Partida Rol por web

Danza Macabra. x Cuarto Episodio: El Matrimonio de Iñigo

5. La Boda

Cargando editor
10/09/2012, 00:04
Fray Narciso de Carvajal

Hace una tímida genuflexión mientras refunfuña algo ininteligible y tras erguirse permanece en silencio expectante.

Cargando editor
10/09/2012, 00:05
Director

Se hizo un silencio, la tensión era palpable, las gentes reunidas en torno al patio observaban sin disimular su nerviosismo, os dísteis cuenta mientras pensábais quién se erigiría como paladín defensor de vuestras causa de que había al menos una decena de hombres armados que podían hacer que el intento de huida fuera un suicidio. Amén de varios campesinos que podían hacer bulto y ponerse en medio.

Cargando editor
10/09/2012, 10:41
Roderigo

Mi señor don Íñigo -dije adelantándome-, en primer lugar le manifiesto mi irritación por esta situación, y si vuaced manda ya mismo buscar por todos los rincones a su esposa, tal que así prestos lo haremos. En cuanto a lo de la salida del castillo, el Fraile tiene razón...

Lo más probable es que hubiera creado expectación ante tal reconocimiento, pero continué hablando para clarificar los hechos.

¿Ha visto usted morir a alguien, mi señor? Seguramente si, es vos un hombre de bien y habrase situado en muchas escenas como esa. Sin ir más lejos, tuve que asistir a Hernán aquí presente -señalé al malherido-, cuando ya cerraba los ojos y parecíase estar encontrándose con el Padre... ejem. Pero no sólo eso, mi señor, si no que, pese a su gran hospitalidad, verle morir en cama, pereciendo en vida, es algo que me corroía la noche anterior... ¡Fue horrible el ronrroneo en mi cabezaa de perder a un "casi hermano"! -mentí al presentar a éste como a alguien a quien le tenía demasiado aprecio-.

El caso es que... no quería robarle protagonismo a vos. En su festín predecesor a su gran boda usted debía atender los invitados, la cena y que el buen vino corriera de boca en boca, como buen anfitrión. Mas yo hallábame sentado al lado de la cama de éste y creía que no pasaba de la noche ¡casi se muere!, y claro... entre que todo el mundo estaba ya "dormido" descansando de la fiesta y que no me parecía loable llamar a los médicos de ésta, su gran casa, (pues era tarde y no quería abusar de su confianza) o suplicarle a vos en persona ¡Que no querría yo impacientarle!, mi cabeza se nubló. Asi que, sin pensarlo y fruto de la impotencia ante lo irremediable, salí a buscar un medico de guardia, alguien que en la aldea supiera de males y heridas... ¡No sabe usted lo que hace la desesperación, mi señor!

Me soné un poco la nariz como si se tuviera mucosidad simulando estar algo emocionado por lo que yo mismo contaba. Luego miré al suelo, me tapé la mano con la boca y apreté los dientes. Dejé de hablar por un instante.

No encontré a nadie y tampoco me atreví a llamar a ninguna puerta, pues era tarde. Confieso..., confieso..., -parecía que iba a demostrar que las palabras de aquel fraile eran ciertas-, ¡confieso que lloré señor! ¡lloré y vagué por Castrojeriz como un gato pardo...! Luego, más calmado, la razón me vino a la mente... Lo último que pensé fue: ¡Oh Señor!, ¡Apiádate!... Luego... luego Samuel salió a buscarme, me lo encontré buscándome entre las calles...

En esos momentos fue hasta Hernán, le agarré las manos y me arrodille ante él, mirando al cielo. Con mi capa negra parecía un auténtico clérigo.

Y parece que Dios escuchó la plegaria..., ¡Alabado sea Dios! ¡¡Alabado!!

Parecía que aquella explicación de la coartada había tomado un rumbo algo extasioso o religioso, pero fue lo primero que se le ocurrió. Me quedé allí arrodillado, haciendo el "paripé" (realizando la señal de la cruz varias veces), esperando que el Señor de Castrojeriz nos concediera el "Amén" y nos dejara marchar.

Cargando editor
10/09/2012, 10:45
Don Antón

Además-apuntillo el noble- como pudisteis ver,  fue nuestro compañero bien herido por una flecha al igual que, segun decís, todas aquellas hermanas. Desde luego, tal como lo decís, parece que alguien haya secuestrado a vuestra dama, pero me parece algo impensable. De cualquier modo, si vos lo ordenáis saldremos en su busca y os ayudaremos a encontrarla y hacer pagar a los canallas que haya detrás de tal villanía-dijo con seguridad.

Cargando editor
10/09/2012, 11:06
Director

Notas de juego

Hazme una tirada de Elocuencia Roderigo con un Bonus de +30% por lo currado de la explicación. Tienes 45% en total.

Cargando editor
10/09/2012, 11:34
Roderigo
- Tiradas (1)

Notas de juego

Declaro suerte en la Tirada.

Cargando editor
10/09/2012, 11:50
Director

Notas de juego

réstate 17 de Suerte.

Cargando editor
10/09/2012, 11:52
Iñigo de Medina

Relaja el gesto y hace un barrido con la mirada a todos y cada uno de vosotros de izquierda a derecha

- Tus explicaciones parecen convincentes bribón... -dice mirando fijamente a Roderigo a los ojos.

Cargando editor
10/09/2012, 11:54
Fray Narciso de Carvajal

Con ojos desorbitados -¡PERO MI SEÑOR! NO PODÉ...

Cargando editor
10/09/2012, 11:54
Iñigo de Medina

Levantando la mano

- ¡SILENCIO HE DICHO! - se gira a la diestra a mirar al religioso con mirada furibunda -¿Ahora interrumpís a vuestro Señor? ¿cuestionáis mi poder? ¿ sóis ahora Marqués de Castrojeriz, de Lucena y de Barral con derecho a rentas de Santa Piedad Mártir y San Cirilo ?

Cargando editor
10/09/2012, 11:57
Fray Narciso de Carvajal

- No... Señor -dice avergonzado y con la cabeza gacha.

Cargando editor
10/09/2012, 12:11
Iñigo de Medina

- ¿Y del resto caballeros? ¿el bosque, el caballo? ¿los muertos? ¿qué hay de todo ello? ¿no sabéis nada? y vos, Don Antón, ¿no tenéis nada que decir de todo ello y vos, Don Aleixo? ¿por qué todas las desgraciadas han acaecido con vuestra llegada?

Cargando editor
10/09/2012, 19:20
Don Carlos de Mayoral

Yergue la espalda adoptando un porte distinguido empieza a hablar con voz suave pero firme, sin titubear y transmitiendo seguridad en sí mismo

- Permitidme mi Señor que hable en nombre de todo nuestro grupo. Como bien sabéis, obtuve Carta de Hidalguía hace no mucho... si bien no soy de familia antigua sí soy hombre honesto y honrado. Mi vida llega a su fin, son muchos los pecados que he cometido a lo largo de mi vida, he matado hombres y he cometido pecados mortales y otros veniales. Pero jamás renegué de nuestro Señor Jesucristo ni de su Santa Iglesia, y desde luego jamás he hecho trato con el Diablo ni he conocido nadie que hiciera tal cosa, desde luego si de entre todos estos hombres hubiera alguno de tal manera, no viajaría en mi grupo. Es más, le habría dado muerte con mi propio yerro. He dicho.

Estos hombres al igual que yo, han cometido pecados, pero no cabe duda de que son buenos hombres pues han prometido embarcarse conmigo en un viaje hasta la mismísima tumba del Apóstol para redimirse. Ese mi Señor es el motivo de nuestr viaje: Redención y perdón de los pecados antes de que un servidor haga el viaje al más allá. De los hombres que juraron acompañarme desde mi lejano hogar -prefiere omitirlo para no levantar suspicacias entre Reinos Hispánicos y menos en este momento - dos han muerto ya, defendimos valientemente nuestro pueblo de un Abad apóstata que pretendía enriquecerse a costa de los más desdichados. Dimos esperanza a esas gentes y tuvimos un muerto. Mi Señor de Muel aquí presente, casi perdió una mano y varios acabaron heridos, después defendimos a una dama de los caprichos de su padre -hace una omisión aquí también -defendiendo el amor puro y católico entre un hombre y una mujer. Perdimos otro compañero aseteado en la testa, todos nosotros hemos recibido heridas. Yo mismo apunto estuve de perder la vida recientemente y estos hombres me llevaron al cirujano para que me sanare. Después salvamos a vuestra prometida, nuestra querida Doña Luisa de una muerte cierta, también salvamos a las religiosas que ahora al parecer han muerto... debéis comprender mi Señor que si algún mal hubiéramos querido para Luisa o los suyos no habrían llegado hasta aquí. Sé que todo es sospechoso en extremo y no niego que no tengáis problemas en vuestros dominios, pero puedo aseguraros que esos problemas no están motivados por nuestra presencia, somos la solución no el problema.

No obstante, entendemos que os cueste trabajo creeros y por eso preferimos continuar nuestro camino sin esperar agradecimiento por vuestra parte, pero tampoco impedimento.

 

Cargando editor
10/09/2012, 22:42
Fray Narciso de Carvajal

- Sóis todo un orador... pero como bien ha dicho mi Señor Marqués, son muchas cuestiones las que están sin resolver y nunca antes habían aparecido monjas muertas, ni soldados muertos misteriosamente con inscripciones malditas ni tampoco se había visto a un grupo de hombres internarse en el bosque de la bruja para hacer tratos con ella- os mira como complaciéndose consigo mismo. El sacerdote de alguna manera había hecho hablar a más de uno - una Ordalía sería lo más justo mi Señor. Si son inocentes triunfarán, si son culpables Dios lo sabrá y fallarán la prueba.

Cargando editor
10/09/2012, 22:48
Iñigo de Medina

- ¿ Una Ordalía? - parecía contrariado... -no sé... ya no facemos esas cosas desde hace años. ¿Aún tienen sentido? no sería más justo... ¿un juicio ante Dios?

Cargando editor
10/09/2012, 22:49
Fray Narciso de Carvajal

- Sabed que los Juicios de Dios siguen siendo válidos mi Señor. La Santa Iglesia los ha aprobado siempre y los sigue reconociendo como válidos a la hora de determinar la inocencia o culpabilidad de un reo. ¿Acaso no creéis en las Ordalías Señor Marqués? os tenía por un Señor justo y prudente, temeroso de Dios- amenaza descaradamente.

Cargando editor
10/09/2012, 22:51
Iñigo de Medina

- Eh... sí por supuesto -dice sumiso -¿Qué tenéis en mente Fray Narciso? disponed cuánto sea necesario y celebrémosla sin dilación cuanto antes. Para bien o para mal.

Cargando editor
10/09/2012, 22:54
Fray Narciso de Carvajal

- Señor ¿qué os parece la pena caldaria? - antes de que pueda contestar el Marqués se contesta a sí mismo -no, no... demasiada lenta. Mi Señor, lo mejor será practicar la Prueba del Guantelete en la Iglesia. Cualquiera de ellos bastará. Lo dispondré todo en unos pocos minutos.

Cargando editor
10/09/2012, 22:56
Iñigo de Medina

- Partid ya, nosotros iremos en seguida- tras estas palabras el sacerdote asiente y se retira junto a otros tres hombres, varios villanos corren al pueblo a correr la voz. En pocos minutos todo se resolvería -Yo habría preferido un juicio...- dice disculpándose de algún modo - pero el representante de Dios ha hablado y ya que nuestro señor ha sido ofendido, a él le corresponde decidir. Pero no me tengáis por tan arbitrario, os dejaré elegir quién de vosotros será sometido a la prueba.

Cargando editor
11/09/2012, 17:53
Aleixo d'Ocampo

Aleixo se irguió como preparación a las palabras que pasaban por su mente. Llevaba un buen rato que no sabía muy bien si salir huyendo, confesar la verdad por muy horrible que pareciese al señor de Castrojeriz o ensartar de una estocada al fraile que pretendía acusarles sin pruebas y únicamente con meras suposiciones.

- ¿Una ordalía...? - preguntó el Santiaguista mirando fijamente al Marqués con desdén en su voz - ¿Nos habéis tomado por criminales y aún tenéis la osadía de juzgarnos y condenarnos a las triquiñuelas de ese fraile? Salvamos a vuestra señora de unos bandidos y a sus acompañantes también... la escoltamos al mercado dónde la ayudamos a elegir un regalo... un jarrón... para sus esponsales.... ¿Y vuecencia lo agradece con una ordalía? 

El tono de Aleixo si bien calmado iba subiendo de tono paulatinamente.

- Es curioso... ha pasado de tenernos agradecimiento a culparnos del hecho de que alguien ha secuestrado a su futura esposa... ¡en sólo un par de días! ¿Qué habríamos de ganar nosotros con esto, Don Íñigo? ¿Cuál es ese crimen del que nos acusáis? A mí... cruzado y representante de la Muy Sagrada Orden de Santiago. A dos nobles y a sus criados... ¿cuál nuestra falta? ¿Acaso pensáis que si hubiésemos tenido algo que ver... si nuestra intención hubiera sido dañaros... habríamos salvado a golpe de espada la vida de vuestra prometida y las de las monjas?

Aleixo aprovechó su formidable estatura, irguiéndose para aparentar mayor porte y convicción.

- Sepa usted que ni yo, Don Aleixo D'Ocampo, hidalgo de nacimiento y Caballero de la Sagrada Orden de Santiago ni ninguno de mis compañeros de viaje será sometido a una ordalía... así que ya le puede ir quitando la idea de la cabeza a ese fraile. Si aún creéis en nuestra culpabilidad, si pensáis que hubo falta por nuestra parte, si estáis dispuesto a negar la evidencia de que nuestra presencia evitó en su momento una desgracia que le habría convertido en viudo, entonces yo mismo responderé ante un juicio con el Altísimo de por medio. Usted decide, señor Marqués.