Partida Rol por web

El bicho acojonaba muchisimo, pero la experiencia y sobretodo el sentido del deber del agente del Servicio Especial se antepusieron a su instinto de autoconservación y se quedó allí impasible, en una voltereta rodó por el suelo recogiendo el subfusil que había caído de las manos del atacante inconsciente y disparó en modo automático contra aquella criatura venida de vete tú a saber que infierno. Los disparos impactaron de lleno en el cuerpo del bicho que murió casi al instante, en su informe pondría que la causa de la muerte fue indigestión de plomo, pero eso sería después, por ahora se contentó con decir una frase de una vieja peli, desde su posición - Yippi Ka Yey, hijo de puta... - sentenció y después, sin levantar la rodilla que había hincado en el suelo giró parte de su cuerpo para apuntar a los dos agentes trajeados que los amenazaban con sus pistolas, fijó el punto de mira en el hombre de la NIS automática ya que era bastante potente y tras cambiar el selector de disparo a ráfaga de 3, apretó el gatillo, impactando con las 3 balas en el cuerpo del hombre.

Tres putas horas enterrada en información, donde su mente acabó cantando con tal de no freirse a ella misma la canción de I feel pretty. Que cantidad de información la cual alguna era para dar de comer aparte, pese a eso logró mantener la cabeza en frío intentando conectar algo con algo, pero lo cierto es que para él aquello era un infierno, ella sabía correr, disparar salir airosa de peleas sin sentido, freir cerebros, poder ver fantasi... pero eso de jugar con sectas y cosas tan putamente chungas que se le hacía hasta irrisorio acabando por no pensar en el asunto, lo cual solo hacía que fuese mas incosciente de lo que podía ocurrir si se ponían en peligro. 

Le agradeció varias veces por puro embotargamiento de sesera a la chica tan maja o eso recordaba Mephisteo antes de ir a por un café y pensar seriamente en beberse una copa, no por ansiedad, si no para ver si con ayuda de algo las neuronas volvían a funcionarle de una puta vez. Se fumó un cigarro tranquilamente fuera de los cojones del revés, intentando aclararse las ideas. Volvió luego dentro e intentó ver si Xander estaba por allí, para preguntarle el como iba en la investigación, parecía que la colaboración esta vez estaba siendo buena y tenía que aprovechar antes de llamar a Tagashi para ir al local ese. 

Los niños ya habían abandonado el pasillo cuando Einar apretó el gatillo. La nieta de Yi se tapó las orejas y cerró los ojos ante el ruido amplificado por el pasillo. El ruido de la lluvia de plomo. Bastaron seis balas para matar a la criatura, cuyo pecho estalló como si fuera un pudding de asqueroso color verde oscuro, que se diseminó sobre el suelo del pasillo.

Sea cual fuera el efecto adverso que pudiera haber sentido EJ al ver aquella criatura, se difuminó al ver como caía. Y más aún, al ver como los otros dos atacantes, que parecían sorprendidos y acojonados por el despliegue de fuerza al haber matado aquella criatura, perdieron el norte. Einar disparó sobre uno de ellos, que quedó herido de consideración, y cayó sobre su compañero. Este se tiró al suelo, e intentó huir arrastrándose de la escena, chillando como un cerdo. EJ les apuntó con su pistola y les dió el alto. Tiraron las armas, y lloraron. Cinco minutos después tenían a unos agentes de la policía de Chicago rodeándoles, apuntándoles con pistolas y escopetas. Aquellos mercenarios, o lo que fuesen, estaban tan acojonados que se habían orinado encima. Los agentes les desarmaron y esposaron. La pesadilla había terminado, y Ling salió de debajo de la mesa, mirándoles entre impresionada y temerosa. Habría que calmarla, y para eso EJ tenía bastante más mano izquierda que Einar.

-Señor, Mac Mahon disculpe la molestia pero era necesario que viniera a verlo -murmuré usando mi nuevo tono amable y diplomático, esforzándome en realidad por mantenerlo [B]-He investigado en la base de datos y he descubierto que -se detuvo un instante "Que Ester Jane ha estado ocultando información vital para la investigación y tendrían que hacerle un sumario", parpadeé y proseguí -Perdón, he descubierto que hay un posible sospechoso o nexo entre Simon Yi y un tipo que trabajó en la fundación Ashcroft, en la clínica en la que Yi estuvo internado, un tal Ewart MacAllister que está procesado y bajo investigación por venta ilegal de magia. Necesito tener acceso a los archivos restringidos para poder seguir esta pista y no puedo por el nivel de seguridad, ¿Habría una forma en que pudiera darme este acceso y así continuar con la investigación? -esperaba que no me diera vueltas al asunto, la pista era demasiado interesante como para arruinarla por burocracia.

Todo lo que habìa acontecido en minutos la hizo pasar del profundo miedo a la sorpresa, al asco y finalmente a un estado de impresiòn por un sentimiento que no sabìa que tenìa. Se acercò a la pequeña mirando de reojo la porquerìa del piso y un poco a su jefe y le tendiò los brazos para que la pequeña se acercara a ella cuando se sintiera capaz de ello. La nieta de Yi debìa ser especialmente inteligente, asì que sabrìa que ellos no eran enemigos al verc còmo la habìan defendido de aquellos.

-Ven conmigo pequeña, estaràs a salvo...

Finalmente la pequeña se acercò a la xenomezcla y està la apretò entre sus brazos; le daba mucho pena, si ella apenas conseguìa entender lo que veìa, se imaginaba las que estaba pasando la pobre niña. La revisò ràpidamente, esperando que no tuviese ninguna herida. La mirò fijo a los ojos y le preguntò si estaba bien y si sabìa dònde estaban sus guardaespaldas. Necesitarìa màs respuestas, quizàs podrìa conseguirlas de otra manera. La apretò fuerte contra sì y la levantò entre sus brazos, mirò a su jefe.

-Tenemos que sacarla de aquì, jefe.

Esperò por si èl necesitaba su ayuda y comenzò a relajarse porque sabìa que tenìa cosas que hacer.

- Puagh. - sentenció quitándose parte de aquella baba de la cara que aun le quedaba mientras la policía se encargaba de los detenidos y del resto de trámites - Lleven a esos dos y está cosa al cuartel general del Servicio Especial, - solicitó al agente de policia de mayor rango señalando el bicho - que procesen a la criatura y la estudien; a ellos que les interroguen e intenten averiguar quien les enviaba. - concluyó con un asentimiento a modo de gratitud al agente y se acercó a la joven y EJ.

- Hola, pequeña. - dijo a la niña sonriendo como un tiburón - Vamos a llevarte con nosotros a un edificio federal, - le explicó acariciando su mejilla - vamos a llamar a tus padres para que sepan donde estás. - asintió activando la llamada que Astrid tenía preparada - ¿Comprendes lo que te digo? - preguntó esperando a que le cogiesen la llamada y enlazando las PCPUs de EJ y la niña a la llamada.

El viejo parecía pensar en algo. Y antes de responderle, tecleó un teléfono en la pantalla de su PCPU, y tuvo una breve conversación con el señor Johnson, con unos auriculares. Luego, tamborileó los dedos sobre la mesa y se despidió con una sonrisa, volviendo a mirar a Tagashi.

-El señor Johnson te va a gestionar cortesmente un pase de seguridad para la Clínica Ashcroft. Podrás recogerlo en el hall de entrada. Supongo que ya estará disponible cuando llegues allí.

La niña miró a Einar y a EJ, que le transmitía más confianza. A veces miraba al "bicho" que ahora yacía muerto, y no por ello menos intimidante. Sin embargo, había dejado de moverse. E incluso una niña de 8 años en aquel mundo surcado por la guerra, conocía el significado de la muerte. Se tranquilizó un poco más.

-Si, le entiendo. Son policias. ¿Me han a llevar con mis papis?

Al otro lado del PCPU el padre de Akiko descolgó el teléfono.

-¿Diga? Su número me aparece como oculto.

Mephisteo escuchó unos pasos, y vió como Xander se acercaba con las manos en los bolsillos. De él sacó un cigarrillo y le pidió fuego, encendiéndolo. Se colocó a su lado y miró el deambular de los vehículos aéreos por el techo de la arcología.

-La gente se está volviendo loca con el ordenador de Yi. El código de encriptación... esa puñetera contraseña, parece Fort Knox. Me he reído antes al ver a un montón de supuestos genios del universo perdidos como niños. Tal vez la clave sea algo parecido a aquellas antiguas películas de espías. Algo tan absurdo y simple que ninguno de esos lumbreras con doctorados y un curriculum de cerebrito jamás podría imaginar ni en sus sueños.

Miró la hora, y luego recordó algo.

-Por cierto, nos ha llegado un cable de información. Al parecer tu jefe ha matado a tiros a un bicho extraterrestre en la escuela primaria Crayon, matando a dos mercenarios y capturando a otros tres. Acaban de avisarnos. La nieta de Yi está a salvo. Pero está claro que iban a por ella. Y yo me pregunto. ¿Que sabría una niña de 8 años que fuera tan importante como para mandar a un equipo de seis tipos armados a secuestrarla?

Casi-le-había-dado-un-puto-ataque-al-corazón. No se esperaba nadie detrás y estaba lo suficientemente desconectado como no darse cuenta. Le pasó el zippo si tan siquiera responderle de primeras. "Geeeenial....más información..." 

Puede que no sea ella, puede que sea algo que lleva o que ni ella sepa que tiene. Lo miró de reojo con gesto serio. ¿que se sabe de la sobrina? mmm...igual la contraseña la sabe ella, o es su cumpleaños, o el nombre de su osito de peluche murmuró mas para ella que para Xander. Como no, su jefe pegando tiros, era lo normal en él. Suspiró. espera....se giró hacía Xander con una ceja levantada un bicho? que tipo de bicho.... le tendió la mano para que le devolviera el zippo de forma incosciente. 

-Vaya... gracias -se lo quedó mirando unos segundos, seguramente descreída de la diligencia con que había tramitado su pase, pero bueno era una autoridad dentro del Servicio Especial, si había alguien que podía obtenerlo directamente de Johnson era él.
-Entonces ya me retiro, muchas gracias.
Salí de la oficina, enfilé directo hacia la salida del edificio y de allí hacia la clínica.

- Buenos días, señor Yi. - saludó al hombre acariciando la cabeza a la joven niña - Soy el agente especial Einar Dickinson del Servicio Especial. - informó al hijo del fallecido Simon - Quisiera informarle de que acabamos de evitar que secuestren a su hija Ling y la vamos a llevar al cuartel general del Servicio Especial, donde podrán reunirse con ella. - explicó con tono serio mientras se levantaba y dejaba a EJ con la niña, a él no se le daban bien, no desde... - ¿Ha entendido lo que le he dicho, señor Yi? - preguntó haciendo un gesto a EJ para que empezase a caminar con Ling hacia el coche.

La pequeña además de inteligente era muy madura para la edad que tenía y mucho le sorprendió a Esther que no se hubiera echado a llorar como una hojilla pero ya estaba todo dicho, la llevarían al edifico federal. La joven tomó la pequeña mano de la niña mientras Einar habalaba con su padre.

-Vas a estar bien, te lo prometo. ¿Dime, te dijeron algo esos hombres?

La miraba a los ojos pero no la presionaba, finalmente era sólo una niña que tenía que convivir con todo aquello. Ya mismo se ponían en marcha, algo le decía que no estaban seguros allí aunque hubiese tantos elementos de los suyos. Empezó a andar.

El señor Yi, hijo del finado Simon, se alteró un poco tras el teléfono.

-¿Mi hija? ¿Está bien? Espero que no le haya pasado nada.

Akiko intentó calmarse, pero la verdad es que estaba bastante nerviosa, y no atinaba muy bien a saber que responder ante aquella pregunta.

-Querían que les dijera una clave, o algo así. Me dijeron que me iban a llevar con mi abuelo, que quería verme.

Dió una calada al cigarrillo mientras la escuchaba. Aquello podía tener sentido, Yi se reunía mucho con su nieta. Posiblemente ella conociera secretos, de forma consciente o inconsciente.

-Creo que era un cambiaformas arcano. Eso confirma que los hijos del caos están detrás de todo esto.

Parpadeó, ante su incomprensión, y sacó una tarjeta electrónica con una dirección. Era de una agente del FSB, una tal Monica Santos.

-Más vale que tu jefe hable con ella. Os pondrá al día en torno a la sociedad arcana, los cambiaformas y otras muchas cosas. Y recuerda que no hemos tenido esta conversación.

Tiró el cigarrillo, como si tuviera prisa, y se despidió, volviendo al edificio. Sea lo que fuere, debía ser algo extramadamente gordo. Tanto que ponía nervioso a un hombre de negro.

- Si, señor Yi, - dijo al hombre manteniendo su tono de voz sereno - su hija se encuentra perfectamente, podrá reunirse con ella en el cuartel general del Servicio Especial, - continuó tras guardar silencio unos segundos - donde tendremos que hacerles unas preguntas.

La joven dijo que necesitaban una clave... Quizá la chiquilla conocía la contraseña de acceso al ordenador del fallecido u otra cosa, aquello lo discutirían en el centro de operaciones, no allí.

Observó la tarjeta por unos segundos antes de guardársela en el top deportivo que llevaba debajo de la camiseta de tirantes. Se fumó un cigarro con tranquilidad pensando si era conveniente o no ir primero al local con Tagashi. Oh que demonios, solo era un reconocimiento...sacó su PCPU y le envió un mensaje para encontrarse a medio camino para coger algo de comer y hablar del tema que les traía de cabeza. Tras pensarselo dos veces le envió el mensaje a Einar de que tenía que entregarle algo antes de continuar con el trabajo por la tarde. 

Jefe tengo información de la que mola, quedemos a la hora de comer en (bla) no serán más de 10 minutos.

Tagashi estaba sentada en el tren monorrail, y miraba el paisaje de la arcología, conforme se aproximaba a la Clínica Ashcroft, siguiendo las interesantes pistas que había obtenido. Frente a La Cúpula, Mephisteo recibió un mensaje de contestación citándola de vuelta en la central del Servicio Especial. Al parecer había varios detenidos.

Mientras, EJ peinaba la escena del secuestro frustrado, usando su retrocognición. Caminó entre los pupitres, viendo como los alumnos recibían sus clases hacía una hora. Se topó con el cadáver de la profesora, que no habían visto hasta ese momento, y contempló la escena de su asesinato. Un tiro en la cabeza, con silenciador, muy discreto. Los niños salieron corriendo, pero aquellos hombres retuvieron a Akiko, hablando con ella y entre si en su extraño idioma. El hombre que se había transformado en criatura se agachó ante ella, y sonrió.

-Tu abuelo ha pedido que vengamos a por ti. Dice que necesita que cantes tu canción. La canción que él te enseñó.

Poco después, sonó un tiro en el exterior del colegio, y uno de los hombres se llevó la mano al oido, activando su comunicador. Intentó contactar con la gente de fuera, pero no obtuvo respuesta. El mercenario miró al hombre de ojos claros, y este negó. Activaron la alarma de incendios, y salieron al pasillo después, preparando las armas. Luego, se toparon con Einar y EJ.

En la populosa y próspera Johannesburgo, una huelga de trabajadores de la siderurgia estaba siendo reprimida con dureza. La producción fabril debía reestablecerse, y el Director había transigido en un pequeño aumento del sueldo. Los manifestantes creían que no era suficiente, pero el gobierno regional recibió órdenes de disolver a los manifestantes. Era un contratiempo menor.

África había estado alejada de la guerra, por alguna extraña razón, y la población, menos presionada, se concentraba en asuntos más prosaicos, como las mejoras en las condiciones laborales. Pero en un continente prácticamente privatizado por una sola empresa, la negociación con la patronal podía resultar complicada. Los soldados montaban guardia frente al edificio de la espira, vigilando las acciones de la policía. El ejército de mercenarios de Chrysalis, o una representación de los mismos, aguardaba justo detrás. Había un mecha broadsword en el cordón policial. Pero nada de esa fuerza sería necesaria, ya que las cargas de los antidisturbios estaban terminando con lo que quedaba de la manifestación. Eran las diez y media de la noche.

En la última planta, unos ojos miraban más allá de los disturbios. Unos ojos que estaban fijos en sucesos alrededor del mundo, en sucesos que ni siquiera los ojos humanos eran capaces de percibir. Con las manos en los bolsillos de su traje blanco, el Director miraba al infinito como solía hacerlo durante horas, vigilando con sumo interés las evoluciones de aquella guerra. Posiblemente, la Guerra de Guerras.

Cuando se giró a mirar, en la mesa de reuniones estaban sentados un conjunto de hombres y mujeres de edades variables, y de razas distintas, vestidos como ejecutivos. Le miraban con una mezcla de miedo y respeto, mientras el hombre de blanco se acercaba a la mesa, sin tomar asiento en su lujoso y futurista sillón presidencial.