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Danza Macabra. x Cuarto Episodio: El Matrimonio de Iñigo

2. Sospechas en Castrojeriz

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18/01/2012, 11:02
Director

A la mañana siguiente y tras un pernocte sin incidencias, llegáis por fin a vuestro destino: Castrojeriz.

Castrojeriz es un pueblo pequeño, poca cosa más que un pedazo de calle con casas e iglesias a ambos lados,enroscadas en torno a la colina sobre la que se alza el imponente castillo del mismo nombre: se trata de uno de los castillas más maravillosos que hayáis visto, pues consta de una enorme torre de homenaje en el centro, con multitud de sólidas casas y edificios alrededor, rodeados por una muralla flanqueada por cuatro torres en cada una de las esquinas, circulares torres con parapetos en cada una, muralla con al menos dos entradas, sala de guardias y portón levadizo, rodeado por un foso.

Todo ello pertenece al marqués Iñigo de Medina, no podéis por menos que envidiar a aquél hombre: una guapa prometida y un espléndido castillo.

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18/01/2012, 11:29
Aleixo d'Ocampo

Aleixo se mostró taciturno todo el viaje. La tarea de socializarse con la señora muy probablemente sería ocupada por Don Antón quién, gustoso de la charla y el labor de corte, ofrecería compañía a la dama socorrida. Por igual motivo Don Carlos se aferraría a su rol de soldado fiel y andaría en vanguardia esperando que, de haber un ataque, vendría de este lado. El Caballero prefirió el contrario... si los bandidos fuesen a reaparecer lo harían por la parte de atrás, a traición y sorpresivamente. Y allí les estaría esperando Aleixo... manteniendo la distancia con el grupo y haciendo que el caballo fuera al paso para no alcanzarles deliberadamente.

Al llegar a Castrojériz éste se dio cuenta que había pasado todo el camino sin hablar con nadie. No tenía ganas... su mente bullía en mil ardores que le hacían permanecer intranquilo a pesar de que su facha aparentase una calma impertérrita. Sin embargo arribar a su destino no le sacó de su ensalmo... más bien cuando vio aquel lugar amurallado pensó en que quizá pudiese permanecer al resguardo un día... unas horas. Deshacerse de la armadura que ya se había convertido en su segunda piel y dedicarse a pasear por sus calles... a sentirse como cualquier hombre y no como un instrumento de guerra.

- Mmmm... tal vez en Santiago... - pensó.

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18/01/2012, 22:28
Director

Recuerdas haber oído hablar de Iñigo de Medina, al parecer gozó hace unos años de una gran influencia en la corte castellana, pero tras el gran incendio de Burgos de hace unos años, se retiró de la vida pública aduciendo motivos de salud. Al parecer quedó muy afectado de que su prometida, una tal Inés de Castro, muriera en el incendio.

Aquél episodio fue muy comentado en tierras aragonesas, la desventura de aquél hombre y de cómo alguien con tanta influencia puede abandonar ese lugar de privilegio de la noche a la mañana... y menos por una mujer.

Notas de juego

Efectivamente, se me había pasado es que llevo dos días...

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19/01/2012, 15:59
Samuel Sánchez

Me acerqué a mi señor un momento, lejos de los oídos de aquella mujer, pues quería comentarle algo importante que había recordado. Con todo el jaleo de la monja moribunda se me había olvidado, y quizás no fuese muy importante pero quería asegurarme de que Don Antón lo supiera.

- Mi señor, tengo algo que contaros - le dije susurrando - en las tabernas y posadas en las que hemos pernoctado en tierras aragonesas se comentaban muchos sucesos locales, como bien sabeis... algunos de poca importancia, la mayoría, pero de vez en cuando había algo que merecía la pena escuchar. Pues bien, parece ser que el tal Íñigo de Medina gozaba de una gran influencia en la corte castellana en tiempos del incendio de Burgos, ya sabeis, aquel tan sonado... Pues lo que se dice es que tras aquel incidente dejó de ocupar cargos públicos, hay quién no encuentra explicación alguna a esto, otros piensan que fue algún asunto de dinero pero otros... otros dicen que su mujer, una tal Inés de Castro, murió en el incendio, y tal fue su pesar y amargura que decidió desaparecer... de la noche a la mañana.

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19/01/2012, 20:12
Hernán Duarte

Hernán no se encontraba a gusto. Estaba frustrado, furioso y algo taciturnio. Hacía mucho que no cumplía con sus necesidades como debería y la última oportunidad que había tenido, tan cerca, se había esfumado por los malditos principios cristianos de aquel caballero. No iba a poder aguantar mucho más así. Además estaba lo de Roderigo...

-Maldito rufián... -pensó-. Espero no tener que hablar más con él en la medida que pueda...

Caminaba receloso, mirando a los lados del camino a ver si aparecía algún bandido sobre el que descargar su furia. Admás de todo eso, se habían unido nuevos miembros a la comitiva y a Hernán no le gustaban las multitudes.

-Como si no fuesemos suficientes ya -Se dijo a sí mismo-. Esto solo hará que complicarme las cosas.

Por suerte o por desgracia el viaje transcurrió sin altercados y llegaron a Castrojeriz. Hernán siguió sumido en sus pensamientos aguardando alguna oportunidad.

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19/01/2012, 20:47
Don Antón

Yo también lo he oído mi buen Samuel, pues mis orejas no están a tanta altura como para no escuchar lo que se dice pero...¿Insinúas que esta mujer es la misma Inés? No veo por que esta buena mujer no se puede casar con un hombre pesaroso cuyo corazón destrozado necesitará los anhelos de un amor perdido...-dijo un poco soñador- pero-salió súbitamente de ese trance- el tema del dinero me escama, pues no hay cosa mas impura y que vuelva vil al hombre de honor que el diablo. Y tras él el oro. Pero...¿que motivos nos llevan a sospechar de esta mujer?

Se lo preguntó sinceramente pues necesitaba comparar opiniones, pues todo aquello le resultaba extraño si, pero no tenía motivos para ello. O tal vez si...

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20/01/2012, 17:54
Samuel Sánchez

- No me refería a eso, mi señor - dije en respuesta - no creo que esta dama sea la misma de la que hablan esos rumores, la tal Inés está bien muerta, parece ser... Lo que yo quería decir es que quizás esta mujer no sepa con quién se está casando, bueno, no sé si será o no importante pero creí que debíais saberlo, nada más.

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20/01/2012, 19:51
Director

Cuando la comitiva entra en el pueblo, un grupo de aldeanos se reúne en la plaza para veros llegar,al ver el  lastimoso estado de los soldados que viajan a pie junto a los carros, los soldados de Luisa, los aldeanos lanzan gritillos de exclamación y sorpresa y podéis escuchar perfectamente sus cuchicheos, pues aunque en verdad les esperaban - o a todas luces lo parece - están sorprendidos y alamados de que la comitiva haya sido atacada.

También se extrañan al ver tantos hombres (por vuestra presencia) y al ver a Aleixo, Antón y Carlos su sorpresa va en aumento pues parece que el hecho de que la dama vaya acompañada de tan nobles caballeros, no entraba en su planes.

A buen seguro seréis la comitiva del pueblecillo durante un buen tiempo. Aparte de la sopresa lógica los aldeanos se muestran hospitalarios y amables, e incluso saludan a Luisa casi a cada paso que da, dejáis atrás la plaza para enfilar una calle que no es más que un camino de barro que serpentea y asciende hasta el castillo.

En este tramo varios campesinos os saludan e incluso varios de ellos - leñadores a juzgar por su aspecto - os ayudan a sacar la rueda de una de las carretas del barro cuando queda atascada.

Tras salvar este pequeño percance, continuáis la ascensión, cuando se ve algo más arriba la gran muralla y el portón de la entrada, varios hombres se han adelantado montados a caballo.

Los hombres cabalgan hasta vanguardia del grupo, os detenéis al verles llegar. Se trata de cuatro jinetes, un hombre con la cabeza descubierta, maduro, de unos cuarenta aunque en muy mal estado de conservación. El hombre está envejecido y parece poco menos que un anciano, aunque todo se ha dicho, de constitución recia.

Tiene un punto de crueldad y mezquindad en la mirada , aunque se muestra amable y os saluda educadamente. El hombre va acompañado de tres jinetes vestidos con armaduras de placas y yelmos, por lo que no se les ve la cara.

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20/01/2012, 20:02
Iñigo de Medina

Detiene el caballo frente a Aleixo y Luisa que son los que montados, abren la comitiva.

- Saludos caballero , no conozco vuestro nombre. ¿ Sóis un hermano ? - después posa la mirada en Luisa y sonríe satisfecho - Vos debéis ser Doña Luisa de Medrano. Es un placer conoceros, veo que sóis mucho más hermosa de lo que me había dicho el pobre Fray Gregorio, Dios les tenga en su gloria - luego repara en Don Carlos y Don Antón y al ver su apariencia y poses supone lo correcto - ¿ Vosotros también sóis caballeros sino me equivoco? - después su mirada va de un lado a otro, Hernán, Roderigo, Samuel, las monjas que se asoman por los carros y los soldados, al ver las heridas - ¡ Pero qué demonios ha ocurrido ! ¿ Os han atacado ?

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20/01/2012, 20:06
Luisa de Medrano

Inclina la cabeza y contesta mirando al suelo sin atreverse a mirar al frío caballero a los ojos

- Yo soy mi señor- dice nerviosa y véis como se ruboriza - hemos sido atacados por salteadores, una hermana y uno  de mis soldados han muerto- levanta la mirada y señala a Aleixo y se gira hacia detrás para mirar al resto - estos señores y sus hombres aparecieron en el camino cuando íbamos a ser todos asesinados, los salteadores huyeron al verlos. Nos han salvado la vida.

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20/01/2012, 20:09
Iñigo de Medina

Con gesto preocupado

- ¿ Es eso cierto? vaya parece que os debo mucho.

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20/01/2012, 20:10
Don Carlos de Mayoral

Adelantándose casi hasta los jinetes, habla tranquilo aunque sin nada de arrogancia en el tono de su voz

- Así ha sido Marqués - utilizando el rango del hombre - nos hubiera gustado haber podido hacer algo más y traer a los culpables ante vos, pero salieron al galope en cuanto nos vieron a distancia. Ha sido imposible, por fortuna no se han levado nada de la dote de vuestra futura. Mi nombre es Don Carlos de Mayoral, gané la hidalguía en el campo de batalla.

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20/01/2012, 21:08
Don Antón

Antón asintió ante lo que afirmaba la mujer. Había estado dando vueltas a lo que sabía de ese hombre, y las sospechas de Samuel bien merecían pensarlo detalladamente.

-Mi nombre es Antón y mi apellido Gonzalez. Todo ha ocurrido como ella os a descrito mi señor-decidió permanecer en segundo plano pues sabía el riesgo que corría de ser descubierto su procedencia. Además aquel hombre no le inspiraba ninguna confianza. También esperaba que, una vez ya a salvo, la mujer le devolviese su caballo pues, pese a no gustarse mutuamente, lo necesitaría para recorrer el camino que aún les quedaba.

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21/01/2012, 17:08
Samuel Sánchez

Al ver a aquel hombre mayor mis sospechas se volvieron casi una certeza, era más o menos como me imaginaba que debía ser a juzgar por los rumores. Era evidente que debía ser un hombre de avanzada edad, y no era raro que un señor influyente y poderoso, por anciano que fuera, tomase como esposa a una dama más joven... pero yo seguía teniendo la sensación de que ella no tenía ni idea de lo que iba a hacer casándose con aquel hombre.

Me mantuve cerca de Don Antón, aunque no abría la boca mientras hablaban los señores. Observé el rostro del tal Iñigo de Medina, con detenimiento pero a la vez con sutileza, había algo en él que no me terminaba de gustar.

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23/01/2012, 11:05
Iñigo de Medina

- ¡ Entonces os debo la vida de mi prometida !  si no ha de ser por vosotros no habría yo casádome nunca. Estoy en deuda con todos vosotros, una deuda de honor. Lo menos es que aceptéis mi hospitalidad cuanto tiempo queráis. Mi castillo aunque parezca imponente no es precisamente acogedor, pero mejor que dormir al raso desde luego.

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23/01/2012, 11:07
Luisa de Medrano

Interrumpiendo

- Mi señor, si a vos os parece bien me gustaría que estos hombres estuvieran invitados a nuestros esponsales. A fin de cuentas, gracias a ellos se celebra este enlace.

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23/01/2012, 11:08
Iñigo de Medina

- Eh... - duda - sí , sí, por supuesto que estáis invitados. Celebraremos los esponsales de aquí a dos días. Venid al castillo, descansad , comed y dormid hasta la boda.

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23/01/2012, 11:09
Don Carlos de Mayoral

- Nos halagáis Don Iñigo, Doña Luisa. Vuestra bondad sólo es comparable a vuestra belleza. No sé qué opinará Don Antón y Don Aleixo, pero por mi parte me irá bien limpiarme el polvo del camino y descansar algo. Nuestro viaje ha sido largo y nos queda mucho camino por delante aún - hace una pausa - y además, no nos vendría mal un acontecimiento alegre para variar tanta miseria que vemos en los caminos.

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23/01/2012, 12:46
Aleixo d'Ocampo

Aleixo no era un hombre dado a los prolegómenos de la corte. De hecho no tenía vis burocrática alguna y, aunque la nobleza y el apellido le avalaban como persona de la nobleza, su aversión por estas comitivas le hacía huir de festejos y chismorreos. Sin embargo su cuerpo estaba cansado y su alma clamaba por reposo. Por un lado ansiaba descansar en Santiago, rezar ante el apóstol y abrazarle suplicando perdón, descanso y paz. Pero por otro deseaba retrasar su llegada a la sede lo máximo posible ya que veía que cuanto antes arribase, antes encontrarían sus superiores otro destino en que el buen soldado de Dios fuese necesario. ¿Dónde ahora...? ¿Verona...? ¿Sicilia...? ¿Turquía...?

Suspiró fuerte como tratando de establecer el buen humor como moneda de cambio y esa palabrería que a los nobles tanto les gustaba.

- Yo soy Aleixo D'Ocampo y sí... soy un Hermano Caballero de la Sagrada Orden del Apostol Santiago. Estaré encantado de asistir a sus esponsales. - afirmó en tono solemne.

De manera súbita Aleixo volvió a caer en sus propios pensamientos. Aquel vetusto noblón contraía matrimonio con una hermosa y joven dama de buena cuna y se establecía con su castillo y su pequeña guarnición como el señor de la zona. ¿Acaso Aleixo podría acceder alguna vez a aquello? Quizá... quizá no lo mereciese.