Partida Rol por web

INQUISIDOR EISENGAARD:

- Partes hacia el Refugio de las Tres Estacas en compañía de tu servocráneo y escoltado por el Táctico Noctine.

- El Equipo regresa con el Cargo-8 a la base, pasando el control del otro Servidor de Combate Doble-Sierra (el que utilizaron en Tres Estacas en la incursión inicial resultó dañado y ahora protege el interior de la cámara acorazada de la base).

- Aparte de los dos Servidores de Combate, en la base sólo está Jaq Flair, en la enfermería. Consciente, pero inmerso en una potente nube de analgésicos y tranquilizantes, que no consiguen aislarle del todo del intenso dolor y malestar de sus gravísimas heridas.

INQUISIDOR EISENGAARD:

- Vuestra excursión al Refugio de las Tres Estacas resulta completamente infructuosa. Una total pérdida de tiempo.

- No averiguáis nada del Equipo de Investigación, ni de las actividades de los Caritas de Bebé o de los traficantes. Nada de nada.

- Finalmente, horas más tarde, regresáis a la base con las manos vacías y cansados por las horas de caminata.

- Horas más tarde, el Inquisidor Eisengaard y el Táctico Noctine regresan a la base.

- Lo hacen a pie, y parece evidente que ambos están físicamente fatigados. Ciertamente, al Inquisidor no se le ve expresión alguna, con el yelmo de su pesada armadura puesta, pero resulta claro por su forma de caminar.

- El segundo Doble-Sierra les franquea el paso a través de la entrada del garaje, bajando sus armas ante la señal biométrica del Inquisidor y de su acompañante, también registrado.

- Poco después, descubren que el Equipo de Investigación ya ha llegado y se encuentra en la base.

Después de que la situación se pusiera demasiado sentimental y desagradable dentro del vehículo, arranque para volver a la base con todos dentro. Decidí contar nuestro altercado y así que los otros dos estuvieran informados. -Cuando alcanzamos a ella, -Dije mirando un segundo por el retrovisor.- llegamos a una base de los caritas de bebe. Al ver a su líder con solo dos tipos de su banda, y viendo que retirándonos corríamos el riesgo de ser detectados y que se marchara, disparé contra el líder, con la intención de capturarlo. Pero por desgracia murió en el tiroteo y no conseguí nuevas pruebas, solo tenían mercancía, así que limpiamos el lugar de nuestra presencia y quemé los cuerpos. Ella registro los cadáveres y el Satre vigiló la entrada. Cuando nos reunamos con nuestro Inquisidor sabremos más. Comenté finalmente al ver el silencio de la psíquica. Una vez en la base, descendí del vehículo y deje que el doble-sierra comprobará la señal. Viendo que el inquisidor no estaba y sin saber cuanto tiempo tenía por delante, decidí reparar los daños causados en el Cargo-8.

El Sastre se había mantenido en silencio durante todo el trayecto. Por su mente pasaban raudas las imágenes del tiroteo, los fogonazos de las armas y los alaridos de dolor. Todo había sucedido a una velocidad vertiginosa. Nada que ver con lo que había tenido que hacer después...

Cuando se había agachado junto al cadáver del cabecilla de los pandilleros, su estómago había dejado de bailar y bambolearse. Desmadejado sobre un charco de sangre, ese tipo no parecía ya tan peligroso. El quirurgo había sacado un pequeño estuche de su túnica, donde guardaba el afilado bisturí que servía como presente a los licenciados en el Collegium Medicae. No era el primer cadáver que veía en su vida. Durante sus años de estudio, había practicado cientos de veces sobre los cuerpos inertes que servían de campo de pruebas para los aprendices de quirurgo.

La hoja del bisturí trazó una sanguinolenta línea que reseguía el nacimiento del pelo del Carita de Bebé. La disección era un arte del que el Sastre conocía todos sus trucos, pero cuando el acero templado alcanzó la oreja derecha del muerto, se detuvo. No se encontraba en la sala de prácticas del Collegium. No era un quirurgo quien se suponía que estaba arrancando la cara de ese desgraciado. Si quería que pareciera obra de un Máscara de la Muerte, debía trabajar como uno de ellos. Aplicando más fuerza de la debida, dejó que el bisturí ahondara en la carne del cadáver, llegando a raspar los huesos del cráneo. Cortó la piel a tirones, convirtiendo la fina y recta línea que había iniciado en una serie de surcos irregulares que rodeaban el rostro entero del pandillero muerto. Tras unas ligeras incisiones bajo la piel levantada, hizo de tripas corazón e intentó arrancar el resto con una fuerte sacudida. Tras tres sucios y desagradables intentos, la máscara carnosa y goteante que había sido la cara del cadáver colgaba flácida entre sus dedos.

No tuvo fuerzas, ánimo ni tiempo, para llevar a cabo el mismo proceso con los otros dos cuerpos...

Al llegar al cuartel de bomberos, el quirurgo descendió del vehículo y depositó sobre una mesa cubierta de herramientas la masa de carne, envuelta en las hojas de periódico que había encontrado en el mismo callejón. Sin volver la vista atrás, partió hacia la enfermería, con la tez pálida y la mirada perdida.

Parece ser que en el grupo todos temen al inquisidor, pero les trae sin cuidado a quien ponen al mando y cada uno hace las cosas por su cuenta. Ha sido un desastre de misión y seguro que el Inquisidor no esta contento.

Con la rabia que lleva dentro decide que lo mejor es ir a dar una vuelta para no descargarla dando puñetazos bien merecidos.

Regresa al cabo de un rato coincidiendo con el regreso del Inquisidor y Noctine e igual de rabioso.

El Inquisidor posó su mirada sobre todos los presentes en cuanto regresó a la base con el Táctico Notine. Dentro de su armadura seguía habiendo un hombre. Un hombre cansado y no precisamente de muy buen humor.

¿Qué hacían allí sus acólitos? Era algo que no alcanzaba todavía a comprender. A menos claro que hubiera novedades respecto a su misión.

- A la sala de reuniones.– Dijo firmemente con esa voz distorsionada a través del casco. – Ahora. –

Su tono no daba lugar discusiones o dudas. Encabezó la marcha hacia la misma sala donde había impartido sus instrucciones horas atrás. Fue el primero en entrar y el primero en dejarse caer pesadamente sobre su sillón, que crujió bajo el enorme peso de la armadura.

Esperó a que todos y cada uno de sus acólitos entraran en la sala para ser él mismo quien cerrara la puerta pulsando un botón. Nadie iba a salir de ahí hasta que tuviera respuestas.

- Arbitrador Enoch. Informe. – Ordenó dando pie por el momento a que Enoch hablara. Ya tendría tiempo de pedir un informe individualizado de todos y cada uno de ellos, y hacerse una idea de lo ocurrido. Que estuvieran ahí no parecía que fuera por buenas noticias precisamente.

- El Equipo al completo se reúne en la Sala de Reuniones, exceptuando a Jaq Flair que está en la Enfermería.

- Liri parece algo indispuesta y varios más muestran signos de evidente fatiga y cansancio.

- Marius sigue herido de cierta gravedad. El diagnóstico de Sastre sería, si tuviera que darlo, que debe descansar veinticuatro horas y después recibir vendajes nuevos.

Marius se sentó en su lugar en la sala de reuniones, casi dejándose caer en la silla. Los esfuerzos de aquel día, aunque no habían sido especialmente duros, le habían desgastado debido a sus heridas. Ahora, debía esperar a que el arbitrador diera su informe y el inquisidor hiciera más preguntas o diera nuevas órdenes. 

Después de ponerme a la reparación de la carrocería del Cargo-8, llegó el Inquisidor y nos reunió para que le informarán de los acontecimientos. Nos sentamos todos a la espera y el inquisidor pidió al Arbitrador que le informara. Permanecí sentado en silencio, observando a cada uno de los miembros con los que formaba equipo y fijando finalmente mi atención en Enoch. Mi mente repasaba los hechos, buscando los errores cometidos y analizando los problemas que habíamos tenido.

El arbitrador Lazarus observa la llegada del inquisidor y escucha la imperiosidad de su orden y no duda en cumplirla con rapidez. Se encamina a la sala de reuniones y espera a que llegue el tecnosacerdote que estaba reparando el transporte. Se aclara la garganta y procede a dar el informe de misión.

Acudimos al refugio de tres estacas a tratar de pasar desapercibidos y sacar alguna pista de interés. Rápidamente Marius llamo la atención y una multitud de mendigos se congregaron a su alrededor, así que tratamos de simular no ir juntos.

Al poco rato aparecieron unos caritas de bebe, uno de ellos era el líder de la banda. Se hicieron con una caja metálica y parecían muy contentos de haberla encontrado y partieron con sus motos. Entonces se desencadeno el desastre.

La psíquica empezó a emitir luz y energía por los ojos y toda la gente que se había reunido alrededor de Marius se asusto y comenzó a correr en todas direcciones, eran muchos y se agolpaban y tropezaban tanto entre ellos como conmigo, se formo un tumulto que apenas me permitía dar unos pocos paso. Acudí en ayuda de Marius. Apenas alcance a ver como el resto del grupo seguía a la psíquica que parecía seguir a los caritas de bebe.

Me llevo un buen rato tratar de calmar a la gente y cuando lo conseguimos y nos íbamos a dirigir en pos del resto del grupo aparecieron con el transporte abollado e informándome que al parecer llegaron a la base de la banda en la que solo vieron al jefe y dos secuaces. Se inicio un tiroteo y cayeron todos abatidos. Se requisaron los objetos que llevaban y regresaron antes de correr mas riesgos.

Los que estuvieron en el tiroteo podrán darte algo mas de información que puedo haber pasado por alto al no haber estado allí.

Antes de dar por finalizado mi informe...querría poner a disposición suya mi puesto aquí. Se suponía que íbamos como grupo bajo mi mando y de grupo no hemos tenido nada, cada uno ha hecho la guerra por su cuenta y como persona al mando soy el responsable.

La mirada del casco del Inquisidor se posó sobre Marius en cuanto su nombre fue mencionado por Enoch. Pero no tardó nada en desviarse hacia la psíquica Ferris. El servocráneo dejó de dar vueltas tras la cabeza de Eisengaard y se dirigió como una exhalación levitando hacia la propia psíquica.

El vuelo del aparato se detuvo a menos de medio metro de la mujer y los ojos del servocráneo se encendieron como si de dos luces rojas se trataran.

- Psíquica Ferris... - La voz surgió distorsionada pero aun así se notaba cierto deje de enfado o molestia. - ¿Quiere darme su versión de lo ocurrido? - El Inquisidor había pedido, no, había exigido discreción y a cambio tenía un tumulto formado por el uso de los poderes de una psíquica en plena calle. Lo de no llamar la atención era algo impensable a esas alturas. - ¿Tan importante es esa caja? ¿Qué han recuperado? - 

Estaba intrigado por saber lo ocurrido, y los motivos que les habían impulsado a actuar como habían hecho. 

Mientras el Servocráneo seguía levitando cerca de la psíquica, el Inquisidor esperó una respuesta de la misma, mirando al Tecnosacerdote Cantus.

Con voz desprovista de toda emoción, agotada por lo vivido ese día desgrano lo sucedido.

- Punto de salida: instalaciones usadas como base de operaciones.
Punto de llegada: Colmena Desoleum, Refugio de las Tres Estacas.
Misión: evaluación, investigación, reunión de información.
Cargo al mando: Arbitrador Lazarus Enoch, órden de discreción.

Con la mirada perdida en el vacío, prosigo de forma maquinal:

- Resultado: observación fallida, detecto rastro de Xenos, tenue, desvaneciéndose. Procedo a seguirlo para conocer el orígen. Se pierde la pista en el punto en que se localizan tres sujetos sospechosos. Retirada en sigilo inviable. Se abre fuego y se realiza enfrentamiento con resultado de tres bajas de tres sujetos hostiles.

Revisión de lugar y posesiones personales no arrojan ninguna información sobre el origen de la pista revelada por mis sentidos ampliados. Recogido todo el material disponible, realizada limpieza de lugar. Material a disposición para su evaluación.

Mi voz suena cada vez más distante, desconectando totalmente con mis, hasta ahora, compañeros. Mis resortes de seguridad psicológica responden a la presión disponiendome para recibir la justa amonestación. Esta desvinculación es parte integral de mí, para poder en el futuro seguir relacionandome con toda la normalidad posible con ellos, al disociarlos del castigo.

- ¿Explicó a su superior al mando que había detectado un rastro Xenos? - Preguntó el Inquisidor a la Psíquica sin variar ni un ápice su tono de voz. - En caso afirmativo, ¿cuáles fueron las órdenes de su superior? - Había un orden, una jerarquía... una cadena de mando. Si él había puesto a Enoch al mando era por algo. No estaba mal que sus acólitos tuvieran algo de iniciativa en ciertos momentos... pero quizá ése no había sido un buen momento.

La mano derecha del Inquisidor reposaba sobre la mesa, inmóvil. La izquierda descansaba en su regazo.

- Iniciado Marius, Recluta Sastre, Acólito Cantus... díganme con sus propias palabras lo ocurrido. - Ordenó. - En cuanto acabemos aquí, quiero que todos preparen sus informes de misión. Táctico Noctine, usted revisará todo el material que ha traído el Equipo de Investigación. -

La figura embutida en servoarmadura apenas se movía. Si el Inquisidor todavía respiraba no podía detectarse.

- Dentro de una hora partiremos hacia Port Gyre. Además de sus informes de misión, descansen y preparen su equipo. - Seguramente Marius debería descansar pero Eisengaard consideraba que ya habían perdido suficiente tiempo. Ya descansaría Marius cuando llegaran a Port Gyre.

Después de lo acontecido y las palabras de mis compañeros, mire extraño a Liri. Así se comportan los psíquicos delante del Inquisidor. Desechando ese inútil pensamiento y viendo que al menos tenía la palabra me puse a dar algún detalle mas y observación.

-Todo ocurrió en principio así, intentando pasar desapercibidos sin estar muy juntos entre nosotros para no llamar demasiado la atención. Una vez que los mendigos de esa zona se pusieron a molestar, la psíquica empezó a hacer que sus ojos le brillaran y abandono la zona sin mediar palabra con nadie, provocando así que la multitud huyera.

Subí al Cargo-8, saliendo despacio para que mis compañeros montaran en él si así deseaban y al ver que el Sastre era el único, acelere hasta intentar alcanzar a la psíquica Ferris. Al llegar por una calle estrecha, intenten continuar, pero el vehículo era demasiado grande, así que bajamos y la seguimos hasta, lo que parecía ser, una base secundaria de los caritas de bebe.

-Una vez allí y con el riesgo de que nos descubrieran y huyeran, disparé una ráfaga contra su líder. A los pocos segundos, el líder y sus dos pandilleros estaban muertos, registre el lugar, mientras el Sastre vigilaba el acceso al lugar y Liri registraba los cuerpos. Hicimos las labores de limpieza habituales y el Sastre marco uno de los cuerpos como hacían una de las bandas de la zona, para dirigir la atención a otra parte.

Volvimos al vehículo y recogimos al resto de los compañeros, regresando a informarle por los sucesos ocurridos. No encontré nada de información entre la mercancía, así que la deje. Las posesiones que llevaban los caritas de bebe, siguen sin estar en el inventario y ha expensas de un examen mas riguroso. Terminé finalmente, mirando el inexpresivo rostro de Liri.