012, 18:11
Mephisteo

No va a venir nadie mas...dijo casi en un murmullo mientras se encendía un cigarrillo pasandose la lengua por los labios antes de darle la segunda calada a este tenemos que reunirnos en casa de Yi, Simon Yi  en cuanto sea posible, te recomiendo que pases por tu casa para pillar las cosas Esther le sonrió con una sonrisa ladina mientras dejaba salir el humo por la comisura de los labios allí nos reuniremos con Dickinson que ha ido a por Tagashi 

Si lo tienes todo vamos en mi moto cuasi de inmediato miró fijamente a los chavales del local con una expresión que no sabrías definir muy bien ...luego volvió a la chica así que tu me dirás. Creo que no tengo mucho más que decirte ahora mismo, no aquí y no ahora. Se recostó en el asiento. 

Cargando editor
15/09/2012, 18:21
Esther Jane

Asintiò suavemente con un gesto displicente, le molestaba un poco el humo del cigarrillo. No entendìa por què directamente no la habìan hecho ir a casa de Simon. Se levantò, evidentemente ni le iba a decir nada màs, ni tenìa sentido alargar su estancia en aquel lugar.

-Pues vamos, pasemos por la cueva cuanto antes.

Esperò un segundo a que se levantase y mentalmente repasò lo que harìa ni bien llegar a lo que EJ llamaba la cueva, siempre estaba todo en su sitio. Volviò la vista atràs esperando a Mephisto para irse.

Cargando editor
15/09/2012, 18:28
Mephisteo

Se levantó sin prisas aparentes y la siguió por detrás entonces...a tu casa...vale...suspiró mientras se ponía la chupa de cuero, su traje de paisano era simple : un pantalón ceñido que no estorbaba para correr de color negro con cierto brillo, una camiseta de tirantes blanca un poco ancha y algo corta dejando ver su ombligo y una chupa encima con unas botas cómodas de talle medio. A todas luces Mephisteo era una chica pues tenía pecho , no mucho y no solía ocultarlo, es mal debajo de la camiseta de tirantes blanca no llevaba nada , pero su tono de voz era ligeramente masculino y creaba cierta confusión. Pero lo que realmente perturbaba era el ligero bulto de su entrepierna que a veces se le notaba. 

Cargando editor
15/09/2012, 19:05
Director

Shylock recorrigó el camino hacia la arcología a los mandos de su Roadster, un vehículo con 4x4, apropiado para meterse en las ruinas de la antigua ciudad. Por delante iba la moto de Einar, que abría la marcha en dirección a la mole de acero y polímero que se recortaba en el horizonte.

Mientras, Jane y Mephistao montaron en la moto del segundo, una Azyra B-200 "Ghost", y recorrieron el camino hacia la zona residencial de los empleados de Ashcroft, donde debieron presentar su acreditación. Eran las 5 de la mañana y pronto "amanecería", por lo que los controles policiales sobre los coches dentro de la arcología se intensificarían bastante, y tendrían que mostrar la placa más de una vez, y más de dos. Esther entró en su casa, y rápidamente se desvistió en su cuarto, cogiendo una ropa de trabajo más "habitual", su pistola y su placa. Su padre picó a la puerta, y le preguntó si todo iba bien. Ella respondió que si, y le dió un beso en la mejilla conforme salía.

El tanque de defensa perimentral Vreta dió el alto a Dickinson. La barrera de cemento enmarcaba unos grandes cañones, y un mecha broadsword patrullaba poco más allá. El típico contratiempo de siempre. Era lo malo que tenía vivir fuera de la arcología. Cada vez que entrabas y salías, te sometían a estrictos controles y escáneres. Enseñaron sus placas, y tras comprobar que todo era lo que parecía, les dejaron reemprender la marcha.

Recorrieron las calles de la arcología de Chicago, donde los camiones de reparto comenzaban a llegar para dejar sus palés automatizados en las puertas de las grandes empresas. Ellos fueron más allá, alejándose de las zonas de habitación genéricas, para llegar hasta Sears, el barrio de los potentados, de los grandes jerarcas. El presidente tenía su casa a unas manzanas de la de Yi. Les sometieron a otro control para entrar en este barrio exclusivo, este de la policía. Les bastó flashearles con sus placas para que levantaran la barrera electromagnética, y recorrieron la distancia por la grandes avenidas ajardinadas, hasta llegar a la mansión de Yi, una de las más imponentes del barrio.

Había un cordón policial a la entrada del gigantesco jardín, y debieron presentar sus placas nuevamente para poder pasar. Caminaron por el paseo pavimentado junto a la fuente de piedra, hasta la entrada. Allí había unos coches del OIS aparcados, con las luces todavía encendidas. Mephistao miró la casa con cierta envidia. En una sociedad donde el metro cuadrado era tan valioso, y donde tener una casita unifamiliar de dos plantas con jardín delantero era algo que solo se podían permitir los que tenían un trabajo más que bueno, aquella mansión era como un mastodonte.

En la puerta de entrada, un SPAT con uniforme de combate les dejó pasar, y transmitió un mensaje de radio anunciando su llegada. El hall de la mansión era una elegante fusión entre lo viejo y lo moderno, y daba acceso a la planta superior a través de unas escaleras y un pequeño ascensor acristalado. Por él subieron, llegando según las indicaciones de un policía hasta el despacho de Yi.

Era este un habitáculo modular, que podía rotar en su eje central, y que poseía una serie de compartimentos laterales que podían formar parte, o no, del despacho, en diferentes configuraciones y secuencias, de modo que el científico podía llegar a cualquiera de sus laboratorios o áreas de trabajo apenas sin moverse del asiento. De pie, en uno de esos módulos, estaba una mujer rubia, vestida sobriamente de blanco como era común en el OIS, usando un proyector holo-interfaz gigante para su CPU policial.

-Ya está aquí el circo de frikis -dijo alguien.

Una mujer morena con otro vestido blanco les salió al paso.

-Dos horas, casi. Menos mal que nos hemos apañado nosotros mismos. Agente especial al mando Kendra Shaw, del OIS. Acompáñenme.

Dió un comando a la domótica de la casa, pidiendo que abrieran el compartimento biblioteca número 4. El módulo giró, y se vió en él una pequeña biblioteca clásica junto a un archivador de unidades de almacenamiento electrónicas con una CPU. El elegante sillón de tapicería estaba tirado por el suelo, y en él, estaba el cadáver de Yi. Era un hombre de casi 70 años, de rasgos asiáticos, que vestía con ropa cómoda de estar por casa. Tenía una daga ceremonial clavada en el centro del pecho, y su sangre dibujaba un curioso círculo arcano en el suelo.