Partida Rol por web

Recoges toda la cuerda y la compuerta del suelo se cierra. En el suelo están las dos latas de comida.

Le dedique un segundo a respirar hondo, sin querer comprender lo que estaba pasando, para acto seguido recoger la comida y buscar una puerta, la contraria a donde estaba la tía buena, a estas alturas igual era un zombie o algo peor, ya no sabia que pensar.
-Vale... avanzo dos cubos y me quedo en ese a comer algo y luego pienso que hacer.-Me auto convencía mientras respire hondo una vez mas y me acerque a la puerta norte.

Tiras la cuerda al suelo y coges las dos latas, una con cada mano.

Abres la compuerta del que crees que es el cubo contrario al cubo en el que estaba el cadáver de la tía buena. Cuando abres la compuerta ves los números 242 y 252. El cubo que hay frente a ti tiene las paredes de color naranja, la luz es naranja. Está vacío. No ves nada extraño en él.

Entras y la compuerta se cierra tras de ti.

Algo mas tranquilo pero todavía incomodo por todo aquello, baje las escaleras del cubo naranja y me acerque a la puerta a su derecha para abrirla y ver si esa sala también estaba vacía como la anterior, si era así era momento de un descanso, uno merecido y comer uno de esas malditas latas.

Bajas las escalerillas y cruzas el cubo 252 en diagonal hacia la compuerta que te queda a la derecha. Subes las escalerillas y abres la compuerta. Ves un cubo blanco, vacío y en calma. Es el 251.

A través de la compuerta que separa el cubo en el que estás del cubo 242 oyes un grito, seguido de: - ¡SÍ! ¿DÓNDE ESTÁS PEQUEÑO? - reconoces la voz de Mario, muy agresiva, parece muy enfadado.

Entro sin dilacion y sigo adelante hacia otro cubo, la comida tendra que esperar al parecer ese Mario era muy persistente y listo.

Cuando entras al cubo, bajas las escalerillas y la compuerta se cierra tras de ti. Avanzas unos pasos y empiezas a notar un fuerte pitido en los oídos. Es un pitido agudo, insoportable. Comienzas a marearte, sueltas las latas, que caen al suelo, y te cubres las orejas con las manos, arrodillado en mitad de la habitación. Cierras los ojos con fuerza. Nada calma el dolor. Empieza a resbalar una gota de sangre de tu oído derecho.

Cuando pasan unos segundos el pitido cesa. Vuelve el silencio. Vuelve la calma. Por tu cara resbalan lágrimas. Respiras fuertemente, entrecortadamente. Has pasado mucho miedo. Pero estás vivo.

-¡Que coño!-Grite al sentir ese dolor punzante en mis oídos, pero apenas lograba escucharme por culpa de un pitido que hacia que todo sonara distante y con eco. Me limpie los mocos y las lagrimas con mi camisa, recogí los botes de comida, un tanto mareado y me dispuse a salir de allí, sin saber que había pasado, pero esperando que me diera tiempo a irme antes de que pasara otra vez lo mismo.

Abres la compuerta que tienes enfrente. Ves un cubo blanco, reluciente, muy muy limpio. Huele un poco a humedad.

-Pero que cojones...-Fue lo único que dije al ver ese cubo, la ultima vez que entre a una sala vacía le pitaron los oídos ¿Y ahora un cubo en el centro de ella? ¿Y que era ese olor?

-Mmmm... que le den.-Dije para mi antes de cerrar esa puerta y probar con otra.

Abres la compuerta que da al cubo 241. Es blanco. Te percatas de que en el techo hay una mancha negra, como de humo, o de haber hecho fuego alguien.

-¡Joder! A la mierda, pensare mejor con el estomago lleno.-Dije simplemente sentándome en la entrada a esa habitación, para abrir una lata de comida y engullir su interior con impetuosidad y necesidad.

Devoras la lata de comida militar. No es nada sabrosa, pero con el hambre que tienes te parece todo un manjar. Mientras comes descansas un poco.

Con el estomago lleno pero un mas sabor de boca, me levante y me dirigí a la puerta de enfrente, dispuesto a seguir avanzando, aunque en algún momento me tendría que parar y pensar, ahora tenia muy reciente las voces del loco calvo.

Tratas de abrir la compuerta de la izquierda, pero no puedes. La puerta no se abre. Está bloqueada por algún motivo que desconoces.