Partida Rol por web

Tanto tiempo... si fueran francotiradores ya nos habrían volado la cabeza. Les sobra tiempo para ello. Y si fueran marines o algo por el estilo reventarían la cobertura que nos ofreciera el camión. ¿Qué mierda está pasando?

-"Vamos a movernos, novato. Tal vez no nos hayan visto a nosotros, después de todo."

Desde donde estoy no puedo ver nada del exterior, y ya no se si estamos dentro o fuera. Con los nervios hasta se me ha olvidado el plan. Miro dubitativo a Snake.

- ¿Bajamos de la furgoneta? ¿Que quieres exactamente que haga?

- Me pregunto de donde habrá grabado esa voz. Tiene alguna especie de fijación con lo de llamarme "novato". Menudo imbecil, con sus aires de superioridad. Está claro que ni él mismo sabe lo que tiene que hacer.

-"Bajaremos del camión y avanzaremos despacio. Si esos capullos han descubierto a Catherin, tendremos que aprovechar su distracción y acabar con la guardia desde lejos, aunque aún estamos demasiado lejos para que les alcances con lo que llevas."

Snake baja gradualmente el volumen de voz conforme se mueve. Baja despacio, con el AK-103 amartillado y la vara telescópica de nuevo oculta en su brazo izquierdo.

-"Si tienes algo para ayudar, es el momento de darle caña."

Era otro tiempo, otra vida. Me presenté voluntario al Programa Soldado de la Estrella Roja del Pueblo Ruso, en un inocente ardor de juventud. Los alistados firmaban para convertirse en conejillos de indias de un experimento cuyo fin era recabar información de las bases de datos enemigas sin tener que comprometer las costosas instalaciones de Guerra Electrónica. En mi cerebelo implantaron un conector neuronal que me permite interpretar impulsos eléctricos como si de recuerdos se tratasen. Pasaba de "no saber" a "saber" sin apenas esfuerzo. Qué puedo decir. Era el Fantasma de la Máquina. El Terrorista sin Cuerpo. El Virus Viviente. Ahí fue cuando empecé a granjearme enemigos, pero no me importaba. Era un Dios vengador, y no temía a nada.

Pero nadie escapa al Intercambio Equivalente. Un poder tan grande tiene un precio igual de grande. El Neuroconector me destruía las neuronas del cerebelo, y posteriormente, del bulbo raquídeo. Vomitaba al desenchufarme. Tenía escalofríos y alucinaciones. Olvidaba mi misión en los momentos críticos. Entonces dejé de ser útil para la Madre Rusia. Y en la Unión Soviética ser un tullido es peor que ser un perro.

Emigré. Aquellos contra los que siempre había luchado no sabían de mi condición, y aún tenía la reputación de ser un superviviente del Programa de la Estrella Roja, por lo que no se lo pensaron a la hora de recibirme con los brazos abiertos. Pero mi arma principal pasó a ser mi as en la manga, utilizándolo cuando mis conocimientos y mi experiencia no eran suficientes. No fui el crack que el Pentágono pensaba que le había caído del cielo, por lo que me mandaron lejos, donde no pudiera hacer gran cosa si volvía a cambiar de bando.

Cuando el Shogunato de la Era Edo cayó, los clanes Ninja que habían colaborado en el golpe de estado se convirtieron en proscritos, y se vieron obligados a esconderse. Muy pocos saben que abandonaron el Imperio del Sol Naciente, y sobrevivieron como mercenarios en Camboya hasta nuestros días. Y adivinidad quién encontró el feudo, oculto en la jungla. Recibí entrenamiento y honores a cambio de mantener el secreto sobre la existencia del Iga, el mítico clan Shinobi. A los actuales ninja les interesaba tener vigilado a un enemigo potencial, seduciéndolo con los míticos poderes y habilidades de los más efectivos asesinos. Y a mí me interesaba tener un mayor bagaje para desarrollar mi trabajo. Aprendí artes marciales, supervivencia, y algún truco que no te diré. Encontré en el Dojo que Enseña la Muerte la paz y la salud que años y kilómetros de aventuras no me habían dado. Si no me quedé para siempre allí, era porque tenía una familia, que dependía del salario que recibía como soldado de fortuna.

Fue cuando me topé con Mar Sangriento. Los informes que daba a mis clientes eran que estaban depurando uranio, el paso previo a la obtención de plutonio. Uranium era como se llamaba su proyecto, pero el fin era muy distinto, y me vi obligado a llevarme el resultado del proyecto antes que pudieran investigarlo más. Sabía para qué iba a usarse. El plutonio era un petardito, en comparación a lo que habían descubierto.

No llegué muy lejos. Goldmask en persona se presentó en mi casa, y puso una bomba biológica delante de mi familia. No tenía tiempo para encontrar la forma de desactivarla, y no le entregué aquella mierda. Solo pude hacer una cosa, sabiendo que podría ser el fin de los míos: añadí una carga de napalm a la bomba biológica.

Calibre me devolvió a la vida, o casi. Era uno de los científicos secuestrados por Mar Sangriento, y encabezaba otro de los malditos Proyectos. Me dio la posibilidad de escapar a cambio de que me llevara con él, y así lo hice. Teníamos poco tiempo. Me implantó varios Sistemas que nos ayudaron a abrirnos paso, y nos fuimos a Estados Unidos, a Las Vegas. Con el recuerdo de nuestras familias muertas empezamos nuestra cruzada de venganza contra Mar Sangriento.

Tendría que haber pensado que, tarde o temprano, se me acabarían los ases. Un Sistema de Ruido Blanco o un Amortiguador de Retroceso no es suficiente ante tres Cyborg de combate, y años de experiencia. Calibre no va a ayudarme esta vez, ni mis artimañas de ninja, ni mi experiencia de espía ruso.

Dependo exclusivamente del chiquillo que tengo al lado. Y de lo que Mar Sangriento haya hecho con él.

- Está bien, te sigo. Bajemos con cuidado... a ver si podemos darles una sorpresa.

Agarro con fuerza la pistola pesada que le quité al conductor del camión, como si temiese que se me fuese a escapar. Nunca he utilizado un arma, y, la verdad, no me fío demasiado de ellas. Pero alguna vez tenía que ser la primera... ¿no es cierto?

Compruebo sorprendido que de repente las cosas a mi alrededor han cambiado, pero luego me doy cuenta de que todo está igual. Lo que pasa es que veo las cosas con más claridad, y de manera distinta... es como... si la imagen que llega a mi cerebro fuese digital.

Supongo que es una tontería, ya que los de Mar Sangriento cambiaron mis viejos ojos humanos por una imitación cibernética o algo así, de modo que seguramente desde que desperté mi vista debe ser parecida a la de una cámara fotográfica. Solo que hasta ahora no me había dado cuenta.

Pensar en esto me hace sentir mal, por lo que trato de deshechar este pensamiento, concentrándome en lo que mola ver en la oscuridad.

HORA DE JUEGO: 21:16:00.

El guardia que esperaba al otro lado de la valla que flanquea la entrada se ha acercado hasta el puesto de guardia, y mira hacia su interior. Su compañero trastea y maldice el aparato de radio, por lo que seguramente están solos, incomunicados, y desprevenidos ante un ataque.

Snake Eyes sube el fusil mientras clava una rodilla en tierra. Parece querer tomarse su tiempo antes de disparar, ya que el destello producido por el fogonazo delatará vuestra posición, a doscientos metros de la entrada a Battle Creek.

Imito a Snake, levantando mi pistola "prestada" durante unos segundos, tratando de hacer puntería. Es la primera vez que uso una pistola, así que sospecho que fallaré, pero aun así tengo que intentarlo.

La noche está tan clara que casi parece de día. Se que no es así en realidad, y que la supuesta "claridad" no es más que un engaño que los ojos artificiales producen en el cerebro. Seguro que ni Snake ni los guardias ven tanto como yo. De hecho, teniendo en cuenta que los guardias tienen luces junto a ellos, es imposible que nos vean, a no ser que también sena cyborgs...

Antes de que podáis abrir fuego, ois un fusil disparando en fuego automático. Seguramente están vaciando el cargador sobre algo o alguien, pero no hay ningún grito de dolor, o algo que se le parezca. Viene del interior, y pueden verse los impactos como fogonazos surgiendo de una pared de uno de los edificios bajos del interior. Bajo el Visor Beholder Integrado de Richard, puede verse a Catherin siendo abatida bajo una lluvia literal de balas.

- Snake, están cosiendo a tiros a Catherin... Y a mi no me van a durar las pilas para siempre, será mejor que empecemos con esto ya.

Con el blanco bien fijado por haber estado apuntando durante unos segundos, disparo a uno de los guardias, sin espera a la orden de Snake. No voy a dejar que cosan a tiros a Catherin solo porque nos lo estamos pensando.

- "¡Glups!"

-"¡Joder! ¡Es demasiado pronto!"

Aún estamos fuera de la base: nos hemos entretenido demasiado. O eso, o los secuestradores de Alice son más competentes de lo que había creído hace un momento. El caso es que no podemos esperar más.

-"¿Con que sí, novato? ¡Pues dispara de una vez!"

Una ráfaga corta tal vez sea suficiente. No sé cuánta munición voy a necesitar, así que más vale que no derroche.