Partida Rol por web

EJ se fue en busca de Tagashi, ya se las apañarían ellos dos para hablar con la niña. Mientras se comunicaba por el PCPU esperando a que Tagashi le respondiera dónde estaba, pensaba en el libro y cómo actuar a continuación, no quería líos pero también tenía muy presente lo que había visto en su cabeza, algo tenía que hacer, esperaba que la maga fuera más accesible que su jefe que no le había dejado opinar nada.

-Tagashi, ¿dónde estás?

Avanzaba con paso tranquilo pero ágil, no podían perder más tiempo.

En la futurista sala de interrogatorios estaban sentados los padres de Akiko, John y Yumeko Yi. Tenían en torno a 35 años. Él era el hijo de Simon Yi, y se notaba en sus rasgos los genes familiares, al ser no muy alto y más bien ancho de espaldas. Su esposa tenía rasgos diferentes, japoneses. Aunque para Einar todos eran "chinos". Él era así. En la mesa había restos de comida thai que les había traido el servicio secreto.

Akiko estaba sentada en las rodillas de su madre, que la estaba mimando. Cuando aparecieron el señor Yi se los quedó mirando, algo preocupando.

-Gracias por salvar a mi hija, agentes. ¿En que podemos ayudarles?

Se quedó pensativo por lo que dijo, mientras Tagashi recibía un mensaje de texto en el teléfono de su PCPU. Era EJ.

-Creo que a Yi lo asesinaron los antiguos miembros del proyecto Wormhole, a modo de venganza. Si hubieran sido los hijos del caos, le habrían secuestrado o le habrían sacado el cerebro para estudiar su contenido. Es algo que suelen hacer en casos como este. Tecnología mi-go, me parece. Lo investigaron mediante ingeniería inversa.

Dió otro sorbo al café, ya casi estaba agotado. Sobre el atentado no se pronunció. Se suponía que aquel era su trabajo: correr riesgos. En realidad el padre de EJ resultaba bastante más frio en su trabajo que la imagen de un anciano padre preocupado y atento.

-Si tienen ese libro... -se excitó ostensiblemente- Puedo decirle exactamente que personas de confianza pueden estudiarlo y desentrañar sus secretos. Eso si, tendrán que permitir que personal corporativo de Ashcroft lo estudie. El señor Johnson puede coordinarlo todo. Es un excelente organizador.

- Señor y señora Li, - asintió sonriendo al hombre y estrechando su mano - soy Einar Dickinson, hablamos por teléfono... - explicó al hombre tras señalar la silla de la que se había levantado el asiatico, para que se volviese a sentar, se sentó frente a ellos y se quedó mirando a la joven niña unos segundos - Antes de nada quisiera decirles que tienen una hija muy valiente, ¿verdad muñequita? - asintió señalándola y volvió a sonreir - Señor Yi, me temo que su padre cifró archivos de Ashcroft con una canción que solo su hija conoce. - explicó al hombre apoyando una de sus manos sobre la otra sobre la mesa - Creemos que la corporación Chrysalis, rival de Ashcroft, tiene una copia de los datos del ordenador de su padre y necesitaban a su hija para descifrarlos y adueñarse de la tecnología. - continuó mirando de soslayo la comida, aun quedaba un poco y tenía buena pinta - Quisieramos si fuese posible, que su nieta nos ayude a decodificar el ordenador de Simon Yi y ver que tan importante guardaba como para que lo asesinaran a él e intentasen secuestrar a la joven Akiko. - volvió a señalar a la joven sonriendo amablemente y después recogió el cartón con comida - Espero que no les importe, - dijo reclinándose en el asiento - no he desayunado y estoy canino. - concluyó llevándose la comida a la boca con unos palillos que había por allí, demostrando que no era para nada escrupuloso.

-Usted no puede decir nada sobre lo que yo le he dicho del libro -manifesté terminantemente, quizás bruscamente; me di cuenta de que no había sido el tono más afortunado y agregué luego, con voz más meliflua -Me refiero a que se lo he contado en calidad de su rango, blind man, no como científico de la Fundación Ashcroft ni como padre de EJ -expliqué -Se lo he dicho para que evalúe esta información y se la dé a quien considere más apropiado. Si se enteran de que se lo he dicho en el Servicio Especial no sé qué me pudiera pasar... -miré el celular y vi el mensaje de EJ "Como caída del cielo" pensé.
-Me acaba de mandar un mensaje EJ para saber en dónde estoy, le diré que la encuentro aquí; necesito ver un expediente, de un tal Ewart MacAllister, además de que estoy siguiendo una pista me servirá para cubrir esta conversación -le expresé.
Permanecí en silencio unos segundos pero no pude aguantar más y pregunté de pronto -¿Por qué me está dando toda esta información si no podré compartirla con mi equipo?

"Estoy en la Clínica Ashcroft siguiendo una pista sobre el asesino de Yi, ¿Te encuentro aquí?", le mandé inmediatamente.

Le respondiò de inmediato.

"Estoy saliendo para allà."

No querìa perder tiempo, asì que se dirigiò de inmediato al hospital.

Sonrió por su pregunta, pero también por su intención. Se notaba que no estaba acostumbrada a no tener el control, a quedar al márgen. Podía leer algo de miedo en sus ojos, falta de confianza. Era normal, porque apenas se habían presentado. EJ nunca le había dicho con quien trabajaba, porque era una muchacha muy reservada, encerrada en su mundo.

-Usted puede decidir si deja que le ayude más allá de darle información, o limitarse a eso.

Le dijo que su hija estaba de camino, y él parpadeó, mirando la hora de su reloj de pulsera. Luego la miró a ella, cruzando las piernas.

-MacMahon dice que es usted la más sensata. Además, al ser mago, comprenderá mejor el alcance de todo esto. Los soldados creen que los seres extraterrestres son solo "bichos" que pueden matar apretando un gatillo. Prefiero que lo sepa usted.

En realidad si les importaba, pero no dijeron nada. No porque tuvieran hambre, sino que por su educación oriental lo encontraban un poco grosero: hablar mientras se come. No obstante, tuvieron una breve conversación en chino con su hija, y luego el señor Yi se mesó la barbilla y resopló.

-Si es tan importante como para que hayan matado a mi padre e intentado secuestrar a mi hija, accedo. Eso si, les ruego que la escolten bien, y también les rogaríamos que nos pusieran en algún programa de protección de testigos... Si lo que dicen es cierto mi hija estará en peligro aunque cante esa canción delante de los científicos.

Parecía preocupado, y tenía motivos para estarlo. Mephisteo pensó que también tenía hambre. El IAL de su PCPU le preguntó que si deseaba encargar comida, y le dió varias alternativas cercanas: shawarma, italiano o comida china.

- Por supuesto. - asintió tras unos minutos en silencio, mientras terminaba de comer - Prepararemos su traslado a la central del OIS, ellos se encargarán de investigar el ordenador de su padre, además de darles la protección que solicita. - asintió con una sonrisa - Pero antes de que se vayan, ¿recuerdan haber visto cambios en el comportamiento de su padre? - preguntó mirando otra de las cajitas por si aun contenía algo, pero no, estaba vacía - Si estaba mas reservado que antes o si frecuentaba compañias más extrañas... - ladeó la cabeza tras sacar de su bolsillo el dispositivo táctil de su PCPU, al cabo de unos segundos, en los que mostró una pericia manejando el objeto tan grande que hasta él se sorprendió, enlazó a Astrid con la pantalla de la sala e hizo aparecer la foto del nazzadi llamado Guaronicex - ¿Han visto a este hombre con su padre? - preguntó de nuevo observando también a la mujer e incluso a la niña.

Creían que iban a ir con su hija hasta donde fuera, pero el comentario de Einar les sacó de su equivocación. Iba a protestar cuando se pregunta le hizo reflexionar.

-Mmmm. La verdad es que desde que salió de la Clínica Ashcroft mi padre se comportaba de forma un tanto extraña. Me han dicho que a veces abandonaba la ciudad y se iba a esos barrios... ya sabe, donde venden drogas ilegales y todo eso. Tuvimos una discusión por ello, pero fué muy tajante. Me dijo que no tenía ni idea de en lo que estaba trabajando, y que no todo el conocimiento estaba en las bibliotecas. Fuera de eso, tenía una rutina bastante normal, con una mujer que pasaba a limpiarle y ayudarle con algunas tareas. Se que daba paseos de vez en cuando, y mi hija le gustaba mucho estar con él, se llevaban muy bien. Mi padre la invitaba a merendar y le contaba cuentos e historias. También creo que le dejaba jugar con una consola, o algo así. La quería mucho.

Miró a su hija un momento y luego sonrió.

-Una vez me dijo que los niños eran nuestra esperanza, por lo que debíamos luchar. Que debíamos labrar un futuro para ellos. Me dijo que mi hija le recordaba a su hermana... Ella murió en Pekín, hace muchos años.

Einar le mostró la foto, y él trató de hacer memoria. Pero, al cabo, negó.

-No, no me suena. Era muy reservado, no solía verle más que con antiguos compañeros de trabajo, y a veces con el doctor que le trató, el señor Chris Jane*.

- Comprendo. - asintió haciendo desaparecer la foto de la holopantalla y meditó sobre aquel nombre, le sonaba de algo...
Luego, para no resultar más incómodo a la familia sonrió y asintió - Si, los niños son lo mejor que tiene la humanidad, - explicó volviendo a mirar al padre tras mirar a la niña - el problema es cuando crecemos y perdemos la inocencia... - concluyó mientras seguía pensando en aquel tal Chris Jane.

Hiciste una breve comprobación en la base de datos policial de tu PCPU, buscando por tu compañera Esther Jane. El único familiar que figuraba era su padre, figuraba como "padre putativo" (no biológico) con el nombre de Chris Jane. Revisaste su ficha de identidad pero estaba censurada por rango de seguridad MJ-12, que desbloqueaste acto seguido.

Christopher Jane es el jefe de división del ala de sanidad mental de la Clínica Ashcroft, y también figuraba como miembro del consejo de administración de la Fundación Ashcroft. Según lo que podías leer en aquel expediente privado, había estado involucrado en varios de los principales experimentos relativos a la sanidad mental, y ocasionalmente con el ejército desarrollando investigaciones. Un dato al final de la página te indicó que fué el médico responsable de supervisar la salud mental del proyecto Worhmole hasta que, un año antes del incidente que desembocó en la creación de "la zona", fue reemplazado por otra persona. Y el nombre de esa persona era Samantha Fuller. La mujer que se había inmolado en el maglev de París. Astrofísica... y una mierda. Era la primera mentira que le había dicho el señor Johnson que acababa de confirmar.

- Gracias por todo, señor y señora Yi. - sonrió levantándose de su asiento y estrechando la mano del hombre - Unos agentes vendrán a escoltarles a la central del OIS, donde se les dará protección y la joven Akiko podrá ayudar con la codificación del ordenador de su abuelo. - explicó acariciando la cabeza de la niña - Han sido de gran ayuda, les deseo mucha suerte. - concluyó antes de echar a andar hacia la salida.

Cuando oí lo que mi jefe pensaba de mí sentí un escalofrío de placer, no pude contener una sonrisa de satisfacción -Entiendo -susurré mientras me apoyaba contra el borde del escritorio, casi sentándome, no iba a hablar de los defectos de mis compañeros delante de él, había podido contemplar sus virtudes y no hubiera sido justo, sin embargo era cierto lo que decía, aunque fuera una visión parcial de las cosas. Permanecí en silencio, sopesando mis siguientes palabras -Me alegra que MacMahon piense así de mí y sí, ciertamente ser maga me da muchas veces un panorama más amplio de las cosas. -lo observé cruzarse de piernas, era un hombre por momentos parco y por momentos cálido, muy elegante e inteligente, me tenía intrigada en cierta forma; había algo muy atrayente en él, por lo menos para mí, y me costaba disimularlo. -Me encantaría que me ayudara, claro que sí -afirmé y le sostuve la mirada -Creo que ya le dije que estoy dispuesta a todo.

Hambre...si...ya comería en otro momento, ahora mismo estaba mas pendiente de las reacciones de la niña en general que la del resto. No se podía acercar demasiado pues Einar ya estaba de por medio y de paso les había preguntado de todo de forma acosadora, como siempre. A veces esa técnica funcionaba. 

Miró a la niña con un gesto que intentó ser suavizado, el problema es que resultó demasiado evidente y acabó por sentirse mas que incomodo, suspiró en silencio "la consola" igual no era nada, al igual que las historias, aunque un abuelo siempre cuenta historias con cierta relevancia a un niño, es su forma de adentrarelo en el fatídico mundo de hoy en día. Mephisteo hubiese matado por tener un abuelo. Se inclinó sobre la niña la cual permanecía callada y le ofreció un chicle tras meterse ella misma uno en la boca, como prueba de que estaba bueno y por si acaso como prueba de que los padres no pensasen nada raro 

¿Juegas a la consola? Vaya yo tambien juego de vez en cuando, ¿cual es tu favorito? preguntó de forma distraída mientras Einar seguía hablando con los padres. 

Parpadeó por lo que dijo, sonriendo un momento. Le resultaba agradable aquella chica. Tenía un punto de interés y curiosidad sana muy humano, que no era frecuente en aquellos tiempos tan enlatados y conformistas.

-Le haré llegar mis recomendaciones sobre el equipo de traducción e interpretación de ese libro.

Entonces, el guardia de seguridad picó a la puerta, y cuando le dió permiso, vió a su hija entrar en la sala.

La Clínica Ashcroft... es donde trabajaba papá. Por el camino, estuvo pensando si su compañera habría averiguado algo de lo que le contó Chris la noche anterior, y que no le había dicho. Sobre lo de que él estuvo tratando a Yi. Conocía bien el rascacielos de alta tecnología donde trabajaba su padre, la clínica pionera que tantas y tantas personas salvaba todos los días de las más terribles enfermedades, del cuerpo o la mente.

Un guardia le indicó que su compañera estaba en uno de los despachos, hablando con el director del ala de psiquiatría. Y este era su padre. Cuando llegó el guardia picó a la puerta, y su padre le dió permiso para pasar. Estaban en uno de los archivos de la Clínica, y su padre estaba sentado con las piernas cruzadas y un vaso de café en la mano. Tagashi estaba sentada frente a él, y parecía que llevaban hablando un buen rato.

El rostro serio del señor Jane cambió completamente al ver a su hija. El alma de su vida, y la razón por la que se levantaba todas las mañanas con cierto optimismo. Le sonrió, aunque la miró fijamente y con algo de curiosidad. Era su típico comportamiento, desde que era pequeña. Como si todavía temiera tener que vigilar lo que hacía para que no se hiciera daño a si misma al caerse o hablara con un tono demasiado alto en un entorno impropio.

-Esther, que alegría verte aquí. Pasa, por favor, y siéntate. Estaba hablando con tu compañera.