Partida Rol por web

El Búnker, como era conocida la oficina del Ministerio de Información, era uno de los lugares más blindados de Chicago. Y, de hecho, era uno de los lugares más blindados de todo el NGT. Policías con armadura de combate patrullaban el interior, sembrado de cámaras y multitud de sellos contra magia y daño físico, que se sumaban a paredes de prueba de todo. Se decía que podía caer una bomba nuclear en Chicago, que "El Búnker" resistiría.

La comitiva estaba formada por "los grandes". El señor Jane, que era realmente "The blind man", el poder tras el presidente, el señor Johnson, MacMahon, Santos, Xander y el mariscal de campo Vreta, jefe del estado mayor del NGT. Les seguían los agentes Tagashi, Dickinson y Jane, caminando por los tecnológicos pasillos de aquel edificio, donde llegaba y a la vez se transmitía todo el caudal de la información del planeta. La información era poder, así que aquel era, realmente, el lugar de mayor poder del mundo.

Entraron al laboratorio, operado por técnicos de Ashcroft, donde una gigantesca e inquietante máquina, semejante a un antiguo ziggurat o una pirámide hecha de polímero y metal, con extraños símbolos arcanos que emitían una luz azulada. La pirámide estaba conectada a unos superordenadores, y estos, a su vez, a los servidores del edificio. Los servidores por los cuales se podía emitir en tiempo real cualquier información al mundo, llegando incluso al PCPU más blindado que existiera, a la cabina presurizada de un engel o hasta la profundidad del espacio.

MacAllister, convertido en científico/mago con una larga toga de color gris, se acercó a ellos con una sonrisa, y estrechó sus manos. Luego les puso al corriente.

-Bienvenidos a "la máquina". Pensaba llamarla Keops, pero realmente no le haría justicia. Están delante de la primera máquina condensadora de orgón a nivel planetario, una plataforma potenciadora de hechizos. Y particularmente, de uno muy poderoso. Un ritual de expulsión de los antiguos, para desterrar de este espacio-tiempo a primigenios y dioses exteriores. Una máquina con una fuerza increible...

Se acercó a un ordenador, y les enseñó el principio.

-A través de estas máquinas, accederemos a los monitores médicos de todos los ciudadanos del NGT, a sus PCPU y CPU de trabajo. Cada unidad de almacenamiento transmitirá mediante hondas electroorgónicas parte de su fuerza vital, para lanzar el ritual de expulsión de Nyarlathotep. En la última fase del ritual, tres personas lo realizarán, tres magos. Yo, la señorita Tagashi y... Simon Yi.

Hubo murmullos por eso. Simon Yi estaba muerto, y era algo que todos sabían.

-Se lo que están pensando. Pero el alma, la esencia incorporéa de Simon Yi, escapó a la muerte. Se encuentra atrapado en las tierras del sueño, donde yo y la agente Tagashi lo buscaremos y lo sacaremos de allí. Quizá a costa de nuestras propias vidas, en cuyo caso seremos reemplazados por otros magos durante el ritual.

Aquello era preocupante. Las tierras del sueño estaban cerradas, y todos los magos lo sabían. Pocos habían ido y vuelto con la cordura suficiente.

-Sacerdotes de la Sociedad Arcana han realizado un ritual a Drazet, Morfeo, el señor de las tierras del sueño, solicitando permiso para acceder a ellas. Un sacrificio, que se está realizando en este mismo momento. Esperemos que nos de una ventana para poder viajar, buscar a Yi y traerlo de vuelta para el ritual. Él nos informará, tanto del propio ritual como de las coordenadas de contacto con los yithianos.

El mariscal Vreta hizo un breve inciso.

-Tenemos preparada la máquina interdimensional en "la zona". He reforzado la seguridad del recinto con un regimiento mecanizado extraordinario, un cuerpo de magos designados para proteger las instalaciones del escudriñamiento del enemigo, y hemos desviado el rumbo de un crucero de combate clase Victoria en previsión de un ataque mi-go o de la Orden de Dagon. Las fuerzas continentales se hallan en DEFCON 2, y se ha redoblado la vigilancia de los movimientos del enemigo. Todo para evitar sorpresas. Tendrán a mis muchachos a su disposición para cualquier operación, con la fuerza necesaria para aplastar al enemigo donde se encuentre. Con suerte, tendremos las coordenadas para llamar a los yithianos, e iniciar el contacto. Todo está dispuesto para tal día, incluso se ha elaborado el mensaje codificado que se les mandará cuando se proceda a la apertura del portal.

El señor Jane miró a MacMahon, como pidiendo permiso para darle instrucciones a sus hombres. Y este asintió.

-Las agencias gubernamentales están prevenidas. La seguridad de este edificio durante el ritual será máxima, e incluso se cortará el tráfico de pasajeros en los alrededores para impedir que ninguna persona no-autorizada esté en la zona. Hemos puesto a un mago del FSB en cada grupo de policías, con medios mágicos y electrónicos para detectar a cualquier cambiaformas, zónico o entidad enmascarada que pretenda acceder al recinto. Sin embargo, es indispensable adelantarnos a los planes del enemigo.

Miró a Tagashi.

-Usted tiene su deber, que no va a ser poco. Acompañe a MacAllister a las tierras del sueño, y traiga de vuelta a Yi. Necesitamos las coordenadas de contacto, y le necesitamos a él para dirigir el ritual de expulsión. Procuraremos mantener entrentenidos a la comitiva de Chrysalis, pero no les prometo mucho, nos enfrentamos a un ente capaz de desdoblarse. Podría estar aquí ahora mismo, enmascarado en cualquiera de estos científicos. Dios no lo quiera. Pero su mayor poder se halla en su primera presencia corpórea, la de El Director. Y él vendrá aquí, tan seguro como que dos más dos son cuatro. Desconfíen de todo el mundo, incluso de aquellos a los que creen conocer.

Miró luego a Dickinson y su propia hija.

-En la redada de Nueva York hemos obtenido información sobre el paradero de Weisskofpt y los Hijos de la Madre Tierra. Considerando que ellos fueron quienes atacaron la primera vez la instalación de "la zona", y que ahora cuentan con el apoyo de Chrysalis y la Mano Negra, su objetivo será desarticular sus operaciones y descabezar el movimiento antes de que den el paso. Tenemos unas coordenadas GPS, el Sancta Sanctorum de los Hijos de la Madre Tierra, en el corazón del gran bosque de secouyas de Florida. No queremos que se esfumen al ver aparecer la caballería, así que tendrán que llegar allí, espiarles o infiltrarse, conociendo sus planes. Una vez tengamos seguro que podemos esperar de ellos, llamen a la caballería. El mariscal tiene preparado un amplio despliegue, con un bombardeo seguido del desembarco de una unidad acorazada, incluidos tres engels. Lloverá fuego y mierda sobre ellos, se lo aseguro. Así que procuren no estar allí cuando caigan las bombas.

Repasé con la mirada disimuladamente a los presentes, la muerte de Teo había sido un golpe duro para todo el equipo pero, al mismo tiempo, su valentía nos daba coraje para enfrentar los tiempos breves y terribles que se avecinaban. Reflexioné por qué estábamos allí nosotros, de entre todos los agentes especiales que había en las fuerzas del NGT, ¿Qué nos tenía deparado el destino?
No había podido intercambiar palabras con mis compañeros, no había habido tiempo. Examinaba el rostro de Einar, serio y tenso; las expresiones de EJ, tan dolida pero fuerte; el rostro tan sereno del señor Jane y la mezcla de preocupación y determinación en sus ojos... ¿Qué transmitiría yo?
Permanecí con la frente en alto mientras oía las palabras de nuestros superiores y sus expectativas y un pensamiento no dejó de pasar por mi mente en ese momento: ¿Acabaríamos todos muertos? Estaba dispuesta a sacrificarme si lográbamos salvar nuestro mundo a cambio. Algo era seguro: no se la iba a dejar fácil, ni a Nyarlathotep ni a Cthulhu ni a nadie.
No pude evitar mirar a los ojos a Chris cuando nos habló sobre nuestros deberes, al mirarlo a él y a Einar no pude reprimir otra vez el preguntarme hacia qué rumbo dirigir mi vida, aunque claro, lo primero era procurar seguir teniendo una.
-Cuando quiera, señor MacAllister -dije una vez hubo terminado Chris Jane, quizás Einar debería haber hablado por ser el jefe pero sentía que nos estaban desdoblando las misiones y tiempo perdido era tiempo que Nyarlathotep usaría en nuestra contra.

- ¿Florida, eh? - preguntó con una mueca - Está bien, acabemos con esta mierda... - asintió ante el informe del hombre de Ashcroft mirando después a su alrededor - Ten cuidado en el sitio ese. - dijo a Tagashi antes de volver a mirar a Jane y a su hija después - Tenemos que parar en intendencia, tras mi encuentro en aquel club con el espadachín aquel, he decidido usar una de esas también. - añadió con un gesto de cabeza hacia la espada de EJ.

Eran demasiadas cosas a asimilar pero no sería la primera vez que EJ se enfrentaba a la pérdida y trataba de disimular que extrañaría a su compañera aunque su padre la conocía bien y a él nunca podría mentirle. Respiró profundo, seleccionando los datos con los que quería quedarse para lo que fuera necesario y luego miró a la joven mago, ella tenía cosas que hacer, todos, cada uno tenías sus propias tareas y el jefe también estaba raro, todos lo estaban. Después de lo que había visto en la casa de aquel que ahora parecía les iba a dar una mano usando sólo su alma, ella no estaba muy segura de cómo lo harían pero si, intentarían salvar al mundo.

-Nos veremos pronto...

Dijo a la mago, no era de muchas palabras, así que eso era lo único que podía decirle para darle a entender que quería verla de nuevo y a salvo. Luego se dirigió a su jefe.

-Buena elección..., jefe.

Estaba lista para irse.

La sala del ritual estaba insonorizada y fuertemente cargada de energía. El ambiente era pesado, y el aire tenía cierto regusto metálico. Con túnicas y capuchas al estilo cultista, los magos llevaban días preparando el ritual, extenuados. MacAllister y Tagashi se cambiaron en silencio, situándose lentamente en el centro del pentáculo iluminado por una luz azulada.

Se sumaron a la fase final del rito, entonando sus propias plegarias. Sintieron entonces un vértigo indescriptible, y como el velo de la realidad iba rasgándose en una espiral de miedo y desconcierto. La ciudad entonces se transformó en un universo no-euclideo surcado de tentáculos y criaturas horribles que se arrastraban sobre su vientre pululando entre las arcadas y reptando sobre las escaleras.

Al cabo de un rato, todo sonido o imagen de su propio universo se desvaneció como un susurro. El aire, viciado y cargado por una miasma indescripble, amenazaba con hacerles vomitar. El viento transportaba una nana desquiciante, parecida al inquietante susurro de un loco.

Habían llegado a las tierras del sueño.

Cuando Einar era pequeño, el viaje a Florida se consideraba la migración vacacional típica de los estadounidenses de la costa este. Le traía buenos recuerdos, aunque ahora las carreteras fueran autopistas salpicadas por puestos militares y de observación, y extrañas criaturas muertas en accidentes de tráfico que salpicaban la carretera. El viaje fue rápido, o más rápido de lo que solía ser un viaje por carretera cuando él era pequeño.

Habían salido de Chicago por la mañana, con sus vehículos y armas particulares, y a las seis de la tarde, hora de la costa este, habían llegado a un pequeño pueblo a las afueras del bosque de secuoyas. Aquel no era un pueblo que pasara por una ruta de comunicaciones fija, o gozara de la protección de un destacamento militar. Era, más bien, uno de esos pueblos autogestianos, casi abandonados por el poder, que se habían plegado sobre si mismos. En la parte exterior, había una muralla de cemento reforzada por alambre de espino y unas torres de vigilancia donde habían varios habitantes con fusiles de asalto y armas pesadas, protegiendo la entrada. Un pequeño fortín en la frontera que marcaba el comienzo de los horrores y el fin de la civilización. Otro testigo de la degradación de la sociedad humana.

El foco de luz les apuntó cuando se acercaron a la puerta, y varias personas les apuntaron con sus armas. La voz del megáfono les instó a avanzar a pie y desarmados, e identificarse. Un puesto de control con dos ciudadanos armados con un escáner estaba justo en la puerta.

EJ esperó pacientemente mientras miraba hacia el frente, dejaría las presentaciones al jefe, aunque atenta por si alguna cosa sucediera que no estuviera en los planes. Mientras dejaba que los sistemas escanearan la información de ella y pensaba en su padre y en lo que harían si conseguían librar lo que se venía y no es que no tuviera fe, sólo era que las cosas se habían complicado a tal punto que incluso habían perdido un compañero o compañera... O bueno, un eso.

-Creo que están listos para recibirnos, jefe.

Dijo ella mirando a Einar y dando un paso al frente, segura de que no iban a dispararles y de que no tenían mucho tiempo además.

Habían llegado justo a tiempo, sonrió cuando les iluminaron con los focos, juraría haber escuchado al menos una decena de seguros de armas quitándose, aunque a sus ojos no había tanta gente, se bajó del vehículo como le pidieron y avanzó levemente mientras miraba alrededor - Me llamo Eero Dust, - gritó mientras caminaba con las manos extendidas - está es mi compañera Erika Jensen, - señaló a EJ con una sonrisa que los fronterizos podían ver pese a la distancia - hemos decidido librarnos del control del puto NGT y buscamos un lugar seguro donde pasar la noche. - sentenció con tono firme y claro.

EJ también sonrió con su nuevo nombre pero dejó que su jefe hablase, muy atenta por si había que defenderse en cualquier momento. No estaba muy segura de que fueran a atacarlos pero nunca se sabía y mejor prevenir que lamentar.

-Vamos a ver qué tan listos son.

Murmuró ella de modo que él la escuchar y siguió adelantándose con paso sigiloso pero en apariencia seguro.

La visión del mundo onírico fue demasiado. Durante un largo instante, Tagashi perdió la capacidad de ser dueña de sus actos. Afortunadamente, solo se quedó quieta, con la mirada perdida, incapaz de hablar o caminar. La situación se prolongó durante unos minutos, hasta que su cerebro se acostumbró a la situación, aceptando que realmente estaba allí.

MacAllister la estaba mirando, con cierta preocupación. Cuando volvió en sí le puso una mano sobre el hombro.

-Debemos iniciar la búsqueda. Noto un rastro muy tenue, quizá nos lleve hasta Simon Yi.

Los guardias terminaron con el escaneo. Curiosamente, manejaban una base de datos muy antigua de criminales. En ella salía Einar, y estaba fichado por parapsíquico. El viejo mundo. Los guardias se miraron el uno al otro, y uno de ellos le apuntó con su arma.

-Está bien... señor Dickinson. Aquí dice que hace veinte años eran del mundo del hampa. No sabemos exactamente para quien trabajas ahora, pero el alcalde estará encantado de conocerte.

Les obligaron a caminar dentro, apuntándoles con muchas armas. Einar decidió que era mejor no resistirse, por que él podía ser rápido y esquivar los disparos, pero EJ no. En el interior de aquel lugar vió el esqueleto de una antigua población de principios del siglo XXI, restaurada y mantenida. Uno de aquellos pueblos americanos "de una sola calle" con una gasolinera, un economato, la barbería, el bar/restaurante, el ayuntamiento, la escuela, el policlínico... todo en unas pocas calles, junto a las casas y algunos pisos.

Les dirigieron hasta el edificio del ayuntamiento, donde ondeaba la antigua bandera de Florida, pero no la del NGT. La población les miró con recelo, especialmente a EJ. Los nazzadi no eran muy populares en sitios como aquel, y los xenomezclas albinos lo eran mucho menos. Allí había más guardias armados, por llamarlos de alguna manera. Realmente eran civiles curtidos con fusiles de asalto y chalecos antibalas algo anticuados. El alcalde era un tipo viejo, algo panzón, con un bigote sin perilla y un sombrero tejano sobre la mesa. Parecía más bien una imagen de su infancia. En la misma sala había un hombre, que Einar identificó por las fotos de archivo como Weisskopft. Le miraba con curiosidad, pero no le había reconocido. De hecho, no habían coincidido en persona.

-¿Que asuntos traen a un parapsíquico noruego a la puerta de nuestra casa? -dijo el alcalde- Diga la verdad. O le mandaré fusilar. Aquí no acostumbramos a recibir a los extranjeros con los brazos abiertos.

Se sentó sobre la mesa apoyando tan solo una pierna, extrajo un cigarrillo y se lo prendió con toda la tranquilidad del mundo, exhaló el humo lentamente echando la cabeza hacia atrás para después sonreír casi como un loco - Hacía casi veinte años que no oía mi auténtico nombre. - dijo asintiendo levemente - Tuve que cambiármelo para desaparecer en las arcologias. - inhaló de su cigarrillo mirando fijamente al "alcalde" de aquel pueblucho - Si tienen mis archivos en ese fósil, - señaló el ordenador de mano que era muy viejo - sabrán que yo nunca he trabajado para nadie, solo para mi. - su sonrisa se amplió con toques casi inhumanos - Mi chica y yo hemos tenido problemas con el puto FSB, hemos tenido que salir por pies de la arcologia, - expulsó el humo de sus pulmones - no queremos abusar de su hospitalidad, pero se hace de noche y... - se encogió de hombros ante la evidencia de que dormir al raso en aquellos tiempos era peligroso.